Partida Rol por web

No es normal que un ciudadano, soldado o nobel de Taris preste su ayuda a un alienigena, menos aun a uno bestido de sith, por lo que cabe esperar que su bando sea el mismo que el nuestro, o almenos uno no hastil a nuestra presencia. No lo pienso dos veces a pesar de que no hubiera estado de mas, el tiempo y el lugar juegan en nuestra contra.

-Si puede conducirnos a un lugar mas tranquilo podremos dar las explicaciones necesarias,  me temo que los sith veran nuestra presencia aun mas hostil que los propios ciudadanos de Taris.

A pesar de la situación intento sonar minimamente relajada, alterarse mas solo nublaría nuestro jucio, las emociones solo impedirían escuchar el consejo de la fuerza.

Mi mirada sin embargo insta a la mas absoluta prisa, clavando mis ojos en los de aquel hombre.

Un Bothan con un traje de oficial Sith. Niego con la cabeza, pasándo de largo de su capsula para poder hasta la otra, quizá los Sith tuvieran en sus filas a algún alienígena, ¿pero con el rango de oficial?, no lo creo, sobretodo los usarían como infantería, carne de cañón para usar en algún planeta fronterizo, seguramente eran prisioneros que habían escapado, y eso, a esas alturas del bloqueo y con la Espiral Endar destruida, era prácticamente un milagro. Almenos parecen más enteros que yo cuando "aterricé" en Taris.

Me llevo la mano a la cabeza, como recordando un mal golpe, y alzo la vista para observar a la Twi'lek que salía a duras penas y cojeando de su capsula. ¡Genial! Una Jedi, seguro que puede contactar con Bastila. Ya no tenía sentido esconder las armas, no si ibamos a hacer de escolta de un tío peludo y una chica con colas en la cabeza. Por fin un poco de acción. Dejo caer la sábana que llevo enrollada bajo el brazo, y con gran maestría enfundo mi espada y dejo el fusil blaster colgándo a mi espalda. Espero que alguno de los que ayudamos nos pague algo, soy un mercenario y estoy ayudando a todo el mundo de forma altruista, no creo que eso le guste mucho a mis compañeros del gremio. Sonrío mirando a la Twi'lek, y le tiendo la mano amigablemente.

-Deja que te ayude, parece que no has tenido un buen viaje.-La miro de arriba abajo con total descaro, intentando adivinar bajo esa fea túnica su cuerpo, como el de esas bailarinas Twi'lek que son tan comunes en las cantinas.

El Bothan y la Twi'lek lo tendrían más difícil que nosotros, no es que la gente de aquí tuviera mucho aprecio por... como lo llamaban... ¿escoria alienígena?.

-Claro, claro, a un sitio tranquilo, a donde señorita, ¿unas vacaciones en Theed?-Río socarronamente, y niego con la cabeza. Un sitio tranquilo... es graciosa. Me giro para mirar al héroe republicano.-¿Lo has oido Onasi? ¡Nos vamos la ciudad baja!

Moteros swoop, furcias y tragos baratos en alguna cantina de mala muerte, y además sin guardias Sith pululando como moscas sobre la mierda. Ala, en marcha, seguro que lo pasamos bien.

   Tiendo la mano al Bothan y cuando este hace lo mismo estrecho su brazo con fuerza para sacarlo de allí, no es pesado, es uno de los Bothans más altos que he visto pero es ligero como una pluma, a decir verdad, no me extraña que tengan buena fama en trabajo de infiltración. Uno puede pensar en porqué se suele confiar en los Bothan si esa fama los precede, y es que no he conocido nunca un Bothan inutil, quiero decir, siempre tienen algo que aportar, normalmente exactamente lo que necesitas. Que vista de Sith me da confianza más que quitarmela, si quisiese integrarse en nuestro grupo habría accedido de otra forma. Puede que sólo sea una simple coincidencia, de todos modos...tendré que repartir la vigilancia entre estros dos y Doe..

  Sus ojos los recorrieron analizandolo, pero sin que sus acciones titubearan, tiró de él con cuidado pero con la confianza de un salvador.

 - No tiene que agradecerme. - dijo con un tono que pretendía ser amable, pero sonó algo hosco. Aquel alienigena se preocupaba por las personas, por los resultados que podían haber tenido sus actos, no sólo en seres vivos, también en la estructura de la ciudad. Era loable o...sospechoso. Negué. Aquello empezaba a ser demasiado para mi. Una paranoia constante. Que John decidiese. Y Antes de que pudiese llegar a esta conclusión, lo hizo, aunque...

 - ¿Y Cómo pretendes llegar a la Ciudad Baja? - Miro a la jedi y no tengo más remedio que...- Bienvenida a Taris maestra jedi. Quizás puedas ayudarnos a aclarar nuestras dudas. - Un maestro jedi llovido del cielo, esto si que era una buena noticia. Seguro que sabe encontrar a Bastila. Mirando nuevamente a John mientras ayudaba al Bothan a salir por completo de la cápsula: - Me refiero a que...ni...ni siquiera sabemos por donde se accede. Y estará vigilado, no creo que pasen por alto a un grupo tan numeroso. Vamos, yo no lo haría. Es más probable que descubran a la jedi. - Miro a Twi´lek y sonrio de forma circunstancial- No se ofenda. - Y nos encarcelen a todos por trabajar para la República.

  Suspiré, la verdad es que el que mejor ideas había tenido había resultado ser Quell, y su idea ya no daba más de si, o se retiraban ya o no podrían decidir por si mismos.

 - Será mejor que nos vayamos de aquí primero, ya pensaremos en algo. - Meso la barbilla, ¿Cómo podriamos ocultar al Bothan? Nos traería problemas...

Quell esperaba que sacaran a los nuevos de las capsulas y que hiceran algo. El ya no podia hacer nada mas, y solo habia ganado unos breves segundos, consideraba que eran los que necesitaban, pero ahora ya no estaba seguro de que fuera a durar tanto.

Miraba hacia atras, la gente se removia y se movia de manera abrupta. Todo apuntaba a que les quedaba un segundo mas, porque en cuanto la sorpresa de que los nobles se acerquen a ellos pase, los Sith haran lo que deben hacer y eso no era bueno para ellos.

¿Y bueno?

El chico esperaba que se decantaran por algo, y que lo hicieran rapido. El podia intentar hacer muchas cosas, pero como era evidente, solo era un chaval.

Vaya, parece que el aterrizaje no fue tan fortuito como parece, quien iba a pensar que nada mas salir de la capsula nos encontrariamos con un republicano tan "famoso", toda una figura.

Miro a Carth Onasi mientras me coloco la capucha de la tunica cubriendo mis Lek, y parte de mi rostro, luego tapoco como bien puedo el resto de mi cuerpo, ignorando, almenos en apariencia los modales del, soldado, aunque me suena mas a mercenario, en cualquier caso es aliado mientras esté con Onasi.

-Mi nombre es Aladiah, padawan jedi del consejo de Dantooine, formo parte de un grupo que atracó en la nave de Malak en un intento de negociaciones, el resto de mis compañeros ha muerto, escapamos de la nave de una forma poco... ortodoxa. Él es Asyr We'ir, estaba infiltrado en la nave y nos ayudo al mi grupo y a mi, el resto pueden preguntarselo a él, pero sugiero que no aqui...

En lo que todos estubimos de acuerdo es en salir de ahi cuanto antes y ellos conocen la ciudad mejor que yo, lo mas que puedo hacer por el momento es intentar pasar desapercibida.

Mi tono es como siempre controlado y calmado, pero no carente de iniciativa...

-¿Padawan eh?-Giro la cabeza para mirar a Carth Onasi, sonriendo.-¿Eso en el ejército a que equivale? ¿El que limpia las letrinas?

Me carcajeo sonoramente, y clavo la mirada en la Twi'lek, ajustándo el cargador del fusil, listo para disparar.

-Encantado Aladina, yo soy John Doe, y aquel chavalote tan espabilado se llama Quell Brayard-Habrá que hacerle buena publicidad, a ver si hay suerte y se lo llevan para entrenarlo como jedi, así lo pierdo de vista.-Estoy buscando a Bastila, y como supongo que podrás ayudarme a encontrarla, ahora voy a ayudarte yo a tí.

Me giro, y coloco el fusil blaster sobre mi hombro, en una pose completamente épica. Solo me falta el puro, joder. Miro a Onasi, él jodido héroe repúblicano no necesita presentación, ¿no?.

-¿Que como vamos a llegar a la Ciudad Baja? Pues improvisando.

Paso junto a él y le doy un puñetazo amistoso en el hombro. ¡Allá vamos! Estoy hasta los cojones del rollo que se tienen en la Ciudad Alta, cuanto antes nos vayamos, mejor.

-¡En marcha!

El chico estaba alucinando. Ya los habian sacado de las capsulas, y aquello parecia la boda de un Senador Galactico. Que si presentaciones, que si chachara. Pero a que demonios estaban jugando. No se lo podia creer.

Y para colmo el cabeza de buque del fusil queria largarse del lugar directamente hasta la ciudad baja, sobre todo ahora que parecian la comitiva del circo de pulgas espaciales de Feaq IV, era imposible pasar desapercividos con un grupo asi.

Eh, tipo listo. Se puede saber como vas a bajar ahora que tenemos encima a un monton de soldados Sith y a toda la ciudad en contra. No contestes, seguro que quieres ir por ahi jugandote mi culo y el de los demas a tiro limpio.

El chaval se canso de esperar. Las tropas que estaban a escasos metros de ellos no tardarian mas de un segundo o dos en empezar a disparar, y estaba seguro de que ya habrian pedido refuerzos.

El puente estaba ocupado por tropas y nobles, que no dejarian pasar la oportunidad de sentenciar a muerte a los aliens que con ellos venian. Miro a ambos lados de la calle, y se ratifico en su idea de esconderse hasta que pasara lo peor del temporal. Caminar por la ciudad ahora era un verdadero suicidio.

Su opcion era y seguia siendo ocultarse en algun edificio proximo. Y el cartel de un medico le parecia la mejor de las opciones. Normalmente eran gente humanitaria. Y sobre todo no solian tener armas.

No espero mas, nada de respuestas ingeniosas sobre que los mejores bares estaban bajo sus pies o cualquier otra alternativa, si querian quedase y pelear, perfecto. El miraria desde lejos y recogeria los cadaveres.

Empezo a caminar con bastante ligereza hasta el portal del centro medico. Era la mejor opcion, ademas de la unica que le convenia.

Vamos a tener suerte

-¡Eso es! Por fin un poco de iniciativa. A eso me refería con improvisar.

Pero tampoco te pases de espabilado, Brayard. Sonrío y miro al resto del grupo, esperando a que vayan detrás del chaval como buenas ovejitas en un rebaño, no se que se le habría ocurrido al amigo Quell, pero no podía ser nada bueno, además, demos las vueltas que demos, al final esto va a acabar a tiros, es siempre así. ¿Y ahora hemos fichado una jedi no? Eso nos da ventaja.

En fin, había que probar la estrategia Brayard, al fin y al cabo eramos un grupo.

  Aquella parecía una buena opción, aunque después del comentario de Doe tuvo que soportar una mirada un tanto dura por parte de Carth Onasi, el héroe de la República ayudaba al Bothan para llegar hasta el otro lado de la calle, aquellas superestructuras no eran del todo fáciles de recorrer, afortunadamente la turba de gente y el humo estaban ayudando como nadie al grupo de refugiados. No tardarian en aparecer más Sith, pero con suerte los dejarian atrás. Incluso la gente que se había quedado quería evitar problemas, asique la zona fue despejandose, de tal modo que era poco probable que nadie les imputase nada.

  Los dos accidentados no tenían heridas o contusiones graves, sólo arañazos por el roce contra el metal al estrellarse a demasiada velocidad. El Bothan era el que menos desapercivido pasaba, seguido en un disputado primer puesto por la joven y bella twi'lek. Carth se ahorró comentarios sobre padawans, había servido mucho tiempo en la República y había tenido tiempo de sorprenderse de lo que eran capaces en alguna ocasión, como siempre parecía distante, poco involucrado en la toma de decisiones (aunque muy participativo) pero también discretamente callado.

 Quell avanzaba primero, las puertas de la clínica médica no permanecieron cerradas ante su presencia, la información que había tomado de la cantina le daba cierta ventaja al moverse por el sur de la ciudad alta, sabiendo, con poco margen de error, a donde se estaban dirigiendo. A aquella distancia del impacto, el cielo estaba claro y podía verse un gigantesco edificio erigido en la mitad de la ciudad, una gran torre con una bandera del bando ganador, de los Sith.

   Cuando las puertas se cerraron a su espalda, un joven de tez morena se acercó a ellos con cara de pocos amigos...

Parecía molesto, quizás la afluencia de gente significaba mucho trabajo, y a juzgar por sus pintas era mucho trabajo, sin embargo esto no era un emporio de ropa, esto era una clínica sanitaria, ¿Dónde se pensaban que iban? Su ceño se volvió algo menos exijente cuando sus ojos se clavaron en el arma de John Doe e incluso consiguió dibujar una sonrisa, pícara, entendiendo de que iba todo aquello.

  - Vaya, vaya...¿Qué podemos ofrecerles? - Dijo frotandose las manos sin borrar una estúpida sonrisa del rostro. Miraba a Quell, iba primero y parecía el más débil de voluntad, seguramente pudiese hacer mejores tratos con él. Los demás eran el segundo plato.

  Extendió las manos poco después, como si les diese la bienvenida y acabó por hablar sin esperar respuesta:

 - Me temo que aquí no vendemos ropa...ni...armas. Están prohibidas. Los sith las prohibieron. Y...por su estado...- echó un ojo al Bothan y a la Twi'lek, que a pesar de ir completamente tapada no había podido engañar el buen ojo de Gurney. - Lo siento, pero aquí no tratamos heridas leves, tenemos mucho trabajo, y no quedan muchas medicinas. El bloqueo impide que lleguen. Por cierto...- su tono se tornó cruel - ¿Estos seres tienen permiso para viajar con usted?

 Obviamente el comentario racista iba dirigido al Bothan y a la twi'lek, su ojo era certero pero no tanto como para reconocer el traje de un oficial sith, no había visto uno en su vida.

Quell llego a la puerta del santa sactorum, un hospital era todo lo que necesitaban. Sin embargo la situación cambio en cuanto vio la cara del muchacho.
Estaba seguro de que ese tipo no podía ser medico, tenia mas pinta de un vendedor de piezas de droide usadas que de medico

Y dicho y echo el joven parecía tener intenciones de venderle una alfombra.

Tranquilo, solo hemos venido a mirar. Si necesito algo te lo diré.

Era su clásica respuesta en los comercios. Se hizo a un lado dejando que entraran todos y se quitaran de la puerta. Cuando esta se cerro le lleno el cerebro las palabras racistas del dependiente.

Quell se sentía molesto por el comentario, eso resultaba patente a un simple golpe de vista. Estaba cansado de las actitudes absurdas de los pueblerinos de aquel planeta, mirando por encima del hombro a otras razas que seguramente hacían posible su posición cómoda en el estatus social de aquella urbe.

Los nobles y los ricos eran gente obtusa, que eran incapaces de reconocer el merito de todo aquello que les hacia vivir en su posición alegando que todo lo que pasaba de bueno en la vida de ellos era por su propia divinidad. Asco es lo que producía esa actitud al joven, y asco es lo que consiguió sacarle el chico que les estaba atendiendo.

Tiene usted permiso para curar a alguien. Porque parece mas bien la clase de persona que necesita que le cambien de trabajo inmediatamente.
Jhon, creo que este... individuo quiere hablar contigo.

Se retiro a un lado dejando espacio para que Jhon tuviera unas palabras con el personaje que les había venido a atender. Seguramente conseguiría sacarlo de sus casillas y le pegaría un tiro en un pie, o algo más raro. En cualquier caso el tenia sus propias preocupaciones.

Quería enterarse de en donde estaban y con quien estaban sin las exitosas explicaciones del encargado. Y echar un vistazo a ver que podían sacar de utilidad para sus fines. No es que le apeteciera robar ni nada por el estilo, pero estaban en una situación delicada y cualquier ayuda seria buena.

Genial, el chaval nos ha metido a buscar problemas en la clínica. ¡Muy listo Breyard!. Niego con la cabeza, una cosa era patearle el culo a los guardias Sith, o cualquier tipo de escoria esclavista, ¿pero a un médico?, joder... vale, lo haría si me pagan por ello, pero así en frio, como que no me apetece enfadar a la persona que podría salvarme la vida más adelante, a estos si les tocas los cojones luego te devuelven el favor cuando vienes medio muerto con el pecho agujereado.

Me adelanto cuando Breyard dice mi nombre. Brillante, chaval. ¿Que quieres que haga? ¿Le rompo un par de dedos?. Sonrío de forma socarrona, y miro al médico encogiéndome de hombros.

-Claro que tienen permiso hombre, ¿no ves que el Bothan lleva un uniforme de oficial Sith? Y aquí la señorita, es una jedi oscura, si si, de esas del sable rojo, aprendiz de Malak, además, ¿supongo que te suena, no?. Y a mi, ya me ves, si llevo armas es por que estoy autorizado a llevarlas. ¿No?.

Miro al médico con una superioridad casi insultante, después me giro para mirar a Quell Breyard, sonriendo bastante divertido por la situación.

-Nah, en serio. ¿Que te esperabas chaval? ¿Que por ser médicos iban a ser hermanitas de la caridad? La medicina es un negocio más, casi al nivel de la venta de armas, la verdad es que no estoy seguro de cual de ellos mata más gente... la verdad.

Estabamos en su clínica, no podíamos ir por ahi extorsionando, si no le gustaban los alienígenas, era problema suyo, pero no se que había pensando Quell Brayard, no soy ningún matón, y menos de forma altruista.

Ya se lo había dicho a Onasi, aquí la gente tiene sus propios problemas, ¿que se piensan? ¿Que podemos ir por ahí esperando que nos ayuden así por que sí? ¿Se van a jugar el culo por nosotros? ¡JA!.

-Si no tratan heridas leves, y tampoco tienen medicamentos a la venta... no se, tu dirás Quell. ¿Alguna otra idea?

- ¡Está bien Gurney! ¡Vuelve al trabajo! ¡No te pago para conversar!

  Un hombre de avanzada edad caminó hacia ellos con expresión de enfado, su mirada se clavó en los ojos de Gurney obligandole, dado que había amenazado con lo que más deseaba el muchacho, dinero, a darse la vuelta con una mirada de socarronería algo despectiva hacia el grupo de visitantes.

  Zelka no les bloqueó el acceso, pero si les cubrió de las posibles miradas de Gurney, dirigiendole otro par para que estuviese alejado. Con voz grave, casi temblorosa, no por temor, sino por debilidad (parecía no haber dormido en días) trató de hablar lo más enérgicamente. En el brillo de sus ojos se notaba que él si reconocía el traje de oficial sith, sin embargo no parecía haberse convencido con las palabras de John.

 - ¿Puedo hacer algo por vosotros, muchachos?

Viendo lo que sucedía y la escasez de palabras por parte de los hombres de acción Quell volvió a acercarse a la puerta. Y al nuevo contacto.

Muchas gracias ante todo. Si no puede mirar un par de heridas superficiales al menos nos gustaría que nos dejara descansar aquí durante un rato. Hemos tenido un día muy largo.

Sus palabras iban aderezadas con los gestos típicos del muchacho. Mucho aspaviento con los brazos y muecas con la cara. Lo normal en el. Aunque allí nadie lo conociera tanto.

Acabo sus palabras guiñando un ojo al doctor como si el pudiera entender por lo que habían pasado durante las ultimas horas. Pero el era así de natural.

- ¡Por supuesto que puedo curar unas simples magulladuras! - Dijo entre el humor más pleno y la agresividad propia de un anciano que se sentía insultado. Algo amargo.

 - Bueno, todo excepto la enfermedad Rakghoul, me temo. No somos tan afortunados. - Hizo una pequeña pausa - Disculpad a mi ayudante, no ha salido nunca de Taris y no ha visto galaxia suficiente como para entender con que se debe o no jugar. - Zelka le dedicó una mirada interesad aa John, sobretodo a su arma, y después a los alienígenas, no los observaba con asco, a pesar de que todos en Taris lo hicieran, sino con cierta comprensión y respeto.

 - Mi nombre es Zelka Forn, y esta es la clínica que lleva mi nombre. A ver...dejadme ver esas...heridas.

 Zelka les dio el flanco derecho mientras avanzaba al centro de una gran sala con droides médicos y otros utensilios, entre ellos un par de camillas de duracero. Colocó sus puños cerrados sobre una de ellas, escudandose detrás de ella y mirando fijamente a Quell, que parecía el más dispuesto a dialogar.

- No tengan miedo. La medicina es igual ante todos. O así debería ser.

John y Qhell demuestran tener buen oido, o quizás fuese un fallo de su cerebro después de tanta agitación, un gruñido de dolor, casi el de un torturado que venía de una puerta cercana a su posición, era una puerta grande, de almacén, reforzada, posiblemente durante las guerras mandaoliaranas para impedir que los saboteadores se llevasen víveres útiles o instrumental importante para la clínica, o dios sabe que otro propósito.

 Era una clínica humilde, con un par de parejas de droides médicos de diferentes generaciones, nada que pudiese sorprender a alguien que hubiese estado en planetas del interior. El quejido no se repitió y lo único que quedaba en el ambiente era un olor a "medicina", caracteristico de este tipo de clínicas.

Qell hizo un gesto a sus nuevos y recién adquiridos compañeros de fatigas para que se acercaran a donde estaban las mesas. Seguramente tendrían pocas ocasiones de que les echara un vistazo un medico. Así que había que aprovechar.

De las respuestas del médico le llamaron la atención un par de puntos. Así que se decidió a preguntar por ellos. Sonreía ante el viejo medico que los estaba atendiendo. Quería ser agradable, y en este caso y lugar no le iba a costar demasiado.

Y que se supone que es eso del Rakghoul, especie de urticaria hereditaria o calvicie tal vez. Tiene un nombre muy pintoresco.

Mientras realizaba aquella pregunta un escalofrió recorrió su espina dorsal. Decidió colocarse entre el médico y el final de la sala. De manera que pudiera fijarse menos en Jhon. Y con las manos a la espalda mientras con ojos curiosos no quitaba la vista de lo que hacia el médico hizo un gesto a Doe para que se acercara a ver qué era lo que le había allí.

No podía estar seguro de que él hubiera sentido lo mismo. Pero ahora mismo el mercenario tenía poco que hacer aparte de disparar al ayudante del doctor. Que estaba claro que era bobalicón de tomo y lomo.

Retiro mi capa lo justo para dejar al descubierto mi brazo, el cuel tiene un par de cortes y un moraton bastante feo, nada que no vaya a curar con el tiempo, pero sería una estupidez no aceptar una cura entando en un centro medico, ademas por suerte o desgracia teníamos tiempo... o no.

-Unas gasas seran suficientes, gracias

Susurro al medico sin animo de llamar la atención ni interrumpir las palabras de Breyard, por el momento no tengo mas opción que acompañar a esta gente, soy una alienigena padawan, en un planeta donde no son bienvenidos los alienigenas y a su vez tomado por los sith, una combinación inquietante. No tengo otro remedio que ser paciente y esperar que las pesonas que realmente conocen este planeta sean las que nos guien, sinceramente odio esta situación, pero de alguna forma o de otra tengo que estar por encima de ella, estar nerviosa pensando en lo que podría pasar solo me impediría escuchar el susurro de la fuerza. No sería la primera vez que me lo dice mi maestro, pero llevado a la practica, es mas dificil de lo que parece.

- ¿Calvicie? - Carth negó teniendo que contener su diestra, que avanzaba hacia su propia frente, ...esto es de locos.

 Enarcó las cejas y miró a la padawan, algo sorprendido pero con una sonrisa carismática.

 - Vaya, si sabes hablar. Pensaba que tu estricto código de conducta era un impedimento. - Le susurró a Aladiah con su ya más que característico humor ácido, Quell y él eran tal para cual en ese aspecto. Su sonrisa se afiló casi al borde de una risa floja.

 La enfermedad de Rakghoul no era desconocida para Onasi, pero...es de los que prefiere escuchar a los expertos antes de lucirse.

Extraigo el cargador del fusil blaster para comprobar la batería, después vuelvo a introducirlo con bastante maestría. A ver cuanto rato quieren estar aquí perdiendo el tiempo con las brillantes ideas de Brayard. Niego con la cabeza, y me apoyo contra una de las paredes adoptándo una pose de desinterés, con el fusil al hombro.

-Yo si que puedo curar el Rakghoul, con un disparo en la cabeza. Jajaja.

Desvío la mirada hacia la puerta cuando escucho una especie de quejido. Algún capullo debe estar pasándolo bastante mal ahí dentro, seguramente algún enfermo terminal. Cruzo la mirada con Brayard, me encojo de hombros, me acerco a la puerta, y la golpeo dos o tres veces con los nudillos. Toc, toc, toc...

-Eh Zelka, ¿que hay aquí?-Miro al matasanos directamente a los ojos, si algo se me da bien es saber cuando me están mintiendo.