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Castillos y Caballeros

Y llegó el final

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02/11/2018, 19:31
(2) Alester Marbrand

Alester tuvo que enfrentarse, durante sus primeros meses de gobierno, a muchos problemas. Maldecía cada día a los anteriores señores, que habían permitido que la casa llegara a estar como estaba. No es que fuera su culpa el derrumbamiento de parte de la Fortaleza, pero sí era su culpa la presencia del Targaryen, que había sido invitado por el mismísimo Lord Rhys; el hecho de que su segunda hija se encaprichara con él, pues bien podrían haber controlado más a su descendencia; el hecho de que ambos escaparan, pues si hubieran sido inteligentes habrían entregado al Targaryen el mismo día en que llegó a su hogar; y, por supuesto, era culpa suya el lamentable estado de las arcas, pues claramente ni Lord Rhys ni Lady Myriah se interesaron por examinar de cuando en cuando las actividades de su castellano.

Cuando los Lannister llegaron a la Fortaleza de la Sangre, Alester les recibió con los máximos honores posibles, dada la situación. Rápidamente se reunió con Lord Tywin en privado para explicarle todo lo ocurrido: desde la invitación a la fiesta hasta la huida del dragón; cómo el Targaryen había asesinado a tantísimas personas en un solo día; cómo Alester, alarmado al enterarse de la presencia de aquel hombre en la Fortaleza, había decidido encarcelar a la pareja y entregárselos a Lord Lannister en cuanto fuera nombrado Señor; cómo no pudo ser posible porque justo en el momento en que fue nombrado se derrumbó parte de la Fortaleza y ambos escaparon; cómo pensaba castigar a los soldados a quienes él les dio la orden de arrestar de inmediato a la pareja y que no le hicieron caso.

Alester había mandado a un gran grupo de soldados en busca de ambos y le contó a Lord Tywin que posiblemente ambos quisieran huir a Essos para armarse, dado que en aquellas tierras no encontrarían a nadie leal. Le dejó bien claro a Lord Lannister que, si bien él no tenía la culpa de la presencia de ese hombre allí ni de que hubiera logrado huir, haría lo posible por dar con él antes de que saliera de Poniente.

En privado le confesó a Lord Lannister, temeroso de su reacción tras perder al Targaryen, el embarazo de Tabitha y cómo casi todos en la Fortaleza, incluido el Septón, querían protegerla de todo mal. Pero Lord Tywin no debía preocuparse por la lealtad de Alester: él no estaba de acuerdo con todo aquello y no pensaba ayudar a esa muchacha por encima de a los Lannister, pues no podía permitirse que un nuevo Targaryen llegara al mundo y amenazara lo que tanto había costado construir. Pero, al mismo tiempo, aunque Alyra aún quisiera a su hermana, no debía Lord Lannister dudar de ella. Le explicó que su esposa simplemente creía que Tabitha había sido engañada por Viserys, de ahí que quisiera protegerla.

Por otro lado, Alester le entregaría a Ser Mordred, quien había conspirado con el Targaryen y, por tanto, era merecedor de una sentencia Real. Mordred había ayudado a Viserys a asesinar a los miembros del servicio, así que probablemente también hubiera ayudado a escapar a la pareja. Con lo cual, estaba clara la traición. Estaba armado, sí, pero también parecía estar malherido, así que dudaba que los soldados tuvieran mucho problema para apresarlo. Lord Lannister podría decidir qué hacer con él: si mandarlo al Muro o ejecutarlo por sus crímenes.

Alester le dio la noticia de la muerte de Edric Colina. Un bastardo, pero un bastardo de origen Lannister. Por supuesto, Lord Lannister podría llevar su cuerpo a su madre si así lo quería. O Edric podría ser enterrado en la propia Fortaleza, como Vaelys que era, pues los nuevos señores habían decidido darle el apellido al joven.

 


 

En cuanto Alester supo del delito de Marvin Curton y mandó a un grupo de soldados a buscarlo a la posada de su hermano, donde sabía que estaría. De tener el dinero con él, lo recuperaría y mandaría a Curton al Muro; de no encontrarlo, ejecutaría al hombre por traición a la Casa. Cuando Marvin Curton confiesa su crimen, la cólera de Alester estalla. No ha sido fruto de una mala gestión, de su mediocridad como castellano: Ha sido un crimen en toda regla, a sabiendas de lo que se jugaba, nunca mejor dicho, manejando así el dinero que no le pertenecía. Mandó apresarlo de inmediato y lo condenó a muerte por traición a sus señores.

En ese momento, Alester decide que Mira no debe enterarse nunca de quién es su verdadero padre. El delito de Curton es imperdonable, pues ha arruinado a la casa a la que juró lealtad, pero tal vez una niña como ella no lo entienda. Y no quiere que, cuando crezca, intente algo contra él. Lo hablará, por supuesto, con Alyra, pero espera que su esposa lo entienda y acepte. Además, seguramente sea un trauma para la pequeña descubrir que es una bastarda. Mucho mejor su solución. 

De inmediato, escribió a su familia para pedirles ayuda tanto en la captura de Viserys Targaryen como para poder comenzar una nueva vida. Respecto a lo primero, pidió que mandaran tropas a los puertos más cercanos, pues probablemente decidieran huir en barco. Respecto a lo segundo, pidió un préstamo a sus padres y a su tío Lord Marbrand. Él contaba con algo de oro, claro, pero era su familia quien más poder adquisitivo tenía. Por supuesto, la cantidad tenía que ser bastante alta, pues no solo había que rellenar las arcas, sino también reconstruir la Fortaleza. Pero mantenía sus esperanzas: Los Vaelys no eran pobres y claramente sus negocios vinícolas les habían hecho ricos en el pasado, así que esperaba que a él también le dieran suficiente oro como para no quedar en deuda con su familia demasiado tiempo.

Con motivo de este préstamo, Alester habló con Alyra y le contó que el cambio de apellido no sería posible. Incluso aunque no necesitaran la ayuda monetaria, habría sido muy difícil conseguir la aprobación de su familia; pero ahora, que necesitaban más que nunca el dinero, era imposible. No podían permitirse ofender de aquella forma a sus padres y tíos. Ambos tendrían que renunciar a ser Vaelys y convertirse en Lord y Lady Marbrand de la Fortaleza de la Sangre. Es lo único bueno que ha podido sacar de aquella situación, tener la excusa perfecta para negarse a dejar de ser un Marbrand. Pues, de lo contrario, habría tenido que discutir tanto con su esposa como con el Septón. Esto lo facilitaba todo.

A pesar de tan poderosas razones, el Septón no parecía en absoluto de acuerdo con aquella decisión. No sabía ni siquiera por qué le habían hecho jurar tal cosa en su momento sabiendo que ningún hombre en la historia de Poniente había cambiado el apellido por el de su esposa. Y, lógicamente, no entendía tal discusión. Irritado y cansado de las amenazas de Tiziano, decidió aceptar la idea del doble apellido, Marbrand-Vaelys, no sin antes consultarlo con su familia. Una vez su tío y sus padres dieron el visto bueno, Alester y Alyra unieron los nombres de sus respectivas familias en uno solo.

Ya que podrían pasar años hasta devolver completamente aquel préstamo, Alester consentiría nombrar al segundo hijo de su tío, que no heredaría nada, maestro de armas de la Fortaleza, ya que Risefeller estaría ocupado con su propia casa a partir de ahora. Y propondría que el primer varón que él engendrara se casara con alguna de las futuras nietas de su tío, de forma que ambos pudieran heredar la Fortaleza eventualmente.

Alester se conformaría con tener un hogar la mitad de grande que el anterior si era necesario. Solo quería, por ahora, lo mínimo para empezar. Así que no arreglaría todo lo destrozado por el momento. Para la reconstrucción de la capilla del Septo, Alester habló con Tiziano sobre la posibilidad de recibir ayuda económica del Septón Supremo. Al fin y al cabo, era necesario para el mantenimiento de la Fe y, dada la situación en que se encontraban las arcas, esperaba que pudieran concedérsela. De no conseguirlo, Tiziano tendría que hacer sus ceremonias en otro lugar de la Fortaleza hasta que recuperaran el dinero, pues lo indispensable era poder pagar a todo el personal a tiempo.

Por supuesto, no podrían celebrar grandes fiestas ni torneos durante bastante tiempo si querían mantener a todos (o al menos a gran parte) de sus sirvientes. A aquellos sirvientes más bajos que dejaron su puesto o murieron decidió no sustituirlos hasta mejorar su situación económica (Fiona, Sebastian y Merol). Al fin y al cabo, el número de habitantes de esa casa había reducido, así que no necesitarían a tantos. Pero sí, aparte del nombramiento de su primo como maestro de armas, pidió a su hermana Desmera y a su cuñado Ormond Westerling que tomaran los puestos de ama de llaves y de castellano respectivamente, pues le eran leales a él y sí confiaba en que ellos harían un buen trabajo.

Respecto a Evan, no quería en absoluto que siguiera de mayordomo en su casa. Su idea era mantenerlo un tiempo en la Fortaleza con dos guardias vigilándolo constantemente, pues Evan lo había ofendido enormemente con aquel reto y no reconociéndolo como señor. Además, estaba todo el tema de las muertes misteriosas y Alester deseaba que las pruebas acabaran inculpando al antiguo mayordomo. Por desgracia, Evan huyó con demasiada premura y Alester, teniendo ya a casi todos sus soldados a la búsqueda de Viserys y Tabitha, no podía permitirse usar recursos buscando a aquel sirviente. Por ahora, con que se mantuviera lejos de la Fortaleza y de su esposa le bastaba.

Como mayordomo, nombraría a Sloth. No se fiaba demasiado de las intenciones de ese jorobado, pues sabía de su lealtad hacia el antiguo señor; pero probablemente no cobrara mucho y, además, mejor tenerlo bien cerca para poderlo vigilar.

 


 

Cuando encontraron a Astrid y a Tyler, Alester se sintió aliviado, pues ya pensaba que ambos habían huido igual que Tabitha y Viserys y planeaba un golpe contra él. El destino de Astrid le era indiferente, pero no el de Ser Tyler. A pesar de sus diferencias, Marbrand había respetado a aquel gran compañero de armas y sentía de verdad su muerte. Le apenó el hecho de haberlo perdido sin haber arreglado las diferencias que habían surgido en aquel funesto día. Alester propuso a Ser Bernard mandar sus cuerpos a descansar en el panteón de los Risefeller, pues, al fin y al cabo, de no haber fallecido, ambos habrían vivido allí.

Respecto al matrimonio con Alyra, Alester estaba decidido a ser feliz con ella. No quería acabar odiado por su propia esposa y sentirse más solo que si hubiera permanecido soltero. Además, no parecía una joven difícil de apreciar: era hermosa, inteligente y agradecida. Alester apreciaba la vida familiar, así que hará lo posible por mantener con su esposa una relación de respeto, confianza y cariño.

Eso sí, esperaba que no se entrometiera demasiado en asuntos políticos y que, aunque diera su opinión en algunos temas, respetara las decisiones que él tomaba. No quería una esposa que se dedicara únicamente a comprar vestidos o a organizar fiestas. Si apreciaba la inteligencia de Alyra era porque quería que participara en el gobierno de aquella casa. Pero siempre como un apoyo para él, no como alguien que pudiera desafiarlo.

En algún momento, sabiendo la afición y habilidad de Alyra en el combate, le propondrá que practique o colabore de vez en cuando con el nuevo maestro de armas, su segundo primo. Si aceptara, sería lo mejor para todos. Pues esa actividad le haría probablemente ilusión y la mantendría ocupada.

Por supuesto, deseaba tener hijos cuanto antes. Y cuantos más, mejor. Propondrá a su primer varón como prometido de una de las hijas del heredero de Marcaceniza, su primo mayor. Intentará casarlos cuanto antes, para evitar que nadie más acceda al título de señor de la casa según el testamento de Joston Ríos. Y, por si acaso le ocurriera algo a su primogénito, organizará las bodas de sus demás hijos también sin demora, especialmente de los varones.

No obstante, intentará hacer lo posible por acabar con aquel testamento. Al fin y al cabo, es una norma hecha para la casa Vaelys, pero esa casa murió con Lord Rhys. Aunque él también es descendiente de Joston, es un Marbrand. Y esa es la familia ahora asentada en la Fortaleza. Tal vez el cambio de apellido del gobernante fuera suficiente para acabar con aquellas normas y que sus hijos pudieran heredar sin tener tantos problemas.

Los planes de Alester parecían ir según había imaginado al comienzo de su gobierno. Pero hubo un detalle que se le había pasado por alto y que, llegado el momento, hizo sentirse a Lord Marbrand-Vaelys algo idiota. Ya sabía de la terquedad y la inteligencia de su esposa, cualidades que había valorado en su momento; era lógico que no le sentaría bien no hacerla tan partícipe de los asuntos políticos como él. Tendría que haber supuesto que, tras pequeñas peleas, algún día tendrían aquella gran discusión; de hecho, era extraño que Alyra hubiera tardado tanto en decirle algo de forma tan rotunda.

Aun así, no le gustaba que su esposa le hablara de aquella manera. Alester se había esforzado durante casi toda su vida en tratar los temas, por desagradables que fueran, con tranquilidad y educación, para no perder los estribos de nuevo. Y aquella discusión lo llevó a tales límites, que llegó un momento en el que tuvo miedo de cómo reaccionaría. Aguantó lo mejor que pudo, intentando no levantar la voz y dejando que Alyra gritara y dijera todo lo que tenía que decir. Le pidió que por favor se calmara y reposara, pues no estaba en estado de alterarse; ya hablarían más adelante. Pero ella quería hablar ya.

Su mente le hizo recordar un trágico momento hacía 20 años, otra discusión con otra mujer embarazada. En ese instante, directamente dejó de hablar. Quién sabía lo que ocurriría si abría la boca, si gritaba y la ira ciega volvía a controlarlo.

Eso no ocurrió, pero algo igual de aterrador sí.

Dio igual lo cuidadoso que fuera. Algo no salió bien, no supo el qué ni el cómo, y el parto de su esposa se adelantó. Alester, temeroso por el destino de la madre y del niño, estuvo en todo momento junto al maestre, a quien llegó a amenazar, lleno de nervios, si alguno de los dos moría.

Por suerte, todo salió bien. Alester, con sus miedos más terribles a punto de haberse cumplido, reflexionó sentado en el lecho junto a su esposa y su hijo recién nacido. Le propuso a su esposa que el pequeño se llamara Alwen, como su hermano mayor. A partir de ese momento tendrían que estar unidos y llegar a un consenso antes de decidir nada. Dos cabezas que piensan distinto podrían llevar a la casa a la ruina; pero dos cabezas que estén de acuerdo fortalecerían a la familia.

Varios hijos después, todos una bendición para Alester, este vio cómo Alyra se iba alejando cada vez más de la política para centrarse en sus hijos y en sus estudios. No sabía si era o no su culpa el hecho de que su esposa hubiera cambiado de opinión; pero, de ser así, no se sentía bien consigo mismo, pues precisamente aquel tema fue el que provocó los problemas en su primer embarazo. La apoyó en cualquier actividad a la que quisiera dedicarse pero, al mismo tiempo, siempre consultaba con ella cada decisión que se tomaba en la Fortaleza, haciéndole saber de forma implícita que no pondría trabas a su implicación en tales asuntos.


Todos los días alguien caía de su caballo. De hecho, no era la primera vez que a él le ocurría. Claro, que él ya era un jinete experimentado. Aquella lesión le supone una nueva humillación, pero es un hombre maduro y poderoso, con una buena reputación a sus espaldas, que no debería nublarse tan fácilmente por un único momento. Él lo tiene claro: Lo que piense el servicio poco le importa. Así que no es tanto la vergüenza lo que ocupa su mente a partir de ese momento, sino el abatimiento y el desánimo.

Durante mucho tiempo apenas tuvo algo más en la cabeza aparte de la idea de que no volvería a combatir. La depresión se hizo presa de él. Sus tareas como señor, que tanto le entusiasmaron al principio de su gobierno, no son capaces de aliviar su pesar. Las cumplía, pero sin ánimo, como si fueran un mero trámite por el que había que pasar. Miraba a su mujer con pena, pensando en lo terriblemente avergonzada que se sentiría al verse casada con alguien que se había vuelto un viejo de un día para otro. Un pensamiento que nunca le habría venido a la mente antes del accidente, pero que ahora no podía evitar.

Y él parecía querer sufrir más, pues por el día observaba a los soldados que entrenaban, con melancolía y cierta envidia; y, por la noche, rememoraba grandes momentos de cuando él había combatido. Su mente nunca descansaba del dolor ni del pasado. Le resultaba imposible pensar en su futuro.

Cierto era que no había ninguna guerra próxima y que, aunque se desencadenara una nueva, ya tenía cierta edad y posición como para luchar cuerpo a cuerpo: Sus deberes serían ahora más estratégicos que físicos y, por suerte, su mente se mantenía intacta. Pero en eso no pensaba, únicamente en lo malo; pues siempre mantuvo la esperanza de volver a blandir su espada y combatir por su Rey de nuevo. Era lo que le llenaba de vida, la acción pura.

Por no hablar de que las partidas de caza ya no serían las mismas. Podría participar en ellas, sí. ¿Pero de qué iba a servir un cojo contra un ciervo o un jabalí? Necesitaba una movilidad que ya no poseía. Su mayor entretenimiento y pasión, arrebatado. ¿Podría, tal vez, cazar a caballo? Siempre lo había hecho a pie, pero era posible el cambio. Aunque solo pensar en volver a montar, lo llenaba de angustia. No odiaba a su corcel, no era culpa de Halo. Pero no se vio con fuerzas de volver a subirse a él, así que únicamente acudía a los establos a saludarlo y cuidarlo, en silencio.

¿Pero debía, al menos, intentarlo? Echaba de menos la caza. Seguro que podría blandir de nuevo sus armas a lomos de Halo. O quizás podría perfeccionar su maestría con la ballesta o incluso aprender a tirar con arco. Eran armas que se usaban a pie, pero que no requerían ningún movimiento mientras se utilizaban. No, imposible. Era muy tarde, era casi un viejo…

Meses estuvo debatiéndolo. Una parte de él, pesimista y derrotista, le decía que no lo conseguiría nunca. Que era mejor aceptar la realidad y rendirse. Pero, de vez en cuando, muy de vez en cuando, su mente le regalaba un rayo de ilusión: Sí, podía intentarlo. ¿Qué clase de Señor era si, en la adversidad, agitaba la bandera blanca a la primera de cambio? Debía ser un ejemplo para su pueblo, demostrar que seguía siendo válido para las tareas físicas. Y que, por mucho mal que le hubiera hecho el caballo, volvería a montar orgulloso sobre él.

Ese rayo desaparecía normalmente a los cinco minutos. Pero cada vez aparecía más y más a menudo. Hasta que, más o menos un año después de su accidente, despertó un día con una idea fija en su cabeza: Volvería a montar a Halo, pues solo así podría volver a disfrutar de la actividad que más le llenaba. Y esa idea ya no se le fue. Poco a poco lo conseguiría, al principio a un paso muy lento y, de ahí, iría aumentando la velocidad. Y siempre acompañado de alguien de confianza: su esposa, su hermana, su cuñado... Pues solo o con un sirviente no se sentiría tan cómodo y seguro. Nunca volvería a alcanzar el galope trepidante de antes, ya que ese miedo no se le pasaría nunca. Pero quería volver a disfrutar de esos paseos y solo sobre él podría usar la lanza y la espada durante las cacerías.

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02/11/2018, 19:32
(0) Alyra Vaelys

Los primeros días.

Fue duro, terrible para todos, entre las muertes y la destrucción de la casa, Alyra debió tragarse las lágrimas y hacerse cargo junto a Alester de lo que estaba pasando y dándole algo de orden a todo ese caos, así que la primera gestión como nuevo señora fue revisar las arcas, llevándose la terrible sorpresa de que había sido robada y traicionada por Marvin, Alester conocería su furia y como se puso ante aquella nueva tragedia, exigiendo que mandarán por él, que deseaba encerrarlo en las mazmorras y tirar la llave, porque ni para el muro era digno. Estaba dolida y nuevamente se sentía traicionada, pero el hecho que fuera el padre de su hermana aplacó su ira, sin embargo, deseaba que lo llevaran ante ellos, para que diera explicaciones, sin embargo los libros eran claros. Su padre había demostrado ser un pésimo administrador, pues si él no hubiera descansado tanto en Marvin, eso no hubiera pasado. 

Mira, su pequeña hermana, Alyra intentó darle todo el amor posible y no dejarla sola, habían quedado solo ellas, y debía protegerla, así que dudo mucho en contarle la verdad sobre Marvin, más cuando se enteró de lo que había hecho, pero que tantos supiera la verdad, hacía necesario que ella se lo contara, así que a la semana de aquellos hecho, llevó a su hermana a tomar el te al jardín con la intensión de contarle todo, Alester le había dicho que mejor que no, aún no sabían que pasaría con Marvin, y si no hubiera hecho lo que hizo, Alyra no dudaría en contarle, pero cuando estuvo delante de su hermana no fue capaz de contarle, además, que nadie podría afirmarlo cuando todos estaban muertos y Marvin mantendría silencio. Se juró que seria la última vez que intentaría hablar de aquello y lo negaría hasta las ultimas consecuencias si llegaba a salir a la luz. 

Así que lo primero que debió hacer, fue ejercer como Castellana hasta que llegara el titular, no había nadie que conociera más sobre las finanzas de la fortaleza y lo que producían las tierras, sin embargo no deseo cargar la mano a los campesinos o a la casa Risefeller, era culpa de un desfalco y de una mala administración así que reunió las joyas de sus hermanas y madre, dejando sólo las de Lenia y la porción de Mira y le sugirió a Alester vender todo aquello, si resultaba lo que iban a hacer, podrían recuperar aquellas joyas, pero necesitaban fondos para pagarles a todos los de la fortaleza y procurar que no faltase la comida y abastecimiento. Era solo un pequeño aliento antes de empezar a buscar la forma de crear más fondos, así que Alyra comenzó a trazar lo que pasaría con las tierras, lo que deberían producir y qué deberían producir, le indicó a Alester de citar a todos los dueños de tierra y consultarles por las cosechas, Marvin había despilfarrado las arcas, pero aún quedaban tierras a las que echar mano, y ella misma comenzó a estudiar los títulos de propiedad para determinar de qué podrían deshacerse, y hablarlo con el consejo. 

Esos días y semanas de trabajo no dieron tregua a la chica, que pasaba días enteros en su trabajo, así que luna de miel y disfrutar de su marido, fue lo último en lo que pensó, además, era mejor para ella, no tenía que pensar en Evan y más cuando el se fue. El hecho que se fuera y no ayudara con la casa, contribuyó a que Alyra se terminara de decepcionar de él, Evan no fue capaz de comprenderla ni buscar algo de perdón en su corazón, así que no hizo nada cuando se fue, ni siquiera lo observó desde la ventana. Él salió de su vida y lo aceptó, endureciendo su corazón.

Mordred fue otro tema que dañó el corazón de la chica, Alyra dejó su suerte en manos de Alester, aunque pidió clemencia por él, el muro era un buen lugar, pues no dejaba de ser alguien al cual le guardaba aprecio, sin embargo no le perdonó el hecho que no le importara cual sería su destino si Edric se hacia del señorío, no le perdió, sobre todo, que no la considerara digna, por eso cuando él quiso hablar con ella, Alyra lo enfrentó con un frío y terrible gesto, dejándolo hablar y luego decirle que lo perdonaba, sin pronunciar palabra alguna más, no iba a derramar lágrimas por él, no en su presencia, pero Alester debió consolarla cuando al fin pudo llorar, y lo hizo amargamente entre sus brazos, tal como lo hizo la noche en que el cuerpo de su madre había desaparecido. 

El asunto de su antiguo maestro se sumó a la llegada del ejército de los Lannister, era gracioso, Alyra no debió romper su palabra con Tabitha, y quizás eso ella lo recordaría, pero no haría nada más por ella, seguía siendo una traidora y alguien que no había mirado por el bien de nadie, aunque temía por la vida de su sobrino así que intentaría saber donde estaban, así que estaría atenta a cualquier movimiento de Tabitha. En cuanto a las explicaciones, nuevamente Alester tendría que dar la cara, pero ella se quedó a su lado, dándole apoyo y dejando que hiciera lo que habían acordado, no había forma de explicar las decisiones de su padre y madre, porque no estaban, pero el hecho que ahora Alester fuera la cara de esa casa y que casi todos los miembros antiguos de ella había muerto, ayudaba en parte para empezar desde cero. Sin embargo Alyra consultaría con Sloth si sabía algo más sobre ese asunto.

Luego vino la reestructuración de la casa, nombramiento de aquellos sirvientes que  fuesen necesarios, mayordomo, ama de llaves, eso ya lo habían conversado y Alyra preguntó por aquellas personas que llamaría, no estaba del todo convencida de que fuesen solo miembros de su familia y de hecho se lo refutó, si seguía así, la fortaleza de sangre dejaría de serle familiar, así que propondría también nombres de su propia familia, sin embargo donde no hubo dudas fue en el nombramiento de Sloth de mayordomo, de hecho ella misma se lo informó, contenta de que él pudiera ser al fin reconocido como correspondía. 

Los días pasaron y las cosas comenzaron a relajarse, aunque quedaba todo el proceso de reconstrucción, a lo que la familia de Alester respondió con una propuesta que le supo más a una navaja en el cuello, Alyra no le gustó la exigencia de adoptar el apellido de su marido, lo que hizo que no quisiera a tantos miembros de la familia de su marido en la fortaleza, pero luego de meditarlo, debió aceptarlo, necesitaban los fondos, sin embargo, Alyra solicitaría la ayuda y consejo al príncipe Oberyn, pero sabía que para recuperar su lugar, necesitaban una buena posición ante los propios Lannister, así que terminó cediendo, no muy contenta con la idea, pero confió en Alester, aunque estaría tensa al saber que desconocidos estarían interesados en la administración de la fortaleza y que no confiaban en ella. Necesitaría mucho apoyo de Alester para que la escucharan, pues no solo era mujer, sino que también era una jovencita huérfana, y la confianza en su marido se pondría a prueba en esos días. 

Los días pasaron y las cosas comenzaron a relajarse, aunque quedaba todo el proceso de reconstrucción, a lo que la familia de Alester respondió con una propuesta que le supo más a una navaja en el cuello, Alyra no le gustó la exigencia de adoptar el apellido de su marido, lo que hizo que no quisiera a tantos miembros de la familia de su marido en la fortaleza, pero luego de meditarlo, debió aceptarlo, necesitaban los fondos, sin embargo, Alyra solicitaría la ayuda y consejo al príncipe Oberyn, pero sabía que para recuperar su lugar, necesitaban una buena posición ante los propios Lannister, estaba en una situación difícil y no fue fácil para el matrimonio, menos cuando el Septón les dio una nueva amenaza, una que hizo entristecer enormemente a Alyra.

La propuesta y amenaza de Tiziano sirvió para calmar a la pareja, que debieron sentarse para conversar sobre el asunto, ella deseaba esa salida propuesta, un apellido compuesto mantendría el de su casa y los apartaría del dominio de la familia de Alester, así que le pidió a su marido que tomara esa decisión, quizás, si tenían suerte, complacerían a ambos bandos, además de mantener la palabra de su marido. Luego de esa conversación y la resolución que tendría que tomar Alester, dado que él tendría que dar las correspondientes explicaciones a su familia como al mismo septon, Alyra le dijo al anciano que no era necesario amenazar, que eso la entristecía enormemente pero que agradecía sus buenas intensiones, que esperaba que todo funcionara bien, y aunque no se lo dijo de manera agresiva o como reprimenda, el anciano sentiría la enorme decepción y tristeza en su voz pausada y cansada, Alyra necesitaba confiar en la gente, en los pocos que le quedaban y realmente decaía cada vez que sentía esa sensación de abandono.   

Los primeros meses. 

Las cosas parecieron calmarse ya cuando los meses pasaron, Alyra al fin pudo respirar, además , debía reconocer que llevar la contabilidad de la fortaleza era un trabajo arduo y que ni un hombre podría hacerlo a su edad, así que comenzó a calmarse y por fin disfrutar de su marido, Alester encontraría en su joven esposa una joven cariñosa, divertida, alguien que si bien la primera noche se mostró muy tímida y preocupada de lo que fuera a pasar, luego se entregó por completo a él y con el tiempo, su intimidad se fue volviendo más tibia y más cercana, aunque él debió darle algo tiempo, sólo a los dos o tres meses pudieron consumar como correspondía el matrimonio, luego de conocerse y adaptarse el uno al otro. Obviamente todo esto ayudó a Alyra a calmar su corazón y la añoranza por Evan, el cual estaba en su corazón, pero lentamente en su pecho se fue haciendo más un recuerdo, reemplazado por los besos de Alester. Además, había algo importante que Alyra deseaba ser cuidadosa, no deseaba habladurías, y como fue un rumor conocido por todos, incluso, abiertamente reconocido por su madre, el hecho de que Evan y ella se querían, era mejor que pasaran algunos meses antes de que ella quedara embarazada y no hubiera duda alguna sobre la paternidad de ese bebe. Alyra se lo explicó a Alester, jurándole que nunca había hecho nada con él deshonroso, pero por mucho que Alester lo supiera, el resto lo pondría en duda, y eso no lo deseaba. Alester no tendría duda alguna de la virginidad de su mujer cuando al fin la poseyó, en donde no hubo dudas algunas sobre aquello.

Luego, cuando todo se estabilizara, celebrarían una boda como correspondían, además, debían enmendar el acta de matrimonio con el apellido de Alester, pero todos los conocerían aún como los Valeys, era difícil desvincular ese apellido de esa fortaleza. 

A los ocho meses de haberse casado, al fin una buena noticia llegó, Alyra estaba encinta y le contó a Alester entre lágrimas, estaba asustada pero eso la llenaba de alegría, tendrían un hijo y por fin parecían estar saliendo de los oscuros tiempos que se habían iniciado con el fatídico día en que sus padres murieron y a muchos se le cayó la máscara. El embarazo no tuvo mayores inconvenientes, Alyra demostró su fortaleza física y al contrario de lo que se esperaba, siguió con su vida normal, manteniendo el entrenamiento que había retomado cuando todo se calmó, pero cada vez notando más y más como Alester la mantenían algo alejada de las decisiones, la chica aguantó un poco, porque sabía que  no era por el embarazo, pues venía de antes. Es así que cuando la joven estaba casi de término, se desató una tormenta en la alcoba principal. Alyra no aguantó más y enfrentó a Alester, necesitaba saber cómo la veía, si la respetaba o si deseaba que se quedara callada, que se lo informara en ese acto. ya habían tenido desavenencia antes, pero aquella pelea fue terrible, que no terminó en nada porque Alyra comenzó con el trabajo de parto, preocupando a todos porque no esperaban al bebe en ese momento, falta a lo menos unas cuantas semanas antes del parto.

Fue una noche larga, muy larga para todos, pero Alyra no gritó ni lloró en ningún momento mientras paría a su primer hijo. Fue una noche entera de trabajo de parto, pero cerca de las doce del día siguiente, al fin el bebe había nacido, era un varón y reposaba al lado de su madre, la que le estaba dando su primera leche. El matrimonio limaría sus asperezas en ese momento, Alyra se había enamorado de Alester irremediablemente ya hacia tiempo, lo admiraba y le estaba infinitamente agradecida, de eso, había surgido el amor, y ahora aquel hijo los uniría. Alyra le dijo que él escogiera el nombre.

Los siguientes años. 

Alyra seguiría entrenando y perfeccionándose en el uso de las armas, pero luego de tener a su bebe, comenzaría sus estudios en medicina, en donde sintió que era su verdadera faena y lugar, comprendiendo que Alester era el señor de la fortaleza, pero él la escuchaba y no sólo la dejaría relegada a un segundo plano. Ambos, juntos, lucharían por el bienestar de la Fortaleza de Sangre.

Luego del nacimiento del primer bebe, vino el nacimiento de los mellizos, un niño y una niña, eso sucedió a los dos años de que naciera el hijo mayor de la pareja. Dos años después, nació su cuarta hija. Al final, Alyra le daría a Alester, seis hijos, Tres varones y tres niñas, todos fuertes y que nacieron en un lapso de 10 años. Mientras Alyra tenia a sus hijos, no dejaba de aprender y pronto la fama de erudita de la joven fue conocida, sus ánimos de gobernar fueron aplacados por su maternidad y sus propios estudios, además supo que su lugar era otro y que era de mucho más ayuda siendo sabia para su marido, demás, era respetada por su propio nombre y su personalidad se fue calmando. Era una mujer distinta a otras en Poniente, y su belleza también era conocida. Su fama se propagó casi tanto como la de la misma Sansa Stark, y muchos las comparaban, diciendo que debían ser mesurados y sabios como Alyra y no soñadores como la joven Stark.

En cuanto al resto de su familia, Alyra mantuvo una larga correspondencia con su hermana mayor, Lenia, deseando que las fueran a visitar a lo menos cada dos años pues la extrañaba mucho y deseaba que conociera a sus sobrinos.

Por último, el asunto del testamento, Alyra hizo todo lo posible para averiguar como levantar esas draconianas cláusulas, consultó con todos los eruditos posibles incluso solicitaría audiencia con el rey para poder esperar su opinión, pero vino la guerra, la mala fama del joven león y las convulsiones en todo Poniente, Alyra no estaba segura si podrían resolver aquel delicado asunto, así que prefirió aguardar, Alester sabía que ella deseaba liberar a sus hijos de aquella terrible carga, sabiendo que era verdad, si no se casaban, perderían todo, por eso le propuso a Alester crear fondos aparte, distintos a los de la misma fortaleza, incluso, la construcción de una nueva fortaleza, si no podía liberarlos de la fortaleza de Sangre, crearía un nuevo futuro, y con la ayuda de su esposo, trabajarían en aquello, mientras medio Poniente se caía a pedazos, de ahí Alyra propondría invertir en cosechas en trigo, El desembarco del Rey estaría en problemas y ellos podrían aprovecharse, también estaban las minas, esa era la mayor riqueza, la joven propuso invertir en investigación para aprovechar de mejor la betas, eso lo hizo al principio, y con los años, rindió sus frutos, pues ella nunca dejó de pensar en el futuro.  

Mientras ven como revocar el testamento, ambos saben que solo se protegerán si sus hijos se casan, por eso Alester y Alyra, con el dolor de su corazón, deberán comprometer a sus pequeños, buscando buenos matrimonios y procurando que los niños se conozcan desde antes, Alyra solo pide que sus hijas no sean casadas con hombre demasiado mayores, pero nunca dejan de liberar a sus hijos y a sus nietos de ese testamento que tanto dolor les había traído. También le propondría a Alester hacer un testamento para proteger a sus otros hijos. Era mucho trabajo, pero la mujer no baja los brazos, cuidaba a su familia y a todos los que amaba. 

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02/11/2018, 19:34
(1) Septón Tiziano

El anciano buscó un momento para estar a solas con los nuevos señores Vaelys, ella representaba lo más sagrado que había visto en una mujer, por ser la más capaz para gobernar, por ser la hija más parecida a su amigo y por ser la viva imagen de la única mujer que amó alguna vez. Él era un hombre noble, que se había comportado correctamente con los Vaelys pese a todas las sospechas que se cernían sobre él, y el Septón lo defendía después de haberle probado en varias ocasiones que era un hombre de fiar. - La casa se encuentra en ruinas y los antiguos señores ya no están, pero ustedes son la esperanza para todos nosotros. En su unión renace una nueva casa, una nueva familia, y de su amor mutuo y de la honestidad de uno hacia el otro es que cosecharán los mejores frutos de ésta unión. Seguramente no veré a vuestros hijos, pero os pido que los críen con amor y en la fe de los Siete, que la vida de ustedes dos sea un ejemplo a seguir ellos y un testimonio para todos. Los quiero muchísimo, hijos míos, que los Siete los bendigan por siempre - les dijo a ambos, y los abrazó como si de sus propios hijos se tratase.


La visita de los Lannister fue mal interpretada por el Septón. En un principio creyó que venían a expresar sus condolencias por la muerte de Lord Rhys y Lady Myriah, y a bendecir a los nuevos señores. Pero luego descubrió que el motivo de su visita era la presencia de Viserys Targaryen. Ese hombre no sólo se había escapado con Tabitha y había arruinado la vida de esa niña, también había matado a John y algunos guardias, y había huído como un cobarde traidor. Ahora la sombra de su presencia amenazaba con caer como un castigo sobre Aleseter y Alyra. Por fortuna los Marbrand tenían buena relación con los Lannister, así que confiaba en que el nuevo señor resolvería el asunto, sólo lamentaba que sin duda el nombre de su amigo Rhys quedaría manchado, pues había sólo una respuesta posible para calmar la ira de Tiwyn Lannister, culpar al antiguo señor de todos los males y jurar no volver a repetirlos. 


El Septón estuvo angustiado por el paradero de Astrid por varios días, la lluvia había sido torrencial y descartaba que estuviese lejos de la Fortaleza, mantenía la esperanza de que estuviesen en unos de los pasadizos secretos, pero lo peor pronto salió a la luz. Los cuerpo de Astrid y Tyler yacían juntos, su amor no había llegado a consumarse en un matrimonio, sus sueños de liderar esa casa no habían podido realizarse, el destino de ambos era triste e inmerecido. El Desconocido les había arrebatado el aliento demasiado pronto, y la fe del Septón se ponía a prueba una vez más ante tanta desgracia. Padre, Madre, cuidad el descanso de éstos jóvenes, que encuentren paz y puedan amarse por siempre. Mientras estaba junto a ellos se dio cuenta de un detalle, sus cuerpos estanan en lo alto de la torre de los cuervos, y Astrid tenía los dedos manchados de tinta. El ceño del Septón se frunció, un mensaje había sido escrito por ella y había sido enviado en la noche de la tormenta. Así que has sido tú? La venganza entre hermanas no está bien vista por la Madre, Astrid.


El anciano era un ejemplo de fe, su vida giraba en torno a la devoción de los Siete, sin embargo a la hora de explicar la muerte se sentía confundido. Eso le resultaba aún más difícil cuando los que quedaban vivos habían perdido todo. En toda esa Fortaleza había una persona que había padecido más que ninguna otra, una niña hermosa e inocente cuyo corazón estaba destrozado. Había visto morir a su padre, suicidarse a su madre, una de sus hermanas había huido con un traidor y otra de ellas había muerto entre los escombros. Ginevra, quien la cuidaba desde niña, había muerto, Evan, quien la había protegido en los momentos más difíciles, se había marchado ya, y Lenia se había casado y partido con su esposo hacia Bosqueoscuro. Alyra estaba cerca, si, pero debía cumplir sus deberes como señora de la casa, y le podía dar muy poca atención a la niña. Los Siete se apiaden de ella. El anciano pasaba un rato con Mira a diario, tratando de calmar su dolor, pero sabía que el vacío que había en ese pequeño corazón no se llenaría por mucho tiempo.

Un sólo camino era sensato para él, y no tardó en exponerlo a los nuevos señores - Estará muy triste, sufrirá demasiado la soledad y no encontrará consuelo en las ruinas de ésta Fortaleza. Enviadla como pupila a la Casa Lannister, que se críe junto a otros niños, que viva entre nuevos padres y nuevos hermanos, siempre al amparo de los Siete. Y no dejéis de visitarla a menudo, de ese modo su corazón sanará y tendrá un futuro feliz que compense todo el dolor que ha sufrido- su palabra era más un pedido desesperado que un consejo.

Tuvo que intentarlo, deseaba lo mejor para ella, pero su propuesta fue rechazada de inmediato, ni los Lannister la aceptarían, ni Alyra la dejaría partir. - Si es vuestra voluntad que Mira crezca en ésta casa, entonces la fe la acompañará. Las septas hermanas de Lord Rhys, sus propias tías, les ayudarán a cuidar de ella- las tareas piadosas eran parte del camino de la fe, y esa niña necesitaba de la compasión de todos. 


El Consejo volvía a reunirse una vez más, si bien ya estaba claro quienes eran los señores de la casa y nadie podía desafiar su liderazgo, también era cierto que la Fortaleza estaba destruida, había muerto mucha gente y otra había huido, y no había personal. Por otro lado, si Mira era enviada como pupila, ya no había más familiares nobles en la casa que ellos dos. - Serán tiempos duros, y la austeridad puede ser vuestro aliado por un tiempo. Reducir la servidumbre y la guardia será inteligente, Ser Bernard ya no puede ser el Maestro de Armas, pues ahora es el Señor Risefeller, y esa familia también fue diezmada. Es mejor contar con enviados de las casas nobles que le expresaron su apoyo en el recibidor, y con el apoyo de los Marbrand y los Westerling, con tanta traición es mejor contar con gente de confianza - dijo convencido de que el único modo de resurgir era con la ayuda de las casas aliadas. - En cuanto a la propuesta de nombrar a Sloth como Mayordomo, sin duda sería un justo reconocimiento para él y no me imagino a nadie más idóneo! Apoyo vuestra idea - asintió satisfecho. Luego, tras pensarlo unos segundos, agregó - Vuestras tías, las hermanas de Lord Rhys, están sirviendo en el Septo. Pueden acudir a esta casa por un tiempo, sin duda querrán ayudarlos y la fe de los Siete necesita ser reforzada ahora que la Capilla fue destruida,  Merol ha partido y yo estoy demasiado viejo. Pediré que sean destinadas aquí por un par de años, y ayuden a criar a vuestros hijos más adelante - los Siete serían generosos con los Vaelys, años de devoción de esa familia no caerían en saco roto.


En el Consejo el anciano escuchó con tristeza como Marin Curton había huido con todo el dinero de la familia, noticia que sonaba devastadora ahora que la Fortaleza estaba en ruinas y no quedaba personal porque había muerto o porque había huido. El desafío para ellos era grande y debían conseguir ayuda. Los Marbrand fueron los primeros en ser nombrados, sin duda esa familia no abandonaría a Alester, pero Tiziano se atrevió a sugerir otras soluciones - Además de vuestros amigos, los Marbrand, los Westerling e incluso los Lannister, otras familias les dieron su apoyo cuando asumieron como señores Vaelys. Estoy seguro que Ser Glover Galbart estará dispuesto a ayudaros, al igual que Swann Grizzly, e incluso vuestro vasallo Ser Bernard Risefeller, no dudéis en pedir su ayuda. Además, el Príncipe Oberyn Martell también podría enviarles sumas de dinero abundantes, él les dio su apoyo, pero creedme en lo que los digo, si le entregáis la espada que Lord Rhys usó en las batallas, él os brindará todo su apoyo - había hablado en privado con Oberyn y lo conocía más que ellos dos, el Príncipe no dudaría en ayudarlos si le daban lo que había ido a buscar.

Cuando Alester pide que solicite ayuda del Septón Supremo, Tiziano frunce el ceño, algo así podía hacerse y de hecho la Capilla requería reconstrucción, pero era un tema delicado, las arcas de la fe solían tener otros fines más beatos que el dar asistencia a las casas en ruina. Mientras lo pensaba, Alester lo puso al tanto de las condiciones de los Marbrand y el anciano sintió que su corazón se detenía allí mismo. Tuvo que apoyarse en Alyra para no derrumbarse - Que dices?!-preguntó en voz alta - Como te atreves!- prosiguió en un tono amenazador - Has jurado frente a los Siete y frente a varios señores que conservarías el apellido Vaelys, hasta has firmado con ese nombre tu matrimonio en juramento frente a los Siete! Lo que dices es inaceptable, Alester. Como es que puedes traicionar a ésta familia de ese modo?!- el anciano estaba indignado, el deseo más profundo de su amigo Lord Rhys estaba a punto de perderse por la codicia de los Marbrand. Sentía una ira profunda y se preguntó porque detuvo a Bernard y a Evan cuando iban a darle muerte al traidor que tenía frente a él - Hasta dónde llega la ambición del oscuro corazón de los Marbrand? No tienen ya una casa que ahora insultan la memoria de Lord Rhys y desean dos?- su mirada era inquisidora, semejante traición llegaría a oídos del Septón Supremo y del Rey, de eso podía estar seguro.

Se sentó en la sala, y oró en silencio para que la Vieja le diera la sabiduría que necesitaba, pues la fuerza del Guerrero no estaba a su alcance - Si haces eso, todos los que te dieron apoyo te darán la espalda, su promesa fue con los Vaelys, no con los Marbrand. Además, tu casamiento quedaría sin efecto - negaba con suma tristeza. Luego levantó su mirada, su tono era áspero, la Vieja le había concedido su pedido - Alester, ya que la ambición es lo que te domina, te seré claro. Así como los Marbrand ponen la condición de que la Casa se llame Marbrand, los Siete os ponen una nueva condición, que la Casa se llame Marbrand Vaelys, será una casa nueva y tú serás su Señor indiscutido, sin estar a la sombra de Lord Damon. Si haces eso, los que juraron apoyar a los Vaelys lo seguirán haciendo, el Septón Supremo os enviará dinero y yo mismo hablaré de tu nobleza entre mis pares. Si no aceptas eso, le haré saber al Septón Supremo que has roto un juramento ante los Siete, los Señores de otras casas te darán la espalda y tendrás el estigma de haber actuado en contra de la fe, y créeme que no querrás vivir esa pesadilla - se puso de pie sin siquiera mirarlo - Dime que decides y dependiendo de eso tendrás un futuro de gloria o de ruina- luego dejó la sala sin volver la vista atrás y se retiró a la Capilla.

El anciano Septón había quedado dolido con Alester tras su enfrentamiento con él, algo en su confianza en el joven regente se había roto, sin embargo el Señor de la casa había tenido en cuenta su pedido, sea porque entendía su postura o porque necesitaba el apoyo del Septón, el resultado era el mismo y el sueño de su amigo Rhys se habría cumplido. Desde lo que quedaba de la Torre de Cuervos, que había sido su hogar por décadas, Tiziano escribió numerosas notas en favor de Alester como le había prometido, comenzó con un pedido expreso al Septón Supremo para que envíe recursos destinados a reconstruir la Capilla, pues sostener la fe era algo fundamental en esa región, y no podía permitirse que se propagasen rumores de las maldiciones eran más fuertes que el poder de los Siete. Otras notas fueron destinadas a Septones de distintas casas, en sus largos años de vida había conocido a muchos de ellos, y en esos papeles dejaba claro cuan piadosos y comprometidos con la fe estaban los nuevos señores. Tiziano sembraba las semillas para que los seguidores de la fe mirasen con buenos ojos a los Marbrand-Vaelys. El anciano cumplió su palabra, pero el dolor nunca cesó y sus piernas se movían cada vez menos, con el correr de las semanas dejó de visitar la Torre del Fenix. 

Semanas después los volvió a casar, ésta vez no fue en secreto, y quedó asentado en los libros de los hombres y en los registros de la fe, que el matrimonio Marbrand-Vaelys daba comienzo a una nueva etapa en esa casa, contando con la bendición de los Siete. Al anciano esperaba que Alyra fuese feliz, y que Alester usara su ambición para el bien de su nueva familia, así que se quedó en el Consejo y los acompañó, pese a los dolores en su cuerpo y en su propio corazón. 


Los Siete habían sido generosos con Tiziano, le habían dado una larga vida, demasiado larga tal vez, pero sus piernas se movían cada vez menos y sus huesos le dolían demasiado. No bastaba con reconstruir la Capilla para sostener la fe, y si bien sus consejos aún eran útiles y la presencia de las Septas dentro de la Fortaleza de Sangre era un signo piadoso que no pasaba desapercibido, hacía falta que alguien recorriese la región y oficiara las ceremonias con más frecuencia. El accidente con la espada que había acabado con la vida de Merol, no sólo se había llevado a un joven inocente, sino que había dejado a esa casa sin su futuro Septón, y Tiziano tenía pocas fuerzas para comenzar de nuevo. Pidió entonces al Septo Supremo que enviase un iniciado en la fe para que colaborase con él, y pudiese en los pocos años que tenía por delante, transmitirle parte de su sabiduría. A los pocos meses llegó a la Capilla un joven que se convertiría en el futuro Septón, se trataba de Brendan, proveniente del Dominio, era apenas unos años mayor que Merol, mucho más delgado, culto y comprometido con la fe, sus virtudes se contaban de a decenas, pero carecía de buena presencia. Su rostro estaba marcado por quemaduras de la infancia, y uno de sus ojos estaba desviado, y se hacía difícil saber cual de los dos seguir mientras hablaba. Tiziano agradeció a los Siete por la bendición de transmitir su legado, su tiempo estaba llegando a su fin.


No había pasado un año y Alyra dio a luz a un niño varón, el nacimiento había unido más a la pareja de señores, y la alegría de la vida sanaba la profunda grieta que la muerte había dejado en el corazón de la hija de Rhys. El anciano sostuvo entre brazos al niño, destinado a regir ese lugar, y lo colmó de bendiciones y buenos deseos. Le encomendó a Brendan que cuidase de él y se asegurara que los valores de la fe estuviesen siempre en el niño. Si Rhys y Myriah pudiesen ver al niño estarían orgullosos, pensaba el anciano colmado de alegría.


El primer hijo de Alester y Alyra tenía casi un año, Brendan había sido ordenado Septón y realizaba casi todas las ceremonias, las Septas cuidaban de Mira y del niño y la Capilla estaba casi reconstruida, fue entonces cuando Tiziano quiso ir a ver a Lenia a Bosquespeso. Se despidió de todos y encomendó a Brendan un montón de tareas hasta su regreso, luego un carro lo llevó hasta Aguasdulces, que era la primer estación de su viaje. Esa fue la última vez que supieron algo del Septón.

Tiziano había tenido sus orígenes en los Hermanos Mendicantes, y había llegado a ser un importante Septón. Muchas dificultades tuvo que atravesar en su larga vida, pero ahora los años reclamaban que diese paso a una nueva generación, así como le había ocurrido a su amigo Rhys. Con la certeza de que había servido bien a los Siete y a los Vaelys, y confiando en que Brendan podía continuar con su legado, supo que su tiempo en la Fortaleza de Sangre había llegado a su fin. Cuando llegó a las tierras de los Tully, en lugar de proseguir su viaje, se desvió hacia el territorio que alguna vez había sido de los Blackwood. Sabía que esa tierra había sido devastada, Ginevra alguna vez le había hablado de ese lugar, y volvió a servir como Hermano Mendicante entre sus pobres habitantes, descansando en las casas dónde lo hospedaban, comiendo verduras y alguna gallina eventualmente, acosado por el dolor de los huesos al no contar con la leche de amapola del Maestre, y con la único sostén de la fe. Tiziano sabía que pronto el Desconocido vendría por él, y quería que lo encontrase del mismo modo en que todo había comenzado.

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02/11/2018, 19:36
(0) Lenia Vaelys

Finalmente, tras las despedidas pertinentes, Lenia se marchó de la fortaleza acompañada de su esposo.Tenía sentimientos encontrados, por un lado, contenta de empezar una nueva vida, lejos de todas las pesadillas que había vivido ese día, de los recuerdos amargos, de la presión de su madre ... pero por otro lado, apenada de dejar a sus hermanas, sus recuerdos, sus cosas ... pero quería empezar de 0. Nunca más volvería a ser esa chiquilla, ahora era esposa del señor de Bosquespeso.

No sabía que encontraría al llegar a su nuevo hogar, pero escribiría a Alyra y Mira cada semana, incluso a Sloth, se prometió a si misma, volver a visitar a sus hermanas en un año. Sentía miedo y emoción por su nueva vida y durante el viaje, no pudo evitar hacer planes de futuro.

Quería conocer bien a su esposo, quería formar un hogar y una familia con el, sus sueños, al fin se hacían realidad, no obstante, trató de tomarselo con calma, pensar tan aceleradamente solo le hacía crecer su miedo a lo desconocido. Lo primero era llegar, instalarse y organizar la boda que siempre había soñado, pues Galbart le prometió que en Bosqueespeso, tendrían una boda de verdad.

Aun así, su nueva vida no borraba la anterior, tenía asuntos pendientes ... se fue de la fortaleza con muchos rencores, sobre todo hacia el maldito Targaryen, más desde que se enteró de que su hermana Tabitha se marchó con el. Engañada, Lenia estaba completamente segura. Tabitha era su hermana favorita, siempre habían tenido una excelente relacción y no iba a permitir que ella estuviera con el, porque Lenia estaba totalmente convencida de que el Targaryen había engañado o secuestrado a su querida hermana, así que trataría de convencer a Galbart de que la ayudara a acabar con esa sucia rata, enviando espías hasta encontrarle y una vez encontrado, matarlo, haciendo que pareciera "un accidente". Ese Targaryen iba a morir tarde o temprano, pero iba a morir, se prometió Lenia.

De camino a su nuevo hogar, se toparon con un ejercito Lannister, Lenia les contó lo sucedido con el Lannister e insistió en el secuestro de su hermana Tabitha, trató de dejar al Targaryen en tan mal lugar como pudo, incluso acusándole de alguna de las muertes sucedidas en la fortaleza, lloro y se abrazó a su marido, sembraría el odio por esa rata allá donde fuera y acabaría con el.

Una vez llegó a su nuevo hogar, recibió una noticia horrible. Su hermana Astrid y Ser Tyler murieron sepultados por el derrumbe ... Lenia lloró, no tenía gran aprecio a Astrid pero era su hermana y la quería, habían compartido muchas cosas y Ser Tyler siempre había sido un gran amigo, por el que incluso había llegado a sentir cosas. Esperó que por fin la maldición terminara, que Alyra y Mira no sufrieran ningún daño, que estas fueran felices. Se aseguró de demostrar en sus cartas cuanto las quería y prometía ir a verlas tras el invierno.

Otro cabo suelto era Evan ... Lenia sentía cierto rencor hacia el, se había sentido utilizada, el siempre había coqueteado con ella sin embargo, nunca quiso darle la oportunidad, en cierto modo, ahora lo agradecía pues gracias a eso, estaba casada con Galbart, pero también pagaría por ello. Se dijo a si misma que se lo haría pagar y una noche, Lenia salió y se encontró a Evan, borracho, en una taberna. Casi podía decirse que Lenia le había olvidado pero al verle allí, solo, borracho y en cierta manera indefenso, sintió de nuevo aquel rencor por haber sido utilizada. El nunca la había respetado, siempre la había visto como una niña ... así que decidió vengarse. Se acercó a el y le emborrachó aún más, distrayendole con una conversación distraída, le emborrachó tanto como pudo para que no opusiera resistencia y después le dijo de ir a tomar el aire para que se encontrase mejor, el apenas podía caminar y ella apenas podía sostenerle, como pudo, lo llevó a un callejón cercano y lo soltó, Evan estuvo apoyado en la pared unos minutos, pero cayó al suelo, entonces, Lenia pudo desquitarse con el y gritarle lo humillada que se había sentido siempre. Ella solo intentaba gustarle y el, se había reído, pero ella, no era ya esa niñita, era una mujer casada, respetada y el la respetaría también. La muchacha tomó una piedra cercana y su primer instinto fue tirarsela a Evan, pero de pronto sintió lástima por el, le daba pena, no en el sentido triste, si no en el vergonzoso.

Se agachó junto a el y tomándole de la barbilla le miró a los ojos " Eres absolutamente patético ... lo has perdido todo, perdiste mi respeto, perdiste a mi hermana y la oportunidad de ser un hombre decente ... me das pena " le dijo con un gran sentimiento de rabia. Dejó caer la piedra y se levantó alisándose el vestido - Si vuelvo a verte por aquí cerca ... o cerca de la fortaleza de Alyra, te mataré - aseguró - Y creeme, tengo recursos y ganas suficientes para hacerlo - apretó los puños y se alejó volviendo a su hogar junto a su esposo.

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02/11/2018, 19:37
(2) Ser Galbart Glover

El norteño y la joven Vaelys se conocieron, enamoraron y casaron el mismo día en el Castillo de sangre. Parecía parte de una antigua fábula pero así ocurrió, aquel norteño frío y con pocas esperanzas de encontrar una esposa adecuada para él se topó con la cálida y dulce bienvenida de Lenia Vaelys, una chiquilla que a ojos de otro hombre había pasado desapercibida, atrapó el corazón de Galbart en unas pocas horas.

Tras dejar el castillo, el camino hacia Bosquespeso fue largo, pero con la compañía de Lenia, el norteño y la joven afianzaron sus lazos en las largas jornadas a caballo, el amor se hizo más fuerte y la pasión en las noches oscuras germinó como una flor en verano. Durante el trayecto se encontraron con el ejército Lannister que iba camino del castillo, Galbart y Lenia les contaron todo lo acaecido allí dejándolos continuar con su camino, pues su deseo era llegar al norte lo antes posible.

Una vez allí realizaron una nueva ceremonia de casamiento de acuerdo con las tradiciones norteñas, jurándose ante los Antiguos Dioses amor eterno y fidelidad hasta el fin de sus días, pero la felicidad se truncó cuando llegaron noticias de la muerte de su hermana y Tyler por otro derrumbamiento. Aquello apenó enormemente a Lenia la cual le pidió ayuda a su esposo para llevar a cabo su venganza contra el malvado Targaryen y Galbart como su marido que era, la apoyó por completo.

Tras la desgracia de Astrid y Tyler, Alester se hizo con la fortaleza pidiendo ayuda a Galbar por motivos financieros y que el norteño prometió ayudar ya que al parecer habían vaciado las arcas del castillo, aquel castellano había sido el culpable, no obstante los rumores de que Alester no sabía administrar con buena cabeza aquel rico lugar se hicieron numerosos, dificil era saber que era verdad y que eran mentira... Aún así, parecía que aquel castillo, aquella familia estaban malditos pero Galbart no iba a permitir que Lenia siguiera tan aciago futuro, no a su lado. Tras todo aquello la casa perdió su nombre aceptando el de Marbrand.

Aunque todo aquello ensombreción los primeros meses de vida de Lenia en Bosquespeso, Galbar la apoyó en todo, arropándola y protegiéndola, deseaba una esposa que compartiera con él las decisiones y soluciones que pudieran suceder en su hogar. Quería una compañera y no sólo una mujer que le proporcionase descendencia y aunque Lenia era joven, era madura y supo enfrentarse junto a su marido ante las adversidades que se presentaron ante ellos. Al año, Lenia quedó embarazada, fue una noticia celebrada durante días y Galbart se sentía el hombre más afortunado del mundo. Lenia dió a luz dos preciosos retoños una niña y un niño.

Galbart se sentía pleno y feliz, a su lado una mujer que amaba con todo su corazón y dos hijos con los que perpetuar su nombre. Ahora, no necesitaba títulos, no le hacian falta riquezas, tenía a Lenia y a sus dos pequeños, ése era su verdadero tesoro.

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02/11/2018, 19:38
(0) Ser Bernard Risefeller

Finalmente terminaron los responsos por los Vaelys fallecidos. Habían ido primero en busca de Edric Colina, con la intención también de traer consigo a Mordred. Era necesario saber si tenía alguna implicación en los sucesos de aquellos días, destinados a apartar a las hermanas de la herencia. Bernard sentía desgana hacia el general, no creía que fuera a acabar en el muro, pero si Alester quería intentarlo contaría con su ayuda, así que acompañado de algunos caballeros más trataría de llevarlo hasta su presencia.

Al terminar todo y poder descansar, sacrificó las horas de sueño para ir en busca de su hermano, resultando imposible de encontrar. Parte de la fortaleza ahora estaba destruida, como si fuera un reflejo del daño recibido por los Vaelys. Al día siguiente apenas hubo dormido, al llegar los Lannyster salió a verles para que se entrevistaran con Alester. El Marbrand estaba libre de cualquier culpa en ese aspecto, de manera que Bernard esperaba que el Rey no fuera demasiado lejos en un posible castigo. Dejó cualquier intento diplomático en manos del nuevo Lord, tan sólo mostrándose firme a su lado en la idea de que habían hecho lo que estaba en su mano.

La búsqueda de Tyler continuó, la segunda noche tan sólo durmió tres horas, agotándose en exceso. Ya tras los dos primeros días había que llegar a la conclusión de que se habían marchado o yacían muertos bajo aquellas piedras que tanto secretos guardaban. Parecía que ahora querían ocultar todavía más, pues se negaban a entregar los cuerpos que les faltaban.

Días después, la fatal noticia llegó ante Bernard. En efecto ambos habían perecido, tanto la hermana mayor como Tyler. Les había apoyado hasta el final, generándose algún que otro problema con Alester y Alyra. Sin embargo, era consciente de que aquellas discrepancias podrían superarse con el tiempo pues eran fruto de los momentos difíciles y así había concluido él. Ahora él era el varón mayor de su familia, de manera que adoptaría aquél nuevo rol para tratar de llevarla adelante. En efecto seguiría a Alester mas no como maestro de armas, sino como el cabecilla de los Risefeller, si acaso contaban con ellos para el futuro.

Los restos de tinta en las manos de Astrid significaban que aquél último recurso del que habló debía de ser contactar con un aliado. Un gesto que parecía desesperado. No le interesaba lo que podía haber escrito, no creía que fuera a significar nada y de hecho no quería saberlo. Había que centrarse en aquellos nuevos funerales y los entierros. Tyler descansaría junto a Richard, era el destino adecuado para él. Ambos fueron grandes hombres y su memoria había de inspirarle a él para superarse a sí mismo. Ese tiempo habia sido tan duro e intenso, que desbarató todo el modo de ser del caballero de manera que un nuevo Bernard fue forjándose conforme sus pensamientos trataban de reordenarse. Se acabaron las prisas y los ímpetus, trataría de labrarse un nuevo modo de actuar y una nueva reputación.

Así, estaba dispuesto a seguir adelante, pretendiendo que los Risefeller siguieran del lado de los Vaelys en los años venideros. Habría que reconstruir la fortaleza y trabajar para volver a ser fuertes. 

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02/11/2018, 19:39
(0) Evan Ross

Aquella misma noche/madrugada:

Todos sus sueños, todas las cosas buenas que había obtenido en aquellos últimos años, habían desaparecido de un plumazo. Aquella jornada de la fiesta había resultado ser devastadora por completo. Se había llevado a sus señores, a la mayoría de sus amigos, y las promesas jamás se alcanzaron, pues resultaron ser falsas. El dolor atenazaba su corazón, en su interior había la gran lucha entre el amor que seguía sintiendo por Alyra y el odio por haberle utilizado de forma tan vil. Ella había tenido la oportunidad de casarse con él, su padre lo había permitido y su madre, Lady Myriah, lo había hecho igualmente al final. Sin embargo prefirió alzarse como la señora de la fortaleza junto a un desconocido, de sangre noble, eso sí. 

Trató de buscar a Tabitha junto a su único amigo ya, Kyle. Después tenía claro que ya nada le quedaba en la Fortaleza de Sangre. El septón había rogado piedad para el mayordomo por parte de Alester, pero no podía seguir allí, al servicio de un hombre al que detestaba y ante el que debería bajar la cabeza, casi agradeciendo que no le arrebatase la vida, pero ¿acaso no se la había arrebatado ya? No, era ella, ella le había engañado, Alyra, más ambiciosa que sincera. No podía continuar sus días viéndola a diario, cruzándose en los pasillos, ayudándola a amaestrar su caballo para la guerra, siendo testigo de los gestos afectuosos que sin duda se prestarían los nuevos señores de la Fortaleza de Sangre. No, aquello supondría una nueva puñalada en cada ocasión, un dolor y sufrimiento innecesarios que tan solo desearía un demente. Evan no era esa clase de personas, había aprendido la lección. Por todo esto, tras dar o no dar con Tabitha dejaría la casa, despidiéndose tan solo de aquellos que lo merecían, el Septón Tiziano, Mira, y tanto de Tabitha como de Lenia si lograba verlas antes de partir. Los demás adivinarían su ausencia y poco le importaba si lo entendían o no.

Antes de marchar o de informar a nadie de su determinación, sin embargo, pasaría por los establos. Los mozos a sus órdenes todavía no verían nada de raro en que se pasase por allí. Bien debía comprobar el estado de los equinos, las instalaciones y los equipos. Arreglaría lo más imprescindible, de ser necesario y posible, para que los animales pasasen buena noche, y también, sin que nadie se percatase, boicotearía la silla de montar de Alester. Trabajaría sobre la cincha para que cediese durante un galope rápido, no tenían porque darse cuenta a tiempo, simplemente el caballero caería de su caballo cuando se pusiese a toda velocidad, y estaba seguro de que tarde o temprano Alyra le retaría a una carrera. Entonces su amado tendría muchos números de caer y romperse la crisma o quizás quedar mal herido, aunque prefería, sin duda alguna, que le llegase la muerte. Alyra no debía ser feliz junto a Alester y el jefe de caballos pondría su último intento en lograr aquello. 

Después iría a sus aposentos, como tantas otras noches, prepararía sus cosas y partiría.


En el futuro:

 

Si Kyle le propusiese ir junto a él quizás aceptase. Evan se había acostumbrado a las comodidades de un castillo y sus servicios eran dignos de ser dedicados a un noble. A todo eso había que sumar que Kyle era lo único que le quedaba, un amigo de verdad, más aún, un hermano, por eso le seguiría y trataría de ayudarle a conseguir la posición que le tocaba, al frente de una casa y no como sirviente.

Si Kyle no le dijese nada, entonces Evan volvería con su antiguo maestro, Adnan, ofrenciendo a su amigo Kyle que le acompañase. Seguro que sería de utilidad en el equipo del hombre de tez morena. En cuanto a las mujeres, el corazón de Evan se había endurecido y desde lo sucedido con Alyra bebía más de lo que solía hacerlo. No es que trabajase borracho, pero no era difícil verle un poco embriagado en sus ratos libres. Quizás con tiempo y ayuda de los suyos lograse solucionar esto, pero de  cualquier modo le iba a costar encontrar una mujer a la que amar, pues ya había sido engañado y herido profundamente una vez, no deseaba una segunda.

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02/11/2018, 19:39
(0) Kyle Ironsmith

Después de la fiesta en la que Alester Marbrand terminó siendo el nuevo Señor de la casa Vaelys y en la que su hermana Fiona falleció, Kyle decidió que no continuaría allí ni un día más. Podría haberse quedado para servir al nuevo Señor, pero sabía que en ese lugar nunca encontraría la paz al siempre pensar en su hermana. Además, tenía que llevar los restos de su hermana al Norte, como mandaba la tradición, así que al día siguiente de la fiesta se presentó ante el nuevo Señor y se despidió de él de forma educada y deseándole lo mejor en su nuevo hogar. Acto seguido se despidió del resto de sirvientes con los que había trabajado durante años y partió al Norte con su hermana.

Sabía que su amigo Evan tampoco seguiría al servicio de los Vaelys, así que le convenció para que le acompañara al Norte a dar sepultura a su hermana - Así verás mi tierra Dijo para convencerle.

Había pensado seriamente entrar al servicio de Ser Galbart para así volver al Norte, o incluso ingresar en la Guardia de la Noche dónde sabía que podría promocionar rápidamente, pero dudaba que su futuro estuviera en el Norte En el Norte siempre seré un Ironsmith sin hogar. Siempre pensaré en quién pude haber sido y nunca fuí, y siempre pensaré en Fiona. Si está muerta es por mi culpa, por decidir abandonar el Norte. No puedo quedarme allí, nunca seré feliz en el Norte.

Evan había mencionado que quería buscar a su antiguo maestro, así que Kyle decidió acompañarle hasta que dieron con él. Durante un tiempo, Kyle permaneció junto a Evan, aunque por ese motivo nunca conseguía olvidar a su hermana ¡Ella lo amaba! Si él se hubiera fijado en ella y ambos hubieran huido juntos, Fiona seguiría con vida. Sabía que no podía echarle la culpa de lo que pasó a Evan, pero una parte de sí mismo si que lo hacía, y Kyle se sentía fatal por ello. Sin darle ninguna explicación, Kyle se despidió de su amigo y partió en dirección a Essos, dónde nadie le conocía ni nada podría recordarle a otros tiempos.

En Essos, Kyle ingresó en la Compañía Dorada como mercenario, sin saber que eso haría que regresara a Poniente en unos años para participar en su invasión bajo el liderazgo de Aegon Targaryen.

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02/11/2018, 19:40
(2) Mira Vaelys

Se piensa que el destino favorece a los primogénitos, pero no podía estar más equivocado en este caso. Los temores de la pequeña Mira se materializaron cuando hallaron en la Torre de los Cuervos a Astrid sin vida, con su mano entrelazada con la de Ser Tyler. La pena que sintió la pequeña Mira fue inmensa. Su corazón se sacudió violentamente invadido con sentimientos de rabia e impotencia que se arremolinaban sin remedio. ¡Era tan injusto! La mandíbula y sus puños fuertemente apretados no impidieron que un torrente de lágrimas estallara cual araña de cristal rota en mil pedazos y en ese mar de tristeza deambuló largo tiempo. La trágica muerte de su hermana y su amado la sumieron en un gran dolor y sufrimiento. Dejó su apreciada muñeca con Astrid para que la acompañase a cualquier lugar o ninguna parte y cada día se acercaba a su tumba y depositaba una rosa roja, obsequio que sin duda le habría hecho Ser Tyler, el caballero que hablaba con las rosas y que tan bien la había tratado siempre.

No pudo despedirse de Tabitha, pero Mira halló una nota para ella en su habitación. Se sentó en la cama de su querida hermana y aunque el pulso le temblaba ligeramente, abrió la carta con suma delicadeza, como si el papel fuese mil veces más valioso que el oro más puro. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras leía emocionada sus palabras. Estaba feliz por saber de ella pero le dolía tremendamente saber que difícilmente volvería a verla ni conocería a su hijo. Por supuesto nada ni nadie haría cambiar el amor y admiración que sentía por ella, al igual que Tabitha no la juzgaba por su origen sino por su esencia. Sin saberlo, su hermana le había regalado un propósito. Cada día la pequeña reservaba un oasis de tiempo para escribir un poema. Quería escribir una bella composición, tan real y hermosa que recorrería el mundo de boca en boca ya como historia ya como canción, y relataría detalles que solo ellas dos conocerían y solo las Vaelys sabrían distinguir, así cuando llegase a oídos de Tabitha, dondequiera que ella estuviese, sabría que era ella la protagonista de esa historia y que no era solo un cuento sino la respuesta de Mira a su carta, y entonces no tendría duda de que por y para siempre ella la llevaba en su corazón.

Lenia era la prueba de que las historias pueden tener un final feliz. Por supuesto la echaba de menos pero lejos de tristeza sentía alegría, pues su hermana tenía un amor correspondido y comenzaban juntos una vida que sabía sería plena y dichosa. De no haber acontecido tantas desgracias la familia entera habría celebrado una gran fiesta por ellos y habrían asistido a su boda. Se habrían derramado lágrimas pero de las dulces, de nostalgia y felicidad. Mira albergaba la esperanza de que Lenia y Ser Galbart les visitasen pronto y apartasen con sonrisas y buenas noticias las sombras que aguardaban en cada rincón de la fortaleza, aunque fuese por un instante.

Tal vez en otras circunstancias habría sido una noticia devastadora conocer que era hija de Marvin Curton y no del que creía su padre, pero Mira no se sorprendió cuando Alyra se lo contó. La pequeña de algún modo ya lo sabía. Había tenido en sus manos un libro que evidenciaba su ascendencia y aunque en aquel momento no quiso pensar en ello, ahora era algo mucho más fácil de asimilar que la muerte de su familia, porque a pesar de todo, Lord Rhys siempre sería su padre y las Vaelys sus hermanas, al menos, en su corazón. Esto no quería decir que no tuviese curiosidad y un incipiente afecto por su otra familia, aunque fuesen desconocidos para ella. Se preguntaba si Marvin Curton sabía que ella era hija suya. En parte podía pensar que no porque siempre había tenido una actitud distante hacia ella, pero por otro lado, Mira era increíblemente parecida a su prima Lisa, lo que le hacía sospechar que él lo sabía. Ésta y otras cuestiones podrían haber sido resueltas pero Alester Marbrand lo mandó ejecutar. Podría haberle impuesto cualquier castigo, incluso haberle exiliado, pero decidió darle muerte. Consideró que el mismo valor tiene la vida que el dinero y no le había importado arrebatarle a Mira a otro padre. No podía asegurar que Ser Alester conociese la relación entre ambos y realmente desearía que no fuese así, pero si lo sabía Alyra, ¿por qué no iba a saberlo él?

El mundo de Mira se había agrietado. Su burbuja mágica, la que envolvía un mundo idílico, había desaparecido y todos los males del mundo habían invadido aquel lugar sagrado. La pequeña era presa de un gran sentimiento de inseguridad. Temía que en cualquier momento pudiese perder a alguien más, concretamente a Alyra. Cualquier ruido inesperado la hacía saltar cual resorte y correr hacia ella para comprobar que estaba bien. Un gran dolor la acompañaba durante el día y por la noche la asaltaban terribles pesadillas que le hacían revivir el momento en que su madre se arrojó por la ventana. De nada había servido el afectuoso abrazo que Mira le había dado, y si era duro perder un familiar por enfermedad, crimen o accidente, era extremadamente complicado aceptar que pudiendo elegir, su madre eligió abandonarla.

La pequeña sentía el peso de la soledad. A la muerte de tantos familiares se sumaba la marcha de otros como Evan a quien consideraba un buen amigo. Se sorprendía cada vez que iba a los establos y no le encontraba allí, y esto hacía que se molestase consigo misma por olvidar que él ya no estaba allí.

El único pilar que tenía ahora en su vida era Alyra, un faro de luz en un mar de oscuridad. Su amada hermana siempre la había querido, cuidado y protegido y además le había hecho siempre la vida más bonita. Con ella podía compartirlo todo pero el Septón quería separarlas. ¿Por qué? ¿Pensaba que estaría mejor lejos de su hogar rodeada de desconocidos a quien no les importaba nada o la consideraba un estorbo? ¿Acaso no había sufrido suficiente? ¿Era imprescindible que le arrancase a su hermana, que lo perdiese absolutamente todo? Mira haría cualquier cosa para impedir que eso sucediese y solo se marcharía si Alyra se lo pedía.

El día a día de la pequeña era una continua lucha interna por sobrevivir al fatídico día de la fiesta, día que revivía una y otra vez. Ayudaba cuanto podía a su hermana y sentía paz al verla feliz, pero su pena no desaparecía. En ocasiones soñaba que su madre se giraba antes de lanzarse al vacío, pero su rostro cambiaba y era el de Alyra. Temía la pequeña que su hermana heredara aquella maldición y la tragedia arraigase de nuevo. 

Al principio se derrumbó, incapaz de lidiar con todo lo acontecido y su carácter retraído se hizo más patente. Aún así, no faltaba la visita diaria a las tumbas de sus familiares, ni el oasis para responder a Tabitha, pues tenía que lograr plasmar algo realmente bello y especial que enamorase a los bardos y cruzase todas las fronteras. Dejó de lado la lectura por un tiempo, ya que ahora todos los cuentos parecían promesas vacías y cuando tuvo fuerzas pidió colaborar de un modo u otro en la reconstrucción de la fortaleza. No había podido evitar que, al igual que ella, el edificio se derrumbase, pero en su mano estaba ayudar para que volviese a erigirse firme y fuerte como antaño.

Con el tiempo retomó los libros, cambiando en gran medida la ficción por la historia, pero sin abandonar la fantasía por completo ya que era su refugio. Pidió a Alyra que le enseñase nociones de lucha, aunque siempre prefirió las palabras a las armas. Y siempre, siempre, siempre, encontraba el momento de galopar a lomos de Resplandor, su caballo mágico, onírico, capaz de transportarla en el tiempo conectando el pasado con el futuro, los recuerdos con la esperanza, la realidad con los sueños, y de hacerle sentir que podía volar y ser dueña de su destino. Conocimiento, aventura, recorrer mundo con una primera parada en El Dragón Borracho cuando estuviese preparada. Crecer, aprender, ayudar a Alyra a cuidar de sus hijos, visitar a Lenia, reencontrarse con Tabitha y por qué no, enamorarse un día del hombre más extraordinario que existiese. Aún era muy joven y la realidad ya había devorado parte de su corazón, pero Mira había aprendido de sus hermanas que las heridas aunque jamás desaparecen, cicatrizan y que no importaba las veces que uno cae, sino las que se levanta.

Cabalgaba un día lluvioso en el que la hierba era más verde y la tierra más roja. No había duendes ni elfos, pero veía a Astrid y a su amado en las rosas, a su madre en la tormenta y a su padre en la tupida sombra de un dragón que una caprichosa nube proyectaba sobre ella. Resplandor comenzó a galopar veloz y Mira sonrió por primera vez en mucho tiempo, sabiendo que jamás renunciaría a vivir su propio cuento de hadas.

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02/11/2018, 19:41
(2) Sloth ,"El Jorobado de Vaelys"

La desgracia había caído sobre la casa Vaelys: La Fortaleza destruida, las hermanas separadas, muertes por doquier. Sloth comenzó esta nueva etapa con malestar e incertidumbre. Confiaba en el trabajo de Alyra, pero ¿podía confiar en Alester? ¿Qué sabía de aquel hombre, aparte de que era un lejano pariente de su señor Lord Rhys y del sospechoso maestre Caelus?

Nada, no sabía nada. Pero debía confiar también. Era la única opción. Y si Alyra lo había elegido como marido, algo bueno debía de tener. No parecía ser un traidor, como Mordred. Podría darle un voto de confianza. Por supuesto, él siempre estaría más unido a ella que a él, pues había sido su más fiel sirviente desde que la pequeña nació. Y deseaba que su vida como casada y señora fueran perfectas.

Aunque el gobierno del nuevo matrimonio no empezó con muy bien pie. La llegada del ejército Lannister puso muy nervioso a Sloth, quien pensó que sería el fin de todos. El dragón había desaparecido y Tabitha con él, lo cual era una gran desgracia para todos. Si ayudaban a Lord Tywin, Tabitha sería ejecutada; si no, Tabitha viviría a merced de un asesino loco. En cualquiera de los casos, nefastas serían las noticias. ¿Y qué sería de los que quedaban en la Fortaleza? ¿Recibirían represalias?

Sloth no esperaba que nadie le preguntara su opinión. Él no era nadie importante a ojos ajenos, al fin y al cabo. Pero, si alguien se acercaba a él para averiguar lo ocurrido, daría su versión de los hechos: Ninguno de los dos señores ni las hijas había ayudado al Targaryen a escapar, Sloth estaba seguro de aquello. De hecho, sabía de primera mano que tenían pensado arrestarlo y entregarlo a Lord Lannister. ¿Cómo escapó? Sloth no lo sabía; probablemente habría aprovechado el caos del terremoto para huir. O, tal vez, Viserys era el responsable de tal desastre. Y suplicaría a los valientes caballeros que dieran con el paradero de aquel loco, que había matado a sus amigos, probablemente a su señor Lord Rhys y que había raptado a su apreciada Tabitha. ¡Ella era inocente! ¡Debía de ser protegida a toda costa! Era un mero rehén en el juego del dragón. Por supuesto, en ningún momento mencionó al bebé que esperaba Tabitha a los Lannister o la esperanza de que la dejaran vivir se esfumaría por completo.

Sloth no sabía cómo acabaría todo aquello. Esperaba que con Viserys muerto y Tabitha y su hijo a salvo. Él poco más podría hacer al respecto desde la Fortaleza, así que su trabajo ahora estaba en ayudar a sacar adelante la casa. Y en eso sí que podía ayudar mucho más.

No entendió al principio la idea de tener a muchos familiares de Alester en la Fortaleza. Sí entendía por qué no quería contratar a mucha gente, pues la situación de la casa era precaria. Pero ¿por qué todos de su entorno? ¿Su motivo era, simplemente, estar acompañado por conocidos en un lugar donde no conocía a nadie, para hacer su estancia más llevadera? Tal vez sí. Sloth sabía que era normal que los nobles se rodearan de gente de confianza en su casa, pero al principio no pudo evitar pensar en que tal vez había una razón más allá. Por si acaso, Sloth mantendría un ojo puesto en estas nuevas caras que llegarían a la Fortaleza. En su nuevo señor tenía que confiar y obedecerlo, pero no en sus familiares.

Le extrañó mucho la decisión de nombrarlo mayordomo. Nunca Lord Rhys o Lady Myriah, que tanto confiaban en él y lo apreciaban, se lo habían propuesto. ¿Por qué alguien que no lo conocía, que podía verlo como un esperpento, le daba un puesto tan importante? ¿Habría sido idea de Alyra? Seguramente ella había tenido algo que ver, si no, no se lo explicaba. Sloth sabía que debía sentirse contento, satisfecho y agradecido. Y, en parte, lo estaba. De hecho, desde su nueva posición podría tener mejor vigilados a los familiares de Alester. ¿O no? Su gran ventaja antes para enterarse de todo era su invisibilidad. Nadie se fijaba en él más que para poner cara de asco. Ahora, como mayor figura entre los sirvientes, la gente le prestaría atención. Aunque probablemente pocos le tomarían en serio.

Aceptó tal propuesta, aunque acabó por darse cuenta de que sus investigaciones definitivamente las haría mejor desde lo más bajo que desde una posición de poder. Pero no podía decir que no a sus señores, no estaba en su naturaleza. Él estaría ahí, como siempre había estado, para cualquier cosa que le mandaran. Asistiría a la pareja como leal jorobado que era y, si había algo en lo que no estaba de acuerdo, lo hablaría primero con Alyra. Al menos, hasta que tuviera la suficiente confianza con Alester. Ante ambos decidió descubrirse como el hombre inteligente que era, pues necesitaban saber lo que él podía llegar a conseguir y el consejo que podía darles. Lady Myriah había sabido lo mucho que Sloth valía y por eso le había encomendado misiones de gran importancia. Pero esperaba que ambos pudieran mantener su secreto, pues solo a través de su fachada de bobalicón podría conseguir mejores resultados con el resto de personas.

Respecto a su matrimonio, esperaba que Alester tratara a Alyra con el debido cariño, pues en sus manos estaba la hija más dulce de sus antiguos señores. Cualquier amante o hijo bastardo que alguno de los dos pudiera tener, lo mantendría en secreto, igual que había actuado con los devaneos de Lord Rhys y Lady Myriah. Pero rezaba por que aquello no llegara a suceder, deseaba un feliz matrimonio para ambos. Él nunca había sentido más amor que el fraternal y amistoso hacia los Vaelys, así que no podría servirles de mucha ayuda en asuntos más privados. Pero sí consuelo y desahogo si eso era lo que necesitaban.

Esperaba, sobre todo, poder encargarse de cuidar a los hijos que ambos tuvieran, igual que había hecho con Alyra y sus hermanos, pues entre niños, puros e inocentes, era donde más cómodo se encontraba.

Sloth pasó días ensombrecido. Nunca había sido una persona especialmente alegre, pero tantas desgracias le estaban pasando factura. Además, ¿dónde se encontraba Astrid? Había desaparecido por completo, junto con Tyler. ¿Habría huido, como el Targaryen, en busca de una forma de reclamar sus derechos de heredera? Sloth había deseado que ella se hubiera hecho con el gobierno, pues así lo habían pretendido sus señores. ¡Si hubiera expresado su intención de desposar a Ser Tyler Risefeller antes, podría haberse casado hacía tiempo y todo habría sido mucho más sencillo! Pero ahora ya era tarde y Astrid debía aceptar el liderazgo de su hermana. Solo así podrían mantener una excelente relación.

Sloth se mantuvo a la espera de recibir noticias suyas. ¿Llegaría un cuervo de su parte? ¿Un ejército? Nada más lejos de la realidad.

Sus cadáveres fueron descubiertos cuando Sloth, aunque desmoralizado, ya no esperaba recibir noticia de una nueva muerte. No de alguien querido, al menos. ¿No habían sufrido ya bastante? ¡La joven Astrid! Tan elegante, tan señorial. Una auténtica dama. Tal vez no era la hija con la que mejor relación tenía, pero era igualmente parte de su familia. Sloth lloró por ella desconsolado. Aunque una parte de él se sintió extrañado. Durante todo el revuelo por la muerte de su padre y de su madre, de los matrimonios de sus otras hermanas, Astrid había decidido marcharse de la capilla para ir a mandar un cuervo. ¿A quién había escrito o había querido escribir la joven? ¿Qué era tan importante para ella en ese momento que superaba todo lo demás? ¿Había sido la primogénita quien había escrito a los Lannister informándoles de la situación con el Targaryen? No, no podía ser. No habría hecho algo así, estando su familia en una posición tan delicada y sin un claro líder que organizara todo.

Tras una hermana muerta, otra huida con un demente y otra felizmente casada, aunque viviendo en otro Reino, Mira se había quedado prácticamente sola. Alyra seguía con ella, pero era ahora la señora de la casa, no podría prestarle toda la atención necesaria y, aun así, el golpe que había sufrido la pequeña era bastante alto. ¿Qué sería de su futuro, además?

Sloth, a la espera de que nuevas criaturas llegaran a la Fortaleza, se ocupó mucho de Mira. Siempre que no tenía otros deberes ordenados por los señores, se encargaba de jugar con ella, de leerle una historia o simplemente de hacerle compañía. Pues eso era lo que más necesitaba. Y hablaría seriamente con los nuevos señores para garantizarle su situación en la Fortaleza hasta que tuviera edad de contraer matrimonio. Un matrimonio, por cierto, que debía de ser adecuado para ella, como Vaelys que era. Con alguien a su altura, un buen hombre.

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02/11/2018, 19:41
(2) Maestre Caelus

El evento celebrado en el Castillo de la Casa Vaelys había reunido a multitud de personalidades influyentes en los Siete Reinos, sin duda, a muchas más de lo que sería de esperar en un convite celebrado por una casa menor como ésta. Debido al precario estado de salud de Lord Rhys, se intuía que su título podría estar en juego, mediante un casamiento con alguna de sus cinco hijas. Para fortuna del maestre de la Casa, Alester Marbrand, su sobrino, había sido el joven agraciado con tal suerte al desposarse con Lady Alyra, a juicio del maestre, quizá la menos mala de las cinco.

-Has venido a un lugar peligroso.-Trató de advertirle Caelus al joven Marbrand, quien sin duda demostró que tiene grandes dotes para moverse por las peligrosas esferas de la nobleza.

El maestre Caelus no comió ni descansó nada durante la larga velada que acabó con media fortaleza en ruinas, ya que tuvo que ocuparse de los enfermos en una especie de vorágine de muertes y dolencias extrañas. Por ejemplo, cuando el ayudante del Septón se clavó una espada en el pie al tratar de alcanzar un cojín, para acabar muerto desangrado a los pies del maestre. Cuando terminó todo, el maestre trató de ayudar a su joven sobrino a nombrar a los nuevos cargos. -Tal vez alguien de nuestra familia sería lo más apropiado para los cargos más importantes.-Recomendó el maestre al nuevo Lord, recordando la imagen de Evan, el antiguo jefe de caballerizos robando frascos de su laboratorio a manos llenas.-Seguramente tampoco serán de fiar, pero agradecerán el nombramiento y te protegerán para conservar su puesto.

-Por otro lado, creo que Sloth sería una buena opción para el puesto de Mayordomo.-Prosiguió Caelus.-Se ha portado bien durante este tiempo, y los criados servirán mejor a una cara conocida, aunque sea una tan fea como la del jorobado. Y... hablando de criados, ¿ya has pensado como pagarles sus honorarios?-Le recordó el delicado estado de las arcas de la Casa-No queda apenas una moneda y deberá pagar el sueldo a los soldados, los criados y demás trabajadores...-dijo el maestre, tratando de no incluirse en la lista de asalariados en la que también estaba.-También habrá que estudiar lo que costaría rehacer las partes de la fortaleza dañadas, aunque eso se puede ir haciendo poco a poco, claro.

-Quizá yo tenga una idea que pueda ayudar con esto.-Meditaba el anciano acariciándose la barba, uno de sus gestos característicos.-Creo que deberíamos encontrara a Viserys Targaryen y vendérselo a los Lannister, de esta manera evitaremos que se enfurezcan con nosotros, aunque realmente no deberían ya que fue Lord Rhys y no vos quien permitió su presencia aquí. Insinuaremos que tenemos varias ofertas por él (aunque no sea así) para tratar de conseguir un mejor precio, aunque hay que tener cuidado de no apretarles demasiado porque pueden llegar a ser muy orgullosos, sobre todo con Señores de Casas menores como ésta.

 

Tras ayudar a Ser Alester (ahora ya Lord Alester) en la selección y nombramiento de los nuevos cargos, el maestre cayó enfermo, aquejado de una grave pulmonía que finalmente,después de una vida dedicada a la erudición, acabó con su vida. 

Señalado por muchos como responsable de las misteriosas muertes que tuvieron lugar entre los nobles de la Casa Vaelys, quedó exculpado por completo y fue confirmado como un hombre honrado al servicio de los miembros de aquella Casa y de quien hubiera necesitado de sus servicios.

-NO TOQUÉIS MIS PÓCIMAS.-Reza su epitafio, más valdrá hacerle caso.

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02/11/2018, 19:42
(0) Oberyn Nymeros Martell

Días después de que Alester fuera proclamado señor de la Casa Vaelys, El príncipe dorniense se dispuso a regresar a Dorne, su reino natal. Sentía que su viaje a la Fortaleza de Sangre le había traído más pesares que beneficios. Al menos, había logrado afianzar una alianza con los nuevos señores de la Casa Vaelys y una buena amistad con Swann Grizzly.

El resto no habían sido más que infortunios, de los cuales el peor había sido sin duda su herida de la pierna. El maestre Caelus le había asegurado que no era demasiado grave, aunque sí que era probable que redujera su movilidad en los duelos, por lo que, tomando el consejo que le había ofrecido el anciano, Oberyn había decidido que, después de regresar a Dorne y pasar allí un tiempo con sus hijas, partiría a Antigua para que los maestres tratasen sus heridas y facilitasen su recuperación. Pese a todo, Oberyn sabía que aquel no era un daño irreparable.

Más le había molestado el hecho de regresar a Dorne con las manos vacías, pues su intención siempre había sido la de casarse con una de las hijas Vaelys. No con una cualquiera, por supuesto. Pese a haber disfrutado de la compañía de Lady Lenia, haber halagado a Lady Alyra por las cualidades de Lord Rhys que veía en ella, o haber sido amable con una silenciosa Lady Tabitha, el corazón de Oberyn siempre había estado ocupado por lo que sentía hacia Lady Astrid. Por desgracia para el dorniense, la joven nunca había sentido el menor interés por él, por lo que Oberyn había considerado esa batalla perdida desde el principio. El destino había querido que la pobre Astrid terminara muerta durante el terremoto que había sacudido la Fortaleza de Sangre, junto con Tyler Risefeller. Sin duda, un amargo final para la muchacha.

Aunque Oberyn se mostraba aún más entristecido por la pérdida de su viejo amigo, Lord Rhys, a quien ni siquiera había podido ver una última vez. Recordar su cuerpo tendido sin vida en el recibidor de la fortaleza, junto con el de su esposa, le hacía sentirse apenado y triste. De Lord Rhys había escuchado numerosos rumores durante esos días, que había perdido el vigor y la mano firme que tenía antaño, convirtiéndose en un hombre enfermizo al que los Siete no habían tardado mucho en reclamar. El príncipe prefería no pensar en Rhys como en un anciano débil, sino como el impetuoso joven que había sido su compañero de armas y un gran amigo durante su juventud. Los recuerdos de los momentos que había pasado junto a él y el vínculo que se había formado entre ambos no podía quitárselos ya nadie.

Le decepcionaba también el hecho de no haber llegado a encontrar la espada de acero valyrio de Lord Rhys, un objeto personal del señor de la Casa Vaelys que le hubiera gustado haber adquirido. Apenas le había dado importancia al arma, por lo que ahora se preguntaba qué habría sido de ella.

Con todos estos pensamientos en la cabeza y la promesa que había hecho al septón Tiziano, Oberyn Martell partió hacia el sur, de vuelta a Dorne.

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02/11/2018, 19:43
(0) Swann "Oso Erguido" Grizzly

De nuevo con los guerreros pardos, con mis compañeros y compañeras de armas. El tiempo de acampanda lo habían pasado bebiendo, tirando hachas y abroncándose con los guardias de la puerta a cada sonido de cascotes que les llegaba al exterior. Entre risas y comentarios coloridos fueron preguntándome por la gente de la fortaleza, por los Vaelys y por las hijas, por supuesto. Qué incómodo silencio cuando en lugar de responder con alguna atrocidad impropia simplemente exhalé un pesado suspiro. Nada.

El disfrute de la vida sencilla requería de un fruto constante. Las guerras traían muerte y botín, las granjas grano y dividendos, leer entretenimiento y nuevas preguntas --- La fortaleza se había cobrado su templanza y su bravura para dejarle hueco por dentro. Las muertes sin culpable y la confusión entre los presentes, en especial el de la pequeña Mira, dejaron a Lord Swann sin capacidad para conciliar el sueño.

El viaje fue largo y pesado, por poco temió que se lo fuera a llevar la misma locura que consumió a su padre, la que le obligó a matarle o la que llevó a tantos Vaelys a morir o ultrajarse entre ellos. Pero nada de esto hubo de ocurrir y Fuerte Grizzly apareció en la lejanía, el olor a azafrán, viñedos y aceitunas despertando algo en su pecho que sólo brotó cuando su madre lo abrazó con fuerzas. Volvió a reír y a juntarse con el populacho como era la costumbre en su casa, a beber, a comer y a pelear para entretener a los críos.

Sólo por la noche le azuzaban las visiones de todos aquellos que había conocido, desde la mente brillante de la Víbora Roja, pasando por la pasión de Tabitha Vaelys o la paciencia infinita de Alester Marbrand. Todos más sabios que él pero ninguno capaz de señalar con el dedo para que quedase claro a quién había que eliminar - salvo el Rey. Robert Baratheon había señalado a los Targaryen y había dejado claro que habían de morir, aquella era la parte que lo atormentaba, que ante una instrucción sencilla él se había quedado de brazos cruzados.

Tras hablar con su madre y consejeros escribió a la casa Tyrell, de la que la casa Grizzly era vasalla, e informó del avistamiento del prícipe Targaryen. Aquello no le satisfizo, una carta, papel para el trasero de cobardes y embusteros.

Sólo la llegada de una misiva por parte de Alester Marbrand le devolvió el sueño. El nuevo señor necesitaba ayuda y ahora tenía la oportunidad de ofrecerla... A cambio obtendría su bendición para ir en busca del Dragón, matarle y rescatar a la princesa.

Moriría el monstruo, la pequeña Mira volvería a ver a Tabitha y él sería un héroe.

Por inalcanzable que fuese el sueño Lord Grizzly volvió a dormir, como un oso.

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02/11/2018, 19:44
(0) Ser Lance Dayne

Después de lo acontecido en la funesta fiesta de los Vaelys, el joven caballero se retira a los aposentos que le dejaron en la fortaleza de sangre, después de la noche, Ser Lance se despide del resto de invitado, dando sus condolencia a las hijas de los Vaelys antes de irse y se marcha a media mañana siguiente de la fiesta, hacia Campoestrella, para volver con su familia y enseñar al heredero de la casa a combatir, ya buscara a una esposa mas tarde, cuando su casa lo necesite.

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02/11/2018, 19:45
(1) Tabitha Vaelys

Viserys llevaba la espada de Lord Rhys Vaelys asegurada en su espalda y a Tabitha aferrada a su mano. Ambos entraron nuevamente en los pasadizos secretos de la fortaleza, dejando atrás el dormitorio y el pasado de la joven. Tabitha portaba un vestido usado a modo de saco, con sus más valiosas y pequeñas pertenencias. Pequeños tesoros que podrían vender a un buen precio y poder vivir un tiempo con aquellas ganancias.

Tal y como les indicó Ser Mordred, Thiago le debía de deber gran favor, puesto que en cuanto la joven le apresuró para que preparase las dos mejores monturas de la caballeriza y el mejor equipo disponible para su huida, quedando liberado por ello del favor a Ser Mordred, el joven no dudó en darse prisa. A parte de lo básico, les entregó a ambos dos viejas capas para que se protegiesen de la insistente lluvia y los dos enamorados huyeron de la Fortaleza de Sangre amparados en las sombras de la noche.

Tardaron bastante tiempo en parar a descansar realmente como se merecían. Querían poner tanta tierra de por medio como les fuese posible de la que fue la familia de Tabitha y mayor distancia aún de los Lannister. No hablaban de ello, pero ambos sabían que ahora más que nunca serían perseguidos como si fuesen animales en una cacería. Por temor a ser descubiertos por las monturas, las cuales llevaban el emblema de la Casa Vaelys grabado a fuego en su piel, las cambiaron en cuanto pudieron por unas peores, pero sin marcar. Eso les daría una nueva ventaja.

Uno de los momentos más felices de la pareja fue cuando, a cambio de una pequeña joya, ambos fueron desposados y bendecidos por los Siete. Tabitha estaba radiante y Viserys era feliz. El brillo en sus ojos por aquella ceremonia tardó días en desaparecer. Mientras, el embarazo de la joven Targaryen seguía su curso y ellos continuaban moviéndose siempre que Tabitha se encontrase en condiciones. A pesar de todo el cuidado que tenían, alguna vez si fueron localizados y casi cazados. Pero sin duda los Siete estaban con ellos, pues lograban escapar siempre.

Ambos estaban convencidos de que su pequeño sería un gran rey y no veían el momento de comenzar con los planes para recuperar el trono y por supuesto, hacer que quienes habían traicionado a Tabitha no solo en la fortaleza, en aquella fatídica noche, sino que enviando a aquellos hombres a cazarles, pagasen con su propia vida. Pero primero debía nacer aquel pequeño, al cual amarían reticencias.

Los meses pasaron y Tabitha dio a luz un hermoso varón, de cabello rubio y ojos lilas, rasgos típicos de los Targaryen. Ninguno de los dos había sido tan feliz en su vida hasta que Aerys III, nombrado así en honor al padre de Viserys, nació y lloró por primera vez en los brazos de su orgulloso padre. Viserys sintió algo que jamás había sentido antes: la necesidad de que su familia estuviese bien, porque si ellos estaban bien, él mismo era feliz. Eso le hizo plantearse seriamente intentar recuperar el trono y, justo cuando Aerys cumplió dos meses y vio como sus ojos se fijaban con intensidad en él por primera vez, decidió decirle a Tabitha que por ella y por su pequeño, rechazaba el trono. Añadió que ahora entendía las palabras que le dijo la joven en las mazmorras de la que fue su casa una vez, donde esta le indicó que si la gustaría ser su reina, pero de su propia casa. Sin guerras y sin tronos.

El tiempo fue pasando y ambos, quizás más confiados por no tener encontronazos con nadie durante semanas y sus enormes deseos de establecerse y crear un hogar y una familia, lejos de reyes y tronos, se asentaron en una pequeña aldea. Allí Tabitha podía descansar tranquila con su pequeño de no más de 4 meses, siendo cuidada por los pocos habitantes de aquel lugar. Pero el dinero se agotaba y Viserys decidió ir a vender alguno de los pequeños tesoros que la joven había cogido antes de partir, en una población cercana. Al oscurecer, si todo salía bien, Viserys estaría de regreso con su amada y reina de su pequeña casa.

El día fue tranquilo en la aldea, solo se escuchaban los llantos del pequeño Aerys de vez en cuando y Tabitha enseguida lograba hacerle callar. Era como si tuviese un don con el pequeño, el cual se veía robusto y fuerte, el orgullo sin duda de los Targaryen. Tabitha se había echado a descansar, con su pequeño a su lado, cuando la despertaron los cascos de unos caballos. Inicialmente pensó en que Viserys ya había regresado, pero cuando sintió que había más de un caballo, se dio cuenta de su error. Se levantó de su lecho y  agarró la espada que guardaba, fina y ligera para poder usarla con destreza y no con fuerza, mientras que sostenía a su pequeño con su otra mano.

Los golpes en la puerta no se hicieron esperar. Pero no estaban llamando, la estaban derribando. Enseguida la joven pudo ver a varios hombres entrando en su pequeña casa y destrozarlo todo a su paso. La joven los encaró con bravura, pero solo consiguió que se riesen de ella. Tabitha sabía que estaba todo perdido, puesto que la superaban en número y pudo ver por la ventana, como algunos más permanecían en el exterior de la casa.

Pero la Targaryen no estaba dispuesta a rendirse con facilidad e hirió a todo aquel que se atrevió a intentar apresarla. El cabecilla de aquellos hombres se cansó de la situación y la habló con claridad: - Ríndete y os daremos una muerte rápida e indolora. - Le dijo serio. La joven miró a los hombres que le acompañaban y quizás él fuese un hombre de palabra, pero las miradas de aquellos hombres hacia ella no la inspiraban confianza alguna. Se veía violada y mutilada antes de recibir a la muerte.

Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras que la mano que sostenía la cabeza de su pequeño príncipe y la alegría de aquella joven pareja, hacía presión contra su cuerpo. Aerys III, se vio obligado a tener su pequeña y dulce carita pegada al cuerpo de su madre, lo que le impedía respirar. Tabirha no dejaba de sostener la espada en alto, mientras sentía como se desgarraba por dentro, notando como la vida de su pequeño se esfumaba en sus propias manos. Aerys dejó de moverse, de intentar separarse del cuerpo de su madre, pero esta continuó con aquella presión un rato más, puesto que podía sentir aún el corazón de su pequeño latir, aferrándose a la vida.

- No dejaré que nos torturéis ni os divirtáis a nuestra costa. - Dijo dolida, sabiendo lo que acababa de hacer. Sabiendo  lo que iba a hacer a continuación. Con su brazo, se abrazó con fuerza al cuerpo sin vida de su pequeño Aerys. - Mami se unirá a ti ahora, mi vida. - Esas fueron las últimas palabras de la joven, quien no dudó en usar su propia espada contra ella misma, hundiéndola en su pecho hasta donde pudo.

La sangre no tardó en brotar de su cuerpo y sus rodillas flojearon. Tabitha soltó la espada y se aferró con fuerza a su pequeño, cayendo de rodillas pero manteniéndolo en sus brazos. - Os prometí una muerte rápida si os rendíais.- Escuchó decir a aquel hombre, quien alzó su enorme espadón sobre su cuerpo y sesgó de un solo golpe la cabeza de la joven, la cual rodó hasta la pared, desde donde pudo contemplar, como su cuerpo decapita caía al suelo, pero sin soltar a su pequeño de sus brazos.

Cuando Viserys regresó al oscurecer, tras realizar un buen negocio y deseando ver a sus dos más preciados amores tras estar todo el día sin ellos, se encontró el peor de los escenarios que jamás pudo imaginar. Los pocos aldeanos estaban preparando ya todo para el entierro de la joven, pero no habían tocado nada en su casa, quedando todo aquellos hombres lo habían dejado, esperando a la llegada del esposo. Viserys se apresuró a llegar a su pequeña casa, temiéndose lo peor al ver los rostros de aquella gente. No necesitó entrar en la casa para descubrir que Tabitha había muerto. Su cabeza había sido ensartada en una lanza y esta clavada en la tierra.

El Targaryen gritó de dolor y desmontó el caballo, entrando en la casa en busca de su hijo, con la espada que robó y su amada ocultó antes de su huida de la Casa y la familia Vaelys. Encontró el cuerpo decapitado de Tabitha en el suelo, con su propia espada clavada en el pecho y sus brazos en una postura que daba la impresión de que abrazaba a un pequeño con fuerza, como si su vida dependiera de ello. Pero ni rastro de Aerys. Viserys abrazó el cuerpo sin vida de su amada esposa y la lloró durante horas. A ella y a su desaparecido hijo.

Los aldeanos se encargaron del cuerpo de Tabitha, de su sepultura y de atender a un Viserys herido de muerte tras descubrir que sus dos amores habían muerto, que aquellos hombres se llevaron consigo el cuerpo de su hijo, seguramente para cobrar una suculenta recompensa y que ya no le quedaba nada en la vida, salvo la venganza y recuperar el trono. Quería ver la cabeza del usurpador en una pica, al igual que la de toda su maldita familia. Sentarse en el Trono de Hierro y ser el Rey, vengando así a su amada Tabitha, su pequeño príncipe y a su padre, Aerys II.

Y así fue como Viserys se obsesionó en recuperar el trono a toda costa. A cualquier precio.