Partida Rol por web

-Ñieeeeeeeck.-Suenan los goznes de la pesada puerta de madera al abrirse. Tras ella aparece Caelus, el Maestre de Fuerte Fénix.-Ah! Alyra pasa, pasa.-Le dice a la doncella con una sonrisa. El Maestre tenía una relación cercana con todas las hijas de Lord Rhys ya que es profesor, médico y consejero de todas ellas, pero seguramente Alyra era su preferida.

-Me alegro de que hayas encontrado un momento para visitarme, necesito que me hagas un pequeño favor. Te explicaré: Tu padre me ha pedido que consiga la manera de que Evan, el encargado de los caballos pueda asistir a la fiesta. Muchos de los invitados son distinguidos señores de Casas importantes y podrían ofenderse si acuden los criados a la ceremonia, entiendes.-Como hija de un Señor, Alyra conoce bien todos los aspectos del protocolo, pero escucha paciente a Caelus.-No tengo especial simpatía por ese muchacho pero  al parecer tu padre quiere premiar su buen hacer con los caballos. He pensado un pequeño plan para que el señor Ross pueda venir sin que el resto de invitados no protesten demasiado, pero necesito tu ayuda...

Evan asintió. Por su parte no tenía nada más que añadir.
Lamentó haber malinterpretado algunas de las palabras del guerrero y haber respondido inadecuadamente.

Creo que somos compañeros de habitación desde hoy.... Espero que no decida ahogarme con la almohada

La tormenta seguía empeñada en caer sin piedad, seguramente llovería toda la noche. No pudo evitar pensar en lo embarrada que estaría toda la zona de los establos. Ahora iría con más cuidado de limpiarse bien las botas al entrar en el castillo, para dar ejemplo a los sirvientes y para evitar enfadar más a su ayudante.

Cuando Evan se animó a cazar al animal, Kyle asintió con la cabeza y comenzó a andar tras el rastro. La expresión de Kyle había cambiado de jovial a seria, ya que para él la caza no era algo que tomarse a broma. Respetaba mucho la naturaleza, y aunque se le daba bien cazar, no disfrutaba matando animales.

- Hemos tenido suerte de que el Jabalí se haya dado el baño de lodo, ya que de otra forma hubiera sido más dificil encontrar el rastro. Evan parecía muy atento a lo que decía, así que Kyle decidió seguir con la explicación - Los jabalíes son muy aficionados a darse baños de barro. Estas bañas, las realizan principalmente para desparasitarse y para regular su temperatura corporal Según iba contando lo que sabía de las bañas, a Kyle le vino el recuerdo de cuando era pequeño y su padre le llevaba al bosque para enseñarle a cazar - Cuando realizan la baña, los parásitos del jablí se quedan pegados al barro. Una vez que el barro se haya secado, se desprenderá del cuerpo del jabalí junto a los parásitos.

Poco después de terminar de hablar, Kyle se paró en seco y sujetó a Evan para que no siguiera andando. Había divisado al jabalí a unos cuantos metros, y esperaba que el animal no les hubiera escuchado. Por suerte, habían andado a contra viento, así que el jabalí no pudo olerles. El Jabalí tenía más o menos las medidas que había supuesto Kyle, y supuso que se trataba de un joven de entre dos años y medio y cinco Hasta que no le mida los dientes, no sabré que edad tiene exactamente.

Kyle hizo un gesto indicando a Evan que se quedara quieto mientras colocaba la flecha en la cuerda suavemente. Lentamente y sin apenas hacer ruido, fué acercandose al jabalí buscando siempre su espalda pero sin ponerse a favor del viento. Era muy dificil cazar un Jabalí con un arco y menos siendo uno sólo, pero Kyle tenía un arco potente y sabía bien dónde apuntar. Cuando la distancia entre el cazador y el animal se redujo a unos diez metros, Kyle respiró hondo y comenzó erguirse y puso los pies en perpendicular a su objetivo. Pronó el antebrazo para que la cuerda no le golpeara una vez suelta, y tensando la cuerda con ayuda de la espalda llevó el culatín de la flecha a la comisura de los labios. La flecha descansaba entre el arco y el anillo de su madre, que ayudaba a que no se moviera en el último momento y también le ayudaba a apuntar. Apuntó con el ojo derecho al codillo del Jabalí, sabiendo que si acertaba en ese lugar y desde tan cerca, el animal no tardaría mucho en morir. Soltando poco a poco el aire, Kyle relajó suavemente los dedos con los que sujetaba la cuerda y la flecha voló hasta impactar en el animal, alcanzándole justo dónde deseaba.

El Jabalí, al notar el impacto de la flecha, comenzó a correr en dirección opuesta a Kyle. Normalmete, los jabalíes no recorrían más de cincuenta metros después de recibir un flechazo de ese estilo. Así que Kyle siguió al animal con ayuda del reguero de sangre que iba dejando. Cuando al final lo alconzó, el animal estaba tumbado, inmóvil y sin respirar y se podía ver cómo había sangre en su boca y en las fosas nasales indicandole a Kyle que la punta de la flecha había perforado un pulmón. Por suerte, no tuvo que realizarle el remate, cosa que sin perros sujetando al jabalí no se atrevía a hacer, ya que podría intentar atacar aunque estuviese medio muerto.

Cuando Evan apareció, Kyle estaba algo más animado - ¿Y ahora cómo lo llevamos al castillo?

Evan miró al jabalí, desde luego entre ellos dos el trabajo de transportarlo sería árduo.

- si me esperas aquí un momento volveré con uno de los animales capaces de cargar con esta bestia.-

Se fijó bien para situarse. Conocían bastante aquel bosque, ventajas de adentrarse por él casi a diario.

- ¿crees que podríamos con él para cargarlo sobre el lomo de un caballo?-

Kyle pensó un momento antes de contestar - Yo creo que un caballo podrá cargar bien con el animal, no me pesa más que una persona. Otra cosa es que quiera llevarlo. Pero los caballos son tu especialidad, seguro que encontrarás el más adecuado.

Kyle conocía muy bien los animales que cazaba, pero su conocimiento sobre caballos era mínimo comparado al de Evan Estoy seguro que es capaz de hablar con ellos.

Evan se alejó a paso ligero en dirección al castillo. No perdió tiempo para regresar lo antes posible. Pasado un rato ya estaba de vuelta. Estaba seguro de que Kyle habría adivinado que se acercaba con tres caballos y no uno al oír los cascos de estos acercándose.

Efectivamente en cuanto estuvieron a la vista Kyle pudo apreciar que Evan montaba sobre Salvaje, y de reata traía con él a Chocolate y a Perla, esta última ensillada y con las bridas puestas.

- Espero que no te hayas aburrido mucho - mientras se deslizaba para bajar de su montura y descolgaba unas cuerdas de su silla añadió -He traído a tu gran admiradora. No ha consentido que la dejase allí sabiendo que vendríamos a tu encuentro-

En efecto la yegua sentía un gran afecto por Kyle y ya trataba de acercarse a él para olfatearle y rozarle con la cabeza, aunque desconfiaba un poco del bulto negro que yacía en el suelo.

- he traído una manta y cuerdas para sujetar el jabalí. Chocolate es muy tranquilo y lo llevará sin problema.

-Señor!-Llama el maestre de el otro lado del pasillo.-Me he encargado del pequeño asunto que me encargó... ya sabe lo del muchacho Ross... Así que si lo desea puede evitar invitarlo formalmente, algunos de los invitados podrían ofenderse.

Detuve a Indómito al ver la libertad que sentía Evan al cabalgar, envidie por un momento su vida o al menos lo sentía en aquel instante, él y Apache eran uno y hasta yo lo sentía, deje que se adelantara un poco para que la briza le acariciara por completo y yo admirar aquel paisaje.

Indómito se mostró inquieto – Esta bien…vamos…- le di libertad y el corcel poco tardo en emprender el galope, sus cascos resonaban en la tierra haciendo notar su presencia, su crin ondulaba al viento al igual que mis cabellos y su cola flameaba cual bandera en una victoria.

Si Evan disfrutaba de aquello, yo hacía lo propio al sentir la conexión con Indómito; los caballos igualaron su galope y nuestras risas se difuminaban con el sonido de la briza, pronto llegamos al prado, donde la manada de yeguas de cruza pastaban y disfrutaban de la tarde, bajo la sombra de un árbol algunas, otras pastando al sola y algunas revolcándose.

- ¿Dime Evan que más se le puede pedir a la vida con todo lo que tenemos? somos unos bendecidos por los Siete- dije mientras admiraba tal paisaje.

Evan sonrió a Alyra por su comentario. Realmente sabía que eran unos privilegiados, a pesar de que siempre habían cosas que se le negaban a uno. A los de abajo unas cosas, a los de arriba otras... pero nunca se podía tener todo.

-Fuera de los oídos y ojos del castillo somos libres, no hemos de escondernos- Sus ojos azules brillaban observando el rostro de ella, lo estudiaba, lo memorizaba, era como una melodía perfecta en sus formas y colores. Dulce e intenso por igual. Alyra era una diosa para él. 

- ¿Crees que indómito se prendará igual que yo por alguna hembra? ¿Le escogemos novia o le dejamos que elija él? Todas son unas buenas yeguas, pero es posible que entre él y una de ellas surja un amor sincero y puro. - Lo dijo con cierta nostalgia, no se sabía muy bien si hablaba de Indómito o de ellos dos. Pero pronto negó con la cabeza, como apartando esos pensamientos de su mente y añadió -paseemos por el prado, es extenso, de este modo podremos apreciarlo todo mejor, de cerca.-

Estaba claro que en un principio Evan no comprendía las inquietudes de alguien que vivía por la espada. Por algún motivo parecía creer que alguien así debía tender de forma natural a la violencia. Sin embargo la convivencia con John pareció cambiarle poco a poco esta opinión infundada. Y si bien Evan veía que el guerrero era de personalidad dura, quizás de apariencia fiera y poco dado a las bromas, al menos en un prinicpio, también se dio cuenta de que no era el placer por matar o el belicismo lo que le movía. Había mucho más debajo, pues era igualmente un padre entregado y amoroso, y un hijo generoso.

Pasado un tiempo, Evan se atrevió a  realizar algunas preguntas a su compañero de habitación. ¿qué podía empujar a alguien a querer ser un guerrero o un caballero? ¿valía la pena una vida tan llena de peligros y de ver la maldad y crueldad del mundo? ¿tanto dolor? Hasta que un día, al principio con gran prudencia y timidez, pero al final con una gran determinación, le pidió a John si tendría a bien instruirle en el arte de la espada.

John había podido apreciar toda esta evolución en el mayordomo, sintiendo como, poco a poco, crecía la admiración y respeto de Evan por su persona.

John era un hombre muy reticente a hablar de la guerra o lo sucesos en batalla. Podía interpretarse que evitaba hablar de ello por la perdida sufrida en esa etapa de su vida, no solo por su brazo u otras heridas, ya que su hermano mayor falleció en ella.
Convivir en el mismo cuarto que John era igual de complicado que tratar con él, mas con tiempo, si se le tenia la paciencia necesaria tendía a relajarse un tanto. Era entonces cuando demostraba tener algo bajo su coraza que le daba una autentica valía.
Tal vez fuera por la paciencia con la que permitió aquel día que su hijita le trenzara el pelo y se lo llenara de nudos, solo por darle la satisfacción a la niña de que le ayudara a peinarse. Tal vez fuera que se mostraba duro con las criadas pero a escondidas pasaba un trapo por las zonas altas donde el polvo se dormía para evitarles el trabajo que a él no le costaba. Tal vez fuera por tener la delicadeza de soltar los gases intestinales fuera de la habitación que compartían.......

En algún momento bajo la guardia con Evan y comenzó a considerarlo un amigo. Fue poco despues, una noche en la que los fantasmas del pasado atacaron a John impidiéndole dormir, que este saco una botella de un licor fuerte y dio un par de tragos, buscando el olvido y el sueño.
Ninguno de los dos llego, logrando tan solo despertar su lengua.
Noto que Evan se despertara, posiblemente al oírle moverse o abrir torpemente aquella botella. Como fuera, Evan despertó.
- Vuelva a dormirse, no pasa nada. Me desvele tan solo es eso.- dijo en voz baja un segundo antes de quitar el tapón de corcho con los dientes a falta de un modo mejor.

Escupió el corcho y dio un trago que habría tumbado a un caballo. Resoplo y volvió a sentarse en su cama, con la botella entra las manos y los ojos clavados en el suelo. Había perdido una triste vela cuya llama bailaba pobremente, llevando mas sombras que luz.
- ¿En serio quereis aprender a usar una espada?.- pregunto intuyendo que Evan le miraba en silencio. Debia resultar le insólito verle actuar de ese modo, con el pelo pegado en la cara por el sudor de una horrible pesadilla, el rostro aun pálido y una botella de licor en las manos en mitad de la madrugada.
Evan le había pedido entrenamientos días atrás y él prometió pensarlo pero hasta esa noche no lo había hecho realmente. Levanto la vista para mirar a Evan a los ojos y volvió a preguntar.- ¿Por que?.

John era todo un personaje dentro del castillo. Hablaba con autoridad no solo se movía con el paso seguro de un guerrero orgulloso, también seguía entrenando para no perder del todo su forma a pesar de haber vuelto de la guerra sin un brazo.
Nadie se atrevía a señalar el hecho de que la capa que cubría su lado derecho no ocultaba ningún brazo tras ella. Tampoco nadie osaba señalar que en ocasiones John parecía cojear ligeramente, sobretodo cuando los días eran mas fríos.
Era un hombre callado, que nunca contaba historias o hazañas ni se dejaba ver por tabernas o bares. Lugares en los que sin duda no faltaban otros hombres que tras unas cervezas se divertían narrando la forma salvaje en la que John Kalhan hacia frente al enemigo. Batallas de guerra donde su persona salia mas engrandecida si cabía.
No obstante John no sentía un héroe ni pretendía ser lo.

Fue una mañana muy temprano, cuando se dio cuenta de la presencia de un joven fornido cuando se disponía a practicar un poco con la espada.
- Buen día.- saludo secamente.- ¿Se os ofrece algo?.- pregunto al muchacho, que parecía algo tímido.

Evan observaba a John resguardado en la oscuridad. La pequeña llama de la vela no alcanzaba a iluminar su camastro. Sin embargo el guerrero sintió su mirada posada en él.

supongo que este sexto sentido le habrá salvado la vida en más de una ocasión

Evan no solía preguntar por hechos concretos ni la vida de nadie. Él mismo no hablaba de su pasado tampoco. A su parecer todo el mundo tenía el derecho de guardar sus secretos y olvidar en la medida de lo posible.

Al verse descubierto se sentó. Las luces tenues y sombras oscuras marcaban con gran contraste los rasgos de su compañero, dándole un aire entre aterrador y heroico, con un cierto misterio que uno no sabe si desea descubrir. En el caso de John era mejor no preguntar. Estaba claro que los fantasmas de su pasado eran poderosos.

- He estado pensando durante mucho tiempo y he llegado a la conclusión de que soy como un gallo sin espolones. No pretendo ir a ninguna guerra, pero a veces las guerras vienen a uno.-

Hizo una leve mueca.

-No nos engañemos, vivimos en una fortaleza. Ambos sabemos lo que significa eso. Es un castillo, preparado para resistir y sobrevivir batallas. Las guerras vendrían a nuestras puertas. A veces no hace falta ni eso, un caballero borracho o airado, o un simple rufián... Sencillamente quiero ser un hombre capaz de proteger lo que ama, a quienes ama. Quiero ser un gallo con espolones para poderlos usar si es necesario. Quiero dejar de ser un gallo que parece una gallina-

No estaba seguro de si sus motivos convencería a John. Estaba acostumbrado a entrenar hombres más altos, más fuertes y más jóvenes. Sin embargo esa era la verdad, Evan sabía que para poder llegar a ser quien deseaba ser debía saber manejar una espada, aunque quizás, con suerte, jamás tuviese que usarla.

John asintió tras escuchar la respuesta. Dio otro trago y ofreció la botella a Evan.
- Son razones muy nobles, no cabe duda de ello pero debéis pensar que manejar un arma no garantiza nada. Veréis, desde mi nacimiento mi padre decidió que es lo que seria, me entreno junto con mi hermano, de la mañana a la noche, hasta que las manos nos sangraban.
Kalhan soltó una risa triste recordando aquellos días duros pero en el fondo felices.
- Nada de eso evito que presenciara la muerte de mi hermano en el campo de batalla, nada sirvió para mantener viva a mi mujer y como vos decís, nada sirvio para evitar convertirme en un gallo falto de su mejor espolón.

John negó con la cabeza y pidió la botella de vuelta con un gesto.- Ser gallina no tiene nada de malo. Las gallinas viven y aseguran la especie, despues de todo nadie puede negarles que tienen mas huevos que nadie.- bromeo y se dio unos segundos para aclararse las ideas.
-Lo quiero que entendáis es que si desenvaináis una espada debéis conocer las consecuencias, os aseguro que hay cosas peores que la muerte... como sobrevivir.- dijo y se dio un segundo para hacer algo que nunca antes había hecho en publico.

Con su único brazo se quito la camisa que usaba para dormir, dejando ver un sin fin de cicatrices, algunas de las cuales hacían empequeñecer la falta de su brazo.- Si no sabéis luchar nadie puede recriminaros correr... ¿entendéis lo que quiero decir?

Merol miraba a quien consideraba un heroe de guerra mientras pensaba que de seguro podria ser un gran maestro de armas para transmitir toda su experiencia y valor a los muchachos. Pensaba asi con respecto a los jovenes a partir de los 11 años, que podrian recibir una gran instrucion de manos de John. Incluso antes.

Tambien pensaba por alguna razon en la maldicion rodea a los Vaelys y el oscuro destino que rodeaba a la familia, preguntandose sobre la incertidumbre que habia en el destino de los que estaban en Fortaleza de Sangre y los allegados. Incertidumbre y porque no, tambien algo de desgracia ¿o tal ves solo coincidencias? Se preguntaba Merol.

El realmente no se veia como Septon en el futuro, ¿seria ese su destino si continuaba con los septones? El se veia como fiero guerrero en su imaginacion y eso construia con piezas de madera talladas a modo de batallas.

-Buenas Señor- la forma en que se referia cuando le hablaba a casi todas las personas, sin tutearles por respeto y tal ves temor.

-Nada, nada.- respondio con respeto y temor.-¿como se prepara para la fiesta Señor? Yo tranquilo, seguro estare asistiendo al Señor Tyziano si me necesita en algo.- lo mira expectante mientras come algo de pan. Seguro es su hora del desayuno, aunque lo raro seria no ver al torpe ayudante del Septon con un pedazo de pan en la mano.

Evan aceptó el trago, y rió un poco con la broma de las gallinas. Sin embargo escuchaba atentamente las palabras de John, y cuando se quitó la camisa no pudo evitar impresionarse por la cantidad y brutalidad de sus heridas. 

Supongo que heridas así nunca terminan de cicatrizar del todo...

Se lamentó para sus adentros. Había cogido cariño a John. Era un hombre seco en casi todas las ocasiones, quizás más que seco directo. Evan creía que John no veía la necesidad de adornar las cosas, y era comprensible viendo todo lo que había pasado. Por muy duro y valiente que fuese nadie, era casi imposible caer en brazos de la locura tras pasar por lo que había pasado John, así lo creía Evan, sin embargo su amigo no estaba loco. 

Quizás es por su pequeña. Ella le mantiene cuerdo y le ata a la vida.

Evan miró a John viendo mucho más que un hombre en él, sus ojos brillaban como si se sintiese tan conmovido que no pudiese contener alguna lágrima, sin embargo no llegó a caer ninguna por sus mejillas. Siempre se emocionaba de un modo desproporcionado cuando se trataba del padre y la pequeña niña.

Sabía que John le estaba advirtiendo, el camino de la espada no son justas y gloria. No es luchar por el beso de la doncella, es vivir o morir, o morir en vida. Miró por unos segundos al suelo, pensativo. Pasó sus dos manos por la cabeza, apartándose los cabellos de la cara, y después volvió a mirar a John, su mirada no era la de alguien que ansía luchar, había comprendido bien el mensaje, sin embargo creía sinceramente que debía dar ese paso.

- No pretendo ser un guerrero profesional, sin embargo, sí desearía saber que si llegase el momento tengo la opción de luchar y no darme por muerto de entrada. Saber que al menos puedo intentarlo. -

Y allí estaba el pequeño zampa-bollos, cruzado en su camino pero sin nada que decir. Sintió un escalofrió al pensar que ese tipo de muchachos eran la generación que le sucedería pero en el fondo se veía que el chico no era malo. Poco avispado, si, ¿ingenuo? también, pero no había maldad en esos ojos hundidos al final de los mofletes.
- Bien, esta todo bajo control.- aseguro en respuesta, firme y tajante.
John resoplo y añadió:
- Me disponía a entrenar un poco antes de comenzar mis quehaceres, ¿Os gustaría acompañarme?.- pregunto esperando que al menos, por un momento, el chico olvidara el pan e hiciera un poco de ejercicio antes de que la cosa fuera a peor y tuviera que seguir a los septones rodando.
Con suerte metería en el muchacho el saludable habito del ejercicio.

Evan penso su respuesta.
Si tenia que pensarlo era el signo inequívoco de que antes no había meditado sobre todos los detalles e implicaciones de su petición. De modo que aquello podía ser un capricho o una idea que desapareciera en pocos días, cuando sintiera en su cuerpo el dolor del ejercicio extra.
John también pensó su respuesta. Los argumentos expuestos eran solidos y en lo personal, John siempre había pensado, que todo hombre debía al menos saber defenderse.
Se hizo un silencio incomodo hasta que volvio a hablar.
- Le entrenare.- aseguro para continuar con una seria advertencia.- Mas aviso que voy a ser duro, un autentico cabrón al que vas a terminar odiando, y que recordaras a mi madre con frecuencia. No habrá un trato especial y cuando estemos en el campo de entrenamiento mi palabra sera obedecida. Podréis dejarlo cuando queráis pero solo bajo estos términos aceptare entrenaros ya que no pienso adiestraros para veros morir. Nadie al que yo enseñe sera un mediocre con la espada.

Dicho esto dio un trago pequeño y busco el tapón para insertarlo de nuevo en la botella, sujetándola entre sus piernas. Levanto la vista y miro a Evan pensando algo mientras esperaba la respuesta del muchacho.- Por cierto....¿Defender a quien amais? ¿A quien os referís?¿ Tenéis una muchacha en mente o... tengo que preocuparme por el exceso de tiempo que pasamos juntos?.- bromeo.