Partida Rol por web

Los brujos se despidieron de Ernestus en el portón de Percha de Cuervo y se dirigieron con pasos trnquilos hasta  la casa de la última de las víctimas del "diablo" que como suele ser habitual entre la plebe había sido objeto de múltiples especulaciones fruto del imaginario popular. Aquello no era infrecuente, muy a menudo la plebe apodaba de diferentes y variopintas formas aquellos monstruos que habían acechado a su gente y cuya forma aún no había nadie visto realmente, desde dragones hasta gigantes pasando por intervenciones divinas punitivas y multitud de leyendas hace años olvidadas son revividas para dar explicacion a las muertes producidas, más que probablemente, por un monstruo feo, ordinario y cuya existencia es más frecuente de lo que la gente cree.

Llegados hasta la casa, otra de aquellas pobres cabañas construidas con madera y paja, Aldous picó dos veces a la puerta y momentos después apareció una mujer madura de aspecto estropeado y el rostro inequívoco de haber derramado lágrimas durante horas.

Cuando la mujer les abrió la puerta, Aldous habló imprimiéndole un tono dulce a su voz.

Aquella mujer había estado sufriendo en gran medida y debían actuar con tiento: - Salud, buena señora. Mi nombre es Aldous, y él es Janos. Estamos aquí para acabar con la amenaza que os está hostigando desde hace un tiempo.
Tenemos entendido que el infortunio se ha cebado con esta digna casa. Por eso, yo apelo a su amabilidad y le ruego que nos permita ver el cuerpo.

Aldous comprendió que lo que le estaba pidiendo podía ser harto complicado para ella, que tan afligida estaba.
Con todo, se vio en la obligación de insistir: - Por favor, disculpe mi inapropiada petición, pero le aseguro que si logramos averiguar cómo actúa esa bestia, podremos darle caza y vengaremos la muerte de todos aquellos que han sucumbido ante su vileza.

La apesadumbrada mujer mostró gestos inequívocos de que no iba a permitir que dos brujos mutantes entraran en su morada y mancillaran el cuerpo del que debía ser su joven hijo. Como era habitual para los brujos, si hubiese sido otro profesional como un médico o un sacerdote el que quisiera examinar el cuerpo, esta no habría puesto impedimientos, pero no, eran dos mutantes sucios y malolientes los que se habían plantado en pleno velatorio en su casa pidiendo examinar el cuerpo. La ignorancia de la plebe por entender el trabajo brujeril era uno de los elementos que hacían de la profesión algo difícil.

Examinar las heridas del cuerpo eran de vital importancia para la investigación, pero los brujos no podían rendirse solo por una madre afligida. Deberían buscar más opciones, tal vez buscar a alguien que sea capaz de convencerla o si es necesario insistirle con algún otro método persuasivo en aquel mismo lugar.

Cuando la mujer negó con el rostro contrariado a su maestro, la bilis incandescente y amarga refluyó por el esófago del joven brujo. Intentó mantenerse callado y al margen como en multitud de ocasiones, pero aquella vez, el cansancio y el hambre afloraron lo peor del pobre Janos.

- ¡¡Si desea que ayudemos a la gente de aquí, debería dejar hacernos nuestro trabajo, vieja ignorante!!- Estalló descontrolado el espigado y robusto muchacho. Estaba física y mentalmente agotado, había visto a una chica morir por su torpeza y no podía soportar como esa mujer se inhibía oponiéndose a lo que tenían que hacer.

- ¡¿Tiene más familia?!... Tal vez la próxima vez sea otro hijo suyo o quizás su marido... ¡¡Aunque la que verdaderamente merece morir es vuestra merced por su profana e infinita estupidez!!- Y tras sus palabras, el zagal miró a su maestro sin mostrar un ápice de arrepentimiento y salió de aquella casa. En esos momentos quería incinerar los cimientos hasta que no quedara nada.

Ya en el exterior, cogió un pedrusco y lo lanzó con mala saña a un perro vagabundo que lo miraba sin saber muy bien que sucedía. Cuando el chucho vio venir el canto rodado, salió corriendo como una flecha, dejando atrás el sonoro golpe de la piedra contra una estructura de madera.

¡¡MIERDA PUTA!!- exclamó para aliviar tensión.

Tras la sutil y diplomática presentación de Aldous con aquella afligida mujer el veterano brujo se disponía a seguir insistiendo en la misma línea dada la importancia de examinar el cuerpo sin embargo de forma totalmente imprevista el joven brujo Janos pareció perder los nervios y explotó de forma agresiva dirigiéndose en términos poco agradables a la mujer hasta el punto que le deseó la muerte. La mujer arrancó a llorar de forma inmediata apoyándose con dificultad en el marco de la puerta de su morada y varios de los aldeanos que pasaban cerca de ahí ahogaron un grito de sorpresa y miedo al ver al brujo en tal estado de agresividad y se dieron prisa para marchar de aquella calle, no fuera caso que la próxima piedra fuera dirigida hacía ellos.

¿Qué le había ocurrido a Janos? Estaba claro que aquella región era bastante hostil hacia la presencia de los brujos, aunque claro está, Velen parecía generalmente hostil hasta hacía sus propios habitantes. Los brujos no lo estaban teniendo fácil para investigar el contrato de las cosechas de sangre sin embargo no había sido prudente mostrar tamaña agresividad y perder los nervios por una aldeana supersticiosa e ignorante, al fin y al cabo y aunque los brujos carecían de la empatía necesaria tampoco era descabellado que aquella madre dolida tratara de proteger los restos de su difunto hijo de dos cazadores de monstruos mutantes sobre los que tanta rumores macabros existen. Aldous no tenía ninguna duda que tendría trabajo que hacer con el inexperto Janos, una reacción así en según que entornos podrías costarles la vida.

Para sorpresa de ambos la afligida madre habló entre ligeros sollozos. - Puedes ver el cuerpo pero no toques a mi querido Taller... por favor...  - dijo temerosa al diplomático Aldous, como si aún no acabará de estar convencida de permitir el paso a los brujos, y luego miro con auténtico pavor a Janos, como si temiera que le lanzará algún horrible conjuro que la convirtiera en un ghoul.

Janos había demostrado que, en ocasiones, un puñetazo es más efectivo que una caricia.

Cuando su aprendiz comenzó a hablar, estallando de furia, Aldous lo miró, sorprendido.
No obstante, al ver que había logrado aquello de lo que él no había sido capaz, decidió no hacer ningún comentario al respecto, puesto que, al fin y al cabo, lo que querían era ganarse el acceso al cadáver.

- Descuide, el cuerpo no será mancillado, si es a lo que se refiere. - dijo con dureza, apartada ya toda sutileza.

Vio con el rabillo del ojo a la multitud congregada por el espectáculo que estaban dando y torció el gesto, un tanto molesto por cómo se estaban desarrollando los acontecimientos.

Le hizo un gesto a Janos para que se aproximase y entraron en la choza.

Janos contempló a la multitud que poco a poco se congregaba para señalarlo y hacer comentarios sobre él. Estuvo a punto de encararse con ellos, pero sabía que eso no era una buena idea y pondría en peligro a su maestro también. El muchacho miró a los que allí se reunían. Estaban frente a él, cuchicheando como si estuvieran ante un Gallotriz. Los que allí se permitían el lujo de opinar sobre él, desconocían que había nacido sin padres, que había malvivido en las calles de Trotogor como un capa raída hasta que fuera salvado por aquel brujo que era su mentor. La gente lo veía como un mutante, pero él no había podido decidir el curso de su vida. Los acontecimientos los impulsaron a ganarse la vida cazando monstruos... 

Escuchó como Aldous lo llamaba. Dejó sus elucubraciones y acudió. Quería pedir perdón por perder el control, pero a veces la juventud le gastaba esas malas pasadas. Pasó juntó al brujo veterano casi sin mirarlo, en una mezcla de vergüenza y malhumor y se dirigió allá donde reposara el malogrado Taller.

Los dos brujos entraron en la choza de la última de las víctimas del supuesto monstruo al que trataban de dar caza. El interior no era más de lo que iban a esperar, escaso mobiliario rústico, camas hechas con plumas y sabanas a ras de suelo y apenas una pequeña lumbre para cocinar. En el fondo de la choza reposaba un cadáver semidesnudo de un joven delgaducho con la tez pálida.

Cuando los brujos se acercaron pudieron ver varias marcas de heridas profundas en el cuello del joven Taller, sin embargo deberían examinarlas mejor si querían conocer su naturaleza. 

- El sepelio será mañana... - pronunció la afligida madre desde detrás secándose con un pañuelo las lágrimas. -El diablo es un castigo de los dioses por nuestros pecados.. y se ha llevado a mi pobre Taller... le dije que debía dejar la bebida... - 

- No, esto no es ningún castigo divino, señora. Le aseguro que lo que ha hecho esto puede sangrar y, por lo tanto, morir.

Aldous se arrodilló junto al cuerpo y trató de examinar con mayor detenimiento las múltiples heridas que jalonaban el cuerpo del difunto Taller, buscando en su memoria signos similares de ataques de bestias con las que se hubiese topado a lo largo de su vida.

Janos fue internándose en la casa poco a poco. El lugar era humilde, en consonancia con la pobre mujer. Cuando vio el cuerpo sin vida del chaval -sólo un poco más joven que él- el alma se le cayó al suelo. Ahora se arrepentía de las palabras espetadas con furia...

Su mentor comentó que aquello no era seguramente la obra de un demonio y él, estaba de acuerdo con su templado mentor. Dio unos pasos para aproximarse al finado. Tenían trabajo y poco tiempo. Al día siguiente, los restos de Taller serían consagrados a los dioses...

El espigado brujo dio unos pasos y entonces lo vio...

- ¡¡Maestro!!...- llamó el joven brujo a Aldous para que observara la herida incisocontusa que tenía cerca de una gran arteria del cuello. - Ésta es la herida mortal.- indicó Janos mientras inspeccionaba las zonas próxima de la piel. - La causa de la muerte debió ser la hemorragia masiva que colapsó el corazón del muchacho...- seguía exponiendo su hipótesis diagnóstica -  ... pues en le tegumento subcutáneo no se muestran pigmentaciones vasculares que indique una incipiente inoculación de tóxicos de contacto... ¡¿No creéis?!- buscó la afirmación de su mentor.

Luego hay otro detalle que resulta curioso...- introdujo cambiando de tema aunque intentando discernir la naturaleza del atacante de Taller - ... La criatura atacante sólo necesitó un ataque certero. No hay escoriaciones, arañazos, hematomas ni marcas de mordisco que nos indiquen que el zagal intentara defenderse.- 

Eso sólo podía significar dos cosas. La primera es que Taller fuera asaltado por sorpresa y no tuviera tiempo para reaccionar. La segunda es que su voluntad fuera quebrada y no pudieran evitar que la criatura lo asesinara y desangrara.

- Bien visto, Janos. Fíjate en estas marcas... seguramente se trate de una garra con cinco dedos.
Aldous iba señalando con el dedo las marcas que habían lacerado la piel.

Ciertamente, estaba muy complacido y orgulloso por el análisis tan exhaustivo que su pupilo había hecho sobre las causas del fallecimiento de Taller.

El brujo chasqueó la lengua: - Si el chaval no se defendió... mala cosa. O nuestra presa es extremadamente rápida, o tiene poder para cautivar a sus víctimas.
Se levantó y continuó pensando en voz alta: - Bueno, ahora deberíamos meditar sobre qué clase de monstruo vamos a encontrar y cómo hacerle frente.

Se giró hacia la madre del finado y le preguntó: - ¿Por casualidad sabe si ha habido algún superviviente o testigo? ¿O quizá alguna otra família que pueda darnos más detalles?

El posadero ya le había respondido negativamente a esa misma pregunta, pero dado que en ese pueblo todo el mundo parecía saber más de lo que decía, quiso tantear también a esta mujer.

La afligida madre titubeó durante unos instantes antes de responder a los brujos de la escuela del oso. - El viejo Larken dijo haber visto al diablo de los campos pero esta completamente loco desde que su hija murió ahogada en un cenagal. Hace un dos años dijo haber visto la cacería salvaje y el año pasado un vampiro rondando nuestras casas... suele frecuentar la taberna, pero está loco, seguro se lo ha inventado.  - dijo la afligida madre manteniendo la distancia respecto a los dos cazadores de monstruos, mostrando un recelo evidente. - Dejadme ya por favor... quiero pasar las últimas horas con mi Taller. - suplicó llorosa la mujer. 

Miró a su maestro en espera de que diera la orden de marchar a buscar a ese tal Larken. A la locura que la llorosa madre comentaba, había que unir los efectos devastadores que el alcohol podían estar causando en aquel pobre desgraciado.

- ¿Vamos a buscarlo maestro?- se decidió a sugerir. Allí no había mucho más que averiguar. Tal vez ese hombre fuera capaz de dar ciertos rasgos que pusiera a los dos brujos en la pista de lo que realmente acechaba en los fangosos y apestosos pantanos de aquella condenada región.

- Sí, vámonos.
- Señora, la dejamos tranquila. Gracias por su colaboración.

Aldous se dispuso a salir hacia la taberna. Con un poco de suerte, lo encontrarían allí y podrían averiguar algo más sobre todo aquel maldito asunto.

Los brujos salieron de la casa del fallecido Taller y apenas sus botas pisaron la húmeda tierra de las calles de Percha del Cuervo la puerta se cerró con un ligero portazo. Ambos estaban cansados, desde que habían llegado a aquella aldea veleriana capital del feudo del conde Vserad se habían puesto manos a la obra con el contrato de las cosechas de sangre dirigiendose de un lado y a otro sus pesquisas. 

El resultado era satisfactorio, pues habían podido examinar el cuerpo de una de las víctimas y ello facilitaba mucho la tarea de identificar al tipo de monstruo al que debian enfrentarse. No obstante aquello era insuficiente para poner en marcha la caza y albergaban la esperanza que el único testigo de las matanzas pudiera arrojar algo de luz, a pesar de que ya habían sido advertidos sobre su locura.

Los brujos encaminaron sus pasos de nuevo hasta "El Caballero del Pantano" y entraron. Empezaba a oscurecer y la mayoría de los jornaleros habían vuelto ya a la aldea para reunirse en la taberna local para disfrutar de un rato de distención. El local ehora estaba mucho más lleno que cuando Aldous y Janos lo visitaron por primera vez. Debían localizar a Larken el Loco, que si estaban en lo cierto, debería encontrarse allí dentro. 

El dúo entró en la taberna. A estas horas, el número de parroquianos había aumentado considerablemente.
Aldous se aproximó a la barra y buscó con la mirada a Julios.
Al divisarlo, le saludó con un gesto de la mano.
- ¿Qué hay? Oye, estamos buscando a un tipo llamado Larken, apodado "el loco". ¿Está aquí?