Partida Rol por web

Tomaste no cualquier chocolate, sino el mejor chocolate en el que podías pensar. Sin embargo, Hunter no parecía estar en ningún lado. ¿Acaso olvidó avisarte o algo así? Era lo único en lo que podías pensar. No es como si pudiera tener otro motivo oculto.

Tomaste el collar y te mantuviste alerta sobre lo que podría pasar, pero la vibración oscura no parecía cambiar, aunque... Segundos después, pudiste sentir diferentes puntos de oscuridad regados por diferentes partes de la ciudad. Estabas seguro que no estaban allí antes y no eran muchos, pero sí los suficientes como para intuir que algo estaba pasando. Justo cuando te disponías a seguir buscando una pista, un círculo luminoso que podías reconocer fácilmente apareció junto a ti. Sin duda, era uno de los portales de Hunter. Ahí la pregunta era quién vendría del otro lado de este.

Estuvo por contestar que se negaba rotundamente a cambiarse cuando Ñyankuro sopló y tuvo que cerrar los ojos, viéndose en un parpadeo vestido con otras ropas, luciendo tan arreglado como hacía días no lucía. 

―Es verdad, Ñyankuro. ¿Por qué te guardas un poder así? ¿Por qué no me vistes todos los días? ―bueno, por un momento se retractó de decir aquello. No sonaba muy bien después de todo. Prefirió guardar silencio y caminar hacia Hunter, dejando que el teléfono sonara sin más. Notah era un pesado. ¿No le había dicho que ya iba? Se ajustó la ropa de invierno y entró al portal creado por Hunter después de su gato― ¿Te has dado cuenta de lo pesado que es Notah? ―fue lo que dijo al conejito, antes de entrar por el portal.

Aunque lo normal sería ponerse alerta ante la aparición de un portal, confiaba tanto en Hunter como para estar completamente tranquilo, ansioso si acaso por saber quién vendría. No había chocolate que fuese capaz de rechazar, así que debía ser algo interesante.

Habían puntos de oscuridad apareciendo, había algo que afectaba al Rey de la Tierra, la falsa Reina Oscura estaba haciendo de las suyas. Era complicado que fuese a peor.

Esbocé media sonrisa y me crucé de brazos, igual le daría un leve tirón de orejas por irse sin avisar.

- Porque te vuelves aún más perezoso - dijo el gato con un tono amargo.

Apenas mencionaste que Notah era pesado, Hunter giró la cabeza confundido y luego dijo con tono tranquilo - No me parece pesado, pero sí enérgico... Y distraído... - tras hacerte una señal, te indicó que entraras al portal. Ñyankuro pasó primero y luego Hunter esperó a que pasaras. Con todo listo, cruzaste y Hunter pasó tras de ti. 

Tras haber aparecido el luminoso portal, no tardó mucho un regordete gato negro en salir por este. Tal vez Walker lo podría reconocer como el guardián de Cursed Dawn de la batalla del concierto. O tal vez era sólo un gato regordete que caminaba con una expresión de inconformidad. No mucho después de eso, entró Mamoru vestido con ropa de invierno y, por último, llegó Hunter.

Los tres se encontraron con una casa modesta y a Walker parado en la mitad de la habitación con una barra de chocolate en su mano. Allí estaban, los dos dragones. Además, Walker estaba usando lo que parecía un collar cuya energía asemejaba mucho a la de Kal'Ahd, el planeta oscuro. El portal se cerró y ahora estaban solos en la habitación. 

Tras derribar la puerta, Mike tomó la mano del rey y empezó a halar para quitarle el anillo que representaba la funda de la Espada esmeralda. Cuando tocó el anillo, pudo sentir un calor intenso, pero no era sólo eso. Apenas lo tocaste, pudiste sentir algo dentro de tu ser, un grito herido y desgarrador de ayuda. Ese grito te aturdía, perturbando un poco tu equilibrio, pero tras un firme tirón, el anillo cayó al suelo. Alioth cayó al suelo jadeante.

El anillo rebotó tres o cuatro veces en el suelo y tras cubrirse por luz escarlata, la espada mostró su verdadera forma. Aún brillaba con ese tono escarlata, pero se apagó cuando dejó de estar en contacto con Alioth. Este jadeaba y los miró asustado. Isabella se acercó preocupada a revisar las heridas que tenía, pero no parecía realmente herido.

Aún jadeante, habló - Gracias... -.

Se recompuso y luego los miró - Lo siento. Comenzó justo después de una extraña visión... Creo saber dónde está Heleth. O al menos la cercanía - aún trataba de recuperar el aliento -. ¿Se encuentran bien? -. 

La ciudad estaba cubierta de nieve y no era nada fácil llegar, incluso con la motocicleta. De hecho, esta empezó a quedarse rezagada en un punto. Llegó el momento en que tuviste que ayudarte de tu fuerza como Mirari para poder seguir avanzando. Al llegar a la dirección, notaste que Koichi estaba llegando, pero tenía unas enormes alas doradas en su espalda. Aterrizó y te miró. Había algo de preocupación en su faz.

Apenas llegaste te recibió - Irisu-san. Hay algo extraño. No veo a nadie en las calles de la ciudad. Esto no puede ser bueno - el lugar donde vivía Tenma era una pequeña casa de una sola planta bastante sencilla. Al chico no le gustaban los lujos, así que solía pasar desapercibido para ser el domicilio de un músico tan popular y de la banda del momento. Koichi colocó su mano sobre la puerta y una energía de color verde salió de esta para cubrir la puerta y abrirla. Al pasar, pudieron notar que todo parecía ordenado, a excepción de la cocina. Había algunos vasos en el suelo y algo de líquido regado. Al acercarse, notaron lo que tal vez podría llevar a una preocupación. Tenma estaba allí, en el suelo. Respirando con dificultad, su piel pálida y temblaba. Parecía no tener fuerza para hablar.

- ¡Tenma-sama! - gritó Koichi para recogerlo del suelo y girarlo. El pelirrojo tenía los ojos cerrados y luchaba por abrirlos. Tras luchar un poco, parecía lograrlo, pero aún se veía teniendo dificultades. Te miró y aunque intentó estirar el brazo hacia ti, no lo consiguió. 

El perrito meneó su cola complacido por lo que hacía y tu felicitación. Siguió avanzando tranquilo y confiado mientras seguía abriéndose paso. Había algo bastante extraño en todo eso, ya que no se lograron topar con nadie. Eso era aún más extraño. Poco después, lograron llegar con Mario, aunque parecía que Hikari llegaba junto a Sombra, pero evitándolo. Katherine parecía no haber llegado. 

Ignoraste a aquel perro, pero este no dejó de seguirte. Con dificultad, avanzaron hacia la casa de Mario y cada que un copo de nieve tocaba tu piel, podías sentir algo extraño en ella. Esa nieve no era nada natural, y había algo extraño en el ambiente. Aunque era posible que el clima influyera en que no hubiera gente en la calle, la soledad era abrumadora en todos los alrededores. Con dificultad, llegaste a la casa de Mariko.

Los tres guerreros de Andelivian restantes llegaron a la cas de Mariko, aunque Katherine llegó un poco más tarde junto a Edward. Sin embargo, ambos llegaron con sus transformaciones activas. Al parecer, se encontraron con un conocido de Ephorus, el capitán de la guardia: Allen Grey. Tal vez no recordaran su rostro, pero sí quién era. Era sabido que Ephorus y él eran cercanos. Empezaron su entrenamiento juntos y por ello escalaron rápidamente en la vida militar. Tuvo su reputación y se mencionó que tenía un interés romántico, pero nunca se hizo público, solo que se sabía que era una guerrera de las de mejor reputación en Andelivian.

La casa de Mariko era un equilibrio entre un estilo oriental y occidental. Era una casa sencilla con la cocina cercana al comedor y decoración híbrida. Tal vez del tiempo que Kenta vivió en el extranjero. Pero esa sin duda era la casa que Kenta le había dejado a su hermana. Mariko los recibió y saludó a los guardianes.

- Hook, Schmella, Sombra. Gracias - les sonrió y luego se refirió a los tres -​​​​. Gracias, Katherine por llamarlos. Tenemos problemas. He tratado de comunicarme con el rey Alioth y no he podido. Koichi me dijo que algo le sucedió a Tenma. Estaba yendo hacia allá cuando hablamos. ¿Alguna información que puedan compartir para empezar? 

Al llegar al patio, lo que viste junto a Ephorus fue a un joven de cabello azul claro con un porte bastante elegante, similar al que solía tener Ephorus en Andelivian. Además, era bastante apuesto. Sabías que lo habías visto en alguna parte, pero era bastante difícil determinar en dónde.

Tu única certeza es que era un soldado de Andelivian. Eso era todo lo que podías decir de él. Miró a Edward con una sonrisa y dijo - Ha llegado el momento, el momento de nuestra revancha - y tras sus palabras, la tormenta creció y este se desvaneció. Se hacía importante volar hacia Mariko, por lo que no perdieron tiempo. No podían volar como los dragones, pero sin duda llegarían más rápido en su forma andeliviana, lo cual fue cierto. Schmella se refugió bajo tu cabello y así los tres se pusieron en camino.

No mucho después de que Ñyankuro pasase por el portal, Mamoru lo hizo. No tardó nada en darse cuenta de Walker, para luego dar un rápido vistazo solo por pura curiosidad a la casa de Notah. Con las manos metidas en los bolsillos de su abrigo, sacó una para levantarla y saludar casualmente al otro dragón.

―Te dije que ya venía. Te hace falta más paciencia ―dijo, en un tono un poco despreocupado.

A Mamoru ya se le veía algo mejor a comparación del día en el que había entrenado con Walker. Las bolsas bajo sus ojos eran menos pronunciadas, y al menos no había perdido más peso. Aunque no lucía en óptimas condiciones, al menos no se veía tan fatal, cosa que ya era un progreso.

―Tu conejo me dijo algo, ¿pero qué pasa?

-La verdad, no sé mucho -le comenté a Mariko- Pero sé que hay algo muy extraño con esta nieve. Ahora que me dices que no puedes localizar al rey, mis sospechas se confirman. Tal vez este fenómeno sea algo parecido a las bestias de hielo que tuve que enfrentar en la playa.

La insistente vibración del móvil hizo que Isabella lo mirase durante medio segundo. Notah parecía preocupado, pero ella en ese instante no podía responderle, por lo que simplemente guardó el dispositivo de nuevo. Al escuchar las palabras de Alioth esta lo miró con cierta preocupación ¿No había sido la única? Y si lo de ella...También había sido una visión futura. El corazón se le estremeció, no temía a la muerte, sabía que algún día le llegaría. Separándose del Rey se aproximó hasta el anillo, con un pañuelo lo recogió del suelo y lo arropó con sus propias manos, había sentido el dolor que sentía y el que Alioth había vivido.- Ya pasó, tranquila.-Le susurró antes de llevarlo junto a su portador, sólo que no se lo entregó, si no que lo dejó sobre la mesita de noche, cubierto por la fina tela.

- Creo que lo que hoy ha pasado, quizás tenga que ver con la influencia del Umthil que Heleth ha creado. Y si la intención de Heleth es la de tomar el control de la espada y de nosotros a través de su macabro experimento.-Miraba a Alioth con preocupación, incluso echaba algunas ojeadas a su viejo amigo Heracles.- Yo también tuve una visión o un sueño... Creo que es el lugar en el que está el árbol. La playa me era familiar, quizás dónde todo esto empezó y algo me llamaba, algo desconocido, pero a la vez familiar. Eso me hace pensar que es "Umthil". Tenemos que hacer algo. Si Heleth sigue con esta locura, acabará con todos nosotros, incluido este planeta....-¿Quería ir? Sí, incluso a sabiendas de que podía estar yendo directa hacia su muerte.

Menudo susto me has dado, Hunter.

Dije con un tono ligeramente más gruñón de lo que esperaba. Extendí la chocolatina con cierta resignación para que la tomara, en cualquier caso había hecho un buen trabajo y me tranquilizaba ver que estaba bien. Moví mis dedos para mandar un mensaje mientras me fijaba en que Mamoru estaba en mucho mejor estado, aquello consiguió que incluso sonriera un poco.

Se llama Hunter. ¿Qué te dijo? Aún no tengo claro lo que sucede.

Dicho lo cual me inclino y muestro a Hunter en el móvil una localización.

¿Podrías llevarnos allí?

Ni siquiera se había parado a pensar que estaban en su habitación, no demasiado grande pero sí bastante austera. La cama estaba desecha pero era lo más grande del lugar, parecía bastante cómoda. Un pequeño escritorio con algunos libros abiertos y deberes de historia a medio hacer y una vela casi consumida. El armario estaba cerrado. Todo era madera oscura pero lo más llamativo era que parecía, precisamente, madera de verdad. También había un poster en una de las paredes con una idol de pelo negro y aspecto gótico que guiñaba a un seguidor invisible.

A Katherine:

Hunter localizado. ¿Sigues necesitando refuerzos? ¿O sólo que os lo mande?

¿Chocolatinas? ¿Los conejos comían chocolatinas? Entonces también podrían tomar leche, ¿no? Vaya que Hunter era quisquilloso. Bueno, daba igual. Mientras Notah hablaba con su conejo, Mamoru dio un rápido vistazo al lugar. Su mirada se detuvo en el póster de la idol. Mamoru sonrió de lado pero no dijo nada al respecto.

―No me dijo mucho más que a ti, supongo. Yo tampoco tengo claro lo que sucede. Solo sé que es algo relacionado con el Rey de la Tierra, como tu dijiste antes. Por cierto, él es Ñyankuro ―dijo, mirando al gato rechoncho y amargado―. Es amargado, pero es un buen tipo.

El gato regordete hizo un leve movimiento de cabeza, como dando a entender que ese sería su saludo. Hunter bajó sus orejas cuando Notah le reprendió y dijo - Lo siento, creí que lo mejor era reunirlos a ambos -.

Suspiró y cuando vio la dirección, le dijo - No sé leer las direcciones humanas, pero si me dices de qué lugar se trata, puedo localizarlo por su energía - mencionó con tranquilidad el conejito mientras el teléfono de Notah sonaba. Era el tono de un mensaje, al parecer.

No, gracias. Ya logramos llegar con Mariko. Estamos Edward, Hikari, Kasumi y yo. Deberías venir hacia acá.

Encantado, Ñyankuro.

Dije con un gesto amable. Todos teníamos caracteres complicados, cosas de ser una panda de adolescentes con almas milenarias, estaba claro que nada saldría bien desde el principio. Entonces me giré hacia Hunter y negué despacio.

No te preocupes, lo hiciste bien. Come y después tienes que llevarnos con Koichi, es el guardián del Rey de la Tierra. Nos está esperando.

Estiré las alas, no sabía si íbamos a un sitio con gente o no, así que tampoco iba a bajar la guardia. Miré a mi compañero dragón.

No sé más, lo siento. Siento... energías oscuras. No sé si tienen que ver o no.

Toqué con el índice el pendiente que estaba en mi cuello como indicando su utilidad.