Partida Rol por web

El grupo de caza se marcha dejándoos para cuidar el campamento, pese a todo no podéis relajaros, esto no es un picnic y existe la posibilidad de que algún animal se acerque a vosotros por curiosidad, en estas tierras los animales no conocen al hombre blanco y sus campamentos, aunque lo cierto es que los porteadores han montado algunas de sus tiendas en el límite del campamento.

Los soldados de Costigan parecen nerviosos y juegan a las cartas mirando con frecuencia hacia la vasta extensión de la sabana. La verdad que ahora mismo no parece haber mucho mas que hacer

En la lejania se escuchan un par de disparos, parece que vuestros compañeros no han tardado en encontrar algún leon

El francés paseaba por la sala. No había mucho que hacer por allí, salvo esperar a que volvieran los demás. Los hombres de Costigan estaban intranquilos. Serían hombres de acción y no de espera. Jugaban a las cartas para matar el tiempo, pasatiempo que a Blusiur nunca le ha dicho gran cosa.

-Señor Costigan, ¿como se encuentra?- el doctor quería asegurarse de que estuviera bien. Recibir un balazo, aunque solo cause una herida superficial, y ser picado por una mosca del sueño era duro. Y aquel hombre parecía resistirlo todo con tranquilidad. Pero Fondec estaba aburrido y se había ausentado de ir a la caza para asegurarse precisamente de que estuviera bien- La quinina ha debido hacer efecto, pero nunca se sabe. 

De pronto unos disparos rompen el silencio.

-Vaya- dijo por lo bajo- me estoy perdiendo lo mejor.

William paseaba por los alrededores del campamento atento. Le había tocado la parte más aburrida pero dado lo ausente que había estado en los últimos días tampoco le extrañaba. Además Jim era mucho mejor guía que él.

Sentado en un tocón al borde del campamento se entretenía afilando un viejo machete que había ganado en una apuesta durante su primer año de estancia en África.

Al oír los disparos levantó la cabeza y sonrió:

- Parece que han tenido suerte.

El grupo se va alejando lentamente y no tarda en desaparecer tras una ondulación del terreno. Los porteadores emprenden tareas de limpiar y asear el campamento, aunque la mayoría se limitan a tumbarse a esperar, en realidad hay poco que hacer ahora mismo, y seguramente el grupo estará fuera todo el dia

Stocker no tarda mucho en meterse en la tienda

Molly termina de arreglar las cosas de Lady Cottonwell en la tienda y se dirige a la de Jim para comprobar su estado y si necesita algo. Al llegar, se queda titubeante en la entrada, sin saber cómo dirigirse al guía.

La tenue penumbra de la tienda se ve alterada por la brillante luz del exterior, que enceguece momentáneamente a Jim. Nota sin embargo que alguien está en la entrada, un movimiento titubeante apenas ha alterado la tienda pero ha sido suficiente para que un rayo de luz entre. 

Pero la persona se queda afuera. Los sentidos del guía se aguzan, como un animal acorralado. Su corazón aumenta las palpitaciones y puede sentir a la adrenalina juntarse en sus miembros, dispuesta a dar todo en una huida, o un combate.

Su nariz lo siente, entonces. No el agrio perfume de tierra de los porteadores. No el cortante olor a sudor masculino de los soldados de Costigan. No... el delicado aroma a jabón, a ropas limpias... con un tinte de tierra. África deja su rastro en todos, piensa James, mientras entrecierra los ojos y sonríe.

- No muerdo, señorita. Su voz se esfuerza por ser normal, por acallar el silbido o la nota que demuestre dolor. Puedo ayudarla en algo?

La voz del guía sobresalta a Molly.- Malditos nervios, lo ocurrido estos días me ha dejado demasiado sensible- piensa mientras abre finalmente la lona de la tienda.

Disculpe, señor Farewell. Sólo venía para preguntarle cómo se encuentra, si necesita algo,  y a revisar si sus vendajes deben cambiarse. - Molly intentó sonar serena, como una perfecta enfermera, cosa que no era, pero en lo que sabía defenderse, como bien había demostrado. Sus ojos comenzaron a habituarse a la semipenumbra de la tienda, y vio cómo el guía la miraba serio, si bien en sus ojos creyó divisar un atisbo de diversión.

Levantó una mano pesadamente. Jim intentó no acusar la molestia en todo su cuerpo; odiaba sentirse débil, odiaba estar herido e inútil. Como aquella vez... quitó los pensamientos de su mente con un pestañeo para concentrarse en el presente. África.

- Adelante señorita. Gracias por... todo. El cuidado, la ayuda. También por... Jim dudó. Las personas civilizadas muchas veces tomaban a mal frases como la que estaba por pronunciar. Por tratar a los porteadores, a los negros, como seres humanos.

Llevais poco rato de conversación cuando una voz suena en el exterior de la tienda, es Tembaqui, que parece que no entra por si acaso

-¿Jim? hombres han visto alguien que nos observa desde lejos, solo un vigia, no de tribus locales. Soldados nerviosos-

La voz de Tembaqui también suena nerviosa

Al mismo tiempo molesto y agradecido por la interrupción, Jim hace un esfuerzo por incorporarse sobre el codo. Puede alguno de tus hombres traerlo... sin violencia?

Luego se sienta en la cama, dejando escapar un gemido. Van a abrirse, mierda... piensa mientras espera a que el mundo deje de girar y busca sus botas.

Molly estaba asimilando la frase de gratitud de Jim cuando Tembaqui interrumpió con la inquietante nueva, y al ver al guía incorporarse con dolor corrió a su lado e intentó evitar que se levantase solo:

Señor Farewell, espere un segundo - dijo ofreciéndole su hombro para que se apoyase y así ayudarle a levantarse con cuidado-. Debo advertirle de que como su enfermera accidental querré revisar esas heridas una vez haya hablado con el vigía y tranquilizado a los soldados.

La noticia la había alterado un poco, pero la presencia del guía había amortiguado el efecto, pues lo veía hacerse cargo de la situación con mucha seguridad. Así, dejando que se sostuviese en ella, lo acompañó fuera de la tienda.

Tal vez el gruñido de Jim hubiera sido un gracias para Molly, pero en realidad era de malestar. Que lo ayudaran... no quería que dependieran de él, pero aún peor era que él tuviera que depender de alguien. Bill se había ganado ese puesto con sudor, sangre y mala leche, pero esta pobre jovencita tendría que tener cuidado con los recovecos de su alma...

Haciendo todo lo posible por apenas rozarla y no descargar su peso, Jim salió de la tienda.

Cuando salis fuera de la tienda Tembaqui esta esperandoos y señala hacia una colina a unos cien metros, en ella podeis ver a alguien, como cualquiera que se acercase sería visto con mucha antelación lo de capturar al misterioso observador parece poco probable, a no ser que sea incapaz de caminar claro

-no sabemos cuanto tiempo lleva ahí, y Bill llevar...- parece no saber la palabra y se lleva las dos manos a los ojos indicando claramente prismáticos

-pero no ser hombre de tribus, no de tribus Yoruba-

Los dos soldados de la compañía que quedan en el campamento se acercan a vosotros aferrando sus rifles, evidentemente indecisos sobre que hacer.

Durante un instante el sol se refleja sobre el observador, revelando algún objeto metálico o de cristal

Jim aguzó la vista, intentando discernir los rasgos generales del hombre, y el origen del destello

Todavía con Jim apoyado en ella, Molly escuchó las explicaciones de Tembaqui, y aferró con más fuerza el brazo del guía que tenía sobre su hombro, mientras miraba ella también a la colina entrecerrando los ojos para intentar distinguir al desconocido.

Los dos esforzáis la vista sin distinguir mucho mas, hasta que nuevas figuras aparecen en el horizonte. 8 hombres rebasan la rasante y empiezan a caminar hacia el campamento. tras ellos 3 quedan agazapados, como vigilando

Conforme empiezan a avanzar vais viendo mas detalles. Todos van armados, con rifles parece ser, y parecen vestir alguna clase de uniforme, aunque en la distancia es difícil saber si es el uniforme ingles de la compañía.

Ahora que habéis visto que están armados os parece que los tres que esperan vigilantes os están apuntando con rifles, atentos a lo que hagáis

Uno de los soldados, el blanco, se gira hacia Jim, visiblemente asustado

-¿que hacemos?-

Jim simplemente hace un gesto hacia abajo con las manos, indicando calma. Nada. Aunque nos cargaran, qué vamos a hacer? Disparar? Nosotros tres contra más de media docena? No.

Hace un esfuerzo por enderezarse. Gracias señorita. Tal vez sea buena idea que se refugie en una de las tiendas. Tembaqui, dice llamando al jefe, prestame tu hombro, gracias...

Con resignación, pero entendiendo que Jim tiene razón, Molly asiente y se aparta de él, no sin prometerse volver a insistir en revisar esas heridas una vez todo se calme de nuevo. Comprende que su presencia puede complicar la situación, al desconocerse las intenciones de esos soldados armados. Por ello se dirige a su tienda, intentando en el camino ocultarse del campo de visión de los hombres que bajan de la colina, y una vez en ella, aguza sus sentidos para saber qué ocurre en el campamento una vez lleguen los soldados.