Partida Rol por web

Bajaba alegremente las escaleras de piedra decidida a encontrar a Tabitha en el gran comedor y regresar con ella junto a su madre y hermanas. Pero también había otra cosa que ocupaba la mente de Mira y no era otra que la de encontrar al Maestre Caelus. Todavía tenía pendiente la tarea que le había encomendado su padre: entrar en su dormitorio cuando éste no estuviese en él. La niña había esperado con paciencia hallar al anciano en cualquier lugar, constatar que estaba lejos de sus aposentos, ya que no podía entrar si él se hallaba en los mismos. Había tenido esperanza en los jardines, pues pensó que con la nueva afección de su hermana Lenia el Maestre aparecería allí, momento que la pequeña pensaba aprovechar para cumplir su promesa. Sin embargo no fue así.

Las aberturas laterales de la escalera proporcionaban unas vistas panorámicas y se detuvo un momento para intentar distinguir cuantas figuras pintasen el paisaje. Tal vez, con un poco de suerte, pudiese ver al Maestre.

Pasados unos segundos continuó su marcha. Estaba preocupada por su padre al cual hacía demasiado tiempo no veía, pero en esos momentos debía obedecer a su madre. Luego encontraría el modo de hacer lo demás. Tal vez pidiese ayuda a Sloth.

Con estos pensamientos sus pequeños pies descendían ajenos a la terrible tragedia que aguardaba unos peldaños más allá.

Mira se encontró de repente frente a la dulce Fiona y palicedió de inmediato. La joven estaba tendida en el suelo, inerte, con la cabeza reposando en un charco escarlata. Sus ojos se abrieron exageradamente, horrorizados ante aquella impactante y terrible imagen. La niña supo que el aliento de la joven había abandonado sus labios para siempre, que sus ojos jamás volverían a mirarla y que nunca le volvería a sonreír. Se llevó las manos al rostro, su cuerpo se tensó y permaneció rígido mientras un grito fuerte, agudo y aterrado escalaba su cuello impulsado por la fuerte impresión.

-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHH!!!!!

Le costaba asimilar lo que había ocurrido. Permaneció inmóvil. Quisiera acercarse a ella pero era incapaz de moverse.

Lo lamento, pero las órdenes de Lord Rhys impiden que puedan pasar criados masculinos. Nosotros solo recibimos órdenes. Dijo el soldado. En cualquier caso, nosotros podemos hacerle llegar el mensaje cuando Fiona baje. ¿Qué es lo que queréis decirle?

Instantes después un grito de terror se escuchó algunas plantas más arriba de la torre. Algo había sucedido y los soldados se pusieron en guardia alarmados. Uno de ellos dejó a Sebastián y Tabitha y subió corriendo para ver qué había pasado. El grito parecía proceder de la pequeña Mira.

Tras escuchar el grito de Mira uno de los soldados que estaba a los pies de la escalera subió a toda prisa para ver qué es lo que acababa de suceder. Aquello había sido terrible, Fiona yacía desangrada en las escaleras. Parecía que alguien la hubiese empujado o ella misma se hubiese caído. Agarró en volandas a Mira para que dejara de ver lo que acababa de suceder y se la llevó en hombros.

Lo entiendo, no pretendía poneros en ningún brete, compañero. Sebastian se sintió avergonzado por un momento, no le gustaba crear problemas a sus compañeros en el servicio de la casa. No tenía nada en contra del guardián, por supuesto. Además, le disgustaba tener esta conversación en público, es esperaba poder llegar hasta Fiona con discreción. Muchas gracias por pasarle el mensaje, sois muy amables. Simplemente dile que venía a enviarle un mensaje, pero que no me dejasteis entrar aquí. Si puede encontrarme, hablaremos luego. Puede buscarme por la cocina donde estaré trabajando con los otros, aunque a las cinco en punto estaré en la despensa. Muchas gracias.

Una vez aclarado el asunto con el guardia, se concentró en la dama que subía a la torre. Es el mismo olor, pensó. Buenas tardes, Lady Tabitha. Espero que esté teniendo un buen día. ¿Está disfrutando de la compañía de nuestros invitados? Sebastian sonrió a la dama, mientra miraba hacía el suelo, intentando pensar en lo que había pasado a lo largo del día. Aprovechando que he venido hasta aquí para nada, ¿necesita algo del servicio? Puedo hacer que le lleven algo de la comida, si no ha podido comer aún.  No creo que venga de comer con los invitados. O puedo avisar a sus doncellas para que le preparen ya el baño para el banquete. A ver si soluciono el problema del olor de una vez por todas.  Si necesita cualquier cosa, estoy a su servicio, mylady. Sebastian hizo una referencia.  Intentó disimular la intención de la segunda pregunta, mezclandola con muchos ofrecimientos, pues no quería que la dama se ofendiera. Pero además, no podia resistirse a ofrecer su ayudar a la dama, que sin duda tenía secretos hoy (quizás problemas), pensando que quizás ella podría confiar en él. Al fin y al cabo, él seguía siendo fiel a la familia Vaelys y no les quería ningún mal a las damas. Y menos ahora, pensó, sintiendose confuso por sus propios sentimientos por la familia.

Sebastian se cansó de esperar una respuesta de la dama, había otras cosas que hacer hoy. Tantas cosas! Estaba ansioso por hacer cosas y esta conversación se le estaba haciendo pesada. Si no necesita nada, me retiro. Buenas tardes, Lady Tabitha. Bajó la cabeza humildemente y sonrió a la dama.

Se giró hacia el guarda y le recordó su encargo amablemente. Buenas tardes, compañero. Gracias por dejar el mensaje a Fiona, por favor, que no se te olvide.

Y con último movimiento de cabeza, salió de la torre.

Al aproximarse a las escaleras, Marvin escuchó como Sebastian hablaba con Lady Tabitha y el guardia de allí. Intentando no retrasar al  criado, ya que sus palabras habían sonado a modo de despedida y su camino parecía dispuesto para abandonar el lugar, el castellano fue escueto con él, lanzando solo un breve saludo.

- Buenas tardes, Sebastian - pronunció antes de que se fuera. Luego saludó a la noble, reverencia incluida, y al soldado que allí estaban.

Miró a la noble, quien estaba siendo buscada por su madre, y se acercó para hablar con ella y mandar el mensaje que Lady Myriah había encargado en caso de encontrarse con la segunda hija.

- Milady, vuestra madre ha comentado que os esperaba en la habitación de vuestra hermana, lady Alyra. Sería conveniente que os reunieseis con ella cuanto antes - sugirió a la noble, entregando la petición con tinte de orden que la Señora de la Fortaleza había dado en los jardines.

Una vez entregado su mensaje a la noble, Marvin se dirigió al soldado una vez se despidió con una reverencia de lady Tabitha. Dentro de lo posible estaba que el maestre pudiese hacer algo por la voz de lady Lenia o por la piel de lady Alyra, así que pretendía encontrar a Caelus para comunicarle el estado de las jóvenes Vaelys y, de esa manera, averiguar si poseía algún remedio.

- Disculpad, ¿ sabéis si se halla el maestre en sus aposentos? - preguntó al guardia que allí se encontraba. En el caso de que se lo confirmase, el castellano se dirigiría a su encuentro. Además, con suerte, el propio Lord Rhys podría encontrarse en su compañía. Aunque eso, según creía Marvin, sería una fortuna extrema.

En efecto. Dijo el soldado. Pero ya sabéis que los criados y empleados de la casa Vaelys no tienen permiso de acceder a la torre del fénix.

La imagen al bajar las escaleras fue aterradora. Fiona Ironsmith una de las mejores criadas de toda la Casa Vaelys yacía en las escaleras tirada. Algo le había sucedido, pues parecía haber caído por ellas. Tenía la cabeza abierta y en el suelo había un líquido blanquecino mezclado con la sangre que brotaba de su cabeza.

Era horrible, una imagen dantesca para cualquiera que pudiera verla.

Fiona Ironsmith había muerto. Y junto al cadáver estaba uno de los soldados custodiándolo.

" Tabitha ... busca a Tabitha " Se dijo Lenia a si misma mientras iba bajando las escaleras, lo que no esperaba, era encontrar allí mismo el cadaver de Fiona, de una forma tan grotesca. 

Tal fue el susto, que apunto estuvo de caer ella también por las escaleras, se agarró al posamanos de piedra y giró el rostro con dolor y asco.

" Fiona "

murmuró Lenia para sus adentros, había sido su criada, su amiga, su confidente ... lentamente volvió a girar el rostro para ver el cuerpo sin vida de la muchacha y al soldado. Un nudo se formó en la garganta de Lenia y las lágrimas brotaron de sus ojos, tenía que buscar a Tabitha, ¿pero como iba a pasar por delante del cuerpo de su amiga como si nada?.

Bajó los siguientes peldaños con las piernas temblorosas, aguantando como podía las lágrimas, sin mucho éxito.

En su interior, Sloth se sentía como un día del invierno más crudo; la tristeza, la oscuridad y el frío lo invadían y no había nada que pudiera hacer para remediarlo. Fiona había muerto. Podían los pájaros dejar de volar, la brisa veraniega dejar de soplar, la sonrisa de las campesinas desaparecer… que Sloth no se sentiría peor. Porque lo peor acababa de ocurrir. ¿Lo peor? No, Sloth se equivocaba. Podría ser peor. En lugar de Fiona, podría haber sido Astrid. O Alyra. O Lady Myriah. Cualquier miembro de esa familia por la que sentía tanta abnegación.

Al toparse con el cadáver de Fiona, tirado como si fuera un animal salvaje en el bosque, Sloth soltó un suspiro angustioso de sorpresa mientras apartaba los ojos. Aún no la habían movido. ¿Por qué no la habían movido? ¿Querían que las muchachas desfallecieran al verla? ¿Que los invitados se la encontraran ahí de repente? Sloth estaba enfurecido por ello y, al mismo tiempo, no podía fruncir el ceño. Lo único que podía hacer era derramar lágrimas.

A través de sus ojos borrosos notó cómo Lenia temblaba y le costaba bajar los escalones. Sloth le tomó del hombro, abrazándola para sujetarla y ayudarla a bajar el tramo que le quedaba. Procuró también girarle la cabeza, taparle con sus grandes manos la visión del cadáver de su amiga.

- No miréis, mi señora, no miréis. Sloth os ayuda. Sloth sabe lo que duele –le susurró mientras descendían.

Sloth se atrevió a fijar la mirada en Fiona. Un escalofrío le recorrió la espalda al tiempo que la visión de la sangre se le grababa en la mente. Y no solo sangre había. ¿Qué era eso blanco que se mezclaba con el rojo brillante? No parecía que la criada llevara ningún cántaro encima que pudiera contener leche que se hubiera derramado. Pero entonces, ¿qué es?, se repitió en su mente.

Una vez abajo, dio un último abrazo a Lenia antes de separarse de ella. Sloth tenía cosas que hacer, cosas importantes. Tenía que avisar al hermano, a Kyle. Una tarea que Sloth no anhelaba llevar a cabo.

Si no fuera por Sloth, Lenia no habría sido capaz de terminar de bajar las escaleras. Gracias a la ayuda del criado, Lenia se alejó de la visión aun con lágrimas en los ojos.

- No miréis, mi señora, no miréis. Sloth os ayuda. Sloth sabe lo que duele 

La muchacha miró al criado a los ojos y sonrió tristemente, agradeciendo su ayuda y compartiendo el dolor que el también sentía, le apretó suavemente el antebrazo y cuando se marchó, se sintió nuevamente perdida. Miró a ambos lados del pasillo, ¿donde estaba su hermana Tabitha? Un escalofrío le recorrió la espalda y los pies de Lenia comenzaron a andar solos, saliendo de aquellas escaleras y alejándose lo más rápido posible.

Evan bajó con el corazón hecho un puño. Al ver a Fiona no pudo contener la consternación, miró a su señora como si pidiese permiso para tomar la iniciativa, ella le había pedido que se ocupase de la sirvienta, así que creyó que, en realidad, el permiso que suplicaba había sido ya una orden.

Se acercó al cuerpo tendido y lo primero que hizo fue interesarse por la herida ¿todavía sangraba? deseaba que no estuviese muerta, el golpe no había sido poca cosa y la herida estaba abierta, pero ojalá hubiese remedio, ojalá no estuviese muerta. Apretó los labios, todavía incapaz de derramar una sola lágrima a causa de no poder aceptar que Fiona no estuviese con vida. Tocó su frente para ver si estaba fría, tomó su pulso en el cuello por si hubiese el más mínimo latido.

-Coloca tu espada justo frente a sus labios, plana, para ver si tiene algún aliento- Pidió al guardia. Si hubiese respiración, por mínima que fuese, el metal se empañaría del vaho.  

Tras comprobar todo esto esperaba descubrir si realmente había fallecido o si aquella pequeña esperanza que guardaba en su corazón podía verse reconfortada.

- Mas se trata de una petición de importancia para el maestre - comunicó el castellano, aunque estaba seguro de que la negativa al paso iba a seguir presente por parte del soldado -. Relacionada con la salud de las damas Vaelys. Si podéis comunicarle a Caelus, cuando lo veais, que ha de tratar a lady Lenia y lady Alyra con la mayor premura os lo agradecería, guarda.

Marvin, seguro de que el mensaje iba a tardar más de lo que a él le habría llevado decirselo al viejo sabio, salió de la Torre del Fénix. Ya había intentando llegar al maestre y, dentro de lo malo que había sido no verlo, se había asegurado de velar por la salud de las dos nobles damas de la casa.

A pesar de los temores que Evan tenía, sí, Fiona había fallecido, no tenía respiración y su cuerpo estaba completamente inerte y no solo eso, sino que pesaba más de lo habitual. Eso era sinónimo de que ahí yacía ya un cuerpo sin vida.

Mientras Evan comprobaba el cadáver, el resto de las damas salieron de allí

Lenia había dejado atrás a Evan analizando el cadáver de Fiona, cuando llegó al último peldaño pudo encontrarse con su hermana Tabitha* y uno de los soldados que montaba guardia a los pies de las escaleras, parecía ajeno a todo lo que estaba sucediendo escasos metros más arriba.

El resto de los que acompañaron a Lenia continuaron su camino.

Aquel apestoso olor a cuadra ahora estaba por todo ese lugar.

La imagen al bajar las escaleras fue aterradora. Fiona Ironsmith una de las mejores criadas de toda la Casa Vaelys yacía en las escaleras tirada. Algo le había sucedido, pues parecía haber caído por ellas. Tenía la cabeza abierta y en el suelo había un líquido blanquecino mezclado con la sangre que brotaba de su cabeza.

Era horrible, una imagen dantesca para cualquiera que pudiera verla.

Fiona Ironsmith había muerto. Y junto al cadáver estaba Evan y el soldado atendiéndolo.