Partida Rol por web

Al escuchar al soldado mencionando una deidad... Un dios ajeno al Todopoderoso me giro con mirada severa, pero claudico en mi intento y sonrío comprensivamente.
Para eso estamos aquí, para cumplir con el mandato del Padre Nuestro, esa es nuestra misión en Tierra Santa. No podemos delegarla en gente que no ha tenido la suerte de nosotros en ser acogidos el seno del omnipresente... Debemos llevar la palabra de Cristo para que se reivindiquen los infieles... Oh... Noble tarea se nos ha encomendado Pienso ahora alegre, idealizando el motivo por el que viajamos ahora rumbo a lo que para mì es desconocido...
Escucho al joven Wyric y me le acerco
Maese Ladruc, vuestra madera es pura. Sin duda ha de forjarse un nombre en las cruzadas. Poseeis lo que hace falta muchacho, todos los hermanos Hospitalarios estaremos allí cuando nos necesites, no dudeis de ello. digo sujetandolo por el hombro derecho con firmeza y sonriendo la respecto.

No pude evitar soltar una sonrisa cuando Gailes me agarró por el hombro y me dijo esas palabras ...

Puedo ser un gran caballero ...

Mi mente y mi imaginación se transporto hacía el día en que soñaba que se haría realidad, era un gran caballero montado en mi corcel blanco acompañado de mis hombres que me servían igual que lo hacían con Dios ... sin duda iba a ser un gran día ...

-Gracias Gailes ... me esforzaré lo máximo para poder llegar a ser algún día como vosotros ...

Mi mirada se dirigió instintivamente hacía el cielo ... intentando buscar la sonrisa de Ernestus que me había sido arrebatada para siempre ... aunque la conservaría para siempre jamás en el corazón ...

Te hecho de menos Padre ...

Una ligera lágrima broto de mis ojos resbalando por mi mejilla hasta depositarse finalmente en el suelo ...

Al verlo llorar tras mirar al cielo, una paternal sonrisa brota en mi rostro Mirad, todos nuestros seres amados, si han sido de buen corazón aunque pecaran... Están junto a los ángeles en el cielo. Desde allí nos observan... No tengo dudas de que el sabio ya puede ver con sus ojos aparte de con su corazón...Y te está mirando con una palmada en la espalda Te has comportado como un hombre, aùn siendo un muchacho... Tanto él, como tus seres queridos de antaño, estàn orgullozos de ti. Nosotros, al menos yo, tambièn lo estoy... Conserva la fe. acabo con tono solemne

Conrado se levanta del suelo donde están sentados. Claro que si Wyric, todos nosotros te enseñaremos, y eres un chico inteligente que aprenderá rápido. Voy a ir a dar una vuelta a ver que veo, os veo en un rato, vigilad bien a Wyric, aquí hay mucho del que se aprovecharía a la primera de un chaval como él. Conrado en su andar parece mareado.

Dios quiera que el viaje acabe tan bien como parece empezar, si tan solo consiguiéramos que nuestros señores no se pegasen entre ellos Piensa Eldler todavía preocupado por el mal que augura la escena protagonizada en la cubierta de la nave.

Se sienta con sus compañeros preparado para una buena tarde de dados, mientras saca algo de bebida de su morral.

Bien alegremos el día, ¿tal vez quieras ser el primero maese..? -Dice Eldler señalando al peregrino que se ha incorporado. Mientras sonrie a sus compañeros intentando alejar los malos pensamientos con la buena camaradería

Pues bien, si, si, ¡dame los dados! el tipo deja su bolsa y saca un feudado de ella y colocando en medio del circulo que delimita la zona de tirada lanza los dados que coge de la mano de Corven. Los dados ruedan y marcan un cinco y un dos. ¡ahhhhhahaaaaaa! ¡no está nada mal! un siete. Quien quiera verme que pague el feudado y tire.

No esta mal para empezar, pero creo que podré superarlo -Dice Eldler sacando un feudado de su bolsa y colocandolo junto al del peregrino. Tras coger los dados grita sonriente ¡Que vuelen altos los dados! mientras los lanza dentro del circulo marcado en el maderamen del barco.

Vaya un ... un 5 -comenta con decepción- Bueno, tal vez en la siguiente tirada añade intentantando animarse

Ve tranquilo hermano digo a Conrado y me tomo sus palabras casi como una òrden El que quiera pervertir su sana mente o su limpia alma, nadarà con los peces... Pienso con el ceño fruncido

-Ernestus fue un hombre bueno ... y debo agradecerle a el lo que soy ... sino hubiera sido por el ... ahora ... ahora no estaría aquí ... le dije a Gailes dejando la frase a medias como si me hubiera interrumpido se sopetón ...

Si no hubiera sido por ti Padre ahora estaría muerto ... tu cuidaste de mi cuando Madre murió ...

Mis ojos no dejaban de mirar al cielo mientras Conrado se alejaba tambaleándose como si estuviera mareado por el vaivén del barco ...

-Hasta luego Conrado ... le dije antes de que se alejara por completo ...

Entonces mis ojos se dirigieron hacía Gailes y le dije ...

-Gailes ... ¿cuanto hace que eres un hospitalario?

Poniendo una moneda en el centro y cogiendo los dados Yo también trataré de hacerme con el dinero hermano, jajajaja, vamos daditos, sed buenos con Corven...

Los dados marcan una pareja de doses ¡Dios! ¡que mala suerte! golpea en el suelo y mira a Alfred ¿vas amigo? o le damos paso a Edler...

Ahora hay tres feudados encima de la mesa, y el peregrino tiene la sonrisa de ganador en la cara.

Creo que tiraré yo de nuevo, no puedo evitar oir la musica de los dados, jeje Dice Eldler mientras saca otro feudado y lo deja en el montón que va creciendo.

Vaya, vaya esta no ha sido mala, añade con una gran sonrisa, ¿alguno quiere seguir jugando? o recojo ya je, je

Voy yo aora entonces, haber mi suerte como esta, daditos, ven con tito alfred

*Muy concnetrado, muevo el cubito d elso dados, vuelco rapidamente ccon giro amestro de muñeca y zas levanto...

Ahhhhh amigo! la suerte parece que sigue sonriendo a Edler, jajajajaja, pero no te preocupes... coge los dados aquí se acabó, ahora me lo llevo todo yo pone otra moneda junto a las cinco que ya había y tira. Los dados ruedan hasta pararse mostrando aquel magnífico resultado ahahahahaha, ¿lo veis? ¿lo veis? la diosa de la fortuna me sonríe y diría que mejor cerrar y empezar de nuevo ¿o alguien se cree capaz de sacar doble seis?

Pues, no hace mucho tiempo mi querido amiguito. Antes que yo, lo fué mi hermano Patrio quien pereció en tierra santa. Tengo fe en que encontraré su lecho final para resar una oración al Salvador...

Seria mi primera travesia en barco desde hace mucho tiempo, nada mas subir al barco hecho un viztazo de izquierda a derecha, lenta y pausadamente, veo gente de toda clase. Tambien veo como sube en lo alto de su caballo un hombre que empieza a gritar acusando de no se que ( no llego a oirlo con claridad )a un grupo de personas.

Me quedo dando vueltas por cubierta, escuchando las conversaciones que escucho a mi alrededor.

Eldler mueve la cabeza haciendo un gesto negativo y palmeando a su amigo añade, Me parece Corven que hoy es tu dia, yo me retiro. ¿Que os parece si buscamos un sitio donde tumbarnos y descansar?

Con una sonrisa le dice al peregrino: Hombre de Dios, tal vez nos veamos estos dias y podamos echar otra partida a los dados. En cualquier caso si tienes algo para remojar el gaznate, no dudes en pedir ayuda, ja ja ja rie mientras le guiña amistos un ojo.

Tras levantarse de la partida, busca a un marino que le indique donde puede tumbarse y descansar, pues será un viaje muy largo

La flota había zarpado animada desde costas britanas y se esperaba un corto trayecto a través del canal que separaba su isla del continente, y llegar así a costas franconias. La tripulación corría durante el día de arriba para abajo, esquivando la muchedumbre que se aglomeraba en cubierta. Las noches solían ser más apacibles y tranquilas, puesto que la mayoría del pasaje dormía en las galerías inferiores, y se podía disfrutar de una brisa refrescante y el sonido de la madera golpeando el agua, partiendo en dos las olas a su paso entre ellas.

Pasadas una semana y pocos días, cuando la gran mayoría se había acostumbrado al movimiento del barco, se divisó la costa. Poco rato más tarde y a medida que los barcos se acercaban a la costa, la flota recibió la orden de echar el ancla. Todos aquellos barcos quedaron parados, sólo balanceados por el vaivén del mar. El pasaje empezó a preguntar por ello, todos querían saber porqué se paraban en medio del mar a poco de llegar a la costa. ¿A caso tendrían de ser transportados en las pequeñas barcas? Nadie de la tripulación sabía realmente el motivo de tener que anclar el barco allí, algunos decían que la costa era demasiado rocosa en su fondo, otros que la orden venía directamente de Sir Thomas. Al rato los nobles, usando las barcas para moverse entre barcos, se reunieron con el líder de la expedición, y allí fueron informados y con sorpresa para ellos, del cambio de planes que el mismo rey había solicitado. A primera hora de la mañana diversas embarcaciones de menor tamaño, salieron de la costa para proveer a cada barco con alimentos y bebida, y la tripulación recibió la explicación de la parada. El viaje cambiaba de rumbo, y ahora partían sin haber llegado a la costa, hacia tierras normandas, al sur de la península itálica. Allí, el ejército de Thomas se uniría con los del rey.

El barco navegó siguiendo la costa del continente. La gente a las pocas semanas tenía la moral por los suelos. El barco no se paraba y algunos pasajeros habían caído enfermos, por lo que el resto temían su contagio. Las horas del día las aprovechaba cada tripulante para hacer lo que quería. En el barco, ya había ciertas zonas delimitadas. En un pequeño rincón se organizaban partidas de dados durante todo el día; cerca de la proa, solían reunirse caballeros y nobles para discutir de tácticas militares y política; en otro rincón se preparaba comida para quien no quisiera rancho y pudiera pagarla; en el centro, bajo de uno de los mástiles y al menos una vez por día, el grupo de músicos que era ya más numeroso, tocaba sus canciones para animar al resto; Hilger de Chautrec, caballero de Sighard de Scofferi, cogía una buena parte del barco, para instruir a todo quel soldado que quisiera aprender de sus años de experiencia.

Una buena mañana, de un día claro y despejado, se ofició una misa. El acto religioso y a la vez militar militar, sorprendió a todo el mundo, no cada día, se podía presenciar el nombramiento de un caballero cruzado. Aquel hombre que sería nombrado, debía ser un virtuoso caballero, o cuanto menos alguien adinerado. Cearl Willeween dio un paso hacia adelante. Era uno de los caballeros que iban siempre pegados a la espalda de Otto de Kriegghar, y que solía estar a buenas con todo el mundo, demostrando el talante y porte que todo caballero debía tener. Repitiendo el juramento que en voz alta cantaba aquel que oficiaba el rito, tomó la cruz. Otto, después de ese día, no volvió a parecer tranquilo. Solía pasar horas fijándose en aquellos que entrenaban con Hilger. Siempre parecía estar esperando descubrir una promesa entre aquellos hombres, que fuera el ideal sustituto de Cearl.

Los problemas empezaron al llegar a la costa de hispania. Las raciones de comida empezaron a escasear y las comidas de los soldados se vieron reducidas en una. Los peregrinos por otra parte, no disponían de alimentos ya, pan y los peces que se pudieran pescar. Con suerte, dos muchachos consiguieron pescar tres atunes de gran tamaño, y aunque se agotaron pronto, la gente se sintió reconfortada con aquello tras días de total hambruna. Aquello acabó provocando muertes en el barco. A finales de primavera se contaban veinticinco. Los muertos eran lanzados por la borda, después de que el pastor de abordo, le santiguara y hablara en una breve oración de él. Sighard de Scofferi, que era quien tenía el mando militar de la embarcación, trató durante días de conseguir alimentos de los otros barcos, mandando a algunos de sus hombres para tratar con los capitanes de las otras embarcaciones. Estaban en la misma situación.

La noche del 26 de mayo, una tormenta azotó a la flota. Era por la tarde, y el cielo ennegreció en un instante. El viento empezó a soplar fuerte, las olas se engrandecieron y golpeaban el barco haciendo que éste se balancease muy violentamente. Los rayos empezaron a dejarse ver iluminando el cielo, tras ellos los truenos. El velaje del barco tuvo que ser recogido por órdenes del capitán. La gente se escondía en las galerías, mientras que algunos voluntarios y la tripulación trataban de mantener el barco a flote. Muchos hombres valientes cayeron al agua, y alguno pudo ser rescatado. Los que se encontraban en cubierta, pudieron observar como un rayo caía en medio de un barco partiendo a éste en dos. No se supo hasta mucho más tarde, ya pasada la tormenta, quienes eran los ocupantes de ese barco. Lewis de Gott un caballero de Sir Thomas junto con sus hombres, tres levas y una unidad de arqueros entera, se había ahogado en aquel mar. El barco de Sighard, se dedicó a recuperar la poca mercancía que todavía flotaba cerca de ellos, y se consiguieron provisiones suficientes para llegar al norte de aquella península donde Sir Thomas había ordenado el anclaje para aprovisionamiento.

Una semana más tarde, los barcos anclaron en la costa. Se permitió bajar de los navíos a todo aquel que quisiera; el rey castellano había sellado el permiso alertado por el Rey Sigmord con anterioridad. El rey de los castellanos no tuvo objeción tratándose de un ejército de camino a la cruzada. Las barcas servían de transporte para todos aquellos que querían pisar suelo firme. Y allí esperaron a que la avanzadilla encargada de ir a buscar las provisiones volviera, para cargarlas en los barcos y proseguir el viaje.

*Me preparo mi equipo, mi lanza corta la enganñaba en mi armadura, y mi escudo mi lo colgaba a la espalda, en silencia, me dirigia a unas barcas, para poner rumbo al reino de hispania, donde no sbaia que me deparaba el futuro, pero debia encontrar comida y demas, en cuanto pueda...

La horrible tormenta se había sucedido y varios hombres habían perecido en ella. Pero por suerte el momento en el que llego pude resguardarme en un mástil del barco evitando que se me llevara la fuerte corriente que nos azotaba ...

Finalmente el barco se había detenido pero desde el día de la tormenta que no había visto ninguno de los caballeros hospitalarios. La gente iba y venía ajetreada y descontrolada debido a que se debían hacer un montón de cosas pero yo ahora solo pensaba en reencontrarme con los caballeros hospitalarios y me dediqué a correr todo el barco en busca de ellos ...

-¡Conrado! ... ¡Gailes! ... ¿Donde estáis? gritaba una y otra vez esperando una respuesta que no llegaba ...