Partida Rol por web

La noche se presentaba fría, el viento aullaba contra las persianas del motel; pero el frio era lo menos importante, había que ir a Chicago en misión de mensajeros oficiales en nombre del príncipe Mordius. Una gloriosa misión que se presentaba complicada, lo rumores indicaban que Lodin era el príncipe más duro de todo Estados Unidos, que manejaba la ciudad del viento con mano de hierro. Todo ello no auguraba nada bueno y menos después de los aires de poder que se había dado Sebastian. Todavía había tiempo para rectificar y no ir solo, el resto del grupo de “neonatos” se iba a en la carretera de Chicago, a la altura de la gasolinera 65.

La noche anterior había sido complicada, después de la fiesta de Mordius te toco hacer de niñera de los pandilleros de Juggler una tarea divertida pero también muy peligrosa, los chicos de Juggler tenían la curiosa habilidad de liarla en todos los locales a los que iban, y la noche termino en pelea con una banda local de raperos. Pero habías conseguido salvar la Antorcha y el cuello.

Pero las complicaciones no terminaban hay, una llamada de Resse te informaba de una nueva misión: “hacer de recaderos del príncipe ante Lodin, el príncipe de Chicago”. Habían quedado en la carretera de Chicago, a la altura de la gasolinera 65 para ir todos juntos a Chicago, pero el policía no te había dado mas informcaion.

La noche se presentaba fría, el viento aullaba contra las persianas del motel; pero el frio era lo menos importante. ¿Qué te esperaría en chicago?

La noche se presentaba fría, el viento aullaba contra las persianas del motel; pero el frio era lo menos importante, había que ir a Chicago en misión de mensajeros oficiales en nombre de Mordius. La misión se presentaba complicada, lo rumores indicaban que Lodin era el príncipe más duro de todo Estados Unidos, que manejaba la ciudad del viento con mano de hierro. El cabreo de la noche anterior parecía haberse diluido parcialmente con el sueño diurno, pero el volver a pensar en la misión hizo que la sangre empezara a latirte en las sienes.

Sebastian, el prepotente vampiro, había organizado el punto de encuentro en la carretera de Chicago, a la altura de la gasolinera 65. ¿Quiénes acudirían?

Buscaste las gafas en la mesilla. Maldito defecto. Ni la muerte siquiera te había librado de ese pequeño problema. La noche se presentaba fría, el viento aullaba contra las persianas del motel; pero el frio era lo menos importante, había que ir a Chicago en misión mensajeros oficiales en nombre de Mordius. La misión se presentaba complicada, lo rumores indicaban que Lodin era el príncipe más duro de todo el norte de estados unidos, que manejaba la ciudad del viento con mano de hierro. Seguro que era mas difícil de tratar que el irritable Mordius.

Habías organizado el punto de encuentro en la carretera de Chicago, a la altura de la gasolinera 65. ¿Quiénes acudirían?

La noche se presentaba fría, el viento aullaba contra las persianas del motel. Erwin te había dejado en la peor ciudad de todo el norte de EE.UU. y con un problema considerable. ¿Lo habría hecho a propósito? ¿Sería este un nuevo entrenamiento, o simple mente quería desacerté de ti? ¿Sería solo coincidencia? Como siempre Erwin había dejado más preguntas de las que había respondido, solo quedaba esperar y sobrevivir.

Pero para sobrevivir había que hacer caso a Mordius, el príncipe de la ciudad “os” había encargado una misión de lo más curiosa: entregarle en mano un mensaje al príncipe de Chicago, Lodin, un príncipe que manejaba la ciudad del viento con mano de hierro. Habías quedado con tus “nuevos” compañeros en la carretera de Chicago, a la altura de la gasolinera 65.

El somier de la cama chirrió cundo te levantaste. Hotel de mala muerte.

El maldito sonido de la cama desvencijada me puso alerta, pero pronto me tranquilice al recordar el hotel de mierda al que me había enviado Lucían. Un cainita como él no esperaría agradecimiento alguno. Un cainita como él sabe que este lugar es una mierda. No tenía mucho más que hacer en esta mierda de ciudad, para qué negarnos, estaba deseando ponerme en marcha de una vez y dejar atrás este estercolero.
No podía evitar preguntarme cómo narices habían salido vivos todos en aquella fiesta. El sire bobalicón con la noticia, el aspirante a la muerte definitiva principesco, el rasta manipulador asqueado con la situación... Era increíble, hubiera apostado por la muerte de alguno, sinceramente. Lo peor de todo es que me tocaba lidiar con ellos en esta misión absurda, pero que al menos me alejaba de aquí.
Me duché, me vestí y recogí mi equipo. Ya no había escusa. Raginis daría conmigo si de verdad vuelve, aun así busqué a Lucían para que en caso de que apareciera le dijera mi nuevo paradero. Una vez con el equipo cargado, cogí mi moto, una harley bien cuidada ybtratada con mucho respeto a la que llamaba "Daliah" y salí de la ciudad en dirección al punto de reunión.

Sebastian, se levantó como cada noche, se puso su traje, se miro al espejo, cogió las llaves del mercedes, la carta, el móvil y ya en el coche abrió la guantera y cambió sus gafas por las lentillas, tenía que mantener una imagen de hombre perfecto...

por el camino al sitio descartó la opción de cazar...sin embargo sabia que esa noche seria una estupidez ir con el estomago vació, paso por la antorcha e hizo que André cargara todas las armas en el coche, el por su parte tomo su colt pithoon y la cargó con toda la parsimonia que pudo

-Andre, esta noche estaremos en Chicago ¿tienes algún "amigo" en el que podamos confiar nuestra seguridad?-la idea de ser protegido por otro no le parecía buena...nunca se sabe, pero esa noche iba a tener que ir con pies de plomo, la gilipollez de la fiesta podía salirle cara...y si no mal recordaba este tenía "dos amigos" de la gran ciudad

quizás Cristal tenga algo para mi...el vastago desecho la idea al momento, si empezaba a pedir cosas a la primera de cambio, toda su imagen que le había costado tanto construir se iría al garete, mejor seguir allanando el camino

en cuanto hubo cargado el coche, se echó el enorme revolver a la guantera, se preocupo de llevar suficiente munición como para resistir un asalto y cerró el maletero

así pues...se fue a la gasolinera, con un arsenal suficiente para tomar un banco, con suficiente coca para organizar una de sus famosas fiestas y con la carta de Mordius.

Reese mueve la cabeza de un lado a otro. Dormir en la bañera no sonaba muy cómodo, aunque no era dormir sino quedarse, literalmente, muerto. Así que no le duele el cuello aunque tiene la sensación de que debería ser así. Pero mucho mejor el baño sin ventanas que el dormitorio con cutre persianas mortales.

Recuerda los últimos acontecimientos: Sebastian no es el astuto estratega y manipulador que pensaba, sino un crio que pataleaba reclamando lo que él creía que se merecía. Eso no cuestionaba su amistad directamente, pero si la fe que tenia él en los planes del ventrue. Y le hacía pensar si el susodicho mantendría esa amistad en caso de que Reese no secundara sus planes ciegamente como hasta ahora.

Se baja al cutrebar de la gasolinera a tomarse un café solo y un cruasant caliente, aquello no le alimentaba y luego tendría que vomitarlo, pero aunque muerto viviente tenía sentido del gusto y pensaba sacarle partido. Además pequeños gestos como frotarse las manos al quitarse los guantes al entrar y apretar el vaso caliente, servían para mantener la mascarada. Y una escusa para hablar con la camarera o algún parroquiano local.

Llego aquí con su ghoul, aunque él se quedo aquí y el ghoul continuó a Chicago con la misión de aparcar la pick up de Reese en un parking de la estación y volver a Gary en tren. Reese lleva en el bolsillo una copia de las llaves. Si la cosa se tuerce tendrá un método de escape de la ciudad.

Ahora solo falta que lleguen los otros cuatro neonatos de Gary.

James se abrigó con las ropas de mejro calidad que tenía y se lanzó a la carretera con su moto quejumbrosa, dirección a la gasolinera para esperar a sus compa´ñeros. Aunque nofueran en el mismo coche sería bueno que se presentaran a la vez ante el príncipe.

Andre te miro con suspicacia. Suerte por la gran ciudad… te acompañaría pero hoy voy a estar bastante liado. Después de la visita de anoche de los amigos de Marcus, el bar esta casi vacío. Aunque pagaron todas sus consumiciones, creo que no son trigo limpio.  Luego miro su agenda y apunto un numero en una servilleta. Son unos amigos de los “chicago fire”, el equipo de fútbol de chicago. De Soccer no de esa aberración que es el fútbol americano. Te ayudaran si estas en apuros, pero siempre que estos no sean muy gordos. Dijo mirando de reojo las armas y dando a entender que sus amigos no se meterían en ningún tiroteo.

Luego el encargado de la Antorcha te ayudo a cargar los rifles de asalto en el maletero del mercedes, en total cargaste cinco rifles, llevar más seria innecesario.

Buscas por el Motel a Lucian, al cabo de 10 min te das por vencido y decides dejar una escueta nota en recepción. Aun el hotel es de lo peor de la ciudad, la moto esta donde la dejaste sin ningún arañazo. Parecía que los rufianes de la ciudad no se atrevían a acercarse al hotel.

Metes las dos pistolas en la mochila y sus respectivos cargadores; también la espada, envuelta dentro de una manta para guardar las apariencias, en la actualidad caminar por la calle con un rifle de asalto no estaba tan mal visto como caminar con un arma blanca; y finalmente el teléfono. Todo listo para el asalto a la gran ciudad.

La gasolinera es bastante grande y está bien iluminada. Es uno de los puntos de repostaje para aquellos que recorren la Interestatal 90, la autopista que une de costa a costa Estados Unidos. El tráfico de coches y camines es continuo y los operarios se esfuerzan por dar servicio a todos.

En uno de los laterales de la gasolinera hay un amplio aparcamiento, lleno de coches y camiones, cerca del esta la típica cafetería de carretera con grandes cristaleras, sofás empotrados de skai rojo y camareras de uniformes a rayas rojas, blancas y amarillas repartiendo café con grandes jarras. Dentro, sentado en uno de los sofás se encuentra Resse, delante tiene una humeante taza de café y un plato vacio. James es el primero en llegar en su moto casi destartalada, al rato llega Thomas en una Harley-davidson y finalmente llega Sebastian con su lujoso mercedes. Solo faltaba Marcus, como era costumbre el friki se retrasaba.

…Y por eso me expulsaron del colegio un mes, aunque mereció la pena por ver la cara del señor Smith.-  Le comenta Reese a una de las camareras a la que intenta distraer cuando no hay ninguna taza de café que rellenar y con la que está tratando de flirtear descaradamente.

Bueno el "equipo V" ya está reunido, menos Markus claro.- Aquel vástago era demasiado solitario. -No es bueno ir siempre tan a tu bola. Los gatos y los comics de spiderman no pueden reemplazar el calor humano.

Con calma deposita un billete de cinco dólares y unas monedas en la mesa, se abriga bien y se pone la bufanda, los guantes y una cara de “cómo odio salir con este frío” y se encamina hacia el convoy de vehículos.

-Buenas noches ¿Markus se retrasa o se ha rajado?   

Después de la pregunta de Reese, James miró al resto de sus compañeros y se encogió de hombros con un claro gesto de duda: Hasta ahora mismo no me había acordado de él. No sé nada de él desde la última vez.
 

LLamo a James para informarme acerca de lo que paso despues de irme a la antorcha y me dirijo en taxi al punto de encuentro.

Llegué a la gasolinera después de alguno de los que me iban a acompañar en esta misión... por llamarla de alguna manera, pero ya sabía qué es lo que iba a venir después, íbamos a presentarnos delante del príncipe, el cual, tiene una fama de ser el macho alfa del pueblo, le íbamos a enseñar un mensaje del mindundi principesco con aspiraciones que probablemente le parezca un insulto, una provocación, una mezcla de los anteriores o algo completamente diferente pero que le de derecho sobre nosotros. Es decir, estábamos entregando nuestra propia carta de suicido, metafóricamente hablando. Pero era algo que no podíamos evitar, por más que me apeteciera.
Detrás de mi llegó el bocazas sin remedio, en un coche bonito, espero que aún esté dando gracias por seguir pisando, con paso firme, la tierra que tiene bajo sus pies, porque de alguna forma, para mi inexplicablemente, seguía no viviendo sin ningún tipo de repercusión. Si yo fuera él hubiera ido a sellar una primitiva o algo, porque la suerte que había tenido le daba para forrarse. De todas formas me daba igual, no le iba a dar la oportunidad de abrir esa bocaza de nuevo y ponerme en peligro. Yo me valgo para hacerlo solito y no necesito ayuda.
Bajo de la moto y me uno al resto de los que allí se encuentran, les escucho, con el gesto endurecido por lo acontecido la noche anterior. El comentario del rasta me dibuja una sonrisa en la cara.
-La verdad que te explicas como un libro abierto, me sorprende que seas capaz de ser tan elocuente como un poeta del siglo XVIII y a la vez tan parco en palabras como si hubieras salido del Bronx. Para ser un manipulador tienes un cierto aire bipolar que me preocupa bastante.
Miro a Reese
-No te lo tomes a mal chico, pero lo que se hasta el momento de ti es que eres un mentiroso compulsivo que engañó al príncipe para que el superdotado de su Sire lo descubriera en su fiesta para dejarte tirado desapareciendo tras cagarla.
Y termino mirando a Sebastián.
-Y tú, bueno, tú eres, literalmente, un bocazas, además sabes escoger la mejor de las situaciones para serlo, algo digno de alabanza. No sólo contento con el cabreo monumental que tenía el príncipe le sueltas a la cara que es un inútil y mejor que te deje a ti en su puesto, que se dedique a sus asuntos porque es un payaso. No se si aplaudir o asegurarme de que no vuelvas a abrir la boca, pero dado que yo también sospecho que el tal Mordius era poco más que un títere, te concederé el beneficio de la duda.
Resoplo resignado, en el fondo estoy obligado a cumplir una misión con ellos y lo más probable es que vaya a durar más de lo que está previsto. Para qué negarnos, es algo que tengo seguro.
-Bueno, vamos a compartir más tiempo del necesario juntos, así que lo mejor será que me presente ya que soy el más nuevo. Os pediría disculpas por lo dicho anteriormente, pero la verdad es que es lo único que conozco de vosotros y me preocupa bastante. Sobrevivir es más fácil cuando no te juntas a la gente equivocada y espero que esta primera impresión que me he llevado sea sólo eso. Una primera impresión condicionada por aquella ciudad de mierda y por un príncipe sin habilidades que sigue en su posición porque nadie está interesado en ese estercolero. De todas formas, dejadme daros un consejo, si alguna vez, por remota que pueda parecer, os da por enfrentaros a un príncipe, procurad tener el favor de los justicares o duraréis muy poco, aunque ganéis el pulso al príncipe.

Reese se encoge de hombros. -Me has calado- No iba a darle explicaciones de sus circunstancias, el de la Harley ya tenía “la verdad”, no era necesario añadir nada más. Menuda presentación, llegar presuponiendo que había mentido “por compulsión” y encima escupírselo a la cara. Bastante tenía con sus lealtades divididas entre el príncipe y su sire, entre el príncipe y la chiquilla de este y entre todos los vástagos de su cuadrilla, como para encima andar dando explicaciones a un desconocido.

Sebastian salió de su coche con aire de indiferencia, para acercarse a la cuadrilla, al llegar saludó a todos con un gesto de la cabeza y expresión turbia.

mientras escuchaba la conversación se fijo en cada uno de sus compañeros y su preocupación salió a relucir, una vez mas falta el lunatico seguramente tendría algún trastorno obsesivo-compulsivo de tocar las cucharas que lo hacía salir 30 min tarde de su casa, escuchó al nuevo con tranquilidad y cuando finalmente habló de el no pudo evitar dibujar una sonrisa

-también es verdad.

continuo escuchando al nuevo con la finalidad de calar, lo antes posible. Espero a su turno para tomar la palabra y comenzó con su discurso agorero

-como ya estamos la mayoría expondré los hechos: estamos aquí reunidos para "presentarnos" ante el Príncipe de Chicago y darle esta carta que seguramente dirá un par de...cosas sin relevancia pólitica-hizo una pausa en la que se puso a mirar a sus compis-como es natural en esta cuadrilla espero problemas y como siempre me preparo para ellos, nuestro criado me dado el numero de el equipo de futbol local por si surgen problemas-le pasa la servilleta al Resse o James (el que le pille mas cerca)-pero si la cosa se pone seria...en mi maletero hay 5 fusiles de asalto y munición para resistir un asedio-dijo como si tal cosa.

El vastago miró a los demás sin saber si contar con la información pero finalmente accedió por su voz interior-Lucian por su parte nos a dicho un lugar al que asistir si surgen problemas..."el sucubus club"-suspiró o hizo un amago-y si ese viejo lobo espera que surjan problemas, confió al 90% en que los tendremos.

de nuevo su atención se fijo en el recluta-bueno...mientras esperamos al miembro fantasma, podemos aprovechar para conocernos mejor....¿a que clan pertenece señor Marshall? ¿de donde viene? ¿podría contarnos algo relevante de cuando caminaba por el día?-en todo momento mantenía un tono bajo y cordial, todo lo éticamente correcto que se podía, sin embargo en su mirada se podía ver que estaba con la cabeza en otra parte-y ya la ultima pregunta ¿pelea tan bien como muerde?

James mantenía una media sonrisa burlona mientras escuchaba al resto de compañeros. No tenía nada que decir así que simplemente asentía ligeramente de vez en cuando. Después de las críticas de Thomas susurró levemente: Al menos he sido el mejor parado... En su respiración y sus ligeros ademanes parecía que iba a contestar a Marshall,pero entonces empezó a hablar Sebastian y, aburrido, decidió pedir una cerveza que, aunque no podía beber, al menos le mantendría las manos ocupadas.

Cuando Sebastian terminó miró con curiosidad a Thomas. La verdad es que tenía muchas ganas de conocer mejor al nuevo miembro del grupo que tanto les criticaba.