Partida Rol por web

La tarde comienza a caer a casi dos días de distancia respecto de la capital amniana.

Curiosamente una neblina, quizá originada en el lago Weng, invade el bosque ubicado entre "La Bifurcación del Sur" y la carretera principal que conecta de oeste a este la nación mercante.

Dos individuos. Uno empujado por su curiosidad y hambre, el otro, por designios del otro mundo... Ambos, sin saberlo, unidos por un objeto singular...

El bárbaro estaba agazapado entre unos arbustos había visto una presa y se había acercado sigilosamente como los de su tribu solían hacer, eran estos momentos cuando el bárbaro echaba cuenta atrás y un pequeño resquicio de nostalgia asomaba... Pero enseguida se centraba en lo que le acontecía delante... Su presa mordía entre la dulce niebla un poco de hierba ajeno a lo que se le vía encima, el bárbaro había esperado el tiempo suficiente para tener en cuenta el sentido del animal para con el peligro, era el momento... Tenía el arco en la mano, recién adquirido y el momento adecuado para probarlo, una flecha sacó del carcaj, negra como el azabache la puso en la cuerda tensa del arma, poco a poco tensaba la cuerda, estaba más rígida que lo que solían estar los arcos normales, debía ejercer más fuerza de lo previsto, pero eso no fue ningún problema... Los músculos se tensaron pronunciándose cada instante más, rocas esculpidas en la piel parecían a simple vista, tensó el arco hasta el límite aguantó la respiración por un instante buscando la mirada del animal, ese sería el momento justo, esa conexión entre presa y cazador... El silencio se tornó seco y se podía romper en cualquier momento, el bárbaro pestañeó un instante antes de disparar... Antes de ejecutar su gran disparo el animal se asustó por algún motivo, y el bárbaro maldijo a los dioses por ese echo, no lo entendía que podía haber sucedido...

Tan absorto estaba en la presa que apenas se percató que alguien se acercaba por el camino caminando solitariamente " Ese maldito caminante a asustado a mi presa, maldito sea... que hará un tipo por allí y solo". El bárbaro salió de donde se encontraba apuntando con el arco al individuo que se acercaba y había echo perder a la pieza para la cena... Y la posibilidad de utilizar y probar su nuevo arco. “Quizá tenga la posibilidad de utilizarlo".

 - Quien anda ahí!!! Quien camina por estos lugares, solo!!!!

Tycho se detuvo de inmediato, elevó el rostro con lentitud y lo presentó como una máscara de éxtasis horrorizado enmarcada en un cabello y una barba lacios, largos y azabache. Todo el cuerpo le empezó a temblar ligeramente, sugiriendo un ataque de nervios o de demonios. En el cuello estirado, quedaba visible una profunda cicatriz circundante. Depositó en el suelo el saco que cargaba a su espalda. El saco era de arpillera, voluminoso, estaba atado con una cuerda y mostraba manchas carmesíes más o menos oscurecidas.

Pero relajó las facciones y chasqueó la lengua con presunción en cuanto determinó que quien lo amenazaba era un único arquero. Evaluó de soslayo la proximidad de los árboles contiguos, refugio eventual, y respondió en la lengua común con un acento muy marcado, dominado por las erres:

-¡Misha Maturin es el solitario! –Impostó una reverencia. Con los ojos entornados y una sonrisa maliciosa, asumió su turno: -¿Y tú, quién eres, centinela de esta región en que como mínimo hay que pasear en pareja?

Y golpeó el saco con el talón.

Al bárbaro no se le pasó por alto el juego de palabras pero hizo caso omiso, empezó a dejar de apuntar al individuo que no parecía una amenaza para con el, pero aún mantenía la flecha preparada por si algún caso, era sabido que la desconfianza era la salvación de muchas vidas.

 - Como podrás ver, no soy ningún centinela. - El bárbaro se refería a su vestimenta, pues aún viviendo entre las civilizaciones seguí vistiendo como los de su tribu, y eso se reflejaba a simple vista- Estaba intentando cazar algo para llevarme al estómago... Pero tu presencia a echo escapara al animal... Puedes seguir tu camino si quieres, volveré a por otra pieza... En la voz se denotaba que no tenía mucho entusiasmo en cazar... Pues en los ánimos del bárbaro era el probar su arco nuevo....

-Lo lamento de verás –repuso con gesto compungido. –Seguiré claro, pero, ¿por aquí, por allá? En realidad, ando un tanto perdido. ¿Tenemos un lugar habitado cerca? ¿Gente, comercios, hostales? Soy nuevo en este reino. Pero no quiero demorarte, seguiré, claro, confiado a mi instinto.

Y volvió a echarse el saco a la espalda.

Por sobre el palpitante "silencio del bosque", que no es otra cosa que una miríada de criaturas viviendo, palpitando, se escucha un estruendo como a una mole de lata que rueda cuesta abajo... Nada que los alarme, pero sin duda, un sonido fuera de lugar.

Largo había sido el camino desde Cormyr para Tycho, largo y solitario... Ahora, la tarde comenzaba a caer y lo encontraba en medio de un bosque... Ya demasiado lejos de Amnagua, la última población por la que había pasado prestando algún servicio.

El bárbaro, regio y salvaje, no parecía tener intención alguna en preocuparse en lo que hiciera el sombrío individuo, dado que el silencio era el que contestaba las preguntas de éste.

La bolsa te da calma respecto del bàrbaro... Ha hurgado sin mayores problemas en la cabeza del fornido arquero, sin que este opusiera resistencia... Te dice, dentro de tu cabeza, que en verdad estaba por cazar un animal... Pero ha descubierto tu rancia compañera que el bàrbaro es una maquina de matar, que hace apenas unas horas ha acabado con no menos de diez vidas...

Puedes sentirla excitada, indicandote el camino al cercano campo de batalla, donde yacen cadaveres aún frescos...

Sin embargo, resuena en tu mente un nuevo aporte de la bolsa... Tu caminar hasta aquí, guiado por sus susurrantes revelaciones no ha sido en vano... El musculoso individuo está con el portador del objeto que te abrirá el camino al poder necesario para vengarte del Principe de Cormyr...

El bárbaro se quedó mirando al individuo unos instantes mientras este le preguntaba sobre algunas cosas que apenas tenían importancia para el, lo más extraño que se suponía que ese tipo iba algún lugar en concreto y por lo visto no sabía donde se encontraba... Cuando el bárbaro iba a contestarle que el tampoco conocía esas tierras, sus músculos se tensaron al escuchar un estruendo que podría escucharse a larga distancia... Entonces el instinto del bárbaro salió a la luz, se agazapó como un animal y miró en dirección hacia el estruendo, preparando una flecha en su arco...

 - Ponte a cubierto, o sigue tu camino!!, no se que demonios a sido eso, pero no me gusta como a sonado...

Y sin más el bárbaro empieza a dirigirse con cuidado hacia el lugar del incidente...

Hugash reacciona cual gato, pero, al intentar descubrir el origen del ruido el resultado es el menos esperado... Sus ojos se posan cual imán en tres pares de huellas... Pequeñas, y ya muy conocidas para el fornido bárbaro... ¡Trasgos! Presumiblemente los que escaparan de la guarida...

El hechicer puede ver como a la distancia los ojos del luchador miran al suelo, y él también descubre las huellas...

El estruendo metálico desaparece del mismo modo en que apareció... Solo persiste el silencio del bosque.

La creciente falta de luminosidad parece pasar factura al bárbaro, ya que de ningún modo consigue seguir el rastro fuera de las pisadas que había advertido casi sin querer... Quizá por la intranquilidad del ruido desconocido, quizá por la presencia del sombrío nigromante de aspecto elegante... Hugash pierde el rastro como perdió a su presa...

  Encogiéndose de hombros ante la indiferencia del bárbaro, había avanzado unos metros, ora musitándole a la carga palabras de disculpa –solía olvidarse de que ésta se pronunciaba en su conciencia, insospechable para los presentes-, ora rumiando la disyuntiva de si continuar hasta el insinuado lugar de la masacre o de si esforzarse en asegurar aquel cabo de la venganza, hasta que un escándalo de chatarra desprendida lo paralizó. Quiso buscar con la vista al cazador, y lo sorprendió en pose de acechanza. Pasó por alto su admonición, y, a una distancia prudencial, comenzó a seguirlo en sus pesquisas con curiosidad y esperanza.

Ambos individuos se encontraban tan perdidos como turco en la neblina... El sol continuaba cayendo, y ahora, la amenaza de trasgos estaba latente. Sin embargo, aquello no habría de amedrentar al bárbaro, su sed de sangre parecía no encontrar fin...

Frunció el ceño, encogido detrás de un tronco por detrás del bárbaro, y preguntó entre susurros:

 -¿Sabes qué está pasando?

El bárbaro mira con pequeña curiosidad al humano que tenía detrás de si, quizá temía algo y lo siguió para estar seguro con él...

 - Todabía no , pero hay guellas de trasgos, puesden andar cerca, el sonido que oímos no se que era, pero dudo que lo hicieran estos trasgos...