Partida Rol por web

Sigo el camino disponiéndome a cruzar el puente, por el que hace bastante tiempo que no paso. El trecho está bastante transitado así que, después de arreglarme el vestido y colocarme bien el chal sobre los hombros, echo a andar entre la gente, mirando con curiosidad todo lo que sucede a mi alrededor.

El Monaguillo corre todo lo rapido que puede. Lleva el palo y no para de secarse las lagrimas con la manga de su ropa... pero de poco sirve con tanta lluvia...

Observo al monaguillo con el ceño fruncido. Pobre niño, que disgusto se ha llevado. Donde estará el cura, durmiendo todavía? Refunfuño por lo bajo y, saludando amablemente a los habituales de la taberna que transitan el puente, me dirijo al patio del castillo.

Zoete llega al camino entre la iglesia y el castillo, sigue con paso rápido aunque menos que antes. Ya no tiene la edad de antes... y se nota.

A lo lejos ve correr al monaguillo. Pobre... ¿Qué estará haciendo el cura ahora?

La mujer se enfrasca en sus pensamientos y sigue por el camino.

Zoete sigue caminando hasta llegar al puente. Por fin llego...

Con cuidado, cruza el puente y llega al otro lado, preparada para una mañana de mercado que espera, se aproductiva.

Petrus sale caminando en direccion al castillo debo darme prisa...

El armero del castillo transita por el camino en dirección a la iglesia con paso rápido y decidido.

Tras un ligero transcurrir por el camino, Gosvin llega a la iglesia.

bien pues lo abro y me intento quedar con las palabras y simbolos que conozca...

Mille Coinless sigue su camino hacia el castillo, en compañía de su marido Odolf.

- Me parece muy bien, Odolf, ya me está entrando hambre. Pero recuerda que primero debemos vender alguna pieza de carne para conseguir el dinero que nos falta.

Finalmente, Mille y Odolf llegan al castillo sin haberse encontrado con nadie por el camino.

Ya en los alrededores comienza a percibirse el trajín de gente.

Sin tambalearse tanto como debería ocurrir, Wessel comienza su largo periplo hasta la taberna donde suele pasar sus días.

La bota que ha llenado, nuevamente, en el mercado aún tiene suficiente vino como para permitirle algunos tragos y el borrachín no se priva de beberlos mientras deja que sus pasos lo lleven en dirección a la iglesia.

El camino fue largo, pero aderezado con unos tragos Wessel no lo sufrió tanto como hubiera previsto.

Con calma, sin dejar que el aburrimiento de la calzada lo afectase, el borrachín se acercó a la Iglesia y buscó con los ojos su próximo destino: La calzada que lo llevaría hacia su pueblo.

De nuevo, Gosvin recorre este transitado camino en dirección al castillo, apurando el paso para llegar cuanto antes.