Partida Rol por web

Pregunta, si los Héroes deciden no coger objeto del Tesoro, ¿debo insistirles de alguna forma? ¿O pueden cruzar sin hacerlo?

Intenta hacerme las preguntas por el off, que así las contesto más rápido.

Los héroes no están obligados a hacer nada que no quieran, si no quieren los tesoros porque piensen que es una trampa, ellos sabrán. Así que, puedes continuar con la siguiente sala. Eso sí, recuerda que nunca se puede  retroceder. Retroceder es sinónimo de abandono.

En cuanto se aproximaron al arco de piedra, un resplandor brilló en su interior y se materializó un espejo plateado, con la misma superficie lisa y brillante que les había hecho llegar a ese lugar de pesadilla. Así pues, lo atravesaron con valentía y arrojo.

Desplazarse a través de esa suerte de portal fue como si descompusiera su ser y lo hubieran recompuesto en otro lugar. Boqueando, puesto que sus pulmones habían olvidado durante unos segundos cómo funcionaban, nuestros héroes se permitieron observar a su alrededor. Comprobaron que, efectivamente, la isla donde habían nadado en riquezas se encontraba a lo lejos, girando en la nada mientras la estrella rutilante que iluminaba todo arrancaba destellos de las monedas de oro que allí reposaban.

Se pusieron en pie y observaron a su alrededor. La isla flotante en que se encontraban seguía siendo de la misma piedra gris y anodina, mas en esta ocasión el suelo estaba alfombrado de miles de pergaminos. Algunos estaban escritos, otros no. Algunos estaban manchados de sangre, otros de tinta y otros arrugados en un montón. Ahora veían un fragmento de papel flotando para luego descomponerse en polvo, y luego ese mismo fragmento aparecía a sus pies, firmado con su puño y letra. 

De repente, se dieron cuenta que no estaban solos.

Una fantasmagórica figura les observaba. Su rostro no era más que una escalofriante boca redonda llena de afilados colmillos, y su cuerpo delgado portaba un vestido del color de la sangre que flotaba en el vacío, como mecido por un viento inexistente. La criatura extendió una mano hacia él, exigiendo algo.

~ El éxito exige sacrificios ~ dijo una voz en su cabeza ~ La fortuna verdadera no comprende de azar ni destino. Sólo aquel que esté dispuesto a entregarse a uno mismo en cuerpo y alma podrá ser juzgado. Uno de vosotros debe tomar mi mano, mortales, y elegiré su dádiva.

A su espalda, uno de esos portales aguardaba su respuesta. Parecía que hasta que no cumplieran con el rito que esa figura exigía, no se abriría el camino.

Hércules sintió como si su esencia desapareciera para volver a aparecer en un nuevo lugar. ¿Qué tipo de brujería es esta? Ni siquiera en la tierra de los muertos había experimentado algo así.

Miró alrededor y a lo lejos, pudo ver la isla de los tesoros. Quizás después de todo, aquella isla no tenía ninguna trampa, aunque también era probable que haber abierto un cofre hubiera supuesto su muerte. Fuera como fuere, ya estaban allí y era demasiado tarde como para descubrirlo.

Estuvieron andando por ese camino de pergaminos cuando una extraña figura apareció ante ellos. Hércules ya se había encontrado en otras ocasiones con figuras como aquella, por lo que su experiencia le hizo sospechar de su oferta.

- Puede que ese sacrificio del que habla sea nuestra propia vida. - Avisó a Chat Noir.

Luego se dirigió a aquella misteriosa criatura con total normalidad. Tras encontrarse con minotauros, demonios, perros de 3 cabezas, etc., Hércules ya estaba acostumbrado a tratar con aquellos seres.

- ¿Y qué pasa si decidimos no hacerlo?

https://youtu.be/TYeMNHU4udE

- Seguro, a eso debes saber que he venido. -

Dijo con el pensamiento a la figura reaccionando automaticamente  intuyendo que podia leer su pensamiento. Y se dirigió hacia ella para tomar su mano.

- No hay nada que temer. - Susurro finalmente a Hercules. Para luego tomar la mano de aquella figura.

La pregunta de Hércules quedó colgando en el vacío cuando no obtuvo ninguna respuesta. Sin embargo, su compañero de viaje decidió aventurarse y tomar la mano de aquella misteriosa y fantasmagórica criatura. En el momento en que sus dedos se tocaron, un frío intenso recorrió a Chat Noir. Cada fibra de su ser se inundó de una sensación de cosquilleo, y un murmullo constante le atronó. Parecía que alguien estuviera repasando cada rincón de su memoria y de su alma, apreciando cada detalle y cada gesto. 

Finalmente, el héroe fue liberado de aquella incómoda sensación y se vio de rodillas en el suelo, agotado y tembloroso.

~ Has hecho tu ofrenda ~ dijo la figura, y Hércules pudo escuchar sus palabras también en su cabeza. En la otra mano del fantasmal ser apareció el bastón de hierro forjado de Chat Noir, que se convirtió en cenizas y se volatilizó ~ El camino se abre para vosotros. ¿Continuaréis para enfrentaros a vuestro juicio?

Tan pronto como había aparecido, desapareció de su vista. El arco de piedra ahora mostraba la misma superficie pulida que en el pasado les había permitido avanzar por aquella senda. Sólo el silencio les acompañaba ahora, roto apenas por el eco de la pregunta que el espíritu les había hecho.

¿Continuaréis para enfrentaros a vuestro juicio?

- Esto es un problema. Crei que podria luchar con la criatura, no que me desarmaria. No puedo avanzar desarmado! -

Chat Noir hullo del lugar esperando fuera recuperar nuevamente su arma!

- Sigueme Hercules y veamos si todo vuelve a la normalidad fuera de aqui! Asi no podemos seguir! -

Exclamo a su compañero mientras se hiba.

- ¡Espera! - Exclamó Hércules mientras sujetaba de la muñeca a Chat Noir. - Entiendo que perder una de tus armas sea algo terrorífico para ti. ¡Pero piénsalo bien! - Clavó la mirada en su compañero y le soltó para poder hablar tranquilamente.

- Si salimos, quizás nunca recuperes tu bastón. Y aunque lo recuperaras, si volviéramos nos encontraríamos de nuevo con aquella criatura que exigía un sacrificio. Volveríamos otra vez a encontrarnos en esta situación. - Dejó unos segundos para que Chat pudiera reflexionarlo. - Y si lo piensas bien, dentro de lo que podíamos perder, tu bastón era quizás nuestra mejor opción.

- Si hubiéramos perdido mi espada, que es mi única arma, yo me hubiera vuelto inútil, ya que no tengo la capacidad de hacer magia y mi espada es mi única arma.

- Y si tú hubieras perdido tu tomo de viento, tendrías tu bastón, es cierto, pero ya no podrías hacer magia. Y tú eres el único de los 2 que puede convocar artes mágicas.

Hércules empuñó su espada en su mano derecha y continuó hablando.

- No estamos indefensos. Yo soy muy capaz físicamente y tú eres capaz de hacer magia. Podemos sobrevivir pero solo si permanecemos unidos. Si nos vamos y luego volvemos, nos encontraremos de nuevo en esta situación y además, este lugar se habrá hecho más poderoso. Es nuestra oportunidad de llegar hasta el final Chat Noir. Y esta vez, deberemos trabajar como un equipo para llegar hasta el final.

Le ofreció su mano para estrechársela.

- ¿Estás conmigo?

Chat Noir hullo del lugar esperando fuera recuperar nuevamente su arma!

El héroe se quedó a solas mientras su compañero abandonaba aquel tenebroso lugar. A lo lejos, el débil brillo que iluminaba todo parecía preguntarse qué haría a continuación, pues el interior del arco de piedra titilaba, expectante. ¿Atravesaría Hércules su superficie? ¿O abandonaría el lugar junto a su compañero?

Hércules observó decepcionado como su compañero, presa del pánico por haberse topado con aquella criatura, abandonaba aquel lugar. Recordó como estando en la posada, había pensado justamente en encontrar a un compañero que no le dejara solo, ante el primer encuentro con un peligro. Pero por otra parte, su acompañante era solo un adolescente, ¿cómo iba a culparle por ello? Probablemente nunca se hubiera topado ante una criatura como aquella, y había descubierto que esto no era un juego de niños.

Chat Noir tenía toda la vida por delante y Hércules tenía todo aquel extraño lugar por explorar. Así pues, Hércules atravesó el arco de piedra para continuar su viaje.

Hércules empezaba a acostumbrarse a la desagradable sensación de sentirse transportado a través de esos portales, así que cuando llegó a la siguiente isla que danzaba en medio de ese silencioso vacío sólo necesitó unos segundos para recomponerse. Ahora se encontraba en un lugar mucho más pequeño, pues parecía una suerte de encrucijada. En el centro del islote de piedra gris había tres de esos arcos, iguales a los otros que había usado anteriormente. La misma piedra gris, desgastada y antigua. Allí no había oro, guardianes ni escrituras. Sólo tres arcos, tres caminos que podrían enviarle a una irremediable muerte si no tenía cuidado.

En uno de los arcos brillaba una pirámide de cristal dorado en lo alto, incrustado sobre la piedra; en otro, una esfera plateada; en el tercero, un cubo de jade. Los tres parecían imposibles de separarse, pero parecían esperar a que un viajero los activara para continuar. Cuando el héroe acercaba sus dedos, zumbaban y crepitaban, lo que le dejó claro que en cuanto rozara su superficie, el portal se activaría.

Sólo sabría si habría acertado cuando atravesara el arco de piedra, así que debía elegir cuidadosamente, y probablemente las pruebas que ya había pasado le darían las pistas correctas.

Hércules volvió a sentir que su cuerpo era transportado de manera etérea, pero cada vez, parecía que su mente iba adaptándose a aquel proceso. Observó el nuevo lugar donde se encontraba y aquellos 3 portales. Esto parece una bifurcación de caminos.

Observó las figuras que habían arriba de aquellos arcos y se acercó para estudiar su efecto. Parece ser que funcionan de la misma manera que los otros.

Dado que no tenía prisa, el héroe se sentó en el suelo con las piernas cruzadas y pasó la mirada a través de cada una de aquellas figuras. La extraña figura dijo que el éxito no entendía de azar ni destino, así que debe de haber alguna razón en todo esto.

Observó las figuras e intentó recordar donde las había visto antes, pero no logró encontrar nada que se les pareciera. Tras estar pensando durante varios minutos y darle un quebradero de cabeza de tanto pensar, un pequeño detalle le hizo desconcertarse. En la primera isla, habían unas estatuas de jade. En el portal que daba a la segunda isla, aparecía un espejo plateado... ¿Y si quizás la clave de todo esto no esté en la figura, sino en el material?

De repente, le vino a la cabeza el comentario que había escuchado de uno de los pueblerinos de Velented.

Una brillante estrella ilumina todo, pero cuanto más te acercas, más te das cuenta que no es ningún astro, sino un rey sentado en su trono que observa todo tras su máscara dorada.

¡Debía de ser eso! La primera isla era la de jade, la segunda era la plateada y la tercera debía ser la dorada, donde aquel rey de los rumores debía estar esperándolo. Seguro de su decisión, Hércules se levantó y atravesó el arco de piedra con la figura de una pirámide de cristal dorado.

Ninguno de los portales parecía responder a no ser que Hércules tocara alguno de los cristales que reposaban sobre los arcos de piedra.

Hércules intentó cruzar el portal pero este no respondía. Entonces se fijó en la figura que había encima del arco y cayó en su despiste. ¡Claro, tengo que activarla! Tanto pensar en aquel enigma le hizo despistarse de aquel detalle tan evidente. Tocó la figura de la pirámide de cristal dorado y se dispuso a pasar por el portal.

Hércules empezaba a acostumbrarse a la desagradable sensación de sentirse transportado a través de esos portales, así que cuando llegó a la siguiente isla que danzaba en medio de ese silencioso vacío sólo necesitó unos segundos para recomponerse. Ahora se encontraba en un lugar mucho más pequeño, pues parecía una suerte de encrucijada. En el centro del islote de piedra gris había tres de esos arcos, iguales a los otros que había usado anteriormente. La misma piedra gris, desgastada y antigua. Allí no había oro, guardianes ni escrituras. Sólo tres arcos, tres caminos que podrían enviarle a una irremediable muerte si no tenía cuidado.

En uno de los arcos brillaba un prisma carmesí en lo alto, incrustado sobre la piedra; en otro, una esfera plateada; en el tercero, un cubo de jade. Los tres parecían imposibles de separarse, pero parecían esperar a que un viajero los activara para continuar. Cuando el héroe acercaba sus dedos, zumbaban y crepitaban, lo que le dejó claro que en cuanto rozara su superficie, el portal se activaría.

Sólo sabría si habría acertado cuando atravesara el arco de piedra, así que debía elegir cuidadosamente, y probablemente las pruebas que ya había pasado le darían las pistas correctas.

Una vez más, Hércules acabó en un lugar que le pareció familiar. ¿Acaso aquel portal le había conducido al mismo sitio? Pero cuando se acercó a ver las figuras, vio que una era diferente a las que se había encontrado antes: el prisma carmesí.

- ¡Otra vez esto no! - Suspiró.

Sin duda, Hércules destacaba más por su poderío físico, que por ser un gran estratega. Y aquella le estaba resultando una prueba mental exigente. ¿Sería acaso una especie de laberinto? ¿o quizás era el último portal que debía cruzar antes de salir de aquel extraño lugar? Fuera como fuera, Hércules volvió a sentarse para reflexionar.

Su primer pensamiento giró en torno a las figuras. Sabía que el espejo pertenecía a la segunda isla, ¿pero qué había del cubo? Quizás el cubo simulara la forma de los cofres y el jade se refiriera a las estatuas que allí habían. Si fuera así, la solución estaba clara: debía activar el prisma carmesí.

Pero entonces, otro pensamiento le asaltó repentinamente. El color carmesí es el color de la sangre. ¿Y si una vez más, lo importante es el color? En ese caso, la sangre carmesí podría significar la muerte. Pero pensándolo así, el color plata volvía a pertenecer a la segunda isla, y el jade a la primera.

De repente, la imagen de la criatura que se encontraron Chat Noir y él, le vino a la mente. ¿Y si quizás esa criatura sea el Rey de todo este lugar? Si fuera así, tendría sentido escoger el prisma carmesí.

Tras divagar durante un rato más, Hércules finalmente se levantó y se dirigió a los 3 arcos. Esta vez no lo tenía tan claro como antes, pero aquella opción le pareció la más lógica. El hijo de Zeus activó el prisma carmesí y se dispuso a pasar por el portal.