Partida Rol por web

Miro a madre con cara de decepción, ¿Se doblega ante tio Manel? ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Acaso me había perdido algo?

Madre, deberíamos hablar.

-Hablaremos, hijo mío, si así lo deseas. Mas no ahora. Nuestros invitados nos aguardan -sentencié.  No parecía dispuesta en absoluto a prolongar aquella discusión bizantina ni un segundo más.

De camino al cuartel intento ir susurrando por los pasillos del castillo ya que las paredes de la casa Mormont parece que tengan oídos propios.

Mi querida sobrina, el corazón de los hombres se corrompe con facilidad, y la avaricia dentro de cada uno goza de voluntad propia. Consumirá a Vincenç hasta llevarle a la muerte, sin duda alguna lo digo.

Sin embargo, tu medrarás, pues no tienes esa semilla de ese pecado capital en tu corazón, me giro hacia Clara al llegar al portón del cuartel, más no la dejes entrar, pues crecerá inevitablemente hasta devorar a todos aquellos cercanos y a ti misma en el proceso. Suspiro con cara de tristeza.

Tienes que ser más lista y fuerte que tus hermanos, y sobre todo, que tus padres Clara. Pronto verás que todo lo que te digo tiene un por qué. Es más, puede que mis consejos, a veces, sean extraños para ti, pero créeme cuando te digo que todo lo hago por tu bien y por el futuro de la casa Mormont.

Vicenç, el tiempo corre vamos.

Se me nota que le estoy dando una orden y estoy algo molesto por la situación.

Debemos llegar allí antes que el conde o la cosa se pondrá muy fea y no está la cosa nada bien de momento.

Se nota que no hago más que meter prisa. Esta situación es nefasta, espero que el conde entienda la situación, pero llegar tarde no es una opción.

¿En que canal de radio y a que hora? Me interesa.

Miro a madre con desgana, parecía vencida por la situación, a continuación miro a Peire, ese viejo empezaba a importunarme con sus prisas, de todas formas salgo del salón siguiendo al viejo maese.

En realidad es un programa de radio un poco underground que hago con unos amigos, no es gran cosa. Es aquí: http://www.sputnikradio.es hoy de siete a nueve. Pero hablamos de muchas otras cosas, no todas tan interesantes, y debatiremos qué nos ha parecido el final de GoT. No será un monográfico sobre no muertos medievales, por más que me gustaría jajaja

Aunque si te interesa mucho el tema he encontrado un libro en .pdf monográfico sobre el Más allá en la edad media.

Tras salir y alejarnos un poco de los demás, miro a mi alrededor. 

Vicenç, sé que no te gusta la forma en la que actuado. Pero tenía que sacaros de ahí antes de que dijerais algo inapropiado.

Se me ve un poco pálido y asustado.

Tengo un mal presentimiento, con respecto a vuestro tío y la última vez que hubo malestar en la corte, el poder a cabo en manos de Gerard de Mormont, y se están dando las mismas situaciones.

No sé qué trama vuestro tío, pero siento agobio por el tema.

Me aclaro la garganta.

Espero que tengáis la cabeza lo más fría posible, en este momento hay que ocuparse con la tarea que a recaído sobre vos, con la mayor cortesía posible y el protocolo más estricto. Cuando acabemos hablare con vuestra madre sobre el tema.

Sé que será difícil, pero os lo suplico hasta descubrir que pasa esté atento y sea lo más formal posible. Haga lo que sea necesario para no destacar sobre vuestro invitado o manchar el apellido. Esto es una crisis. Demasiado grande como para dejarla pasar, como si fuera un juego.

Maese Peire, creo que he manifestado bastantes veces mi desconfianza para con tio manel, pero no creo que haya que temer ninguna avaricia por su parte.

En su rostro hay ahora preocupación... Estando con su tío se siente más libre, más capaz de ser ella misma y quitarse la máscara de seriedad...

- Tío... Temor por vos y por madre... No me han gustado nada ni las miradas de Vicenç ni sus palabras... ¿Quién es esa persona y qué ha hecho con mi hermano?... - Su rostro muestra una mueca de tristeza - ¿Avaricia? ¿La avaricia es capaz de hacerle algo así a una persona? No creo que me vea como una amenaza... Aunque su mirada y sus palabras también se clavaron como un puñal en mi corazón... Tío... Ve más usted en mi que yo... Sólo soy una mujer, la menor de una noble familia... Destinada a contraer matrimonio con aquel con quien acuerden mis padres... O mis hermanos en caso de su ausencia... ¿Por qué confiáis tanto en mi?

No creo que me vea como una amenaza

Sobrina, a menudo las personas más bondadosas no ven el peligro hasta que es demasiado tarde, por suerte estoy aquí para lo que necesitéis y ahora, necesitáis mi consejo, en el futuro ya se verá lo que necesitáis de mi. Tu hermano piensa que está haciendo lo mejor para el futuro de la casa Mormont, en cambio yo en eso discrepo, ni él ni tu hermano son los idóneos para dirigir la casa en el futuro, tuve que decir que le apoyaría en su empeño porque temía que si no le hacía ver que eramos aliados... Suspiro profundamente. Bueno... digamos simplemente que podríamos correr peligro. yo estoy acostumbrado, pero no quería que tu tuvieses que mirar en cada esquina y en cada rincón con miedo.

Tuve un sueño querida Clara. Hago una pausa para comprobar que estamos solos.

En él... Tu... Suspiro entrecerrando un poco los ojos... En mi sueño, tu eras el futuro de la casa Mormont, he de reconocer que me gustaba ese sueño. Todo lo que hago en relación a ti y a tus hermanos es por querer ver cumplida esa visión. Tu felicidad es lo más importante para mi, pues a pesar de ser mi sobrina, te quiero como a una hija.

Vi como dabas tus primeros pasos cuando entré por la puerta y saliste corriendo en mi dirección; te he visto crecer desde niña hasta ser la hermosa mujer que eres en este momento. Unas pequeñas lágrimas pueden verse asomar en mis ojos ligeramente, pero sin caer de ellos, mientras hablo.

Me siento muy orgulloso de en quien te estás convirtiendo mi niña, una persona recta, a pesar de la mugre que corrompe a toda la gente que conozco de la corte; he visto en tus ojos la piedad y la compasión cuando se hablaba de los vasallos asesinados, he observado tus reacciones de auténtica preocupación por ellos, y eso, mi querida Clara, es lo que debería de tener quien dirija, en el futuro, la casa Mormont.

Cabalgasteis escoltados por muchos guardias al encuentro con el rey de Aragón. Durante un tiempo compartisteis camino con Maria d'Olot, pero antes de llegar al pueblo os despedisteis: no juzgasteis sabio encontraros con el conde de Empúries para luego iros a ver directamente al rey. Fuisteis por otro camino, siempre escoltados por los leales guardias de la casa Mormont.

Cuando encontrasteis al rey y a su séquito, enarbolasteis los estandartes de la casa y trotasteis a su encuentro.

La comitiva del rey era impresionante sin ser fastuosa. Los estandartes portaban las cuatro barras rojas sobre un campo amarillo que representaban a su Majestad. Siempre era impresionante ver a un chico tan joven y apuesto ciñendo la corona.

Saludasteis al rey vuestro señor con una inclinación de cabeza, y éste detuvo la compañía con un gesto de su mano. Se acercó dignamente a caballo, y esperasteis a que os saludara para dirigirle la palabra.

-- Saludos, señores del valle. He venido desde lejos, un clima más suave y menos duro, hasta esta región fría para disfrutar de vuestra hospitalidad. --y, mirando repentinamente a Clara, añadió-- Aunque al parecer las frías montañas del norte no son tan frías.

>> ¡Caballero de Mormont! Es una alegría veros. ¿Cabalgaréis conmigo?

Salisteis del camino, escoltados por vuestros guardias, en dirección al camino del Norte. Era un camino mucho menos concurrido que llegaba hasta el valle pirenaico, y era todavía frío. Tras una hora de cabalgata, encontrasteis los estandartes de ese conde norteño, del que sólo sabíais que era un hombre pragmático al que le gustaba combatir.

No había tenido hijos, generando mucha suspicacia al respecto de quién heredaría el condado una vez muerto. Sin embargo, el conde no parecía tener la menor prisa en morir, y a su considerable edad seguía siendo igual de vigoroso y jovial que en su juventud. Y pragmático, terriblemente pragmático.

-- ¡Saludos, señores del Valle d'Alós! Soy el conde del Rosellón, como seguro que sabréis. Vengo para probar la proverbial hospitalidad de los señores pirenaicos, y para asistir a vuestro torneo. ¿Cabalgaréis conmigo?

La comitiva del conde no era fastuosa ni ricamente hornamentada, pero iba bien armada. Daba la sensación de ser una persona, o toda una cultura, que estaba preparada para la guerra. Sin duda habían visto mucha.

Cabalgaste junto con Manel, Joan y Clara hasta el pueblo, donde ellos cogieron otro camino para no toparse con el conde d'Empúries. Te escoltaban algunos de los mejores hombres de la casa Mormont. Pasado el pueblo, empezaste a encontrar heraldos y guardias, y finalmente viste al fondo la comitiva del condado d'Empúries, con sus tres bandas rojas horizontales sobre un campo amarillo. La comitiva era fastuosa, con cierto gusto por la ostentación por el que era conocido el conde.

Reconociste al conde de inmediato, pues iba vestido con lujosas ropas de viaje que costaban más o menos lo que media Alós ganaba en un año. Lo viste viejo, decrépito... y cruel. Era una sensación injustificada, quizá. Pero hay gente a la que la vejez le sienta así: retira las formas suaves del rostro y deja apenas la carne suficiente para cubrir la maldad.

-- Saludos, mi señora d'Alós. ¿Cómo está vuesa merced? Vengo a disfrutar de la famosa hospitalidad de mis vasallos. Decidme, ¿cómo se encuentra mi vasallo el señor del valle?