Partida Rol por web

En la mansión de los Johnson todo parece realmente tranquilo, sólo se escucha una suave música de un piano.

-TOC TOC-

Golpean la puerta de tu habitación con un sonido que tu bien reconoces. Será seguramente el elfo doméstico de tu familia, que viene a avisarte algo. Por la hora será que la cena está servida, pero con tu abuela rondando por la casa, nunca sabes que puede venir a decirte esta criatura.

- Señorita Britanny... ¿Ama? -, suena la fina voz del elfo detrás de la puerta.

Brittany estaba observando, limpiando y cuidando su preciosa y fantástica varita... siempre que tenía un rato lo hacía, si tenia las uñas arregladas, claro, sino primero se hacía la manicura.

Miró hacia la puerta fugazmente, pero no le habría hecho falta, ya sabía que era su elfo doméstico.

¿Qué quieres? - le pregunta con su tono creído de siempre.

Deja la varita encima de su cajita de madera de roble, después de envolverla con un pañuelo de seda... pues era estúpido llevarla al bolsillo si no podía usarla por ser menor de edad.

- Er... am... -, dice el elfo tartamudeando al oir el tono de tu voz. - La cena está servida... -, continúa mientras hace una reverencia y se retira de detrás de la puerta de tu habitación silenciosamente.

¿Tanto rato para decir eso?

Suspira y se levanta de la silla, guardando la caja de madera al cajón del escritorio. Luego baja hasta el comedor tranquilamente, sin prisas.

Llegas al gran comedor de tu casa, y allí, en una de las puntas de la mesa, sentada en la cabecera, se encuentra tu abuela, con la misma cara de siempre. Parece como si chupara un limón constantemente, sin embargo, tu sientes que ella te quiere a su manera.

Uno de los elfos domésticos te mueve la silla para que te sientes y la acerca a la mesa cuando estas por sentarte.

- Veo que has decidido bajar rápidamente. Creo que es la primera vez que bajas a la primera llamada. -, dice tu abuela mientras que chasquea los dedos y la comida aparece sobre la mesa.

- Bueno, dime, ¿qué esperas para este nuevo año en la escuela? -

Brittany se acerca a su abuela y le da un dulce beso a la mejilla antes de sentarse a su lado. - Tenía hambre - responde con una sonrisa.

Coge un muslo de pollo de la bandeja, y un poco de guisantes de la otra bandeja.

Pues no lo sé, supongo que lo mismo que los otros cursos - se encoge de hombros, aunque no puede evitar que una maléfica sonrisa aparezca en su rostro, pero la borra enseguida... poniendo una de inocente e ingenua - ¿Qué día empieza el curso este año? Aun no hemos recibido la carta, ¿no?

Poco le importaba, el curso anterior, su abuela se había encargado de enviar los elfos domésticos a hacer las compras, no esperaba que este año le permitiera ir al Callejón Diagon.

- No, todavía no ha llegado nada. Aunque tengo una ligera idea de los libros que podrías necesitar, todos los cursos cambian, ya que no siempre siguen impartiendo las clases los mismos profesores. -

Me llevo un poco de comida a la boca y bebo un poco de vino mientras observo a mi nieta.

- Espero que este año aprendas lo que realmente esperamos de una Johnson. -

Estoy a tercer curso, abuela - se mete una cucharada de guisantes a la boca, y después de tragar vuelve a hablar - Ya me gustaría a mí aprender alguna de las maldiciones prohibidas... pero ya sabes cómo están los profes con eso, súper susceptibles, y más con los Slytherin's, parece que nos estén controlando día y noche...

Con el cuchillo corta un poco de pollo y se lo mete también a la boca, masticando tranquilamente.

- ¿Maldiciones prohibidas? ¿Es que no has aprendido nada? Dios mío... si tus padres te oyeran... -, te dice la abuela mientras sorbe un poco mas de vino.

- Un Slytherin no necesita una maldición para logar sus objetivos, tu tendrías que saberlo. Mírate, seguramente atraes a los chicos, puedes hacer con ellos lo que quieras, Britanny, sólo tienes que saber utilizar tus "armas". -

Arquea una ceja y esboza una sonrisa.

Eso ya lo hago, abuela. Lo que pasa es que me aburro. Son todos igual de atontados... - bebe un sorbo de su vaso de agua y lo vuelve a dejar encima de la mesa - Además, las maldiciones son guays, Voldemort siempre me decía que cuando fuera mayor me enseñaría... pero a saber dónde está ahora... - mira hacia el techo, pensativa.

- Britanny... cuantas veces te he dicho que no nombres al Señor Oscuro en mi presencia con tanta familiaridad. Sé que ha desaparecido, pero está en el deber de nuestra familia en lograr encontrarlo para intentar que su regreso sea más pronto de lo esperado. -

Inclino un poco la cabeza de forma maternal para continuar hablando con mi nieta.

- Se que tus compañeros son un poco atontados, sin embargo, no creo que los de los cursos superiores también lo sean... ¿no es así? -

Sonríe divertida al escuchar a su abuela... y suelta una carcajada.

Es cierto... los chicos de curso superiores son un buen partido, pero piensa que cada vez hay menos, porque se van graduando, y en cambio se amplia la lista de gente menor que yo.

Se mete a la boca otra cucharada de guisantes.

Tengo ganas de ir al colegio, estoy cansada de estar todo el día tomando el sol a la piscina y de leer cómics. - quizás esta era la ocasión para preguntárselo... - ¿Podré ir yo al Callejón Diagon a comprar los libros? Podría enviar a la lechuza a un amigo y quedar con él, no nos hemos visto en todo el verano... - y sonríe... inocentemente.

- Hum... -, piensa tu abuela mientras continúa comiendo. - Lo de la lechuza me parece bien, siempre y cuando sepa a quién le envias la carta y lo del callejón Diagon... bueno... eso lo veremos más adelante, cuando llegue la carta con lo que debes comprar. -

Guay, eres genial abuelita - le responde sonriendo, después da otro trago de agua.

Al terminar, se estira, levantando los brazos hacia arriba - Por cierto, lo de ir a ver los padres a Azkaban, está imposible, ¿no? - la mira de reojo... casi cada semana tenía que caer aquella pregunta, pues sería mentira decir que Brittany no echa de menos a sus padres, al fin y al cabo, tiene solo 14 años.

- Sabes que eso es muy difícil. Apenas me dejan entrar a mí, así que... -, te dice mirándote la carita de pena que pones. - Intentaré mover algunos hilos... pero no te prometo nada, como siempre. Ahora termina de comer, ¿sí? -

¡Vaaaale...!

Al final, se termina de comer los guisantes sin hambre... mientras piensa en cómo estarán sus padres, dicen que Azkaban no perdona a nadie... y ellos llevan ya tres años. - Tres años... - baja la mirada, un poco triste. Pero al terminar, mira a su abuela y sonríe.

¡Ya estoy! Voy a mi habitación, ¿vale? Así envío ya la lechuza...

Después de que su abuela le responda, Brittany se levanta de la silla y sube a su habitación tranquilamente... se sienta en la butaca de su escritorio, y saca de los cajones un pergamino, la pluma rosa que suelta chispitas doradas ya está encima de la mesa, y también la tinta... escribe en letra rosa, y con una letra perfectamente nítida y bonita:

Cita:

Al terminar, mete el pergamino en un sobre, y lo cierra con el sello de la familia Johnson, después, con la misma tinta rosa, escribe la dirección de William.

Se levanta de la silla y se dirige a la habitación de Seth, la lechuza varón de la familia, y le ata la carta en la pata izquierda - Que tengas un buen viaje, Seth - antes de que emprenda el vuelo, le da una chuchería para lechuzas... y observa cómo se aleja aleteando las alas.

Al terminar, vuelve a la habitación... - ¿Qué podría hacer...? - se pregunta, caminando hacia allí.

Seth sale volando con el mensaje atado a la pata. La lechuza sabe muy bien donde tiene que ir, ya ha hecho este camino muchas veces.

Una vez en la habitación, Britanny se deja caer en la cama, bostezando levemente. Horus llega junto a ella y se tumba a su lado para que lo acaricie... ella no se hace rogar demasiado, enseguida está llenando de carantoñas y besos a su gato.