Partida Rol por web

La gente parecia ir reuniendose lista para continuar el viaje. Aquello había servido, si no para otra cosa, para estrechar algunos lazos y conocerse un poco mejor. Por lo menos algunos. Esperaba que para cuando llegaran al templo ya fuesen un poco más un grupo.

En principio viajar mientras tengamos buena luz. Luego acamparemos. Prefiero llegar al lugar que vamos de día. Siempre es mejor adentrarse en templos corrompidos a la luz de la mañana.

- Opino igual que el clérigo, y me parece muy buena idea investigar ese templo de día.

Sonrei ante el comentario de Magnus y deje escapar una pequeña risa... al parecer nuestro lider tenia sentido del humor. Tambien escuche al paladin que parecia haber terminado su conversacion con la maga.

-Bien.. entonces esta decidido... nos ponemos en marcha?

Mis palabras eran solo para poner explicitamente algo que todos ya sabian implicitamente, debiamos continuar la marcha si queriamos hacer un buen tramo antes de perder la luz.

--Una excelente idea --abundó Durbara con un gesto burlón--, hasta que os deis cuenta que el templo se halla en las profundidades de la tierra donde día y noche no suponen una gran diferencia.

Tajante, la enana parecía poner en duda la coherencia de un plan relativamente sencillo... Lo cierto era que, palabras más, palabras menos, determinados poderes se hacían más fuertes cuando el astro rey estaba en su cenit, y otros, simplemente cuando el sol no les incidía directamente... Solo luego de la incursión habrían de contestar tal pregunta con certeza.

Por lo pronto, tenían dos horas de camino empedrado antes de salir al bosque, y de allí, hora y media, dos a lo sumo hasta que el sol les dejara.

En el bosque, habrían de encontrar leña suficiente para montar un fuego decente que espante a las bestias... Que de igual modo, habría de alertar de vuestra presencia a quien se encontrara a menos de media hora a la redonda.

Con todo, la tarde resultales muy cálida, y salvando los pequeños detalles, la cosa va "tomando color".

Inmediatamente después del comentario de Durbará, ven como el semiorco, más verde que de costumbre  y con la cara perlada de transpirasión, cae en cuatro patas a tomar agua, pero inmediatamente deja que un asqueroso vomito bien consistente llene el cause del arroyo con su inmundicia...

Varios metros más abajo es Arshade la última en llenar su odre, pero obviamente aparta el mismo antes de que la asquerosa marea llegue a tocarlo.

Crotar, con cara de alivio mete ahora si la cabeza bajo el agua, para sacarla un instante más tarde y decir

Cerveza, mala panza... y nuevamente proferir un eructo sonoro... pero saludable.

Durbara contempló calmosamente cómo el piel verde vaciaba sus tripas en el riachuelo. Después suspiró exasperada y se situó en medio de las posiciones dispersas de sus compañeros.

--Con el permiso de Magnus, creo que puedo aclarar algunos conceptos de la última etapa de nuestro viaje --echó una breve mirada al clérigo del Caballero Rojo, para esperar su aprobación--. Es cierto: cuanto más tiempo pasemos rodeados de oscuridad más difícil nos será calcular cuánto tiempo llevamos allí dentro. El tema de las provisiones que mencionó nuestro líder también es importante: no vamos a encontrar nada que cazar allí a menos que comáis insectos. Ni siquiera habrá murciélagos en lo profundo.

Durbara hizo una pausa pensativa. Lo cierto es que ella había vivido toda su vida en una ciudad humana, pero había oído tantas historias sobre los peligros de las profundidades que podía recitarlas de memoria. Aunque, en realidad, estaba deseosa de entrar. Es como si fuese a ese lugar al que perteneciera realmente.

--Sería una suerte si encontráramos alguna corriente subterránea, porque tendríamos agua potable y algún pez que pescar. Pero no contéis con ello. Rellenad todo odre y cantimplora que tengáis por si acaso. Vosotros también necesitaréis bastantes antorchas allí abajo, pero os advierto: son peligrosas. No sólo porque no sabemos qué pueden atraer, sino porque tampoco podemos saber si los túneles están ventilados. Los enanos solemos construir sistemas de ventilación para airear las cavernas, y a veces existen chimeneas naturales, pero a menos que notemos las corrientes de aire en nuestros rostros es mejor ser cuidadosos. Si falta el aire allí abajo, es mejor no encender muchos fuegos.

Durbara paseó la mirada por todos sus compañeros, cruzándose de brazos como diciendo "y esto es todo".

--Oh, y si por mi fuera iríamos extrayendo pequeños trozos de piedra de la pared a intervalos regulares para comprobar nuestra posición --añadió mirando a Magnus, invitándole a que diera su opinión.

Magnus se quedó mirando al semiorco con una mezcla de pesar y pena. Por suerte Durbara llamó la atención y se pudieron olvidar de la penosa escena que habían encontrado.

Es bueno tener a un enano con nosotros que conozca mucho sobre cuevas. Supongo que todos llevamos antorchas, e incluso algunos conjuros de luz podrían ayudar. De todas formas hasta que no lleguemos allí no sabemos qué vamos a encontrar. Hasta donde nos han dicho vamos a un templo, no a una caverna.

No obstante será mejor que nos pongamos ya en marcha. Hemos de aprovechar la luz. Y parece que todo el mundo ya ha seguido el consejo de Durbara de rellenar los odres.

Escucho atentamente las palabras de Durbara. Se le nota muy familiarizada con los subterráneos. Lógico, era una enana.

Tras terminar de rellenar mi odre corriente arriba para no recoger nada de los restos del pobre semiorco, pienso acerca de la posibilidad de tener algún conjuro de luz, y miro tanto al clérigo como a Arshade.

- ¿No tendréis por casualidad algún conjuro de luz?

Magnus sonrió ante la pregunta de Nathan.

Pues da la casualidad que sí. Pero no deberíamos depender de ellos, ya que duran poco. Mejor ir con antorchas o cetros solares, duran y alumbran más.

Esbocé una sonrisa, no sólo por la pregunta de Nathan, sino por la respuesta de Magnus, aunque él tenía razón.

-Sin duda estoy con Magnus pero descuida, Nathan, si se hace necesario o se nos apagan las antorchas, siempre podrás contar con nosotros...

Le di una palmadita en la espalda pero dada mi repentina fortaleza, no medí bien y le di un poco más fuerte de lo necesario.

-L-Lo siento... Yo... Será mejor que continuemos...

- ¡Au! - me quejo al sentir la palmada en la espalda. Me escuece a rabiar y no peudo evitar llevarme las manos atrás. Cuando se me pasa, no puedo evitar bromear sobre ello - Va a ser mejor que os preste mi espada, parece que tenéis la fuerza de un gigante de fuego...

-No, no-hago señas con las manos negándome.-Debo ser un peligro con una espada en las manos... Soy bruta con esas cosas, casi como un enano-sonreí y miré a Durbara.-Es broma, pequeña amiga. Pero si tengo que agarrar a alguien del cogote, avisa, nomás*.

Una vez que ya estabamos encaminados me limite a seguir al grupo y asentir ante las palabras de Durbara... definitivamente la enana era con quien querria estar si me perdia en esa cueva. El resto bromeaba sobre conjuros de luz y antorchas... yo no necesitaba esas cosas por suerte.

Caminar por la Bifurcación del Sur les concede algo de tiempo para platicar, o meditar sin mayores preocupaciones que las que tiene un lagarto al sol. Sin embargo, quizá por la sumatoria de incógnitas y preguntas abiertas sobre el trabajo y los compañeros de viaje, las ultimas dos horas en el camino empedrado se hacen casi en absoluto silencio.

Pocos kilometros antes de tener que "salir" del camino, no ven siquiera un alma a ninguno de los lados... Ya ni el individuo de la mula con sus guardias se aparece en el horizonte, ni tan siquiera una carreta mal tirada por un mulo...

Les quedan quizá dos horas de luz diurna, y, acorde los cálculos y las referencias del mapa, es momento de abandonar el camino empedrado. El bosque aparece tras una bajada del empedrado y se extiende en dirección nordeste, poco tupido a priori, muy denso a lo lejos, por lo que se aprecia a simple vista.

Ahora si, están frente a una huella, o camino de monte, claramente marcado que ingresa al bosque en diagonal... Por lo que vieran, el tiempo les permitiría llegar al bosque denso con las ultimas luces, o armar campamento en el lindero sudeste de la parte mas tupida del bosque...

Veo que empieza a acabarse el día justo enfrente del bosque. Tras meditarlo unos instantes me acerco a Magnus para expresar mi opinión, asegurándome de que todos me escucharan.

- No es por nada, pero si entramos en el bosque nos va a alcanzar la noche de lleno, y no suele ser buena idea. Creo que éste es un buen sitio para acampar, en mi modesta opinión.

Al llegar al lugar donde tienen que adentrarse por el bosque, Magnus mira al cielo y observa como el sol ya está muy bajo. Quizás tendrían dos o tres horas de luz más, pero tampoco era cuestión de internarse en el bosque. No sabían cuan denso podría ser, por lo que las horas de luz podrían disminuir. Así que se decidió a acampar enseguida.
Nathan se le acercó y expresó ideas similares.

Sí, yo tampoco quiero que se nos haga de noche en el bosque. Pero tampoco es recomendable acampar tan cerca del camino. Andemos un poco hasta alejarnos de la carretera y montemos un campamento.

En cuanto al orden de guardias, yo quisiera hacer la última. Ya que aprovecharía para rezar a mi dios. Y supongo que la señorita Arshade le vendría bien también ese turno.

Somos 7. Creo que todavía podemos hacer guardias de una persona. Más adelante sería más peligroso. Lo ideal es que Durbara, Lorethel y Crotar hagan las de más oscuridad pues son los que mejor ven. El resto a conveniencia de cada uno.

- A mí no me importaría ser el primero - digo, sonriente, pensando que así podría centrarme en mis pensamientos y luego al terminar el turno descansar del tirón.