Partida Rol por web

El golpe de Rumuk hiere fuertemente al gnomo, las afiladas barbas de la criatura cortan profundamente las manos del semiorco

El dolor me atenaza los músculos y nuevamente tengo que apretar los dientes para poder disparar el arco. Entre aullidos de dolor y maldiciones, consigo disparar las dos flechas. Pero un calambre recorre mi brazo y se extiende por todo mi cuerpo, un calambre que me hiela la sangre...

El enano de las barbas congeladas golpea con sus dos picos a Tekdur, pero la armadura de Druinga le protege.
Tekdur no tarda en responder con un sonoro golpe, que termina con otra imagen.

Soker trata nuevamente de coger al gnomo por sorpresa, parece que lo consigue pero su golpe no es muy bueno.

Rumuk descarga su hacha sobre el gnomo, pero éste es demasiado escurridizo.

Las lágrimas recorren mis mejillas, fruto del dolor que me atenazan los músculos de mis brazos. Siempre había estado orgulloso del mágico arco que esgrimía, pero ahora sabía lo que sufría su sobrino cuando intentaba disparar un arco que requería demasiada fuerza.

Pero envalentonado gracias a que mis compañeros habían acabado con la magia del bicho y que ya no había posibilidad de error, levanto el arco y tenso la cuerda. La mano no aguanta la presión, y la fina cuerda me hace sangrar las yemas de los dedos, arrancándome un grito de agonía.

Pero furioso no cejo en mi empeño y recojo otra flecha, que pasa cerca del gnomo, aunque las lágrimas se intensifican y no sé si he hecho blanco...

La flecha de Finn, termina con la vida del último de los gnomos. El arquero empieza a sentir como se le desentumecen los huesos.

Una vez ha caído el último de los gnomos, Soker centra su atención en los granjeros para ver si se han detenido y el hechizo que les hacía machacar a sus conciudadanos se ha parado.

La gente empieza a marcharse apenados.Habeis matado a los organizadores, ahora ¿quien nos dará los premios?

Estos gnomos no son precisamente unos pacíficos lugareños..., suspira Rumuk al acabar el combate.

¿Cómo os encontráis? Dejadme atender vuestras heridas.

Sin dejar de mirar a los lugareños, Soker centra ahora su atención en los encerrados por el hielo.

¿Habrá alguna manera de salvarlos, Rumuk?

No lo sé, no lo sé. Me preocupa las cosas que está provocando ese loco al que nos enfrentamos.

Rumuk examina los bloques para ver qué es posible hacer.

El horror se percibe por doquier. Pero ahora mismo solo pienso en mis daños, en mi propio sufrimiento.

Antes he mirado por los demás, ahora me toca ser egoísta.

Intento no moverme bruscamente mientras la sangre vuelve a fluir, aunque sea levemente. Sigo atenazado, con la esperanza de no recuperarme al menos un poco sin tener que recurrir a la magia...