Partida Rol por web

Bestias fantasticas y como cazarlas (hentai +18)

Capitulo 1: Mundo de caos y fantasía

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02/03/2018, 12:50
Directora

La tierra, mundo de lógica y ciencia, con ideologías repartidas por toda su superficie y aunque siempre ha habido conflictos entre las naciones era un mundo de paz, al menos era lo que pensabais. Cada una de vosotras vivía su vida con naturalidad, nacisteis, crecisteis, os educasteis en la tierra, vivisteis una vida cómoda hasta aquel día. Al principio fueron corrientes boreales que rodearon el planeta, se podía ver la aurora desde cualquier parte del mundo, lo telediarios lo achacaron al calentamiento global pero el efecto fue tan bonito que la población estuvo encantada, luego vino la locura. Las corrientes comenzaron a cambiar de repente, el clima se giro, hubo lugares donde el calor nunca había llegado y ahora eran desiertos, lugares en que el calor era persistentes y en ese momento estaban completamente nevados. Las maquinas dejaron de funcionar correctamente, la electricidad se paro y en cuestión de una semana de caóticos cambios, como si fuera el reflejo de un espejo, una enorme masa de tierra se acercaba a la tierra como si de un meteorito de enormes proporciones se tratara.

La sensación al ser transportados al mundo de Aneria fue como si os arrancaran de la tierra para lanzaros allí, lo mas curioso era que...todo lo que habíais visto no había sido mas que un sueño, el tiempo caótico y vuestro mundo cambiante solo había sido un sueño, nada mas, al despertar recordabais haber hecho vuestra vida con naturalidad y iros a dormir, pero al despertar ya no estabais en el mismo lugar. Aneria, la tierra de la fantasía se os presento de diferentes maneras a cada una de vosotras, era un mundo medieval, un mundo atrasado tecnológicamente pero mas hostil que vuestro mundo. Las bestias se movían por doquier, no hacían distinción, fueras mujer, hombre o niño devoraban o hacían presa por igual, vuestra única esperanza era huir lo mas lejos que pudierais y lo mas rápido hasta llegar a una única ciudad que parecía estar protegida por una barrera mágica, como una cúpula.

Así llegasteis a Elsmera, cada una como buenamente pudo, fuisteis unas de las pocas que lograron llegar allí, habían mas personas que se derrumbaron nada mas cruzar la barrera y otras simplemente continuaron creyendo que todo aquello era un sueño. Elsmera era una ciudad de pisos, habían dos para ser específicos, la primera parecía contener el mercado y las tiendas junto con algunos locales como podía ser la posada, la taberna y demás, el segundo piso era el área residencial ademas de haber una capilla magnifica que se elevaba por encima del resto, la gran mayoría de las estructuras estaban echas de piedra blanca junto con madera, salvo la taberna que era mas de madera junto con algunos puestos de calle. Lo increíble de esa ciudad no eran los soldados que parecían vigilar continuamente quien entraba y quien no, no era solo el hecho de que allí parecía que no os iban a atacar, si no el hecho de que habían múltiples razas conviviendo en ella. Habían una especie de humanos muy parecidos a vosotros, luego estaban los elfos, enanos, gnomos y lagartos, si, lagartos, hombres y mujeres de constitución mas bien grande cubiertos de escamas verdes o grisáceas que os miraban con los ojos rasgados como los reptiles que eran.

Todo era muy confuso, no sabíais ni por donde empezar, pero un hombre parecía estar llamando a todos los refugiados. El hombre vestía de forma bastante extraña, aunque no dentro de lo que cabia, parecía sacada de una serie de época, largo sombrero, ropas que cubrían todo su cuerpo junto con una capa del mismo estilo, todo de negro. Su cara no mostraba ser demasiado amigable, ademas llevaba el pelo largo y sus ojos parecían querer inspeccionar el interior de todo aquel que se acercara, como ultimo detalle una espada de plata reposaba tranquilamente en su cinturón. -Todos aquellos que han conseguido entrar y vienen del planeta tierra que vengan aquí de inmediato.- Anunciaba el hombre con voz imponente. -No voy a estar todo el día, así que no os hagáis los remolones que mi paciencia tiene un limite.

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02/03/2018, 14:29
Dellanie Béringer

Como la mayoría, en los primeros días no tomó aquellos sucesos como relevantes. Aquellos cambios en el planeta, si bien inusuales, no parecían maliciosos al principio. Pero fingir que todo seguía yendo de maravilla fue imposible para Dellanie una vez llegó a lo que llamarían la Gran Helada en París. Las calles eran intransitables por las nevadas. Cualquier sistema dependiente de la electricidad empezó a fallar. Pronto los que aún poblaban la ciudad se vieron obligados a improvisar hogueras con la intención de fundir nieve y por lo menos poder beber. Pero la situación empeoraría más con la llegada de aquello que parecía un meteorito...

... o eso creyó soñar Dellanie. El despertar no fue especialmente agradable: la angustia de la vida en un mundo decadente no llegó a desvanecerse, sino que fue remplazada por el hecho de encontrarse en un lugar completamente desconocido. No era la única que se encontraba en aquella situación, pero aquello resultaba indiferente: estaba claro que las bestias acabarían con todos.

Su instinto de supervivencia la llevó a huir. No tenía muy claro a dónde hasta que logró vislumbrar aquella cúpula. Llegado ese momento asimiló que si no era capaz de llegar a ella, sin importar el motivo, moriría. Si bien no tenía la certeza de que aquel lugar fuera su salvación, una persona desesperada como la joven se agarraría hasta a un clavo ardiendo si hiciera falta.

Pero, pese a todo, fue afortunada. No cabía en su júbilo al alcanzar aquel lugar de apariencia tan segura. No todos lo habían conseguido, pero se sentía viva, y aquello era suficiente. Ganada cierta confianza y sintiendo que tenía mucho por ver, se decidió a investigar aquel lugar. Seres de numerosas especies poblaban aquel núcleo urbano y por lo menos no mostraban ninguna hostilidad de manera abierta. No pudo evitar vislumbrar el mercado desde la lejanía, pero cuando se había decidido a ir hacia allá, la voz de aquel hombre hizo que se detuviera.

- Uh, eso es realmente específico -murmuró por lo bajo, acercándose unos pasos hacia él para curiosear. Miró de soslayo a varios de los transeúntes. Siendo tan variados como eran, se preguntaba de cuántos mundos procedían. ¿O tal vez habían nacido allí? Eso le llevó a preguntarse dónde diablos estaba. Era una pregunta esencial, pero hasta ese momento había estado demasiado ocupada manteniéndose viva como para hacérsela. Un montón de dudas empezaban a recorrerla...

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02/03/2018, 15:44
Cassandra Alexkaninov

Cuando empezaron las auroras, Cassandra no se preocupó especialmente. Si bien no eran comunes en las zonas sureñas, allí en San Petersburgo eran relativamente comunes. Pero cuando no paraban, y cada vez más y más países cercanos al ecuador informaban también de ellas, empezó a surgir cierto miedo; así que decidió hacer lo que siempre hacía frente a un misterio, acudir a la Universidad. Allí, a pesar de no ser de mucha ayuda debido a su campo, intentó colaborar con los ecologistas y físicos que intentaban descubrir qué diablos estaba ocurriendo. En los medios salían políticos, periodistas y supuestos "expertos" diciendo que era causa del calentamiento global, junto con una gran actividad de la corona solar; pero que no era nada peligroso, y que simplemente se evitasen las horas de mayor sol y se hiciese acopio de agua (llenando bañeras, botellas, etc) por la posibilidad de breves interrupciones en el suministro eléctrico.

Pero ellos sabían que no era así, esto no era nada de eso; no era nada observado antes, y todavía estaba lo peor por venir. Así que, aprovechando un viejo búnker de la época de la Guerra Fría, empezaron a refugiarse allí todos los que el rectorado de la Universidad consideraba valioso, por orden del mismísimo Presidente. Y entre ellos, estaba Cassandra.

Rápidamente llegó lo peor: el clima cambió súbitamente, y toda la nieve y hielo que rodeaba la cuenca de San Petersburgo se derritió por un abrasador calor sólo visto en lugares tropicales, llegando a una humedad cercana al 95%. Cundió el caos en todo el país, con miles de muertos y todos los servicios colapsados. Desde el búnker, el tiempo que no se dedicaba a la investigación se dedicaba a escuchar la vieja radio militar por los que recibían informes y se comunicaban con otros centros gubernamentales. Hasta que un día llegó el silencio: la radio dejó de encenderse, el suministro se cortó y poco a poco el generador fallaba más a menudo, sumiéndoles en una oscuridad casi absoluta. Y lo peor de todo, la gran masa de agua que cubría la ciudad impedía abrir las puertas del refugio, el peso era demasiado y aún así, si lo conseguían, morirían todos ahogados. La comida y el agua escaseaban, la desesperación fue en aumento, más aún cuando los filtros de aire dejaron de funcionar, haciendo más difícil respirar; cada noche podría ser la última...

Y de repente, un bosque.

¿Todo había sido una pesadilla? Cassandra notó su cuerpo entumecido al levantarse, dolorido de dormir en el duro suelo. Parece que todo había sido una mala noche, pensó mientras se incorporaba. Aunque entonces, una vez recuperada de la terrible experiencia del sueño, otro miedo la asaltó ¿Cómo había llegado a un bosque primaveral desde el nevado San Petersburgo? Algo raro estaba ocurriendo, pero no tuvo mucho tiempo para pensar cuando un horrible, gutural y salvaje rugido estalló en sus oídos desde algún lugar, no todo lo lejano que le gustaría, del bosque. Giró en redondo, buscando un lugar donde esconderse, cuando vio la refulgente cúpula que se atisbaba entre las copas de los árboles. No sabía que estaba pasando, pero sabía 2 cosas: que estaba en peligro, y que eso era demasiado extraño, y por tanto, curioso.

Empezó a correr, todo lo que sus poco entrenadas piernas le permitieron, sin mirar atrás por temor a ver algo que prefería ni imaginar. Intentó pensar qué había pasado, dónde estaba, pero la adrenalina rápidamente le quitaba esas ideas de la cabeza, y le decía que se concentrase en no ser devorada o algo peor.

Tras lo que parecieron horas corriendo (aunque la posición del sol no decía eso), llegó a una extraña ciudad. Parecía sacada de alguna película mala de los años 80, con una aún más extraña cúpula rodeándola. Escuchando a lo lejos ruidos similares a los que le hicieron huir despavorida, no se lo pensó dos veces y atravesó la barrera. Una vez dentro, una extraña sensación de calidez y seguridad hizo que toda la adrenalina que invadía sus venas se esfumase, y por tanto, cayó derrotada por el cansancio.

Intentó reunir lo que sabía: Se había despertado de un sueño muy vívido y extraño, en mitad de un bosque, había huído del sonido de un animal que no había escuchado en su vida (y era bióloga) y ahora estaba frente a una ciudad medieval rodeada de una cúpula mágica. Cuando recuperó el aliento, vió que otros como ella igual de desaliñados, confusos y exhaustos estaban allí, y de vez en cuando llegaba alguno más, algunos incluso heridos…

En ese momento, la voz seca dijo aquella curiosa frase. ¿De la Tierra? Esto no tiene sentido, esto debe de ser algún tipo de broma o me han drog… Pero rápidamente dejó de pensar, cuando otros de esos terribles rugidos le sacudió hasta los huesos. Por ahora seguiría al hombre ese, y cuando estuviese segura que no iba a pasarle nada, intentaría entender algo.

 

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02/03/2018, 18:59

Dejé todo lo que llevaba apoyado junto a una viga de madera, escuchando el relinche de los caballos que se encontraban dentro del estado. Con paso lento me acerqué al abrevadero y miré mi reflejo sobre el agua, notando que la suciedad y las golpes habían tomado posesión de la mayor parte de mi piel. Mi cabello, hasta entonces rubio, se había vuelto casi marrón y aquello me provocó una ira que casi no podía controlar. Apreté los puños con fuerza, golpeando la madera provocando que el agua se agitara y la imagen se distorsionara formando pequeñas hondas. ¿Cómo demonios había llegado allí?, ¿era real todo lo que había vivido? Quizá este lugar solo fuese un sueño, tenía que serlo.

Introduje ambas manos en el agua y la llevé a mi cara empapándola por completo, quitándome toda la mugre que podía sin ayuda de una buena bañera y algo de jabón. Me acicalé lo que pude y me anudé el cabello formando una coleta, tratando de formar una imagen lo más parecida posible a mi yo anterior. Al yo que visualizaba cuando cerraba los ojos, a la que vestía con traje para enfrentarse a los problemas corporativos un día tras otro. Incluso cuando el mundo que conocía empezó a desmoronarse siempre me había mantenido fuerte, aunque a veces solo fuera en apariencia. Ahora no podía decaer, debía enfrentarme a mis temores y ser mejor de lo que jamás había sido.

Fue sumida entre mis pensamientos cuando unas palabras hicieron que me girase, de forma instintiva cuando ni siquiera estaba prestando atención a la conversación. Allí observé a un hombre ataviado de prendas oscuras, pintoresco de alguna forma, aunque bien ataviado para el lugar el que nos encontrábamos. Sin esperar más recogí el saco en el que llevaba mis pocas pertenencias, las cuales sonaron con ruidos metálicos y pesados, para después acercarme y mezclarme entre aquellos que escuchaban lo que ese hombre tenía que decir.

- ¿Por qué nos habéis traído, qué queréis de nosotros? – pregunté alzando la voz por encima de los murmullos de algunos de los presentes.

Hasta el momento, en el tiempo que había pasado en aquel lugar nadie había sabido decirme qué o quién me había llevado hasta allí. Ni siquiera sabía que hubiera más como yo, venidas de las Tierra. Miré a mí alrededor, casi con la esperanza de ver alguna cara conocida buscando alguna relación con lo que estaba pasando. Pero no vi más que desconocidos, gente como cualquier otra, tan perdidos como yo lo estaba.

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02/03/2018, 20:38
Vincent

-Personalmente no queremos nada de la tierra, pero vuestro destino a sido acabar aquí, regocijaos porque el destino contrario hubiera sido peor.- Respondió el hombre mirando hacia Ingegärd, saco lo que parecía ser un pergamino de dentro de su capa y lo extendió en un idioma que no conocíais si queríais intentar leer por detrás, carraspeo y intento hacerse escuchar entre la multitud, destacar que quitándoos a vosotras una treintena de humanos habíais conseguido llegar a la ciudad. -El gremio de cazadores os da la bienvenida a la ciudad de Elsmera, sabemos que estáis confundidos pero debéis intentar reponeros cuanto antes, la ciudad acogerá a todos los que vienen de la tierra y se os ofrecerá alojamiento durante una semana y dinero para que podáis comer durante ese tiempo. Pero no podemos manteneros para siempre, todo aquel que quiera ingresar en el gremio sera bienvenido, si no deseáis salir de la ciudad podéis hablar con los lugareños y intentar haceros con un puesto de trabajo, lamentamos vuestra situación pero el gremio no puede hacer mas por vosotros. Ante todo avisaros que podéis salir de la ciudad y entrar cuantas veces os plazca, pero si salís es bajo vuestra propia responsabilidad, mas haya de la cupula os espera de lo que habéis huido.

Cuando acabo la ultima frase el hombre guardo el pergamino y volvio a aclararse la garganta. -Es el discurso que le decimos a todos los que llegan, como hemos prometido iros acercando a mi, os daré una bolsa con monedas de plata, para todo aquel que quiera dirigirse a mi, mi nombre es Vincent. -Saco de su capa una pequeña bolsa, no mas grande que la palma de la mano. -Para que podáis vivir en la ciudad un tiempo, pero no somos de oro, también tenemos que comer. Esta ciudad es neutral, no habrá vandalismo dentro ni nadie os hará daño, pero existen otras ciudades donde quizás queráis buscar fortuna, por lo general no os lo recomiendo pues el mundo mas haya de la frontera es hostil, nunca lo olvidéis.

-Se que os sentís confusos, antes de nada deciros que el gremio de cazadores de la ciudad es la máxima autoridad dentro de ella y no somos los responsables, durante cientos de años hemos visto como diferentes mundos han acabado en el nuestro, los dioses nos avisan de que llegaran refugiados pero no podemos daros mas información, ya que no la tenemos. Aquí tenéis, de uno en uno, no os alborotéis.- Vincent se tomo su tiempo en daros una bolsa a cada uno, dentro habían diez monedas de plata, no sabíais cuanto equivaldría pero muy probablemente no seria demasiado. -Los barracones están abiertos para vosotros, solo tenéis que seguir la calle central hasta la iglesia, alli hay un edificio pequeño con habitaciones, una mujer os indicara mas, también podréis asearos y descansar.

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02/03/2018, 22:39

Las palabras de aquel extraño hombre me decepcionaron y animaron por igual. Él tampoco parecía tener las respuestas a mis preguntas, pero eso no quería decir que nadie en el gremio de cazadores las tuviera. El mismo gremio que había sido mi búsqueda desde que había perdido a la única persona que se había hecho cargo de mí desde mi llegada, desde que mi maestro murió desangrado entre mis manos. Agradecía el que nos dieran alojamiento y dinero para la comida, además de aceptar con una sonrisa lo que dijeron sus últimas palabras: “asearnos y descansar”. Con eso me conformaba por ahora.

Junto a casi todos los que allí nos encontrábamos, avancé hacia el hombre y esperé mi turno con cierta ansiedad. Finalmente obtuve mi pequeño saco de monedas de plata como el resto de los asistentes, el cual abrí para admirar su interior sin conocer el valor real que ese tipo de cosas podían tener allí. No debía de ser demasiado si únicamente nos lo habían dado para pagar nuestra alimentación durante la semana, pero era suficiente para no tener que preocuparse de buscar comida y mendigar en un lugar desconocido, lleno de monstruos incluso dentro de la ciudad. Aún no me había hecho a todas esas extrañas criaturas que deambulaban por el lugar y aunque parecía haber algún tipo de alianza entre las razas, eso no me sacaba de mi asombro cada vez que una de ellas se cruzaba frente a mis ojos.

Dele las gracias de mi parte al gremio de cazadores por estas monedas, y gracias a usted, Vincent – contesté al hombre, antes de cerrar el saco para quedarlo en una de mis manos bien sujeto. No me atrevía a guardarlo en ningún lado por lo que pudiera ocurrir, temerosa a que me lo pudieran arrebatar algunas manos atrevidas – Procuraré que no sean malgastadas.

Si bien en ocasiones podía ser fría y distante, eso no quería decir que no fuera agradecida con aquellos que me ayudaban durante el camino. Esas monedas y tener un alojamiento disipaban las primeras nieblas que habían aparecido en mi mente al llegar a la ciudad. Ahora el camino se veía con mayor claridad, a pesar de que tan solo podía ver unos metros por delante de mí.

Me retiré y comencé a encaminar hacia el lugar del que el hombre nos había hablado. No podía desear con más ganas llegar a un lugar seguro, un lugar cómodo en el que descansar y poder tomar un cálido baño, comer algo con lo que poder llenar el estómago después del largo viaje que había tenido que hacer hasta llegar a ciudad Esmeralda. Suspiré con suavidad pues a pesar de todo eso, aún seguía ansiosa, ansiosa por conocer qué nos había llevado hasta allí y el destino que eso nos depararía.

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02/03/2018, 22:54
Dellanie Béringer

Dellanie aguardó con paciencia a que llegara su turno. Lo cierto es que las últimas vivencias la tenían aún confusa, pero su capacidad de entendimiento no había mermado lo suficiente como para no entender que le iban a entregar dinero gratis. Observó con cierto escepticismo que no les ocurriera nada a los primeros en acudir a por la suma en monedas de plata y finalmente tomó lo que le pertocaba.

- Muchas gracias señor Vincent -dijo llevándose una mano el pecho, en una inclinación que podría tomarse tanto como una reverencia de agradecimiento como una burla. Su intención era la primera, pero tal vez fue demasiado espontánea y exagerada con el gesto. A fin de cuentas no terminaba de coordinarse bien, posiblemente por el cumulo de nervios al que había estado sometida hasta llegar a Elsmera. Además, le había costado horrores reprimir el impulso de tratar de llevarse más dinero del que le pertocaba. Era consciente de lo irracional que era aquello, y sabía que era mejor empezar con buen pie en aquel lugar.

Varias preguntas recorrían su mente, tanto relacionadas como aquel nuevo plano de existencia presentado a sus ojos, como acerca del mencionado gremio de cazadores. Una cosa tenía clara, y es que cuando el agotamiento se hubiera desvanecido, encontraría el modo de que le respondieran tantas de esas preguntas como fuera posible. Y entonces se encaminó en dirección a la iglesia, en busca de los barracones mencionados por el hombre.

- Vaya un día. No sé si alegrarme, llorar o temblar -murmuró para sí de un modo quizás audible para cualquiera que cotilleara- En todo caso por el momento no ha ido taaan mal -añadió como si tratara de convencerse de ello.

Se entretuvo pateando una piedrecilla para marcarse el camino hacia aquel edificio, aunque no tardó en perder la atención para fijarse un poco en quienes compartieran su misma dirección. Al menos era gente con la que tenía algo en común, aunque las circunstancias no fueran las más agradables. A nadie le gustaba ser arrancado de su mundo, ¿no? Aunque debía reconocer que sentía una gran curiosidad por aquel sitio. Aquel pensamiento la mantuvo ocupada, evitando pensar en las personas que probablemente nunca más vería.

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03/03/2018, 01:42
Cassandra Alexkaninov

Mientras las personas se amontonaban alrededor del extraño personaje, la mirada de Cassandra se centraba en cosas que le llamaban más la atención. Elfos, enanos, e incluso ¿Lagartos? Sea como fuese, tenía demasiadas preguntas, y cuando escuchó el carraspeo de Vicent, llamándole la atención con una mirada de altivez y enfado, fue cuando comprobó que había sido la última en recoger su parte de plata. Apresuradamente recogió el pequeño saquito con las 10 escasas monedas. Murmuró distraídamente un gracias, mientras impresionada comenzó a dirigirse hacia los barracones, no sin antes tomarse un momentos para procesar lo que había escuchado.

Así que eso era verdad, realmente estaba en otro mundo, y los habitantes de aquí conocían su situación. El hecho de recibir esta ayuda indicaba varias cosas: que el sentido ético y moral era similar al de la Tierra, y que probablemente ellos sacarían provecho de esta llegada de refugiados.
Por otro lado, lo más inteligente es acercarse al famoso Gremio, pensó, intentando trazar un plan de acción. Intentaría dosificar esas diez monedas, quizás pasando un poco de hambre hasta le durasen más, pero antes tendría que acostumbrarse a la economía.

También, tras analizar a los demás compañeros, comprobó que no había ningún otro compatriota, y de hecho, aparentaban de ser de paises distintos cada uno; y a pesar de ello, podía entender los murmullos de todos ellos. Eso sería algo también que tendría que entender si quería descubrir qué y cómo estaba ocurriendo todo eso.

Pensando en todo eso, y en muchas otras preguntas, empezó a caminar siguiendo la masa de refugiados dirección hacia la iglesia.

 

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03/03/2018, 11:52
Sayna

Conforme ibais pasando por la ciudad ibais viendo los vendedores locales y los guardias, algunos os miraban con curiosidad, otros os ignoraban porque no les interesaba vuestra situación o solo porque estaban muy atareados con sus trabajos diarios. Pasasteis cerca del mercado, donde había desde fruta fresca hasta carne seca colgada ademas de carne fresca puesta en los puestos con mucha sal para que no se desperdiciara rápidamente, pero no había una gran cantidad ya que solo cazaban lo que se podían comer a lo largo de dos días máximo, ademas de la comida habían puestos de vestidos, armas, armaduras y abalorios. Después de dejar esa zona atrás subisteis por el camino de la iglesia, lejos de ser un lugar de feligreses entraban guerreros dentro del edificio, podíais ver grandes hombres lagarto portando espadas igual de grandes que ellos en la espalda, personas pequeñas moviéndose ágiles por el suelo para entrar por las puertas e incluso visteis una masa de agua que se movía con forma humana junto a una mujer.

Los barracones estaban un poco apartados de la entrada de la iglesia, era un edificio rectangular bastante alargado llena de habitaciones, cada una con tres camas, una de litera y otra separada intentando aprovechar al máximo el espacio, no había mucho sitio para cosas personales pero lo importante era el poder dormir bajo techo y estar medianamente calientes. Junto con las habitaciones había una pequeña sala como si fuera un comedor donde había una mesa alargada de madera y una chimenea de piedra apagada en ese momento, era la sala de descanso donde podríais hablar junto con los demás o para calentaros, los barracones servían para almacenar soldados durante un tiempo así que tenían que cubrir las necesidades básicas incluida la comunicación. Quitando el cuarto de baño (una letrina pero que nadie la use, no es necesario) había una bañera, pero era justo lo que os podíais esperar, era una cubeta de madera grande con un cubo de agua al lado, en ese momento la cubeta estaba vaciá y parecía limpia, os imaginabais que para usar la bañera tendríais que ir a por agua, llenarla y bañaros como pudierais con agua fría, pero era mejor que nada.

En la entrada de los barracones había lo mas increíble de todo, una mujer alta, de cabello rubio y bien vestida se encontraba esperando a los refugiados, por como tenia los rasgos y por las veces que lo habíais leído o visto en alguna parte la mujer era una elfa. Pero detrás de ella habían dos grandes arboles que se movían junto a ella, no parecían tener ojos pero la figura que tenían era como de un hombre y una mujer árbol, con sus rasgos característicos como la anchura del hombre y una figura mas definida de la mujer, pero enteramente echa de raíces, madera y musgo. -Bienvenidos todos, vosotros debéis ser los refugiados, mi nombre es Sayna, seré vuestra encargada durante esta semana. Podéis usar las instalaciones de los barracones a vuestro antojo, por una semana este sera vuestro hogar pero aconsejaría que aprovecharais el tiempo, se que los primeros días suele aparecer el desasosiego y es comprensible, no me imaginaria estar en vuestra situación. Estos…-Señalando a los ents que allí os miraban como si fueran guardianes silenciosos. -Son mis compañeros, estarán aquí vigilando para que os sintáis a salvo, ademas me avisaran de inmediato si hay algún altercado por lo que agradecería que os comportarais durante vuestra estancia, tenéis alguna pregunta? Si no podéis ir buscando una habitación, hay suficientes camas para todos.

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03/03/2018, 15:25

A pesar incluso de lo cansada que me encontraba después del largo viaje que me había llevado a la ciudad, caminaba con cierta esperanza y emoción viendo aquel extraño lugar del que el maestro me había hablado. Hasta entonces solo había tenido ocasión de ver pequeños pueblos y aldeas, pero ahora, caminando por esa gran calle viendo el mercado lleno de extraños y exóticos artículos que jamás había visto, me sentía revitalizada. Llamó la atención en mí un puesto de armas. Quizá en un lugar así podrían afilar la vieja espada que llevaba oculta o incluso podrían reparar la armadura del maestro y adaptarla a un cuerpo diferente. ¿Sería demasiado caro? Costase lo que costase, estaba segura que con unas monedas de plata no me iba a llegar.

Me mantuve en mis pensamientos, viendo a esos guerreros algunos más extraños que otros. Como recorrían las calles de camino hacia la iglesia o hacia los mercados cercanos. Era como vivir dentro de una película fantástica, como esas que durante toda mi vida no había tenido tiempo para ver. Ahora podrían haberme servido de ayuda. Pero todo era tan difícil, tan diferente.

Quedé sorprendida cuando vi aquellos monstruos de madera agitarse, vivos y móviles como cualquier otro animal, como yo misma. Hasta que una voz femenina captó mi atención provocando que me detuviera junto a muchos de los presentes. Era una mujer extraña de bello rostro y orejas puntiagudas, pero a pesar de ello poseía un atractivo que no me hubiera importado llegar a conocer más a fondo. Ese pensamiento me hizo esbozar una sonrisa algo perversa, que duró hasta el momento en el que dijo si alguno tenía alguna pregunta para hacer. Maldición, yo tenía demasiadas.

- Yo tengo una pregunta, puede que incluso dos – pronuncié en voz alta, alzando la mano antes de colarme entre los asistentes para acercarme más a la hermosa elfa - ¿A qué viene todo esto?, ¿por qué nos ayudan?, ¿qué esperan conseguir de nosotros?, ¿qué tenemos que hacer para... – en mi cabeza había demasiadas cuestiones y eso me ponía tan nerviosa, pues necesitaba tener el control de la situación y el desconocimiento solo me alejaba de este.

Mi estado era lamentable, con la ropa a medio romper dejando expuestas algunas zonas de mi cuerpo mientras llevaba un pesado saco cargado en la espalda que sonaba a cada paso. Odiaba que eso fuera así. Necesitaba respuestas, conocer un poco más, empezar a moverme para hacer que todo eso cambiara. Pero sabía que debía tener paciencia y esperar, algo que nunca se me había dado para nada bien.

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03/03/2018, 15:34
Cassandra Alexkaninov

Caminar por aquellas calles despertó en Cassandra la misma sensación que cuando fue al museo de ciencias por primera vez: tantas preguntas, tantas cosas por descubrir. Sí, quizás jamás volviese a su mundo natal, ¡pero aquí hay muchas más cosas por descubrir!
Fue cuando vio las dos enormes figuras de árboles corriendo cuando, sin pensarlo, sacó fuerzas de donde no las había, e intentó adelantarse a todos los que ya se estaban congregando. Sin mucho cuidado, se abrió paso entre el grupo hasta poder ver la escena en toda su magnificencia: una bella y exótica mujer escoltada por dos seres sacados de un cuento. Sus ojos no paraban de moverse, incapaz de decidirse que querían observar, sí los misterios de aquellos dos grandes seres, o el espectáculo visual de la dama. Se decidió por lo segundo, y no fue hasta que empezó a hablar que reconoció sus orejas alargadas y entendió que esa persona se trataba de una elfa. Definitivamente esto no iba a ser tan malo después de todo.

Su ligeramente abierta mandíbula tembló al oír sus palabras. ¿Qué si tenemos alguna pregunta? ¡Lo que tendría que preguntar es quién no las tiene! Pensó, con cierto humor. Esa mujer podría contestar las dudas que la asolaban, pero cuando vio que los demás refugiados se centraban en preguntas mundanas sobre cómo volver, si le había pasado algo a la Tierra y quejas sobre la injusticia de la situación, se adelantó a los demás a buscar habitación. Ya tendría tiempo de hablar con ella, o eso esperaba.

Con suerte habría alguna habitación pequeña para mí sola -murmuró, Y sino, esperemos no tener que compartir habitación con ninguno de esos brutos. Mientras antes encontrase donde colocarse, antes podría idear su plan de actuación. Así, Cassandra se dirigió al edificio, inconsciente del barro, mugre, moratones y arañazos que mostraban su deplorable estado. Como siempre, tenía otras ideas en mente.

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03/03/2018, 21:51
Dellanie Béringer

Los vista de Dellanie saltó de un punto a otro según su marcha hacia los barracones se inició. No podía negar que aquella ciudad tenía su encanto. Un entorno de fantasía que bien podría haber sido descrito en alguna de las novelas fantásticas en las que tiempo atrás se sumergía. Aún en aquellos momentos la incertidumbre era tangible, no pudiendo evitar preguntarse qué clase de futuro le esperaría en Elsmera. La visión del colorido mercado y los artículos dispuestos en los diferentes puestos de venta fue suficiente como para que se decidiera a buscar un futuro próspero. Quería atesorar cada uno de aquellos tesoros, por excéntricos que fueran.

Detuvo la marcha cuando ya estaba acercándose a su destino, escuchando a la mujer de orejas picudas que se había presentado como Sayna. No pudo evitar desviar la vista hacia los dos custodios que citó, hecho que le hizo recordar la diversidad de criaturas que coexistían en aquella población. Cuando se dió turno a las preguntas, abrió la boca en varias ocasiones, pero no llegó a hablar. Se decidió a evitar buscar respuestas de tiempos concernientes al pasado. Estaba claro que por surrealista que fuera toda aquella situación, preguntar por aquellos que había conocido en una vida anterior a ese lugar, resultaría futil, salvo que los viera entre los refugiados. Tal vez pondría algunos carteles llegado el momento.

Tras morderse el labio inferior, se lanzó a preguntar, hablando rápidamente, como si se tratara de algún tipo de carrerilla. Sin embargo se esforzó en vocalizar adecuadamente.

- ¿Alguna sugerencia por lo que respecta a nuestro futuro? Una semana es poco tiempo. El señor aquel, Vincent, comentó algo de unirnos al gremio de manera permanente. ¿Qué requisitos, deberes y pagos hay por servir en él? -habló de manera bastante decidida y resuelta. A fin de cuentas si quería dejar el pasado atrás, debía mantener la mente ocupada en lo que vendría después.

Esperaría pacientemente la posible respuesta, escuchando otras de las dudas planteadas. Pero después de ello no perdería demasiado el tiempo, con intención de encontrar una habitación que se amoldara a sus necesidades.

Notas de juego

Disculpad la espera, que no estuve en casa hasta ahora.

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03/03/2018, 22:24
Sayna

Parecía que Sayna estaba dispuesta a responder a vuestras preguntas, de hecho habían hecho las típicas, “como podían volver a casa” “aquello era un sueño?” pero después de responder que no, que todo aquello era real se centro en las preguntas que le habíais dicho. -Vincent, si, es el líder del gremio, se preocupa personalmente de que todos los refugiados empiecen con las mismas oportunidades y que tengan las necesidades básicas cubiertas, al menos por un tiempo.- Empezó a decir Sayna mientras los ents parecían aburrirse de estar alli de pie como si nada, sentándose cerca de los barracones o incluso apoyados en su pared como si estuvieran descansando, después de todo solo tenían que estar atentos nada mas.

-No sabemos exactamente a que viene todo esto, solo tenemos ligeras ideas de porque estais siendo transportados aquí, pero ninguna certeza, en eso no puedo ayudarte. Aunque es normal que desconfiéis del gremio, no esperamos nada de vosotros, hacemos esto porque es lo que nos dicta la razón, no podemos dejaros así como así pero no tenemos los recursos para manteneros indefinidamente, al final tendréis que apañaroslas solos.- La elfa se quedo mirando a Ingegärd. -Si tienes preguntas, no hace falta que las lances como una salva de flechas, no tengo inconveniente en respondertelas pero habrán algunas que quizás no quieras saber o que no pueda decírtelas porque no las se. Si es por tu mundo solo sabemos el nombre, pero nada mas, no sabemos como vivíais o con que comodidades. -Luego se dirigió hacia Dellanie. -Mi consejo es que, por lo general, cada uno de vosotros tendría un trabajo en vuestro mundo, intentad buscar uno acorde a lo que existe en la ciudad. Podéis intentar abrir un negocio después de trabajar por ejemplo en la taberna o en la herrería, pero no hay trabajos siempre, se que suena duro pero muchos han intentado emigrar a otras ciudades, algunos han salido bien parados, otros no, al final es solo la suerte y el esfuerzo de cada uno lo que define su vida.

-El gremio esta siempre abierto a nuevos reclutas, pero debéis tener en claro que somos mercenarios, no nos dedicamos a pulir armaduras, nos dedicamos a salir de la ciudad a cumplir encargos así que es peligroso. A cambio hay habitaciones en la iglesia, debajo del suelo para ser mas exactos.- Comento señalando el suelo como queriendo decir que habían cámaras en esa misma zona.- Y se os dará una ademas de una paga en relación a los trabajos que hagáis, a cambio trabajareis en riesgo, recibiréis adiestramiento pero no es un camino que quieran hacer todos. Porque la razón de que tengamos puestos siempre es que perdemos a muchos de nuestros miembros, pero es nuestro trabajo, no vamos con miedo.

Las habitaciones eran todas iguales, todas tenían tres camas y poca decoracion extra salvo un pequeño armario detrás de la puerta.

Notas de juego

No hay ninguna prisa Dellanie, tranquila. Cassandra, poco mas puedo decirte de la habitacion, de momento nadie a entrado en ella salvo tu.

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03/03/2018, 22:39
Dellanie Béringer

La joven francesa expatriada asintió ligeramente hacia las respuestas que le dió aquella curiosa mujer. Evitó mirar durante demasiado tiempo aquellas orejas, que en cierto modo le resultaban graciosas. Se preguntó si aquello mejoraría su oído o haría todo lo contrario. Aunque esbozó una ligera sonrisa cuando mencionó aquello de encontrar un trabajo similar al de su planeta natal, descartó aquella idea de inmediato. Sus estudios eran demasiado teóricos e inconclusos como para tener utilidad en un lugar tan práctico como aparentaba ese... y la idea de subsistir a base de pequeños hurtos sonaba altamente improductiva. Era una mala idea enfrentarse a gente desconocida en un mundo desconocido. 

- Muy agradecida -respondió con una leve inclinación, una reverencia algo cómica de lo sobrecargada que fue, casi llevando la cabeza al suelo. Y es que no tenía muy claro cómo hacer ese gesto. Al menos podría inventarse que era una costumbre de su tierra natal si alguien se burlaba.

Y entonces marchó hacia las habitaciones. Ya no se sentía tan estresada. No temía por su vida de manera inmediata. Aquello del gremio sonaba tan excitante como peligroso, y aquella combinación era un cóctel que seguro que acabaría bebiendo. No quería mendigar en la calle, eso lo tenía ya bien claro.

Encontrándose algo distraída, abrió la primera de las puertas que llamó su atención. Era una habitación bastante accesible pero a la vez algo apartada. Se preguntaba si sería la primera en decidirse por ella, o si tal vez ya habría alguien dentro. Lo cierto es que sentía curiosidad por saber si el aparente sueño que la había hecho despertar en aquel lugar era común en el resto de refugiados, o tan sólo se había tratado de una pesadilla para aderezar aún más la situación.

 

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04/03/2018, 11:44

Aguardé en silencio, pensativa, hasta que la mujer de orejas puntiagudas terminó aquel discurso acerca del que podría ser nuestro destino. Si bien era cierto que unirme al gremio era algo totalmente nuevo para mí, dudaba mucho que la sociedad en la que ahora me encontraba tuviera un hueco para alguien llegado del mundo empresarial. No, ese no sería mi camino. Mi maestro me había enseñado lo poco que conocía de este nuevo mundo y tenía plena intención de seguir sus pasos y convertirme también en una cazadora de bestias. Asentí con firmeza una vez hubo terminado, a pesar de que todavía tenía muchas preguntas rondando en mi cabeza, y agradecí esbozando una sonrisa de medio lado.

- Dejaré algunas de mis preguntas para más tarde, quizá pueda resolverlas por mí misma – comenté con más suavidad – Gracias por su recibimiento.

Tras decir aquello decidí que era el momento de marcharme. Ya habría tiempo para resolver todas aquellas cuestiones y no era delante de todos aquellos que como yo habían llegado de la tierra. La mayoría se pondrían a buscar trabajos cualquieras sin ningún tipo de aliciente, gente con un espíritu perdedor antes de haber comenzado. Pero yo pensaba labrarme un gran futuro allí, ser reconocida como una gran cazadora. Sí, pensaba hacerlo costase lo que costase.

Caminé hacia el interior de los barracones sin una dirección determinada, buscando cualquier habitación en la que pudiera dejar mis pertenencias. Poco podía importarme el estado en el que se encontrase, sabiendo que no pasaría en ese lugar más que una semana. Había demasiadas cosas que hacer, estaba ansiosa por empezar, aunque el cansancio del viaje no tardaría en apoderarse de mi cuerpo si no me tomaba un respiro y descansaba como era debido.

Al entrar en la habitación observé los muebles sobrios que esta la llenaban, suficientes para lo que íbamos a hacer allí. No me encontraba sola en la habitación, pero aun así dejé caer el saco con mis pertenencias encima de la cama separada del resto marcando mi posición de alguna manera. No me gustaban las literas y menos aún si debía compartirla con un completo desconocido.

- Mi nombre es Ingegärd – dije para presentarme, sentándome en la cama a la par que dejaba escapar un suspiro de agotamiento – Decidme que esto no es un sueño. Aunque supongo que si lo fuera… vosotras seríais parte de él y no tendría que creeros.

Las miré y sonreí con suavidad, examinándolas sabiendo que también habían llegado de la tierra como yo. Era tan extraño, estar todos en un lugar tan diferente y de pronto nos encontrábamos aquí. Necesitaba saber el por qué.

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04/03/2018, 12:42
Cassandra Alexkaninov

Después de unos minutos buscando, comprobó que no habían habitaciones individuales. Intentó entrar en una habitación apartada, así con suerte los demás irían a las más cercanas a la entrada y no tendría que arriesgarse a soportar durante una semana con algún indeseable. Su experiencia con la gente no había sido muy positiva, y recién llegada a un mundo imposible no era el mejor lugar ni momento para comprobar si eso podía cambiar.

Después de unos minutos buscando, comprobó que no habían habitaciones individuales. Intentó entrar en una habitación apartada, así con suerte los demás irían a las más cercanas a la entrada y no tendría que arriesgarse a soportar durante una semana con algún indeseable. Su experiencia con la gente no había sido muy positiva, y recién llegada a un mundo imposible no era el mejor lugar ni momento para comprobar si eso podía cambiar.

Vio la cama individual y las dos literas, y aprovechó que la habitación estaba vacía para coger la individual, que para algo había llegado primero si finalmente tenía que compartir habitación. Se sentó en ella, mirando la puerta fijamente en silencio, intentado escuchar cuando acabase el jaleo de las personas instalándose, para saber cuando sería seguro salir y empezar a explorar.

Mientras esperaba, pensó en las palabras de la mujer de la entrada. Lo del gremio sonaba peligroso, mucho de hecho; pero también parecía la mejor forma de conocer lo máximo de la naturaleza y de esas horribles bestias. En ese momento lo decidió, se uniría al gremio y se dedicaría a catalogar todas las bestias, plantas y cualquier otra cosa interesante que pudiera encontrar ahí afuera, a fin de cuentas era una mujer de ciencia, y estando en la Tierra, en un mundo de fantasía o en un maldito sueño, no iba a dejar eso de lado.

En ese momento, el sonido de la puerta abriéndose vació su mente, y la adrenalina tensó los músculos del cuerpo, como si lo que fuese a entrar no fuese una persona, sino una calamidad. Vio entonces como una chica, un poco menor que ella entraba en la habitación. No parecía peligrosa y era bastante mona. Eso la calmó un poco, no parecía demasiado peligrosa.

-Esto... Hola, ¿qué tal estás?- Fueron las primeras palabras en salir de su boca. Sabía que así no se comenzaba una conversación con alguien que acabas de conocer, pero los nervios no dejaron decir otra cosa coherente.

Justo cuando la chica iba a abrir la boca, la puerta volvió a abrirse, esta vez de una forma un tanto más violenta, y una extraña mujer, no sabría decir de que edad, pero quizás un poco mayor que ella, entró en la habitación, fue directa a la cama donde Cassandra estaba sentada, y soltó sus cosas allí. Inmediatamente al ver su rostro, demasiado pensamientos surgieron a la vez. Una alarma sonó en su cabeza, diciéndole a gritos que esa persona podía ser peligrosa; mientras otra saltaba de alegría, pues compartiría habitación con dos chicas bastante atractivas, cada una a su manera.

Dos instintos primarios, el de supervivencia y el del deseo luchaban en su fuero interno para ver quien tomaba el control; pero al final la parte consciente de Cassandra dominó a esas dos terribles fuerzas, y contesto a la mujer que se había presentado como Ingegärd.

-Ah, hola, yo soy Cassandra, y bueno... Cómo te lo digo, yo he llegado antes y ya me había puesto en esta cama, así que si no te importa... Aunque la mirada de la fiera de la chica no le dejó decir mucho más.

 

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04/03/2018, 14:59
Dellanie Béringer

La joven se introdujo en la habitación sin reparar inicialmente en Cassandra. No es que estuviera precisamente oculta, pero Dellanie tenía en aquellos momentos un pensamiento fijo: descansar. El agotamiento había mermado los sentidos de tal modo que el saludo de la mujer la cogió completamente por sorpresa, sobresaltándose y dando un pequeño bote, para luego reir por lo bajo en cuanto recobró la postura.

- ¿Qué como estoy...? - contestó con un tono jocoso que dejaba entrever un "ya te lo puedes imaginar". Pero calló a media frase al escuchar como la puerta volvía a abrirse tras ella.

- ¡Uh, hola! Yo soy Dellanie, aunque podéis llamarme Dede -explicó gesticulando de manera exagerada con la diestra. La verdad es que era una joven algo especial, aunque en un sentido positivo al menos. O negativo para quiénes no soportaran que fuera tan parlanchina- Otra opción es usar el comodín del "eh, tú" si os olvidáis de mi nombre, pero no pasa nada, si eso ocurre basta con que volváis a preguntarlo, ¿vale? No me preguntéis como se deletrea, puede que os parezca sutil pero se ve venir de lejos la intención -comentó aquello como si en efecto, aquello le hubiera ocurrido en alguna ocasión. La relevancia de aquel hecho era nula, pero sintió la necesidad de desatarse un poco. No había nada mejor que un poco de charla para olvidar los terrores del exterior.

- ¿Puedo llamaros Cassie e Ingy? ¡Es que imponéis un montón! -alzó el índice- En cuanto a si esto es un sueño o no... ugh. Siempre dicen que es bueno pellizcarse si tienes dudas. Aunque, hablando de sueños... -hizo una pequeña pausa, quizás pensando en como articular aquella pregunta o simplemente añadiendo dramatismo innecesario a la situación- ¿Antes de aparecer en este lugar tan terrorífico, tuvistéis uno? ¿Era sueño o realidad? Cualquiera tendría sus dudas ahora mismo. Aunque yo me propuse no hacerme demasiadas preguntas sobre el pasado. Es lo más sano, ¿no? -hablaba y hablaba, su tono melódico podía resultar atrayente dependiendo de la paciencia de sus interlocutoras, pues era capaz de sacar de quicio a según qué personas.

En todo caso había utilizado aquel bombardeo verbal para trepar discretamente a la cama alta de la litera. Quizás sus nuevas compañeras deseaban pelear por aquel puesto: ella prefería evitar el enfrentamiento para situarse en la que le parecía la segunda mejor opción. 

- ¡Ah, me quedaré esta! -descolgó la mochila que en aquellos momentos se encontraba prácticamente vacía para depositarla encima de allá donde tenía intención de dormir, para luego permanecer sentada con los pies colgando, balanceando ligeramente las piernas mientras escuchaba y miraba con atención a ambas. Lo cierto es que le parecían chicas curiosas. Le gustó que por lo menos parecieran enérgicas: si habían llegado tan rápido a una habitación es que no formaban parte del grupo de refugiados que se sentía tan derrotado y deprimido como para no actuar con brío.

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04/03/2018, 15:30

Me quedé observando a la chica de cabello castaño, mientras hablaba y hablaba sin decir nada en especial, como quien mira el cielo nocturno de una noche estrellada. Simplemente esperé hasta que se hubo colocado en la parte alta de la litera y de una vez por todas decidió que era el momento de callarse. Si ya no soportaba a la gente demasiado habladora en la tierra, menos aún tendría que hacerlo en un lugar donde la muerte aparecería al otro lado de la esquina. Aquí podría mostrarme como realmente era, sin importarme lo que pudieran o no pensar de mí.

Cosa que me llevó a mi otra “compañera”, la que estaba tumbada en MI cama. Me importaba bien poco que hubiera llegado antes a la habitación, pero si ya antes pensaba quedarme con la cama individual, más la quería ahora después de conocer a nuestra parlanchina compañera. Tenerla tan cerca tendría que ser un verdadero infierno.

- Vaya, pues es una lástima que sí me importe… Cassie – terminé poniendo algo de burla en la última palabra, en el sobrenombre que la otra chica le había puesto – Puedes intentar quitar mis cosas de encima de la cama y echarlas a un lado. Pero, ten en cuenta que son pesadas – golpeé con suavidad el saco, provocando un ruido metálico en su interior – Una chica tan mona como tú podría hacerse daño si lo intentara.

Sonreí con cierta malicia mientras la observaba, examinando su cuerpo con la mirada lentamente. Si pensaba que iba a hacer caso a sus palabras estaba muy equivocada. No pensaba aceptar órdenes suyas, ni de ninguna otra chica que se encontrara en nuestra situación. No me importaba encontrar el conflicto, pues de alguna forma siempre me había atraído e incluso excitado. Pero dudaba que una chica como ella pudiera soportarlo.

- Y tú – pronuncié señalando a Dellanie, frunciendo el ceño y borrando la sonrisa – Ni se te ocurra llamarme Ingy o haré que lo lamentes igual que ella va a lamentar haber intentado tocar mis cosas.

Me quedé tumbada sobre la cama, esperando que reaccionase, que se atreviera a hacerlo. Si quería llegar a algo más que unas palabras, estaba dispuesta a hacerlo.

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04/03/2018, 15:36
Dellanie Béringer

Ladeó un poco la cabeza ante la respuesta de Ingergärd. Contemplaba la posibilidad de que el conflicto escalara un poco mediante tozudería, pero aquel tono que empleó le sonó autoritario, y para qué negarlo, había logrado marcar su posición por lo que a ella respectaba. Sin embargo evitaría exteriorizar demasiado aquello: ya era suficientemente malo sentirse inferior como para confirmar que era así.

- Tampoco hace falta que os peleéis, quizás podéis turnaros, un día una, un día otra -comentó con la vaga esperanza de encontrar un término medio, aunque estaba segura de que ninguna de las dos aceptaría una resolución así. Tampoco insistió más de la cuenta, a fin de cuentas no era algo que la afectara y no conocía demasiado a ninguna de las dos chicas. Ni era un asunto de vida o muerte.

- Y... eh... está bien, Ingegärd era, ¿no? -se esforzó demasiado en la pronunciación de manera que podría interpretarse aquello como una burla, aunque inconscientemente sólo estaba buscando el modo de no enfadarla, quizás queriendo evadir posibles consecuencias negativas.

Aún con todo ello, no pudo evitar mirar las bolsas que contenían el equipo metálico y pesado del que había hablado. Quizás durante la noche podría revisar qué escondía allí. No podría evitar intentar saciar su curiosidad por mucho tiempo, eso estaba claro.

Después giró la vista hacia Cassandra, valorando como se había tomado aquello. La verdad es que la pobre tenía razón, al menos a sus ojos. 

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04/03/2018, 16:06
Cassandra Alexkaninov

De repente, todo el atractivo de Ingegärd desapareció para dejar patente lo peligrosa que era. Acababa de sobrevivir a un terrible despertar y debería estar a salvo, era estúpido arriesgarse a una pelea en las que tenía todas las de perder. Su físico, armadura y posesiones mostraban que era una guerrera; igual que todos los brutos de su familia, solo que con pechos y mucho menos pelo.

Cassandra se levantó, y sin mirarle a los ojos (parte por miedo parte por desprecio), le dijo: Muy bien, si tanto quieres esa cama, quédatela. De todos modos no pienso estar aquí demasiado tiempo, tengo cosas que hacer 

Esa extraña determinación surgió del tercer monstruo primitivo que habitaba su corazón. Una bestia largo dormida, que pocas veces había lanzado su ardiente fuego más allá de las paredes de su pecho. Toda su vida había tenido que aguantar, reprimirse y obedecer; su deseo de explotar, de dejar de ser aplastada por otros por simplemente ser como era hizo odiar hasta lo más hondo a esa mujer. Espero que sea cómodo ese colchón, porque hoy no, mañana tampoco, pero algún día me rogarás de rodillas que pare de hacerte sufrir. Y tranquila, que no pararé.

Se sorprendió a sí misma de ser capaz de pensar cosas tan horribles. Intentó reprimirse, pero una pequeña sonrisa aún así se dibujó en su cara debido a la imagen que tenía en su mente. 

Miró entonces a la chica subida en la litera y cruzó su mirada con ella. Su cara de aire infantil y su nerviosa sonrisa, de alguna forma la tranquilizó. No sabía mucho sobre ella, pero no inspiraba el miedo que infundía la otra; quizás estar en la litera fuese bueno, así podrían hacer piña llegado el momento si pasase algo malo; quizás hasta se harían amigas; quizás incluso...

Sea como fuese, el conocer a que tenía que enfretarse le alivió gran parte de la tensión. Lo peor era la incertidumbre, el no saber que peligros le asaltarían; la larga espera. Sí, la situación no era muy buena, pero conociéndola podría efectuar un plan. Una de sus compañeras estaba descartada, debería centrar todos sus esfuerzos en la otra. Me puedo consolar pensando que al menos no son hombres

Claro que puedes llamarme así, "Dede"- Dijo su nombre dudando un poco, era demasiado raro que usaba un mote con alguien recién conocido. Esa súbita muestra de confianza le hacía sentir de manera extraña, pero no demasiado incómoda. Podría acostumbrarse- Puedes llamarme Cassie, no hay problema. Y no, no creo que esto sea un sueño, las posibilidades de sufrir dos sueños lúcidos son ínfimas; porque sí, yo también me desperté aquí de un sueño horrible, y si ya somos dos, seguramente Ingegärd- Pronunció su nombre de forma más severa, quizás con un respeto demasiado elevado para lo pertinente. ¿Fue causa del miedo, o una forma de reirse de ella? Jamás ninguna lo sabría- también haya pasado por lo mismo. Si fue un sueño lo de antes, bien por los que quedaron atrás; pero si no lo fue... Entonces bien por nosotros. No parecía mostrar demasiado sentimiento hacía la Tierra.

Sea como sea, lo mejor es ponerse en marcha, una semana da para muy poco, y ya tendremos la noche para descansar. Voy a ir a asearme y ver que puedo hacer. ¿Te apetece venirte, Dede?

Y esto último era verdad, aunque su cuerpo no fuese aguantar mucho más, lo más inteligente era aprovechar el tiempo al máximo; aunque si es verdad que sus ganas por descubrir le daba aún más energía. Y alejarse de quien estaba en su cama era otro aliciente para irse.