Partida Rol por web

La pelea con los tres soldados me deja practicamente exhausta. Cuando aun no me he recuperado del todo, contemplo con horror como una bestia parecida a un caracol emerge de las entrañas de la tierra. Mis ojos sin poder evitarlo se fijan en los dientes que muestra en ambas bocas de sus cabezas. Dirijo una mirada a Kilder, se que puede leer en ella lo que pienso y lo que espero de el. Sin mediar palabra ataco a la criatura caotica. 

Parecía que Loranda no se había aburrido tanto como yo.

Al ver a la aguerrido Loranda saltar hacia la bestia, me concentré rápidamente todo lo que pude y mi túnica comenzó a ondear por mis tobillos.

Como si un cubo de agua hubiesen tirado por encima mío, empezó a caerme sudor por todo el cuerpo, y mis ojos se encendieron inyectando sangre ne todas sus venas y mis brazos se movían al compás de una sinfonía muda.

-ferrum puellam fortem Orbis

Una vez más, el guerrero desvia tu golpe y aunque esta vez lanza un golpe certero, no logra sobrepasar la protección de tu escudo.

La enorme bestia bicéfala se lanza contra Loranda, su única presa al alcance, pero sus dos bocas repletas de afilados dientes infectos no logran alcanzarla.
Con precisión, Loranda contraataca y clava la daga en el cuello de una de las cabezas, hasta la empuñadura, pero la gruesa capa gelatinosa que envuelve al monstruo hace que éste salga ileso.
Kilder invoca las energías místicoígneas* que flotan a su alrededor para concentrarlas en un único ataque devastador, pero el conjuro lleva tiempo y Loranda deberá aguantar un poco más.

Erikand queda sorprendido ante las continuas detenciones del hombre. Tanto que el siguiente ataque del hombre lo coge desprevenido. Levanta su escudo deteniendo el golpe, y en un intento de cogerlo con la guardia baja, lanza un fugaz ataque que se queda corto.

Ataco como una posesa al caracol. 

Por culpa de un mal movimiento, Loranda tropieza y queda expuesta ante la bestia, que aprovecha la situación y se lanza sobre ella. Desorientada e indefensa, Loranda se cubre la cara instintivamente con los brazos, y el caracol mostruoso se los agarra, cada uno con una boca y estira con tal fuerza que le arranca ambas extremidades de cuajo, dejando el cuerpo de Loranda inérte ante él.
El monstruo caótico engulle ambos brazos en un instante y se dispone a lanzarse sobre lo que queda de loranda cuando de pronto la mágia de Kilder actúa y la temperatura del caracol aumenta vertiginosamente. El monstruo se retuerce y chilla a la vez que comienza a salir humo del interior de su concha y ésta se hincha, se resquebraja y finalmente estalla con una explosión sorda, llenando toda la aldea de pedazos de baba y gelatina, dientes y escamas.
La explosión de la bestia parece haber dado ánimos a vuestras tropas, aún sin saber el precio que s eha pagado por ello.

El guerrero salvaje deja su guardia abierta para concentrarse en el ataque, pero tu fallo le salva la vida y le envalentona.
-¡Así no podrás ganarme ni volviendo a nacer, bastardo! ¡Prepárate para morir!

Erikand volvió a atacar cuando el parlanchín empezó a hablar. Erikand no pudo evitar reír, ese hombre hablaba más de lo que debía y le imaginó como una boca enorme... En medio del combate! Evidentemente su maza fue acertada para una boca gigantesca, pero demasiado desviada para un humano.

Vehexa vuelve a intentar atacar a su oponente, pero en su furia calcula mal el golpe y falla miserablemente

Al ver como caía Loranda cual muñeco desmembrado por dos críos tirando cada uno de una extremidad, la furia me hizo lanzar el hechizo con toda la furia que pude. La criatura comenzó a burbujear, sus ojos parecían derretirse y su concha empezó a palpitar dejando ver vapores entre las grietas que la resquebrajaban. Abrió sus bocas sin emitir ningún sonido dejando caer los despojos de la chica.

Respiré profundo y un sonido hueco hizo que la concha saltase en mil pedazos. La gente vitoreaba mi logro, mientras yo corría hacia Loranda gritando:

-¡NOOO, TU NOOO, HE DE SER YOOO!

Me abalancé sobre la herida poniéndome de cuclillas sobre su abdomen, y la examiné despacio, perdía mucha sangre, había dos charcos grotescos con forma de alas a sus lados donde antes hubo carne y hueso.

Estaba nervioso, no sabía que hacer, matarla o dejarla vivir. La miré a los ojos que se tornaban lechosos y su piel mas pálida, su respiración era muy lenta y me pedía descansar con su mirada perdida, así que reaccioné, y le lancé el hechizo de curación lo mas rápido que pude taponando sus heridas.

-Alea jacta est... (curación maja de varios puntos)

Comencé a darle cachetes en la cara:

-Loranda, despierta, escúchame, no mueras, no puedes morir -mi voz ahora sonaba muy tranquila, muy suave, medio cariñosa si cabe- sigue mi dedo con la mirada. -me aseguré que estaba consciente del todo y puse las rodillas en los laterales mientras sonreía y me agaché hacia ella poniendo mi mejilla al lado de la suya y le susurré- ¿lo escuchas? es el sonido de la muerte que viene hacia ti... -coloqué mi mano sobre su nariz y boca y apreté para asfixiarla aprovechando que estaba muy débil, y cuando sus pupilas subían hacia arriba, saqué la mano para que tomase aire.

Se retorcía debajo mío mientras abría la boca como un pez fuera del agua y sus ojos volvían a  una posición normal. Yo me quedé muy cerca suyo vigilando que no pudiese agarrarme con las piernas y estirarme hacia atrás. Con un gesto de mi dedo sobre mis labios, le dije:

-Shhhhh, escucha y no hables... -no me fié y dejé la palma de mi mano sobre su boca- Yo debía matarte, sólo yo tenía ese derecho y no la bestia -señalé al caracol- tu, tu, tu -dos lagrimas resbalaron sobre mis mejillas cayendo sobre las suyas rompiéndose en varias pequeñitas por el impacto- asesinaste a... Felkenna -mi mano libre fue a parar a su cuello y apretó un poco- y no sólo eso, sino que la mutilaste, arrancaste su cabeza y no la dejaste descansar en paz nunca -solté un poco la mano del cuello y proseguí- sabes cuanto tiempo llevo siguiéndote e intentando quedarme a solas contigo, pero Vehexa siempre estaba en medio, con su preciada inocencia, y no pude hacer nada. -golpeé el suelo con el puño cerrado.- ¿sabes la de kilómetros que llevo detrás tuyo, observándote, mirándote, estudiándote, oliendo la peste que salía de tu bolsa con la cabeza de Felkenna llamándome, diciéndome que te mate, que no deje que nadie mas lo haga?, y ahora, por fin puedo, y con mil testigos que dirán que fué una acción humanitaria -apreté otra vez su cuello clavando un poco las uñas- Pero no, no lo voy a hacer, el karma se ha vuelto contra ti misma, y todas las mutilaciones que hiciste, se han vengado en tus carnes.

Con la mano aun tapando la boca, volví a  curarla un poco mas, no quería que muriese. Parecía que se resistiese a vivir y volví a darle cachetitos para despertarla.

-Despierta Loranda, escúchame atentamente... -volví a  tapar su boca- he decidido que no vas a morir, sino que vas a vivir con la vergüenza de no tener miembros superiores, para que cada día recuerdes el mal que has hecho a inocentes. Aun mas -repliqué a mi mismo- vas a vivir conmigo, te voy a vigilar todo el tiempo, quiero ver como mueres lentamente de vieja, y no voy a permitir que nadie te mate nunca, si alguien lo intenta lo fulminaré como al caracol, si intentas huir de mi, te cortaré una pierna cuando no te lo esperes, y luego te curaré. Cualquier intento de suicidio estará penado con otra amputación de un miembro o de un órgano para que no lo intentes. -apreté los dos lados  de su mandíbula haciéndole abrir un poco la boca- y si le cuentas algo de esto a alguien alguna vez... te corto la lengua. Por sorpresa soy letal contra la bestia mas fuerte que pueda aparecer, así que si intentas irte con otra persona, la verás arder a tu lado.

Me levanté y la agarré por la pechera.

-Vamos al templo, tendremos que adecentarte para la boda. -en voz baja a su oído- y recuerda que ni una palabra a nadie nunca, y no me hagas amenazarte con eliminar a la novia si haces alguna tontería a priori...

Seguís luchando en igualdad de condiciones contra vuestros enemigos sin que la balanza se decante hacia ningún lado mientras a vuestro alrededor la batalla sigue sin tregua y el cielo se va oscureciendo lentamente.

Una vez más, la lanza de tu enemigo se estrella contra tu escudo y se desvía sin problemas, aunque esta vez no logras alcanzarle con tu arma y él aprovecha para burlarse de ello.
-¿Que te pasa, hombre-armadillo? ¿Te cansas dentro de tu armadura de metal? ¡Cuando caigas de agotamiento te mataré como a un cerdo!

Erikand vuelve a acometer contra aquél hombre. En parte tenía razón, así que se concentró en volver a darle, debía reducir sus errores y acertar. No tenía apenas armadura, si se las colaba, acabaría destrozándolo.

De pronto el tiempo parece detenerse a vuestro alrededor y veis aparecer la figura de Swen, el chamán, que había estado ausente desde que entrasteis en el bosque aldryani. En su mano sostiene una gema que brilla ligeramente con luz rojiza.
-En esta piedra hay algo que puede interesarte, Kilder. Cuando Felkenna muriò, pude atrapar su alma antes de que escapara al otro mundo y la atè a esta gema. Luego la obliguè a servirme para que me contara los secretos de las tácticas lunares para así obtener ventaja en la guerra.
Con un simple gesto de Swen, la figura traslúcida de Felkenna aparece, os mira, h alarga sus manos hacia Kilder en busca de consuelo pero justo antes de poder tocarle, el chamán la devuelve a la piedra.
-Te entregaré su alma si te marchas de Brolia para o regresar jamás. Quien sabe, puede que hasta encuentres la forma de devolverla a un cuerpo mortal.
Swen deja la gema en su palma, delante de Kilder.