Partida Rol por web

Tal vez en condiciones de sobriedad, habría sido más obvio, pero había una diferencia casi imperceptible entre la hidromiel de alguno de los vasos. Aunque no sabías con exactitud el número, ya que era posible que estuvieras viendo doble o triple.

Rin parecía ensimismada, las palabras de Salta solo le confundían más, no sabía bien que había hecho. ¿De que servía pensar demasiado lo que no se entendía? Ser una misma y seguir adelante era la mejor opción cuando algo no se comprendía, pues si había ocurrido una vez, tarde o temprano volvería suceder.

Al parecer algunas personas ya se retiraban, ella tomó su zumo de un sorbo y se llevó un par de pastas al bolso.

- simplemente creo mejor no pensarlo, estar maldita no me parece tan malo - dijo pasando al lado de Salta, en dirección a su habitación.

Sin duda estar maldita le había hecho ver cómo era el mundo en realidad, había podido descubrir que sus padres no eran geniales (ni mucho menos) y que si la maldición desaparecía... (Suspiro largo) ...no tendría a donde regresar.

-Hehehe- Hogward rió con satisfacción al ver los vasos servidos en la mesa. Los ojos del chico ya querían probar el hidromiel de los estos. Sin embargo, con una sonrisa maliciosa dirigió la mirada a Reamman. -Hey hey chico catador-  lo llamo haciendo una seña con la mano para que se acercara -Ya que tanto quieres conser..¡hip!...conservar este hidromiel, un desperdicio si me preguntas ¿Por qué no jugamos un poco eh?- dijo Hogward -Mira lo que nos ha traído nuestro amigo, hay bebida para todos ¿ves? No se por que quieres conservarlo, es todo un barril hombre, ni que nos lo fueramos acabar- desvario por unos momentos -Bueno bueno, el caso, el caso. Mira mira, todos tienen tu precioso hidromiel excepto por uno ¿Puede adivinar cual es?- el peliblanco retó Reammen con una sonrisa burlona -Si logras diferenciarlo podrás guardarlo, tirarlo, lo que quieres- al parecer ya se había olvidado el que quería probarlo -Pero si no....- la sonrisa se le amplió -¡Todos tendremos un ¡hip! unfestín con este delicioso hidromiel! ¿Vamos que me dices? No te me vayas acobardar ahora catador. Demuestra que no eres solo palabras-

El alcohol le hacía sentirse emocional. Hacía un momento se había permitido una chispa de humor jocoso pero en aquel momento su estado anímico había virado hacia el mal humor. ¿Quién era ese tipo? Y lo peor era que Parfait parecía haber invitado a aquel insolente, que no sabía comportarse incluso cuando debería mantener la compostura. Torció el gesto, poco dispuesto a dejarlo pasar, pero entonces Parfait le hizo ver el estado en el que se encontraba Fiorella y su estado de ánimo cambio de nuevo.

Con cierta preocupación, sujetó el brazo de la joven por debajo del codo.

- ¿Estás bien? Apóyate en mí - durante el siguiente minuto, ignoró al pelirrojo, esperando a que se marchara para abrir la boca pero al final éste no se fue sin antes despedirse de él con una frase fuera de lugar. Alain taladró su espalda con la mirada, de mal talante -. ¿Quién era ese idiota? - abrió la boca para decirle algo a Parfait pero de repente ésta les pidió, del mismo modo que lo había hecho aquel primer y fatídico día, que salieran a pasear. Se abstuvo de protestar. Aún si tuviera ganas, que no era el caso, sabía reconocer una orden encubierta -. ¿Te parece bien, Fiorella? Seguro que nos ayuda a despejarnos un poco...creo que Garlan sabía muy bien lo que pretendía con esa competición.

Miró a la chica. Hacía días que no hablaban aunque él sentía que algunas conversaciones se habían acumulado entre ambos. Al menos, por su parte. Pero quizás la joven había preferido distanciarse tras lo sucedido en Caelfall. Tal vez para ella era demasiado incómodo estar junto a Alain. Ansiaba preguntárselo pero se abstuvo.

Réamann continuaba en su lugar con una enorme sonrisa en su cara, riendo un poco con que la orden de Stella fuese mandarlo a dormir. Luego del comentario de Alain volteó a verla y con esa cara sonrojada y risueña habló.

-Solo se vive una vez, arriésgate-y volvió a su posición ignorando a Hogward, aunque volteó a ver a Garlan cuando soltó ese comentario de Delora y negó efusivamente-. No, no, no. No. Simplemente estoy agradecido con ella.

No entraría en detalles de por qué debía eso a la bruja, y si alguien preguntaba se pondría bastante renuente con ello. Sin embargo, la cara risueña y borracha del peliblanco se fue perdiendo cuando vio a Hogward y a Garlan ir a la bodega. No estaba iracundo cuando era sobrio... Réamann en verdad se veía enojado y decepcionado. Vio los nuevos vasos, pero ignoró cuando pusieron el suyo frente a él mirando de reojo cómo llevaba los demás recipientes.

Sin embargo, cuando Hogward le habló de esa manera, Réamann suspiró aún con sus mejillas rojas y dio la sensación de que haría un berrinche. Se levantó del sillón, metió sus manos en los bolsillos y en silencio... se fue a su habitación. Según él caminaba de forma digna y honrada, pero tropezaba a cada tanto y por mero orgullo no dijo nada ni pidió ayuda.

La pelinegra observó con una pequeña cómo Alain se retiraba a socorrer a Fiorella, aunque le hizo gracia que él también anduviese caminando... de forma no muy sobria. Sin embargo, eso no evitaba que el rubor que había subido a sus mejillas bajase de ahí. De hecho, ante lo que dijo Réamann la chica solo se sintió más avergonzada, aunque le era imposible ocultar un poco de lo encantada que estaba de que Réamann le dijese cosas así. Aún si estaba borracho...

Cuando se mencionó a Delora, se le borró la tonta sonrisa de la cara. Se puso seria por un momento, tan solo por un momento. ¿Quizá se trataba de celos, o de algo más? De cualquier forma, salió rápidamente de su seriedad al ver el abuso que estaban cometiendo sobre la hidromiel de Réamann. Cuando Garlan volvió con los vasos llenos de la hidromiel de Réamann y vio actuar de esa forma a Hogward... solo dejó el vaso que tenía en la mano sobre la mesa y suspiró. Observó en silencio cómo Réamann se metía a su habitación antes de levantarse, arreglarse el vestido y mirar a los dos borrachos que no podía con su cuerpo.

—Lo llevaron demasiado lejos —los miró de forma bastante fría... algo desanimada, quizá—. Tómense todo eso y limpien cuando terminen —eso dejaba en claro que ella tampoco se uniría aquel abuso... y que tampoco los ayudaría a limpiar. Volvió a suspirar, para luego dirigirse ella también a la habitación de Réamann, sin ninguna dificultad para caminar. Realmente todo el asunto era una idiotez... Los hombres se ponían tan tontos por el alcohol... más de lo normal.

- Le has llamado sin decirme nada, ¿Por qué Parfait? ¿Y por qué parece que me recuerda? ¿Qué significa todo esto? - Las palabras de Fiorella salieron con rabia y furia al borde de las lágrimas. Por primera vez desde que llegó a The Marchen parecía que estaba enfadada de verdad. 

No acepto de buen grado que la mandasen a pasear pero la presencia de Alain consiguió suavizarla un poco así que se dejó llevar mientras le costaba mantener el equilibrio y las lágrimas.

Cuando estuvieron a solas le respondió - Ese idiota era mi hermano, Dante. Qué... Es un idiota. Cómo has visto. - 

Observó la escena sin decir nada y, cuando la chica se dejó llevar, la acompañó en silencio, penetrando en el ambiente tranquilo del bosque, permitiendo que la tenue luz de la luna guiara sus pasos. Su única reacción en los primeros momentos fue torcer el gesto cuando mencionó que aquel chico era su hermano, reconociendo que tal vez había juzgado mal y había actuado de forma egoísta..., como siempre.

Siguió en silencio hasta que encontraron unas piedras lo bastante planas como para que se pudieran sentar con relativa comodidad, momento en que ayudó a Fiorella tras lo cual se sentó a su lado. En silencio, rebuscó en sus bolsillos para tenderle un impoluto pañuelo blanco.

- Sabes... creo que por primera vez puedo decir que te entiendo perfectamente. Hace poco me hicieron una encerrona similar. Delora trajo a la bruja que me maldijo - aquello había sido un golpe muy duro para él y todas las conversaciones derivada de aquel encontronazo aún bullían en su interior -. Por lo que dice Parfait, tu maldición y la mía pueden tener algo en común. En mi caso, mi maldición fue el precio que Claire decidió pagar para salvar a su padre. Yo no me había portado nada bien con ella... - se detuvo. Había estado a punto de desgranar toda su historia para Fiorella pero el caso era que probablemente aquel no fuera el momento. No era eso lo que la joven necesitaba. No quería seguir siendo la persona egoísta y egocéntrica que tornaba todas las conversaciones en algo sobre él -. El caso es que, aunque yo sea el maldito, Claire está también bajo el influjo de mi maldición. Ella no recuerda nada de su vida. Incluso si yo consigo romperla, ella recuperará sus recuerdos... pero nunca más podrá ver a su padre. También me traicionó a mí así que... - no añadió más. Le costaba verbalizarlo. Decir que, difícilmente, él podría perdonarla algún día y, por tanto, si rompía la maldición Claire estaría sola. Aunque claro, su propio sentimiento de culpa lo atormentaba lo suficiente como para que aún albergara dudas -. Si Parfait dice que tu hermano Dante pasó por algo similar que Claire, eso quiere decir que tu maldición también le afecta a él, de un modo u otro... - dudó un momento antes de extender la mano y posarla en su espalda de un modo que esperaba, fuera reconfortante para Fiorella -. Mi encerrona particular me ha hecho terriblemente infeliz Fiorella pero... - había bajado la voz, hasta convertirla casi en un susurro. A pesar de la cercanía, de lo íntimo e incómodo de la conversación, sus ojos no abandonaron su rostro ni por un instante -...también empiezo a comprender que era necesaria para romper esta maldición. Al menos, creo que ahora estoy reflexionando sobre las cosas adecuadamente - alargó la mano libre para retirar un mechón de cabello del rostro de la joven y prenderlo tras su oreja -. Lo que quiero decir es que, aunque ahora pueda resultar doloroso, tendrás que pasar por esto pero no tienes que hacerlo sola. Sabes que puedes contar conmigo, ¿verdad? Y estoy seguro de que los otros también te apoyarán en todo, sobre todo Stella.

Parfait te sonrió con un poco de arrepentimiento - Lo siento mucho. No fui yo quien le llamó, pero esa historia te la contaré mañana. Por ahora, lo mejor es que tomen algo de aire fresco - sonrió y así les cedió el paso.

El bosque era un lugar hermoso: la luz de luna le daba un toque mágico mientras que las luciérnagas revoloteando por doquier hacían sentir que la oscuridad no era recibida allí. Casi como en los cuentos de hadas. Siguieron caminando hasta llegar al lugar donde se sentarían y el aire fresco que se tornaba ligeramente frío soplaba para acompañar su conversación. En ese momento, eran solo los dos. Tal vez Parfait sabía por qué lo sugería después de todo.

Waltz observó cómo Rin se puso de pie, casi evadiendo el tema y este le sonrió comprensivo. Era como si de verdad pudiera entender qué le sucedía - Está bien tener miedo, ¿sabes? Pero sé que lo que dices no es cierto. Si lo fuera, no tendrías aún tus guantes puestos - y mientras tanto, la dejó marchar sin retenerla más de la cuenta.

La respuesta de Réamann sobre Delora lo hizo reír y dijo - Vamos, admítelo. Te conozco - y le dio un golpecito en el hombro lo suficientemente fuerte como para empujarlo hacia atrás un poco, pero no tanto como para hacerle daño. A pesar de lo ebrio, parecía seguir siendo considerado.

Por otra parte, Garlan observaba la escena con Réamann y Stella divertido mientras estos dos se alejaban. ¿Qué era lo que estaba pensando? Ni idea, pero de seguro le divertía mucho porque empezó a reír - No lo entiendes, Stella. Está molesto porque no puede ganar - rió y miró a Hogward -. Supongo que ya no es divertido. Solo tomemos estos vasos nosotros entonces - rió y tomó uno de los de los extremos con cuidado de un regarlo y lo empezó a degustar.

Mientras tanto, no había rastro de Alain, Fiorella o Parfait, pero tanto Stella como Réamann se dirigieron a la misma habitación: la habitación del primer piso donde dormía Réamann. En la taberna solo quedaron Waltz, Hogward y Garlan. Y claro, una Annice que suspiraba de verlos embriagarse. 

Llegaron a la que era su habitación tras cerrar la puerta. Las risas escandalosas de Garlan aún se escuchaban con la puerta cerrada. Si iban a hablar, tendrían la paz suficiente. Afortunadamente, el licor adormece los sentidos, así que dormir tampoco sería un problema. 

Llegaste a tu habitación, la cual estaba ordenada. Si habías dejado algunas cosas por guardar, tal vez había sido la propia Annice quien lo había hecho. Después de todo, ella se encargaba de la limpieza de las habitaciones de huéspedes. Sea que fueras a dormirte o no, las palabras de Waltz aún resonaban en tu cabeza. Parecía saber más de lo que decía, incluso para su edad. Pero aunque aún podías escuchar el murmullo de lo que pasaba en la primera planta, tal vez no tendrías problemas en dormir.

Rin metió uno de los trozos de tarta en la boca de su hermano, al parecer fue a decir algo, pero Rin le endulzó el interior para callarlo, se metió una galleta en la boca y se dejó caer boca abajo en la cama, golpeando con sus puños y "gritando" algo inaudible, silenciado por la almohada.

Sin duda estar maldita no le molestaría tanto, no si la maldición en cuestión solo le afectaba a ella. No lo lamentaba demasiado por sus padres ni por los cazarecompensas que acabaron también petrificados, pero habían también buenas personas afectadas, su hermano el más cercano, o el amable panadero del pueblo que repartía el excedente del día entre los muchachos que sintiéndose atraídos por el olor del pan esperaban el cierre del local... Ese día pese a estar huyendo, el buen hombre le vio tropezar y con una sonrisa desconociendo su mal intentó evitar que cayera al suelo, personas que aunque no sentían un cariño por ella y por ello la maldición no les afecto igual que a su hermano, no eran personas que merecieran ser estatuas para siempre...

Ni siquiera sabía si volverían a la normalidad, pero si había una posibilidad no quería abandonarles. No porque ella les apreciada tampoco, simplemente porque no era justo que ella y los demás pagaran por lo que sus padres le habían mal enseñado.

Esa noche no se separó del cojín, no se cambió ni hizo nada, si lo hubiera hecho, su hermano habría podido ver sus ojos enrojecidos, pero ella nunca admitiría que había estado llorando.

Escuchó lo que dijo Garlan mientras caminaba hacia la habitación, pero no se volteó. Stella suspiró; esa no era una justificación mucho mejor. ¿Acaso todos eran niños? Ebrios, parecía que sí. Se ruborizó al pensar que ellos no eran los únicos. La vez que ella se había embriagado... Bueno, no importaba. ¡Eran demasiado infantiles! Cerró la puerta después de entrar y suspiró una vez más. No quería sonreír, pero no podía evitarlo... Réamann era todo un berrinchudo. ¿Quién diría que tendría oportunidad de verlo así? ¡Debía aprovecharlo!

—Cumple con el trato. Te traeré algo de café antes de que duermas; espera un momento. Malcriado.

Reámann soltó un bufido cuando entró a la habitación y se encontraba por fin a solas con Stella admitiendo la derrota sin que Garlan se diese cuenta, supuestamente. La cara del peliblanco era todo un poema que reflejaba su enojo y frustración, dejando fluir con libertad lo que estaba sintiendo mientras caminaba a paso lento de un lado a otro por la habitación.

-Yo no perdí, fue... fue... una retirada estratégica-comenzó a hablar arrastrando las palabras. Tal vez se imaginaba que se veía imponente, pero en realidad caminaba sin rumbo y con pasos torpes-. Mañana. ¡Mañana! Les demostraré que sí puedo diferenciar entre bebidas, llevo años en esto... años.

Cuando le habló Stella, detuvo su andar tambaleante pensando en café. 

-¿Puedo tomar café? Bueno, solo porque tu lo dices lo haré-resopló y se dirigió a su cama para sentarse sin medir el impulso-. ¿Beberás conmigo también?

Stella suspiró. La verdad, era bastante gracioso verlo así. Tal vez el día siguiente lo molestaría un poco con eso, pero no esa noche. Réamann necesitaba que lo supervisase un adulto en esos momentos, cosa irónica.

—Sí, sí. Mañana se lo demostrarás —tuvo que reprimir una risita. Realmente era un mal perdedor... ¡y encima todo por la hidromiel! ¿¡Cuánto podía amarla!?—. Sí, beberé contigo, aunque solo un poco. La idea es que tomes algo de café para que vayas al baño y mañana no te levantes tan mal.

Después de decir eso, Stella salió de la habitación. Tardó poco menos de un cuarto de hora antes de volver con una bandeja y dos tazas llenas de café; una de ellas con café bien cargado. Puso la bandeja en la mesita al lado de la cama del peliblanco y lo meció un poco para que se sentase.

—Vamos, toma un poco —le tendió la taza con el café bien cargado—. Te mandaría a tomar una ducha, pero es muy tarde.

-Baah... aburrido- exclamó Hogward al ver que Reammann huía del reto. Ni siquiera se había animado a probar las bebidas frente a el. El peliblanco se desanimo un poco, pero por otro lado, significaba que iba a poder tomar otro vaso de ese exquisito hidromiel. Se encogió de hombros antes las palabras de Fiorella, no le podía importar menos. Con rapidez se dirigió hacia la mesa y tomó el vaso en el que sabía que estaba el bueno. De un trago se lo bebió todo su contenido para luego exhalar con satisfacción.

-Bwaaaah, bueno, supongo que se acabó- dijo mientras volteaba el vaso para ver si no había quedado algo de alcohol dentro. -Supongo que me iré a dormir un rato. Tal vez mañana vaya a ve si puedo ir a esa taberna tan famosa- dijo con una risilla mientras se dirigía a su habitación, puede que en zig-zag.

Garlan no desperdició la oportunidad y tomó los otros vasos de hidromiel mientras se reía de Hogward por andar en la línea recta más irregular de la historia. Seguramente él estaría igual, pero tenía el privilegio de poderse burlar allí.

No siendo más, te marchaste a tu habitación y con la pesadez que generaba el alicoramiento, era posible que incluso te quedaras dormido con tu misma ropa y en una posición que en condiciones normales, no habrías soportado. Eran ventajas pequeñas, pero ventajas al fin y al cabo.

Tal vez sería el alto grado de alcohol en su cuerpo, pero Fiorella dejó a Alain esperando una respuesta, ya que solo guardó silencio. El pelinegro se fue con resignación y entró. Tal vez la chica necesitaría respirar más aire fresco si quería recuperarse. Con la noche pasando, o tal vez solo cuando notó la ausencia de Alain, la joven regresó a la taberna también para descansar. 

Era muy tarde, sin duda. Además, el licor ayudaba a adormecer el cuerpo, por lo que se fueron a dormir cansados. El hecho de estar compartiendo habitación podía ser bastante romántico, aunque habría que ver el efecto en el cuerpo al día siguiente. Sin más, se quedaron dormidos sin siquiera notarlo.