Partida Rol por web

El brigada ya estaba bastante entretenido con sus dolores, que empezaban a disiparse poco a poco. Vio que la compañera tenía más problemas incluso que él, e hizo de tripas corazón para intentar ayudarla, pero sin soltar la espada en ningún momento. Tras agarrar a Field empezó a rodear al bicho, por un lado para buscar una vía de escape, por otro, para poder atacar por un ángulo diferente.

Noté las manos fuertes de Murray que me ayudó a incorporarme. Me giré para agradecerle con la mirada su gesto, pero en verdad no necesitaba su ayuda. Simplemente se me pasaría el dolor. Siempre pasaba igual. En fin... estaba tan inversa en mis pensamientos que no vi acercarse a la criatura. Es más, apostaría a que Murray tampoco, pero sí al menos, estuvo atento a esquivar el manotazo que nos lanzó. Noté las garras clavarse en mi pecho, rompiendo la armadura. También noté como los brazos de Murray no podían sujetarme y salí disparada dos metros por el aire, para caer al suelo con un sonido sordo de mi cuerpo. 

- ¡Ugh!

- ¡No! ¡Raquel! ¡Maldito seas, muere!

Si aquello respondía a la pregunta de Leiser, comencé a disparar a la criatura que al notar las balas impactar en su piel, se giró hacía mi.

- ¡Mas te vale no haberla matado!

Subía la voz en cada grito y disparaba más rápido. La criatura comenzó a acercarse lentamente hacia mi. Paso a paso. Parecía que el impacto de mis balas no le hacían nada.

- ¡Muere!

Al esquivar el ataque de la criatura con éxito, caes al suelo y chocas con la mesa del ordenador donde estaba ataca la cuerda por donde habéis bajado. Ves el ordenador encendido. Dos metros más a la izquierda, se puede ver una puerta del mismo color y forma que las pareces, pero que ahora, a esta distancia y con el humo disipándose, era fácilmente identificable. Estaba cerrada.

Disparé, contra la criatura en cuanto atacó a la subteniente.

Disparo, recarga , disparo, logré una cadencia perfecta, pero las balas no parecía afectarle.

Murray , Harding, replegaos, salgamos de aquí...

Harl no se "comió" el impacto, a mano abierta, del "bicho" pero aún así, salió patinando, arrasando en su camino todo lo que inoportunamente se cruzaba, pero que valía para reducir la velocidad. - Mierda. Masculló entre dientes como maldición por su fracaso. Se le había escapado de entre las manos la compañera, y nada más que por lealtad, salió disparado a ver como se encontraba y ayudarla a continuar. Mientras se incorporaba, y antes de llegar a la Subteniente, les avisó a los compañeros por el comunicador. - Dos metro a la izquierda del ordenador, puerta camuflada por el color y humo. Para que no todo fueran buenas noticias comentó. Cerrada.

La criatura no paró en su empeño en seguir andando en mi dirección. Los disparos de Leiser ni siquiera le inmutaron, es como si no sintiera las balas atravesar su cuerpo. 

- ¡No me rendiré! ¡O él o nosotros! - Le dije a Leiser. Era evidente que aquella criatura al igual que las otras que habíamos encontrado en aquel lugar, eran mortales y que al final caerían. Era cuestión de tiempo.

De repente, los disparos de Leiser le atravesaron el cuello, y la cabeza. La sangre roja, como la nuestra, saltó por los aires. Emitió una especie de gemido, imposible de pronunciar si tan siquiera tenía boca para ello. Y calló al suelo. 

Me acerco a él con el arma en la mano y a pesar de la sangre que va llenando el suelo, procedente de sus heridas, la criatura tenía los ojos abiertos.

- No me lo puedo creer. ¡Aún no estás muerto!

Y apunté con mi arma, a bocajarro y seguí disparando hasta vaciar el cargador en el cuerpo de aquel engendro. Cuando terminé, el humo había desaparecido por completo. Me giro en busca de Raquel. Murray la está incorporando. Tan rápido como mis pies me lo permiten, me acerco a ellos.

- ¡Raquel! ¿Me oyes?

Raquel ha perdido el conocimiento. 

La Sub no responde, mierda.

Evaluando sus conocimientos médicos Donovan asumió que sería más útil tratando de abrir la puerta que les franquease un acceso a otras sala, tal vez a una más acondicionada para examinar a su compañera, a fin de cuentas el sitio tenía pinta de laboratorio.

Preparando salida señor.

Se deslizó hasta la puerta y se arrodilló junto al panel con una linterna en una mano y multiherramienta en la otra. Y comenzó a retirarlo para tratar de forzar también ese sistema, era más sencilla que la externa, pero lle llevaría unos minutos.

La preparó sin abrirla, esperando órdenes

- Antes de salir de aquí hay que conseguir una copia de seguridad de los archivos del ordenador. ¡Tenemos que averiguar que es lo que estaban haciendo aquí! Soldado Donovan, hágalo usted.

Visto que la salida estaba ya desbloqueada, estaba más tranquilo, pero aún no habíamos terminado con nuestro trabajo. Raquel tendría que esperar.

- Murray, déjeme que cargue yo con ella. Tú eres más habilidoso con las armas que yo. Nos tendrás que cubrir.

Y me dirijo hacia la puerta, mientras esperamos que Donovan saque la copia de seguridad del disco duro de los ordenadores.

Los datos, joder, se me olvidaban.

Señor, como las putas balas.

Me deslizo a toda velocidad hacia la consola, rezando porque la seguridad sea sencilla,  o aquí nos podemos tirar horas, enciendo y me pongo a teclear, furiosamente.

Vamos nena, se buena, sé una chica fácil por una noche...

La mujer parecía estar empeorando por momentos, y que se le muriera otro compañero más en las manos, aumentaría el peso de su ya cansada alma. Que le relevaran de aquella carga, era todo un alivio. - Si, prefiero combatir, que carretar.

Mostró su cargador, para por la ventanita lateral, comprobar cuanta munición disponía. No le convenció, y lo cambio, guardando el puerto, en el lugar del que extrajo uno "virgen" y completo. Se estaba preparando para las que les vendrían encima. Se recolocó la espada, que sería la "herramienta final", para cuando las balas escasearan y tras eso le dijo al soldado. - Igual es más fácil que el ordenador se venga con nosotros.

El tenerles que cubrir incluía el abrir paso. Ya lo había hecho antes, y en esta ocasión tendría más cuidado. Un exceso de confianza, se había cargado a muchos amigos, y por lo mismo, un horripilante engendro, le había dado un buen susto.

Observo trabajar a Donovan a velocidad de la luz. 

- ¿Que es Leiser? ¿Has encontrado algo? 

Me dirijo hacia la puerta, cargando a Raquel sobre mi hombro.

- Deben de guardar muchos datos aquí. Deprisa, descubre también donde están Patrick y Rosa, y aún podremos salvarlos. 

El sonido de las alarmas interrumpe mi conversación. Las luces comienzan a apagarse y encenderse, acompañadas al sonido estridente del aviso de intrusos. Miro hacia Donovan, ha tenido que tocar algo, su ordenador muestra una cuenta atrás de 5 minutos. No se lo que es, pero pinta muy mal. Antes de salir de allí corriendo, consigo gritar.

- ¡Correr!

Mierda mierda mierda. Solo he descargado algunos datos cuando Harding me pide que localice a los soldados Patrick y Rosa.

Redirijo mi actividad al resgistro de pacientes, algo que me permita localizarlos, y de repente algo va mal, el sistema reacciona a mi intrusión expulsándome e iniciando una cuenta atrás.

No puede ser bueno, de ninguna manera. Recojo el equipo y corro. No quiero saber que coño pasa dentro de 5 minutos.

Se sorprendió al ver como el electrónico le hacía caso. - Ha tomado el equipo. Eso sólo quería decir una cosa: Todo va muy mal.

Abrió la puerta para que pudieran salir, pero primero hizo un amago, y dispuso su arma por delante, para que ... si algo ocurría, fuera esta la que reaccionase. Un amago rápido, para ver que hay, y si está libre, ya analizará mi cerebro después de que quite la cabeza del medio.

La puerta se abre a un pasillo que dobla a los pocos metros, dando de pleno en una puerta pequeña.

El brigada va abriendo camino.

En las intersecciones hace amagos de mirar rápidos. Tras el movimiento, ya analizaría lo que había visto. Sus pasos eran cortos y rápidos, y su arma siempre por delante. En ristre. Preparada para abrir fuego. Aquello que se cruce NO será tomado como amigo hasta que demuestre lo contrario.

Tras guardar el equipo cierro una marcha algo apresurada, en 5 minutos tenemos que está fuera, lejos, esa cuenta atrás podría volar todo el compejo.

Dele caña Murray, nos vamos cagando leches.

Corrí cerrando la comitiva. Aquello era una bomba a presión, nunca mejor dicho. Doblamos el pasillo, corrimos por algunos pasillos más, con puertas y ventanas que ni siquiera nos dio tiempo a mirar o abrir. Aquello no parecía terminar cuando vimos una puerta más grande de lo normal, esta vez, en la pared de piedra de la pirámide. Murray la abrió con fuerza, de una patada y corrió por ella al exterior, saliendo a la espalda de la pirámide. El resto salimos tan rápido como pudimos.

- Correr... esto estará a punto de estallar.

Mi grito se me atragantaba. Estaba muy cansado de transportar a Raquel en mi hombro. Aquella carrera a contra reloj me estaba asfixiando. A pesar de ello. seguí corriendo alejándome de la pirámide tanto como podía. Y de repente.... la pirámide explotó por los aires, envuelta en unas llamas que devoraban aquellas paredes de forma apresurada y desordenada. Los trozos de piedra se desperdigaron por todos lados, cerca incluso de nosotros.

- ¡Puf! ¡Puf ¿Por qué ha pasado eso, Soldado Leiser? ¿Que has tocado?

Mi conversación se desvanece... mi mirada se pierde en la pirámide ardiendo, y en lo que sale de ella. 

De entre las llamas, se puede ver la sombra de una criatura que viene despacio hacia nosotros. Cuando abandona las llamas, puedo ver si aspecto.

- ¿Que de...? Le he metido 25 cartuchos a esa cosa. No puede seguir vivo.

- Me toca Harding

Harding se sorprende al oírme. Había despertado y él poco a poco me bajó de su hombro y me dejó caer en el suelo despacio. Me incorporé como pude. Aún me dolía todo mi cuerpo. Me quité mi mochila, la abrí y saqué tres bolsas que pesaban bastante. Poco a poco, mientras la criatura se acercaba a paso lento, monté un lanzagranadas. Me lo coloqué en mi hombro.

- ¡Le debo algo a esa cosa!

Apunté y disparé. La granada le impactó en el pecho, haciendo estallar su cuerpo en mil pedazos.

El brigada al ver que estaba montando, se giró, vigilando el perímetro mientras pensaba: - Ya le va a dar ella un cartuchazo. Además si el oficial le ha metido 25 tiros, otros tantos no creo que terminen de tumbarla. Sobre todo si ha sido capaz de aguantar la explosión. De todas maneras, cuando detonó el disparo de la compañera miró durante un instante, penando que igual era capaz de aguantar aquello también.

Para amenizar un poco y darle algo de jocosidad a la situación preguntó: - ¿Si ya han terminado los nenes de jugar con el gatito, podemos irnos? Deseaba salir de allí. Ya se harían las preguntas luego. ¿Dónde porras está el transporte?