Partida Rol por web

Cuando pensaba que lo peor había pasado, que la extracción de la flecha había sido un éxito y Huraiva se terminaría por recuperar poco a poco, la joven nos abandona de estas maneras…así…sin apenas pronunciar un adiós, sin poder despedirse. Las lágrimas comienzan a resbalar por mis mejillas como torrentes de agua. Habíamos peleado como  jabatos para esto…¡no, no  y no!.

Se la ve ahora tan indefensa, tan pequeña…aferrándose a su colgante, imagino que a modo de esperanza en un último esfuerzo por vivir. En un momento de rabia se lo arranco del cuello, así de alguna forma ella siempre estará conmigo. -Te vengaremos, lo juro – digo sosteniendo el colgante en alto.

El sepelio transcurre entre oraciones de Kreontas y sollozos ahogados por el dolor, breve…pero tampoco estamos para extendernos en formalismos…tenemos demasiada prisa. ¡Lástima que haya tenido que ser enterrada en tierras enemigas!

La misión continúa…estamos ya saliendo de las zonas pantanosas…apenas hablamos…Tenemos muchos planes por trazar todavía, pero prefiero guardar un tiempo prudencial…ahora no hay demasiados ánimos.

La pelirroja sufrió por su compañera muerta.

Pero sufrió poco. En cuanto tuvo en su poder el medallón de Uinen de la haradan se le pasaron todos los males. O casi todos. Desde que le echara el ojo en la Taberna del Kraken Negro allá en Umbar, lo deseó. Y según Kreontas era un medallón de la suerte. Quizás por eso os había salido todo tan bien respecto a Huraiva, mas parecía que la voluntad de la joven haradan no era tan grande como su suerte. De seguro que Elhediel le daría mejor uso*.

Y ya iba siendo hora de especificar el siguiente paso: ¡El robo de la barca!

Después de alejarse bastante del sitio donde habían enterrado a la pobre Huraiva, el grupo paró a comer algo y reponer fuerzas de nuevo. Estaba siendo una jornada muy, pero que muy dura ...

-Nos acercaremos a Gaersûl y veremos como esta la cosa para hacernos con una barca, vamos a intentar llegar a nuestra cita en la jornada de hoy ...-

Sin demorarse demasiado, el capitán dió la orden de ponerse de nuevo en marcha, hacía poco que había pasado el medio día, aún les quedaban muchas horas por delante con todo lo que ya había ocurrido, tenían que remontar el río hasta Pelargir sin ser descubiertos.
El camino hasta el pueblo transcurrió sin más complicaciones, pero una vez llegados a las inmediaciones de este debían estar más alerta, desde una posición ventajosa*, observaron y midieron las posibilidades que tenían para hacer el robo.

Elenna avanza junto al grupo, con paso lento pero sin pausa. Paran durante un rato para descansar, en su cintura aun tenia las dos ultimas adquisiones que había obtenido de los soldados fallecidos-podríamos hacer estos dos patos silvestres…-informa a sus compañeros. Había sido una jornada dura para todos y necesitaban descansar.

Cubrís la distancia que separa las salinas de Ethir Anduin del pueblo de pescadores de Gaersûl sin el menor contratiempo. Ya habéis mejorado vuestro movimiento furtivo por estos terrenos. El viento ha ido rolando poco a poco y ahora os sopla por la espalda, lo que agradecéis sobremanera pues os vendrá muy bien a la hora de remontar el Anduin en barcaza, como es vuestro plan.

Buscáis un lugar discreto desde el que apostaros para observar y establecer una estrategia, descansar y comer algo. Encontráis unos matorrales que coronan una pequeña loma desde la que se puede observar cómodamente Gaersûl sin ser vistos. Y trazáis un plan. Elenna había visto una casa en las afueras del pueblo, con un Cair-ethir* amarrado a un muellecito de tablas, anexo a dicha casa. Suponéis que pertenecerá a la familia de pescadores que ahí mora.

Así, establecéis ese punto como base de operaciones, y practicáis diversos diversos acercamientos furtivos para reconocer la zona -para lo cual, las mozas de Cyryatan son extremadamente aptas-. Esas pequeñas incursiones os descubren que la familia consta de un pescador que vive con su rubicunda mujer y dos hijos. Por otra parte, notáis que el pueblo está muy poco poblado -o al menos parece bastante desierto; hay tierras de labranza que parecen abandonadas-. También suponéis que es consecuencia de los osados ataques de vuestros compatriotas corsarios -y por los bandidos que pueblan los marjales de Balimur- añade kreontas. Quizás echen la culpa a unos u a otros por la muerte de los soldados que habéis dejado para las bestias carroñeras.

Andamos cerca de la orilla del río, fértil y arbolada, hasta llegar a Gaersûl sin sufrir percance alguno Llevábamos demasiadas horas en pie y ya pasaba del mediodía, calculo que aproximadamente sería la hora de comer…así que buscamos un lugar donde descansar y comer. No muy lejos encontramos una pequeña loma rodeada de zarzales y maleza, sin duda un buen punto para observar sin ser vistos.

-cof ,cof – desgraciadamente tenía que pasarme, las vestimentas todavía medio húmedas y el viento soplando por la espalda…no podía ser de otra manera…noto la mucosidad, como un hilillo en forma de agua me cae por la nariz. Pero soy fuerte, un poco de reposo y con suerte no me va a más.

Cierro los ojos apesadumbrada, tengo tanta hambre que me comería yo solita los dos patos, pero mi angustia no es por eso,,,¿Cómo hacemos una hoguera para cocinarlos sin ser vistos?. Y por mucho hambre que tenga... Así lo manifiesto al resto del grupo, sería una locura hacer un fuego. ¡Deberemos conformarnos con lo que llevamos en los hatillos!. Saco un poco de  pan y requesón y lo raciono, debe aguantarme algunas tomas más…Bien comida y bien empachada de agua me desperezo y de un brinco me pongo en pie. Echo un vistazo, el pueblo no es muy grande. Si bien es cierto que se pueden divisar  hectáreas de terreno de labranza, no hay demasiadas casas, y la distancia de unas a otras las hace muy independientes.

-¡Ahora vengo! voy a pegar un vistazo rápido por las inmediaciones – digo mientras me alejo. Tan apenas recorro una distancia prudencial, la suficiente para observar más de cerca la situación sin arriesgarme a ser vista. -¡Uau!- resulta curioso, no se ven gentes por las calles pese a que estamos ya entrando en el mes de mayo y la buena temperatura debería ser un aliciente para salir de casa.

Me reúno con el resto antes de que empiecen a preocuparse - ¡Capitán! Por lo que he podido observar en este pueblo no habitan demasiadas familias, cosa que nos beneficia. Ahora lo que debemos hacer es buscar alguna barca, a poder ser lo más alejada posible..tal vez en alguna casa de las afueras…Y lo que no es menos importante, debemos calcular las horas de viaje que nos esperan para no llegar a Pelargir antes de que anochezca, sería un riesgo demasiado alto.

Caras sin afeitar, ojeras de insomnio, pieles grasientas todavía con rastros de barro y sangre gondoriana. Crispados por todo lo que había pasado, pero sin tiempo para pensar en ello. La que peor lo llevaba era Elhediel, siempre tan coqueta. No quería ni imaginarse que el capitán pudiera estar viéndola de esa guisa. Mas Cyryatan tenía la cabeza en otras cosas. Desde que atravesarais el Estrecho de Uinen apenas había podido conciliar el sueño: en un duermevela casi permanente, aterido de frío, preocupado por la responsabilidad de la misión y por sus frágiles compañeros de viaje. Y suerte que la dulce Elhediel había resultado ser más dura de lo que parecía. Al menos hasta ahora. Pero la muerte de Huraiva y ahora esa tos de la pelirroja le atormentaban. Sin olvidar la salud de Kreontas. Le atormentaba pensar que se pudiera estar aprovechando de ellos, que le seguían ciegamente. O simplemente les estuviera pidiendo demasiado, en detrimento de su salud.

Pero sobretodo estaba inquieto por unos insistentes sueños que habían jalonado todos esos duermevelas: ancestrales criaturas marinas de las profundidades abisales, ciclópeas y sangrientas batallas navales del pasado, e incluso demenciales visiones de Pelargir y Lond Ernil destruidas, anegadas inmisericordemente por un maelstrom. Mas otras veces era el propio Manawnûl el que se precipitaba al abismo del Belegaer... y lo que más le inquietaba: unas sibilinas grutas que siempre trababa de alcanzar y siempre sin éxito. Ora porque las piernas se le hundían en el terreno pese a ser roca, ora porque no podía avanzar a causa de una molesta y correosa gravedad que ejercía horizontalmente. En las pesadillas todo es posible. Desesperante y real sensación que siempre acababa por despertarlo entre sudores fríos. Mas Cyryatan nunca fue demasiado sensible a las supercherías, respetaba el mal fario y los signos agoreros, más por la tripulación que por el mismo, y no había dado importancia a esos sueños. Hasta esa tarde...

Finalmente, tumbado entre los matorrales de aquella loma, esperando la llegada de Elenna y Elhediel con información, quedas dormido. Y esta vez, más tranquilo y descansado lo consigues por fin. Consigues conciliar el sueño y alcanzar por fin esas malcaradas grutas que tanto se te resistían. Mas también compruebas que no son grutas, sino cuencas: las terroríficas cavidades de una gigantesca calavera... Y en ese momento despiertas con gran sobresalto: ¡Joder! ¡¿es que nunca ibas a poder conciliar el sueño?!

-¿Todo va bien capitán?-se interesa Kreontas, al que habías asustado con tu respingo. Hacía tiempo que el viejo astrólogo estaba preocupado por ti. Le parecías tan desmejorado... Hacía tiempo que no te veía así. Como si tus hombros soportaran algo enorme, mas invisible. Y por mucho que escrutara con sus ojos de hechicero no alcanzaba a ver qué podía ser; mas sí intuía un aura de ignominia. Hacía ya tiempo que lo sentía. Sobretodo desde que tomarais tierra en las costas de Lebennin.
 

Otra vez esas maditas pesadillas, al principio no les había dado ninguna importancia, pero cada vez eran peores y más insistentes. Había estado en multitud de situaciones al límite pero aquella misión tenía algo diferente, no sabía porque, todo se estaba tornando más negro que de costumbre y nuevos sentimientos y pensamientos abordaban su mente y su cuerpo a medida que avanzaban. Quizás fuese que se había involucrado de manera más fuerte con su tripulación que hasta el momento, la muerte de alguién como Huraiva, que no se lo merecía; la enfermedad de Kreontas, un amigo al que poco a poco se le apagaba la llama; el cariño que a lo largo de los años había llegado a sentir por Elenna; y en esos momentos lo ocurrido con Elhediel. No era muy diferente a otras épocas de su vida, pero no se sentía igual, esa era la verdad ...

-Si, claro Kreontas- dijo quitandole hierro al asunto mientras se levantaba de su accidentado sueño y sabiendo que el viejo notaba perfectamente su malestar.

En eso llegó Elhediel, que había dado una vuelta por los alrededores y planteaba que no iba ser demasiado dificil robar una barca, ya que no se veía demasiada gente en la aldea.

-Vamos allá, intentaremos acercarnos sin ser vistos y hacerlo rápido, una vez estemos subidos a alguna, dudo que unos simples pescadores pongan mucha resistencia, de lo contrario yo les explicaré que es mejor que cooperen ...-

La duda y el titubeo eran el mejor aliado de los pusilánimes. Cyryatan no era el más experimentado, ni el más valiente, ni el mejor, por supuesto, mas su audacia lo había puesto al borde del abismo varias veces sin permitir nunca que cayera en él. Y si alguna fama podía tener el capitán Cyryatan entre la camarilla de Umbar era por ser hombre audaz. Así que, recogiendo todos sus enseres instó al grupo a correr hacia la barca. De prisa. Y sin mirar atrás.

Así, dejáis la loma y corréis hacia el muellecito de tablas sin mirar atrás. La lancha del pescador se mecía al viento. Y sin más demora os subís al bote.

 Destrincáis la entena y tiráis de la ostaga para levantar aquélla después de tomarle rizos al tercerol de la lona. Se despliega ésta en dirección al viento con un crujido, haciendo escorar la embarcación hacia el lado del caño.

Libre de amarras, impulsada por el viento y con la vela henchida por el lado bueno, la embarcación se aparta del muelle, derivando primero despacio y luego con inquietante rapidez. A popa, gobernando la barra del timón para mantenerse en la parte honda del cauce -varar sería la perdición de todos- Cyryatan calcula la forma en que debe tomar el recodo en la embocadura con el caño grande, buscando siempre el agua profunda. Kreontas se ocupa de las escotas de las vela mientras Elhediel, a proa, orienta la maniobra.

Elenna, todavía dolorida por la pelea se recuesta donde menos pueda molestar, también ella tenía derecho a conciliar un poco el sueño. Cyryatan no pudo evitar fijarse en su contorneados muslos. Bien servidos de materia y duros cual cepa de vid. La verdad es que Elenna estaba sumamente sensual en esa pose. La herida, cercana a su pecho, tintaba levemente de color carmesí el lienzo que le pusiera Kreontas. Pronto dsvió su atención hacia Elhediel, inocentemente postrada desenredando enseres de pesca para tirarlos por la borda. Tampoco pudo evitar contemplar durante un rato las nalgas de la corsaria. La verdad es que era un hombre afortunado. Pese a la muerte de Huraiva y esos agoreros sueños...

Elenna había estado muy astuta, no se como se las ingenia siempre para andar husmeando sin que la descubran, y la  embarcación que halló fue la guinda de una racha perfecta.

Discretamente vamos entrando a la barca, no es gran cosa pero es justo lo que necesitamos. Mirando hacia todos los lados para evitar sorpresas y observando que parece no existir riesgo de ser avistados, soltamos amarras poco a poco, lo más silenciosamente posible. Impulsada por el viento y con la vela desplegada en la dirección del viento  la embarcación se aleja del muelle.

El Capitán, ayudándose del peso de su cuerpo, mete la caña a una banda y hace que la lancha se dirija corriente arriba.Aprovechando que el viento sopla directamente desde atrás, orientamos las velas en ángulo recto al eje longitudinal,  Navegando ahora  con el viento en popa.

Mientras desenredo las redes observo como Cyryatán no aparta los ojos de Elenna. Sé que entre ellos ha habido algo, pero nunca me he atrevido a preguntar…será que todavía la desea…enfurruñada me doy la vuelta, no quiero que nadie vea como dos lágrimas furtivas resbalan por mi mejilla. Cuando por fin consigo desenredar las malditas redes y amontonados todos los aparatejos de pesca que logro encontrar los echo por la borda, no queremos peso inútil…aunque ahora mismo otra cosa es lo que tiraría por la borda.

Viento y vaciante coinciden al fin, y la embarcación se desliza rápida pese a ir contra corriente, a orza larga, con el viento de popa y la entena casi horizontal. Kreontas observa el paisaje llano y los caballones bajos de las orillas. Sabe que hay un puesto avanzado gondoriano en el lado de estribor. No queda más que esperar que la turbiedad del hardûnsûl* los confunda con pescadores normales.

Durante todo el trayecto sopla un viento favorable y no es necesario utilizar los remos.