Partida Rol por web

Ataque a los Titanes

Capítulo 1 - Un peligroso incidente diplomático

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09/07/2020, 18:28
Cécil Stedman

Pallisade

La hermosa Pallisade.

Aunque, después de todo, quizás hermosa no sea un término aplicable a un paisaje contemplado por la mirada fría, aséptica y esmeralda del burócrata imperial, diplomático de élite y Maestro de Espías del reino.

Y es que Cécil Stedman no es humano.

Nunca lo ha sido.

Cécil Stedman es un constructo dotado de un vial de energía para un siglo y medio de autonomía funcional. Está programado para hablar doce idiomas diferentes y fue diseñado para labores de diplomacia y protocolo en aras de asistir al monarca de Pallisade.

No come. No bebe. No duerme.

Su única tarea consiste tramar, confabular, negociar, traicionar, sobornar, encubrir escándalos, planear algún que otro pomposo evento de sociedad y liderar personalmente una de las divisiones de espías más eficiente de todo Faerûn.

En su origen, el proyecto Cécil fue concebido como una suerte de mayordomo silencioso y servicial, algo a todas luces muy lejano de su polivalencia actual. Sin embargo, la magia obró un papel preeminente en su génesis, sólo eclipsado por la enigmática muerte de su creador, Galven Quint. Nunca se supo por qué murió Quint ni cuál fue la causa exacta de su muerte. Sólo se encontró una nota de suicidio, pero nunca apareció su cuerpo. Ni tampoco se encontraron los diarios de diseño y desarrollo del prototipo original.

En resumidas cuentas: Cécil Stedman es un modelo único en su especie, tan rodeado de acertijos como por una siniestra leyenda negra que advierte ya no sólo de su entrega total al reino, sino de su carácter implacable con sus enemigos, que tienden a desaparecer sin dejar rastro.

Siempre ataviado con una inmaculada casaca de terciopelo rojo y decorada su metálica y dorada testa con una aristocrática peluca hecha con los cabellos de doce jóvenes vírgenes, el rostro inexpresivo de Cécil contempla por el enorme ventanal el verdor que rodea las torres del centro de Pallisade, una obra de ingeniería que es la envidia de los Reinos Olvidados y que sólo podría atribuirse a la pericia y habilidad de los maestros arquitectos elfos.

Es un día tranquilo en el reino, a pesar de las circunstancias. Y es que el Príncipe Haeldorn, -alias Harry en el círculo diplomático en el que se mueve como pez en el agua el taimado Cécil-, se casa -¡POR FIN!- con la Princesa Megania del vecino reino de Amnaria.

Cécil no puede sentir dolor. Con todo, aún recuerda el sufrimiento metafísico que supuso el casting para seleccionar una princesa adecuada para Harry. De hecho, todavía guarda en su archivo el sobre color Cebolla PochaTM a las tres aspirantes al título. El autómata se permitió rememorar en ese momento a las tres candidatas.

En primer lugar, la belleza nórdica de la Princesa Kaila Davaranth, hija del Rey del Castillo de las Nubes, era muy del agrado del Príncipe Harry.

La Princesa Kaila

Una lacia melena, dorada como el trigo, dos zafiros reluciendo en la mirada y la complexión de una reina entre las amazonas de los Reinos Olvidados. Una extraordinaria candidata con una alta valoración del jurado en el apartado físico y espiritual, pero a la que un inoportuno chiste en la corte sobre la frigidez de las nórdicas perjudicó sobremanera en la valoración final.

Aunque la alianza con el Castillo de las Nubes habría traído enormes beneficios geopolíticos a Pallisade, Cécil consideraba que Kaila no era la candidata idónea. Eso le condujo a otro recuerdo: La enigmática Princesa Shiang Qui.

La Princesa Shiang Qui

Cécil supo desde bien pronto que Shiang Qui, oriunda de una lejana región oriental, le quedaba grande a Harry. Demasiado astuta, demasiado lista. Y demasiado peligrosa. Cécil consideró que la aparición de la princesa entre las candidatas se debía a obscenos sobornos al jurado por parte del progenitor de la joven de ojos rasgados, un gran guerrero que se hacía llamar -humildemente- El Gran Conquistador. Un estratega de considerable voracidad expansionista que a juicio de Cécil no tardaría en encaminar sus huestes hasta Pallisade.

El autómata estaba seguro de que de consumarse el enlace habría tenido que ordenar su asesinato durante el reinado de Harry. Eso si Shiang Qui no asesinaba a Harry antes, claro. Por suerte, la perturbadora mirada de la Princesa, lo complejo que parecía peinarla todos los días y el hecho de que en su presentación al Príncipe varias serpientes emergiesen de los pliegues de su vestido disuadieron a Harry de llevársela al catre.

Fue curioso, porque Cécil no tuvo nada que ver con esas serpientes.

Al final, Cécil tuvo que concluir que la Princesa Megania, del vecino reino de Amnaria, más conocido como la Joya del Desierto, era el mal menor.

Princesa Megania, alias Megan

A nivel político traería menos complicaciones, pues el Sultán Khazim ardía en deseos de consolidar una alianza con Pallisade desde hacía décadas y estaba dispuesto a avalar la candidatura de su hija con una muy generosa dote. Tan generosa, que Cécil consideró que, llegado el caso, llenaría las arcas de Pallisade y se podría armar un ejército lo suficientemente poderoso para plantarle cara al Gran Conquistador.

Además... Megania dominaba la danza del vientre, esa hipnotizante danza pélvica de las hembras que atontaba los sentidos de los machos por motivos que Cécil jamás comprendería.

En definitiva: Harry nunca tuvo una oportunidad. De hecho, Cécil -no sin ácido sarcasmo- tuvo que admitir al Sultán su extraordinaria habilidad educando a su hija para el puesto. Aún recordaba las palabras exactas.

Me rindo ante vos, Sultán. Con esta, vuestra trigésimo sexta hija, os habéis superado. ¡Bravo!

Quien la sigue, la consigue, dicen. 

O no.

La puerta del despacho de Cécil se abrió y ante él se presentó el sudoroso, azorado y aterrado rostro de su más fiel asistente.

Donaldson. Hijo de Donald. Primero de su nombre por la vagancia de su señor padre, que por no darle, ni nombre le dio.

Eso sólo podía significar que el día acababa, oficialmente, de irse directo por la letrina acompañado por un buen torrente de agua infecta.

* * * * *

-Donaldson. Casi te echaba de menos. Con énfasis en casi. Tu presencia inspira mis mejores presagios para este nuevo día. A juzgar por tu rostro, o vienes a confesar que sufres un estreñimiento salvaje o eres portador de malas noticias. Abogo por lo primero... ¿Estoy en lo cierto?-.

-S-s-señor Stedman... Uf... Uf... Tenemos un problema muy serio... L-L-La Princesa Megania...-.

No hizo falta nada más. Cécil ya se había girado sobre sus talones cual bailarín y su inexpresivo rostro estaba orientado hacia Donaldson, sus rendijas esmeraldas refulgiendo con intensidad.

-Tienes mi atención. Habla-.

Donaldson se enjugó el sudor que manaba por su frente y carraspeó.

-S-s-se suponía que debía haber llegado esta noche para que dieran comienzo los preparativos del enlace nupcial. Siguiendo sus órdenes, enviamos un contingente de nuestros soldados a escoltarla desde Puerto Jade, pero sólo ha regresado medio hombre...-. A Donaldson, un humano bastante impresionable en general, le temblaba la voz y hacía tiempo que la lividez se había instalado en su rostro.

-Define medio hombre-, solicitó Cécil, amante de la precisión en el lenguaje.

-Uno de nuestros sargentos, señor Stedman. Ni siquiera sé cómo pudo volver. Forzó a su corcel hasta el límite y tuvo que hacer las últimas millas a pie. Ha muerto a las puertas... Pero antes de morir, ha pronunciado una palabra...-.

Cécil intuyó que esa palabra no le iba a gustar, así que tomó asiento tras su lustroso escritorio y juntó las yemas de sus dedos enguantados en seda.

-Espero que ese difunto héroe fuese un prodigio de la síntesis o me sentiré profundamente decepcionado, Donaldson. Bien, ¿cuál fue esa palabra?-.

Un denso silencio inundó la estancia, sólo roto por los jadeos de Donaldson.

-Gigantes-.

Cécil no alteró su postura. Simplemente, se quedó meditabundo un largo instante. Donaldson buscó desesperado un vaso de agua, pero no lo encontró. Recordó entonces que su jefe no comía. No bebía. No dormía.

-Donaldson, preste atención. Reúna al Consejo. Esta misma noche.

-¿Esta misma noche? Así lo haré, señor Stedman.

-Y una cosa más. Vamos a necesitar a un estratega en toda regla.

Stedman extrajo de su escritorio una carpeta color Ángel SangrientoTM. Donaldson había oído hablar de ese sobre. Tragó saliva. Sólo que no le quedaba saliva.

-Convoque a Sir Autumnshield en el Jardín del Silencio. Me consta que está de visita en Pallisade. Sírvase de Lady Edevane para tal menester. Son viejos conocidos, por así decirlo. No tenemos tiempo que perder, Donaldson. Haga su trabajo.

Donaldson asintió. Ya casi no podía articular palabra. Lanzó una mirada temerosa a la carpeta roja y sus dientes castañearon.

-S-s-señor... ¿No estará pensando en...?-.

-A grandes males, Donaldson, grandes remedios-.

Cécil Stedman aguardó a que su asistente desapareciese para quedarse a solas con la carpeta.  Leyó las letras bellamente caligrafiadas varias veces.

ALTAMENTE CONFIDENCIAL

PROGRAMA DE CONMUTACIÓN DE CONDENAS

En la absoluta soledad de su despacho, Cécil Stedman sintió una profunda pena por no poder sonreír en aquel instante.

-Ha llegado la hora...-, musitó antes de soltar una risilla mecánica y deleitarse abriendo la carpeta prohibida.

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09/07/2020, 21:33
Director

Notas de juego

La escena la siguen Lady Edevane y Sir Efrain.

Mikeala recibe la visita de Donaldson, pidiéndole que aborde a Ser Efrain, invitado insigne de la corte de Pallisade, y le conduzca por la noche al Jardín del Silencio, que por lo que sabe Mikeala es una cárcel a la que se accede por el Distrito Central de Pallisade.

Cuando se pongan en movimiento aparecerá Sor Celestina en compañía de Ser Otis Harringhton, un auténtico veterano de guerra. Podéis rolear que le conocéis por sus gestas en batalla sin ningún problema.

Celestina está colaborando con Ser Harringhton para dar caza a un criminal conocido como El Cuervo. La propia Celestina no sabe demasiado del tipejo -tos, tos, excusa para rolear con Ser Otis, tos, tos-. 

A continuación aparecerá Cécil en el Jardín del Silencio.

Hamleen aparecerá a mi señal ;D

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10/07/2020, 20:35
Lady Mikeala Edevane

“…Los guardias autómatas llevaron a Donaldson hasta el despacho de la señorita y lo hicieron pasar. Una joven escribía una carta con una gran pluma iridiscente de pavo real. Parecía no haberse percatado de la presencia del hombre.

-Siento molestarla lady Edevane, necesito hablar con Ud.

Mikeala sabía de la cobardía y nerviosismo del joven, y siempre le gustó jugar con él. Levantó su cabeza y se reclinó hacia atrás sobre el respaldo de la silla, cruzando sus brazos y mirando al mensajero.

-En efecto Donaldson, me está molestando, pero dígame, imagino que viene a decirme algo que me encantará escuchar así me quita este mal humor que cargo-

Donaldson dio un paso hacia adelante y habló con voz temblorosa. -El señor Cecil desea que busque al Señor Autumshield y se encuentren con él en el Jardín del Silencio-

Mikeala sonrió, se paró y se acercó a Donaldson dándole un beso en la frente. -Efectivamente señor Donaldson, ha logrado quitar mi mal humor- le dijo mientras lo acompañaba a la puerta para despedirlo”

Lo cierto es que Mikeala sabía de la presencia de Efraín el Pallisade hacia unos días, pero aún no había juntado el coraje para visitarlo. ¿Cómo sería el reencuentro después de tantas cosas vividas y tantas otras inconclusas?, al menos ahora, tiene una excusa y puede fingir que el encuentro es por “Motivos profesionales” mientras evalúa el comportamiento del paladín.

Era tarde por lo que no era apropiado ir con un vestido de gala, así que tomo uno de sus vestidos sencillos de su ropero (sencillo es un decir en realidad viniendo de Mikeala) y se dirigió hacia los aposentos de Efraín. No tenía que preguntar dónde era, ya lo sabía incluso desde antes que Efraín llegara.

Golpeó la puerta y un “un momento” sonó desde la habitación. Después de tantos años, la voz de Efraín era tal cual como la recordaba. El corazón de Mikeala latía acelerado pero su cara no mostraba ni el más mínimo indicio del nerviosismo que sentía Los pasos se acercaron a la puerta y los antiguos amantes quedaron frente a frente.

-¿Puedo pasar un momento?- Dijo Mikeala con una sonrisa. –No te inquietes, son asuntos profesionales nada más- y luego de una breve pausa agregó- Por ahora al menos.
 

Notas de juego

En sus marcas, listos..... YA!!!
Todavia no termine la ficha, pero creo que mientras tanto podemos darle un poco de mecha a la escena.

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11/07/2020, 01:01
Sir Efrain Autumshield

- Un momento-, gritó hacia la puerta mientras volvía a entrar en la habitación de invitados que le habían asignado en palacio. La habitación era ciertamente lujosa: grande, con cama adoselada, sillones cómodos, un cálido fuego encendido en la chimenea… pero lo único que llamaba la atención del paladín eran las vistas que había desde el balcón. De todos los lugares en los que había estado en su vida, el más tranquilo y pacífico era, con diferencia, Pallidase. También era de los más hermosos, con sus luminosas farolas y sus brillantes viviendas construídas aprovechando la protección y robustez que otorgaban sus antíguos, enormes y pálidos árboles. Sin embargo, Pallidase tenía otras cualidades que hacían que Efrain se hartara rápidamente de estar allí: monótona, aburrida y demasiado políticamente correcta (lo cual era, en sí mismo, una forma políticamente correcta de decir Falsa). Llevaba ya varios días en la ciudad y no había hecho otra cosa que acudir a bailes opulentos en los que no participaba, cenas copiosas en las que apenas comía y eventos sociales varios en los que le presentaban a nobles a los que no necesitaba conocer… pero todo fuera por agradar al joven píncipe Harry el día de su boda, quien le había apoyado en el pasado sin hacer preguntas de difícil respuesta.

Esa noche estaba seguro que la tenía libre para descansar de tanta pomposidad, pero al parecer se había equivocado pues habían vuelto a mandar a alguien para acompañarle a otro evento público vacío de sentido.

Se acercó a la puerta sin mucha prisa, preguntándose si habría alguna forma "políticamente correcta" de declinar la invitación, fuese la que fuese. Sin embargo, no se esperaba lo que estaba a punto de descubrir al otro lado.

Por un momento tras abrir, los ojos del joven miraron sin ver a la persona que había llamado a su puerta, hasta que escuchó su voz.

- Mi… ¿Mikeala?- tartamudeó mientras enfocaba su vista en la dama de belleza sobrenatural que tenía enfrente. Tardó un par de segundos, pero cuando por fin sus ojos reconocieron a la única mujer que había amado, dio un paso hacia ella y la envolvió en un cálido, firme e inesperado abrazo.

- ¡No me lo puedo creer! ¿Eres tu de verdad?- exclamó al separarse unos centímetros de ella para verla mejor. Incrédulo aún, acarició con delicadeza su cabello dorado y apretó suavemente sus hombros, percibiendo la suavidad y el calor de su piel desnuda.- ¿Qué… qué haces aquí? Pasa, por favor, pasa- la invitó, aún fuera de sí de la sorpresa.

Observó a la joven entrar en la habitación, experimentando una alegría que hacía tiempo que no sentía. Ya no había en su mente sitio para el aburrimiento y el hastío que había sentido momentos antes. De hecho, se sentía rejuvenecido y mucho más ligero, como si los últimos diez años jamás hubieran existido.

- ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Siete, nueve años? ¿Cómo has dado conmigo? Estás… preciosa. Por favor, no te quedes de pie, siéntate donde gustes- señaló con un amplio gesto la sala.- ¿Quieres tomar algo? ¿Un té? ¿Agua? ¡Ah, ya sé! Puedo pedir una botella de Keattin si te apetece…- sugirió, recordando el gusto de la noble por esa exótica bebida de Argluna.

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11/07/2020, 02:08
Lady Mikeala Edevane

-10 años han pasado desde que compartimos ese vino en la carreta de Stanimir y todavía recuerdo la cara de frustracón de Yuri y a Hamleen rogando por un sorbo. Y 7 años han pasado desde que, bueno... nos separamos la ultima vez.-

Mikeala caminó por toda la habitación y se sentó en el pié de la cama, mirando hacia los sillones.

-¿Que hago aquí preguntas?, ¿Que no lo sabias?, Soy consejera del Rey George, hace varios años, y ¿como te encontré?, bueno, la respuesta es la misma: Soy consejera del Rey, se todo lo que pasa en Pallidase y la llegada del gran Efrain Autumshield no es una noticia que pase desapercibida ¿cierto?.

-En fin, aunque me encantaría un Keattin ahora, no hay tiempo para pedir uno de esos, lamentablemente vengo a interrumpir tu descanso con trabajo. Seguramente tendremos tiempo de desvelarnos con una o varias botellas de esas, pero ahora, descorcha cualquier vino que te hayan dejado en la despensa y sirvenos mientras te cuento.- Las palabras y acciones de Mikeala eran elegidas con cuidado y ninguna era al azar. Cada frase que salía de su boca y cada gesto decía "Quiero estar contigo", Pero al mismo tiempo lo negaba. La hechicera recibió la copa que le sirvió Efraín y luego de un sorbo, comenzó a contar.

-Resulta que la princesa Megania esta desaparecida, y uno de sus escoltas llegó a la ciudad solo para poder decir "gigantes", antes de morir por el agotamiento y sus heridas. No hay que ser muy inteligentes para deducir que pasó, y bueno, quien mejor que Efraín Autumshield, uno de los más famosos militares para liderar la búsqueda.
-Cecil Stadman, un diplomático del reino y solo entre nos, el maestro de espías del rey, quiere que te lleve a reunirte con el.-

Mikeala cambió el tono severo por una sonrisa y una plática mucho mas animada -Pero tenemos tiempo de terminar esa botella de vino y hablar un momento. Así que dime Efraín, ¿como has estado últimamente?

 

Notas de juego

Muy atento con el vino Sr Efrain. Va a hacer que me enamore nuevamente

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11/07/2020, 08:25
Sir Efrain Autumshield

- Stanimir… pobre hombre. No se merecía ese final. Nadie lo merecía…- se lamentó al volver a recordar las caras de los fallecidos, las mismas caras que se aparecian en sus sueños para recordarle la importancia de su Misión. También recordó el agradable momento vivido junto al pastel de Yuri y el queso de Hamleen… y la cara de Hamleen tras su último encuentro. Por último, recordó el ardiente encuentro con Mikeala hace siete años: su recuerdo más atesorado y, a la vez, el más doloroso. Ciertamente, las cosas habían cambiado. Mucho. Para todos.

Sin embargo, Efrain sonrió a pesar de todos esos recuerdos. ¿Qué podía hacer ya por ellos? Los muertos, muertos estaban. Hamleen había desaparecido de la faz de Toril, y Mikeala… Miró a la joven dama con renovado interés tras haber recordado las caricias que se brindaron en su último encuentro. Observó su forma de andar por la habitación, embelesado con el suave y sensual movimiento de sus caderas, el ligero roce de la tela de su vestido y el sutil pero embriagador aroma de su perfume. ¿Cómo había podido estar tanto tiempo sin verla?

Efrain se encogió de hombros ante la pregunta de la hermosa consejera.

- No soy tan importante…- se quitó flores tras la presentación. Entonces cayó en la cuenta: si sabía desde cuándo estaba en Pallidase, ¿Por qué había tardado tanto en venir a verle? La respuesta obvia le golpeó como una patada en la base del estómago: Ya no quería saber nada de él.

- ¿Consejera de George? Conociéndote había imaginado que habrías estado intentando ganarte el favor del rey para beneficio de tu familia. Y me sorprende que no hayas intentado ganarte el afecto del príncipe soltero… Harry es bastante apuesto, y un gran partido viendo la dote que puede ofrecer- bromeó, relajando el ambiente y luchando por echar de su mente los pensamientos que amenazaban con agriarle el carácter.

- ¿La princesa ha desaparecido?- exclamó levantándose de la cama, donde se había sentado junto a Mikeala tras entregarle el vino.- ¿Cómo es eso posible? ¿Cuándo ha sido? No he oído nada desde que estoy en la ciudad…

Enterarse del motivo de la visita de su antiguo amor fue la confirmación que necesitaba para comprender que, en efecto, ella ya había pasado página. ¿Tienen que secuestrar a una princesa antes de su boda para que te atrevas a venir a verme?- pensó, disimulando su decepción con la indignación que sentía ante el secuestro.

Efrain se acercó hasta la mesa junto al sillón lentamente, asentando en su cabeza la nueva información y calmando sus emociones. Dejó el vino apenas sin tocar y suspiró, aún de espaldas a la joven.

- No hay mucho que contar sobre mi, en realidad. Ya me conoces: el típico caballero juramentado. Siempre hay una doncella que rescatar de un dragón, o un pueblo que defender de saqueadores. La vida suele proveerme de todo el entretenimiento que necesito.- Entonces se giró hacia ella. El rostro del paladín lucía una vez más unos ojos amables y una sonrisa calmada, amistosa y sincera. Miró a Lady Edevane de arriba a abajo una vez más admirando su belleza extraterrenal, su postura casualmente sensual y su actitud estudiadamente indolente. Era imposible no sentir algo por ella, ¿para qué luchar contra ello? Era una batalla perdida de antemano.

- Te he echado de menos, milady- resumió todo lo que sentía en una sola frase, liberándose al fin de todas sus emociones contenidas.- Me alegro que hayas sido tu, y no Cécil, quien haya venido a buscarme esta noche. Sin embargo, no deberíamos hacer esperar a nuestro nuevo patrón, ¿no crees?- Se acercó a ella y le ofreció una mano para ayudarla cortésmente a levantarse.

- Así que consejera del rey… ¿Cómo llegó Lady Mikaela Edevane, de los Edevane de Aguas Profundas, a ocupar tan distinguido puesto?- le preguntó con interés cuando se hubo levantado, mientras se dirigían a la puerta.

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11/07/2020, 11:09
Director

Los largos pasillos del palacio de Pallisade estaban vacíos aquella noche. Los fuegos fatuos animados por la magia de los altos elfos danzaban por los corredores, dando un aura sobrenatural al paseo que recorrían los viejos amantes, la tentación sobrevolando sus corazones al percatarse de que el camino que conducía al Jardín del Silencio estaba deshabitado a salvo de alguna ocasional patrulla nocturna.

Los altos elfos de Pallisade se jactaban de tener uno de los ejércitos más disciplinados de todo Faerûn. Esto era una verdad en sentido literal. Al ser una comunidad de poderosos magos ascetas, habían prescindido de contratar mercenarios para dotarse de un ejército con el que defender los muros del reino. En su lugar, tenían a su disposición a los Centuriones, constructos armados hasta los dientes capaces de aniquilar un regimiento de tropas veteranas de otras naciones. 

Los Centuriones tenían no obstante una limitación: precisaban el control de un mago dedicado para operar a pleno rendimiento. En la ciudad, con todos los núcleos de poder arcano diseminados cuidadosamente por los arquitectos elfos, los Centuriones eran imbatibles. Este era el motivo por el que Pallisade disuadía a cualquier enemigo de un ataque frontal. Y este era el motivo por el que los enemigos del reino, como bien era sabido, se devanaban los sesos para encontrar una brecha en sus inexpugnables defensas.

Tras esquivar a una pareja de aquellas moles de metal, Mikeala y Efrain tomaron una rampa que les condujo a un vasto jardín plagado de luciérnagas.

El Jardín del Silencio.

Un cenador se advertía en el centro del jardín, rodeado por la multicolor y frondosa vegetación, compuesta por una miríada de especies de plantas, algunas de ellas rarísimas de encontrar. El sendero no estaba hecho de tierra, sino de agua. Para alcanzar el cenador, había de cruzarse un riachuelo sembrado de gruesas losas de piedra lisa, todas ellas grabadas con una runa élfica para asegurar su flotación.

El manar de una brillante agua al reflejar la luna llena y el zumbido de las luciérnagas daba al jardín una atmósfera única en toda Pallisade. Sólo se podía acceder a él desde el Palacio Real y era algo más que uno de los lugares más hermosos de todo el reino. Era el lugar en el que de decidía el destino de los enemigos de Pallisade. También donde se forjaban alianzas y donde a buen seguro se habían reunido los mandatarios de más alto rango para planear la boda del Príncipe Haeldorn, alias Harry.

Mikeala conocía el Jardín y no tuvo demasiado problema en guiar a Efrain hasta el cenador, donde se advertía una música flotar e inundar el aire en un crescendo, según sus pasos les acercaban al lugar. No dudó ni por un instante quién era el intérprete, pues su oído tenía facilidad para detectar el inconfundible piano de cola de Stedman.

* * * * *

Cécil Stedman no podía apreciar la fragancia de las mil y una especies de flores que en aquel jardín se congregaban, pero eso no le restaba encanto a la ubicación para una secreta reunión nocturna. El autómata, luciendo sus mejores galas, tocaba de memoria una pieza que estaba cerca de provocarle algo similar a una emoción. Nunca supo por qué su creador, Galven Quint, la implantó en sus recuerdos -quizás para amenizar alguna fiesta con sus pares-, pero ahora era una tradición para él tocarla en las noches de luna llena.

Los dedos enguantados de Cécil se movían a un calculado ritmo, con precisión quirúrgica. La melodía resonaba inconfundible por todo el jardín con una belleza pura y genuina. Sus invitados, Ser Otis Harrington, su hija Laureena y la sacerdotisa ciega permanecían en absoluto silencio, escuchando hasta su final. Fue entonces cuando Cécil se incorporó, dedicó una reverencia a su selecto público y advirtió entre los aplausos a los dos invitados que aguardaba.

-¡Ajá! ¡Quizás no a tiempo para el certamen de piano, pero justo en el momento indicado!-. Cécil chasqueó los dedos y apareció de ninguna parte Donaldson. Había quien pensaba que Cécil podía hacer magia. Que le bastaba chasquear sus mecánicos dedos para hacer aparecer a Donaldson, a un puñado de Centuriones, a algunos de sus mejores asesinos o, incluso, a un francotirador. 

-Donaldson. Sillas para nuestros invitados-.

Donaldson asintió con gesto tenso y fue a buscar un par de sillas. Stedman se dirigió bastón en mano hacia sus invitados.

-¡Celebro verla de nuevo, Lady Edevane! ¡Tan radiante como siempre!-. Cumplidos vacíos. Cécil no podía sentir nada por nadie. Estaba programado para adular y agasajar. Sus modales eran perfectos, siempre inalterable. Dedicó una perfecta reverencia a la hechicera. -Agradezco su celeridad, milady. Y por lo que veo, ha traído ante nosotros a Ser Autumnshield, el Caballero del Zodíaco(*). Un honor conocerle, Ser-. Repitió la reverencia para después girar sobre sus talones con la gracia de un bailarín. 

Donaldson ya había colocado las sillas y volvía a enjugarse el sudor, gesto bastante habitual en él.

-Tomen asiento. ¿Vino dulce? Donaldson, sírvales, si es tan amable. Permítame presentarles a Ser Otis Harringhton, su hija Laureena y a la madre superiora, Sor Celestina-.

Notas de juego

(*) Lo del Caballero del Zodíaco no lo digo del todo en broma. En Ravenloft hay un famoso minijuego con unas cartas del tarot y el horóscopo con unas vistanis. Estoy presuponiendo que Efrain superó este minijuego y Yuri le apodó desde entonces como el Caballero del Zodíaco ;D

Celestina entra en juego ;)

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11/07/2020, 11:11
Ser Harrington

Un hombre ya entrada en la cincuentena con el rostro sembrado de cicatrices y la melena blanca como la nieve de las montañas del Espinazo del Mundo dedica una sonrisa tétrica a Mikeala, tomando su delicada mano y haciendo una sutil reverencia.

-Milady-. Su voz reverbera como salida de lo profundo de una caverna. Uno de sus ojos está muerto, surcado por una feísima cicatriz. El único ojo bueno que le queda refulge con el color del cielo, clavándose en la hechicera. -A fe mía que los rumores no os hacen justicia, mi señora. Ser Otis Harrington a vuestro servicio-.

El viejo guerrero se gira entonces a Ser Efrain y su sonrisa, antes sutil y cautelosa ante Lady Edevane, se amplía enormemente mostrando la dentadura en un gesto que podría confundirse con una mueca feroz y bestial.

-¡Ser Autumnshield! Deseaba desde hace largo tiempo conocer al hombre que puso fin al reinado de terror del conde Stradh-. Al estrechar su antebrazo, Efrain puede notar cómo el metal del brazal de su armadura se comprime ante la desmesurada fuerza que Ser Otis posee en sus manos. 

El Caballero del Zodíaco no tarda en reconocer al legendario León de Piedra, uno de los bastardos más duros que jamás hayan pisado Faerûn, azote de orcos y pielesverdes y guerrero nato.

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11/07/2020, 15:28
Lady Mikeala Edevane

-Lo he pensado, pero no tengo el estatus suficiente para casarme con un príncipe… Reina Mikeala, ¿suena bien no? - dijo con la clara intención de provocar a Efrín, sin embargo, al paladín le bastó una sola frase para desarmar toda la estrategia y derribar todas las barreras que la mujer interponía.

-Yo también te he extrañado- respondió sin pensar, de forma automática- y luego trató de enmendar su error cambiando de tema rápidamente: -Si, tienes razón es momento de partir.

Mikeala caminaba por los senderos iluminados mágicamente sin inmutarse por la belleza, a decir verdad, ya estaba más que acostumbrada, mientras hablaba distendidamente con Efraín y lo tomaba del brazo. La brisa movía su pelo que ahora lo tenía más largo que cuando habían estado en Barovia. Su ojo izquierdo cambiaba de colores rápidamente por la catarata de emociones que estaba viviendo. Era tarde a la noche, pero el cuerpo de Mikeala reaccionaba como si fuera la mañana, recién levantada, llena de energía y no mostraba ni una señal del cansancio propio después de un día agitado.

-El rey conoce nuestra fama como salvadores de Barovia, con ese curriculum no me costó mucho solicitar una audiencia con el rey. Después de eso, bueno, sabes que se me da muy bien convencer a la gente- Mikeala le guiñó un ojo a Efraín-

Una vez llegados al jardín, Mikeala contesto con falsa cortesía los halagos de Cecil, y apenas por protocolo permitió a lord Harrington tomar su mano. Sin embargo, su cortesía quedó a un lado tras el saludo hacia Efraín con el título de “salvador de Barovia”.

-¿Que rumores no me hacen justicia milord?, ¿acaso se refiere a los que hablan de mi belleza?, porque os aseguro que los rumores sobre la destrucción que puedo dejar a mi paso, o como puedo someter la mente de una persona con un chasqueo de dedos se quedan incluso mas cortos- Eso no había cambiado, Mikeala odiaba que la trataran como una mujer delicada y no perdía oportunidad de resaltar que era una poderosa hechicera capaz de acabar con varios “valientes caballeros” solo con un par de palabras. Su ojo, en este momento, era color rojo sangre y estaba clavado en el León de Piedra.

-Le recuerdo, que Sir Efraín no fue el único que acabo con Strahd, yo también participé en tal gesta, y, además, como si el destino nos estuviera hablando, supongo que sabe que su compañera también fue una pieza clave-Dijo en clara referencia a Celestina.

Mikeala avanzó hacia la hermana y le dio un cálido abrazo. Que gusto me da verte amiga, nos debemos muchas charlas y una buena copa de vino, o alguna otra bebida más fuerte que se adecue mejor a tu grandiosa personalidad

Notas de juego

"sir ifrin, il imbri ki pisi fin il rinidi di tirrir di Strhid"......Imbécil... jajajaja

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11/07/2020, 16:00
Sor Celestina

Generalmente cuando llamaban a un clérigo o encargaban una misión a uno de estos era con la intención de que dirigiese alguna ceremonia, santificar alguna celebración, purificar una maldición o simplemente mejorar relaciones con los sirvientes de los dioses. Pero en esta ocasión habían acudido a Celestina la cual, tras ser una de las integrantes que derrotó a Stradh y su complicada personalidad, se había ganado a pulso la fama necesaria para cuando esperaban que las cosas terminasen de una forma poco agraciada para el objetivo. "Si dejamos vía libre al fuego, solo tendremos que preocuparnos de las cenizas", eso es lo que se solía decir cuando pensaban en dejarla a cargo.

En esta ocasión le habían encargado buscar a alguien que apodaban "El Cuervo", posiblemente sustituido por "El Pollo asado" cuando terminasen el pedido. El lugar en cuestión era Pallisade, ciudad de elfos y donde sabía que actualmente residía su vieja compañera de desdichas Mikeala. Había pasado un tiempo desde la última carta pero recordaba que esta mencionó que ahora tenía algo más de tiempo y libertad así que la idea de visitarla era algo que había pasado por su cabeza mas lo primero era terminar con aquel trabajo.

Para esta ocasión tenía que colaborar con el conocido Ser Harrington y sus hombres, los cuales ya habían sido amenazados en una ocasión por Celestina cuando intentaron tocar uno de los libros que llevaba con ella. Se podía decir que a la madre superiora le gustaba hacer amigos de forma rápida y eficaz. A un lado de aquello se vio envuelta en una reunión con este viejo héroe de guerra, la hija del mismo, Cécil Stedman y el pobre Donaldson al cual ya había mangoneado en un par de ocasiones.

El paisaje del jardín donde se encontraban así como la habilidad musical de Stedman eran sin dudas una combinación harmoniosa a la par que una delicia para los sentidos. O eso hacía ver Celestina la cual encontraba un poco incómodas las reuniones donde no se llegaba a ninguna parte, razón por la cual ya llevaba algunas copas de vino por delante del resto. Pese a todo aplaudió cuando la melodía terminó, elogiando a Stedman por su habilidad. Por fortuna la cosa se animó un poco más cuando dos figuras familiares hicieron acto de presencia.

-¡Dichosos los ojos! Pero si son el bueno de Efrain y la siempre bella Mikeala. ¿Cuántos años han pasado de la última vez que coincidimos juntos?-

Ante la presencia de estos alzó su copa, no de forma elegante sino más bien la que se esperaría de un aventurero o mercenario, tal fue el gesto que al apretar de más con el pulgar rompió el fino vidrio que unía la base con la parte superior haciendo que esta cayese al suelo con un sonoro ruido de cristal rompiéndose. La reacción de Celestina fue mirar fijamente el resultado por unos segundos antes de alzar la voz con cierto tono melódico.

-DONALDSOOOOOOOOOON. ¡Será menester otra copa! ¡Y se generoso, que rebose la bebida!

Inquirió a este pues, aunque fuese un buen vino, la fuerza del licor casero que hacían en su monasterio hacía que pocos licores le supiesen igual. Razón también por la que nunca permitió que cierto visitante llegase a tocarlo. A un lado de aquello dejó en la mesa lo poco que había quedado en su mano de aquella copa y se levantó para estrechar manos con sus viejos compañeros que, al contrario del saludo educado y formal de Ser Harrington, era uno más despreocupado y simple que mezclaba la confianza de conocerlos de hace tiempo así como su actual actitud hacia la vida misma. No obstante Mikeala optó por un abrazo, algo que pilló por sorpresa a la mujer aunque correspondió  finalmente.

-Sabes que aceptaré esa bebida, de hecho no vendría mal algo fuerte mientras hablamos de todo lo que ha pasado durante estos años. Quien diría que viviría para volver a ver a dos de vosotros en un mismo lugar. Pensaba en hacerte una visita una vez terminados los asuntos que me han traído por aquí, Mikeala. En cuanto a ti, Efrain, nunca imaginé verte por estos lares, ¿has conseguido algo de tiempo libre?-

Notas de juego

Iba a marcar a Billy también pero viendo que Mikeala no lo ha hecho esperaré por el momento xD

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11/07/2020, 17:30
Ser Harrington

El rostro curtido del León de Piedra enrojeció visiblemente ante la volcánica reacción de Lady Edevane.

-Errr... Lo siento mucho, milady. No pretendía ofenderos con mis torpes palabras. Os ruego aceptéis mis disculpas. Ahem-.

El guerrero carraspeó y valoró cómo efectuar una digna retirada estratégica mientras intercambiaba una elocuente mirada de soslayo con Stedman. A todas luces, solicitaba refuerzos. Urgentemente.

El autómata habría sonreído. Si pudiera.

Silente, observando la escena, la hija del León permanecía sin decir palabra.

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11/07/2020, 17:51
Sir Efrain Autumshield

Pasear aquella noche a solas junto a Mikeala era como un sueño dulce, uno de esos que hacen que pasen horas en cuestión de segundos. Las luces flotantes del camino iluminaban su rostro desde diferentes ángulos, siempre cambiantes, haciendo que su otrora confiable ojo izquierdo pareciera cambiar de color constantemente. La fragancia de las extrañas flores se mezclaba con el agradable aroma que desprendía su pelo mecido por el aire al caminar y el calor de su brazo, entrelazado con el del caballero, contrastaba con el fresco relente nocturno. Efrain no sabía por dónde le estaba guiando, ni cuánto tiempo llevaban caminando, pero no le importaba. Su conversación era ligera, informal y animada y el joven paladín estaba disfrutando, por primera vez en años, de un merecido momento de libertad y alegría.

Sin embargo, como ocurre en los buenos sueños, pronto tocó a su fin. Cuando llegaron al Jardín del Silencio ya los estaban esperando varias personas. A una de ellas, Cécil, lo había visto un par de veces en palacio pero ¿quién serían las otras?

Por fortuna, Cécil no tardó en adelantarse para iniciar las presentaciones. 

- Encantado de conocerle, Cécil- respondió formalmente, no teniendo muy claro el título que debía usar para referirse a quien, según había oído, era una máquina. Sin embargo, la duda dejó rápidamente paso a la sorpresa cuando reconoció el nombre de una de las personas que les estaban esperando.

- ¿Sor Celestina? ¿Eres tu de verdad?- La extrañada mirada de ojos entornados que dirigió a la devota en un primer momento, se convirtió en una de genuina alegría al reconocerla bajo la extraña máscara que portaba.- ¡No me lo puedo creer!- Exclamó, acercándose a ella para saludarla como se merecía: con un gran abrazo.- ¿Qué posibilidades había de encontrarnos aquí esta noche después de tanto tiempo?

- ¿Tiempo libre yo? No suelo tener mucho, solo me he dejado caer por aquí a petición de un antiguo aliado, su Excelencia el príncipe Haeldorn, ¡pero la verdad es que ya empiezan a picarme de nuevo los pies!- bromeó, alegre.

Atendió entonces al saludo de otro de los invitados, Sir Otis Harrington. A pesar de todos sus esfuerzos, no fue capaz de evitar llevarse una mano a la cara cuando escuchó el saludo que le dio a su acompañante, deseando que el tiempo hubiera templado su ardiente temperamento, pero descubrió rápidamente que ni el tiempo podía con ella. Por ese motivo, mientras Sir Harrington le estrechaba el brazo con fuerza, Efrain solo negó débilmente con la cabeza y dio un temeroso paso atrás intentando evitar que la furia desatada por la semielfa le salpicara también a él.

- No, no, mi señor. Se equivoca de extremo a extremo…- Demasiado tarde. ¿Sabría acaso el León de Piedra cuando se levantó esa mañana que hoy se encontraría al fin con la horma de su zapato?

Se alejó unos pasos de la leyenda viva que era el guerrero y se acercó a su joven hija (de la cuál no sabía nada) para mostrarle sus respetos y adelantadas condolencias por la muerte de su padre.

- Mi señora Laureena, mucho gusto en conocer a la hija de tan famoso y valeroso guerrero- saludó, tomando gentilmente su mano y agachándose hasta casi tocarla con su propia frente. Al volver a incorporarse, miró a la dama a los ojos unos segundos para leer cómo había reaccionado a la situación y, a continuación, retrocedió varios pasos para poder ver en conjunto a los presentes: ¿Qué clase de misión los necesitaba precisamente a ellos? ¿Y cómo había conseguido ese tal Cécil juntar de nuevo a los tres compañeros? Hace tiempo, Efrain lo habría achacado a la casualidad o al destino… pero el tiempo le había enseñado que no existían las casualidades.

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11/07/2020, 18:23
Laureena

La hija del León tenía una fiera mirada del color del cielo al amanecer que cortaba el aliento. Estaba lejos de ser una niña pero, a diferencia de su padre, tenía un rostro muy armonioso en sus proporciones congelado en un gesto adusto y reservado que captaba a la perfección la prudencia heredada de su progenitor. Vestía una armadura completa cuyas hombreras emulaban el rostro de dos leones y sostenía con su brazo derecho un yelmo desprovisto de celada con una cresta de plumas de un vivo color carmesí. Permanecía impertérrita, atenta a todo lo que sucedía, pero sin terciar palabra, lo que hacía válido el lema de la casa Harrington: "Siempre vigilantes".

Cuando Efrain se dirigió a ella con cortesía, la mujer se inclinó ligeramente en señal de respeto.

-El honor es mío, Ser Autumnshield. Mi padre me ha hablado de cómo vencísteis al Conde Strahd en duelo singular. Debéis ser un espadachín excepcional...

Por un momento, Efrain tuvo la sensación de que la joven se debatía en su interior sobre si añadir algo. Al final, quedó en silencio, atenta a lo que acontecía en aquel cenador y, en particular, a las palabras de Stedman.

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11/07/2020, 18:35
Cécil Stedman

La programación de Cécil le indicaba que los leones son buenos guerreros, pero son las leonas las auténticas cazadoras. Lady Edevane era una mujer orgullosa y con un fuerte carácter. Muchos hombres creían que el color de sus ojos y de sus rizados cabellos la hacían sencilla de cortejar.

Craso error.

Cécil chasqueó los dedos. Una vez más, Donaldson, sudando a mares, hizo acto de aparición. ¡Así estaba Donaldson! ¡Fibra pura!

-Donaldson.

El mayordomo, solícito, creyó intuir las intenciones de su jefe.

-Limpiaré el suelo y traeré más vino para Sor Celestina, sire.

-No.

-Eh... ¿No?

-No. Traiga mi carpeta, Donaldson.

-A vuestras órdenes, sire.

Cécil tomó otra copa de la mesa, una pieza de pura artesanía en cristal con grabados con forma de hojas de palmera. La rellenó de vino dulce y lo tendió con galantería a Celestina. En realidad, lo hacía como acto reflejo. Pero lo hacía tan... tan bien.

-Madre, aquí tenéis.

Cécil rellenó las copas de sus invitados. Emitió una risilla metálica cuando el dulce néctar élfico colmó la copa del León de Piedra.

-Ser Otis, sirva esto de advertencia. Lady Mikeala, de la casa Edevane, no precisa de una espada para conquistar. Tampoco para ganar sus guerras-. Siempre sutil como una daga incrustada en el costillar. Hasta la empuñadura. La mirada de Cécil a Mikeala y la subsiguiente reverencia parecía más dedicada a una digna rival que a una admirada colega de profesión.

Regresó Donaldson con la carpeta. Era de un rojo sangriento. El mayordomo la transportaba como si estuviese hecha de cristal. O como si fuera altamente venenosa.

-Sire. La carpeta.

Cécil tomó el documento e invitó a los presentes a tomar asiento en torno a la mesa que presidía el cenador.

-Como intuirán, hay un motivo por el que les he citado aquí-. Dijo aquello clavando sus ojos de esmeralda en Efrain y Mikeala. -Ser Otis es... un viejo amigo. Cuento con su discreción-.

Ser Otis asintió, aunque no parecía necesario. Un militar de su trayectoria tenía la disciplina, el honor y el valor por divisas.

-La Princesa Megania, hija de la extensa prole del Sultán Khazim de Amnaria, iba a contraer matrimonio con el Príncipe Harr... Ahem. Con el Príncipe Haeldorn. Enfatizo el pretérito imperfecto... iba. Enviamos un contingente de exploradores a recibir a la Princesa Megania a Puerto Jade. No hemos recibido noticia de ellos, a salvo, claro está, de un superviviente mutilado que insinuó antes de morir que el contingente fue atacado por... gigantes.

Cécil reservó una gravedad especial para la última palabra. En el fondo, adoraba el suspense.

-Aguarden, el asunto se complica. En Amnaria no han tenido noticias de esta situación. Aún. No tardarán en hacerlo. Y temo que al Sultán la noticia de la desaparición... o secuestro, de su hija le desagrade en demasía. Para colmo, el Príncipe está desolado. Cree que ha sido abandonado casi a las puertas del altar y rechaza de plano casarse con otra Princesa. Esta es una creencia muy útil para Pallisade, pero el secreto, me temo, no durará eternamente.

Pausa dramática. Auténtico mago del suspense.

-El tiempo corre en nuestra contra. No soy un especialista en la materia, pero los gigantes que pululan por las colinas que rodean las montañas del norte de Pallisade destacan porque sólo dominan un par de funciones fisiológicas básicas, todas ellas relacionadas con la comida. Y no deseo que la Princesa Megania acabe en el estómago de una de esas bestias. Las consecuencias diplomáticas podrían ser desastrosas para Pallisade. Su misión, Ser Efrain, si decide aceptarla, consistirá en rescatar a la Princesa. Tiene 48 horas para conseguirlo. De lograrlo, me encargaré, personalmente, de que sea nombrado hijo adoptivo de Pallisade y Lord Comandante de la Guardia Real. Además, por supuesto, de poder vivir como noble en la ciudad con gastos pagados de por vida a cargo del erario público. Debe probarlo. Es una experiencia enriquecedora, se lo garantizo.

Cécil alzó un dedo. Aún había más.

-Esta es una misión altamente secreta, de la que nadie, nadie, en Pallisade, salvando unos pocos elegidos en la corte real, pueden tener conocimiento. Eso supone que no puede esperar refuerzos de ningún tipo. En definitiva: Está solo.

Denso fue el silencio que siguió a las últimas palabras pronunciadas por Stedman. Qué pena no poder sonreír.

-Bromeaba. He reunido un... equipo. Aguardan su supervisión... Ser Efrain-.

Había algo en los puntos suspensivos que generaba Stedman que te cortaba el aliento.

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11/07/2020, 18:42
Sir Efrain Autumshield

¿Duelo singular? Por un momento, Efrain se dispuso a desmentir tal error pero, ¿de qué serviría? Él mismo había escuchado la "Epopeya contra un tirano" y no se mencionaba tal duelo singular. ¿Cuántas versiones de la obra circulaban ya por las posadas de Faerün? ¿Y por qué era él el que vencía al Conde? Sí, cierto era que le había dado el golpe de gracia, pero solo porque era él quien empuñaba la "Hoja Solar" y, además, no habría podido hacerlo si no… Un destello cargado con todo lo vivido en ese encuentro final nubló un instante su mente. Cuando pasó, no le quedó cuerpo para discutir así que optó por guardar silencio.

Finalmente, Cécil se decidió a desvelar el misterio tras la secreta reunión nocturna.

Gigantes, tal y como comentó Mikaela al venir a buscarme, pensó mientras escuchaba.

Vaya, por fin algo de acción. Ahora viene el blá blá de las recompensas… Llevo tres días aquí y ya estaba deseando irme, ¿en serio quieren que me quede indefinidamente?

- Si la princesa Megania está en peligro de muerte no puedo quedarme de brazos cruzados, mi señor. Iría aunque usted no me lo pidiera. Sin embargo hay ciertos puntos que deberíamos tratar:

>> En primer lugar, creo que es un error intentar ocultar lo sucedido a su Excelencia el Sultán Khazim. No solo es el padre de la joven desaparecida sino que también pretenden que sea, mediante el matrimonio de su hija, un aliado político de Pallisade. Mantenerlo en secreto solo les traerá problemas, me temo. En el mejor de los casos, rescataremos a la Princesa Megania y será ésta quien le cuente lo sucedido a su padre, quien no verá con buenos ojos que se lo ocultaran. Y en el peor de los casos… No haber dado el primer paso en este asunto predispondrá al Sultán a creer que el reino de Pallisade está involucrado. 

>> En segundo lugar, yo tampoco soy un especialista en gigantes, me temo, pero dudo mucho que los gigantes sean los verdaderos culpables. ¿De toda la gente a la que podrían secuestrar para cenar se han decidido por una princesa de otro reino, protegida por guardaespaldas armados dispuestos a dar su vida por ella? No me lo trago. No sé si el viaje de la princesa era secreto o no, pero saber quién conocía la ruta, el lugar y la hora de llegada podría ser un inicio para encontrar al verdadero perpetrador del complot y esa, señor Cécil, debería ser su misión si quiere realmente solventar este problema.

>> Por último, ¿A quién tiene en mente para la misión?

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11/07/2020, 21:12
Sor Celestina

Aquel recibimiento por parte de ambos había sido bastante cercano, algo con lo que no había estado muy acostumbrada aquellos años en los que se había vuelto tan complicada y un tanto huraña. Pese a todo correspondo a ambos abrazos, realmente hacía tiempo desde la última vez que conversó con ellos.

-Al menos parece que en esta ocasión vamos a poder tener una reunión algo más tranquila. Mentiría si dijese que no tengo curiosidad por lo que ha sido de ambos en este tiempo. Una lástima que el resto no se encuentre por aquí, habría estado bien una reunión de viejos compañeros. En cualquier caso espero que nos de tiempo a charlar un poco los tres juntos.-

No sabía como aquello del resto de integrantes podría afectarles, a fin de cuentas estaba al tanto de lo sucedido con Hamleen pues este le contó toda la situación cuando fue a ella buscando ayuda. Fuese como fuese no daría demasiadas vueltas a aquellos para evitar incomodidad.Tampoco pudo evitar echar una mirada atrás recordando en cuando partieron la primera vez como grupo, si le hubiese dicho que iba a vivir todas aquellas cosas no se lo habría creído.

Tras los saludos buscó sentarse nuevamente para estar algo más cómoda, además Donaldson había traído una nueva copa y la había llenado de vino así que podía seguir bebiendo con tranquilidad, no sin antes hacer un gesto con la cabeza en señal de agradecimiento. Su atención ahora se centraba en Stedman quien comenzó a explicar sobre un suceso entorno a la princesa Megania. Ya de primeras no tenía pinta de que aquello iba a terminar con una buena noticia, de hecho cuando escuchó sobre el grupo de exploradores que había sido atacado... Por gigantes. Momento justo en el que estaba bebiendo, haciendo que tosiese y parte del vino fuese a salir por la nariz ante lo cual tapó su rostro con su mano libre antes de toser un par de veces más, terminando por limpiarse el alcohol con el dorso de su mano como si no hubiese pasado nada.

No le gustaba como sonaba todo aquello, en especial que estuviesen pidiendo un rescate en dos días al pobre de su amigo Efrain. No mentiría, no le envidiaba en lo más mínimo. Si, cierto era que la recompensa resultaba ser de lo más generosa, pero ya habían tenido suficiente una vez con un vampiro como para pedir a alguno de ellos que se fuese de caza de gigantes. El simple hecho de pensar en la clase de viaje que iba a ser el recorrer unas montañas, dar muerte a gigantes y cualquier otra criatura que se cruzase por el camino, rescatar a la princesa y volver por el mismo camino esperando que todo bicho muertos siguiese estando muerto... Una pequeña mueca se dibujó en sus labios. Diez años atrás habría saltado de su asiento para lanzarse de cabeza a ayudar a la pobre muchacha, ahora en el presente igual sonaba bien eso de no molestar a los gigantes con sus dietas.

No mencionó nada al respecto en ese momento, de hecho se mantuvo a la espera de ver que iba a responder Efrain, viendo que las decisiones y palabras de este se habían vuelto más serias y directas al grano. De hecho lo veía más avispado de lo normal. -Me hago vieja para estas cosas.- Pensó dando un gran trago a su copa con el cual prácticamente la vació, momento en el que estiró su brazo hacia Donaldson, copa en mano, para darle a entender que rellenase de nuevo.

Pese a todo algo en su interior le decía que, si ella estaba ahí en un momento como ese no era por pura casualidad. Llevaba demasiado tiempo sin reunirse con dos de sus compañeros en un mismo lugar como para que aquel cubo de pescado podrido no terminase por salpicarla a ella también. Sobraban las palabras, sabía que iba a verse envuelta en ello pues, aunque tendía dar una patada en el trasero a mucha gente, la cosa era diferente si lo pedía uno de ellos dos.

-Todo eso suena realmente complicado pero estoy con Efrain, es demasiada casualidad que la princesa haya sido raptada por unos gigantes justo cuando tenía que celebrar la boda en poco tiempo. ¿No será que alguna de las otras candidatas ha querido quitarse la competencia de encima?-

No dudó a la hora de incriminar a las otras princesas, sabía que ese mundo funcionaba con más puñaladas por la espalda y bolsas de oro de mano a mano que con buena fe. En cualquier caso esperaría a ver que saldría de todo aquello antes de decidir nada.

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11/07/2020, 22:49
Lady Mikeala Edevane

El ojo de Mikeala pasó de un rojo solido a bailotear con los colores de una llama, de hecho, una hogera ardía en su interior y no precisamente por la compañía de Efraín

 -En duelo singular…, Uff… Ni Cecil se atrevería a tanto-Dijo Mikeala con claro fastidio -Si fuera un caballero ya estaría retando a duelo a su padre por decir esas cosas que restan honor a mi persona. Estoy de ánimo festivo por el reencuentro con mis compañeros, así que no lo haré. Sin embargo, sugeriría que voluntariamente rectifique esos comentarios públicamente -Mikeala dio un sorbo de vino para ocultar el contenido de las siguientes palabras que dijo a regañadientes, pero las cuales pudieron ser escuchadas por el paladín que estaba a su lado. El mensaje era claro: “O se me ocurren miles de formas sumamente divertidas de obligarlo a hacerlo”

Luego se giró hacia Cecil.

-Gracias Cecil, creo que es lo más agradable que han dicho sobre mi persona esta noche- y esto no era una cortesía, de hecho, así lo creía. -Vamos a hacer de cuenta que estos momentos incómodos no sucedieron, y centrémonos en lo importante. Mis amigos tienen razon, lo mas probable es que haya alguien mas detrás de los gigantes, sin embargo, eso no es lo que mas me preocupa ahora.  ¿Una misión solo para Sir Autumshield? ¿Es en serio?, ¿resulta que acabaron con todo un contingente de guardias reales y se te ocurre enviar a un solo hombre a buscarlo? Vamos Cecil, no eres tan tonto, aunque fuera cierto que Efraín venció a Strahd en duelo singular, sería un suicidio. -

-Ah no un momento, Vas a enviarlo con un equipo. Déjame adivinar, ¿Sir Diggard y Sir Rohmerian serían dos de los elegidos no? .... ¡¡Vamos!!, se ven muy muy apuestos en sus armaduras, pero si la mitad de la habilidad que tienen para desfilar la tuvieran como espadachines, habrían conquistado todo Pallidase. -

Mikeala hizo una pausa para tomar un sorbo de vino, pero alzando la mano en señal de que no había terminado de hablar.

-Repito, no eres tan tonto. Y te conozco. No quieres que vaya Efraín solo, tampoco quieres que vaya con una comitiva de Pallidase, y, sobre todo, tampoco es una casualidad los integrantes que nos hemos reunido aquí-. Mikeala tenía muy claro el funcionamiento de la corte de Pallidase, así que no le costaba darse cuenta que había algo extraño aquí-. ¿Por qué no estas discutiendo estos temas súper secretos entre el consejo real?, en lugar de eso, Sir Automshield, Sor Celestina, Yo. ¡Falta que digas que Hamleen está escondido detrás de aquellos arbustos y tenemos cartón lleno!

Tras una pausa dramática Mikeala hizo la pregunta que todos estaban esperando:

- ¿Quieres que vayamos nosotros cierto? Aquellos que acabaron con Strahd, probablemente acompañados por el legendario Leon de Piedra, o su hija, o ambos. -

Notas de juego

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12/07/2020, 11:32
Cécil Stedman

Stedman giró lentamente su rostro hacia Lady Edevane. Los ojos del constructo refulgían con un verde insondable. Sólo él escuchó el mecanismo del cepo cerrarse. Qué verdadera lástima carecer de expresividad facial…

-¿Querríais acompañar a Ser Autumnshield en su misión, milady? Un acto a la altura de vuestra nobleza, qué duda cabe. ¿Y vos, Madre? ¿Conocéis a Ser Autumnshiel y a Lady Edevana? ¡Qué agradable casualidad!

Regla número uno del político taimado: Nunca admitas que lo sabes.

Sólo hubo una cosa que Stedman no quiso añadir: Sólo había podido reunir hábilmente a tres de los cinco héroes de Ravenloft.

Hamleen, el gaitero, había desaparecido de la faz de Faerûn. Había sido imposible localizarle para la ocasión y algunos de sus espías consideraban probable que estuviese muerto. La otra integrante del grupo, la tal Yuri Maru, había declinado la propuesta liándose a tartazo limpio con sus emisarios. Grosera hija de una hiena…

-Si aceptan seguir a Ser Autumnshield en su empresa y regresan con vida…

Cosa que sinceramente dudaba Stedman…

-…Lady Edevane será recompensada con el título de embajadora de Pallisade, lo que le garantizará derecho de voto en el Consejo Real. Tendrá una vida llena de lujos y viajes por todo Faerûn, además de una dotación de criados, su propio Donaldson, un abogado personal veinticuatro horas, servicio dental Deluxe, estilista capilar, nutricionista deportivo y spa nocturno gratis en el Jardín del Silencio. Y por supuesto, una generosa pensión vitalicia…

Que sacaría del fondo de reptiles, como ya había pensado.

-Sor Celestina, por vuestra parte, Pallisade os recompensará con una generosa donación para vuestra Iglesia y se os ofrecerá el honor de oficiar la Boda Real. Seguro que vuestra santidad bendice al Príncipe con un buen montón de retoños. No tantos como al Sultán Khazim, por la salud e integridad física de la Princesa, pero con una docena bastará…

Al final, se trataba de garantizar las intrigas familiares para estar entretenido. Las familias de hijo único no daban juego a los burócratas confabuladores como Cécil.

-En cuanto a vos, Ser Otis…

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12/07/2020, 11:39
Laureena

Laureena intervino entonces para sorpresa de todos.

-¡Ser Autumnshield…!

La joven guerrera, acorazada de pies a cabeza, se arrodilló ante el paladín, sus ojos glaucos clavados en el suelo.

-¡Si la queréis, mi espada es vuestra, Ser!-.

Depositó su yelmo en el suelo, desenvainó su espada y la alzó sosteniendo la hoja con ambas manos ante Efrain.

-¡Será un honor dar mi vida por vuestra causa, Ser! ¡No dudaré! ¡Jamás os fallaré! ¡Dejadme servíos en vuestra misión!

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12/07/2020, 11:39
Ser Harrington

Ser Otis se quedó clavado en el sitio con una mueca de terror. No duró mucho en su rostro, siendo reemplazada por una mirada cargada de ternura y de algo más.

Orgullo. Puro y sincero.

El León de Piedra se aproximó a Ser Efrain y su voz hubo de franquear un evidente quiebro para resonar con su fuerza habitual.

-Ser Autumnshield. Tenía la firme intención de ofrecerme voluntario para vuestra misión. Al fin y al cabo, Cécil me ha informado de que han cerrado las murallas hasta la resolución de este lamentable incidente, por lo que el tipo al que persigo no escapará. Pero… Siendo sincero… No hay mejor Harrington que mi hija, Ser. Ella es mi Leona Roja.

Laureena no alzó el rostro. Seguía clavada en su sitio, aguardando la decisión de Efrain. En su interior, un nudo se formaba en su garganta. Jamás había oído a su padre hablar así de ella.