Partida Rol por web

10 de Julio de 1936. Aeropuerto Heathrow. Londres

08:00 am

La mañana amaneció con una densa niebla que cubría la ciudad, algo habitual en el Londres de invierno, otonño o incluso primavera, aunque más esporádico en pleno estío. A pesar de la poca visibilidad, ninguna de las personas citadas en el aeropuerto tuvo problemas para llegar puntuales a la cita, siendo aún así, el primero en llegar el anciano pero vivaz profesor Donaldson.

El veterano profesor aguardaba en la cafetería de la terminal, degustando un gigantesco y apestoso puro con el que ahumaba a todos cuanto se encontraban a su alrededor. El rescatador de tesoros antiguos observaba con calma y precisión cómo diversos operarios cargaban un avión de tamaño pequeño, algo desvencijado, con decenas de maletas, arcones, y otros enseres sin duda vitales para semejante expedición.

Y así, los miembros de la expedición fueron llegando...

Xinng como era de esperar, llegó acompañado de Hans, aunque en realidad era completamente al revés. Llevaba puesto un traje chino tradicional, con botones de madera e hilo, y cuello mao. En su espalda, tenía una bolsa negra de viaje, deportiva, con el signo de algún tipo de marca del otro lado del mundo. En los pies, las típicas zapatillas de tela china, con la suela muy fina, las cuales daban la sensación de andar descalzo.

Caminaba muy tranquilo, a un lado de Hans, mientras que con la mano que tenía libre, iba pasando las cuentas de su collar una tras otra.

Irradiaba una paz y tranquilidad digna de cualquier maestro Zen.

Se acercó a Donaldson y le saludó con una pequeña reverencia, para después, colocarse un poco alejado del humo de su puro, con la espalda apoyada en la pared.

Todo esto, sin hacer un maldito ruido.

Parecía que flotaba en el aire y no que iba caminando.

¡Oh! exclamó el profesor sonriente, apartando el humo del puro con la mano, antes de devolver a Xinng Lau la reverencia, con la perfección de cualquiera nacido en su propia cultura.  Usted debe ser el señor Xinng Lau, y usted el señor Wagner, es todo un placer. Soy Herbert Donaldson, el organizador de este pequeña expedición. Me alegra que Jasper considerase enviarme ayuda, caballeros.

Madeleine hizo acto de presencia en el aeropuerto, acompañada de David y Rick. El primero, por ser su prometido se había empeñado en recogerla en su casa para llevarla al aeropuerto y el segundo era su chófer y guardaespaldas, obviamente no pensaba perderse la diversión.

Rick se ocupaba del equipaje y lo cargaba desde el coche, a pesar de saber que el viaje no iba a requerir de mucho atrezzo y vestuario no pudo evitar llenar un arcón con sus enseres. Vestía pantalones marrones y camisa verde, acompañados de zapatos planos con cierto estilo masculino, algo que sabía que su estirado prometido desaprobaba por completo, pero ella sabía lo que le esperaba en este viaje y quería estar cómoda, no en vano no era la primera vez que salía en una misión de este tipo.

Aún recordaba su anterior viaje al Nepal...

Nada más ver al profesor Donaldson se encaminó con paso firme y rápido hacia él. Cuando llegó donde él estaba le abrazó con fuerza -¡Herbert! ¡Me alegra volver a verte!

¡Maddie! ¡Mi querida niña, cómo has crecido!  le devolvió el abrazo con genuinas ganas el profesor a la joven, si bien la efusividad de la mujer casi dio con ambos en el suelo. ¡Cuánto me alegro de verte, sólo lamento las circunstancias... meneó la cabeza negativamente.

Después de aparcar el coche y acompañar a Maddie al interior del aeropuerto, para estar seguro de que no habría problemas allí, le eché una ojeada al Profesor Donaldson y a sus dos acompañantes, uno de los cuales parece del mismo corte que el propio profesor, aunque el otro no parece un estudioso, precisamente. 

Con el ceño fruncido vuelvo al coche para organizar el traslado del equipaje hasta el avión, asegurándome de que todos los bultos sean manejados con cuidado y con presteza. Acompaño a los mozos del aeropuerto llevando algunos de los bultos de cara a que el traslado sea lo más rápida posible y volver al interior de la terminal rápidamente para no dejar sola a Maddie más tiempo del estrictamente necesario.

Una vez que todos los bultos están dentro del avión, me aseguro de que están bien cinchados y asegurados, para soportar los avatares del vuelo antes de volver al interior de la terminal.

Cuando llegue a la terminal, me acerco al grupo pero me quedo ligeramente aparte, de tal forma que los pueda vigilar tanto a ellos, como al avión, como a la entrada de la terminal, para poder prever cualquier posible incidente. 

Mi aspecto es el habitual para cuando no quiero pasar desapercibido, pantalón de tela fuerte y resistente de color kaki, ya algo gastado por el uso; botas fuertes de tipo militar, gastadas y ablandadas por el uso; camisa de manga larga, para que ayude a proteger del frío; pañuelo al cuello, que puede servir para muchas cosas; una parka de aviador, de cuero y con piel de borreguillo que protege perfectamente del frío. Bajo la parka se pueden entrever las fundas sobaqueras gemelas de mis dos Colt 1911, y la funda del cuchillo bowie que llevo al costado.

Por cierto, no lo he puesto antes porque no quiero que lo sepan los demás pero llevo entre mis enseres el regalo de Rick

Sí, entre las maletas, no considero que ahora mismo necesite llevarla encima. Aunque nunca se sabe... :P

Yo también lamento las circunstancias, Herbert, pero me alegro mucho de volver a verte -terminé diciendo para darle un sonoro beso en la mejilla al profesor.

Estos son mis acompañantes, al final ha decidido venir los dos, no se fiaban de dejarme sola -miro a Rick que se ha quedado un poco atrás -A Rick ya le conoces, lleva muchos años en la familia -Hago un gesto a David para animarle a hablar -Y este es David mi prometido, no es excesivamente hablador como puedes comprobar.

Encantado, encantado, señores  respondía asintiendo el anciano, aunque en realidad ya conocía de vista a ambos, dada su estrecha amistad con Douglas, desde hacía tantísimos años. Estos son los señores Xinng Lau y Hans Von Wagner, acabó introduciendo a los dos componentes de la expedición que no habían si presentados a los demás.

Ambos me han sido recomendados por un buen amigo del ministerio, el señor Xinng Lau goza de unas excepcionales habilidades físicas, mientras que el señor Von Wagner es un reputado hombre de letras. Estoy seguro de que su ayuda será inestimable.

Los operarios ya habían terminado de cargar todo el equipaje en el avión, y ya se retiraban tras comprobar le estado del mismo y los niveles de combustible. Todo parecía ya listo para el embarque.

Si son tan amables, vayamos subiendo al aparato. dijo Herbert caminando cogido del brazo de Madeleine. Dentro les explicaré cuanto deseen saber sobre nuestro viaje.

Asiento con un gesto de la cabeza cuando Maddie me señala, aunque sin variar excesivamente mi postura.

Cuando el profesor Donaldson nos indica que ya es hora de subir al aparato, me muevo rápidamente para tomar la delantera y abrir la puerta para salir al exterior, donde me quedo sujetándola para que puedan pasar todos sin dejar de observar lo que ocurre a mi alrededor, tanto en la pista como en la terminal, y dejándola abierta para que pasen todos.

Herbert anuncia que ya podemos ir subiendo al avión para comenzar nuestro viaje, ya estaba deseando hacerlo. Entonces se coge de mi brazo para subir al avión, le miro y sonrío para comenzar a caminar.

En ese momento Rick decide ir delante -Él y su manía de tenerlo todo bajo control y de comprobar que todo sea seguro -Herbert y yo subimos siguiéndolo y muy amablemente nos sujeta la puerta -Gracias Rick -le digo acompañado de un movimiento de cabeza de aprobación -Tú primero Herbert, yo te sigo para sentarnos juntos y poder charlar un poco durante el viaje.

Señor Donaldson, Sr. Von Wagner Sr Xinng - Extendió la mano a todos los hombres - David Wilson-Harris, encantado de conocerles - Se dirigió al avión rodeandolo para observarlo - Supongo que tendremos que hacer escala, parece un viaje largo para esta maquina, pero bueno, como dice ya nos contara los detalles - se dirigio así a bordo.

Xinng se mantuvo quieto en su sitio. Si el señor Van algo no se movía, él no iba a ser el que lo hiciera. Iba a esperar que su protegido subiera al avión, para que él, luego y como último hombre, levantara la escalerilla y cerrara la puerta. Encima todos estaban hablando con un acento terrible, cada cual de su padre y de su madre, lo cual ponía de los nervios al oriental, que hacía esfuerzos por entender una lengua que sonaba como si masticaran cristales.

Y allí espero, quieto, contando las cuentas de su collar, mientras todos abordaban la aeronave.

Pensó en su familia, y por un momento logró tranquilizarse. Continuó pasando las cuentas de su collar entre sus dedos mientras murmuraba una especie de oración en mandarín.

Habían pasado 4 días desde su llegada a Londres y aún no le habían explicado nada. Para colmo, le habían asignado una especie de protector, al que al principio confundió con su chófer, y que no hablaba su idioma. Por más que buscaba información sobre la empresa que supuestamente le había contratado, nada encontraba.
Ya sólo le quedaba la reunión en el sitio "acordado".

Aún así, unos días antes aprovechó para hacer unas compras. No encontró manuales de Alemán-Chino, pero sí un par de ellos de Inglés-Chino/Chino-Inglés. Le había dado tiempo a hojearlos un poco y esperaba no haberse equivocado con su país de origen. Al menos, no parecía Coreano ni japonés, pero no acostumbraba a ver muchos orientales por Berlín...
Antes de llegar al Aeropuerto, le ofreció uno de los manuales a Xinng. Quizá en unos meses, si esto resultase, pudiesen entenderse al menos un poco.

Ya en la reunión, conoció a una serie de gente que parecía ser una suerte de compañeros en una especie de viaje. Se quedó en silencio esperando algún tipo de explicación que nunca llegó, por lo que decidió preguntar mientras se acercaban al avión.
Otra vez en avión. Cómo los odiaba.

Disculpe, señor Donaldson. ¿No se supone que debería de recibir algún tipo de explicación sobre lo que estoy haciendo aquí y para qué soy requerido? Hasta ahora he podido averiguar ni quién me ha contratado, si es que de verdad lo han hecho. - Saludó a la señorita de la que iba acompañado con un gesto de la cabeza. Un solo segundo. Su atención estaba en el señor Herbert Donaldson.

Herbert se sentaba ya en su asiento, aguardando a que todos los demás pasajeros hicieran lo propio, siendo al fin el joven oriental el último en hacerlo.

El anciano profesor se ajustó bien el cinturon que lo ataría al asiento, una constumbre adquirida tras muchos viajes en vuelos de dudosa calidad. Sonreía al recordar aquella vez en que él y Douglas, el padre de Madeleine, sobrevolaban Laos en algo que tenía más piezas de cafetera que de avioneta.

El ruido de los motores ahogó todo intento de conversación durante unos instantes, en tanto que las hélices del aparato carraspeaban estruendosamente, para decidirse al tercer intento a funcionar sin complicaciones. Por el momento, por supuesto. Nunca se sabía con trastos así.

Señor Wagner, puede tranquilizarse, está usted entre amigos. contestó por fin, cuando el aparato ya había dejado de estar pegado a tierra, y la fuerza del impulso hizo que todos se echaran hacia atrás, o hacia delante, en función de la oreintación de sus asientos. 

Me temo que ha sido usted víctima del sentido del humor de mi buen amigo, Sir Jasper Ward, un nombre que creo le será familiar. gritó para hacerse oir el anciano. Le gusta probar a sus nuevos hombres directamente, sin avisos. Así comprueba de qué pasta están hechos. Por supuesto, puede hablar libremente aquí, todos los presentes son gente de fiar dijo poniendo una huesuda mano sobre las de Madeleine.  Me es grato comunicarle que ahora usted trabaja para el servicio de inteligencia de su majestad, al igual que nuestro amigo oriental.

[Un placer conocerle, señor Lau, por cierto]  añadió en un más que aceptable chino mandarín dirigiéndose a Xinng.

Y la señorita es la hija de un viejo amigo mío, y una experta en arte antiguo, de hecho. Y es que es arte antiguo lo que vamos a buscar, amigos.  Vamos en busca de una máscara de plata antiquísima, una reliquia llamada la máscara de Fu-Kang...

Xinng, siendo el último en entrar al avión, miró a todos los que allí estaban presentes antes de sentarse delante de todo, junto a la cabina del piloto. Como podía ser predecible, el oriental había sopesado sus opciones de sobrevivir o no dependiendo en que asiento estuviera sentado y calculo que en ese mismo lugar, tenía más posibilidades que cualquier otro. Fue en ese momento cuando el Señor Donalson le habló, en un correcto Mandarín, con la mísma tonalidad que le podría haber hablado su profesor de cuarto curso.

Escuchar a alguien decirle algo que por fin entendiera, le resultó reconfortante. Como también el gesto de su protegido al regalarle un diccionario de tapa dura inglés-mandarín mandarín-inglés. Decidió que si el Van algo no sé qué se ponía muy pesado, podría reventarle la tráquea con el mismo.

- [ Encantado de conocerle por fín, Profesor Donalson. El MI-6 me ha hablado maravillas de usted. Espero poder serle de ayuda para lo que sea menester. ] - Dijo en mandarín, con un deje de acento, algo del centro sur de la China que sólo los más entendidos podrían descubrir.

Los demás escucharon algo así como "Chichichi lalari chichili pichulí urbietorbi". Pero eso era una nimiedad.

Se colocó mirando al frente, abrochándose el cinturón, cuando por fin el profesor habló nuevamente. No entendió nada de lo que había dicho, sin embargo, si entendió a la perfección sus últimas dos palabras.

Se giró lentamente, mientras enfocaba los ojos al profesor, y como podía, comenzó a gesticular con las manos, mientras soltaba una parrafada tan entrevesada que hasta el profesor le había costado entender.

Sonó más o menos así.

"Fu-kang méidá àn méidá àn zhēn ai zài nǎ wǒdeài wǒ de àinán dào shìtā yòng lì xiǎng yònglì xiǎng méiyǒu huí dá bǎi fēnbǎi liàn àihuì shì lǐ xiǎng"

- [¿La máscara de Fu-Kang?] -

Una vez en el avión, compruebo que todo está bien y una vez que Maddie está sentada compruebo que se halla ajustado bien los cinturones de seguridad. Después hago lo propio con Wilson-Harris, mientras asiento ante la maniobra que hace el profesor Donaldson con su propio cinturón.

Una vez hechas las comprobaciones, busco mi sitio detrás de todos los demás, en un asiento situado en el pasillo, desde donde lo pueda ver a todos. Me cincho bien al asiento y me recuesto todo lo que pueda.

dirigindose a Mc Ready - Tranquilícese por favor, está usted muy nervioso esta mañana - al profesor esta vez - continúe profesor Donaldson...