Partida Rol por web

Tyler sonrió ante las respuestas de las damas. No le supuso ningún problema la respuesta de Alyra. Le pareció enternecedor que la joven conservase la inocencia de los niños al retarle a medir fuerzas. Sabía de las inquietudes de Alyra, pero por más que ella entrenase y practicase duramente, él llevaba más años haciendo lo mismo. Aunque lo que realmente marcaba la diferencia era que él había luchado en la guerra y había vuelto. Ella, en realidad, jamás se había batido en un combate real. Tyler recordaba cómo de diferente fué, lo vulnerable y lo mucho que te das cuenta de lo que te falta aprender cuando de pronto debes matar o morir. Nada parecido a los entrenamientos con un mentor o compañero. Practicando uno corría el riesgo de creerse realmente excepcional, imbatible. La realidad de los combates era diferente.

Miró a Alyra, el fuego de sus ojos era inspirador, había fuerza y valor en su espíritu. Esperaba y deseaba que nadie apagase aquella llama enfrentándolo a una realidad cruel. La mirada de Tyler respondió a la de Alyra con afecto.

- Cuando lo deseéis os muestro mis habilidades y os enseño algunos movimientos. Con el permiso de vuestros padres, por supuesto.-

Después miró a Lenia, con una sincera y amplia sonrisa en su rostro.

- Y a vos también, Lenia. Puedo enseñaros a saltar y a un par de trucos más con vuestra montura. Estoy seguro de que lograréis todo lo que os propongais. Un factor importante en este caso es que es necesario que uno de los dos, ginete o corcel, sepa realizar el ejercicio. No temáis, os dejaré aprender con Austin, mi fiel caballo, para que después podáis enseñar a vuestra yegua.-

Fue evidente que la joven y el hombre  se midieron en aquella mirada que sostuvieron, no era coqueteo, estaba lejos de serlo, sino que era un reconocimiento como igual o intentando determinar cómo deberían tratarse desde ese momento en adelante. Ella aún no lograba determinar si era susperticioso, aunque sus comentarios sobre el trueno no habían sido del todo alentadores, sin embargo no se podía negar que era encantador, dispuesto a cortejarlas, la pregunta es ¿a cuál de las hermanas?. Le faltaba Astrid para determinar todos los puntos de aquella ecuación. ¿Los caballeros les hablarían tan galantemente si estuviera su hermana mayor? Alyra sonrió con un placer morboso, le hubiera gustado ver la escena, lástima que Astrid le habría privado de ese pequeño jueguito.

- creo que tenemos maestro de armas y entrenador de caballos, querido padre  - bajo la taza, y cruzó sus dedos delante de ella, aquellos ojos mostraban un felino gesto, un misterio que se ocultaba en la frase recién soltada, ¿se alegraba o solo era cínica? Un poco de ambos, aunque había más un sentimiento de curiosidad, pues reconocía que Tyler había hecho lo que ella ansiaba y que hubiera logrado si hubiera nacido varón. Otro tema importante, Tyler había investigado sobre sus aficiones, las de sus hermana y las de ella, de lo contrario no la hubiera invitado tan abiertamente a batirse en un duelo amistoso, pues de sus palabras solo podría deducirse que deseaban verlo y no necesariamente participar. Alyra miró a su madre que era quien en realidad debía dar su venía en ese tipo de cosas, estudio sus gestos, la incomodidad que posiblemente le estaba produciendo el tono que estaba tomando aquella conversación. Era mejor darle una vuelta, sin ser tan obvia.

 - ¿y usted, Ser Bernard, goza de las mismas habilidades en la danza que su hermano?- para escapar lentamente de la conversación, retomaría el tópico del baile y de ahí, seguir adelante en la conversación, y evitar incomodar a su madre. Bernard sería momentáneamente el chivo expiatorio de Alyra.

Alyra : tengo curiosidad de saber que tan bien se mueve con una espada, Ser Risefeller 

Hice un pequeño mohín al escuchar a mi hermana Alyra comentar su curiosidad por como de bien movía la espalda uno de los hermanos Risefeller, pestañee un par de veces con cierta confusión. Alyra tenía un caracter fuerte y a menudo me imponía. Tras sus palabras y varias más, bajé la mirada sin saber bien porqué, hasta que se dirigió a mi.

Alyra :  y querida hermana, el provecho es demostrar que puedes lograrlo, que Noche y tú pueden hacerlo

 - Si ... seguro que si - comenté con cierta inseguridad en la voz aunque intenté no hacerlo. Mis hermanas mayores eran mas guapas, fuertes, poderosas, atractivas, temperamentales y yo las quería con locura, pero siempre iba por detrás de ellas, en casi todo. Comí una cereza con cierta desgana.

Ser Tyler :- Cuando lo deseéis os muestro mis habilidades y os enseño algunos movimientos. Con el permiso de vuestros padres, por supuesto.-

Suspiré y crucé una mirada con mi hermana Tabitha, quizás por ser las que estábamos en medio, era con la que mejor solía llevarme. Iba a perderme en mis pensamientos cuando Ser Tyler me habló.

Ser Tyler : Y a vos también, Lenia. Puedo enseñaros a saltar y a un par de trucos más con vuestra montura. Estoy seguro de que lograréis todo lo que os propongais. Un factor importante en este caso es que es necesario que uno de los dos, ginete o corcel, sepa realizar el ejercicio. No temáis, os dejaré aprender con Austin, mi fiel caballo, para que después podáis enseñar a vuestra yegua.-

 Alcé la mirada y sonreí suavemente - Sería fantástico, si no os supone un problema perder el tiempo conmigo - dije con cierta molestia sin saber bien porqué, pero el no tenía culpa, ni Alyra, era mi humor cambiante e inseguro el culpable - Como decís hay que saber realizar el ejercicio y yo no se, pero intentaré aprender rápido - traté de corregir con un tono de voz mas suave, pero en cuanto nombró a su caballo, el mal humor se esfumó, si había algo que me gustara más que una fiesta, eran los animales y sobre todo los caballos - ¿ Su caballo? - me emocionó la idea de que poder montar sobre su caballo, era precioso - Bueno, Noche es un caballo también, al contrario que la mayoría, yo me identifico más con los caballos que con las yeguas - intenté explicar. Lo cierto es que en general siempre tenía más afinidad con los animales masculinos que femeninos, no sabía bien porqué. Luego sonreí al recordar que mis hermanas también tenían caballos, aunque la mayoría de las señoritas preferían yeguas.

Alyra : - creo que tenemos maestro de armas y entrenador de caballos, querido padre  -

Alyra soltó una de sus frases "inocentes" pero cortantes y miré a mi padre, era cierto que teníamos maestro de armas, miré a John en cuanto lo pensé, pero luego volví a mirar a mi padre - Lo tenemos, pero si Ser Tyler se ha ofrecido, sería descortés rechazar su invitación - intenté decir con rapidez para que mi padre no pudiera quitarme la idea de que Ser Tyler me diera algunas clases de doma de caballo - Además, seguro que tiene algún truco que nuestro entrenador de caballos no conozca, ahí está la magia de las personas, cada una tiene conocimientos diferentes - miré a Alyra y le rogué con la mirada que no me quitara ese capricho. 

Alyra : - ¿y usted, Ser Bernard, goza de las mismas habilidades en la danza que su hermano?- 

Cuando se dirigió a Ser Bernad miré a Ser Tyler y sonreí divertida, sin que Alyra me viera y tratando de que no se percatara nadie más, le hice una mueca a Ser Tyler, alzando las cejas y soltando un ligero soplo como queriendo decirle "te has librado, le toca sufrir a tu hermano" 

La llegada de Alyra la distrajo de la historia del rayo que contaban los Risefeller y que, probablemente, tan sólo fuese una exageración, típica de los hombres. Aceptó la excusa de su hija, pues se imaginaba que tramaban alguna de las suyas, pero confiaba en ellas, en que no la decepcionarían en un día como aquél. La entrada de Fiona, cargada con las flores, fue un tremendo alivio para Lady Myriah. El aroma de las flores disimularía la peste, ¿cómo no se le había ocurrido hasta entonces? Sin duda, los nervios y el ansia de perfección estaban jugando en su contra.

Fiona: Mire mi lady, ¿se ven bonitas no cree? Las dejaré con su permiso sobre la mesa.

-Son preciosas. Muy buen trabajo. Si además, pusieses a quemar algunas hebras de palosanto alrededor del Gran Comedor, sería perfecto. -le comentó en voz baja, haciéndole un gesto con la mano para que se diera cierta urgencia. Todo esfuerzo era poco para Lady Vaelys. 

Fiona: - ¿Esperan a alguien más para que se sirva el desayuno?.

-Creo que podemos disculpar a Lady Astrid, si está indispuesta. No querría hacer esperar más de la cuenta a nuestros invitados, ¿no lo cree así, milord?

Una vez que el joven, pero eficiente, Jevic hubo servido aquel apetitoso desayuno, hizo como su hija pequeña y se sirvió una buena rebanada de pan, que untó con mermelada, así como una buena copa de zumo de naranja, a la que depués siguió una llena hasta la mitad de vino dulce, además de algunas uvas y un par de fresas. Hoy no iba a privarse de alimentarse en condiciones. 

La conversación se reanudó con la comida y Alyra estaba siendo... bueno, Alyra y Lenia estaba empezando a bordear los límites de la coquetería, y la fiesta ni siquiera había empezado, así que Lady Myriah decidió cortar por lo sano. 

Alyra: Creo que tenemos maestro de armas y entrenador de caballos, querido padre.

-Yo también estoy de acuerdo en eso. Además hoy os necesito conmigo para recibir al resto de los invitados, en cuanto lleguen. Sería una descortesía aún mayor que alguna no estuviera presente, porque está ocupada en actividades impropias de una dama. -sentenció con firmeza. 

Tyler dio un sorbo a su copa de vino. Sin duda él no se refería a practicar todo aquello en aquel día, habría resultado imposible. Si bien quizás otro día podría ser complicado, pues era posible que al permiso de los señores Vaelys hubiese que sumar el del señor esposo de la dama en cuestión. 

Astrid abrió la puerta y la cerró lentamente para que no golpease con brusquedad. Se dio la vuelta y dirigió la vista a sus padres, no al resto de invitados, aunque de reojo se fijó en la presencia de Ser Tyler Risefeller.

Se acercó unos pasos hasta la mesa, sin apartar la mirada. Había escuchado como su hermana Alyra mentía despiadadamente, pero no se podía esperar otra cosa de alguien como ella. Se imaginaba dejándola en ridículo, pero no era el momento. Había llegado demasiado tarde al desayuno y faltar al respeto no iba con ella.

Disculpadme. Me desperté y acudí a ver al Maestre Caelus para consultarle unos temas la mirada cada vez se centraba más en su padre. Desde luego, ella no se alejaría de sus deberes si no era por un tema importante. Aunque no le parecía nada bien tener que comentarlo delante de los demás.

Se sentó en su silla, y observó que los demás estaban ya desayunando. Inclinó la cabeza y sonrió con inocencia. Espero que no hayáis tenido que esperar mucho por mi descuido. Mis preocupaciones han hecho que pierda la noción del tiempo.

Se quedó esperando a que la sirvieran la comida, aunque su mente trabajaba a una gran velocidad y apenas tenía apetito.

Bernard miró hacia Alyra cuando lanzó la pregunta. Terminó de masticar y se limpió con una servilleta. -Yo no diría que tenemos las mismas habilidades. Sería difícil calificar quién lo hace mejor porque tenemos estilos muy distintos, y sin embargo nos compenetramos bien.- Bernard lo dijo pensando en los entrenamientos. Luego cayó en cómo sonaría eso en el contexto del baile y le pareció gracioso, pero sería repetir la misma broma del principio. -En cuanto al baile...- tardó unos segundos en pensar una respuesta. -No sabría decir. Si no os importa, prefiero dejarlo a vuestra opinión si me veis bailar en la fiesta. No quiero dar expectativas demasiado altas y luego decepcionar a los presentes- sonrió.

Se mantuvo sonriente ante las palabras de Lenia y Lady Myriah. La situación era entretenida, y valoraba la forma tan directa que usó Lady Myriah para sentenciar el tema.

Cuando Astrid entró en la sala, Bernard se limitó a asentir con respeto y saludar -Buenos días.

La heredera hace su entrada triunfal, Alyra no puede juzgar a ciencia cierta si lo ha hecho con intensionalidad o no, pero es evidente que ha conseguido su objetivo, ser el foco de la atención ¿eso fue parte de lo que aprendió con los Lannister y que ahora la hace mejor que el resto de sus hermanas? Alyra suspiró con desgano, su desayuno se estaba volviendo un desafío enorme para mantener su ánimo, además su hermana y madre habían entendido en sentido distinto su frase, aunque no las culpaba no había sido del todo clara. Cerró sus ojos y bebió un poco más de su te cuando la heredera saludó. De Reojo miró a Padre, y una trascendental pregunta afloró en su cabeza. No la formuló, hacerlo, en ese momento sería el mayor de los desatinos, aunque su encono dijera lo contrario.

Solo por una promesa que le hizo a su madre es que Alyra respondió con un gesto el saludo de la heredera, aunque fuera solo limitarse mover la cabeza de arriba a abajo.

- madre no se necesita hacer todo el día de hoy, los señores no estarán solo un día y si necesitas a mi hermana Lenia para algo, yo puedo suplirla, si gusta, - aunque estuviera aún molesta con Lenia, y no le perdonara lo que le hizo su hermana mayor, no quería decir que actuará con crueldad con ella, por lo menos, no en exceso, era su hermana, seguía siendo su hermana, - además sería un desaire para Ser Tyler, quién se ha ofrecido tan amablemente a ayudar a Lenia con su amada Noche, la ilusión se ha depositado en cada una de sus palabras es palpable así como la buena disposición del señor  - su espada podría esperar, además, de todas formas lo haría con la venia o no de su madre, su espíritu indómito era muy difícil de aplacar más cuando su padre es quien lo ha alimentado. La sonrisa, que le otorgó un aire maduro y resuelto a la penúltima de sus hijas acompañó sus palabras, no la defraudaría, le prometió, pero tampoco se traicionaría así misma.Abogó por Lenia, a sabiendas que quizás su hermana no tuviera el valor o el estado de ánimos para desafiar a madre, pocos eran tan pocos sensatos como para hacerlo.

- Me agrada su sinceridad, ser Bernard, es de todo un caballero reconocer las debilidades o donde no se es tan bueno, y debo decir que mis habilidades en el baile palidecen frente a las de mis hermanas mayores, sobre todo de Lenia, pero cada una de las joyas del Señor Vaelys brilla con luz propia - lo interesante de aquello es averiguar cuál brilla más fuerte y en qué tono. Todas sus hermana estabas en la mesa, y eso hacía un poco más sencillo averiguarlo, Tabitha brillaba con la violencia de un rubí; Mira, con la magia de un ópalo; Lenia, ella era una amatista, delicada, femenina, y ella, ella no sabía aún que brilló tendría y sería arrogante declararlo. El diamante era evidente que era su madre, aquella que podía soportar cualquier presión y romper cualquier cosa, y eso admiraba de su madre, lo que no las hacía tan distintas pero si mucho más distantes. Por último, Astrid, ella era un onix negro.

se quedó pensante y distraída, con sus dedos entrelazados delante de sí, y un gesto más calmo en su rostro, sin embargo guardando aún ese misterio que aquellos ojos castaños reservaban a su alma.

Sonrió a Lenia cuando le dijo que trataría de aprender rápido para no robarle mucho tiempo. Mirando a los ojos de la joven para que pudiese ver la sinceridad de sus palabras le dijo:

-No hay prisa. Lo importante es hacer las cosas bien, no con prisas. Según mi parecer lo segundo sería perder el tiempo, no lo primero. Además, no hay malos alumnos, si no malos maestros.-

Con la respuesta de Lady Myriah dió por terminado el tema. Si se le permitía compartir esos momentos con las damas en un futuro ya se vería. Ellos debían decidir ahora y fuese como fuese Tyler lo respetaría.

Cuando Lenia le hizo aquel gesto cómplice a raíz de la pregunta de Alyra a su hermano sobre si era buen bailarín, respondió a la dama con una sonrisa divertida.

Cuando entró Astrid dejó de comer, se puso en pié y le dedicó una reverencia, tal y como había hecho con las demás. Miró como caminaba hasta su silla. Tan solo cuando ella hubo tomado asiento volvió a sentarse él.

Al comentario de que esperaba que no hubiesen tenido que esperar demasiado por ella no respondió, consideró que hacerlo correspondía a Lord y Lady Vaelys. Por su parte se alegraba de que estuviese allí, tan solo deseaba que no hubiese visitado al maestre por no encontrarse bien.

Lady Myriah : Yo también estoy de acuerdo en eso. Además hoy os necesito conmigo para recibir al resto de los invitados, en cuanto lleguen. Sería una descortesía aún mayor que alguna no estuviera presente, porque está ocupada en actividades impropias de una dama. 

Lenia bajó la mirada ligeramente, su madre no la había regañado directamente pero había dejado claro que no estaba actuando de manera correcta. Lenia siempre hacía lo posible por comportarse de manera correcta, por ser una buena dama, una buena hija y se sintió mal por haber cometido un error.

 - Tiene razón madre - dijo con voz ligeramente pesarosa - Estaré a su lado para recibir a los invitados - forzó una sonrisa, porque no quería dejar ver que ese pequeño toque de atención había hecho mella en su humor.

Astrid : Disculpadme. 

Miró a su hermana cuando por fin llegó y suspiró, si Lenia hubiera sido la última en llegar, también habría sido motivo para que su madre posiblemente se molestara. Sus hermanas mayores tenían una serie de "beneficios" que ella no podía permitirse, por eso siempre intentaba ser perfecta en todos los aspectos, para compensar. 

- Buenos días hermana - dijo con amabilidad, quizás a su pequeño bajón de humor volvió a notar que su garganta le molestaba, se llevó la mano a ella y suspiró mirando a su plato, un suspiro contenido para que nadie pudiera notarlo.

 Alyra : madre no se necesita hacer todo el día de hoy, los señores no estarán solo un día y si necesitas a mi hermana Lenia para algo, yo puedo suplirla, si gusta

Lenia miró a Alyra y sonrió agradecida. Su relación con su hermana Alyra era curiosa y a veces confusa, la adoraba, porque de todas sus hermanas, aunque con Tabitha era con la que mejor solía llevarse, a Alyra la adoraba por su temperamento, sus aptitudes y su caracter. Mira era su hermana pequeña y la quería, pero Mira no solía seguirla en sus bromas como Tabitha ni Astrid, que era la mayor, solía gastar mucho tiempo en perderlo con ella, así que tenía especial vínculo con su hermana Alyra y su hermana Tabitha.

- Gracias Alyra, tenéis razón, hay mas días, hoy tengo tareas que cumplir, porque es un gran día -dijo para auto-convencerse más a mi misma que al resto. Sonrió a su hermana agradecida de corazón, sentía que le debía un favor y ella, siempre cumplía con esas cosas.

Alyra : además sería un desaire para Ser Tyler, quién se ha ofrecido tan amablemente a ayudar a Lenia con su amada Noche, la ilusión se ha depositado en cada una de sus palabras es palpable así como la buena disposición del señor

 Miró a Ser Tyler y sonrió ligeramente - Quizás hoy esté ocupada Ser Tyler, pero si en vuestra estancia aquí dispongo de un hueco libre y mis tareas no me lo impiden, será un placer poder aprender de su experiencia - le miró a los ojos durante un par de segundos antes de bajar la mirada ligeramente ruborizada. Tragó saliva y notó la garganta seca, no sabía si por su pequeño malestar o porque la situación empezaba a darle cierta verguenza.

Ser Tyler : Además, no hay malos alumnos, si no malos maestros.-

Lenia tuvo la tentación de decir algunas cosas que prefirió callar para que su madre no volviera a llamar su atención, si bien era cierto que le gustaba coquetear con Ser Tyler, no era correcto hacerlo delante de su padre, de su madre y sus hermanas. Simplemente volvió a alzar la vista y con una sonrisa tímida desvió la mirada hacia su hermana Alyra. 

Alyra : debo decir que mis habilidades en el baile palidecen frente a las de mis hermanas mayores, sobre todo de Lenia, pero cada una de las joyas del Señor Vaelys brilla con luz propia

Lenia alzó la mirada hacia su hermana con cierta confusión, ella siempre había pensado que la mejor bailarina de las hermanas era Astrid, porque era la mas mayor y la que más había podido entrenar. Para Lenia, la danza era una forma de expresarse y en ocasiones, se expresaba demasiado, hasta que aprendió a contenerse. Sonrió por el cumplido de su hermana sintiendo que su humor mejoraba ligeramente.

Cuando la mayor de sus hijas hizo acto de presencia en el Gran Comedor, Lady Myriah no pudo hacer otra cosa que sentirse orgullosa de los modales y la dignidad demostradas. Su pequeña Astrid se había convertido en toda una dama, resplandeciente como una estrella.

-Perdona que hayamos empezado sin ti. Tu hermana nos ha pedido que te disculpáramos, que te encontrabas indispuesta. -le dijo a Astrid, mientras lanzaba una sutil mirada a Alyra. Tan ligera como para que sólo aquellos que conocieran bien a Lady Vaelys pudieran percatarse. "Sé que os traéis algo entre manos" parecía decir. -Me alegro de que ya te encuentres mejor.

Luego, miró a la joven Lenia y se dio cuenta de que quizás había sido demasiado tajante. Casi podía palparse la desilusión de su niña. Y, al fin y al cabo, los Risefeller eran buenos amigos de la familia.

-Por supuesto, cualquier otro día que os plazca, podéis salir a montar y enseñarle esos trucos a Noche. Me encantaría verlos. - se apresuró en corregirse, aunque con la habitual firmeza y serenidad en su voz. 

John emprendió su camino fuera del comedor tras hablar con lord Rhys, pero antes de que pudiera salir, Merol le salió al paso, en un principio el ex-soldado no reparó en el joven ayudante del septón pues tenía en mente el encargo que su señor le había ordenado.

- Lo siento Merol, no me había dado cuenta de que estuvieras aquí, ¿Querías algo?- En su voz se podía apreciar un tono de irritación por que le interrumpieran cuando iba a hacer algo importante, aunque en el fondo entendía que quisiese hablar con él, al fin y al cabo iba a ser su ayudante durante la fiesta.

El musculoso hombre le miró con seriedad y le hizo un gesto apremiante, cuanto menos durara la conversación mejor, luego tendrían tiempo de hablar con más pausa.

Vio cómo John se iba casi sin decir nada y se plantó frente a Merol. -No sé quién tiene peor carácter de los dos- murmuró sonriente. -¡Mayordomo!- sabía que eso molestaba a John, y por eso mismo lo llamó así. Le gustaba provocarle, y en público era más efectivo. Eran viejos compañeros de armas. John había tenido peor suerte en la guerra y ahora estaba tullido, pero no por ello Bernard lo trataría diferente a como lo hacía antes. John seguía siendo tan rudo como siempre. Se mantuvo sonriente esperando a que el viejo maestro de armas se girase. -¿Tendrás unos minutos después para saludar a un par de viejos amigos?- siguió sonriendo, pero ya no era una sonrisa burlona. Apreciaba a John y echaba de menos charlar con él.

Pese a su gordo cuerpo, se fundía con las sombras gracias al sencillo atuendo, lo cual era una gran ventaja en lugares como este. El ambiente publico, los intercambios entre la familia y los invitados, todo el aire del desayuno, le tensaba los nervios. No pertenecía allí, eso estaba más que claro; el mismo se lo recordaba a cada instante que debía verlo, como una astilla en el pie recuerda con cada paso su presencia.

Cada segundo esperando la atención del antiguo maestro de armas era una eternidad, hasta que al fin este se digno a responderle. No en el mejor tono; pero recordando lo sucedido en la cocina, esta vez Merol contuvo el impulso inicial. Abrió la boca como un pescado, la cerro, respiro hondo y luego si, hablo, bajando el tono lo más posible, sin que por ello se perdiera en la algarabía.

-Esto… quería saber como vamos a organizarnos con los preparativos de la fiesta. Si hay algo que pueda adelantar,  también. Y desde luego, que vamos a hacer con este… aroma. En las cocinas olía igual o peor… ¿Sabe de donde proviene? …+inquirió.

John miró al regordete muchacho, tenía que resignarse a que fuera su ayudante, eran las ordenes de Lord Rhys; a pesar de que no le gustara nada la idea, era torpe, introvertido y no estaba en forma, no dudaba que tuviese un buen corazón, pero eso por si solo no lleva a ningún sitio.

Cuando abrió la boca como pasmado y la volvió a cerrar para tomar aire se dio cuenta de que tampoco era muy avispado, aún así escucho atentamente lo que tenía que decirle, como esperaba, sobre la fiesta de la noche. - Al menos se preocupa de sus responsabilidades.- Pensó el hombre.

- Ya hay gente encargándose de los preparativos, pero te diré cual es nuestra labor.- Se llevó al joven a un lugar de la sala donde no les escucharan, pues no quería importunar a los nobles con su conversación. - Nuestro cometido es que todo en la fiesta salga bien, que los invitados no tengan ningún problema, entre los dos podremos cubrir todo el salón. Si ocurre algo búscame, no hagas ninguna tontería, incluso llama a la guardia si es preciso, pero solo si no hay otra opción, cuanto menos sobresaltos mejor.- La voz de John sonaba autoritaria, casi como si estuviese hablando de una estrategia para el combate.

- De momento encárgate de averiguar de donde viene ese olor a mierda y haz que desaparezca, no tengo ni idea de que puede ser. Ahora me tengo que ir.- Tras decir esto reemprendió su camino anterior, pero cuando apenas había dado tres pasos se volvió de nuevo hacia el muchacho. - Ah, y chico, no se que clase de formación te da el septón pero no puedes seguir así, cuando tengas un rato libre ven a verme a ver si podemos hacer algo contigo, igual hasta se esconde un hombre bajo tanta panza.- Terminó John con tono serio y de desaprobación, la propuesta era porque sentía cierta lástima por el chico y no le veía ningún futuro productivo.

Esta vez sí, tras escuchar la respuesta de Merol, John fue directo hacia la puerta para salir del comedor

Tras terminar la conversación con Merol, John se dirigió a la salida dispuesto a cumplir con sus obligaciones, hasta que escucho a alguien gritar "¡Mayordomo!". En un primer momento no se giró, pues aún no se acostumbraba a su nueva vida, pero tras un segundo se giró para servir a quien le hubiese llamado.

Había sido Bernard, antiguo compañero de armas durante la guerra, le parecía un buen hombre al que respetaba por su participación junto a él en el campo de batalla. Por un momento puso los ojos en blanco al comprender que se trataba de una broma, no podía permitirse una contestación como le hubiera gustado, pues ahora no estaban en el mismo escaño social, y menos aún delante de Lord Rhys y sus hijas. - Ayudante del mayordomo.- Matizó. Cada vez que lo recordaba su orgullo recibía otro pequeño golpe.

- Créeme que me encantaría, pero mis labores ahora son algo más que sentarme a tomar un buen desayuno mientras hablo con bellas damas.- Dijo refiriéndose a las hijas de su señor, por algunas sentía un afecto especial, las había visto crecer y habían compartido buenos momentos. - Pero tened por seguro que en cuanto tenga un rato libre no os podréis librar de mí.- Bromeó. En realidad si tenía ganas de poder tener una conversación con su viejo camarada  -Ahora, si me permitís tengo asuntos que atender.- Hizo una pequeña inclinación a todos los nobles presentes y se retiró tras escuchar la respuesta de Bernard.

Tyler estaba dando un trago a su copa cuándo Lady Myriah dio permiso para que otro día pudiese mostrar a las damas lo que había dicho. Sonrió mientras el vino entraba en su boca, su sonrisa quedó oculta tras la copa pero miró a Lenia y Alyra, ellas pudieron ver en sus ojos azules que se alegraba. Ahora consideraba su oferta una promesa.

-Muchas gracias mi señora- Dijo a Lady Myriah sonriente cuando dejó de beber.

Si bien era cierto que socialmente habían unas actividades predeterminadas sobre lo que debían o no hacer las damas, Tyler creía que de puertas a dentro casi ninguna muchacha debía ser así. Coser, bailar, ser sumisa y entregada a su señor... todo eso estaba muy bien, pero seguro que en el fuero interno de toda mujer había ese espíritu que le gritaba que galopase por el bosque, que bailase girando hasta caer al suelo mareada y agotada, o incluso que cogiese un arco y practicase. Era lo lógico, eran seres completos. ¿Acaso no era lo ideal que la compañera de uno fuese su mejor amiga?¿acaso una verdadera amistad no comparte aficiones? Miró a Lady Myriah preguntándose qué rebeldía tendría ella, pues dicen que de tal palo tal astilla. La imaginó cazando, quizás esa era su afición oculta, una faceta que tan solo su esposo conocía...

Cuándo su hermano se dirigió a John sonrió ampliamente. Si bien Tyler no hubiese molestado al maestro de armas dirigiéndose a él como mayordomo sabía que Bernard tan solo le provocaba sin maldad. Estaba de acuerdo en que estaría muy bien compartir un rato los tres juntos. La guerra había roto muchas cosas, pero había forjado otras, como la relación de los caballeros con el soldado. Lástima que en ese día John estaría muy ocupado con labores que, a juicio de Tyler, no debería desempeñar. John era un guerrero y eso no cambia nunca, por muchos brazos y piernas que a uno le corten, su espíritu estaba entero. Además sabía que seguía siendo un contrincante duro, si bien le faltaba su mano diestra había entrenado para defenderse bien con la izquierda, no se había rendido y para Tyler eso valía muchísimo. 

Sonrió e hizo una leve inclinación a modo de despedida cuando John se retiró.

Lady Myriah -Por supuesto, cualquier otro día que os plazca, podéis salir a montar y enseñarle esos trucos a Noche. Me encantaría verlos. 

Lenia pareció sorprendida por el cambio de decisión de su madre y entendió que realmente no quería haberla "regañado" si no dejado claro que tenía obligaciones que cumplir, así que sonrió abiertamente y asintió.

Ser Tyler -Muchas gracias mi señora-

- Entonces - Comenzó a decir Lenia con voz suave sin poder ocultar su sonrisa, carraspeó para aclararse la voz - Tendré que realizar bien mis tareas para poder obtener tal premio - no podía evitarlo, salirse con la suya era algo que le gustaba a cualquier persona, pero especialmente a Lenia, que a pesar de ser siempre correcta, a veces era un poco "rebelde" aunque siempre con cara dulce y buenos modales.

Miró a su hermana Alyra con emoción y luego de nuevo a Ser Tyler.

Por un instante se quedó perdida en sus pensamientos, mirando aquellos ojos azules. Si bien era cierto que Lenia era una "enamorada del amor" y que soñaba con príncipes azules y castillos hermosos, era consciente de que la vida real no era tan mágica. Pero a veces se acercaba.

Cuando se dio cuenta de que se había perdido en sus mundos de fantasía mientras miraba los azules ojos de Ser Tyler, reaccionó poniéndose colorada y desviando la mirada hacia las ventanas, fingiendo estar distraída con el paisaje y no con Ser Tyler.

Bebió un poco de agua para refrescar su garganta y tratar de ocultar sus mejillas coloradas.

Ser Bernard :¡Mayordomo!-

Cuando Bernard llamó a John mayordomo sintió un pequeño enfado por dentro, John era ... su amor platónico, desde niña había sido así, era tan guapo, tan fuerte, tan inteligente ... había sido tanto y ahora, había quedado relegado a ser mayordomo porque le habían herido.

Apretó la copa con enfado, no hacia Bernard, que sabía que bromeaba, si no ante la situación. Respiró lentamente intentando tranquilizarse, la vida era injusta. ¿Como un hombre como John había podido terminar herido de esa manera?

John Kalhan - Créeme que me encantaría, pero mis labores ahora son algo más que sentarme a tomar un buen desayuno mientras hablo con bellas damas.-

Bellas damas, ¿era cortés o realmente lo pensaba? nunca se había atrevido a descubrir si a John, ella le parecía bonita, era sencillo saberlo con algunos mozos de su edad, pero cuando dejaban de ser mozos y pasaban a ser hombres la cosa cambiaba.

Volvió a mirar a Ser Tyler, ¿que le pasaba hoy con Ser Tyler? ¿le parecería bonita a el?.

Sonrojada otra vez terminó por torcer la nariz y mirar al techo, igual estaba enferma, se había levantado con dolor de garganta y ahora tenía la cara sonrojada y posiblemente con algo de temperatura. Lenia no quería enfermar, esta noche era muy importante para ella. 

A Lenia se le había terminado el apetito.