Partida Rol por web

-Menuda mierda... ¿¡Interrogatorios!? ¡Debe ser una broma! Cécil no nos hizo pasar por eso...

- ¿Qué te esperabas Rosemary? Es evidente que nos quieren utilizar de carne de cañón. Seguro que Sir Perfecto quiere saber un poquito más de nosotros antes de usarnos de escudo, por si nos da por apuntar con la espada hacia atrás.

Aparento tranquilidad en mis susurros, pero la verdad es que estoy hecho un amasijo de nervios y fumo con más intensidad, apenas me queda la colilla entre los labios. La escupo a un lado y la piso. Tengo que encontrar la manera de evitar meterme en este lío. Joder, yo sólo quería pasar mi condena aquí bajo techo, ¿porque el cabrón hojalata me mete en éste marrón?

Harry sigue escondido en mi sombrero desde que llegaron, pero el tío cotilla ha asomado un momento la cabecilla y creo que Mikeala lo ha visto. Menuda mierda, eso digo yo...

-Mierda, esto pinta fatal... Un paladín que huele las mentiras, una monja ciega y una hechicera que se codea con Lord Chatarra... 

Comadreja empezó a mirar a todos lados, como si buscase una puerta oculta por la que escapar.

No la encontró.

-¿Dónde están las puertas ocultas cuando se las necesita...?-, inquirió desesperada. -¿Sabes, Billy? A veces pienso que somos peones en la partida de dragondrez de un dios cruel...

Se había puesto metafísica.

Chafee se acercó muy sigiloso a Billy y a Comadreja.

-Pssst... ¡PSSSSSST! ¡Eh! ¡Tórtolos! ¿Sabéis cuánto dura la mierda esa que ha hecho el Caballero Springfield?

Parecía tramar algo.

-¿¡Es que no puedes hacer ruido como la gente normal!? ¡Offfff!

Comadreja bufó antes de rascarse la nariz. Nunca se la rascaba si no estaba muy nerviosa.

-Tiene pinta de durar un buen rato... ¿Qué estás confabulando, roedor?

-Maldición... No conozco una trola tan larga... ¡Pero...!

Chafee rió entre dientes. Era una risa peculiar, única en su especie. Era como mezclar un quejido de abuelo con la risa ahogada de un fumeta. Bueno, eso y un pulmón encharcado. 

-¡Jiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiieeeeee, jieeee, jieeee, jieeeeee! ¡Tos, tos, tos! ¡Bleeeeeeeeeeeeeeeeeeaaak*

Casi vomita el bueno de Chafee.

-Perdón. El entusiasmo.

Chafee puso los brazos en jarras y observó a sus colegas.

-¿Pero qué os pasa? ¿Es que nunca habéis visto a una rata sufrir un infarto?

Comadreja entornó los ojos. Jamás comprendería la forma de pensar del hombre rata.

-Chafee... ¿Qué ha sido eso? ¿Billy? ¿Tú entiendes algo de lo que dice?

La rata hizo otro amago de arcada y Comadreja dio un respingo acompañado de un salto atrás. Chafee empezó a partirse de la risa.

-Sigue haciendo bromas con eso y no engendrarás prole.

- Tranquila, Mustela... Limítate a sonreír y pedir un baño. Si quieres escapar tendras más suerte en otro lugar, aquí sabes que no vas a poder.

Le doy un pisotón al hombre rata. - Y tu, Chafee, ¿acaso tienes ganas de morir antes que te mate la sífilis? ¿Vas a intentar escapar ahora que no sólo hay hojalatas sinó también media corte y el hojalata supremo observando? - Miro al resto de los presentes - Compórtate ante la nobleza, ¡maldita sea!

La rata se enjugó las lágrimas que le había provocado su risotada. Apenas sintió dolor por el pisotón de Billy.

-Tranquis, tranquis. Chafee tiene un plan... Seguidme el rollo.

Con su diminuta mano alzó sus gafas y sus ojos, cargados de astucia y malicia, dedicaron un simpático movimiento de cejas a Comadreja y a Billy.

Algo tramaba. Y nadie podía pararle.

-Es bueno saber que quedará libre de tener que hacer algún trabajo en la ciudad, lo tendré en cuenta.-

Y vaya que si lo tendría, ¿que mejor que un bruto al que darle las misiones donde solo había que repartir guantazos?

Dejando aquello a un lado Efrain quiso hacerles unas preguntas uno a uno, lo cual no veía mal aunque ella no se metería de por medio. No solo porque una zona de la verdad podía resultar incómoda sino por la posibilidad de que esta desembocase en una antorcha humana antes de tiempo. A pesar de todo si que llegó a alcanzar algo sobre si ella o Mikeala estaban solteras ante lo cual incluso el hombre rata se interesó, momento en el que parpadeó un par de veces bajo aquella máscara. -Contrólate Celestina, no queremos tener que pagar los daños de incendio.- Pensó para si misma.

De momento aquel dúo ya tenía un par de cruces junto a sus nombres, haría falta ver como terminaba todo. También, puesto que Mikeala estaba interesada en hablar con Stradman, ella se limitó a esperar manteniendo su mirada pegada en el resto de presos. La verdad es que ella hubiese preferido otra forma de hacer a la hora de posibles traiciones en lugar de preguntar con la zona de la verdad. Para aquellos momentos había un hechizo extremadamente útil, pero lamentablemente costoso además que tal vez Efrain no lo vería bien.

Al final, tras un rato, decidió mantener algo de conversación con aquellos tipejos.

-Tú, el tipo grande, ¿te interesaría tener trabajo después de todo esto? Si te comportas podría conseguirte muchas oportunidades de hacer "Bam Bam" en cabezas ajenas.-

Viendo que era un bruto lo mejor era ofrecerle lo que buscaba: golpear gente.

-La muchacha también puede unirse si demuestra que vale esos platos de comida.-

La rata desde luego que no, con suerte no terminaría impulsada hacia el viejo castillo de Strahd con una bola de fuego en el trasero. Del andrajoso tampoco podía decir mucho. Al final, solo parecía alguien que había recogido de por ahí.

Maldito enano ratero, me la va a liar, lo estoy viendo... Miro a Comadreja con elocuencia y niego con la cabeza sutilmente ante la propuesta de plan de Chafee. Después Celestina habló dirigiéndose tanto a Bam Bam como a Comadreja. - Dime, Comadreja, ¿realmente tienes ganas de salir de aqui o prefieres cumplir condena y mantener tus secretos a salvo? Yo lo tengo bastante claro.

Si le parece bien, le llamaré señor Zevran- comenzó el caballero. 

-Como usted ordene, Ser Winterchild. 

Zev parecía más relajado tras la entrada de Efrain. Aceptó las condiciones y se sentó en el jergón, espantando a Spencer y a Tracy.

-¡Fueraaaaaargh! ¡Buscaros un hotel, panda de degenerados! Adelante, jefe. Dispare.

>> No se si ya le habrán puesto al día con lo que se espera de usted. Debido a que nuestra misión está clasificada en gran parte, hay datos que no le puedo entregar. Sin embargo estoy en disposición de indicarle que, muy probablemente, varios de nosotros nos dejemos la vida intentando llevarla a término. Así pues, la primera pregunta que me gustaría hacerle es: ¿Está usted dispuesto a seguir en esta campaña hasta su completa resolución?

-La verdad, Ser Winterchild, no me han contado un pimiento. Sólo me han dicho que hay una opción de salir de aquí con el cuello intacto y que había una alta posibilidad de espichar. ¿Si estoy dispuesto a llegar al final? ¡Je! Soy un profesional, jefe. Siempre acabo el trabajo.

Hablaba con confianza. No le supuso dificultad la pregunta. 

>> Esto nos lleva irremediablemente a la segunda pregunta: ¿Por qué? Es decir: ¿Por qué dejaría usted la relativa seguridad de estas sólidas paredes para enfrentarse a unos peligros potencialmente mortales?

-Esa es fácil. Probabilidad. Si me quedo, la palmo seguro. He estado en algunas cárceles en mi vida, y me he fugado de varias con ese roedor que hay ahí afuera. Es condenadamente bueno detectando debilidades estructurales. De esta sé que no hay escapatoria. Y lo sé porque él me lo ha dicho. Si me uno a esta expedición, cuatriplico mis posibilidades de supervivencia.

Alzó sus cuatro manos y agitó sus dedos, todos ellos largos, todos ellos ágiles.

-Además, aquí me aburro mucho, jefe. Lo mío es la acción. No sé bien qué he de hacer, pero si es peligroso, estoy en mi salsa.

Zevran era pura confianza, no había duda.

>> Y dígame: ¿Tiene o ha tenido usted la intención de jugármela una vez esté libre de esta prisión para darse a la fuga?

Zevran se puso zalamero.

-Pero hombre, jefe, ¿yo? Es decir, ¿yo? ¿Jugársela? ¿A USTED? ¡PAAAAAAAAAAAAAAAAAARA NAAAAAAAAAAAAAAAADA!

La zona de verdad, una aureola de un cálido color amarillento, se tornó anaranjada y una voz gutural clamó.

¡ESO ES MENTIRA!

Zevran alzó sus brazos superiores.

-¡Tranquilo todo el mundo! ¡Sólo esta probando si el truco de magia potagia este funcionaba o no! Buena jugada, jefe. Muy buena. Sí, sí.

Zev soltó una risilla y pensó su respuesta.

-Técnicamente, podría jugársela. Es decir, soy un bandolero. Lo llevo en la sangre. Pero le seré sincero: nunca traiciono a gente honesta. Si usted no me la pega, yo no se la pegaré. Se lo juro por mi honor. Tengo de eso, aunque no me crea.

El aura recobró su color dorado.

-¡Eh! ¡Voz chunga del Avernus! ¡Di que estoy diciendo la verdad! ¡LIMPIA MI HONOR! Será zorra... Perdón.

Zevran se excusó ante Efrain con su descaro habitual. 

>> ¿Cuáles son las habilidades que puede ofrecer a este grupo? Por favor, no sea parco en esta respuesta.

Zevran inspiró. Se crujió los nudillos y se dispuso a lucirse.

-Soy un tirador excepcional, Ser Winterchild. Puedo quitarle las alas a una mosca a 30 pies de distancia. Una vez maté a dos hombres de un solo disparo. Al primero le di en el entrecejo. Al segundo le dio un infarto. ¡Je! Si necesita fuego de cobertura, soy su hombre. También sé jugar a las cartas, soy bailarín amateur, sé tocar el piano y los bongos. Además, puedo infiltrarme donde sea, soy medio ninja. ¡Ah! ¡Y también sé seducir a una fémina! ¡A CUALQUIER... FÉMINA! Por si acaso...

Zev tomó aire. Había hablado muy deprisa.

-¿He dicho lo de que maté a dos tipos de un solo disparo...? Ah. Sí. Vale.

>> Y la última y más difícil de todas las preguntas. Por favor, piense bien la respuesta y recuerde que no puede mentir: ¿Puedo confiar en usted?

Un bandido normal no habría superado la última -y hábil- pregunta de Ser Autumnshield.

Pero Zevran Alhen Val Thaali no era un bandido normal.

El alien se inclinó y entrecruzó los dedos de sus dos pares de manos. Miró fijamente al paladín y le sonrió con sus ojos de obsidiana.

-Esa, detective, es la pregunta correcta-, dijo con voz impostada, mucho más grave que su tono habitual. -¿Acaso tenemos otra opción, jefe? Confío en que, con usted, saldré vivo de esta. Confíe en que si se le acercan los malos, Mr. Zevran los reventará a 300 pasos de distancia. Es un buen negocio, ¿no cree?

-Tú, el tipo grande, ¿te interesaría tener trabajo después de todo esto? Si te comportas podría conseguirte muchas oportunidades de hacer "Bam Bam" en cabezas ajenas.-

Fue Celestina la que se percató de que el dracónido parecía... ausente. Como si estuviese ido.

-MIENTRAS HAYA UNA CACERÍA... HABRÁ UN CAZADOR... MIENTRAS HAYA...

Parpadeó un instante y sus ojos, brillantes como el oro al sol, se encontraron con la siniestra máscara de Celestina.

-BAHAMUT DICE... EL FUEGO CAMINA CONTIGO... YO... SOY... FUEGO...

Entornó los ojos, escudriñando algo más que el rostro de la sacerdotisa. De repente, empezó a reír de un modo tétrico y tenebroso.

-JU, JU, JU... JU, JU, JU... FUEGO... CAMINA CONMIGO... QUÉ GRAN DÍA... QUÉ GRAN DÍA...

En palabras de Cécil Stedman: "Era un prodigio de la oratoria".

Por algún motivo, Celestina no sintió miedo ante el imponente Bam Bam. Más bien, lo contrario. Era como admirar a un titán dorado.

-BAM-BAM HARÁ ESTORNUDAR SUS SESOS A TUS ENEMIGOS. BAM-BAM SEGUIRÁ SACERDOTISA CIEGA... MIENTRAS EL FUEGO CAMINE CONTIGO. PORQUE BAM BAM ES FUEGO... BAM BAM ES MUERTE...

Siniestra forma de argumentar. Pero efectiva.

Dime, Comadreja, ¿realmente tienes ganas de salir de aqui o prefieres cumplir condena y mantener tus secretos a salvo? Yo lo tengo bastante claro.

No replicó. No al instante, al menos. Le mantuvo la mirada un instante a Billy y tensó la mandíbula.

-Tú tienes opción. Con esa aureola que detecta la mentira yo no la tengo, Billy.

Los ojos pardos de Comadreja parecieron brillar por un momento.

-Yo no confío en nadie. Es imposible que pase el interrogatorio. Zev es hábil. Chafee es hábil. Tú eres hábil. Joder, hasta Bam Bam con su habla retorcida pasaría ese interrogatorio. Mírale. Ha dejado a la monja anonadada. El jodido Bam Bam... Con suerte pulveriza la zona de verdad con un bramido... Ojalá pudiera, mierda.

- Oye, no te agobies. Yo no quiero ir a jugar a los aventureros con esta gente. Límitate a ser sincera con eso y elude otras preguntas. Céntrate en que entienda que tus habilidades no serán de su agrado y asegurale que prefieres quedarte aquí. Almenos eso haré yo. Porque... ¿Prefieres ir con ellos o quedarte conmigo?

Chafee tiró del hábito a Celestina para llamar su atención.

-Oiga, Madre.... Que diga, Reverenda... Que diga, Mamisa... Como sea. Me gustaría confesarme.

Comadreja y Billy palidecieron mortalmente.

-¿Sabe? Creo que voy a esquivar a la muerte dentro de poco. Y digo "creo" porque confío en mi suerte. ¡PERO! Podría errar. Y entonces, morir. Palmar. Doblar. Espichar. Criar malvaviscos. ¿O era jalisco? ¡Bah! No lo recuerdo. ¿Puede darme las galletitas esas blancas y mustias que regalan en las misas? ¿No? ¿Es que no lleva NINGUNA encima? Pues vaya timo de monja, oiga...

Chafee se llevó las manos a la espalda y empezó a rodear a Celestina con rápidos pasos.

-¿Está usted casada o en edad de merecer? ¿Es una pregunta demasiado personal? Vale, vale. Ya me voy, tranquila. Es que estoy nervioso, ¿sabe? El de la chistera... ¡Maldito batracio! Se ha quedado con todos los cigarrillos y ahora tengo el mono... Ji, ji... Una rata con mono... Ji, ji... ¿Lo pilla? No, claro que no. Era malillo. Cuento chistes malos cuando estoy nervioso. No sé sufrir en silencio. ¿Sabe? En una guerra sólo serviría para prisionero. Eso a usted no le interesa lo más mínimo, ¿verdad? Ya... Entiendo...

Chafee se giró con disimulo a Zev y le guiñó un ojo mientras alzaba el pulgar, asintiendo a su colega. Luego, por pura curiosidad, se giró a Celestina y agitó una mano ante su rostro.

¿Sería realmente ciega? La curiosidad corroía a Chafee.

Asintió complacida al escuchar las palabras de Bam Bam. Generalmente no le gustaba le gente demasiado simple, pero en ocasiones así eran un lujo. Gente precisa y que no molesta.

-Tienes un gran futuro por delante, Bam Bam, como todo seguidor del fuego.-

¿Habíamos mencionado ya que su monasterio casi parecía una secta? Demasiado tiempo en Barovia tenían repercusiones en las mentes, algunas tal vez demasiado graves. Aunque gracias a ello su humor había mejorado un poco por el momento. Momento que apenas duró pues aquel hombre rata no tardó en acercarse a tirar de su ropa para llamar la atención junto con las exigencias de las galletitas y la forma de llamarla timo de monja. A eso se sumaron las preguntas de su vida privada así como el festival del humor.

Nuevamente no se podía ver pero en el ceño de la madre superiora parecía que una vena fuese a estallar de lo fruncido que lo tenía. Finalmente, tanto agitar la mano frente a ella consiguió que le diese una respuesta.

-Como no guardes esa mano te garantizo que va a terminar metida dentro del trasero de tu compañero el larguirucho para que se acuerde de ti cada vez que vaya al retrete.-

Tras aquello llevó su diestra a su cinturón, tomando su maza extremo de la cual posó en la palma de su otra mano.

-Y no, no tengo ninguna de esas galletitas llamadas hostias, pero si estás falto de una tengo algo mejor llamado porra. ¿La has probado alguna vez con chocolate? Dicen que deja un cutis increíble.-

El caballero escuchó las respuestas estudiando el lenguaje postural del mercenario y descubrió que, tal como había supuesto desde el principio, era alguien de quien se podía fiar para la misión. Puede que incluso tuviera alguna oportunidad de redención… si acaso la buscaba.

- Perfecto, señor Zevran: está ústed dentro.- Le tendió una mano amistosa, esperando que este la estrechara y atento a cuál de ellas usaba para hacerlo. Imagino que en su raza podrán ser Diestro Superior, Diestro inferior, Zurdo superior o Zurdo inferior… O puede que simplemente sean Diestros y Zurdos a secas. Sea como sea, creo que esta pequeña prueba no va a aclarármelo del todo…- pensó interesado. Tal vez fuera un conocimiento útil en el futuro…

- Mi nombre es Sir Efrain Autumnshield. Puede llamarme como quiera, siempre que no se tome demasiadas confianzas- se presentó con una amable y, por efecto del conjuro, sincera sonrisa.- Ahora relájese, salga del área del conjuro e intente que no le maten las señoritas que hay ahí fuera. Sería una pena perderle antes siquiera de empezar- bromeó.

- ¡Ah, por cierto!- comentó cuando el nuevo miembro del grupo estaba ya en la puerta.- La idea es que salgamos todos vivos de esta misión. ¡Ayúdeme a conseguirlo!

Cuando se quedó solo en la celda, miró hacia fuera y meditó: Lo más normal era que siguiera un orden a la hora de llamar al resto a "declarar". Sin embargo, ya habían consumido unos minutos del hechizo y, por la cháchara que escuchaba fuera, algunos indivíduos serían más lentos de interrogar que otros. Debía maximizar la información a obtener con el conjuro. Así que… ¿Quién debía ser el siguiente?

Veamos:

- Número dos habla mucho y dice bien poco. Voy a necesitar un incentivo con él…

- Número tres… ya he visto lo suficiente de él como para saber qué clase de persona es.

- Número cuatro… ¿Superviviente? ¿Qué especialidad se supone que es esa? Aunque al menos parece parca en palabras.

- Y número cinco… No ha dicho gran cosa en su presentación, aunque me ha dado la impresión que es el único que está dispuesto a volver a su celda y pasar de la misión.

…

Sí, no merece la pena el esfuerzo. Al menos aún no, razonó.

Entonces se acercó a la puerta lo suficiente para ver fuera y llamó al siguiente.

- ¿Señorita Comadreja? Si es tan amable…

Zev estrechó su primera diestra al paladín y se puso en pie. Se dirigió a la puerta con ese aire confiado que parecía caracterizarle.

-Por mi parte, máximo esfuerzo, jefe. Si le parece, le llamaré “Capi”. Cuente conmigo para mantener a esa panda de truhanes a salvo.

Marcó bíceps con sus dos brazos derechos y guiñó un ojo a Efrain. Antes de largarse, se giró una última vez al caballero.

-Ah, Capi… Un consejo: No meta a Chafee en su detector de mentiras. Se volverá loco. Y me refiero a usted. ¡Je! Parece un buen tipo, Cap. Me alegro de conocerle.

El alien dedicó una vez más aquel saludo consistente en llevar dos dedos a la sien y deslizarlos en dirección a Efrain. Debía ser algo propio de su cultura. Era un gesto único que daba carisma a Zevran.

Al salir, Zev posó sus ojos en Laureena, apostada justo en la puerta de la celda número cinco. Los ojazos azules de la Leona Roja se encontraron de improviso con las esferas obsidianas, insondables, de Zevran, que sintió un ligero vértigo cósmico al toparse con ese exuberante ejemplar femenino ataviado de acero grabado con motivos leoninos.

-Ey, muñeca… ¿Cómo va eso?-, dijo el pistolero con la voz más viril de la que era capaz.

Laureena entornó la mirada. Su respuesta fue breve.

Breve... y feroz.