Partida Rol por web

Comadreja fulminó a Chafee con la mirada.

-Es "mofeta". Deberías recordarlo, Chafee... Podrías pertenecer a su misma familia si te untasen de brea. Dioses, ¿podéis dejar de hacer el ridículo? Vais a conseguir que nos maten.

La chica se estaba enfadando de verdad y sus mejillas empezaban a enrojecer.

-Vaaaale, chata, ya paramos... ¿Te has fijado, Billy? ¡Qué gruñona! ¡Lo que ma' disho!

Chafee detuvo la coreografía algo molesto por la bronca de Comadreja y le sacó la lengua.

-¡Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrttt! Que sepas que cuando te enfadas se te hincha la vena que tienes en la frente. ¡JA!

-Silencio-, siseó Cécil. 

A veces, una sola palabra pronunciada en el tono adecuado basta para captar la atención.

Stedman se giró a Efrain.

-Ser Autumnshield, Lady Edevane, Sor Celestina... Sírvanse de hacer las preguntas que estimen oportunas a los reclusos. Desde luego, dudo que encuentren un equipo con más... moral, para su misión. Donaldson... haga llamar al Intendente.

El mayordomo, que se estaba frotando la napia tras el reciente carpetazo, asintió solícito y se perdió por los pasillos de aquel subterráneo.

Viendo todo aquel panorama Celestina terminó aceptando acompañar a Efrain una vez más con la esperanza de que, al menos, los gigantes no causasen un mal peor en ellos de lo que había causado Strahd. Además también estaba lo de la generosa donación que, al final, sería útil sabiendo que el convento había crecido bastante y requería de ciertos gastos. Siendo así acompaño a aquel séquito guiado por Stedman hacia las mazmorras.

La poca iluminación del lugar dificultaba un poco el paso aunque seguramente para los elfos no era problema gracias a sus buenos ojos. En cualquier caso, en los pocos momentos que no veía gran cosa, se dejaba guiar por las pisadas ajenas. -Esto está más oscuro que el sobaco de un grillo, ya podrían dejarse algo más de dinero en iluminación.- Pensaba de mientras

Por fortuna la caminata no fue demasiado larga y pronto llegaron a una galería con diversa celdas donde aguardaban sus nuevos "compañeros". El hecho de pensar en usar prisioneros como carne de cañón como si no valiesen nada era un pensamiento poco aceptado por la devota, o al menos así habría sido en un pasado. Ahora mismo parecía estar totalmente conforme con aquello, de hecho se podría decir que incluso aliviada porque aquello aumentaba las posibilidades de supervivencia y éxito. También estaba aquello de ejecutarlos en caso de insubordinación o cualquier similar.

-Esperemos que no decidan salir corriendo, nunca se sabe cuando puede estallar una hoguera bajo tus pies.-

Espetó como si fuese algo del día a día, cosa que no sería errada a la hora de afirmar.

Los individuos, de lo más pintorescos, fueron saliendo de sus celdas momento en el que Celestina escudriñó con la mirada uno a uno desde su posición. De entre ellos había alguien que, por alguna razón le parecía conocerlo de algún lugar. ¿Un vagabundo que se hubiese refugiado en el monasterio? Podía ser, aunque tampoco recordaba demasiado bien en aquel momento además que Stedman comenzó a pedir a cada uno de estos que se presentase.

El primer turno fue el de aquel dracónido dorado de gran tamaño que, a ojos de Celestina, solo parecía un bruto más que actuaría como escudo en la mayoría de casos. No obstante, tras escuchar un poco las palabras de este, tuvo que intervenir un instante.

-Este parece buen tipo, hace falta gente que entienda del fuego. ¿Me lo puedo quedar para el monasterio cuando todo esto termine?-

Partir cabezas y fuego, ¿podía pedirse algo más? Desde luego que no, seguramente congeniase bien con él.

El siguiente fue aquel tipo de extraña apariencia y con demasiados brazos. ¿Qué clase de criatura se suponía que era? Nunca había visto ni escuchado sobre nadie así. Pero al final del día había gigantes, vampiros y Cécil Stredman, ¿por qué no alguien con cuatro brazos? -Debe ser de tierras orientales- Pensó al respecto. Ahora bien el guiño si que le pareció innecesario, de hecho se pudo escuchar a esta crujiéndose los nudillos en señal de primer aviso.

Siguió el hombre rata que portaba unos peculiares anteojos que, de alguna forma, se las había arreglado para robarle el bigote a alguien. La madre superiora había visto a muchos rateros desde que partió por primera vez, pero ese era otro nivel de habilidad. El hecho de que le hubiese robado también una extraña prenda de ropa al carcelero lo corroboraba.

-Si vas a dejarte robar por tus reclusos tal vez deberías pensar en buscar otro trabajo. No se, una fundición o herrería. Aunque ten cuidado, que allí van ardiendo.-

Comentó al verlo tan asustado después de que el hombre rata le robase de aquella forma.

La siguiente posiblemente era la persona más normal entre todos ellos; una joven mujer que no parecía encajar muy bien en aquel lugar. No tenía cara de haber hecho nada malo o ser mala persona, pero después de conocer a las integrantes del grupo que viajó para acabar con el vampiro, incluyéndose ella misma, poco podía decir al respecto.

Finalmente fue el turno de aquel tipo de apariencia familiar, realmente familiar... ¿No lo había visto antes? No definitivamente debía ser un pordiosero que habrían encontrado por ahí tirado. Uno de muchos. Eso o que tal vez había bebido demasiado vino y no se enteraba ni de media. Fuese lo que fuese entre varios se habían puesto a montar un espectáculo de la nada que lo único que consiguió en Celestina fue que frunciese el ceño que, por suerte o desgracia, quedaba tapado con aquella máscara.

-¿Se supone que son presos o unos tipos a los que habéis secuestrado de un circo?-

La verdad es que todo aquello le recordaba las festividades con Hamleen, pero eso fue hace mucho y la Celestina de entonces era otra tamién. Lanzó pues un pesado suspiro, buscando la pared para apoyar la espalda y cruzarse de brazos. Al final quien habían puesto al mando de aquel grupo suicida era Efrain así que dejaría que este decidiese si llevarse a esa panda o no.

-Os lo dejo a vosotros, aunque si estos tipos van a tocarnos las narices durante el viaje no me hago responsable de lo que pueda suceder. Tendría que haber traído a alguna de las hermanas.-

Esto último lo pronunció para ella, aunque cualquiera los suficiente cerca podría haberlo escuchado.

Cuando mis compañeros de prisión se pusieron a dar fiesta, intenté por todos los medios no sumarme a ella. Al fin y al cabo nos estabamos jugando bastante en esta reunión. Estos dos idiotas parecían no darse cuenta, y si por culpa de ello mi situacion empeora se van a enterar. Cuando me empujan a la pista de baile, me limitó a mirarles a ambos con mas seriedad que nunca y dar dos pasos hacia un lado para no participar de esa pantomima. Por un momento me arrepiento de haberle enseñado a Zev a tocar la percusion. Aunque, el cabrón había aprendido bien, el ritmo que estaba tocando era de lo más pegadizo y no pude evitar hacer un par de movimientos muy sutiles a tempo mientras me alejaba.

Me coloco al lado de Comadreja y la miro. Con un sutil tono le susurro: - No creo que seas la mas indicada para hablar de olores corporales, Comadreja, tu precisamente que vas bien servida de mugre encima, igual que yo.

Ante la cara de perplejidad de Cecil, me limito a decir: -Ejem... Disculpen, caballeros, a estos dos. Llevan demasiado tiempo sin ver a otras personas que no fuésemos nosotros, y Zev tenía muchas ganas de demostrar a nuevas personas sus avances con los tambores.

Comadreja arqueó ligeramente la ceja y su mirada se tornó incisiva. Más de lo habitual.

-¿Te acuerdas cuando me dijiste que jamás sabríamos a ciencia cierta qué dolía más, William...?

Peligro. Usó el nombre de pila completo del vagabundo. William. Billy estaba en desventaja en esa situación dialéctica. ¿Cómo iba a llamarla? ¿Coma? Eso sonaba a signo de puntuación.

-¿Recuerdas? ¿Si un parto o una patada en los huevos?

Cómo olvidarlo. Fue la primera vez que Comadreja se rió con ganas ante las ocurrencias del músico. Billy sonrió al recordarlo, pero supo que no debía sonreír. Su vida -es decir, su futura carrera como padre de una criatura- estaba expuesta a un serio peligro.

-Pues como vuelvas a citar mi "mugre", voy a darte tan fuerte que vas a obtener tu respuesta de forma terminante.

No se apartó de Billy, pero se cruzó de brazos, clavando sus ojos en Cécil. Estaba enfadada, se la veía cansada y Billy podía jurar que quería salir de allí a toda costa. Un mechón de su cabello cayó por su rostro y lo apartó con un resoplido.

Quizás se había pasado con Billy. Después de todo, la culpa era de los liantes de Zev y Chafee, pero la verdad es que estaba de muy mal humor y sabía que Billy podría soportarlo.

Además, tenía razón. Comadreja no estaba en su mejor momento. Ni por asomo.

Zev retiró los bongos y dedicó una reverencia primero a su confundido público y luego a sus compañeros, de los cuales el único que no rehuyó su saludo fue, claro está, Chafee.

-¡Gracias, gracias amado público! ¡Vivimos por y para el espectáculo!

Estiró su primera diestra a Chafee, que palmeó con fuerza. El saludo no pareció terminar hasta que ambos se giraron en un escorzo y soltaron al unísono un muy espumoso chiflido.

-¡PSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS! ¡Ja, ja! ¡Así se hace, colega!

Desde luego, parecían compartir una interesante historia.

-Oh, boy... La reverenda me ha dedicado un crujido de nudillos, nene. Creo que la tengo en el tarro. ¿Te imaginas que tocase el piano siendo ciega? ¡Buah! ¡Nos forrábamos! 

Chafee se mesó los bigotes, pensativo.

-No sé, hermano. ¿Y si no es ese tipo de monja? Quiero decir... ¿Y si practica esas "artes maritales" raras? Una ciega dando patadas voladoras... ¿Te imaginas? ¡YO SÍ QUE PAGARÍA POR VER ESO! ¡Oh-oh-oh! ¿Y-si-Y-si-Y-si puede localizar a sus enemigos por el latido de sus corazones? ¡OH-OH-OH! ¿Y-si-Y-si-Y-si conoce una técnica milenaria para detener el corazón? ¿Será una monja-guerrera? ¡Demasiadas preguntas-Demasiadas preguntas!

Chafee alzó su orejota de repente y entornó la mirada. Se le erizó el lomo de rabia.

-¡SPENCEEEEEER! ¿¡ES QUE NO PUEDES QUEDARTE QUIETECITOOOOO!? ¡DEJA EN PAZ A TU HERMANA, PERTURBADOOOOOO!

@Celestina: -Este parece buen tipo, hace falta gente que entienda del fuego. ¿Me lo puedo quedar para el monasterio cuando todo esto termine?-

Cécil agradeció no poder mostrarse atónito ante la solicitud de la sacerdotisa.

-Puedo asegurarle, Reverenda Madre, que aunque por sus dimensiones parezca un armario de cuatro puertas y, por tanto, digno de incluirse en la categoría de atrezzo, si ese salvaje sobrevive a la misión será libre de sus cargos para con el Reino de Pallisade. Si os ganáis su favor... Ignoro cómo... Os lo podéis... A falta de una palabra mejor, quedar.

Qué petición tan extraña la de la Reverenda Madre. Cécil advirtió que tenía una particular filia con el fuego. Entre eso y la soberbia resistencia de su hígado -sin duda sometido a duras sesiones de entrenamiento-, el autómata anotó mentalmente una nueva tarea a evitar: 

No visitar el monasterio de esta sacerdotisa beoda.

Esta anotación condujo a otra:

Me ha agotado la reserva de vino dulce que guardaba para la boda... 

Reponer existencias.

Aguardar éxito de la operación Boda Real para reponer existencias.

***********************************en el jardín****************************************************

Mikeala miro con un poco de pena a la leona rebajándose detrás de Efrain de esa forma, y también sintió un poco de celos. Eso último jamás será admitido

-Una propuesta tentadora Cecil- dijo manteniendo la costumbre de llamarlo por su nombre y no con el apellido como el protocolo indicaría- Aunque escasa. ¿De que sirve un nutricionista deportivo sin un entrenador personal?. Es el ABC del cuidado corporal. Si tuvieras músculos y huesos en lugar de partes metálicas lo sabrías. Hágame el favor de incluirlo en la lista de beneficios. Y no quiero que salgas indemne en caso de que muera en la misión, por lo que, las mismas comodidades que se me ofrecen en este trato las quiero para mi padre y mi pequeño hermano menor- Mikeala se miro fijamente con Cecil un instante- ¡Si ya lo se, es un pequeño bastardillo, pero no deja de ser mi hermano, y un Edevane. No puedo culpar a mi padre, después de que haya hecho encerrar a su segunda esposa. Algo tenía que hacer el hombre para divertirse.

-En fin, mi padre y mi hermano serán invitados a Pallisade antes de que yo parta a la misión, y sus comodidades serán brindadas tenga éxito o no. Y Donaldson, haga el favor de entregarme el contrato con todas las condiciones por escrito y firmado por Cecil mañana a la mañana. No voy a arreglar nada solo de palabra. Te lo digo a ti Donaldson porque seguro que si se lo pido a Cecil el lo delegaría a ti, así que mejor hablar directamente con el que trabaja, sin intermediarios- El golpe bajo a Cecil no podía faltar.

-A y Ser Harrigton, Donaldson conoce buenos pregoneros. Quizás le sean útiles para mañana, cuando tenga que rectificar públicamente sus dichos de esta noche.

************************************************************************************************

Luego de vislumbrar al pintoresco grupo de acompañantes (por llamarlo de una forma agradable), Mikeala se llevó una mano a la cara.-Estos acompañantes te van a costar 3 o 4 cláusulas mas en el contrato Cecil, creo que hubiera preferido a Lord Diggard y Lord Rohmerian después de todo.-

El Rock star venido a menos le resultaba familiar,puede ser que, acaso, ese hurón..... Na, es un mendigo, todos los mendigos se ven iguales. Sucios, andrajosos y con barbas desalineadas. Será otro mas de los tantos que había visto en Aguas profundas.

El único que le caía bien, al igual que a Celestina era es tal Ban Ban. Grande, fuerte, dispuesto y sobre todo... tonto como una piedra, lo que lo hacía fácil de dominar. Rayos Celestina, si no lo hubiera pedido antes ella, hubiera sido una buena adquisición para mi futuro séquito de sirvientes. Esa tal comadreja tampoco estaba tan mal. Pero para mujeres orgullosas en el grupo ya estaba Mikeala. Dos sería un problema

-Háganme el favor de mantenerse a 2 metros de mi como mínimo en todo momento, como si tuviéramos que prevenir el contagio de una pandemia mundial- Le dijo con gesto severo dirigiéndose a los ex presidiarios.

-En fin. Zanjeadas las formalidades, ¿cuando partiríamos?. Es lo último que necesito saber, ya estoy aburrida de tanta chachara, quisiera irme a tomar algo fuerte con mis amigos para ponernos al día y reírnos un rato.

Tras el juramento de Lady Laureena, abandonaron el jardín y se adentraron en una especie de laberinto de catacumbas mal iluminado. El olor y humedad se mezclaba con el cada vez más intenso olor a "humanoidad" conforme se adentraban en las profundidades de esa mazmorra. El caballero, bastante acostumbrado ya a este tipo de lugares, caminó atento a lo que sus oídos pudieran detectar, ya que en ausencia de luz eran el sentido más fiable.

Sin embargo, tras varias vueltas por un sinfin de pasillos, llegaron a su destino: cinco celdas, que al parecer contenían a sus nuevos e involuntarios compañeros de misión. Uno de ellos, de piel escamada y aspecto imponente, señaló amenazadoramente al paladín con un largo dedo acabado en garra. En respuesta, el gesto de Efrain se tornó serio por un momento, sus ojos semicerrados con la fría mirada fija en su oponente y la mano derecha presta para agarrar la daga que llevaba atada en la parte trasera de su citurón. Los segundos de tensión se fueron acumulando… hasta que la voz del draconiano tronó de nuevo en la caverna, aclarando el motivo de su comportamiento. Algo más calmado tras el malentendido el caballero relajó físicamente su pose, aunque no se permitió bajar la guardia. Por muy cómica que se tornara en los siguientes minutos la escena, la tensa situación vivida le recordó lo que se estaban jugando y en presencia de quién se encontraban, pues esos individuos habían sido encerrados y privados de libertad por alguna razón: ¿Robo? Seguro. ¿Asesinato? Tal vez. Además, estaban dispuestos a conmutar una pena de muerte segura por la posibilidad de morir igualmente salvando a una princesa que ni siquiera conocían. Era gente sin nada que perder… Pero, como bien había dicho Cécil, también era gente que merecía otra oportunidad.

Escuchó atentamente la información que cada uno daba de sí mismo y los comentarios que sus compañeros hacían al respecto y aprovechó los momentos más cómicos para retener en su memoria la información más importante sobre su función y comportamiento. Sin embargo, si iban a dejar en sus manos la decisión de ajusticiarlos o de confiar en ellos para salvar a la princesa necesitaba más información. Por un momento se planteó el preguntarles algunas cosas allí mismo… pero luego decidió que sería una pérdida de tiempo: no descubrirían sus mejores trucos habiendo otras personas mirando (extraños, soldados, Cécil y los demás presos) y, además, la atención se vería constantemente atrapada por el cachondeo general propiciado, posiblemente, por el nerviosismo propio de la situación.

Tras darle unas vueltas, solo quedaba una solución:

- Está bien, ¡Escuchadme un momento!- exclamó en voz alta para hacerse oír por encima del tumulto general.- Con su permiso, mister Cécil, hablaré unos minutos con los prisioneros. A solas.

Miró a su alrededor buscando un lugar donde entrevistar a los candidatos a héroes, pero como solo había celdas se decidió por la que estaba más alejada del ruido: la del preso número cinco.

- Zevran, ¿verdad?- preguntó al número uno.- Sígueme- ordenó, iniciando la marcha a la improvisada "sala de reuniones".

- Con tu permiso, Billy. Será un momento…- se disculpó ante el último inquilino de la habitación antes de entrar, seguido de cerca por el extraño alienígena de cuatro brazos.

Cécil soltó una británica carcajada al escuchar las palabras de Mikeala.

Por extraño que pareciese, Cécil podía emular hasta quince tipos de risas diferentes. El modelo británico era su favorito en el interior de la Corte Real.

-Milady, Lord Diggard y Lord Rohmerian son demasiado... vulnerables a vuestros encantos. No discuto sus notables habilidades marciales, pero sí que afrontasen la misión con un único objetivo en mente, como demanda Ser Autumnshield. Ya sabéis lo que se dice, milady... Un ave del paraíso no debe volar en soledad.

Si Cécil fuese de carne y hueso, a buen seguro sería un icono sexual en todo Faerûn con sus excelsos modales.

Lo cierto es que resultaría bastante raro que un humano cuerdo y en estado saludable no desease ardientemente a Mikeala Edevane. Ese era uno de los múltiples motivos por los que el único humano de los presidiarios que integraban el equipo era un vagabundo harapiento. Ninguno tenía posibilidad alguna con la hechicera.

Bueno, en el 99,9% de los casos, según los cálculos de Cécil.

Volvió a reír ante el éxito del dracónido entre las damas. Esta vez, una risa belga, más comedida, más sutil.

-Ajá. Bam Bam podría ser un extraordinario porteador de un palanquín... Y muy económico. Seguramente podría levantarlo él solo. Y llegado el caso, podría arrojar el palanquín contra... Ahem. Alguien. De seso parece ir justo, pero no os engañéis, milady. Es extraordinariamente desconfiado y el informe psicológico revela una profunda vida espiritual. ¿Quién sabe? Quizás alguna de ustedes, nobles damas, pueda ablandarle el corazón... O despertar el fuego del dragón. En cualquier caso, sigan esta recomendación: No le llamen Bambi. Nunca. Jamás.

El autómata encaró a Ser Autumnshield, al que encontró pensativo, reflexivo incluso

-¿Y bien, Ser? ¿Precisa quizás una demostración del talento de sus hombres? Supongo que la valía del dracónido está fuera de toda duda. Además, no creo conveniente decepcionar a las damas. Ahora bien, entendería que sospechase del roedor. Déjeme enseñarle algo...

@Efrain: Está bien, ¡Escuchadme un momento!- exclamó en voz alta para hacerse oír por encima del tumulto general.- Con su permiso, mister Cécil, hablaré unos minutos con los prisioneros. A solas.

-Oh, por supuesto. Permiso concedido, Ser. Es su equipo. Tómese el tiempo que necesite para conocerlos... mejor. Mis queridas señoras, pueden unirse a Ser Autumnshield si lo desean. 

Zevran se llevó su segunda diestra al cinturón y comenzó a seguir a Ser Autumnshield con un andar bamboleante y chulesco.

-Le sigo, jefe. Eh, Chafee, soy el primero en la entrevista de trabajo. Luego te chivo las preguntas, hermano. ¡Semper fidelis!

Zev pasó a la improvisada sala de reuniones con desparpajo.

-¡Caaaaaramba, jefe! ¡Menudo lujazo! ¿Es nogal esta madera? ¡Así me gusta, patrón! ¡DEEEEERROCHAAAAANDOOO!

Algo pareció captar su atención.

-¡Joooooder, Spencer! ¿Tú no paras nunca, chico? ¡Tracy, aguanta! ¡Yo te salva...! Ni de suerte... ¡Buena suerte, hermana! ¡Je!

Por raro que pareciese, el tipo miró fijamente a Efrain y le tendió su primera diestra.

-¿Era Ser Winterchill? Perdón, no se escuchaba demasiado bien con Chafee chillándome en la oreja. Llámeme Zev. Todos mis amigos lo hacen.

Miró de reojo a las damas. Lanzó un elocuente silbido.

-Oiga, jefe, si no es indiscreción... ¿Está usted con alguna de esas chatis? Sólo... Ya sabe, sólo de hombre a hombre. Estrictamente confidencial. Secretito, secretito. Entre usted... y yo.

Se señaló el pecho con el pulgar y guiñó uno de sus orbes de obsidiana a Efrain. A todas luces, Zevran no tenía vergüenza ni la había conocido. Emanaba confianza y cercanía.

Al entrar en la habitación, el caballero torció un poco el gesto: aquella celda apestaba a… mofeta. Pero tendría que valer.

- Por favor, señor Van Thaali, tome asiento… donde pueda- invitó a su acompañante. Mientras éste elegía dónde sentarse (o no), el paladín tomó su símbolo de fe* y rezó unas palabras apenas audibles. Inmediatamente al terminar el encantamiento, el aire onduló extendiéndose varios metros (60') desde el paladín, como esos días en que el aire está tan caliente que distorsiona lo que se ve a través de él, solo que en esta ocasión apenas duró un segundo. Y sin embargo, aunque ya no se veía nada en el aire, podían sentir que fuera lo que fuera aún seguía allí.

- Disculpe la interrupción. Acabo de convertir esta celda y lo que le rodea en una zona de la verdad- informó con honestidad.- Puede intentar resistirse a sus efectos, pero en ese caso lo sabré y nuestra conversación, junto a su contribución a esta causa, habrá terminado. Así que por favor relájese, respire hondo y permita que la magia penetre en usted. Ah, si se lo está preguntando, también me afecta a mi. ¿Qué sentido tendría de otro modo?

Mientras Efrain cruzaba la sala en la que mantenían a los presos, pudo percatarse de la incisiva mirada del dracónido dorado, sus ojos ambarinos clavados en el paladín. Sin parpadear. Le observaba como quien mira a un enigma indescifrable para el que jamás hallará respuesta y que, sin embargo, está condenado a plantearse eternamente.

Bam Bam se quedó quieto, circunstancia que agradecieron sobremanera los guardias, pero la tensión aumentaba por momentos.

¿Qué ocurriría si Ser Autumnshield le llamaba para el careo?

Murmuró unas palabras de repente.

-BAHAMUT DICE... MIENTRAS HAYA UNA CACERÍA... HABRÁ UN CAZADOR...

A uno de los guardias le falló el esfínter.

- Disculpe la interrupción. Acabo de convertir esta celda y lo que le rodea en una zona de la verdad- informó con honestidad.- Puede intentar resistirse a sus efectos, pero en ese caso lo sabré y nuestra conversación, junto a su contribución a esta causa, habrá terminado. Así que por favor relájese, respire hondo y permita que la magia penetre en usted. Ah, si se lo está preguntando, también me afecta a mi. ¿Qué sentido tendría de otro modo?

Zevran pareció muy sorprendido por el recurso empleado por Efrain.

-¡Ooooooooooooooooooooooooooooouh, mama! Claro, claro, jefe. Sin problemas. Pero oiga, no me pregunte por mi vida sexual, ¿de acuerdo? Podría escucharlo Chafee y no me dejaría en paz en varios meses. ¿Trato?

Pareció agobiarse con la situación, pero lo disimulaba tirando de humor.

-Un momento... Si esto funciona en ambos sentidos... ¡AHORA SÍ QUE QUIERO SABER SI UNA DE ESAS ES SU CHATI, JEFE!

Se quedó un instante muy quieto, en silencio.

-Maldición... Lo he dicho muy alto, ¿verdad?

Un silbido llegó a la "sala de interrogatorios" improvisada por Ser Autumnshield.

-Lo he oído tooooodooooo. ¡El público quiere saaaaabeeeeeeer!

-Menuda mierda... ¿¡Interrogatorios!? ¡Debe ser una broma! Cécil no nos hizo pasar por eso... 

Comadreja masculló algo entre dientes, sólo audible para Billy. De repente había sustituido su rabia por puro nerviosismo.

Mikeala sintió la magia de Efraín y luego lo escuchó decir que conjuro estaba usando. Ese tipo de magia, aunque poderosa, dificilmente podría doblegar la arrolladora personalidad de la hechicera. Y así fue, el poder no le hice ni cosquillas a ella, sin embargo, probablemente si actuara en el resto de los presentes. Y mientras Efraín hacía su interrogatorio, Mikeala podría aprovechar a hacer el suyo a uno de los presentes. No los mugrosos presos, de esos se encarga el paladín, habia un pez gordo jugoso en una posición quizas muy desventajosa.
-Dime, Cécil-La hechicera hablaba a la vez que examinaba al constructo tratando de vislumbrar si se había podido resistir a la magia del paladín- imagino que tendrías grandes problemas si Megania no apareciera. Incluso mas allá de las implicancias políticas, el príncipe se quedaría sin esposa, y en vista de que ya rechazaste al resto de las pretendientes. ¿Cual sería la próxima candidata?

- Muchas gracias por colaborar. Como aún no nos conocemos lo suficiente, me va a permitir que no le tutee todavía. Pero como vamos a ser amigos, empecemos a tratarnos con más cercanía. Si le parece bien, le llamaré señor Zevran- comenzó el caballero. 

Dio unos pasos por la habitación mientras ordenaba sus ideas. Finalmente, miró al pistolero y continuó:

- Bien, establezcamos unas normas: Yo no le preguntaré por su vida sexual para que no tenga problemas con sus camaradas. A cambio, también mantendremos la mía a parte.- Con la mirada, indagó en Zev para ver si ya estaba en condiciones de conversar abiertamente, pero aún parecía nervioso. Entonces se le ocurrió cuál podía ser el motivo (a parte de estar jugándose la condicional).- Y, ya que estamos, también dejaremos de lado otros temas como nuestros orígenes o nuestras familias. ¿De acuerdo? Nos ceñiremos al tema que nos ocupa esta noche. ¡Empecemos!

Efrain se acercó al alienígena, de modo que solo un metro escaso los separaba, y bajó un poco la voz para dotar a la conversación de la privacidad necesaria. No quería que el entrevistado se negase a hablar por miedo a ser escuchado fuera de la celda.

>> No se si ya le habrán puesto al día con lo que se espera de usted. Debido a que nuestra misión está clasificada en gran parte, hay datos que no le puedo entregar. Sin embargo estoy en disposición de indicarle que, muy probablemente, varios de nosotros nos dejemos la vida intentando llevarla a término. Así pues, la primera pregunta que me gustaría hacerle es: ¿Está usted dispuesto a seguir en esta campaña hasta su completa resolución?

>> Esto nos lleva irremediablemente a la segunda pregunta: ¿Por qué? Es decir: ¿Por qué dejaría usted la relativa seguridad de estas sólidas paredes para enfrentarse a unos peligros potencialmente mortales?

>> Y dígame: ¿Tiene o ha tenido usted la intención de jugármela una vez esté libre de esta prisión para darse a la fuga?

>> ¿Cuáles son las habilidades que puede ofrecer a este grupo? Por favor, no sea parco en esta respuesta.

>> Y la última y más difícil de todas las preguntas. Por favor, piense bien la respuesta y recuerde que no puede mentir: ¿Puedo confiar en usted?