Partida Rol por web

La paso la mano por el cuello hasta colocarla en su cara y la empujo hacia mi de tal forma que nuestras miradas se entrelacen. ¿Qué te pasa mi amor?

Lo siento, era mi primera vez e igual no he estado a la altura. Digo con mezcla de miedo y decepción en la cara.

He estado esperando esto mucho tiempo y quizás ha sido todo muy rápido.

-- No, Vicenç, ha sido maravilloso...

>> Te preguntarás por qué una doncella como yo no espera al matrimonio, y se da tan fácilmente. Y bien, la verdad... la verdad es que me han prometido.

Piensa que con la partida de Joan a la Cruzada, Vicenç será de facto el hombre de la Casa, a no ser que el barón se cure milagrosamente. ¿Lo comentarás con Clara?

Hay una carta que te protege bien, y es tu amistad con el rey. Igual deberías dejar claro a los demás que el rey te aprecia.

Hice un notable esfuerzo por hacer acto de presencia aquella mañana, no podía permitirme el lujo de pasar un día de reposo en cama, no bajo aquellas circunstancias.

-Me encuentro algo mejor, gracias, Clara. Siento haberos preocupado en demasía, ayer fue un día de demasiadas emociones -respondí a mi hija. -Y por supuesto, Manel, hablaremos cuando así lo deseéis, necesito a alguien que me ponga al corriente de todo lo que aconteció ayer, antes y después de mi... incidente -dije, mirando a mi cuñado. Esperaba que tal y como me había dicho Pèire se estuviera ocupando de todo. -Dionís, me dijo maese Pèire que estuviste presente junto al conde y el médico que le atendió, ¿se encuentra bien?

Mientras se desarrollaba el desayuno, y se iban poniendo al día de todo lo acontecido. Se veía al anciano de Pèire, con unas grandes ojeras y dando pequeñas cabezadas soñolientas. En una de las cabezadas, casi me caigo. Consigo sobreponerme un poco de un sobresalto.

Lo siento, mi señora. Pero creo que me, bostezo, retirare a descansar un poco, o no aguantare. Yo ya no estoy para estos, bostezo, trotes. Los campos de batalla son para los jóvenes, aunque lo que me tocaría no es mejor, risita un poco sarcástica.

Si me disculpan, mi señora, señores y señorita. Me retirare. Ya le preguntare a Dionís mas tarde.

Estaba en una situación embarazosa. No sabia muy bien como responder a la pregunta. Y claro estaba que Maria me habia preguntado a mí. Intenté ser loquaz pero al mismo tiempo no revelar toda la información en público. 

-Mi señora Maria. Preguntáis por el estado del conde. Hacéis bien. Es deber de toda dama noble interesarse por el estado de sus huéspedes. Pero bien es cierto que, aunque estuve toda la noche ayudando en la curación del conde, también es cierto que no soy un experto en medicina, así que solo os puedo decir lo que sé. El Conde llegó con una herida de flecha en el pecho. El daño era considerable y la herida no tenia muy buen aspecto. Y más cuando al intentar sacar la flecha, esta se rompió, astillándose en la herida y pudiendo causarle una infección que agravaría bastante el estado del paciente. Estuvimos toda la noche trabajando para limpiar, cuidadosamente, la herida y sacar del peligro de muerte al conde. Parece que lo conseguimos y que ahora se está recuperando. No podemos garantizar su salvación, pero los cuidados a los que fué sometido y las manos expertas que llevaron a cabo la sanación, bien pueden haber sido quienes salven la vida que ya casi dimos por perdida. 

Tragué saliva esperando que, en público, no tuviera que dar muchas más explicaciones...

Mi señora, debo atender a nuestro invitado de honor, más tarde, a lo largo del mediodía, en cuanto me mandéis llamar estaré listo para informaros de todo lo que aconteció ayer y lo que pueda contaros de mi reunión con el rey esta mañana.

Giro la cabeza hacia mi sobrina. Clara, prepárate para salir, ropa de cabalgar querida, te he dejado algo cómodo en tus aposentos, espero que sea de tu agrado, si no lo es no te preocupes por ello, se puede retocar o teñir si el problema es el color o la talla, tu tío no es muy bueno manejando esos temas, tu sabrás mejor que nadie lo que debes vestir, eso si, cuando acabes de desayunar ve directa a cambiarte y prepárate cuanto antes para venir con nosotros, el rey ha aceptado de buen grado que nos acompañéis esta bonita mañana, de hecho creo que quiere hablar contigo de algo. Sonrío de forma pícara.

Miré sorprendida a tío Manel y mis rostro se puso tan rojo como una manzana

- ¿Cómo? ¿Qué queréis decir, tío? 

Esa mirada... ¿Por qué esa mirada?

Miró a madre, esperando su permiso para levantarse de la mesa e ir a arreglarse como era debido. 

- Madre... ¿Puedo ir a mis aposentos a arreglarme para el paseo?

Estaré listo para informaros de todo lo que aconteció ayer.

La noticia de anoche fue devastadora, todavía con ella en la cabeza interrumpo a mi hermana de forma tajante, incluso grosera cuando pide permiso a madre para ir a prepararse.

Espero tio, que no molestéis a madre con los detalles escabrosos, en su estado quizás sólo consigáis revolverla las tripas. No tiene que saber lo que pasó en el pueblo en detalle, con decir detalles generales creo que bastará.

Mi mirada es la del ya confirmado futuro "señor de la casa Mormont" no podría evitar la sonrisa de satisfacción en mi cara aunque estuviera en un funeral.

Mi tío iba a pagármelas todas juntas, no sabía lo que había hecho poniéndose en mi contra.

La noticia de mi hermano mayor partiendo había sido inesperada, sobre todo para Manel. Me hubiese gustado ver su cara al enterarse, aquello sólo había sido la mecha que había de estallar el polvorín pero seguro que ahora se arrodillaba ante su futuro señor.

Quizás, incluso fuerce a mi hermana a tener relaciones con Dionís, sólo para que Manel lo vea a través de los agujeros de la pared de los aposentos de mi querida hermanita. Eso seguro que le dejará claro lo que valen sus opiniones y amenazas en esta casa.

¿Quién era esa hombre? Ese ya no era mi hermano Vicenç... ¿Quién era? Quizás tío Manel tenía razón y podía correr peligro... Debía comenzar a poner en marcha todo lo que había aprendido... Y tenía que ser ya... Ahora era cuando más nobles habían en nuestro hogar y cuando más opciones tenía de poder usar mis encantos para labrar futuras alianzas... Sabía que era hermosa, sabía como me miraban los hombres y, aunque no supiera nada de ellos, quizás debía comenzar a hacer uso de mis cualidades... Y bueno, teníamos a un rey aquí... ¿Qué cara se le quedaría a mi hermano Vcenç si su hermanita se terminara convirtiendo en reina?... Quizás entonces tendría que dejar de tratarme así... Ya no era una niña... 

-Por supuesto, Dionís, no esperaba que me dieses detalles exactos, su estado general me es suficiente. Más tarde querría hacerle una visita y hablar con el médico que le atendió -dije, tras la explicación del joven.

-Por supuesto -asentí, ante la petición de mi hija. Me intrigaba el hecho de que el rey tuviera asuntos que discutir con ella en particular, pero por ahora dejaría que disfrutase de su momento. Yo también había sido joven y podía entender la clase de sentimientos que podían ocupar ahora mismo a mi hija. -Manel, informadme cuando hayáis concluido la reunión, pues. Pasad un buen día.

-Y, Vicenç, creo que tu madre es la persona más indicada para juzgar si puede o no soportar los detalles escabrosos. Hablaremos más tarde. Creo recordar que ayer querías discutir acerca de algo... -su actitud ya había empezado a cambiar, ¿o había sido siempre así y yo no lo había sabido ver? En cualquier caso, un gran número de cambios se estaban produciendo en Alós a la vez y mi mayor miedo era no estar al corriente de todos ellos.

Asentí con la cabeza y me levanté

- Gracias madre. Hermano - Le hice una reverencia con la cabeza - Pasad buen día - Le dediqué una dulce y amable sonrisa.

Aunque él perdiera los modos yo no lo haría... Era una noble y debía comportarme como tal... Caminé con solemnidad y calma y cuando nadie me viera corrí a mi habitación como cuando era niña y esperaba algún regalo...

Al llegar mis ojos se abrieron y acariciaron la delicada tela, era hermoso, sin duda... Tío Manel tenía buen gusto...  Llamé a una de mis acompañantes para que me ayudaran a ponérmelo y a dejarlo como un guante... Usé un poco de perfume y cuando estaba lista, bajé a donde me esperaban... 

Las ropas acentuaban aún más mis formas femeninas y aunque no estaba acostumbrada, la verdad es que me gustaba...  

Madre, no quería ofenderla de ningún modo, simplemente es que creo que tío Manel tiende a dar demasiados detalles que no son relevantes, además, a mi modo de ver, tiende a ser impulsivo y vanidoso en algunos momentos. Sólo quería ahorrar a mi madre tener la sensación de impotencia que yo mismo tuve al presenciar dicho evento.

Si me disculpáis yo también he de ir a prepararme, he de hablar con mi invitada. No me gustaría por nada del mundo hacer esperar a Teresa.

Lo dicho, Manel, hazle ver que te llevas bien con el rey XD

Todo a su debido tiempo, oh dios todopoderoso. Jejejejejeje

Me levanto de la mesa con cara de preocupación más que evidente pero sin mirar a mi sobrino que sale a la par mio.

Mi señora. Hago una reverencia a mi cuñada antes de salir del salón.

Dejo a María en única compañía de Dionís, lo cual me preocupa pero no de forma excesiva. Dionís podía ser un criado, pero era como de la familia, jamás haría nada que provocase un cambio en su estatus.

En aquel momento, hubo una confusión detrás de la puerta y esta se abrió de improviso. Era el rey, y estaba contento.  Aquello era una falta de protocolo importante, porque se suponía que debíais ir a ver al rey más tarde. Pero, ¿qué sucedía cuando era el rey quien faltaba al protocolo? Acercándose con sus largas piernas, a zancadas, pasó por delante de Vicenç como si no le hubiera visto y abrazó con fuerza a Manel. 

-- ¡Manel de Mormont! Me he podido escapar durante unos instantes de las tediosas reuniones, pero debo volver ya. Espero que tengamos finalmente hoy tiempo para conversar, recuerda que ayer no pudimos con el trajín de la recepción y el ataque al Conde --en este punto no puede sino escapársele una risita traviesa--.

-- Pero, ¿dónde están mis modales? ¡Mi señora! --dijo, caminando hacia la baronesa y besándole la mano-- Me habían dicho que éste era un valle frío y sin luz, pero la familia de Mormont cuenta con dos preciosas estrellas que lo iluminan.

Tras haber saludado a Manel y a Maria, juzgó que una leve inclinación de cabeza era suficiente para todos los demás, y dijo irse a desayunar.

-- Te espero más tarde, Manel. Tenemos asuntos importantes. Mi señora.

Y desapareció.

Cuando te dirigiste a tu habitación a descansar, viste que en ella se encontraba el viejo médico.

-- Mi señor Pèire, lamento importunarle. Durante el desayuno me he escabullido y he podido visitar al Barón, el famoso doliente con la enfermedad misteriosa. Mi razón de estar aquí, en fin.

>> Tras comprobar los síntomas, creo que puedo realizar una hipótesis sobre la causa de su estado de salud, y de por qué ninguna enfermedad conocida logra explicarlo.

Tomó aire. Ya había ido demasiado lejos al ir a ver al Barón sin permiso y a hurtadillas, y lo que venía no iba a ser mejor. Pero ahí iba.

-- Creo que alguien está envenenando al Barón d'Alós.

Sus sospechas en otros tiempos las tomaría con mucho recelo y lo examinaría yo mismo. Pero viendo los últimos acontecimientos y los resultados no veo motivo de dudar de su palabra.

Hago una pequeña pausa.

Le recomendaría, que no elevase más el nivel de pánico. La cosa ya está bastante devastada y solo un poco más de leña podría avivar las ganas de guerra que hay entre los señores presentes.

Vuelvo a hacer una pausa.

Le recomendaría que descansase un poco, al igual que are yo. Porque a la tarde es muy probable que cuando los señores estén en condiciones de hablar. Halla una gran discusión y le recomendaría estar fresco. Si me disculpa ha sido un día y una noche muy larga, y la verdad estoy exhausto.

La cara de furia se refleja en mi cara claramente. Si aquello era un propósito de Dios era sin duda un designio que nunca entendería, maldita sea su suerte, ¿Desde cuando mi tío era tan amigo del rey? 

Puto Manel, aquel idiota iba a sufrir como la cucaracha que era.