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Última reunión con el consejo de Oxford para conseguir la subvención de: La búsqueda de la Atlántida

Me encontraba desquiciada. Era mi última oportunidad. Otra decepción más y no sabría como quedaría ante Oxford. "La pirada del imperio perdido", o mejor, "Perdida en su mente y... en el mar". Me revolví el pelo desesperada, no quería pensar en eso. Todo saldría bien, ¿por qué no iba a salir? Bueno, las otras seis veces salió de pena. Pero había juntado de nuevo al consejo y a unos cuantos representantes académicos o yo que se. Lo importante era la pasta, ¡dadme pasta! ¡QUIERO PASTA!

Me mordía las uñas, jugaba con un mechón en mi dedo. Jugaba con mis uñas y mordía el pelo.
-¡Puaj! -escupí el mechón de la boca, me estaba volviendo loca de la impaciencia. Y seguía sentada, frente a la gran puerta que daba a la sala de reuniones esperando a ser llamada por la secretaría, con mi gran maqueta sobre la Atlántida y todos mis apuntes sobre hallazgos y coordenadas. y por lo único que rogaba era que no acabasen cayéndome todos los apuntes al suelo como la última vez.

Me encontraba en el primer piso de mi mansión en Londres, atendiendo una importante reunión de negocios, sentada en la misma mesa que varios lores británicos y algunos ya importantes empresarios del imperio norte americano, de cualquier forma la única mujer en la mesa. Era un proyecto ambicioso, lo tenía que reconocer y me sentía un tanto intrigada. La propuesta al principio había causado que reía de forma estridente, pero cada vez me sentía más y más interesada a medida que explicaban.

-Podéis contar con mi presupuesto – Digo finalmente – Conquistar la luna… ¿Quién sabe, tal vez se pueda?

Tras terminar la conferencia de negocios, me despido de todos con un beso en la mejilla, el hecho de tener dinero realmente habría puertas, y desde que mis padres destruyeron buena parte de Europa entre Alemania y Polonia, mi familia ha sido inmensamente rica. Y desde que mis padres desaparecieron en aquella estúpida expedición yo me había encargado de purificar las riquezas de mi familia, “limpiarlas” del pasado sangriento. Ya tenía una buena parte invertida en modernización de algunos países del sur de las Américas, y ahora una parte en un proyecto para la construcción de barcos para llegar al espacio, lo que aun no podía encontrar era, la maldita información que necesito para llegar a la Atlántida, siempre a todas las conferencias que voy me encuentro con charlatanes, y para ser honesta, los malditos fantasmas cada vez me atormentaban mas y mas.

-Maestra – Dice una voz atrás mio, al darme vuelta veo una de las criadas, una jovencita huérfana que había recogido no hace mucho – Ha llegado una invitación para que asista a… a…

Intentaba leer la nota, pero yo comprendia que recién iniciaba en su aprendizaje, de igual manera me tenía que hacer respetar así que le arrebato la nota de su mano y la leo en voz alta para todos los presentes.

“Estimada Señorita Elisabeth Helsigny:

Nos agradaría en gran manera tenerla con nosotros en una charla sobre el tema que ha solicitado hace un tiempo. La charla será menester de la doctora Alana O’Connell, una erudita en la materia. Esperamos que sea de vuestro agrado asistir, y este en vuestra disposición. La charla será realizada dentro de unas horas.

Saludos.

Ilustre Universidad Oxford.”

-Pamplinas – Digo yo un tanto molesta, avanzo rápidamente y quemo la carta en la chimenea – Pero si esto fuese real… tal vez… si debo ir – Preparen mi transporte, tengo que ir a esa conferencia.

Camino velozmente por las salas, desvistiéndome mientras camino tirando la ropa al suelo, tenía prisas, y el que tuviese un problema con eso, pues que se largue de mi hogar, llegando al punto de estar corriendo prácticamente desnuda para llegar a mi habitación, en donde me visto con nuevas ropas mas informales. Al salir nuevamente con el mismo paso acelerado, ahora me dirijo al pequeño zeppelín transporte que me esperaba.

-¡Ha Oxfordshire! – Grito enérgicamente - ¡Rapido!

-¡¡O'CONNELL!!¡¡SEÑORITA O'CONNELL!! ¡¡ALANA O'CONNEL!! ¡¡PROFESORA O'CONNELL!!
-¿O'Connell? -me pregunté en un susurro. ¿De que me sonaba ? ¡Ah, si! Esa era yo. Me levanté de un salto del sofá y me quedé mirando a la secretaría.- No hacía falta gritar, era la única que estaba esperando -le reprendí. Aunque la verdad apenas la había oído las primeras veces.

Las manos me sudaban, la carpeta de cuero se resbalaba. La apreté contra mi pecho mientras hacia acrobacias para coger la maqueta a la vez. La secretaría me observaba con una sonrisa burlona en su cara desde la puerta. Me acerqué haciendo peripecias hasta ella y la miré directamente a los ojos.
-Es usted una mujer encantadora, muchas gracias por sujetarme la puerta -le dije sarcásticamente.

Entré a la sale de reuniones. No dejaba de ser una clase más. Con sus asientos, con su tarima y varios metros de encerado,... Los espectadores se encontraban esparcidos por todos los asientos, debía de haber unos quince en total, quizás venían a burlarse de mí porque la mayoría repetían. Casi gruñí pero avancé por la tarima hasta la mesa del profesor y dejé allí todo.

Carraspeé una y otra vez. Bebí un trago de agua, la vista se me nubló. Llevé mi mano a la mesa temiendo caerme redonda. Bebí otro trago de agua temblorosa y hablé.
-BUENOS DÍAS -demasiado alto.- Buenos días -mejor- Para los que no me conozcan me llamo Alana O`Connel. Catedrática de Oxford, doctorada en arqueología, lenguas antiguas y mitología.
Alguien bostezó, no sabía quien pero lo había hecho.

Y así, comencé a la presentación.