Partida Rol por web

Sigo mirando las columnas, antes cubiertas de fuego. 

- No lo se, Harding, pero...

Efectivamente, aquellas columnas de otro material querían mostrar algo. Pero... ¿el qué?

EStaba claro que esa resistencia extra no era normal, pero por si fuera poco, le daban una extraña sensación. Era como si mirase algo raro, algo que le suena, pero que no terminaba de saber qué es. En sus rostro se veía que miraba aquello desde hace rato. Inquisitivamente. Intentando averiguar que estaba viendo realmente.

- Sin que sirba de precedente. Comentó el brigada con una voz dubitativa: - LLamaría a la "Hermandad" y que hagan sus pesquisas. Una cosa es enfrentarse y matar a los seguidores del los poderes oscuros y otra muy diferente es enfrentarnos a su corrupción.

Se sorprendió a sis mismo con el comentario. No había pensado jamás en entrar, firmemente al servicio de la Hermandad, aunque lo había imaginado o pensado alguna vez. Era totalmente leal a Imperial, y así esperaba poder seguir siéndolo, pero ... había cosas que los "Hermanos" eran capaces de enfrentar ... y ellos no. Quería poder enfrentar a cualquier cosa. Limpiar el mundo ... y lo deseaba. Aquello había sido parte de su "escoba particular" y lo consideraba un esfuerzo para obtener lo deseado. Proteger a la humanidad.

Odio admitirlo, pero es posible que Murray tenga razón y esto nos supere.

Señor, yo no eche visto ni leído sobre nada de esto, alguna indicación.

El cuerpo me pide que volemos esta cosa.

Se aproximó desde el vehículo fusil en mano para poder examinar mejor las columnas.

Atiendo la petición de Murray.

- Brigada... odio tanto como vosotros esto. Y la verdad es que bien le pueden dar por culo a la puta Hermandad. Pero tienes razón, tendremos que poner en su conocimiento esto que hemos encontrado. Quizás ellos sepan que hacer o que buscar. Nosotros no somos más que unos soldados. 

- Harding, ¿podemos hablar a solas?

Harding me asiente con la cabeza y nos alejamos un poco del brigada y el soldado.

Se situó junto a su compañero, mientras los otros se alejaban un poco.

Joder yo nunca había visto algo así. ¿Que opinas Murray? Tal vez esto nos supere y tal vez debamos traer explosivos como para dejar aquí un cráter humeante, nadie nos culparía por ello, y yo dormiría más tranquilo, si es que soy capaz de dormir a partir de hoy.

El brigada le contestó al compañero: - Dormirás muchacho, dormirás. Sus palabras sonaron como una sentencia. Una sentencia hecha desde la experiencia y otras batallas sufridas. - La verdad es que yo no volaría nada. Quedaría aquí a la espera, y que los "Hermanos" vengan y hagan lo que mejor saben hacer.

Miró a los dos superiores, que discretamente, se habían separado de ellos. No tenía intención de averiguar lo que hacían, decían o maquinaba, sino de que terminasen de una vez, dieran una resolución, y a ser posible pronto. Se mostraba la urgencia en su rostro. Si llamaban a los "Luchadores Sagrados", igual, tendrían que permanecer allí, hasta su llegada, pero siempre sería mejor que tener que entrar en aquel lugar otra vez, el cual, en esta ocasión, no tenía la confianza con sigo de que salieran con vida. Habían despertado lo que allí hubiera latente, y lo raro es que tardase tanto en mostrarse. Empezó a recordar las atrocidades de pesadilla con las que había luchado en la jungla venusiana, y esperaba que algo parecido hiciera acto de presencia.

Aún sin terminar la conversación con Harding, veo a lo lejos que se acerca una patrulla de lo que pudieran ser Legionarios. Me quedo en silencio, observando comos e acercan a los restos de la pirámide. Me giro hacia mis dos compañeros, alzando la voz.

- Podrías tener razón, Murray. Debemos dejar a la Hermandad que se encargue de esto. Ahora debemos de tener cuidado. 

Y señalo hacia los restos de la pirámide para que todos puedan observar al grupo de 4 Legionarios que se dirigen a toda prisa al centro de los restos humeantes. 

- ¡Oh! ¿Estos tipos no paran nunca?

Miro hacia donde indica Field. ¡Mierda! Vienen más Legionarios a la zona, y tanto ella como Murray tienen razón. Me acerco al brigada y al soldado.

- ¡Tiene usted razón, brigada Murray! ¡Nos vamos!

Me giro y me dirijo hacia el coche, no sin antes mirar los restos de la pirámide, sobretodo las columnas que aún se mantienen en pie. Me fuese gustado investigar más la zona. Y aquellos Legionarios no me lo impedirían, pero... tiene razón. Debemos dejar esto a la Hermandad. 

- ¡Rayos! ¡Hemos fallado! ¡Arranca, esta vez nos vamos de verdad!

Le grito a Fiel para que coja el volante.

- Un par de minutos más y nos verán. 

No consideraba que hubieran fallado, pero era la opinión del Oficial al Mando.

Igual había algo que quería cubrir, o un objetivo personal que deseaba ... o algo más que no sabía ... pero daba igual. El brigada se sentía satisfecho. De todas maneras, pegar unos tiros a los legionarios que patrullaban ... sería como resarcirse. - Siempre podemos ametrallarlos antes de marchar. Le comentó al oficial por lo bajo mientras se preparaba para regresar al vehículo, y aunque hubiera ganas, no realizaría un acto de insubordinación, que un miembro de las Operaciones Especiales jamás cometería.

Sería como un: - "Os jodéis".

Pero con ello comprometeríamos la misión, al personal, y desvelaríamos quienes les habían atacado. Tal vez en el futuro pudieran tener indicios, o incluso pruebas, pero haciendo esto demostraríamos el origen de la autoría. El sigilo es un arma, y la discreción otra.

Harding acaba de dictar la orden más sensata de toda la noche, se sube al vehículo y apoya el arma en dirección al enemigo por si hay que salir dando tiros.

Dele caña subteniente, les invito a la última en la cantina, nos lo hemos ganado joder.

Ignorando la orden de Harding, ordeno a Leiser que se pongo al volante.

- Conduce tú, soldado Leiser.

Cojo del vehículo mi mochila y me subo a la parte de atrás del coche. Me coloco la mochila en mis pies y la abro. Vuelvo a sacar el lanza granadas que utilicé para matar a la criatura de la Oscuridad que había salido de la pirámide. Y comienzo a montarlo.

- Un par de disparos más y habremos acabado con todo. ¿O es que vas a ceder ahora, Harding?

Lo miro con el entrecejo cerrado. No era normal que Harding dejara escapar unos sirvientes de la Oscuridad tan fácilmente. Yo no estaba dispuesta a dejarlos pasar.

- Yo no me equivoco dos veces.

- Si se había equivocado una, se podía equivocar dos. Pero algo era innegable: Cuanto más daño le hagamos, menos sirvientes de los hermanos nos podrán hacer daños a nosotros. Además, ella no va a hacer otra cosa que lo que todos sentimos, a pesar de que sea contraproducente para la discreción de la misión.

Si más, se metió en el coche, y se preparó para poder disparar desde dentro. Imaginaba que alguien les saldría al paso, y lanzar una granada o dos no eran más que unos segundos y así superaría la pataleta que sentía. De tocas maneras, no le parecían trigo limpio ni el oficial ni la mujer. Cuanto antes salgamos de aquí y dejemos atrás todo esto, mejor.

Sin poner en duda de dónde le llegan las órdenes ocupa el asiento del piloto y trata de sacarles de alli a toda velocidad.

Agarrense, volvemos a casa.

Coloco el lanza granadas en mi hombro y lo asomo por la ventanilla. 

- ¡Mantente en línea recta! ¡Los tengo a tiro!

Apunto y disparo. La granada, vuela cerca del suelo hasta hacer explosión cerca de los Legionarios. Con tan mala suerte, de caer a pocos metros de ellos, por lo que apenas han sufrido daños, y mucho menos, bajas. 

No e fiaba un pelo de lo que estaba pasando. Tenía tantas o más ganas que el resto de eliminar a aquellos indeseables monstruos, pero dejó a la "nena" entretenerse, y desde su posición vigilaba por si por otro lugar se acercaban más "sorpresas".

Hago lo que puedo sub. Nos largamos de aquí joder.

No podíamos emfrentarnos a ellos y la huida era la mejor opción. Que me llamen cobarde, cumplo órdenes y sigo vivo para combatir mañana.

Vi como el soldado no acataba mis ordenes y se alejaba del lugar. Me dieron ganas de tirar el arma por la ventanilla, pero tampoco tenía derecho a recriminarle nada. Yo misma había desacatado las ordenes de Harding, que sorprendentemente había permanecido callado todo el rato. 

- ¡Joder! ¡No había de qué preocuparse! ¡Podía matarlos con el siguiente disparo! ¡Espero que no hayamos cometido un error al abandonar el lugar sin acabar con ellos!

- ¡Está bien! ¡Ya basta!

Miro hacia Raquel no con ira en mi mirada, pero si con desacuerdo por sus palabras.

- ¡He dicho que nos vamos! ¡Ya has jugado bastante a ser un Héroe!

Me giro hacia el soldado Leiser.

- Continúe el viaje. Abandonemos este lugar de una vez.

El brigada le dio dos palmaditas en la espalda la muchacho y le cogió del hombro. Le estaba intentando tranquilizar, y hacerle saber que lo estaba haciendo bien.