Partida Rol por web

Caleb no menciona el nombre del anciano, solo se queda mirándolo atentamente.
Al ver como se sienta, y tras escucharle no puedo evitar decirle.

-También andamos de paseo Maestro, con algunos amigos.

-Digo con cierta sequedad y poniendo cierto retintín al decir Maestro.-

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   Sonríe, - ¡ahh, pasear es bueno! Relaja la mente y desentumece los músculos, pero ¿dirán lo mismo quienes viajan contigo? -

   Se gira hacia el resto y repite la pregunta.

   - ¿Y vosotros? ¿Qué os trae por aquí? -

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Nuevamente, al igual que había ocurrido en la ida, un anciano solitario apareció en mitad del camino. No era el mismo de la otra vez, pero era igual de misterioso. Me acerqué a él cuando preguntó quiénes éramos y qué hacíamos allí. Parecía que alguno ya le conocía de antes, así que supuse que no era peligroso.

-"Buenos días anciano." Le dije alargando el brazo para estrecharle la mano. "Mi nombre es Fosco Brandigamo y estamos volviendo de una impresionante aventura que nos ha sucedido. Si nos acompaña un trecho, se la podría relatar. Por cierto, ¿qué hace usted solo en estos parajes tan inhóspitos?" Le dije con la mano en alto para que me la estrechara.

Señor, lo que me trae aquí, puede decirse que es la fortuna, o también podría decirse que el infortunio, todo depende de como nos tomemos los sucesos que rodean nuestra vida hasta este momento.

Sabéis que estáis muy cerca de las lindes del bosque protegido por los elfos verdad? y supongo que sois consciente de que un paso en falso os puede traer algún problema. Según tengo entendido, se dice que la Dama Blanca no permite intrusiones en sus dominios, así que ese es el motivo del porqué andamos por este lado del rio y no del otro.

Ahora vamos camino de un lugar civilizado donde descansar y tomarnos una buena cerveza, si gustáis acompañarnos? Aunque me imagino que si habéis llegado solo hasta aquí, es que en realidad algo estaréis buscando. No os ofendáis, pero no me acabo de creer eso de dar un paseo. El buen tiempo se da también en zonas menos peligrosas... Así que aunque no es de nuestra incumbencia vuestros asuntos, entended que dude del motivo que nos habéis dado...

Mc Allister no conocía al hombre. Intentó dar una respuesta cortés pero sin explicar nada especialmente relevante. Y estaba seguro que él mismo ocultaba el verdadero motivo que lo traía a ese lugar.

Por cierto, yo de vos no seguiría rio arriba... Varias jornadas atrás vimos a un grupo de trasgos.

—Lo que dice el pequeñín —dice Dastar respondiendo a curiosidad del anciano, que aunque era al parecer conocido por algunos miembros del grupo no representaba ninguna autoridad para el joven Rohirin a la cual había que dar detalles de algo.

Ceorl asintió a las palabras del hobbit, sin mucho que añadir en aquel momento. Lo que si le dejaba algo sorprendido es que el anciano fuera por allí completamente solo. O era alguien excepcional o alguien un poco loco por viajar de esa forma

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   A Fosco le mira y sonríe, negando la cabeza. - ¡Ahhh, las aventuras!, siempre es bueno volver con la piel sin agujerear de una de ella. No gracias, me quedaré un rato por aquí. -

   A Allister, que es quien más habla, le escucha y luego asiente.

   - Conozco estas lindes, sí. ¡Trasgos! En verdad es noticia curiosa. Yo no he visto trasgos, pero si he visto a un grupo de enanos acampados en el río, como hacia un día de marcha. Si siguen en el mismo sitio, llegaréis en un día o dos, si seguís esta dirección. -

   Ve como los demás no saben bien que decir o asienten a las palabras dichas.

   Se levanta.

   - Debo seguir, quizás deberíais seguir vosotros también, sí. -

   Una niebla espesa se acerca desde el río y envuelve al anciano que estaba a vuestro lado. ¿Estaba a vuestro lado, o sentado a unos metros? Os cuesta recordarlo. El avance de la niebla se detiene a unos pocos pasos de vosotros, pero ya no veis al viejo.

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Me llevo las manos a los ojos y los froto fuertemente. Otro anciano que no me daba la mano y desaparecía por arte de magia. ¿Serían todos los hombres mayores de la región iguales? Me encogí de hombros y volví junto al resto.

-"Bien, creo que habría que hacerle caso y partir hacia el punto de reunión. Tengo muchas ganas de llegar, la verdad. Espero que no tengan problemas los enanos al enterarse que tuvimos que luchar contra sus parientes..." Dije algo entristecido.

Enseguida se me pasó la tristeza y andé de aquí para allá esperando marchar de nuevo.

 Miré pensativo en la dirección hacia donde se había ido mi antiguo maestro antes de decir al resto del grupo:

 - Será mejor ponerse en marcha. Cuanto antes partamos, antes llegaremos a nuestro destino y podremos dar por cumplida nuestra misión.

 Esperaba que no hubiera más encuentros inesperados y que el clan rival de enanos o los orcos no encontraran nuestro rastro antes de llegar a nuestra meta.

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   El día y la noche pasan sin incidentes. Os ponéis en marcha al despuntar el día. El viaje es tranquilo en esta etapa final. No encontráis trasgos ni orcos a lo largo de la jornada. No esperabais de todas formas que se atrevieran a acercarse tanto al reino élfico. Algún pájaro solitario, uno o dos conejos asustadizos, es lo más destacado del día en cuanto a encuentros con otras criaturas.

   Por fin, volvéis al lugar de donde comenzasteis, a lo lejos se ve el humo de la hoguera, y las tiendas del campamento. Llegáis a media tarde. Aún quedan varias horas de luz.

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Un misterioso anciano al inicio de la aventura y otro al final, una casualidad que no llegó a perturbar lo suficiente al grupo. La idea era hacer la entrega del testamento lo antes posible, y buscar una nueva aventura. Bueno, eso era lo que pasaba por la cabeza de Dastar, él no podía intuir lo que los demás deseaban ni siquiera lo que planeaban sus compañeros originales Ceorl y Baldred.

Y siguiendo el camino junto a los otros no dice nada y deja que pasen las horas hasta llegar al encuentro con el contratista.

Con la mañana, proseguimos viaje. No estábamos muy lejos del campamento enano y pronto veríamos a todos ellos salir a recibirnos como a héroes... o eso pensaba. Habíamos llegado a tiempo para entregar el testamento, por lo que todo quedaría solucionado y podría volver con mi amigo a... a donde quiera que fuera a ir. Esta vez no me dejaría atrás, solo y sin saber qué hacer. Volvería a recorrer los bosques y las montañas en su compañía, disfrutando de la naturaleza y corriendo aventuras y desventuras a su lado.

-"Vamos amigos, estamos a pocos minutos de terminar con esta aventura." Les dije alegre a los demás.

 Asentí pensativo, a las palabras del mediano. Una vez entregado el testamento y recibido la recompensa, iría a Rivendel, como tenía pensado, para pasar una temporada con mi gente, descansado de los caminos un tiempo, hasta que el gusanillo de la aventura volviera a picarme, disfrutando de la música, comida, bebida y comodidades élficas que hacía tiempo que ya no disfrutaba.

Pues yo espero que la familia de nuestro contratista, pueda hablar en mi favor y en el del apellido que persiste en mi...Allá por la zona de Valle y Lago, donde antaño tuvimos tierras y cierta importancia...Si tal cosa ayuda a recuperar aquello que hace tiempo se perdió de entre los míos. Eso sería un buen pago por mis servicios... mas que unas monedas de oro o alguna recompensa material...

Y si no consigo eso, pues seguiré vagando y haciendo de guía a otros grupos... De alguna manera uno ha de ganarse la vida

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   Os acercais con cautela, el humo de algunas hogueras y las brasas se eleva perezosamente, todo está tranquilo. Un par de enanos montan guardia, cuando os ven, o mejor dicho ven a Bain, uno de ellos pega un grito de alegría y sale corriendo hacia atrás, para volver al cabo de unos momentos, seguidos por algunos curiosos enanos. Por la expresión de sus caras, es seguro que son la parte de familia de Bain, pues se alegran de verle y no muetran hostilidad ni hacia él, ni hacia vosotros.

   No tardáis en llegar al campamento y poco a poco los enanos van apareciendo a vuestro alrededor, mirándoos con curiosidad.

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Hinchando el pecho hasta que me puse casi morado, avancé rápidamente para ponerme el primero de la fila. Estaba claro que el saquehobbit, guardián del plano y de la llave, hacedor de grandes ideas y trencilla del grupo, debía de encabezar la marcha. ¡Como se pondría de contento mi amigo cuando supiera que estábamos de regreso a tiempo y con el documento! Ni qué decir que estábamos todos, intactos y sin apenas rasguños. Una hazaña digna de contar en toda la Comarca y más allá.

-"¡Tocar las trompetas y anunciar que los héroes han regresado!" Les gritaba a todo enano que veía aparecer. "Y preparar un gran banquete en nuestro honor, claro, que venimos hambrientos y solo hemos cenado un par de veces esta noche." Solté a lo último.

 Miré divertido al hobbit, después de corroborar que finalmente habíamos llegado a nuestro destino. La verdad es que, una vez terminase oficialmente nuestra misión, un banquete sonaba de maravilla, sobre todo después de las penurias sufridas durante el duro viaje.

 - Estoy deseando disfrutar de la legendaria hospitalidad de los enanos. - Dije a los presentes, a modo de cumplido para nuestros anfitriones. Confiaba en que mi misión y la relación que entablara durante el banquete sirviera para mejorar la relación que yo, como elfo, tenía entre el pueblo de los enanos.

Creo que todos estamos con ganas de recibir esa hospitalidad- dice el guerrero, contento ya de llegar a su destino.

Allister se percata de la alegría de alguno de sus compañeros, por el hecho de volver con el convencimiento de haber realizado un buen trabajo, e incluso de ser unos héroes. Y lo cierto es que el trabajo salió bastante bien. La pena fue no haber podido convencer aquel par de enanos cabezotas y corrompidos por la codicia...

McSiry era un hombre un tanto reservado... fue dejando que el resto de compañeros tomaran posiciones por delante de él. Retrasando su paso y dejando que el resto recogiera los aplausos y reconocimientos, si es que acababa de haberlos.

No era él una persona necesitada de palmaditas en la espalda, ya llevaba muchos años en un segundo plano. 

Llegado el momento ya reclamaria a quien considerara pertinente, el pago por el trabajo hecho.

Se dedicó a pasar, saludando con la cabeza y sin decir palabra...