Partida Rol por web

Aquello sí que la tomó por sorpresa. Había visto latir el deseo en el pulso de Hieronymus, y asomar su instinto feroz por las negras pupilas. Más de una vez. Había bailado con él en el sueño, con él como humano, sin su manto de perdido, y aún así no había sido muy distinto a la sensación de ser acechada por un depredador. Sobre todo al verle husmear a Selene, verlo mirarla como un trofeo a ganar.

Había muchas veces, y también en el baile, acallado esa pasión que brotaba ardiente de la piel del extraño otoñal, avasalladora y descontrolada, a base de su propio hielo, de su respuesta siempre gélida. Eso, al principio. Pero al fin había entre él y ella algo que había ido modificando eso: la confianza. La confianza había crecido entre ambos con palabras y gestos, con miradas. Mar había dejado de verle como un cazador rondando su presa, tanteando el terreno.

Y ahora, de repente, se sintió atrapada y besada, sin darse tiempo, sin siquiera tras una mirada de complicidad.

Le apartó, firme. No duramente, sólo con convicción, y con seguridad. Le miró a los ojos, los suyos entornados, la escarcha brillando en sus pestañas, la mirada de hielo, como hielo en su pelo blanco impregnado de copos níveos.

Su mirada llevaba un reproche, y algo más. Algo que no se entendía, algún sentimiento más, profundo y antiguo, algo que hacía estremecer, algo que hacía sentirse culpable. Y su mente emitió un mensaje, incomprensible y pavoroso a partes iguales...

Paralizado

Así se sentía luego del rechazo de Mar.  Había sucedido lo único que había temido en años y por un segundo no supo cómo reaccionar.  El frío de la mujer había penetrado en él cuando ella lo separó, pero también, además de aquel helor, había ahondado en la confusión.  Ella lo había alejado, no podía negarlo, pero tampoco lo había hecho de una manera brusca como si la hubiese ofendido.

Volvió a respirar luego de algunos segundos, había esperado una réplica, algo por parte de ella que amainase la confusión.  Ella mantuvo el silencio pero alteró su mirada, debía hacer algo, pero no sabía qué, ni siquiera sabía por qué sentía esa urgencia por actuar.  ¿Qué estaba pasando?

-Lo siento- dijo –No quise ofenderte.- pensó un segundo como continuar –De verdad... Yo... nunca había pasado por esto y me tomó por sorpresa, no supe como contenerlo- comenzó a sentirse nervioso, si seguía por aquel sendero arruinaría todo, era mejor calmarse y tomar el control.  Respiró profundamente y cerró los ojos mientras lo hacía. –No volverá a suceder- dijo clavando sus ojos en Mar mientras enfrentaba a aquella nueva bestia, una bestia distinta, una bestia que ansiaba mucho más que el disfrute de aquel cuerpo.  Su rostro se tornó más serio aún, quiso hablar, transmitirle algo más, pero fue incapaz de articular palabra y se quedó callado.

En aquel momento, apareció Selene cargando con una bandeja. Llevaba una cafetera humeante llena de café caliente, tres tazas, una jarra con leche y varias tostadas acompañadas con mantequilla y mermeladas variadas. Si sabía algo de lo que había sucedido en su ausencia, no hizo señas de haberlo notado; se limitó a dejar la bandeja sobre la mesa central y sentarse después de servirse una taza de café.

- Hieronymus y yo hemos estado hablando del duelo de esta noche. ¿Que es lo que te trae por aquí, Mar? Aunque creo que me lo puedo imaginar -dijo mientras untaba una tostada con mermelada de frambuesa

Con la entrada de Selene la nota discordante que había quedado flotando en el aire se quebró de golpe, como si de una pompa de jabón se tratara.

Mar sonrió de nuevo, como si nada hubiera pasado, y fue la de siempre, suave, tranquila. Amable.

-La curiosidad, mi Reina, eso me ha traído aquí. Tan temprano, por lo que me disculpo, por cierto... -Hizo un gesto ambiguo señalando levemente y con un gesto de la mano tanto a la anfitriona como a su compañero.- No puedo acabar de comprender la oferta de esos dos personajes del sueño. Ni siquiera su naturaleza, y eso que dijiste de pasada, que no sólo había hadas en nuestro mundo capaces de tanto poder. ¿Qué más hay entonces...? No soy alguien entendido, no tengo conocimientos ni experiencia. Y me asustan las posibilidades...

Había más, claro. El final trágico de aquella pareja, el mismo duelo del que ella sería testigo, y que atañía al que ya era un buen amigo. A pesar de su gélida advertencia. Había mucho más, pero todo a su tiempo. Una cosa tras la otra...

Selene dio un sorbo al café

- Hay cosas muy poderosas en el mundo de los sueños. Seres de gran poder que no vienen de nuestras propias mentes, sino del inconsciente colectivo de la Humanidad, y criaturas que son parte sueño y parte realidad que incluso las propias Verdaderas Hadas no se atreven a desafíar. No se puede decir que sean malvadas o benignas; solo siguen su propia agenda. No se que clase de criaturas eran nuestros anfitriones, pero estoy segura de que no eran ni Verdaderas Hadas, ni Changelings, ni Goblins, sino algo completamente distinto.

Las palabras de Selene llevaron su mente de nuevo al problema que tenían entre manos.  Así que la reina también sospechaba que aquellas criaturas eran algo más que hadas, por desgracia no les ofrecía claridad alguna sobre lo que podía ser la esencia de esos seres.

-¿Crees que realmente podrían cumplir su promesa?- preguntó -¿Y qué me dicen del final de aquel sueño?  ¿Qué tendría que ver aquella pareja?  ¿Qué simboliza?-  De repente se dio cuenta de la importancia de aquel último fragmento, no lo comprendía, pero supo, de alguna forma, que más le valía hacerlo. -¿Quienes eran los bailarines?  ¿A que se refería la voz con no permitir que el feudo se manche con la herejía una vez más?  ¿Cuál fue aquella otra vez y por qué se manchó?  ¿De quién era la voz?-

Lanzó las preguntas en voz alta, tal como llegaban a su mente, se las hacía a el mismo y a sus compañeras.  Las formulaba para acentuar su importancia, para recordar que debía buscar aquellas respuestas.  Entonces el duelo que llevaría acabo contra el fantoche de la primavera dejó de tener importancia, se movió a un quinto plano, bien al fondo de su mente y las preguntas y estrategias que había pensado en compartir con Selene desaparecieron en una fracción de segundo.

Selene sonrió ante la avalancha de preguntas de Hieronymus mientras terminaba una de sus tostadas

- Son muchas preguntas, pero eso es lo que voy a intentar averiguar con la ayuda de nuestro buen Cardenal. Aunque quizás investigar un poco por medios convencionales también sería adecuado. Mar, tu tienes buena relación con los Cortesanos Ónice, ¿no? Sería buena idea tratar de averiguar cuanto antes quienes eran las "víctimas"

La joven asintió. Había estado escuchando con atención lo que Selene había dicho, así como las preguntas de Hieronymus, que eran también las que ella misma se hacía.

Sorbió su café, intentando no hacer ruido pues estaba muy caliente, por lo menos para ella. Y le hincó el diente a una de las tostadas que había untado generosamente con mantequilla, aunque no había puesto mermelada.

-Sí, veré de hablar con ellos. Y preguntaré, aunque no sé si es buena idea hacerlo directamente. Pero supongo que a estas alturas tras todo lo que el sueño ha dejado sobre la mesa, preguntar es lo más lógico. Y nadie querrá que quedemos a oscuras, sin entender... tengo una fuerte sensación de que esto concierne por igual a toda nuestras cortes, a todos los perdidos de este Feudo. Lo que sea que vaya a ocurrir, nos marcará a todos por igual... o eso es lo que siento...

Selene asintió, terminando su café

- Tus sensaciones son acertadas, Mar. Este tipo de sueños no son ni mucho menos frecuentes, y estoy convencida de que algo verdaderamente grande se aproxima. Bueno o malo, ya no lo sé, pero tendremos que estar alerta. En cuanto a ti, Hieronymus, ¿algo más sobre el duelo de esta noche?

Estaba completamente desconcentrado y en cierta forma perdido.  La situación con Mar primero y el recuerdo del baile después lo habían distraído por completo del duelo.

-El duelo- dijo intentando volver con su mente a aquel importante punto –Como dije creo que el punto fuerte de mi adversario será su mente y conseguir algo que no le permita pensar, o que interfiera con sus ideas, puede que juegue en mi favor.  Quizás algo que haga crecer el miedo en él, el terror es una emoción que domino, pero no creo que él lo haga-  se encogió de hombros –La verdad no lo sé- entonce cuando estaba a punto de finalizar aquel tema agregó –Mar  ¿Tu qué opinas?  ¿Cómo crees que podría inclinar la balanza a mi favor este duelo onírico?-

La aludida entrecerró los ojos y tableteó sobre la mesa con la yema de los dedos, concentrada. Al cabo de unos segundos suspiró, y se encogió de hombros.

-No creo ser buena consejera, nunca he presenciado un duelo... onírico. No sé cómo funciona, y qué puede serte favorable. Pero estoy contigo en que hay que encontrar el punto flaco de tu oponente, como en todos los duelos. Y siendo un duelo mental, lo que hay que buscar es un defecto que exprimir. El miedo puede ser una ayuda, y estoy segura de que en eso tienes una buena baza. Pero hay más, creo yo. Ya viste que nuestro hombrecito era un fatuo. Un graciosillo apegado y creído, aunque sólo relleno de aire, como un globo. Puedes tenerlo en cuenta, es orgulloso, y usar su orgullo para que se acabe volviendo en su contra puede ser otra manera de vencerle.

Aunque una cosa era decirlo y otra muy distinta ponerlo a la práctica, eso era otra cuestión. Había que ser listo y taimado para lograrlo. Hieronymus era listo. Pero era muy directo, no sabía si era capaz de ser taimado...

La idea era buena, no podía negarlo, pero no creía ser capaz de lograr algo así.  No se le ocurría como podría usar el orgullo de aquel tipo en su contra, pensaría sobre eso, era una buena estrategia, pero no veía forma de implementarla.

-Me gusta la idea- admitió –pero no me creo capaz de poner el orgullo de mi rival en su contra.  ¿Alguna de ustedes tiene una idea que ofrecer?- preguntó ahora a ambas mujeres

- Como ya te dije -respondió Selene con una sonrisa enigmática- puedes probar en el mercado del Port del Drac si te sientes... "aventuroso". En algunos puestos venden literalmente sueños y pesadillas personalizados; podrían servirte de ventaja, siempre que estés dispuesto a pagar el precio, claro.

Ante la respuesta de su reina miró a Mar con gesto interrogativo. -¿Por qué no?- dijo aunque en realidad hubiese querido preguntar Cuál podría ser el precio, pero prefirió callar aquello.  -Se que nuestra reina estará ocupada hoy, pero quizás tu puedas acompañarme Mar.  Creo que podrías ayudarme en el Port del Drac-  En realidad, y por primera vez, no le interesaba la compañía de Selene aún estando la luna en aquella fase, en cambio ansiaba la de Mar, sin embargo estaba usando excusas.  Él, que se creía el Señor del miedo estaba siendo dominado por el temor al rechazo.  Se dio cuenta, no podía permitírselo, juntó coraje y volvió a hablar.  -Además me gustaría que lo hicieses- estaba nervioso otro no sería difícil de manejar.

Casi al instante de que Selene hablara, Mar se volvió hacia ella, inquieta. Iba a preguntar algo cuando fue su compañero el que habló. Y de nuevo se giró hacia él, escuchándole. Parpadeó a su petición.

-Claro... acompañarte...

Murmuró apenas, sin que quedara claro si era una respuesta afirmativa, o un modo de reconocer la propuesta simplemente. Su ceño se frunció. y sus pupilas regresaron a su Reina, y con ellas, su pregunta, la que había quedado en suspenso antes, y que él tampoco había llegado a hacer.

-¿Precio...? -Inquirió con cierta ansiedad.- ¿Qué clase de precio...?

La mirada entonces se sesgó ligeramente de nuevo hacia Hieronymus. Fue un flash, un relámpago, pero ahí estuvo. Y en ella había preocupación. Por lo poco que le conocía, sabía que algo así no detendría al ese hombre. Pero ella... bueno, a pesar de todo...

- Quien sabe. Los goblins exigen precios muy variados por sus artículos. Muchos aceptan dinero real, otros monedas viejas, otros espinas del Seto... Algunos pueden pedirte todos los sueños de un mes, o el llanto de un bebé en un tarro de cristal...

Lo que Selene decía sonaba surrealista. Pero para Mar, que tenía aún Arcadia tan cercana, sólo sonaba a posibilidades, sin más. Se encogió de hombros. No era un precio peligroso, cuando menos. O no lo era tanto como habría dicho, si se hubiera guiado por su impresión inicial. Aunque nunca se sabía...

-Bueno, podemos probar, si quieres, Hieronymus. Te acompañaré si tú me acompañas a mí en mis pesquisas con la corte invernal. A menos de que tengas motivos por los que no ir... o por los que sea mejor que no vengas...

Conociendo la faceta más bestial de su compañero, era posible que se hubiera ganado enemistades o incluso odios entre las gentes Ónice.

Deseó que le pidiesen dinero, incluso espinas del seto, pero... ¿Sueños?  Ojala no le pidieran algo así, para empezar no sabría como lidiar con eso.  Estaba pensando en eso cuando escuchó la voz de Mar, sonrió complacido, no sólo aceptaba acompañarlo, sino que también le había pedido que lo acompañe a tratar con los Invierno.  Le causó gracia su comentario a cerca de si su presencia podría complicar las cosas con la corte, desconocía que esa era la imagen que tenían de él, pero tampoco le desagradó la idea.

-No hay nada de lo que debas preocuparte, no tengo problemas con las otras cortes, al menos de momento, veremos que pasa luego del duelo, y prometo mantener la boca cerrada y dejar la charla en tus manos, o al menos ser... tan diplomático como me sea posible.- revisó mentalmente sus dudadas e ideas y agregó –Creo que no tengo más para decir y que todos tenemos cosa que hacer, así que están de acuerdo propongo que comencemos a movernos- si podía moverse sobre alguna de las mujeres sería mejor todavía, se guardó el pensamiento para si mismo y se sorprendió cuando algo en él censuró la imagen que comenzaba a formarse, esa imagen en la que se acostaba con Selene y, de repente, sintió la necesidad, o mejor dicho el miedo, de quedarse a solas con ella.  Sacudió la cabeza para despejarse e intentó que su turbación temporal no se notase

Selene asintió

- Yo estaré en la Biblioteca con el Cardenal, a ver que podemos sacar de todo esto. Vosotros deberíais ir primero a hablar con los Cortesanos de Invierno. Controlan los accesos al mercado goblin y no les gusta ver Changelings pasándose por allí sin su conocimiento. Ya sabeis que a veces en esos sitios no se comercia solo con baratijas...