Partida Rol por web

Allan seguía bastante herido, pero al parecer la poción realmente le había ayudado - Gracias. ¿Cómo obtuvieron las pociones? - preguntó más por curiosidad que por desconfianza o algo así.

Miró la reacción de Ilify y aunque se preparó para detener algún enfrentamiento innecesario, se dio cuenta que el dragón solo iba a tomar una poción por lo que él mismo guardó su lanza.

Poco después de que Dawn aceptara el ofrecimiento de Walker, el dragón de cabello gris se le acercó, puso una mano en su mentón y besó sus labios. Dawn lo miró con sorpresa y aunque intentó soltarse, el dragón no le permitió que se alejara, al menos no hasta sentir que había cumplido su cometido.

Todos, entre incómodos y sorprendidos, se movieron por el camino. Irisu tomó la delantera junto a Heracles y Onírica, Lightning aún podía permitir que Walker hiciera lo mismo por ella, pero el dragón parecía estar esperando su decisión. Después de estar viendo lo que pasaba.

Un poco más atrás se quedaron los dos dragones. Una vez Walker se separó de ella, la dragona pudo percibir que, en efecto se había recuperado por completo y junto a la poción, estaba en óptimas condiciones para luchar. Walker miró al conejo que lo acompañaba, el cual asintió mirando a Dawn.

- Le pudiste haber explicado lo que harías primero, ¿no crees? - mientras golpeaba el suelo con una de sus patas, abriendo un portal que les permitiría alcanzar a la comitiva.

Shishi seguía en el hombro de Walker mientras que Riko flotaba sobre la cabeza de Onírica con el cuerpo mirando al techo, los brazos debajo de su cabeza y suspirando mientras se quejaba por la persona a quien había tenido que acompañar.

- Walker no es más que un vulgar lolicon. Todo porque Shishi le dijo "Walker-sama". Pfff - y es que ella no intentaba ser discreta.

Mientras Shishi seguía quejándose, las luces de aquel lugar titilaron. Incluso aquellos fuegos fatuos fueron cayendo uno a uno al agua, extinguiéndose al contacto con esta. Las raíces del lugar parecían empezar a secarse con una rapidez que parecía un proceso de siglos acelerado a segundos. El nivel del agua empezó a bajar y mientras más titilaba la luz de aquel núcleo, más parecía marchitarse el lugar. Su energía vital parecía estar viajando a otra parte.

Por fin, tras estar simplemente caminando cerca de Dawn, el perezoso Ñyankuro habló - Algo o alguien está acabando con la vida en este lugar. Al ser una fuente artificial de magia, no puede crear algo de la nada, solo tomar lo que no le pertenece - y luego se infló como un balón para volar hasta la cabeza de su dragona y quedarse ahí. De esa manera, no tendría que caminar.

Sin darse cuenta, llegaron al portón que era su destino, mientras que las raíces empezaban a abrirles el paso. Sin duda alguna, los estaban esperando.

La visión que les encontró fue una cámara completa de lo que en otras circunstancias se asemejaría a un paisaje de ciencia ficción: esferas luminosas por todas partes, en su mayoría de un brillo ambarino, mientras que las paredes eran compuestas por raíces entrelazadas y enormes troncos que componían las columnas principales. Todo lo que era ese lugar podría ser considerado una obra de arte, si no fuera porque dentro de esas esferas habían figuras humanas.

Se acercaron un poco más y las figuras se aclararon. No eran más que sus compañeros caídos: Nereida, Ephorus, Crythra, Storm Angel... Había dos capullos abiertos y vacíos que ya no brillaban, además que aunque intentaron buscarla, Mariko no estaba en ninguno de ellos.

- Bienvenidos - la voz de Heleth que estaba con la mano levantada hacia el árbol sonaba cantarina, confiada, tal vez demasiado -. He preparado unas cuantas sorpresas para su llegada - y cerró el puño. Los capullos brillaron otra vez y entonces tres capullos diferentes al resto brillaron con intensidad solo un momento: dos de color verde y uno de color azul. En los dos de color verde estaban Ruka, la cantante de los Red Stones, y Masaru Okasaki. Ruka se veía traslúcida, como si su presencia no fuera corpórea, aunque comprendieron pronto el porqué de esto. En el capullo de color azul estaba el cuerpo de Scarlet Bat. ¿Cómo era posible que Ruka y Scarlet estuvieran separadas?

Unos gritos de agonía y sufrimiento llamaron su atención. Un poco más abajo estaba una prisionera que podrían reconocer con facilidad… Como si sus cadenas se hubieran volteado en su contra, Mariko estaba sujeta allí de sus manos y piernas. Ella era quien gritaba mientras la marca de obediencia se dibujaba en su mano derecha. Luchaba con todas sus fuerzas por librarse de sus ataduras, pero no parecía lograrlo. Sus gritos se combinaban con gruñidos guturales de tanto en tanto; Heleth se giró hacia ella - ¿Qué tal mi nueva mascota? Se resiste bastante. Tanto que está absorbiendo toda la energía de este lugar -.

Las raíces alrededor de donde estaban empezaban a secarse. Algunos tal vez intentarían acercarse, pero alguien saltó justo frente a donde estaba Mariko obstaculizando el paso. Era una guerrera rubia que portaba la marca de obediencia en su mano derecha igualmente, pero cuyo porte y elegancia podría resultar familiar a más de uno.

- Ni siquiera lo intenten - resonó una voz familiar en el lugar. Aquella mirada fiera y determinada daba a entender que no permitiría que se acercaran a Mariko.

Era como cuando escuchabas a Umhti pedir ayuda. Los gruñidos y aullidos de Mariko no eran más que un grito de ayuda. Podías sentir su agonía y sufrimiento. Ella estaba rogando porque se detuviera aquello que le estaban haciendo.

Scarlet.

Si bien Dawn comenzaba a desinflarse, escuchar lo que Onírica dijo lo hizo más. La miró por un momento, clavando su mirada en el suelo poco después. Era imposible saber qué era lo que pasaba por la cabeza de la dragona en esos precisos momentos.

Sin embargo, no tuvo demasiado tiempo para ensimismamientos. Antes de darse cuenta, su rostro se levantó gracias a Walker y sintió los labios de este en contacto con los suyos. Sus ojos se abrieron de golpe, y sintió cómo la sangre subía a su cabeza. Un acto reflejo fue poner sus manos sobre el abdomen de su compañero dragón y empujarlo con todas sus fuerzas para apartarse, pero Walker no lo permitió, cosa que solo puso en un serio aprieto a una Dawn que no sabía muy bien qué hacer.

En el momento en que por fin la liberó, Dawn terminó por empujar al chico, dando un gran salto hacia atrás. Se limpió la boca con un brazo y, aún desconcertada, miró al dragón con creciente enojo.

—¿¡Qué coño te pasa!? —su corazón latía rápidamente, pero era porque se veía aún agitada por lo repentino de todo. Escuchó lo dicho por el conejo de Walker, y lo miró tanto a él como a su dueño igual de iracunda— ¡Todavía sigo siendo Mamoru! ¿Se te olvida o qué?

Si bien sentía sus energías totalmente reestablecidas, lo confundió con la furia... y vergüenza que sentía. Aunque bien era cierto que estaba bastante lejos de lanzarse a darle un puñetazo a Walker, se sentía algo perdida. Lo que Riko dijo solo reforzó la teoría de Dawn: Walker era un pervertido perdido.

—¿¡Qu-qué le hiciste a ella!? ¡Así que es eso, eres un pervertido! —Dawn escupió hacia el suelo y lo volvió a mirar, ruborizada. Sin quererlo, estaba actuando de forma bastante femenina. Sin embargo, no tendría mucho más tiempo para que esa escena se desarrollara. Algo empezaba a cambiar en el lugar, y Dawn volvía a pisar tierra. Lo de Walker automáticamente pasó a segundo plano. Apretó los puños y suspiró, dándole una última mirada al dragón. Ya daba igual todo.

Escuchó lo dicho por Ñyankuro mientras sentía el peso del perezoso gato en su cabeza. Una vez todos avanzaron, lo hizo junto a ellos... volviendo al estado en el que estaba antes de que Walker la besase.

Apenas pasaron por el portón, aquel lugar hermosamente macabro se les rebeló. La mirada de Dawn se afiló al instante al ver quiénes estaban dentro de aquellas esferas, pero mucho más cuando escuchó la voz de Heleth. Odiaba a esa mujer, la odiaba profundamente. Pero su odio se esfumó por un momento cuando las otras dos esferas se encendieron, desvelando a Scarlet y... —¿Ruka? —los puños de Dawn se destensaron de golpe, sin creer lo que sus ojos estaban viendo. Ruka... Masaru... Scarlet... Los gritos de agonía la distrajeron un momento de eso.

¿Qué les haces?

Los puños de Dawn se apretaron con fuerza una vez más. Mariko estaba luchando para no ceder. Masaru, Ruka... La aparición de Calíope ni siquiera la sorprendió. Aunque sí lo hizo... algo en específico. Volvió a mirar las esferas una y otra vez, cerciorándose por fin de que ella no estaba.

—¿¡Qué hiciste con Katherine!? —gritó a Heleth, mordiendo esas palabras. Sus puños se apretaron más. La odiaba. La odiaba mucho— Te mataré. Te arrancaré la cabeza —¿era eso siquiera posible? Probablemente no. Sin embargo, Dawn estaba dispuesta a llegar a las últimas consecuencias... o eso creía. Espérame un poco más, Ruka.

No nos sobra el tiempo.

Respondí a Hunter, aunque la verdad que no lo había ni pensado, en realidad era la primera vez que lo intentaba y no estaba seguro de que fuese a funcionar.

Mi mirada hacia mi compañera tras transmitirle mi energía, mientras me esforzaba en recuperar lo donado, fue de cierto desconcierto. Si bien su reacción se hubiese podido tildar de adorable en otras circunstancias, al menos consiguió que sonriera. Seguía siendo ella misma pese a todo, y aquello era algo bueno.

Ha sido mi primer beso en esta encarnación -empezó a explicar- si quieres verlo así.

Aunque claro, Riko intervino y mi mirada hacia ella fue casi divertida. Desde luego llevaba la travesura en la sangre. Pero volví a mirar a Cursed en cualquier caso para seguir hablando.

Mi compañero, hermano de armas, protector del Dragón, necesitaba mi energía para un enfrentamiento a vida o muerte. Sí, aún con el aspecto de Mamoru te hubiese besado si así sobrevivías. Así que hazme el favor y no mueras.

El tono era bastante serio, quizá incluso altivo pese a las palabras, y sin dar opción a seguir con las réplicas crucé el portal que nos había preparado Hunter. Quizá yo podría alzar al grupo con varios golpes de ala, pero dudaba que fuese el caso de Cursed, así que nos reunimos con nuestros compañeros.

Y claro, como era de esperar, Heleth había preparado una escenografía. A aquella chica le encantaba ser el centro de atención y la verdad era que no se le daba nada mal. Por un lado la separación de Scarlet, por el contrario la lucha contra la marca. Era una especie de "Elije tu mayor temor, besis de muerte". Apreté los labios y gruñí por lo bajo, no me gustaba aquella situación. 

Se te ven las bragas.

Dije, era más una observación que otra cosa y, quizá, con aquello bajaría medio segundo la guardia. Mi primer impulso fue lanzarme a por Heleth, pensando que que muerto el titiritero, caerían los títeres, pero recordé algo que se dijo.

Si nos centramos en Heleth, ella puede volver en los marcados.

No estaba muy seguro de ello, pero sí lo bastante como para no querer jugármela. Volé rápido, a la máxima velocidad que me permitían mis alas, con la intención de atacar a las cadenas y liberar a Mariko, en mi mano brillaba la espada de mi hermana, sentía su fuerza conmigo. Esperaba que su fuerza de voluntad y el temprano estado del marcado le permitiera recuperar el control, aunque se desmayase en el proceso.

Lleno de ira pero cansado de fracasar, su primer instinto fue el de disparar su helada Situación contra Heleth, visto que Katherine no estaba entre los prisioneros no veía en ellos una prioridad, pero su dolida conciencia no hablaba con él solo como Ilify, algo turbio en su mente hacía que ahora también escuchará a Katherine... Y esta conciencia le decía que ayudara a todos... Al dragón ya le importaba poco el mundo, pero jamás mancillaría el recuerdo de su amada.

Casi como si se tratara de un autómata salió disparado detrás de Walker con la intención de desgarrar cualquier ataque en su contra. No pensaba, si lo hacía no haría lo correcto, se dejaría llevar por su opaco corazón que ya no tenía fuerzas para mostrarse diplomático.

Me quedé muy sorprendida al ver el método que usaba Walker para restaurar la energía. Algo colorada, me quedé dubitativa y al final no reaccioné lo suficientemente rápido. Lo cierto era que lo principal debía ser derrotar a Heleth y dejar todo lo demás de lado, un beso no debería suponer nada si no tenía más significado que la mera restauración de la energía... pero aún así miré de manera furtiva a Allan y, aún sonrojada, decidí que podía esperar un poco. Aún me quedaba algo de energía y siempre podía pedir un favor de última hora.

Al alcanzar al resto, de pronto, aquel lugar que parecía un paraíso comenzó a marchitarse como si se quedara sin energía. Alarmada, me preparé para lo que nos pudiera aguardar tras los portones. Estaba lista para casi cualquier cosa, pero nada me hubiera preparado para la escena que nos esperaba. Las figuras de mis amigos dentro de las esferas luminosas me sobrecogieron, busqué entre ellos, pero no encontré ni a Katherine ni a Mariko. Sin embargo, no tuve que buscar muy lejos para ver a la guardiana, o más bien, oírla gritar. Apreté los dientes muy fuerte y los nudillos se me pusieron blancos de lo fuerte que sostenía la hoz. Un abrasante torrente de ira me inundó al ver el sufrimiento al que la estaban sometiendo. No era suficiente con que hubiera herido a mis amigos, controlado a nuestros aliados y haberme hecho casi perder al amor de mi vida de nuevo, sino que ahora se atrevía a ponerle las manos encima a Mariko. 

- Maldita... - gruñí entre dientes fulminando con la mirada a Heleth - ¡quita tus sucias manos de mi guardiana! - mi furiosa mirada fue entonces a Caliope, quien se interponía en nuestro camino. Me dolía ver a compañera guerrera en esa situación - yo me ocuparé de Caliope, vosotros id a rescatar a Mariko y los demás, y encontrad a Katherine. Espero que no la haya sometido.

Y sin previo aviso, me lancé contra Caliope.

El corazón de Anyx aceleró al saber que su idea había sido aprobada, sonriendo con complacencia gratificante mientras reflexionaba a quiénes podría convencer para que se unieran a su causa. Algunos serían bastante tercos y tontos por no comprender la magnificencia de Heleth, creyendo estar bajo un ideal correcto pero que era vano. La Reina de Cristal y la Sacerdotisa Dragón ya no estaban con ellos, y el Rey Alioth mandó a su suerte a sus súbditos. ¿Qué clase de líderes eran? Ni podían compararse con su ama, quien estaba a su lado. Tembló de emoción, dejando pensamientos a un lado para buscar dónde esconderse y prepararse.

Encontró un buen lugar, unas raíces que la abrazaban. Al llegar se arrodilló y se apoyó con una mano sobre aquella estructura, sintiendo un calosfrío al pensar que todo eso lo llevó a cabo Heleth. La ojirojiza no podía explicar tal dicha, pero eso le daría las fuerzas para atacar a quienes consideró sus amigos y así permitir que su hermano volviese. Los vio llegar, perdiendo la sonrisa al ver a Ilify y sentir su sangre hervir, ese bastardo hipócrita que había abandonado a toda su familia sin verse arrepentido, primero a Hécate en aquella cueva, luego a ella ignorando el amor que le profesó y luego a su hermano que murió frente a sus ojos. Ilify no había sido más que una desgracia para sí misma, por lo que tuvo que contenerse para no atacarlo. 

Cuando escuchó a Cursed Dawn gritar y la amenaza a su ama, se enojó... pero luego reflexionó que la oscuridad se albergaba en el corazón de la draconiana y se percató que sería buen objetivo para corromperla, pero entonces los demás parecieron ponerse dispuestos a la batalla. Ella llevó su mano a su dije e invocó su arco y flecha... los cuales lucían diferentes a cuando era andeliviana.

Apenas quiso apuntar a Walker cuando éste voló a gran velocidad. Su tiempo de reacción no dio para él, pero confió en su amiga y sus ojos afilados se prepararon para otros objetivos, colocando dos flechas para tratar de acaparar a casi todos para que no lograran moverse. Notó que su percepción y agilidad habían mejorado considerablemente y se sintió satisfecha por ello.

"Por usted, Heleth-sama", pensó, disparando sin duda alguna hacia quienes hace semanas atrás había compartido risas y abrazos... y quienes también la abandonado. Eso sí, no apuntó en ningún momento a Cursed Dawn, pues para ella tenía otros planes.

Onírica vio a Mariko preocupada y aunque su primer impulso fue ir a por ella, sabía que aquello no sería la mejor de las ideas, más cuando vio que varios de sus aliados parecían ir a por quien les impedía llegar a Mariko. La pregunta era: ¿sería tan fácil? Heleth siempre había sido astuta, así que asumir que sería así no más...

Por eso decidió prepararse. Onírica empezó a entonar una hermosa melodía mientras su poder se manifestaba alrededor y un enorme círculo mágico aparecía en sus pies, al igual que frente a ella. Este brilló con intensidad mientras un campo de fuerza cubría a la einar.

Riko bostezó cuando escuchó a Dawn gritar – Hmp. Lolicon – y seguía desinteresada, aunque se hizo al lado de Onírica mientras esta parecía concentrada. De repente, tanto Shishi como Riko se pusieron delante de sus protegidos y su tamaño empezó a aumentar a gran velocidas hasta llegar al tamaño de una adolescente cualquiera.

Mientras tanto, la contienda era inminente. Heracles, con un movimiento brusco y haciendo una de sus poses de fisicoculturista, hizo que sus guanteletes aparecieran y se volcó hacia el suelo con todas sus fuerzas para golpearlo. Si bien parecía que el suelo a su alrededor se movería, no parecía que sería tan sencillo. El hermoso einar chasqueó la lengua fastidiado. No sería nada fácil. Mirari observó los capullos, los contó y torció el gesto molesta. No se movió, pero se dedicó a observar sus alrededores, al menos por el momento.

Mientras tanto, los gritos de Mariko no hacían sino intensificarse. La mano de Heleth no parecía bajarse mientras le apuntaba a Umhti. Ante las amenazas de Lightning, solo se rió - ¿De verdad crees que será tan sencillo? – rió.

Walker extiende sus alas y con un impulso, se dispone a llegar con Mariko, pero la rubia se interpone desviando su arma con una patada a gran velocidad. No daña a Walker, pero no le impide llegar a su destino. A continuación, prepara un puñetazo que el dragón logra leer con rapidez y se impulsa con sus alas nuevamente para salir de trayectoria.

Lightning, tal y como lo anunció, se lanza hacia la que llama Calíope, pero la rubia la mira con enojo, y tal vez es ese mismo enojo el que le impide defenderse. La hoz se clava en su hombro, haciéndole una fea cortada - ¡Ahora soy Hécate! – y la retira con violencia para seguirse interponiendo entre Mariko y los demás.

La sangre de Hécate cae al suelo de la estancia y las ramas del enorme árbol que la compone empiezan a moverse, a cambiar de lugar. Llegan hasta las gotas de sangre y empiezan a absorberla sedientas, deseosas… Como si esto lastimara a Mariko, la guardiana gritó con más fuerza y, de la nada, ocho círculos mágicos aparecieron en el suelo entre Hécate y quienes querían hacerle frente a esta. De estos, potentes llamas amorfas surgen formando lo que parecían canes, aunque viéndolos mejor, eran zorros. Zorros de piel negra como la noche, pero cuyas llamas rojizas les daban su forma. Rugían contestando a los rugidos de su ama, listos para dar su vida por ella.

Aunque no son las únicas bestias que harían su aparición pronto, pues la invocación de Onírica llegaba a su fin. Riko miraba interesada lo que se estaba manifestando mientras aquel enorme poder tomaba forma mientras la suave melodía de Onírica seguía sonando. De aquel círculo se vio primero surgir una cornamenta, luego un largo cuello, unas enormes alas, su cuerpo y garras por último. La canción de Onírica era en un idioma que tal vez les era desconocido, pero el nombre de esa bestia resonaba con seguridad en sus corazones: Nohr. Un guardián de Sonoe, tal vez como lo eran Mariko o Quetkueni.

Onírica seguía en completo trance y la criatura la protegería de todo ataque.

Walker retomó su ataque hacia las cadenas de Mariko, pero uno de los zorros infernales recibió el ataque en su lugar, siendo cortado a la mitad por la poderosa espada de Walker.

Hécate, enojada, ataca a Walker quien logra ver el ataque una vez más, pero este estuvo demasiado cerca. Se cubrió el pecho para no sentir el golpe, pero sí que pudo sentir la fuerte quemadura en su piel de lo que habría pasado si no lo hubiera logrado. Shishi estaba lista para dar su vida por su amo pero al ver que no fue dañado, se mantuvo allí para cuando se le necesitara de verdad. Lightning vuelve a ir hacia la otra rubia con su hoz, pero esta vez es a ella a quien se le interpone uno de los zorros, recibiendo el impacto de la hoz y tras un aullido, desaparecer en la nada. Mirari, al ver que no parecía estar resultando el atacar directamente, decidió que lo mejor era acabar primero con los sirvientes – Algo no encaja – y atravesó con la misma ferocidad de siempre a otro sirviente. Aprovechando la distracción de Walker y Shishi, Hécate se lanza hacia el dragón, pero Ilify estaba listo para atacarla. Con esas garras que brillaban con intensidad, logró cortar su pecho, aunque la antes andeliviana ni siquiera parpadeó. Se dispuso a pegar un puñetazo a Ilify, quien a su vez la atacaba, llevándolos a forcejear. Un gruñido de Hécate y la fuerza del dragón no fue suficiente para frenar el ataque que él mismo se había volcado hacia él. Hécate hizo una voltereta con sus brazos y aprovechando que el agarre del dragón se debilitó, le pegó una potente patada en el estómago, mandándolo a volar lejos e impactar contra un tronco de las paredes. El tronco ligeramente marchito se resquebrajó, clavando una que otra astilla en la piel del dragón.

Hécate no sería la única que aprovecharía las distracciones, ya que Lightning se acercaría a toda velocidad a la rubia para atacarla con toda su fuerza. Se movió a tal velocidad que le hizo honor a su nombre. Rugió con fuerza y cuando Hécate la vio, se dio cuenta que era tarde. Ese sería un ataque que no podría evitar. Heleth rió otra vez e hizo un extraño gesto hacia el árbol. Mariko rugió con tanta fuerza que cualquiera que estuviera cerca podría haber sentido la poderosa onda expansiva que generaba. Aquellos cercanos se vieron arrastrados hacia atrás un par de metros, excepto Calíope. La tenacidad de Lightning le permitió seguir su ataque, mas la potencia inicial había disminuido un poco. Si bien logró llegar con Hécate, no fue el ataque tan letal que pudo haber sido. Enterró la hoz en su abdomen, haciendo que la rubia escupiera sangre, pero seguía en pie y tan amenazante como siempre sonrió.

Se escucha un extraño ruido que corta el viento y de la nada, dos flechas caen en dirección a Ilify y Lightning. La rubia, concentrada en la que antes era su amiga, no ve la flecha venir, pero Allan sí. Por eso se interpone entre ella y la flecha. En el último momento, esas flechas se transformaron en redes. Ni Allan ni Ilify pudieron evitarlas, siendo atrapados por ellos. Ese mismo sonido se escuchó dos veces más, pero esta vez las flechas iban en dirección a Mirari y Heracles, quienes pudieron lograron en el último momento evitarlas con un ágil movimiento acrobático. Mirari miró al cielo - ¡Lo sabía! -. Las últimas dos flechas iban en dirección a Onírica y Allan. El rubio, ya apresado, no pudo hacer mucho aunque intentó moverse y recibió la flecha para quedar inmóvil en el suelo. Nohr de un coletazo atrapó la red y la lanzó contra una pared.

Mientras tanto, Heleth se giró para mirar a Dawn con una sonrisa - ¿Que qué le hice? La liberé de su miseria, curé su dolor. Estaba devastada. Primero es abandonada a su suerte por su novio, luego su hermano muere… Yo le devolví la esperanza. Juntas traeremos a su hermano de vuelta, al igual que podríamos hacer por ti. ¿Acaso no era eso lo que siempre quisiste? ¿Poder separar a Ruka de Scarlet Bat? Sería fácil darle un cuerpo nuevo. Su alma es libre y podrías tenerla a tu lado para siempre, libre de Scarlet. Nadie más tendría que morir por ello – y sus ojos no se quitaron de Dawn en ningún momento.

Las palabras de Heleth resonaban con tanta fuerza que, sin importar el ruido de todo a tu alrededor, podías escucharlas con claridad hablándole a tu alma. Estabas seguro, ella miraba en tu corazón y conocía tus deseos.

Ruka...

Como si de una invocación se tratara, viste su delicada figura y brillante sonrisa aparecer frente a ti - Mamo-kun - y te abrazó para luego besarte con su ternura habitual.

- Ven conmigo, Mamo-kun. Estaremos juntos siempre - y con los brazos aún rodeando su cuello, te miraba llena de esperanza, tal y como ese día antes del concierto en que tan bien se le veía. Tan bien como cuando aún no tenías tus recuerdos. La felicidad que te embargaba era tal que por un momento olvidaste tus alrededores. Todo era luz y paz a su lado. Si ibas con ella... Serías feliz.

Su alma es libre y podrías tenerla a tu lado para siempre, libre de Scarlet. Nadie más tendría que morir por ello.

Nadie más tendría que morir...

Nadie más...

Nadie más...

Algo te decía que era suficiente con querer ir con Ruka, pero ¿era lo correcto?

La acción había iniciado. El enemigo parecía estar en una ventaja superior que no impidió que continuara examinando lo que sucedía en el campo de batalla a través de sus ojos rojos brillantes y ansiosos de venganza. Oculta, se mantuvo en esa posición sin salir a pesar del daño que recibía Calíope y los gritos de Mariko, tampoco con la invocación de Onírica, lo que sucedía con Ilify y Lightning ni la velocidad que aún presumía Walker; lo que sí la hizo saltar un poco fue el grito de Mirari, pero lejos de najar la guardia simplemente supo que la presidenta estudiantil siempre había sido más lista de lo que aparentaba. Era un peligro y lo haría saber cuando...

Oh, Heleth le contestó a Dawn. Inmediatamente se levantó y comenzó a caminar hacia el centro de batalla, revelando la identidad de quién era la que disparó esas flechas que atrapó a unos cuantos. 

Lo que llamaba la atención de ella eran unos cuernos que se acomodaban sobre su cabeza y esas líneas en su mejilla izquierda, con esos ojos ojos que veían con total autosuficiencia a Dawn. Caminaba con confianza mientras una especie de vestido reflejaba su cuerpo atractivo y de igual manera sus facciones poseían una belleza sobrenatural. ¿Cómo saber que ella era quien disparó esas flechas? Fácil, su arco que sujetaba con su mano derecha junto a su carcaj la delataba.

Sus ojos rojos se desviaron por un momento a Mirari sin sonreírle, solo le hizo ver que sabía que ella estaba ahí. Y así siguió caminando hasta llegar al lado de Dawn y la abrazó, suspiró y comenzó a acariciar su cabello.

-Ella tiene razón, Dawn. Me encontraba perdida, derrotada; no quería vivir y caí en la desesperación por lo que me habían hecho... pero... Heleth-sama me dio la esperanza de volver a ver a mi hermano y lo está cumpliendo, yo misma lo vi. Si te unes conmigo... a ella, tendrás a Ruka otra vez-se alejó un poco y le vio... tal y como lo haría Katherine a Mamoru, con esa especie de gentileza que rebosaba de oscuridad-. No quiero perder mi amistad contigo.

A pesar de que le hablaba de esa manera tal dulce y afable, aprovechó para disparar de nuevo a Mirari y Heracles para atraparlos y detrás de esas dos flechas otros dos que se dirigían a increíble velocidad hacia ellos. No permitiría que llegasen a Heleth, no ahora.

El odio que Dawn sentía por Heleth la estaba quemando por dentro. Sentía que ni siquiera podía controlarlo. Y sin embargo, a diferencia de todos los demás, ella había sido la única que no se había lanzado al ataque. ¿Por qué? Mariko estaba sufriendo, Ruka estaba cautiva... Katherine no se veía. ¿Por qué a pesar de todo su odio no se lanzaba hacia Heleth? Era simple: Dawn le tenía miedo. Quizá era más acertado decir que tenía miedo de morir. Por mucho que sus compañeros estuviesen luchando, Dawn no podía mover un músculo aunque quisiera. Su miedo era mucho mayor que su odio.

Poco tardó Dawn en darse cuenta que, mientras los demás derramaban su sangre luchando, ella se hundía en un espacio en donde solo escuchaba la voz de Heleth. Solo la de ella. Los gritos... Nada importó. Alguien aparecía. ¿Quién era esa persona? Ese arco... ¿Katherine? ¿Era ella? Dawn no tuvo tiempo para sorprenderse. Antes de darse cuenta, sus puños se estaban destensando... y su mirada se centraba en Heleth. Solo en ella. Sus pupilas se contrajeron al encontrarse con las de la genio malvada... y sus palabras aceleraron su corazón. La furia en su expresión se deshizo por completo. Y su mirada poco después se desenfocó. En ese momento, cualquiera que mirase a Dawn sabría que estaba completamente ausente.

...

—Ru... ka...

Después de murmurar el nombre de la pelirosa, la dragona cerró los ojos por un momento, ojos que comenzaban a humedecerse. Sus brazos cayeron a los lados, completamente destensados, y su cabeza miró un poco hacia arriba. Parecía un títere. Las lágrimas comenzaron a correr por el rostro neutro de la dragona. 

—Estás bien, Ruka... 

Con voz temblorosa, la dragona llevó una mano hacia el aire, acariciando la nada.

—No me dejes de nuevo. Llévame...

Nada más importaba. Sea cual fuese el trance en el que estaba metida Dawn, ningún estimulo externo conseguía sacarla de allí. Para ojos de tercero, la dragona simplemente estaba parada en medio de todo sin voluntad de luchar, hablándole simplemente al aire. A la única voz que reaccionó fue a la de Anyx una vez llegó a su lado. La dragona dejó caer la cabeza hacia un lado, mirando a la chica aún con la mirada desenfocada. Tan... hermosa. Se vio agitada por su abrazo y sintió las caricias en su cabello. Dejó caer su peso sobre ella. Estaba a su merced. La vio alejarse un poco después... y miró hacia la nada frente a ella una vez más.

—Katherine nunca me mentiría... Ruka... no quiero sentir más esto. Quiero que todo acabe —su mano se abrió, extendiéndose hacia adelante—. Sácame de esto. Sáquenme. Ruka... Katherine... Heleth... -sama —la dragona cerró los ojos. 

Perdón.

Intentar golpear las cadenas claramente no servía de nada. Escuchaba a otros pelear detrás mía, incluso por un momento me giré para ver una nueva invocación luchar de nuestro lado y una nueva enemiga. Pero no tenía tiempo que perder ni atención que prestar, tenía una nueva idea, una resolución. Una locura.

Cogí las cadenas con mis manos. Yo sabía que no era tan fuerte como Heracles, pero no me importaba, tenía que hacer algo por liberarla, algo que ningún enemigo pudiera evitar sacrificándose en el proceso. Y volé en dirección contraria con todas mis fuerzas, mi propósito sólo era uno: arrancar las cadenas. A lo bruto.

No lo conseguí, por mucho que tiré.

¡Heracles!

Grité, pidiendo su ayuda. No lo conocía mucho, pero parecía un buen muchacho y me daba igual sentir que necesitaba a otros, lo importante era liberar a nuestra amiga y, además, una de las grandes bazas de poder en esta pelea.

Me preparé para evitar posibles ataques que pudieran lanzarme nuestros enemigos, aunque escuché las palabras de Cursed, entre toda la batalla, y se me heló la sangre, me giré incrédulo. ¿Acaso el último dragón que juró defender el orbe dragón y la sacerdotisa sería precisamente el dragón traidor? ¿Era mi destino enfrentarme a mis hermanos en todas mis malditas reencarnaciones?

¡Cursed! ¡Prometimos hacerlo juntos!

Traté de recordarle en un grito, con la vana esperanza de que funcionase.

Una red, claro... Maldita sea, no podían fastidiar mejor al pobre dragón, aunque la mayoría de su ímpetu ya vacilaba por diversos motivos que le enredaran entre cuerdas no le ayudaba. Su paciencia ya al límite gritaba algo inaudible para todos... Que se detenga todo de una vez, y solo se mostrara un poco de calma.

Mantuve la calma ante las palabras de Heleth, no podía dejar que las emociones me llevaran. Había mucho en juego como para perder la concentración por algo así. Mientras me encaraba con mi antigua compañera echaba furtivas miradas a mis aliados. No iba a ser fácil rescatar a Mariko ni a los demás prisioneros. 

- No te queda bien ese nombre - dije simplemente en contestación a las palabras de la rubia sin dejar de atacar.

Di un pequeño respingo al ver las ramas de árbol absorber la sangre derrabada. No era más que una sanguijuela con apariencia de árbol. Sin embargo, lo que esto provocó fue lo que más me sorprendió. Tal vez me equivocara, pero parecía que Umthi aprovechaba cada gota de energía de sus "seguidores", ya fuera para luchar como para general nuevas ramas o nuevos secuaces. Si hubiera alguna forma de cortar esa fuente de energía... los gritos de la guardiana suprema estaban llevando mi autocontrol al límite. Ansiaba ir a ayudarla, pero Hécate seguía interponiéndose en nuestro camino.

Miré los zorros de fuego, aquello sin duda era parte de la magia de Mariko. Por suerte, por nuestra parte también había nuevas invocaciones. Impresionada, vi como Onírica invocaba un dragón. Aquello renovó mis ánimos para combatir. Hécate era una adversaria fuerte, tal como había sido en su época de guerrera. Sabía que no podía menospreciar sus habilidades, pues de hecho, me parecía que era incluso más fuerte que antes, más con la ayuda de los zorros. Tras atacarla cuando estaba distraída con Ilify, no me di cuenta de que una flecha me iba a alcanzar hasta que Allan me apartó. Con un grito silencioso, vi como este caía al suelo en una maraña de redes dirigido a mi.

Si eso no fuera suficiente, quien había lanzado las flechas era... ¿Katherine? No podía ser. Como si hubiera recibido un puñal en el corazón, vi a mi amiga convertida en una sierva de Heleth. Y no sólo eso, Dawn se estaba dejando llevar por sus palabras. ¿Acaso íbamos a ir perdiendo a todos nuestros amigos uno a uno hasta ser todos consumidos por Umthi y Heleth? Pues si teníamos que caer lo haría luchando hasta el final.

Miré mi mano un momento. Mi habilidad no era tan fuerte como antaño, pero debía intentarlo. Me volví hacia Allan, lo primero era protegerlo. Después, me giré hacia Hécate y concentré mi energía en ella.

- Puedes hacerte llamar como quieras, pero siempre seguirás siendo Caliope - le dije con una leve sonrisa.