Partida Rol por web

La nave de combate Serendipia atravesaba el cielo nocturno con viento a favor, desplazándose en dirección al Cinturón de Piedra según la carta de navegación que Cécil había facilitado a Ser Autumnshield y su equipo.

Situado en la proa, Zevran permanecía con sus brazos superiores extendidos en cruz mientras sostenía a Chafee en alto con los inferiores.

-¡MIRA, CHAFEE! ¡SOMOS LOS REYES DEL MUNDOOOOO! ¡WOOOOOOOO!

La adrenalina que recorría al alienígena en pleno vuelo le acercaba a un estado de catarsis.

-¿¡ACASO NO HAS VISTO TITANIC, CHAFEE!? ¡¡SIEMPRE QUISE HACER ESTO EN UN BARCO VOLANTE, TÍO!! ¡¡ESTAMOS PASANDO JUSTO ENCIMA DE LAS TORRES DEL PALACIO!!

Chafee estaba de brazos cruzados, su hocico dibujando un gracioso mohín y sus ojos maliciosos entornados.

-Me siento Rose. Y soy demasiado viril y peludo para ser Rose. Bájame ahora mismo, cenutrio. ¿Sabes de la teoría que circula sobre la enajenación mental que afectaba a la protagonista de esa película? ¡JACK NO EXISTÍA! ¡ESTABA EN SU MENTE! Es decir… Que Rose era una chalada. Una perturbada mental.

Se zafó con la poca dignidad que le quedaba del abrazo de Zev y se recolocó la gabardina.

-Solamente diré que navegar con una mujer a bordo trae malfario, hermano. Y viajamos con cuatro. ¡EN EL AIRE! ¡ESO ES MÁS QUE EL CUÁDRUPLE DE MALA SUERTE! Eso es el veinti… noveno... duple... ¿avo...? Bah. Es MUCHA MALA SUERTE. Estamos gafados desde antes de empezar, tío. Lo presiento…

Lo notaba en el cogote. Se le erizaba cuando se temía lo peor.

Zev estaba a lo suyo.

-¡Bah! ¡Paparruchas de las tuyas, Chaf! ¡Eres un supersticioso, tronco! Oye, ¿te has fijado en que somos los únicos NPC’s de esta historia que pueden romper la cuarta pared?

-¿Qué es la cuarta pared? ¡ESTAMOS AL AIRE LIBRE! Yo aquí no veo nada. ¿Qué te has fumado ya, Zev?

Chafee empezó a mirar a su alrededor levantándose sus anteojos, pero lo cierto es que no entendía a su colega.

Zev echó su segundo brazo izquierdo a Chafee por el hombro y señaló al cielo estrellado.

-Chafee, hermano, ya que hablamos de teorías, existe una que indica que si hablas al cielo… por así decirlo, te escuchan los dioses de los dados. Puedes caerles simpáticos, o eso me han dicho. Así que, por si acaso, ¡POSA! Aaaaaaalright, hermano, así, una pose gangsta, de aventurero curtido que se las sabe todas. ¡PIENSA EN LO ORGULLOSOS QUE ESTARÁN TUS CHURUMBELES!

-¡Ñeeeeeeh! ¡Suelta, pesao! No sé qué te ha dado, pero ahí arriba no hay nada. Cuando te caíste en tu platillo volante te diste muy fuerte en la chola y te has quedado un poco loco. A mí me da igual, pero yo que tú no diría esas cosas al resto del grupo. Estoy seguro de que la monja ciega se rasga las vestiduras y pide que nos manden quemar en la hoguera por brujería. Como mínimo.

-Uh… Rasgarse las vestiduras… Ouh, sí, nena… Hit me in the proton… Sería todo un espectáculo, ¿eh?

Zev parecía estar visualizando la imagen.

Con todo lujo de detalles.

Chafee miró de soslayo a su colega y suspiró.

-Estás enfermo, macho. ¿Dónde está tu decoro? ¡ES UNA DISCAPACITADA! ¿¡ES QUE NO TIENES MESURA!?

Zevran alzó un dedo y sus cejas subieron y bajaron un par de veces.

-Todas las mujeres necesitan sugar lovin, hermano Chafee. Beaucoup de sugar lovin. Yo solo soy el proveedor. Blame it on the Boogie!

Zev tiró de su nueva adquisición, el SLAP YO’FACE y empezó a percutir las cuerdas surcando la cubierta. Aquella aventura pintaba excelente para el pistolero.

-¡Vamos, Chafee! WITH FEELING!

Mikeala llegó apenas un instante después que el grupo, gracias al aviso de Celestina. Pero no parecía Mikeala.

Su aspecto refinado y elegante había cambiado por otro, que sin perder la elegancia por completo, mostraba una imagen más aguerrida. No era la imagen de la excelsa y refinada diplomática que era costumbre ver hacía tiempo. Era la imagen de alguien que va a la guerra. 

Un pantalón de cuero flexible y ajustado cubría sus piernas, brindándole comodidad y seguridad, pero sin dejar de resaltar la escultural figura de la hechicera. No podía ser de otra forma.

El torso era cubierto con una camisa de lino gruesa que brindaría algo de protección para el frio, una faja de tela enrollada en su cintura y una chaqueta corta de cuero cubriendo sus hombros. Sobre la chaqueta dos hombreras también de cuero adornadas con cota de mallas de fino mithril. Demasiado ligeras para proveer protección alguna, pero eran un detalle muy elegante para un atuendo de combate.

Un pañuelo negro en su cuello y variedad de cinturones, bandoleras y otros accesorios para llevar su equipo completaba el atuendo, todo en colores oscuros y discretos

Su cabello no ondulaba más libre con el viento, sino que estaba recogido, y su rostro desprovisto de maquillaje no dejaba de mostrar una belleza ultraterranea.

Llevaba en su mano su bastón, las dos dagas al cinto y su ballesta colgada con una correa de cuero en un costado.

Una embarcación digna- Dijo a su entrada con su habitual tono juguetón

-Ejem- carraspeó la hechicera detrás de Zev y Chafee mientras hablaban de Celestina - Agradezcan que soy yo la que escucho su conversación, si hubiera sido Celestina ahora serian fuegos artificiales para entretener a la plebe- Mikeala soltó una risa alegre.

-Lamento informarte, Zev, que no eres el tipo de celestina, y el mio tampoco antes de que hagas alguna acotación. Ademas, ¿no se han preguntado porque una "discapacitada visual" no anda de la mano de nadie que la guíe, ni se anda golpeando las paredes?, no es ciega zopencos, es una máscara. Puede verlos y les aseguro que muy bien.- Mikeala se paró junto al dúo dinamita y se apoyó en la balaustrada del barco.

-Les sugiero que dejen de lado su apetito sexual y se ocupen de mirar las vistas desde aquí arriba que no tienen desperdicio alguno. Este probablemente sea el último momento de relajación que tengamos, como cuando viajábamos con los vistanis hacia Barovia...-La mujer hizo una pausa y suspiró- Si hubiéramos sabido que nos esperaba, probablemente nos hubiéramos quedado en Daggerfall.

-Y hablando de eso, ¡Oigan todos, vengan aquí, tengo algo para contarles!, ¡todos, ud. también profesor!- Mikeala alzó la voz llamando a toda la tripulación. Una vez todos reunidos, sacó de una cesta de madera algunos vasos y los repartió. -Justo esta noche, cuando fui a buscar a Efraín, recordamos el momento en el que estábamos de viaje a Barovia, todavía alegres. Quien hubiera imaginado que un par de horas después estaríamos todos....bueno casi todos-dijo con pensar al recordar a Hamleen-, reunidos de nuevo en otra aventura jajajaja. ¿Recuerdan lo que tomamos en ese viaje?. De la misma cesta, sacó una botella de vino. -Kaettin, hasta había olvidado que la tenía en la bodega de mis aposentos. Ha sido toda una sorpresa. Propongo que sea un ritual, cada vez que salgamos de aventuras descorchar un vino y brindar ¿no les parece?. 

Mikeala sirvió los vasos, con un poco en cada uno, pero como no sabía de la incorporación del profesor, faltaba uno.-No se preocupen por la cantidad hay mas botellas en la cesta, aunque no de Kaettin. Por Pallisade, por Cécil y porque no estiremos la pata en el futuro cercano.- Alzó la botella y dio un trago directamente del pico. Como en los viejos tiempos.

-¿Bueno capitán, entonces primero a la aldea por información cierto?

De entre las nubes se elevó la majestuosa nave Serendípia, abandonando la ciudad hacia un futuro de lo más incierto. En su cubierta se podía ver a un gran dracónido practicando con su nueva adquisición, trazando arcos en el aire para calibrar su equilibrio. Al pie del palo mayor, la muchacha de aspecto juvenil y pelo castaño, sentada apoyando la espalda en el mástil y con los ojos cerrados, inspirando el aire de la libertad de la que había sido privada durante demasiado tiempo. En proa, dos personajes de lo más peculiar, haciendo algo de lo más peculiar, mientras la hermosa semielfa se acercaba con discreción a unos metros de ellos.

Dejándoles abajo, empezamos a subir por el trinquete y seguimos los cabos que lo empalman con la botavara del palo mayor, para seguir subiendo y llegar al puesto de vigía, vacío, con su inconfundible telescopio. Siguiendo un poco más hacia arriba, apoyado en la pequeña repisita de madera donde termina el mástil y empieza una larga y gruesa vara, se apoyan los pies de Hamleen. Despojado por unos instantes de su alter ego, se encuentra abrazado a la vara donde usualmente se coloca la bandera (acutalmente sin ella), con el cuerpo erecto paralelo a la misma.

Lleva la chistera ceñida a la cabeza para que no salga volando, pero el viento levanta ligeramente el ala y sus ojos verdes brillan con la luz de la luna. Su chaqueta, medio abierta, aletea hacia dándole un aspecto parecido a una capa, la cual no posee. Harry IV se encuentra en su hombro, respirando el aire puro con el pelaje al viento, pese a ser su cara natural, sus ojos parecen indicar que está sonriendo. A su espalda está el banjo con una perturbadora cara dibujada en la caja, colgando cruzado, con el mástil hacia abajo; entre sus manos, su nueva flauta, preparada para ser tocada por primera vez por sus labios.

Mirando al horizonte, le viene a la memoria la heroica melodía que Stan había tocado para mostrarle el sonido de su nuevo instrumento. Está a punto de entonar esas notas cuando vé la escena de Chafee y Zev allí abajo, a lo lejos. Cierra los ojos por un momento y vacía su mente para entonar aquéllo que su alma estaba deseando, no su cabeza:

Bonita melodía... Pienso mientras sigo tocando por puro instinto.

Los minutos pasan y sigo disfrutando del primer momento de intimidad que tengo en mucho tiempo. Mi estancia en prisión tampoco me había ofrecido demasiada, pues Chafee y Zev estában siempre ahí, al acecho, preguntando cosas y soltando chistes malos.

¡Oigan todos, vengan aquí, tengo algo para contarles!, ¡todos, ud. también profesor!

Paro de tocar para mirar hacia abajo y ver a Mikeala reuniendo al equipo. Todavía no había pensado, ni hablado con Efrain, sobre cómo abandonar el grupo sin que fuese descarado. Así que decidí bajar y unirme a la reunión, de momento, para aparentar el interés justo. Bajando por el palo mayor, ayudado por los cabos y las escaleras de soga, Harry IV se vuelve a esconder en mi chistera, la que ajusto para que vuelvan a disimular mis ojos; y llego a tiempo para la pequeña ceremonia inicial que la Hechizera había preparado.

Mikeala sirvió los vasos, con un poco en cada uno, pero como no sabía de la incorporación del profesor, faltaba uno.-No se preocupen por la cantidad hay mas botellas en la cesta, aunque no de Kaettin. Por Pallisade, por Cécil y porque no estiremos la pata en el futuro cercano.- Alzó la botella y dio un trago directamente del pico. Como en los viejos tiempos.

Cogiendo mi vaso antes de quedarme sin, pues pude contar que faltaba uno. Lo llenó Mikeala con ese preciado vino que recordaba perfectamente. Hacía años que no tomaba ni una gota, pero ésto lo hago por todos nosotros, espero que no me siente mal. - Por seguir vivos hasta el final. - Alzo la copa con los demas, y me bebo el vino hasta el final...

Lamento informarte, Zev, que no eres el tipo de celestina, y el mio tampoco antes de que hagas alguna acotación.

El alien dejó de tocar un momento y miró visiblemente interesado a la hechicera, con la que aún no había tenido oportunidad de charlar.

-Vivimos para sobrepasar nuestros límites, ma cherie-, dijo con tono seductor y un halo de picardía brillando en sus ojos de obsidiana. -Creo que no nos han presentado debidamente. Au contraire, recordaría vuestro rostro a la perfección, mademoiselle. Zevran Alhen Val Thaali. Racionalizador de la riqueza. Entrepeneur. Ninja-. Hizo un estudiado silencio táctico. -Lovah-.

Alzó las cejas varias veces con aire juguetón.

-Les sugiero que dejen de lado su apetito sexual y se ocupen de mirar las vistas desde aquí arriba que no tienen desperdicio alguno.

Chafee ladeó la cabeza y agitó su trufa en cuando se presentó la hechicera. Claramente, había algo en la humana que no gustaba del todo al roedor.

-Oiga, amiga, el apetito sexual es del cuatribrazos. Yo ya he cumplido mi parte trayendo al mundo a ciento veintiocho retoños. Uno arriba, uno abajo. Y además, no me van las patilargas-, dijo con cierta indignación manteniendo la mirada a Mikeala. -¿Por qué cree si no que me dedico al crimen organizado? Mantener una familia del tamaño de San Marino es muy duro, ¿sabe?

Al ver sacar a la hechicera el Kaettin sus nariz se agitó.

-Sniff... sniffffff... Ligeramente afrutado... Custodiado en madera de nogal durante tres décadas... Un toque a uva pasa... Kaettin.

Kaettin, hasta había olvidado que la tenía en la bodega de mis aposentos. Ha sido toda una sorpresa. Propongo que sea un ritual, cada vez que salgamos de aventuras descorchar un vino y brindar ¿no les parece?. 

Chafee tomó el vaso con evidente recelo, arqueó la ceja sin perder detalle del discurso de Mikeala y echó un vistazo a Zev.

-Una sana tradición a mantener entre la tripulación, mademoiselle. ¡Fortuna y gloria para todos!

Zevran miró a su compañero de fatigas y le hizo un gesto con la cabeza invitándole a beber.

-Es una falta de respeto rechazar la invitación, Chafee. ¡Bebe!-, musitó mientras le lanzaba un discreto codazo.

-Indy hizo lo mismo cuando se lo ofreció Lao Tsé y mira lo que pasó... ¡VENENO!

¿Morir con Kaettin envenenado entraría en la categoría de muertes dulces?

Chafee se resignó y confió en su hermano. Él, por definición, desconfiaba de cualquiera que le mostrase afecto o cortesía. Y aquella hechicera tenía la palabra "artera" escrita en la frente.

-Glu-glu-glu-glup-.

Qué rico estaba el condenado Kaettin.

-¡¡¡PROOOOOSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSTTTT!!!-, exclamó en gnómico totalitario el Profesor Zigresky tras beber el vaso que le tendió la hechicera. El científico parecía henchido de júbilo.

-¡Hummmmmmmmmmmmmmmm! ¡Marrravilloso! ¡Soberrrrbio! ¡Imperrrial! ¡Hacía tiempo que no degustaba un caldo tan excelente! ¡Grrrran gusto tenéis, mi señorrra!

En sus modales parecía todo un caballero, tomando a Mikeala de la mano y besándola con delicadeza. Su bigotazo le dejó un hormigueo en la piel a la hechicera semielfa. La marca personal del Profesor.

Bam Bam tomó el vaso que le tendía Mikeala y lo tomó de un trago sin más ceremonia. Luego tiró el vidrio por encima de su hombro, haciéndolo añicos en cubierta.

-HMMMM... PARA SER AGUA CON GAS, NO ESTÁ MAL...-, dijo con esa voz ultraterrena y gutural tan singular en él. Tomó su hacha y se situó a unos pasos del grupo, prosiguiendo su tabla de ejercicios, colgándose de uno de los soportes de las velas e iniciando una sucesión de dominadas que parecía no tener fin.

Comadreja aceptó la bebida y dedicó una tímida sonrisa a la promotora de aquella tradición.

-Gracias-, dijo manteniendo un instante sus ojos pardos en los de la hechicera. Bebió el Kaettin despacio, ya que le resultó fuerte al paladar, pero lo disimuló bien. Acto seguido dedicó un saludo de cabeza a Mikeala y se alejó hacia la proa, deseosa de perderse en las impresionantes vistas que arrojaba Faerûn a bordo de la Serendipia.