Partida Rol por web

Un extraño sonido llego a tus oídos antes de que un destello en la oscuridad te hiciese abrir los ojos para finalmente despertar.

Estabas de pie, con la mano en la cabeza por el dolor, y como primer instinto miraste a los alrededores para poder ubicarte. Parecías estar en un tipo de tienda de anime: mangas, figuras, disfraces, pero... ¿Que era un anime, exactamente?

Había un grupo de personas haciendo fila para pagar sus productos, otras examinando que comprarían. Tu estabas en la fila.  Sus miradas perdidas en la nada, como si ignorasen todo lo que pasase a su alrededor, incluyéndote. No reconocías a nadie, y más importante... No te reconocías a ti mismo.

Era una sensación extraña. Había un infinito vació en tu interior que te aseguraba que no sabías nada de ti mismo, pero allí estabas: parado en la fila de una tienda de animes; si por alguna razón ibas a comprar algo, deberías tomarlo primero...

Te quedaste un poco atontado, sin decir nada, esperando que la fila avanzase aún sin haber tomado nada para comprar. Te sentías uno más de la multitud, perdido en tus pensamientos vacíos mientras repetías un tipo de rutina.

Cuando finalmente fue tu turno...

Click

Un chasquido de dedos te hizo abrir los ojos luego de un pesado pestañeo. Seguías en la tienda, pero la caja ya no estaba, y las personas tampoco: solo se encontraba un hombre de cabello verde, sombrero y traje, parado detrás de la barra, chasqueando los dedos de la mano derecha constantemente frente a tu rostro.

-Oye, oye ¿estas despierto? -se debía estar dirigiendo a ti... no había nadie más a quien referirse. - Supongo que no vas a comprar nada, ¿verdad? Digo, ¿quien compraría algo en una tienda que lleva años cerrada? -efectivamente, al ver a tu alrededor, pudiste notar que solo quedaban restos de lo que antes era una tienda; solo había uno que otro producto abandonado.

La manera en la que hablaba... ¿Japones? No estabas seguro: En cuanta más vueltas le dabas, menos comprendías, pero estabas seguro de entender lo que te decía, y poder responder... Al menos, así era hasta que intentaste abrir la boca y decir algo.

-Hm... ¿Pasa algo? ¿Te ha comido la lengua el gato?

Entonces, recordaste un dato muy importante de tu vida: no podías hablar.

-Supongo que no poder hablar es un problema... 

Otro día en el instituto...

Las clases cada vez se hacían más largas, y es que cada vez notabas más lo interesada que eran las personas.

Había terminado la última clase, se había abierto el portón, y con eso no tardaste en salir del patio lo más pronto posible junto a la otra multitud de niños y niñas que se iban apenas podían. Cada quien tenía su vida, y no es que la tuya fuese mala, pero aquel lugar era detestable en distintos momentos, más que todo por sentirte constantemente seguida por lo que tenías...

Tras salir, tomaste rumo a tu casa por ti misma; era una de esas pocas veces donde decididas no esperar a que te fuesen a buscar, y es que a veces necesitabas sentirte libre aunque fuese por una breve caminata. No debían ser más de las doce en punto, por lo que podías tomarte el camino con calma. Había mucho movimiento en las calles, como ya era habitual a esa hora, pero nada de que preocuparse.

-Oye...

Una voz detrás de ti llamó tu atención. Tuviste la sensación de que se dirigía a ti, por lo que volteaste a ver quien te llamaba... pero no había nadie. No le diste muchas vueltas, seguramente fuese alguien llamado a otra persona. Entonces, al darte la vuelta para seguir caminando, te topaste con un hombre delante de ti.

Cabello verde, sombrero y traje. No lo conocías de nada, pero él sonreía con amabilidad y confianza.

-Perdona, pequeña. Estudias en ese instituto que esta cerca de aquí, ¿verdad? -te pregunto. Había un par de colegios más en la cercanía, pero él más cercano era el tuyo. - Escuche que los estudiantes de allí son muy humildes y generosos... Son puras mentiras, ¿verdad?

Era cierto: por más que los estudiantes supiesen aparentar, la verdad es que la mayoría eran unos egoístas interesados en lo que los demás les podían dar.

-¿Puedo preguntar cual es tu nombre?

Ryuuji abrió los ojos de par en par para cerrarlos al instante, llevándose una mano a los parpados, masajeándolos…¿Dónde estaba?, ¿Por qué había luz?...¿que había ocurrido?.

El chico no recordaba nada de nada, le dolía la cabeza, estaba confuso, no sabía que hacia ahí…y tampoco quien era, no comprendía o al menos no podía acordarse de lo que importaba. Lentamente abrió los ojos, intentando acostumbrarse a la luz, hasta que entonces se fijó en que estaba en una tienda llena de figuras, libros, disfraces, había un montón de cosas extrañas, ¿Qué hacía ahí exactamente?.

Al girarse se fijó de que había más gente, gente haciendo cola junto a el, llevando en brazos los susodichos libros, figuras y demás parafernalia, dejando a Ryuuji de lo más confuso, ¿Por qué el no tenía nada?, ¿Por qué estaba haciendo cola?, tal vez quería preguntarle al dependiente que hacia ahí, o simplemente avisarle que se había perdido.

Pero nada de eso ocurrió, ya que de repente un fuerte chasquido cambió el lugar. La tienda estaba abandonada, era su turno en la caja, pero esta vez ya no había gente, no había nada ni nadie, como si aquel lugar hubiera sido abandonado hace años…pero frente a el, había un hombre, un hombre de cabello verde que chasqueaba los dedos…¿era el dependiente?

El susodicho hombre hablaba con el…estaba seguro. Le estaba mirando, preguntando que hacia en aquella tienda. Ryuuji intentó responderle, pero entonces cayó en la cuenta…era mudo, de sus labios no salió sonido alguno, incluso el hombre pareció percatarse de ello al mismo tiempo que el joven, el cual le miró con una mezcla de confusión y terror.

Ryuuji alzó las manos mientras movía los labios.

-...- parecía balbucear como un pez, pero seguía sin salir palabra. ¿Estaba metido en un lio? Después de tragar saliva forzosamente miró con miedo a aquel hombre, ¿Qué era ese sitio?

Salí de las clases algo apenada. Poco a poco el colegio se me estaba haciendo más pesado, no por los estudios en sí, sino por la convivencia con mis compañeros... Su actitud, su interés, aunque fuesen pequeños, me recordaban a los amigos de mis padres y las máscaras que usaban entre ellos. Cuidadas facetas de porcelana adornadas con risas exageradas que parecían bonitas, pero que en realidad solo ocultaban fealdad.

Estaba harta de ello, y de la soledad que había descubierto los últimos años. Estar rodeada de personas y no tener afecto ninguno, era peor que no tener nadie al lado. Por eso disfrutaba de mis paseos yendo o volviendo del colegio. Tranquilidad, algunos pajaritos revoloteando, a veces incluso encontraba un gatito que parecía vivir por allí. Esta vez hubo algo nuevo, una especie de voz.

Me detuve y me giré hacia detrás. - ¿Me ha llamado alguien? - No parecía que hubiese nadie, quizás se trataba de mi imaginación, o buscaba a otra persona. Cuando volví a mirar hacia delante para seguir mi camino, había una persona delante.

- ¡Ah! - Solté un gritito y di un pequeño bote. - ¿Qu-quién es? No estaba aquí antes... - Me preguntó por mi colegio y por los chicos de allí. Sí, llevaba razón, eran muy egoístas... ¿Por qué preguntaba? ¿Era un pervertido? ¿Quería hacerme algo...?

- S-samantha.. - Le dije en voz baja mientras daba un paso atrás algo asustada. Preferí no decir mi apellido, por si acaso quería raptarme o algo por mi dinero.

-Mucho gusto, Samantha. No tienes nada que temer. Soy alguien incomprendido, alguien que quiere enseñarle las posibilidades y oportunidades para mejorar a los demás, pero siempre soy rechazado. En todo caso, puedes llamarme Kantoku-San.

Con una sonrisa en su rostro, acerco y poso su mano suavemente sobre tu cabeza. En ese momento, un pestañeo te llevo a un ambiente totalmente diferente. Ya no habían personas, autos moviéndose, tanto ruido, y la ciudad se sentía apagada, pues la única luz venía de los rayos de sol que atravesaban las ahora densas nubes.

-Mi deber es ejercer cierto papel en cierto juego, uno donde los ganadores pueden pedir un deseo sin regla alguna. ¿Quieres mejorar el mundo? ¿Pedir algo para ti? ¿Tal vez cambiar algo? Lo que tengas en mente puede hacerse realidad, si ganas -añadió antes de retirar su mano, momento en el que otro pestañeo te llevo al mundo real. - El destino te ha querido dentro del juego, y así lo llevaré a cabo.

Entonces, sentiste un extraño e intenso hormigueo que recorrió todo tu cuerpo, permaneciendo en tu espalda antes de desaparecer luego de unos segundos.

-El juego comenzará en unas horas: para ese momento, apareceré de nuevo para hacer de tutorial. Hasta entonces... -hizo una reverencia de despedida mientras se quitaba el sombrero de manera caballerosa. -. Disfruta de tu día, pequeña.

Tras despedirse, el hombre desapareció en un pestañeo. Mirases a donde mirases, no lo encontrabas; se había ido.

-Vale vale, ya deja de intentarlo, lo comprendo.

Con esa amable y confiada sonrisa, el hombre desconocido se llevo las manos a los bolsillos sin quitarte la vista de encima.

-Supongo que estas en un aprieto, ¿no, Ryuuji? -en ese momento, tu cabeza retumbo de nuevo y fue sacudida por aquel sonido extraño que no llegabas a reconocer. Tras breves segundos para que el dolor desapareciese, caíste en cuenta sobre cual era tu nombre. -. Lamento decir que no puedo decirte más que eso sobre ti mismo; no seria interesante si te contase toda la historia antes de empezar, ¿verdad?

Soltando una leve risa, aquel sujeto mostró una mirada afilada en sus brillantes ojos amarillos.

-Si te encuentras aquí, es porque el destino así lo quiso. Mi deber es ejercer cierto papel en cierto juego, uno donde los ganadores obtienen el deseo que quieran. Puedes recuperar tu memoria, desear una nueva vida, tal vez otra cosa... Lo que sea que tengas decidido en ese momento, podrá hacerse realidad -entonces, un extraño e intenso cosquilleo recorrió todo tu cuerpo, permaneciendo en el dorso de tu mano dominante antes de desaparecer luego de unos segundos. -. No te mentiré esta vez: no estas obligado a jugar, pero realmente ya no tienes nada más que hacer, y tal vez recuperes algo más que tu nombre durante el transcurso del juego...

Sin decirte nada más, el hombre paso junto a ti y fue hacia la salida de la plaza. Aún tenías muchas dudas sobre ti, sobre él, sobre todo... No podías dejarlo ir así como así.

Siguiéndole el paso, llegaste hasta afuera, encontrándote con una gran ciudad que llegaste a reconocer como Japón. Estaba silenciosa, sin gente, sin ruido, apagada... La única luz venía de los rayos de sol que atravesaban las densas nubes.

-No estas obligado a jugar -repitió el hombre, que ahora se encontraba detrás de ti por arte de magia. -. Pero eso significa que nadie se hará responsable de lo que te hagan los seres que rondan este lugar, y tampoco se harán responsables de lo que le suceda a ella...

No sabías a quien se refería con "ella", pero... sentías que si la mencionaba, era porque era alguien importante para ti. Lo sentías en tu interior...

-Supongo que no poder hablar es un problema. No puedo esperar que me preguntes cosas para responder "no puedo responder a eso", y luego concluir con mi pregunta definitiva... Acabas de arruinar lo interesante de esta escena -comentó con los brazos cruzados. -. A ver, seré directo, responde con la cabeza: ¿Vas a jugar?

El extraño hombre de cabello verde y sombrero comprendía que Ryuuji era mudo, así que decidió dejar aquel tema de lado, mirándole fijamente mientras sonreía de manera tan extraña…resultaba casi hipnótica, daba miedo a decir verdad, pero le joven con gafas no podía dejar de mirarle.

Cuando el hombre se dirigió a el como Ryuuji, un fuerte dolor apareció en su cabeza, provocando que el chico cerrara los ojos y se llevara las manos a las orejas, haciendo una mueca de dolor…pero extrañamente, una vez terminó el dolor, reconocía que aquel era su nombre, como si estuviera recordando pequeñas cosas, como migas de pan en un camino. Poco a poco apartó las manos de la cabeza y miró con desafio a aquel hombre, incluso balbuceó de nuevo, como si intentara comunicarse, pero le resultaba imposible, no salía ningún sonido de su garganta.

Entonces comenzó a explicarle que hacia ahí…el destino quería que jugara a un extraño juego donde los ganadores podrían pedir un deseo, lo que quisieran, algo de lo más extraño ¿era una mentira?, ¿una fantasía?, ¿o simplemente un sueño? Le recalcó que no estaba obligado a jugar…pero le dejó caer que posiblemente recordaba más cosas durante el transcurso de aquel dichoso juego. Luego caminó en dirección a la salida, Ryuuji le siguió para entonces darse cuenta de que aquel extraño lugar…era Japón, un lugar abandonada, sin gente, ruido, ni siquiera rastro de vida…¿Qué era ese sitio?

Como por arte de magia el hombre del sombrero apareció tras de el, sobresaltando a Ryuuji, el cual se cayó de culo al suelo y le miró con confusión, no alcanzaba a comprender que ocurría, ni porque el destino lo había elegido…quería volver a su hogar, fuera…fuera cual fuera, o…o hacer lo que hiciera antes de llegar ahí…era…era todo confuso, no recordaba una simple cosa, era…¡era horripilante!.

Pero entonces…siguió hablando, no estaba obligado a jugar, pero tal vez unos “seres” que habitaban por ahí le hacían daño…a el o a otra persona. Al nombrarla,  el corazón de Ryuuji se aceleró, como…como si la conociera de algo, pero era extraño, no había pronunciado siquiera un nombre, ni la había visto, ¿Quién era esa persona?...el chico se llevó una mano al pecho y se agarró con fuerza de la camisa, se sentía con la necesidad de proteger a aquella persona, era importante, o al menos eso le estaba dando a entender su propio corazón.

Permaneció algunos segundos sentado en el suelo, mirándose los zapatos mientras terminaba de oír las palabras de aquel hombre, ¿jugaría?

Una parte de su interior, la parte asustadiza y cobarde…le pedía a gritos que no lo hiciera, que no lo hiciera bajo ningún contexto…pero aun así, una parte dominante, la cual le pedía que cuidara de “esa persona”…le hizo ponerse de pie. Mirando de nuevo a aquel hombre, con una fiereza semejante a la de un gladiador preparado para entrar al circo y enfrentarse a los leones.

-…-No dijo nada, pero asintió con decisión. Jugaría.

Ese hombre extraño había notado mi inseguridad. La verdad era que no sabía muy bien cómo actuar, ¿Debía preocuparme o debía pensar que simplemente quería hablar? Sus palabras eran bastante extrañas. No llegaba a entender todo. - Kantoku-san... - No me sonaba su nombre, no parecía ser un conocido de la familia.

Cuando acercó su mano a mi cabeza cerré los ojos como acto reflejo, y al abrirlos me encontré en un mundo totalmente diferente. Un lugar como mi ciudad... pero vacío. La soledad que yo conocía. - ¿Un juego en el que puedo pedir cualquier deseo? - Algo así sonaba genial.

Y en unos instantes habíamos vuelto al mundo normal. Con la promesa de que volvería a aparecer y que debía prepararme para tal juego. Todo pasó en unos segundos, sin tiempo a pensar, sin tiempo a reaccionar, y encima había desaparecido mi vista. - ¡Kantoku-san! - Espera.. - Lo único que tenía claro es que la próxima vez que le viese no iba a pestañear.

Sin dejar de darle vueltas a lo sucedido, y un poco asustada, seguí mi camino a casa.

La siguiente hora fue normal en donde cabe. Cada tanto sentías ese hormigueo en tu espalda que te recordaba lo sucedido, pero nada como para detener tu rutina.

Fue poco más de las una de la tarde cuando aquel cosquilleo se hizo notablemente más intenso, llegando a volverse una molesta comezón. De pronto, y antes de que pudieras decidir que hacer con aquella sensación, un chasquido de dedos cambió de nuevo el ambiente.

Tu casa se encontraba más silenciosa, las luces se habían apagado, y la única iluminación que tenías venía de la que entraba por las ventanas. El cosquilleo en tu espalda se había detenido, y te sentías de nuevo en ese lugar.

-¡Hola! -saludo en voz alta el hombre de cabello verde, quien se encontraba parado detrás de ti. -. He terminado los primeros preparativos para el juego, por lo que podemos proceder a comenzar.

Con esa sonrisa amable, Kantoku te observo de pies a cabeza antes de sujetarse la barbilla.

-Supongo que desde hace rato debiste sentir un cosquilleo en tu espalda, ¿verdad? Eso significa que ellos están cerca... -no sabías a quienes se refería, pero pudiste notar como la sonrisa del hombre fue decayendo poco a poco. -. Esperaba poder reunirles a ambos antes de ponerme a dar explicaciones, pero mejor ir ahorrando tiempo antes de que ellos lleguen.

Entonces, el hombre con sombrero metió la mano en su gabardina para sacar una hoja de papel en blanco, sin una sola arruga.

-Ha partir de ahora, visitarás este mundo a cierta hora aleatoria del día. Aquí, tus deseos y tu imaginación te permitirán liberar poderes más allá de los límites humanos -entonces, Kantoku empezó a dibujar algo sobre el papel, utilizando dos de dos de su mano derecha como pincel. Al voltear la hoja para enseñártela, pudiste ver que ahora tenía cosas escritas en... un extraño lenguaje que no comprendías. -. Este es el lenguaje utilizado por los dioses antiguos. A simple vista, parecen simples símbolos y figuras sin sentido, que de paso cambian por si solas luego de unos segundos, pero, puedes leer perfectamente lo que dice si te concentras aunque sea un poco. Anda, inténtalo.

Aquel sujeto te entregó la hoja de papel con los extraños símbolos. Tal como había dicho, parecía que unos símbolos aparecían sobre otros que desaparecían luego de un rato. Haciendo caso a lo que Kantoku te había dicho, te concentraste en intentar leer y descifrar aquel escrito. De pronto, comprendiste lo que había escrito.

Samantha Sandford

Nivel 0

Físico 2
Destreza 1
Inteligencia 3
Percepción 2
Voluntad 2

Habilidades

-

-Esas son tus estadísticas del juego. Actualmente no tienes nada en especial, pero más adelante te irás volviendo más poderosa -te fue explicando. -. Arriba aparece tu nombre y tu nivel actual, el cual es cero porque no has recibido esencia. Luego, aparecen tus estadísticas, y por último tus habilidades, las cuales no tienes aún.

Entonces, el timbre de tu casa sonó. Ese cosquilleo recorrió tu espalda de nuevo, y para colmó, Kantoku había desaparecido por arte de magia. Así, sin más; sin darte más explicación, que tenías que hacer, ni nada. Te había dejado sola, en "tu casa", con alguien tocando el timbre.

Ante tu respuesta, el hombre hizo un gesto con la cabeza para que lo siguieses antes de empezar a caminar por aquellas calles solitarias.

En cuanto más mirabas a tu alrededor, más nostálgico y perdido te sentías. De alguna manera, reconocías aquellas calles y lugares que recorrían, pero a la vez quedabas con muchas dudas: ¿Como conocías aquellos lugares? ¿Que hacías allí? ¿Por que te sentías tan familiarizado con el camino?

Al final, fue casi media hora de caminata antes de llegar a la entrada de una casa. Se encontraba tan silenciosa y apagada como el resto de la ciudad, pero no sentías nada; tal vez no conocieses esa casa...

-Bien, ahora necesito que te quedes parado en la puerta y esperes a sentir un cosquilleo en tu mano antes de tocar el timbre. Ni un segundo antes, ¿ok? -te explico el hombre de verde mientras se acercaba a la puerta. -. Como ya dije, no tienes nada que hacer, aparte de que los seres que rondan las cercanías podrían darte caza si te alejas de aquí, por lo que no dudo en que seras un buen chico y esperarás hasta el momento adecuado para tocar. Luego podremos resolver tu dificultad para comunicarte.

Entonces, el hombre de cabello verde desapareció en un pestañeo antes de que pudieras preguntar nada. Habías quedado totalmente solo, en medio de una ciudad extrañamente conocida, frente a una puerta con un timbre que no deberías tocar hasta que llegase el momento... Si lo que decía aquel sujeto era verdad, lo mejor era esperar allí.

Media hora de espera aproximadamente. No había pasado nadie, no habías escuchado a nadie, y no habías recordado nada. Parecía ser una perdida de tiempo, empezabas a considerar que todo se tratase de un tipo de broma pesada muy bien hecha, pero... cuando estabas pensando en retirarte, un fuerte cosquilleo recorrió el dorso de tu mano. Hasta ahora, la única persona con la que habías hablado era el hombre de sombrero, el cual te había dado una sencilla orden que deberías cumplir ahora...

El hombre comenzó a caminar, pero no sin antes hacerle un gesto con la cabeza para que le siguiera. Obedientemente…o tal vez porque estaba asustado y no sabía que hacer, comenzó a seguirle, caminando por aquellas calles abandonadas y vacias…era imposible sentir una extraña sensación de melancolía solo de observar aquello…¿ya las conocía?, tal vez vivió allí una temporada antes de …bueno, perder la memoria, o tal vez era un hechizo de aquel caballero de pelo verde, el cual sospechaba que era un mago…o un dios.

Fuera como fuera, caminaron un rato, hasta que al fin llegaron a la entrada de una casa, pero ahí…ahí no sentía nada, era simplemente una casa abandonada, nada diferente al resto de la ciudad. Pero aquel hombre le ordenó que se quedara esperando en la puerta hasta sentir un cosquilleo en la mano. Entonces tendría que llamar a la puerta. No comprendía muy bien la utilidad de aquello, ¿Por qué cuando tuviera un cosquilleo?

El chico ladeó la cabeza un tanto confuso, pero la idea de que algunos monstruos le dieran caza si se alejaba…mejor quedarse quietecito y callado, esperando sin hacer más. Lentamente asintió y antes de darse cuenta…ya no estaba ahí. Definitivamente era un mago.

Un tanto reluctante, observó todo a su alrededor…no había un alma en toda la calle, ni siquiera parecía que hubiera nadie en esa casa, pero el miedo de que unos monstruos aparecieran…le mantuvieron ahí, tenso como una cuerda y apoyado contra el muro…intentando tranquilizarse mientras esperaba aquel susodicho cosquilleo, el cual parecía no llegar nunca.

Después de una buena media hora y de preguntarse si era una broma…el cosquilleo apareció. Ryuuji abrió los ojos de par en par, realmente sorprendido y emocionado, se miró la mano, analizándola un segundo antes de pulsar rápidamente el timbre, ¡era la señal!

Tras llegar a mi casa comencé a hacer mis deberes como habitualmente, aún seguía dándole vueltas a la cabeza a lo sucedido, pero me esforcé en que eso no me atrasara en mis tareas. Tras acabar los deberes, comencé a estudiar, pero decidí dejarlo no mucho después. Tenía una sensación rara en el cuerpo y no me sentía cómoda y, al instante, las luces se fueron.

De nuevo tenía la misma sensación que cuando aquel hombre me tocó en la cabeza, como si aquella no fuese mi casa, y para confirmar aquello, el chico de pelo verde volvió a aparecer, haciendo que pegase un salto. Sin dar tiempo a muchas preguntas empezó a hablar de que alguien estaba cerca y a eso se debía lo que había estado sintiendo. - ¿Ellos? - Pregunté un poco asustada.

- ¿Por qué yo? No sé de qué juego está hablando, y no puedo entender lo que pone en ese... papel.. - Como si fuese un idioma que siempre había conocido, los dibujos que veía en aquella hoja de papel ahora tenían un significado. Todo parecía como si se tratase de un videojuego, ¡Pero yo nunca había jugado a algo así!

El timbre de la puerta sonó y por instinto giré la cabeza en dirección a la entrada. ¿Quién podría ser en un momento como ese? - ¿Qué tengo que hacer en este juego? - Quise preguntarle, pero había vuelto a desaparecer. - Samy, no parpadees ni gires la cabeza.. o se te escapará de nuevo. - Era imposible preguntarle a alguien como él.

Bastante asustada por la situación y por quién podría estar tras la puerta, comencé a caminar con inseguridad hacia la entrada. Aún todo estaba apagado, y aquella sensación se había hecho más intensa. Seguía en aquel "mundo paralelo" a pesar de que el chico había desaparecido... pero no podía quedarme parada sin más.

Deseando que no hubiese algo peligroso tras la puerta, giré el pomo y comencé a abrirla lentamente.

Luego de un breve momento de que sonase el timbre, la puerta empezó a ser abierta lentamente, pero antes de poder abrirse por completo, cayo echa polvo, dejando así a una indefensa niña de ojos celestes, sujetando el pomo(que era lo único que quedaba de la puerta), frente a un chico de gafas y cabello despeinado.

-¡Felicidades! -grito e voz alta el hombre de cabellos verdes, que tras un pestañeo de la pequeña niña, apareció tras el chico. -. Os habéis reunido al fin: son una pareja creada por el destino para participar en el juego. Samantha, Ryuuji; Ryuuji, Samantha -los presentó rápidamente el uno al otro. -. Realmente me hubiera gustado tener más tiempo: conversar un poco, explicarles las reglas, darles un par de objetos y consejos... Pero el vació nunca descansa, ¿saben?

Entonces, antes de poder preguntar nada al hombre que algún día podría darles un infarto con esas apariciones repentinas, una terrible sensación recorrió la espalda de Samantha; un hormigueo intenso que la llevaba a curvarse notablemente.

-No tengo tiempo de darles el paquete completo, pero consideren esto una pequeña ayuda para enfrentar lo que se viene -comentó el hombre de cabello verde antes de crear en su mano derecha un tipo de esfera de energía verdosa. A los pocos segundos, la energía se dividió por la mitad: una parte voló hasta Samantha y paso junto a ella para después entrar por su espalda, mientras que la otra parte se quedaba delante de Ryuuji.

Tras unos breves segundos, el cosquilleo en la espalda de la niña se detuvo totalmente, y la energía frente al chico desapareció para dejar flotando en su lugar una brillante katana.

-Muy bien: Poco tiempo, muchas cosas que explicar. Demuestren que el destino no se ha equivocado, y acaben a esa cosa -añadió para después pasar a señalar hacia la calle.

La ciudad estaba desolada, apagada, con densas nubes que apenas se dejaban atravesar por uno que otro rayo de sol... La calle estaba sucia, con manchas de aceite y una terrible sensación de no hacer sido utilizada en años... Pero algo más llamó vuestra atención: Una sombra en el suelo. Podía confundirse con una mancha, pero esta se movía levemente, hasta que de pronto, algo empezó a surgir de ella.

Como si la propia sombra del suelo cobrase vida, una figura de altura media se alzo del suelo, mostrando luego unos brillantes ojos amarillos que se clavaron en ambos, pues mientras la veían salir, el hombre de sombrero había desaparecido de vuelta.

-D̸e̸b̸o̸ ̸c̸o̸s̸e̸c̸h̸a̸r̸ ̸l̸a̸ ̸e̸s̸e̸n̸c̸i̸a̸

Abrí la puerta lentamente y de repente esta se desvaneció frente a mi, pulverizándose hasta formar una fina capa de polvo marrón que el viento alejó de mi. Di un bote cuando el peliverde volvió a aparecer, y el pomo de la puerta salió despedido por los aires. - ¡Ah! - Ese chico era demasiado intenso. - ¡D-deja de hacer eso! - Me quejé.

Observé al chico que estaba frente a mi. Alto, delgado, pelo corto negro, gafas y ropa que parecía ser el uniforme de una escuela o universidad que no conocía. ¿También él estaba en aquel juego? El hormigueo volvió a aparecer, haciendo que no tuviese tiempo a preguntar, y el peliverde hizo que un destello de luz me alcanzase y esa incómoda sensación desapareció.

- ¿Enfrentar qué? - Por fin una de mis preguntas obtuvo respuesta, aunque no era para nada la que yo quería. Una silueta negra, casi deforme, se movía dentro del oscuro manto de la noche en nuestra dirección. Si no fuese por esos ojos centelleantes que brillaban como si fuesen gemas reflejando la luz, no podría haberle definido como un ser.

Aquella cosa se acercaba a nosotros, como una sombra sin cuerpo, un ser de pesadillas. - ¿T-tenemos que enfrentarnos a eso? - Al chico le había dado un arma, yo no tenía nada y era solo una niña, ¿Qué iba a hacer? No sabía si Ryuuji era peligroso, pero era mejor que ese monstruo, así que me puse detrás suya intentando ocultarme de aquella cosa.

- ¡Yo no sé pelear! - Le dije asustada.

De repente, para sorpresa del pobre muchacho, la puerta frente a el se abrió y apareció una chica bajita, menuda, con ojos celestes que parecía estar un tanto extrañada o sorprendida de verle ahí, pero cuando se miraron…el sabía que por alguna manera, aquel hormigueó que le obligó a llamar al timbre, era por ella. Nuevamente la voz del hombre con sombrero sonó, ella se llamaba Samantha…y el…bueno, ya sabía su nombre.

Habló del vacío, consejos e incluso objetos, aquello le sonaba a chino…y con razón no comprendía a que se refería, pero aun de darse cuenta, una sombra se detuvo en la espalda de la chica y otra frente a el…aquella forma se convirtió en una extraña katana. Era…era cuanto menos extraño, pero aun así, tragando saliva con fuerza y nerviosismo…alzó la mano y agarró aquel arma.

Fue entonces cuando todo pareció cambiar. La calle donde se encontraba, comenzó a dejar paso a una figura de brillantes ojos amarillos que se clavaron en ellos a la vez que comenzaba a avanzar. Como era de esperar el hombre del sombrero desapareció, ¿iban a morir?

La niña no dudó en asustarse, diciendo que no sabía pelear y ocultándose detrás de el. Ryuuji estaba claramente asustado, y se sorprendió cuando ella se puso a su espalda, pero aun así, agarró la katana como tan buenamente pudo y señaló a aquel ser.  No sabía como pelear, pero debía de hacerlo, eso o tal vez moría el y la otra muchacha...así que cerró los ojos y comenzó a dar cortes a diestro y siniestro mientras hacia una mueca de dolor, ciertamente estaba asustado y con razón...¿de donde salía ese bicho?, ¿y porque no le ayudaba el hombre del sombrero?.

Cuando Ryuuji intentó causar algún daño a la criatura, esta empezó a doblarse de manera antinatural, como si no tuviese nada en su interior que se rompiese o que le impidiese tener una alta, y un tanto escalofriante, flexibilidad. Entonces, esquivando los ataques del chico, la sombra decidió contraatacar con sus filosas garras; abalanzándose contra Ryuuji con una gran velocidad y destreza, esperaba propinar con sus garras un corte en X en el pecho del muchacho.

Mientras tanto, el hombre de sombrero verde volvió a aparecer frente a la pequeña Samantha, observando como esta se ocultaba de nuevo en la entrada. Ryuuji estaba ocupado con la criatura, por lo que no podía prestar atención a lo que sea que estuviese haciendo y diciendo el sujeto a la niña, pero luego de un breve momento pudo notar como el extraño hombre había vuelto a desaparecer.

Mientras Ryuuji se encargaba de la criatura, Kantoku hizo otra aparición delante de ti.

-Supongo que estas en problemas, ¿no? -preguntó señalando hacia la criatura que se encontraba peleando con el chico. -. Creo que es buen momento para entregarte esto, y esto.

Entonces, Kantoku sacó de su camisa un papel con las mismas escrituras extrañas de antes, poniéndolo delante de tu vista para que lo leyeras de nuevo. Esta vez, al ver el papel, quedaste en cierto trance mientras las letras eran descifradas por tu cabeza.

Samantha Sandford

Nivel 1

Físico 3
Destreza 2
Inteligencia 5
Percepción 3
Voluntad 2

Habilidades

Persa
Ráfaga Cortantes
Escudo de Arena
Técnica - Trampa de Arena

Tras quedarte embobada viendo el papel durante varios segundos, pestañeaste y pudiste reaccionar. Kantoku ya no estaba, el papel tampoco, pero... De alguna manera, sabías de lo que era capaz ahora. 

Aquellos golpes no le hicieron nada a aquel ser…algo normal, a fin de cuentas el muchacho zarandeaba la espada como si fuera de goma. Pero antes de darse cuenta, la sombra le golpeó con una rapidez y una destreza inimaginable, hiriendo al muchacho, el cual ahogó un grito de dolor mientras se palpaba el pecho, fijándose que estaba sangrando.

-¡…!-No pronunció palabra alguna mientras enfurecido se lanzaba contra el monstruo, de nuevo con la espada preparada para asestar algún golpe, pero no estaba seguro de poder siquiera dañar a semejante ser. Pero se veía de lejos que no estaba preparado para semejante encuentro, se estaba dejando llevar por el miedo y el instinto de supervivencia mediocre que le acompañaba siempre.

- ¿Una nueva hoja? - Parecía una especie de cambio. ¿Una ayuda tal vez? Y nuevos datos, aunque sin demasiada información para que los comprendiese. No tenía mucho tiempo para pensar, aquella cosa no solo se había acercado a nosotros, sino que además había atacado al chico y ahora estaba sangrando.

- Tengo que ayudarle, él se ha puesto delante de mi para protegerme aunque no me conoce. - Aún tenía muchas dudas, pero estábamos juntos en ese mundo y aquella cosa no iba a detenerse. Yo también tenía que atacar.

Como había visto hacer en animes con magical girls, puse mis manos hacia delante, intentando apuntar hacia ese ser. Cerré los ojos y grité. - ¡Poder cósmico lunar! -

Pero no pasó nada. Las cosas no eran como yo las había visto en la tele. No, no me había convertido en una chica mágica, pero sí que había obtenido algo más de aquel chico peliverde.

- Pe-persa. - Dije algo avergonzada por mi anterior fracaso, y de mis dedos y las palmas de mis manos comenzó a surgir arena que comenzó a caer, como si fuese creada por mi. Pequeños granitos de arena que en un principio me asustaron, pues no esperaba que apareciesen de esa forma, y que en lugar de llegar al suelo permanecían a mi alrededor como una especie de fino velo.

- ¡Ryuuji, retrocede! - No sabia exactamente qué efecto iba a tener, mejor avisarle de que iba a hacer algo, aunque no estuviese muy segura de qué. Como si diese ordenes a la arena que había creado, señalé al monstruo y dije en voz alta, con algo más de seguridad.

- ¡Ráfagas cortantes! -

En cuanto Ryuuji intentó atacar de vuelta, la criatura volvió a doblar su cuerpo para esquivar muy agilmente el ataque del chico; parecía ser cosa fácil para ella, esquivando una y otra vez sus cortes hasta que pudo desviar un poco el arma del chico con un manotazo y dejarle vulnerable: la sombra preparo sus garras, y entonces, mientras el muchacho aún intentaba recuperar la guardia, la criatura estiró su brazo... demasiado. Ryuuji pudo sentir como su ropa se removió levemente por el impulso que había tomado el ahora largo brazo del monstruo, quien había calculado mal y había pasado junto a Ryuuji para ir a dar en una pared bastante más atrás.

Entonces, al estar vulnerable mientras su brazo iba recuperando el tamaño normal, aquella nube de arena paso volando sobre la sombra. En el interior del polvo se pudieron ver muchos destellos moviéndose a gran velocidad de un lado a otro, causando pequeños pero precisos cortes en el cuerpo de la criatura, quien liberaba dolorosos gritos mientras aquellas heridas se abrían en su cuerpo, mostrando que era tan negro por dentro como por fuera. Cuando la arena termino de realizar su ataque, y cayo al suelo, la criatura apretó sus puños y soltó un rugido temible.

-A̸A̸A̸A̸R̸G̸G̸G̸H̸G̸H̸G̸H̸G̸H̸!̸

No parecía que fuese a ceder con esos ataques, aún...