Partida Rol por web

Astérope

Incoming Students Atlaneva F.E.E.

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23/07/2020, 09:24
Director

I N T R O D U C C I Ó N

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23/07/2020, 09:49
Irene Castellini

Su prima le había aconsejado que fuera todo lo él mismo que pudiera y que las chicas se lo iban a rifar. Su amigo le había vaticinado que no iba a acabar la carrera y su exnovia le había contestado con un aséptico: “Pues a mí no me sorprende nada, me alegro mucho, nos vemos por allí”.

Por la mañana se topó con Irene en la cocina. Iba tan dormida que trastabillaba y no acertaba con las múltiples cucharas de azúcar que se ponía en el café. Le plantó dos besazos de buenos días y le preguntó cómo iba al campus y se apuntó a ir con él.

Se comió como cinco tostadas de aceite de oliva con miel y dos cafés con leche. Comiera lo que comiera Nikita, a ella le sorprendió que almorzara tan poco.

Se cambió en un santiamén y se puso una camiseta de Picasso y un pantalón vaquero ceñido, con unas botas militares color lila.

Ya en la calle se encontraron con Jamiu, que venía de hacer footing. Todos habían dormido fenomenal.

Su copiloto alabó el coche de Nikita y le dijo que le encantaba conducir pero que había tenido que vender su Renault 5 para pagarle una deuda a un amigo.

Apenas habían esbozado una conversación cuando entraron en el campus. Había gente dispersa por todas partes y se respiraba la tensión del reencuentro y la novedad. Aparcaron en un párking a cielo descubierto y caminaron hasta que las indicaciones les separaron.

Ella se había tomado la libertad de ir cogida a su brazo y le dio otro beso, de despedida, hasta la noche.

El Edificio de su facultad, de ladrillo, horizontal, que parecía hecho para un clima más lluvioso que éste, parecía estar esperándole. Una vez dentro, tras subir una pequeña escalinata, las indicaciones le guiaron hasta un pequeño salón de actos, donde algunos estudiantes se iban acomodando.

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23/07/2020, 12:43
Ángeles

—¡Anem babé! ¡ Sveglio a'la teva companya q’arrivari tard! ¡Andiamo!

Le despertó una voz de mujer hablándole en asteropés con énfasis pero en susurros a Frida.

Bryony estaba echada en una tumbona, desnuda pero tapada con una toalla de rizo muy suave. Era por la mañana, pero temprano. Sobre las nueve estaba convocada en la facultad.

El asteropés de Frida era casi gutural, con su voz más aireada de lo normal. Las pudo ver, un poco distorsionadas por el efecto conjunto de la luz y la resaca. Frida sentada en otra tumbona, también desnuda, sin pudor. La otra mujer, de unos cuarenta y pico años con el pelo claro y los ojos marrones. En el suelo habían dos botellas de licor vacías y una a medias. Lo último que recordaba era un pezón erecto de Frida mientras su voz excitada hablaba de pájaros y de flores.

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23/07/2020, 12:52
Frida Farkas

Notó que tenía arena en el pelo. Frida se acercó a ella con una toalla haciendo de falda y los pechos desnudos.

—Hola peque, hora de despertarse. Te presento a Ángeles, ella es la que cuida la casa. Si quieres que compre comida especial o algo díselo. Es un cielo, sin ella moriría.

La mujer sonreía con las manos cruzadas tras la espalda. Saludó con la cabeza y le dio la bienvenida a Bryony con un “hola cariño” para marcharse al interior de la casa.

Cuando un rato después Bryony salíó de la ducha –había cuatro baños en la casa- Ángeles les había preparado unos zumos, café y un par de tostadas. Frida sólo bebió café aguado. Ambas tenían una fuerte resaca.

Su compañera de piso había maquillado los ojos un poco al modo del Antiguo Egipto y llevaba puesta una minifalda, un chaleco vaquero, un top negro y unas zapatillas converse azul claro. Le pidió el número y le mandó un WhatsApp con un “¡Ñá! ;-)”

Otra media hora después ambas fueron en coche –el de Frida, uno blanco vintage, al estilo de los ochenta, con formas angulares, faros redondos y una raya en los lado- a la Universidad. Conducía suave pero el motor ronroneaba, como si pidiera más. Frida sonreía y en el único semáforo del trayecto –en la entrada de la avenida que daba al campus- miró a Bryony con picardía y complicidad.

Tras aparcar caminaron hasta la facultad de Filosofía y Letras, que estaba al lado de la de Estudios Esotéricos –de hecho ambas compartían biblioteca y bar- Frida se acercó, dispuesta a darle un “pico” a Bryony, pero dejó a ésta la iniciativa, para no robárselo si su compañera de piso no quería.  

El edificio de la Facultad de Estudios Esotéricos era horizontal, como a módulos con diferentes formas geométircas, de ladrillo. Se accedía tras subir una escalinata y en el hall venía indicado el salón de actos, al que estaba convocada con todos los nuevos alumnos.

Cuando entró la sala no era muy grande y algunos de sus futuros compañeros de carrera ya se estaban acomodando en los sillones.

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23/07/2020, 15:15
Julietta Solé "Giulá"

Ingvild se había ganado la simpatía de Telmo, que opinaba que no sólo el arte sino todo el mundo de la cultura se había vuelto extremadamente conservador, inmovilista. Él era partidario de democratizar el arte y desvincularlo del dinero, dejarlo libre para vivificarlo.

Guliá en cambio rompió una lanza en favor de cierto elitismo. Para ella la cultura de masas era el problema, no la solución. El Arte debía volver a ser con mayúscula, cuestión de unos pocos iniciados dotados, debía "esoterizarse" para que volviera a buscar el misterio que, en su opinión, había estado en el centro de su razón de ser mucho antes de la modernidad.

Siguieron la deriva de lo que surgiera en la conversación. Hablaron de las conexiones que unían todas las cosas a menudo de una forma sorprendente. Salió a colación, por ejemplo, la teoría de los seis grados de separación o del "Mundo pequeño".

Julietta era muy calma hablando y su primo más bien impulsivo. Ambos, cada uno a su estilo, eran rotundos pero con ellos era fácil si no llegar a un acuerdo sí encontrar el punto de mutua comprensión.

Acabó marchándose Telmo a las dos de la mañana y después de que Guliá le diera las buenas noches con dos besos Ingvild pudo volver a dormirse.

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23/07/2020, 18:42
F.E.E.

Al día siguiente no se encontró a nadie en casa y fue a la facultad en su coche alquilado -tenía todavía cuatro días para devolverlo y podía alargar el plazo pagando un poco más. Llegó en cinco minutos, una calle paralela al paseo marítimo y luego tomar una avenida.

Ya en el campus se podía respirar el ambiente de encuentro y de novedad. La gente caminaba contemplativa o saludándose. El parking a cielo abierto era gratuito.

El edificio de la Facultad de Estudios Esotéricos era más bien horizontal, hecho como a base de juntar pequeñas construcciones de ladrillo con formas un tanto poligonales. Ingvild sabía que era una obra de Frank Lloyd Wright, al igual que el edificio de la biblioteca que su facultad compartía con la de Filosofía y Letras.

Los estudiantes estaban citados en el pequeño salón de actos que venía bien indicado en el hall. Cuando entró algunos ya se habían sentado en sus butacas.

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23/07/2020, 19:02
F.E.E.

La charla discurrió tranquila y luego cada uno se puso con sus cosas.

Cenaron la comida china y después Isa se lió un porro y Sento cedió relajando las normas sobre el fumar, permitiendo un cigarro después de cada comida y lo que quisieran fumar en sus habitaciones, siempre que el olor no llegara al salón ni a su habitación.

Salvo por un despertar a las cuatro de la mañana -quizá por un ruido, como si hubiera caído algún objeto al suelo, como un libro o algo no muy grande- Bediviere pudo dormir bien.

Luego, por la mañana, despertó sola en el piso. Sento le había dejado una ensaimada y una cafetera preparada con una nota que decía "que tengáis un buen día".

El autobús tenía su parada junto a la estación y tardó unos diez minutos en pasar y apenas cinco en llegar al campus. Bajó en una parada que estaba justo frente a la Facultad de Estudios Esotéricos.

Se respiraba el ambiente de emoción entre los estudiantes. Algunos se notaba que iban despistados en su primer día, otros se encontraban saludándose.

Su facultad era una construcción horizontal hecha como de casas de ladrillo sutilmente poligonales. Al edificio principal se accedía por una pequeña escalinata y no hubo problema en dar con el salón de actos, más bien pequeño, en el que ya se estaban acomodando algunos estudiantes, entre los que pudo ver a Nikita.

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23/07/2020, 19:29
Colegio mayor "Athanasius Kircher” de Sassaneva

Concetta le dio un beso con ganas. En la mejilla pero lo suficientemente intenso como para que Adam notara sus labios.

Rieron con las explicaciones sobre Richmond y casi se disculparon en su nombre y en el de todos los asteropeses, animándole a que no se dejara abrumar y que no temiera en decirles que no cuando le apeteciera estar solo.

Después del encuentro el resto del día fue tranquilo. Acudió a una reunión en la que le hicieron un pequeño tour por el edificio y pudo ver, de pasada, a los que había conocido en el minibús.

La comida no estaba mal y por la noche se encontró en su puerta una nota de los vecinos avisándole que iban con más chicos del colegio a pasar un rato en la playa, por si se quería apuntar.

Notas de juego

En el caso de que Adam quiera ir tienes que pasar una tirada de Carisma más Sincerarte dificultad 9 para que pueda hacerlo. En caso de hacer la tirada y superar su dificultad la reunión fue apacible, con música de guitarra y algunas risas y bebida. En ese caso, volviendo con sus vecinos de terraza se habría cruzado con Azia, que le saludó con una sonrisa y dos besos.

En caso de hacer la tirada y no tener éxito Adam se acostó con la sensación de que se estaba perdiendo algo del tipo lo dicho en el párrafo anterior :-)

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23/07/2020, 19:30
F.E.E.

Tomó el autobús junto al colegio y llegó puntual al campus. La parada estaba frente a su facultad y encontró el salón de actos sin problema.

Cuando entró algunos estudiantes ya se habían sentado.

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23/07/2020, 20:01
Adam Dyer

Adam tomó la nota con las manos y la arrugó con ganas. Al entrar en su habitación buscó por todas partes una papelera dónde arrojar aquel pedazo de papel dónde se evidenciaba su incapacidad para cambiar. Todo aquello... aquel viaje, aquel encuentro de por la mañana, el beso de Concetta, el carisma de Etna y la bondad de Nebo solo hacían que poner más aún de manifiesto su propia oscuridad. Su tristeza innata. Su ADN de cuervo.

Ya estaba atardeciendo y la hora de dormir no tardaría en llegar lo que implicaba un estado de nervios alterado. Adam se sentía verdaderamente agotado. Apenas podía cerrar los ojos y el cuerpo casi que le temblaba. Pero no quería dejarse caer... no quería permitirse el lujo de dormir y volver allá a dónde iba cuando dormía.

Pero pasó.

Gritos... colores... ruido... susurros... respiraciones tan cerca de la nuca que parecían casi propias... Dolor.

A las cuatro y media Adam se despertó sobresaltado. La cama estaba empapada y él temblaba de puro pánico. Abrió el portátil e intentó ver algo de porno pero su libido decidió no ponerse en marcha. Nada funcionaba como debía. Nada.

Un par de horas de duermevela más tarde se levantó y se preparó para un primer día.

- Ni putas ganas... - se dijo a sí mismo mientras miraba sus ojeras en el espejo del baño.

Notas de juego

EDITO: Por cierto... que no he hecho la tirada porque tengo CARISMA 1d4 y nada en Sincerarse. Pa' qué lo voy a intentar. XD

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23/07/2020, 23:01
Ingvild Hoem

La conversación con su nueva compañera de apartamento, Giulá, y su primo Telmo, había sido tan improbable como aleccionadora. Recién tras ahogar el primer bostezo de la noche —el reloj marcaba las dos de la mañana— el cansancio acumulado por el viaje se dejó sentir sobre la joven. Tras despedirse de Telmo con dos besos —una muestra de intimidad algo incómoda para una escandinava pero perfectamente a lugar en una isla mediterránea— decidió que aquel muchacho le caía bien, pese a la crítica inicial de su obra y a aquellas horrendas sandalias de esparto que ningún hombre debería usar jamás.

Giulá se había posicionado en las antípodas respecto a la dicotomía planteada sobre el arte, argumentando que cierto elitismo era necesario para preservar su misterio. Ahora, observando la fachada del hermoso edificio de Estudios Esotéricos que parecía fusionarse de manera orgánica con la arboleda del lugar, Ingvild cayó en cuenta por fin de su propia hipocresía: allí estaba ella, la defensora de la desmitificación del arte —del Arte con A mayúscula, diría Gombrich— a punto de comenzar las clases en una carrera esotérica, por definición apta sólo para unos pocos iniciados. Se alegró de que su compañera pasara por alto aquel escabroso detalle durante la discusión vespertina. Se alegró aún más de que Telmo desconociera el objeto de sus estudios.

Al menos aquel extraño sueño en la playa de Sassaneva no se había repetido. Nada de lo discutido durante la noche, un collage de temas unido por un hilo conductor estrambótico, excitó nuevamente su imaginación en aquella dirección onírica. Ni siquiera la mención de fiestas de yate con famosos, el caso del HMS Bounty con su capitán Bligh y amotinados, tahitianas voluptuosas y promiscuas, Gauguin, las referencias a su trabajo como historiadora del arte incipiente y polémica, o los experimentos del mundo pequeño —la chica había puntualizado que si Bligh había conseguido llegar a Londres tras haber sido abandonado en un escuálido y sobrepoblado bote en medio del océano más grande que conocía el planeta, el mundo debía ser realmente pequeño ya en el siglo XVIII— habían traicionado su determinación de ignorar aquel sueño truncado. O tal vez sólo había conseguido olvidarlo tras despertarse. O tal vez habían fumado más porros de la cuenta.

La excitación por el comienzo de las clases era palpable. Ingvild aguardaba expectante. ¿Sería todo una farsa? ¿Realmente podría desarrollar su experimento en un sitio como aquel? Mientras se dirigía a una de las butacas del fondo del salón de actos dirigió la mirada hacia los emocionados rostros de los estudiantes. Se fijó en aquel delicado balance entre la forma de los ojos y la expresión de la boca, tan difícil de imitar por los primeros pintores que procuraron captar expresiones efímeras. Vermeer fue el primero en conseguirlo; pero entonces el enigma de Delft poseía un secreto. Una sonrisa tímida aleteó en los labios de la joven. Aquel era un secreto que ella conocía.

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24/07/2020, 09:35
Nikita Pontecorvo

Oh, vinga cugina…* —fueron las palabras de Nikita cuando leyó el whatsapp de Ariadna al despertar. Sonrió y le devolvió una carita sacando la lengua. La verdad es que sí sentía que necesitaba consejos, pero le habría venido bien alguno menos previsible que el sé tú mismo, o como lo había expresado ella, "sé tú mismo todo lo que puedas" (!?). El mensaje de su amigo Sharif le hizo reír (y le respondió con las consiguientes sonrisas) y el de Katerina suspirar por esa mezcla de aliento y frialdad —más bien de lo segundo— que desprendían sus palabras. Pues bien sí, en algún momento se encontrarían "por allí". No invitaba a que le respondiera nada y por tanto no lo hizo.

Sorprendentemente encontró el baño vacío y se dio una ducha rápida, se afeitó, colocó sus audífonos y oyó trastear a su compañera en la cocina. Esa mañana se vistió con su camiseta del "Marquee Moon" de Television, unos vaqueros azules y las mismas zapatillas que el día anterior. Después de haber dormido bien lo ocurrido empezó a parecerle irreal. Se frotó la frente y las sienes con las yemas de los dedos. Lo increíble era cómo podía no serlo.

Mientras tomaba su café con leche y su tostada, miraba a Irene sin poder creer lo que esa chica era capaz de meter en su estómago de buena mañana. Su compañera era tremendamente divertida cuando se lo proponía y seguramente también cuando no; era un espectáculo verla servirse el azúcar medio dormida.

Pensaba ir en coche, ven sí, por favor. No apostaría por que vayas a llegar en bici con los ojos cerrados —le respondió divertido.

Se despidió de Jamiu y para despertar un poco a Irene puso en el coche el "Off the Bone" de los Cramps, aunque quitaba el volumen cuando ella quería hablarle. Escuchó la anécdota de por qué había tenido que vender su coche. De la historia del suyo prefirió no contar nada y se limitó a decirle que era una pena y que si algún día necesitaba que la llevara a algún sitio no tenía más que pedirlo. Tenía más que claro que no se cortaría si lo necesitaba.

Era la segunda vez que Nikita pisaba el campus. La primera había sido al inicio del verano por temas de matrícula y había aprovechado para curiosear por aquella especie de jardín inmenso que conectaba edificios tan diferentes que parecía que te movieras en el espacio y el tiempo. De la Facultad de Estudios Esotéricos solo había podido ver la entrada y la secretaría, pero había tomado varias fotos de su espléndida fachada llena de formas geométricas. Una vez sus caminos se separaban se despidió de Irene deseándole suerte y recibió otro beso de su parte. Era extremadamente efusiva hasta para una asteropesa y se preguntó si sería siempre así entre los "cavernícolas" de Erythrai.

Una vez en el interior del salón de actos Nikita hizo un barrido con la mirada contemplando a los demás. Buscaba en sus rostros el mismo desconcierto y expectación que él sentía y recordó que Bediviere debería estar por allí. A no ser que ella le hiciera alguna señal prefería no tomarse la asteropesa confianza de sentarse a su lado.

Se le escapó una risita observando la tarima. Después de todo tal vez tuvieran el discurso de bienvenida de la bruja Alala.*

Notas de juego

* "Oh, venga prima", en asteropés.

*"La bruja Alala" según Cusa es el típico personaje nefasto que echa la cartas de madrugada en un canal cutre de la TV de Astérope.

Edito: una repetición.

Edito2: perdón, he camabiado una errata.

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24/07/2020, 09:55
Victor Andreani

Esperando en la parada de autobús se encontró con Víctor, que le preguntó por su primer día en el colegio. Su hermana se había pelado la primera clase, que era la presentación de la carrera, porque tenía sueño.

Él prefería ir caminando y le ofreció seguir la charla paseando. Fueron por un camino paralelo a la playa hasta un paseo marítimo y después por una avenida perpendicular que entraba en el campus. En total un poco más de quince minutos a paso tranquilo escuchando el mar entre florecillas y dunas primero y luego por una avenida majestuosa con árboles centenarios y washingtonias que parecían querer llegar al cielo. Apenas hablaron más que de cosas banales pero las frases que intercambiaron fueron amables y sencillas.

Se separaron en el campus, que parecía un jardín gigante con edificaciones de distintos estilos y tamaños, y XX llegó al de su facultad, no demasiado grande, horizontal, hecho a base de distintas construcciones de ladrillo rojo. Al edificio principal se accedía subiendo una escalinata y en el hall venía indicado el salón de actos.

Cuando entró pudo ver que muchos estudiantes ya iban tomado asiento y reconoció a Adam entre ellos.

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24/07/2020, 21:41
Adam Dyer

Zapatillas blancas y vaqueros azules... un clásico atemporal. Si no fuese porque esta estúpida moda de los vaqueros ajustados hacen que alguien tan delgado como Adam parezca, literalmente, un palillo con deportivas. Arriba una camiseta... cualquiera. Igualmente escuálido. El chico al final optó por ponerse encima una de sus sudaderas. Era curioso... ¿por qué la ropa se llevaba ajustada menos las sudaderas que podían se igual de grandes que una carpa de circo? ¿Las cosas no podían ser simplemente de la talla de uno? Igual da. Pues eso... vaqueros azules, zapatillas blancas, camiseta y una sudadera gris con capucha... ¡cómo no! Probablemente excesiva para aquel extraño clima mediterráneo. Extraño, al menos, para un canadiense. Era como si fuese primavera eternamente. Todo el conjunto lo completaban sus gafas de sol hiper grandes y ultra oscuras... la capucha echada bien hacia adelante y los mega auriculares atronando sus oídos.

Adam se sentó en la última fila... cerca de la puerta. No tenía intención de salir corriendo pero, en caso de crisis, era lo más práctico. Cierto era que desde hacía años no sucedían de día. Pero el deje se había instalado con fuerza en su ADN social. O, digamos, en caso de haber tenido ADN social, este estaría impregnado de ese gen dominante.

Abrió el cuaderno... y sonrió. Le encantaba estrenar cuadernos. Tanto que, muchas veces, si sus padres no sabían qué comprarle para su cumpleaños solían buscar algún moleskine con las tapas forradas para regalarle. El aroma de las páginas en blanco era dulzón y excitante. Tomó un boli y lo hizo girar entre sus dedos varias veces. Lo encendió y lo apagó... clic... clic... clic... Un soniquete que le ayudaba a concentrarse. O quizá solo a matar el tiempo hasta que llegase el profesor. El profesor... ¿de qué? ¿Qué le iban a enseñar?

Clic... clic... clic...

Se dio cuenta que no escuchaba el soniquete. Era por la música. Apagó la reproducción de su móvil y bajó los auriculares hasta su cuello. 

Clic... clic... clic...

Finalmente escribió: "No quiero..."

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25/07/2020, 04:39
Bryony J. White

Bryony emitió un quejido cuando la luz del sol se coló por la rendija de sus ojos y una punzada de dolor atravesó su cabeza de lado a lado. Tardó algunos segundos en ubicarse, en darse cuenta de dónde estaba, con quién y de la tremenda resaca que tenía. En esos segundos algunos flashes del día anterior fueron brotando en su mente, como imágenes sueltas e inconexas entre sí, y una sonrisa fue creciendo en sus labios milímetro a milímetro mientras las asimilaba. ¿Tenía arena en el pelo? ¿Y eso de sus dedos eran restos de pintura? «Joder, ojalá recordase más», fue el pensamiento que se aposentó al fin. 

Se levantó y usó la toalla a modo de vestido para saludar a la mujer y de paso practicar su asteropés. Le salía la voz grave y le costaba abrir los ojos del todo, pero al menos le dieron las neuronas para decirle que comía de todo y que estaba deseando probar la comida típica de la isla. Luego se disculpó con ambas y se fue en busca de su neceser para pillar un ibuprofeno, que se tragó con agua muy muy fría. 

Por suerte, no necesitó pensar qué ponerse. Lo tenía planeado desde hacía una semana. El primer día, la primera impresión, su madre le había taladrado el cerebro durante años con lo importante que era eso. Y Bryony había decidido que el primer día daría el cante, pero sin escandalizar. 

Mientras desayunaba (un poco de todo lo que había y luego un aquarius para que su estómago no reventase) un montón de dudas flotaban en su cabeza. ¿Habían ido a la playa? ¿Le había dado plantón a sus amigos con la videollamada prometida? Tenía toooda la pinta de que sí, pero no le preocupó mucho. Ya la conocían. Respondió al whatsapp de Frida con un emoji sacando la lengua y aprovechó para enviar un pulgar arriba a sus padres, para que supieran que todo iba bien, y un mensaje a Puck: 

resaca mortaaaaaaaaaal. tngo clase ahora, xo pinta bn todo. flipas con mi casa. luego t cuento.

Ya en marcha conectó su iPod al bluetooth del coche de Frida y puso la lista «walking like a badass», necesitaba empezar el día con energía. 

Cuando sintió la mirada de Frida sobre ella, le devolvió una sonrisa traviesa y se movió hasta quedar de lado para poder mirarla. 

—¿Sabes que nuestros padres follaban sin parar cuando eran jóvenes? —el tono era de pregunta, pero en realidad daba por hecho que si Remo se lo había contado a ella, que era una desconocida, su hija lo sabría seguro—. Así que anoche fue casi como hacer incesto. 

Se rió con aquella idea y de inmediato frunció los labios en una mueca de dolor, cuando sus sienes latieron recordándole la resaca. 

Se levantó las gafas de sol un momento para ver mejor los edificios y cuando notó que Frida se acercaba a ella, enredó los dedos en su chaleco y tiró de ella para darle el beso que a Bry le pareció que quería. ¿Era buena idea? Seguramente no. ¿Deberían haber hablado sobre lo que había pasado? ¿Tendría que haberle dejado claro que no había lazos ni compromiso en aquello? Pues seguramente sí. Pero en ese momento a Bryony todo eso le preocupaba más bien poco. Si había algún malentendido sería un problema para la Bryony del futuro. La del presente bastante tenía con la resaca y la excitación por empezar una nueva vida. Así que sólo deseó internamente que su compi de chalet no fuese a creer que eran novias o algo así y se despidió de ella para sumergirse en el edificio que pronto sería su nueva segunda casa.

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25/07/2020, 06:22
Bryony J. White

Outfit.

Cuando Bry entró en el salón de actos lo hizo girando sobre sí misma para verlo todo. En aquel primer día de su nueva vida llevaba una blusa negra y fina, con mangas tres cuartos y plagada con cientos de imperdibles que emitían un leve sonido tintineante a su paso. Los pantalones eran también de tela fina, con un estampado escocés de cuadros rojos. Más abajo, unas botas militares con tachuelas metálicas, y, tapándole media cara, unas gafas de sol enormes, con brillantitos en la montura. Los labios muy perfilados y pintados de color cereza, un tono que resaltaba aún más en su tez pálida. El pelo, decolorado justo antes de viajar a la isla, lo llevaba suelto y revuelto. A la espalda llevaba una mochila transparente que dejaba ver sin pudor todo lo que llevaba dentro: móvil, cartera, llaves, el iPod fucsia, kleenex, papeles, un estuche de colores, un pompón azul, una libreta y una cámara compacta para los planos de emergencia.

Cuando terminó de hacer el examen del lugar, se puso las gafas de diadema, dejando ver unos ojos verdes maquillados con khol negro que pasaron a repasar a los presentes. Se preguntaba quién sería, de todos ellos, su primer amigo en aquel lugar. Bryony tenía una mirada franca, directa, incluso descarada. Sus labios se curvaban en las comisuras, con un atisbo de sonrisa que no llegaba a manifestarse del todo, pero que revoloteaba con una mezcla de expectación y picardía. 

Se sentó en la primera butaca que pilló y levantó una mano como saludo.

—¡Hola, gente! ¡Bineva Astèropé! —Los miró desde ahí, la verdad era que sólo necesitaba una pequeña señal para empezar a hablar con alguno de sus compañeros más directamente—. ¿Alguien sabe de qué va esto? ¿Nos van a dar la bienvenida y los horarios? ¿O tendremos clase ya hoy? 

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Edit por una erratilla, no hace falta releer.

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26/07/2020, 00:04
Ingvild Hoem

Un muchacho alto y extremadamente delgado se había sentado en su fila, custodiando la salida. Ingvild apenas acusó su presencia, pues tenía la atención puesta en examinar el curioso salón de actos en el que se encontraban.

Clic... clic... clic...

Observó nuevamente en dirección al muchacho, que jugaba con un boli distraídamente. Ingvild apretó los labios. Tal vez aquel ritual ayudara a concentrarse al estudiante, pero ciertamente ocasionaba el efecto contrario en la mente de la joven. Se levantó de un salto de su butaca y se aproximó a la de su compañero irritante. Poniendo los brazos sobre su cintura, movió la cadera hacia un costado, ocasionando un movimiento oscilante en su pollera negra, como si se tratase de una campana.

—Oye... —dudó unos segundos antes de decidirse por la vía diplomática— Me llamo Ingvild. ¡Un gusto!

Con una amplia sonrisa le tendió la mano, deseando fervientemente que el chico abandonara el bolígrafo. Fue entonces cuando escuchó a la joven con aspecto de rockstar.

—¿Qué hay? —le correspondió alzando la voz para salvar la distancia que las filas de butacas suponían— No tengo ni idea, pero considerando la naturaleza de la clase, a lo mejor es un misterio que tenemos que resolver.

Se encogió de hombros. Sabía que no podría tomar en serio aquella carrera hasta comprobar la calidad de las clases impartidas, pero como no quería pasar por cínica, le indicó mediante gestos a la muchacha que se les uniera en la fila trasera.

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26/07/2020, 13:07
Adam Dyer

La voz de aquella chica sacó a Adam de su ensalmo. Miró en derredor hacia un lado y otro buscando la persona en cuestión hasta que la vio allí plantada delante suya con la mano tendida. En apenas unos segundos Adam la miró de arriba abajo. No entendía por qué allí, con un auditorio en el que habrían más de cien personas, ella se acercaba probablemente al único alumno que no deseaba conversación. Y, sin embargo, allí seguía, con la mano suspendida en el aire esperando ser estrechada.

La mano de Adam despegó en dirección a la de la chica. Era como uno de esos momentos en una película en los que el director ralentiza la acción para destacar algo que, en cualquier otro contexto, sería meramente cotidiano. Pero no lo era. Adam saludando a alguien en el primer día (casi los primeros diez minutos de clase). Inaudito.

- Adam... soy Adam Dyer. Encant...

La voz de Adam miró en los labios del muchacho en el momento en que aquella chica que acababa de entrar en el auditorio... la punk rock fashion victim... esa chica que sabe que está buena y le dice al mundo "lo esto, ¿qué pasa?"... y la saludadora compulsiva empezaron a hablar.

A priori, Adam no podía imaginar a dos personas más diferentes en toda aquella sala. La primera parecía haber salido de un colegio de monjas mientras que la otra parecía que llegaba de perseguir al cantante de Nine Inch Nails en su última gira. Y, sin embargo, la primera le hacía gestos a la segunda para que se acercase.

¿Por qué...? Adam estaba allí callado. Impertérrito. Intentando pasar desapercibido entre aquella marea humana y lo que estaba logrando era que la gente se arremolinase a su alrededor. Quizá era el momento de usar el comodín de la puerta y salir por piernas. Ansiedad...

Clic... clic... clic...
Clic... clic... clic...
Clic... clic... clic...

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26/07/2020, 14:00
Branwen Glyndwr

Se ajustó la gafas (las lentillas le cansaban la vista si las utilizaba largo rato) con gesto mecánico y contempló al grupo humano que sería sus compañeros.

Era mayor de lo que imaginaba iba a comprender y se sintió interiormente abrumada (seguía siendo una chica de pueblo en la gran ciudad) pero lidio pacientemente con ello y se centró en el objetivo que la había traído allí. 

No sabía bien qué pensar. Fuera, en el ámbito más despejado, con el contacto simple con la gente, ella valoraba la naturalidad del intercambio social. La vida venía ya con suficientes asperezas, bien lo sabía ella, como para ir levantando aristas propias, pero estaba nerviosa. No era lo mismo aquí dentro donde, aunque venía a aprender, una exigencia tras bastidores, surgía sin pedirla.

Suspiró y guiñó los ojos, peleando por despegar el obstinado sueño de estos que le acosaba después de trasnochar tras mucho tiempo. Con el cansancio, afortunadamente, venía también el recuerdo del gozo de la primera toma de tierra con el colegio mayor y las gentes con las que iba a compartir los siguientes meses. El estímulo de las conversaciones bailó de nuevo en su memoria tarareando ‘country girl’ en acompañamiento a Tono a la guitarra, en el único brote de talento musical (junto a sus pinitos con la escala musical Pitagórica) que poseía: el de fan acérrima.

La noche incluso se redondeo cuando por casualidad (¿O no? Qué más da) tropezó con Azia y consiguió ponerse al día con ella con normalidad (estaba empezando a estar claro que el factor disruptor era entre ella y Víctor). Cuando el teléfono se encabritó anunciando su primer mensaje y vi la estampa bastante bien lograda de ‘Ibis Dundee’ a la faena no pude evitar sonreír y responder con entusiasmo - ¡Impecable!!*

Ah! La familia Azia y Víctor gravitando a su alrededor. Gracias a que los encontraban monos y disfrutaba de corazón a la gente, pero se preguntaba si lo que estaba despuntando era inofensivo o tóxico y estando de puente iba a reconciliarse o empeorar.

Aún le inundaba el aroma de las primeros efectos del sol en la arena y sus madrugadoras plantas y era sutilmente distinto al mismo collage de casa. Las gotas del cambio de luz resbalaban sobre la fragancia que se le habían fundido en el paseo con Victor. Había sido una agradable caminata por un vía más disfrutable que el crudo autobús. Parecieron estar tácitamente determinados a no profundizar, más allá de la mutua compañía, con muchas palabras y, sin necesidad de petición, Branwen lo convido a consumir alguno de sus últimos cigarrillos exóticos. Solo a ratos, los vistazos que le dedicó al músico en ciernes fueron algo más silenciosamente inquisitivos. ¿Que le reconcome, si es eso lo que le pasa? A ella le hacía la vez que le acompañaba una sociable y atildada fachada soportando un nervio inquieto pulcramente contenido. 

Le dió el beneficio de la duda, en el que si, en algún momento profundizaban hacia una sincera amistad, él ya se le abriría a contar, pero aun con todo, Internamente, lo sintió como una gran ayuda, el llegar a su nueva casa educativa con su compañía al lado. Bueno. Lo que es, es.

Se despidieron cuando, la eventualidad, les condujo hacia sus facultades correspondientes y Branwen apretó el paso hasta el destino de esa mañana. Estaba envidiando el descaro de  Azia de bolarse la jornada de bienvenida mientras surcaba su pensamiento entre, quedarse allí como una estatua o tomar las riendas de sus pies y capturar un asiento. Una parte de tensión le taladró la garganta autoinducida por la consciencia, real o imaginada (tenia mucha imaginación), de ser una bengala dispar en una marea cosmopolita de mil estilos personales de actitud y vestimenta.

Viniendo de un lugar donde, el atuendo obligatorio era la impermeable en verano y el plumas en invierno y donde no tenían suficiente de primavera y otoño para experimentar alternativas, su hábito le había acostumbrado a lo práctico y cómodo pero no a lo bonito. Aquí, hacía demasiado calor para disponer la armadura de las trencas así que había tenido que ponerse a decidir (con una modorra de cuidado) que elegir para la primera impresión. Al final, cansada del dolor de cabeza de la cantidad de posibilidades, se había decido por las brincadoras, unos pantalones de algodón ajustados pero suaves, y la camiseta de Missy triunfante sobre los cybermen sobre su sujetador deportivo, pensado para disponer la oportunidad de echar unos kilómetros después, si llegaba la ocasión.

En la mochila pija de informático, tirada al hombro, llevaba la muda, el ordenador, la batería de repuesto y un bloc con al menos tres bolis. Y agua en la cantimplora. Obligatorio hidratarse.

Habían pasado dos o tres minutos de inexorable tiempo antes de decirse que, en algún momento, debía tirar para adelante. En las filas trasera pareció distinguir la silueta casi idéntica a la, inmortalizada para la eternidad, de su domador de ibis y aunque solía ser de las impacientes por tener las mejores vistas de la parte de delante se dijo por qué no. Aún tenían pendiente una respuesta al contacto del día anterior. 

Con cordialidad y sonrisas hacia sus nuevos colegas se deslizó hacia la parte más próxima al muchacho. Una especie de derviche de una sola vuelta, de cabello platino alucinante y gafas de Elton John le reafirmó que iba muy por detrás en la competición de estilo y savoir faire, si es que esta existía entre los muros de esta institución, pero en vez de agobiarla se le filtró con diversión curiosa. De ninguna forma iba a contender, pero no la eximia de saborear los duelos entre los demás.

Muy posiblemente la chica no lo vió pero, mientras tomaba un asiento libre, la observó con un ceja alzada. Le dió la impresión de haber encontrado a otra persona de personalidad expansiva en la cual su áura y espacio dinámico abarcaba algunos metros más de los normales. Como pilló lo primero que se le puso delante apenas se quedó a unos, muy pocos, asientos de distancia. Y el movimiento siguió aun sentada lanzada hacia delante si tapujos lo que pintó una mejor sonrisa en la cara de Branwen.

¡Hola, gente! ¡Bineva Astèropé!  ¿Alguien sabe de qué va esto? ¿Nos van a dar la bienvenida y los horarios? ¿O tendremos clase ya hoy?

Algunos detalles de su habla le fueron calando y empezó a creer estar segura de que la fascinante y inverosiblemente rubia, era Sae**.Pero Sae de las atípicas. Seguro que venía de Londres o un universo así de extraño e interesante. Exploró la espera de su contestación. Quedaba pendiente el volver abordar al ‘Boy Hood’ algo mas pulcramente que ayer. Pero al parecer iba a tener su primer encuentro de choque social. La silueta de una morenita delgada se le asomó al campo de visión con un lenguaje corporal ¿Exasperado? ¿Ya?

Sin embargo, admirablemente, le brotó un tono suave y civilizado que se truncó un poco al desviar fuerzas comunes hacia la rubia extravertida.

¿Bién o que? - la branwen saludó en respuesta a la recién llegada tratando de corresponder a su ímpetu - Todo es muy misterioso y lo poco que intentado sonsacar ha sido infructuoso. Si me permitís no mentiros - le confesó a esta con deje de recelo hacia la situación de, una senda académica sin puntos de referencia hacia los que apuntar  - Es muy posible que ella - señaló hacia la tal Ingvild aprovechando para saludarla - Soy Branwen. Un placer - Asintió alterna y atentamente hacia ambas.

Mirando hacia el muchacho compadeciéndose a la par que regocijándose del el efecto manada que se le podía precipitar sobre el chico si se unían las tres en ejercicio combinado de afabilidad y cortesía, contempló con fascinación y espanto (¿estaba el chico tieso como un palo?) como le devolvía el saludo ofrecido…¡Y hablaba!!! .

- Creo que es un poco reservado - intento valorar hacía a las otras dos y el mismo afectado, para apuntar lo que había observado y la brusca mudanza en su habla cuando la nórdica se unió a la del cabello áureo, con el evidente matiz de que eso no era nada malo - Creo que necesita tiempo - luego amplió con sincera disculpa dibujada en la bajada de tono y velocidad - Encantada Adam.

- Eso sí, tiene buena mano para los animales y eso es muy buena referencia en mi opinión - se encogió de hombros considerando que no debía añadir más sin interferir en el derecho propio del chico a mostrarse o no. 

Volviéndose a las chicas tanteo un poco más los detalles y derivando aire hacia el chico para ¿respirar? - ¿De dónde venís? - refiriéndose a la rubia le sondeo con cuidado de no filtrar ningún sarcasmo en su voz - ¿Eres Inglesa? ¿No? ¿Londres?? - esto último se le escapo como si fuera lo mas - Yo vengo de Gales - y dirigiéndose a la ¿noruecia? - Ingvild es un nombre Tope. No les dejes que te lo quieran estropear con un mote.

¿De verdad creéis que es una prueba? - les tanteo francamente inquieta - No me gustaría fallar y acabar con la memoria borrada como en la serie esa de los magos. Odiaría olvidar este sol tan alimenticio y a la gente.

- Tiradas (2)

Motivo: per+emp

Tirada: 2d6

Dificultad: 11+

Resultado: 7(+3)=10 (Fracaso) [6, 1]

Motivo: per + emp Adam

Tirada: 2d6

Dificultad: 11+

Resultado: 3(+4)=7 (Fracaso) [1, 2]

Notas de juego

*Impecable = Tope a la enesima potencia. Un Guai con esteroides.

**Sae = Ingles. En el mismo sentido de gabacho a frances.

***Bolarse = hacer pellas.

Percepcion + Emaptizar para entender mejor el enigma de Victor = 3

Percepcion + Empatizar + 1 de empeño para saberse conducir con Adam conociendo un poco los limites = 4

Editada una tirada mas. Y como es normal fallada Je.

 

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26/07/2020, 14:50
Bediviere Lafayette

Abrió los ojos, para encontrarse con el silencio del apartamento vacío. Un silencio del que quiso disfrutar, al menos durante los diez minutos en los que permaneció sentada en la cama, mirando a través de la ventana, tras haberse encendido el primer cigarro de la mañana, entornando la vista, suspirando hondo. 

El entusiasmo y la curiosidad que pudiera sentir se veían mermados por la pesadez que la perseguía cada mañana. La desgana con la que solía enfrentarse al mundo cada despertar. Una que por lo general se volvía llevadera y tolerable cuando tomaba café y fluoxetina. Lo cual hizo, tras haberse dado una ducha en la que había estado más tiempo del conveniente. Había una ensaimada, de la que comió un pedazo. No demasiado. Nada entraba demasiado bien a primera hora. 

El segundo cigarro llegó de camino a la facultad. Quiso ir caminando al menos un trecho, para poder fumar. Intuía que en el campus no iba a poder hacerlo, o al menos no hasta que encontrase ese sitio oculto, que siempre lo había, al que todo ser dependiente de la nicotina acudía a calmar el ansia. 

Observó el edificio de la facultad de Estudios Esotéricos. Le gustó. Le pareció que era adecuado y tenía la personalidad necesaria. Desentonaba con el entusiasmo exacerbado y el nerviosismo de los nuevos estudiantes. Algo que Bediviere observó con parsimonia, mientras cargaba el maletín de cuero negro flexible que traía consigo. Un tanto desgastado, peor aún útil. 

Caminaba hacia el interior del edificio, como salida de otra parte, rodeada de un aura que de soledad casi palpable. Su  andar desapasionado y lento casaba con su ropa, rigurosamente oscura, vaqueros negros y camiseta de licra negra de mangas caídas en los hombros, botas negras de cierto aire femenino pero también desgastadas por el uso, y una chaqueta larga de punto gris oscuro, amplia, que dejaba un hombro al descubierto. Un anillo de plata y un pendiente con una cruz pequeña y negra en su oreja izquierda, del que colgaba una cadenita que se enganchaba al cartílago de su oreja, completaban el conjunto, junto al somero maquillaje con pintalabios rojo apagado que adornaba su rostro y el pelo negro con un ancho mechón blanco que se amoldaba sobre su frente en una onda ligeramente elevada.

Entró, y buscó un sitio en el que aún no se hubiese sentado demasiada gente. Sacó su moleskine y su pluma estilográfica, en silencio. Un breve vistazo alrededor la llevó a encontrarse visualmente con el chico que había conocido el día anterior, al mediodía. Lo saludó con la mano, en un gesto simple. Miró hacia adelante, y suspiró. Se fijó también en el chico delgado que manipulaba con nerviosismo su bolígrafo, y en la chica que no paraba de hablar, a su lado. Lo lamentó por él. Casi pudo sentirse igual de incómoda, al verlo perder a pasos agigantados su propio espacio personal. 

Y entonces aquella explosión de color entró por la puerta, sentándose a una fila de butacas de la suya. Su entusiasmo juvenil extrovertido apabulló al chico del bolígrafo, pero aquello distrajo a la otra chica. Aquella que no había sabido leer las señales. Negó levemente, con el rostro, y se desembarazó de aquella escena, apoyando un codo sobre la mesa, elevando su mano, y apoyando la barbilla sobre la misma, dedicándole un breve vistazo apreciativo a la chica del pelo decolorado. Era guapa, eso no podía negarlo. Quizá demasiado entusiasta, pensó, lamentándolo de nuevo por el chico del bolígrafo mientras la otra chica le hacía señas para que se sentase a su lado y una tercera, quizá menos invasiva pero mucho más incisiva, se sumaba al binomio. 

Se dijo que era el momento de dejar de observar, y se recordó que debía investigar sobre dónde podía fumar, y sobre dónde servían buen café en el campus. 

Notas de juego

*Edit: Añadí algo más para no hacer caso omiso al post de Branwen, que posteó justo a la vez que yo XD