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Città Eterna

Lo que vieron [Capitulo 1]

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15/04/2025, 19:32
Flavia

Salió de la sala tras el augur. Apenas estuvieron fuera, Nerón hizo varias declaraciones en voz alta. Escuchó atentamente. Detestaba a Nerón. Detestaba la ineptitud. Sin embargo, sus primeras órdenes no parecían idioteces. Al menos, no todas. Inicuas, sí; arteras, también; pero no estúpidas.

—Habéis mostrado osadía —dijo a su acompañante. Nerón lo había tratado como a un muchacho, como a un niño. Ella quiso rectificar.

—Debemos ser audaces.

Hablaba con él sin mirarlo, mientras caminaban juntos.

—¿Cuál es vuestro nombre? —preguntó, deteniéndose y girándose hacia él.

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15/04/2025, 19:33
Faustus Cornelius "Cato"

Observó a Flavia cuando comentó sobre la audacia. Entendía demasiado bien la perspectiva que podía dar todo cuanto había dicho y hecho, y sabía que la imagen que eso denotaría en él sería la de alguien carente de sabiduría. Sin embargo, de eso trataba el juego realmente, si uno deseaba que las cosas se hicieran, debían permitir que otros pensaran que tenían la situación bajo control y que los necios eran los demás.

A diferencia de ella, que no le miraba, él si la miraba a ella, pensativo y curioso. ¿Por qué se había posicionado abiertamente junto a él? ¿Veía también algo que los demás no veían? ¿O era otra cuestión? Mientras más se alejaba, más silencio cubría el espacio entre ambos, salvo por las pisadas de las sandalias. Tardó en responder a la pregunta de la mujer, no tanto por la duda, sino por los pensamientos que le rodeaban en todo momento.

-Faustus Cornelius "Cato", podéis llamarme Cato si lo preferís. -tras aquello, en vez de responderle directamente acerca de la cuestión de la audacia, le hizo una cuestión, en su tono se denotaba la experiencia del dominio del logos, pues no en vano muchos aún le buscaban no únicamente por sus artes de adivinación, sino también por la retórica y la lógica, siendo un importante abogado muy respetado.- Decidme, ¿qué visteis ahí dentro? Yo vi miedo y servidumbre al servicio del miedo. Todos silenciosos, todos siguiendo un relato que no todos creían. Pero miedo a hablar, miedo a contrariar, miedo a morir. Y el miedo, es una de las mayores fuerzas que rigen al hombre. La rebeldía muere si no sabes cuanta fuerza dispones para ejercerla, si no sabes quien te traicionará. He sembrado la semilla, soy el blanco de los necios, ahora también soy la respuesta a varias preguntas. Los que duden, los que no deseen servir a un farsante, querrán saber que vi. Y, entonces, podré medir la verdadera fuerza de la resistencia y formar parte del tapiz que los Dioses han ideado para nosotros. 

Había hablado de un relato, de visiones, de algo que iba más allá de la visión mundana. Más no añadió más, quizás deseaba comprender a Flavia y ahora estudiaba cómo reaccionaria a todo aquello.

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15/04/2025, 19:33
Flavia

—Cornelius es más distinguido —dijo Flavia, esbozando una ligerísima sonrisa.

Cato era más propincuo, pero ¿podían considerarse realmente allegados los propinqui?

—Yo soy Flavia, sacerdotisa de Cibeles. Es un honor.

Tras declarar de forma abierta su principal desempeño en la Sodalitas Pernox, escuchó con atención la disertación del augur.

—He visto muchas cosas. Miedo, sin duda. Asombro por la ocupación del trono. Vacilación en el pretor y sus legionarios. Devoción y complacencia en el Culto de Divus Flavius. Disimulo y planificación en Macellarius Corbulo, en la mayoría de los Julii, en el Senex. Indiferencia en el Collegium Peregrinus. Acaso desagrado en Lancea et Sanctum.

Lo miraba fijamente, con breves distracciones, ausencias o pensamientos.

—Por encima de todo, la maquinación habitual de nuestra especie. Cada vampiro sopesando la mejor manera de sacar provecho de la nueva situación o de adaptarse a ella.

Calló un momento y lo miró de arriba abajo.

—Lo más importante es lo que has visto tú. Eso te convierte en un propinquus señalado. Para bien y para mal.

Pensó que ella también lo estaba. Eran los únicos que habían mostrado oposición. Se le antojaba oportuno desvelar a los que la habían escondido.

—Estás debilitado. Si lo deseas, puedes venir a nuestro santuario. Allí encontrarás solaz.

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15/04/2025, 20:36
Faustus Cornelius "Cato"

-El honor es mío, Flavia , Galliana* de la Magna Mater.

Una deidad de la naturaleza salvaje y la fertilidad, era seguida de cerca por una no-muerta. Era una dulce ironía, y quizás una fuerte convicción que transcendía las barreras del estadio del yo personal. Se tuvo que admitir que la mujer sin duda atrajo su curiosidad. 

Pero con la curiosidad no hubiera bastado, más si su inteligencia y percepción cuando le narró lo que ella había visto, asintió para si mismo mientras la escuchaba, cómo si de alguna manera no especificada, ella hubiera superado alguna especie de prueba.

-No, lo más importante no es la visión, sino lo que aprendamos de ella. Acepto tu hospitalidad, Flavia, en tu santuario, podremos hablar de mi visión si te place. Y luego, cuando entiendas lo que vi, te haré la Pregunta. - sí, con P mayúscula, una entonación que hablaba de una cuestión que podía ser importante.

La siguió al ritmo que su debilitado cuerpo le permitía mientras trataba de reponerse a todo el impacto que había recibido, de poco a poco. 

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18/04/2025, 18:52
Flavia

En lo alto de una colina suavemente ondulada, al este del bullicioso Foro Romano, se alzaba majestuoso un templo dedicado a la diosa Cibeles, la Gran Madre. Su silueta imponía respeto, incluso en una ciudad donde las columnas y los frontones abundan como árboles en un bosque de mármol. El templo, conocido como el Templum Magna Mater, fue erigido en la ladera del Palatino, en una terraza desde la que se contemplaba el corazón palpitante de Roma.

Los muros del templo, construidos con piedra travertina y revestidos en su interior con mármol griego, reflejaban el dorado del sol cuando amanecía. Ocho columnas corintias sostenían un frontón donde se representaba en relieve la figura de Cibeles sentada sobre un trono flanqueado por leones, símbolo de su poder sobre la naturaleza indómita.

En el interior, una penumbra sagrada envolvía la cella, el corazón del santuario, donde se custodiaba una escultura de la diosa, traída desde Asia Menor. La imagen, de madera negra, reposaba sobre un carro tirado por leones. Sus ojos, tallados con una expresión severa y maternal al mismo tiempo, parecían observar a los fieles que entraban con la cabeza gacha, cargados de ofrendas: higos, vino, flores y pequeños amuletos.

El aire olía a incienso, resina de pino y mirra. En los días festivos, el templo cobraba vida con los gritos extáticos de los galli, los sacerdotes de Cibeles, vestidos con túnicas brillantes, que danzaban frenéticamente al son de flautas y tambores. Sus cantos, mitad súplica y mitad trance, se elevaban hacia lo alto, hacia la diosa madre que, según contaban, dio origen a la vida misma.

El templo no era solo un lugar de culto: era un espacio de misterio, donde la frontera entre lo romano y lo oriental se diluía. Allí, el orden rígido del mos maiorum se veía desafiado por una espiritualidad más visceral, más antigua, más salvaje. Y sin embargo, Roma la aceptaba, la acogía, la veneraba. Porque en Cibeles veía una fuerza que ningún imperio podía controlar, pero que todo imperio necesitaba.

Así permanecía el templo, entre lo sagrado y lo terrenal, testigo de ritos arcaicos y de la devoción de generaciones que buscaban en la diosa el consuelo de una madre y el poder de la tierra misma.

—Bienvenido a nuestro santuario —dijo Flavia, con una ligera reverencia.

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18/04/2025, 22:28
Faustus Cornelius "Cato"

-Gratitud. -respondió, mientras observaba las indiosincrasia de aquel bendito lugar. Todos los lugares podían relatar una historia, algo de sí mismos, que podía llegar a definir a grandes rasgos la cultura y el rumbo de las almas que lo poblaban. Y en aquel templo, lo que veía era una fuerza arrolladora capaz de adaptarse. Vinieron para quedarse. Así, su mirada se perdía de aquí para allá, mientras admiraba al mismo tiempo que profanaba con su mera presencia, aquel lugar que conectaba la vida con la magia que provenía de los Dioses.

Era consciente de que si podía pisar aquel terreno, era porqué los Dioses así lo permitían, por ello cuando se adentró se acercó a la estatua de la Diosa, y se arrodilló ante ella. Un gesto que de esa forma, mostraba su respeto y una petición muda de perdón, por atreverse a pisar aquel lugar. Sólo cuando pasó un tiempo respetuosamente moderado, se levantó y se dejó guiar hacía dónde dispusiera Flavia que iban a hablar. Ese trayecto sólo se dedicó a contemplar su entorno en actitud reflexiva.

Cuando por fin estuvieron en un sitio tranquilo, sin caer en formulas de cortesía, atajó hacia la visión:

-El precio de la visión no sólo me causó dolor, sino que sentí como mi no-vida alcanzaba su fin. No sé como sobreviví, ni si retengo toda la información debido al trauma. -tras poner los antecedentes, declaró- Vi una figura negra, sentada en un trono milenario, irradiaba un poder que sobrepasaba incluso mis sueños más oscuros. A su alrededor, ocho pares de ojos brillaban como soles rojos, acompañados de cuatro sonrisas inhumanas resplandecientes como la luna llena. Estas entidades extendían sus manos hacia la figura, y de sus dedos surgían hilos que se dirigían directamente hacia la entidad sentada en el trono. -hizo una pausa, se acarició la sien- esa fue la primera visión, en la Arena. Al despertar, alguien me observaba, tengo esa sensación, algo que no supe definir, cuyos ojos iris de un brillante tono naranja contrastaban con pupilas negras como el vacío infinito.

Miró unos instantes a Flavia, pendiente de si le estaba siguiendo el hilo y si sacaría algo de todo eso. Prosiguió, mientras gesticulaba con las manos.

-Creía que iba a morir durante la segunda visión, hacia el trono milenario. La cercanía hacia la verdad vino a través del dolor, de aquellos que reciben la respuesta divina, tan contundente que ni tan siquiera nosotros estamos preparados para soportarla en condiciones. La figura oscura desanudó las tinieblas que la rodeaban y el rostro de Nerón se apareció ante mí. Las otras figuras que le rodeaban eran inescrutables. De pronto delante de mi aparece una figura colosal, del tamaño del mismo sol… de alguna manera supe que eso era Roma… era la necrópolis, era Remo… era todos los nos muertos, cuando esa figura me miró se me encogió mi corazón y de pronto un terrible dolor golpeó mi cabeza, siendo consciente de lo cercano a la muerte que estuve.

Sus gesticulaciones con la manos indicaban la importancia de lo que iba a decir a continuación:

-Sentí que me caía al vacío, y mientras lo hacía vi imágenes, cuyas sombras, las mismas que rodeaban a Neron le respaldaban y planificaban el destino de Neron. Sentí también el enfado de Roma, siquiera por dudarlo, el trono no pertenecía a Nerón, sino a Remo... Por otra parte, las neblinas del Sueño no me permitieron vislumbrar cómo podía beneficiar a los augures, y a mi persona, quien se sentara en el trono. Los dioses no quisieron afectar a mi libre albedrio de tomar una decisión. Pero lo que sí sé, es que tanto Remo como Aulio Julio Senex vinieron sentian ira hacia mí, quizás porqué vi demasiado, quizás porque soy lo que soy, me dio la sensación de que me iban a aplastar, y parte del dolor provino de ellos. Y también sentí la acusación, todos aspiraban al trono de aquel lugar, muchos rostros, incluido el mío. -eso último lo dijo con cierta sorpresa, pues nunca había aspirado a tal cosa, por lo menos de manera consciente. Pero su deber era relatar lo que vio sin omisión de los hechos. Luego desentrañarían su significado- Es posible que esa querencia provenga del futuro, quizás algún pensamiento que me haga llegar a la conclusión que desde el trono podría arreglar las cosas con los Dioses... simple especulación. Lo que parece inegable, es que Neron es el títere o el favorecido, de aquellas sombras que le rodeaban, el verdadero poder que puede mantener al neonato sentado en el trono sin que caiga, de momento, ante la adversidad. Un impostor, con poderosos maestros.

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19/04/2025, 22:12
Flavia

Durante la noche, la actividad del templo disminuía. Era el momento en que los propinqui tomaban el control de aquel culto mortal en apariencia. Algunos ghouls, ataviados con un hábito similar al de Flavia, también ejercían su labor durante las horas nocturnas. Por su parte, los mortales que integraban el rebaño de algún vampiro solían acudir justo después del anochecer.

Las velas eran numerosas y aportaban una iluminación adecuada, tenue en general, a cada espacio del templo. Había también antorchas donde la luz era más necesaria, y fuegos en lugares especiales. Los galli se habían habituado a la luz del fuego contenido, manejado siempre por los ghouls.

Cornelius y Flavia conversaban en una gran sala, próxima a la cella, en la que destacaba un estanque rectangular de amplias dimensiones, completamente lleno de agua. Los propinqui devotos de Cibeles eran muy propensos a los baños, sobre todo cuando el líquido elemento se teñía de rojo.

Flavia intentó seguir el curso de la larga e intrincada revelación. Le sorprendió que las experiencias del augur fueran no solo intensas, sino también traumáticas.

—Sí, eso parece —concedió a la conclusión final del propinquus—. Las visiones reflejan un estado mental de angustia y trauma si atendemos a la psyché. Si nos centramos en los símbolos, la figura negra en el trono representaría una autoridad opresiva o un destino inevitable, mientras que los ojos rojos y las sonrisas inhumanas pueden simbolizar la vigilancia y el juicio de fuerzas externas.

Calló un momento, con la mirada clavada en un seguidor que parecía buscar a alguien a una hora intempestiva.

—El hecho cierto es que Nerón, o alguien que se hace pasar por él, se ha sentado en un trono maldito y pretende regir las acciones de los propinqui.

Supuso que Cornelius se valía de la disciplina más preciada para los Vaticinadores: Auspex. Ella debía valerse de otros métodos.

—Mis visiones se producen durante el sueño diurno. La madre me envía sus mensajes oníricos también de forma críptica. No he recibido ninguno sobre el asunto que nos concierne. Al menos, eso creo.

A Flavia no le extrañaba. El culto frigio era mucho más antiguo que el de Remo. Su sire, Zelkia, precedía al supuesto primer vampiro según los Julii. El culto mismo no se originó en Frigia. Flavia sentía una gran devoción por la Magna Mater, una devoción exclusiva.

—Puedo otorgarte el don divino de Cibeles. Aumentará tu conocimiento de lo oculto a cambio de mi sangre.

Consideraba que, como miembro del Ala Vaticinia, Cornelius practicaría alguno o varios rituales de Veneficium.

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24/04/2025, 00:39
Faustus Cornelius "Cato"

Finalmente había escuchado a Flavia, sus primeras impresiones, mientras la analizaba con todo detalle, todo cuanto decía y hacía, y especialmente lo que se omitía. En primera instancia, le pareció razonable sus comentarios iniciales, era algo en lo que él mismo también había pensado. 

Con todo le llamaba la atención, la posibilidad mentada, de que el propio Nerón sólo fuera un impostor y no fuera él. Le parecía extraña esa idea, ya que no veía beneficio alguno a tal acción. Para el resto de los mortales, estaba muerto y verle aparecer sin más, sería un impostor que acabaría con su no-vida. Por otra parte, para los vampiros, no importaba tanto la posición cómo mortal, sino la del inmortal. Y a ojos de muchos, sino fuera porque podía sentarse en aquel trono con impunidad, sería un mero neonato. Con mucho potencial y conexiones, sí, pero atado en cadenas a un vástago superior en edad, conocimientos y poder.

Es decir, era un títere. Eso estaba claro. Uno muy feliz y contento, pero títere. Y si no era el propio Nerón, el engaño sería más complejo aún si cabía. Si bien era improbable, tampoco era imposible, así que no descartó esa idea. Los augures eran los maestros de apreciar lo improbable. 

La mención acerca de su capacidad de obtener el Don de la visión a través del sueño, y la "oferta" de obtenerlo a cambio de su sangre, le hizo sonreír, levemente. 

-Yo también soy capaz de obtener visiones durante el Sueño. Somos dos hermanos soñadores, me temo. No importa si es durante el día o la noche, siempre estoy indagando. Por eso, me buscan los mortales en pos de la fortuna, por eso me desprecian los inmortales, en pos de su supervivencia.

Miró hacia alrededor, y con un gesto de la mano abarcó la estancia, mientras seguía.

-Soy incapaz, en mi caso, de saber qué deidad me responde, ¿quizás Plutón? ¿O quizás sea el foco, sensible, del pensamiento y obra de todos los Dioses en algún momento del tiempo? No importa si es por el capricho de una deidad, o la coincidencia del panteón en su conjunto, los designios de los Dioses vienen con un significado. Descifrarlos es una bendición, pero obedecerlos es nuestro deber. Y los Dioses, me han revelado el engaño de Nerón, ahora, debo hacerte la pregunta, Flavia, gallia de Cibeles, ¿deseas destapar y hacer que caiga el impostor? ¿Deseas sostenerlo, quizás? ¿O deseas mantenerte al margen y dejar que sean otros los que sangren la historia?

Sus manos se posaron encima de sus piernas, mientras atusaba su toga. De ella dependería que sus relaciones fueran extensas o breves. Estaba atento a cualquier atisbo de mentira, pues la detectaría. Sin embargo, su instinto le decía, que Flavia no necesitaba mentir.

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24/04/2025, 22:54
Flavia

Sentados en un banco de mármol decorado con motivos orientales, Flavia escuchaba a Cornelius. Su tono era categórico —algo que no le era ajeno—, severo, más suave o femenino el de ella.

—Me parece que eres más indagador que soñador —dijo, con una leve sonrisa—. Los propinqui tenemos tendencia al mutuo desprecio, a la desconfianza. Siempre hay un motivo para ello. Hay excepciones, claro. La mayoría son debidas a la conveniencia, menos duradera que nuestra larga noche.

Se levantó. Dio un paseo por la sala bordeando el estanque y se acercó al mortal que parecía perdido. Habló con él en voz baja, le acarició el rostro y le dio indicaciones. Volvió con Cornelius de inmediato.

La galla no tenía más deidad que la Magna Mater. Era monoteísta, como los cristianos. Probablemente, Cornelius lo sospechara.

—El panteón... Sí, el panteón romano, reproducción del griego, deudor en gran parte de los dioses orientales...

Calló un momento, fijando su mirada en la quietud de las aguas estancadas.

—No es mi deber obedecerlos. Una madre se impone con la ternura. Ese es mi credo.

Tenía la impresión de que sus creencias no los separarían, sino su proceder con respecto al acontecimiento inesperado.

—Detestaba a Nerón como humano y apenas puedo creer que se haya sentado en el trono del Viejo. Pero no es buen camino para los augures dejarse llevar por los sentimientos. Nuestro deber es descorrer las tinieblas como tú mismo dijiste. Y actuar en consecuencia. Lo demás es brindar en la oscuridad.

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28/04/2025, 05:39
Faustus Cornelius "Cato"

Era evidente para Flavia, si se fijaba en Faustus, que la afirmación de que no se debían obedecer a los Dioses, le parecían una osadía digna de la herejía. Sin embargo, no era un sacerdote, no al viejo uso, y él si pensaba que todo el mundo tenía derecho a elegir su veneno. Además, tampoco iba a predicar, simplemente observaba y formaba los tres grupos en su campo de visión: los ignorantes, los que sabían y entendían, y los que sabían y luchaban.

Sin embargo, algo de lo que dijo que le hizo asentir suavemente con la cabeza, mientras en su cabeza se iban encajando las piezas de aquel pequeño rompecabezas. Uno que al resolverse, iba a iniciar otro más complejo.

-Estoy de acuerdo. Los sentimientos aquí no tienen cabida. Y descorrer las tinieblas es a lo que me voy a dedicar. Aunque eso signifique ir a contraviento con las mareas políticas. Debo irme, volveremos a vernos. Te recomiendo que de momento observemos, veamos con el paso de las noches, quienes juraron lealtad con el corazón en la mano, y quienes con un pugio escondido.

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29/04/2025, 23:10
Flavia

El augur, a todas luces dotado para la adivinación y la interpretación, decidió marcharse, no sin antes hacer una recomendación y prever futuros encuentros. Aún estaba débil. Podía haberse alimentado allí, incluso dejar que Flavia le ofreciese las poderosas dádivas de la Magna Mater, obsequios para sus hijos.

—Ve con cuidado, Cornelius. Aquí siempre serás bien recibido.

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01/05/2025, 05:17
Faustus Cornelius "Cato"

-Ambos sabemos que el "siempre" es un constructo social que no existe. -dijo medio girándose hacia ella, con una sonrisa extraña, y una mirada de gratitud. Asintió ante las palabras de ella, mientras se encaminaba hacia el exterior. Si tenía intención de alimentarse o no, no pareciera que fuera a ser en aquel lugar. Quizás tuviera su propio método, o estuviera tranquilo con una fuente de alimento propia. Más allá del misterio sobre aquello, si dijo antes de marcharse- Pero somos soñadores, así que te extiendo la misma invitación, a mis dominios, ven a visitarme siempre que desees. 

No le dijo dónde vivía, no hacía falta. Sólo que indagara un poco, todos sabrían decirle cual era su villa. Al fin de cuentas, incluso los mortales le buscaban a menudo.

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01/05/2025, 19:44
Emperator

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