Partida Rol por web

Sigo a mis compañeros. Esta vez llevo una flecha colocada en el arco, aunque sin tensar la cuerda.

Continuais vuestro camino por el laberinto, ya no veis mas cuerpos congelados ya que esos eran producto del diablillo, sin embargo lo que veis frente a vosotros es una hilera de crisantemos perfectamente esculpidos en el hielo.

¿Y esas flores?, pregunta con suspicacia Rumuk.

Voy a echarles un vistazo. A estos seres tienen pinta de gustarle mucho las cosas naturales.

Soker se fija con atención para darse cuenta que un conjuro se activaría al pasar cerca de las flores.

Rumuk, ahí hay una trampa mágica. ¿Podrías saber la intensidad?

Sí, espera.

Rumuk agarra el hacha con una sola mano e invoca a Iomedae.

Lamentablemente Rumuk es incapaz de conocer la escuela de magia de las flores heladas.

Soker traga saliva mientras observa las plantas e intenta desactivar su magia mientras le dice a sus compañeros que retrocedan por si acaso.

Las flores estallan en mil pedazos, soltando afiladas esquirlas a su alrededor. Soker se agacha rápidamente y, sorprendentemente para todos, sale ileso.

¿Estás bien?

Rumuk salta hacia Soker, preocupado por lo que le haya podido pasar. El semiorco se queda sorprendido cuando ve que ha escapado indemne.

Instintivamente, cuando las flores explotan (¿Flores de hielo que explotan?) me protejo la cara con el brazo y me giro para darle la espalda y que no me afecte a partes más débiles de mi cuerpo. Entre eso y la armadura, esperaba no sufrir daños graves.

Gracias al aviso de Soker, me había apartado lo suficiente para no recibir más que unas inofensivas esquirlas, y es un gran sorpresa y alegria ver que el pícaro volvía de nuevo a salir indemne de otra situación que parecía que podría causar un buen daño.

Este tio está hecho a prueba de trampas, pienso mientras una sonrisa se dibuja en mi cara.

Ya no queda rastro de las flores.

Habrá que seguir adelante entonces.

Prosigamos pues.