Partida Rol por web

Kotk-am-Toatl juzgó con la mirada a sus hermanos según llegaban y se presentaban, una sonrisa no pudo evitar aparecer cuando Ziltath se presentó como diosa de la verdad y los secretos, y frunció el entrecejo cuando mencionó otros nombres que no conocía hasta ese momento. 

Un instante después apareció otro de sus hermanos, un ser tan brillante como las mismas estrellas, que traía consigo el orden a todo, eso le gustaba, pero también era algo que le impelía cierta desazón, como si supiera todas las cosas que podían llegar a hacerse mal en nombre del Orden.

Pero el que más le confundió fue Eon, un ser sin forma, al contrario que todos los demás, no era nada "físico" pero era todo y más que ellos. Con su llegada, Kotk-am-Toatl comenzó a recibir respuestas a muchas de las preguntas que se había estado haciendo, como si surgieran de su mismo interior, pero hubieran necesitado el empuje de uno de sus hermanos. Cuando mencionó el nombre del lugar, empezó a cobrar sentido, pero también se percató de que todo comenzaba a reformarse de nuevo, ¿sería la presencia de Nith-Rah? ¿El poder del nombre pronunciado por Eon? No, todo le condució a que era la presencia de todos allí lo que hacía que volviera a cobrar vida ese lugar.

Tras un momento abstraído, optó por presentarse, aunque seguro que ya sabían todos su nombre- Yo soy Kotk-am-Toatl y soy el Juez Absoluto, mi cometido es que la justicia reine en absoluto y para todos -fue una presentación breve, pero tampoco tenía que decir muchas palabras para ser como sus hermanos, esbozó una sonrisa y miró a Nith-Rah- Si solo deseáis la paz y la prosperidad, tendréis a un juez absoluto de vuestro lado, pero recordar que busco la justicia en todo momento -era un termino algo ambiguo, ¿que era la justicia para cada uno? Él parecía tener la respuesta, y seguro que muchos de sus hermanos también.

Tal y como lo vió en su nacimiento. Alli estaban todos menos dos. Observo al resto de sus hermanos escuchando sus palabras, ninguno dijo nada interesante para sus oidos. Excepto Nith-Rah, el cual le hizo levantar una ceja Hacer declaraciones de un futuro tan afirmativamente hacia que el tiempo se estremeciera y aquelló no le gustaba - disculpad, aunque no necesitamos presentaciones hare lo propio de seres temporales como vosotros, soy Sharashiel, dueña del tiempo- una masa informe y caotica se formo a su lado, creada del mismo tejido que los sueños y la entropia, el tiempo tomaba forma ante la diosa como una mascota ante su amo. No hablo de sus ideales ni de sus objetivos tan solo se limito a escuchar.

Paso su brillante mirada por los otros dos hermanos recien llegados y se paro en lo que se conocia como Eon- Las puertas aun no se abriran, aunque podria plegar el tiempo y entrar los siete ya, debemos ser pacientes...-

Tras escuchar a cada uno de los dioses presentes Ziltath meditó sobre lo que había escuchado. Sharashiel, es mi deber corregirte, ningún dios se ve sometido al tiempo, al igual que este lugar, el hogar de los dioses, tampoco lo está, tampoco el poder de Kotk-am-Toatl funcionará sobre nosotros aquí, ni siquiera el mío os influenciará.

-bravo hermana...- dijo con tono neutro- pero permiteme que te explique que es el tiempo, antes no existias ahora si, y en un futuro puede que dejes de existir, cada una de nuestras facetas puede afectar a otros en mayor o menor medida, pero somos parte unos de otros y todos del mismo - dicho esto no intercambio mas palabras con la "verdad"

Ruth - adum se nutria de los dioses, eso era algo que cualquiera podria haber visto, y tan solo faltaban dos llaves mas por entrar en aquel cerrojo y poder disfrutar a pleno rendimiento de el hogar del cosmos.

En el momento exacto en el que el ser recibió su nombre, todo cobró sentido para él. Dos grandes secretos le habían sido revelados, como dos grandes ojos que le mostraban tanto lo que existe como lo que puede existir y le acercaban incluso a lo que debería haber existido. El ser había sido elaborado con infinito cuidado; era un ser íntegro y completo en el que mente y cuerpo eran una misma cosa, una máquina perfecta de vivir y crear en sintonía con su naturaleza.

Pero el ser tuvo una idea: una idea tan absurda que no debería haber podido tenerla... de haber llegado esta idea a la mente de un mortal, este habría podido protegerse con el olvido, con la locura o, si todo lo demás fallaba, con la muerte... pero el ser no era un mortal sino un dios, y poseía una inteligencia tan poderosa que no pudo evitar entender.

La idea era un error: un error estúpido que el Cosmos había desechado largo tiempo atrás y encerrado en la prisión del olvido más absoluto. La idea era un pensamiento tan ridículo que ni siquiera un dios podría haberlo pensado si no fuera por la más pura casualidad... la idea era yo.

Recuerdo cómo el ser arrancó su propio nombre de cada átomo y de cada pensamiento del universo con tan solo tacharlo de su corazón. Nunca supe por qué lo hizo.

Tal vez yo era un veneno para él, o le hice dudar -tal vez ambas cosas sean la misma-, tal vez él, fiel hasta el final a su misión en la creación, buscó contener mi propagación.

Fuera lo que fuera, fue inútil.

Con su nombre se perdieron sus dos secretos, y con ellos el sentido de su existencia. Detrás de él solo dejó una huella: un vacío en los recuerdos del mundo que había de ser llenado. Supongo que su esencia divina debería haberse disipado en el Cosmos, pero en su lugar se aferró al más pobre sustituto de un nombre que pudo haber encontrado... ese era yo.

Así fue como el residuo agonizante de un dios sin nombre me obligó a existir, y así fue como me vi atrapado en la trampa inmortal en la que su cuerpo se había convertido, condenado a reinar sobre el vacío del que provengo y la suerte que me sacó de él.

Una vez mas la realidad cambio, y a ese extraño punto de reunión acudieron los dioses restantes. Al igual que sus hermanos Atharon y L O V O, aparecieron.

Aparte de a sus hermanos, observaron que ante ellos se alzaba una enorme ciudadela de apariencia abandonada. Nuevos pensamientos aparecieron en sus mentes. Ruth-adum. Padre. El hogar de Padre. Mi hogar.

Ahora el pateón al completo se encontraba en los jardines, también descuidados de la fortaleza, y esta vez si, Ruth-adum comenzó a recuperar un brillo digno de lo que se esperaba del hogar de los dioses.

El Hogar continuo ganando poder, sus jardines vibraron y se llenaron de hermosas formas, y las paredes brillaron hasta que alcanzaron el mismo brillo que poseía esa puerta que había permanecido cerrada, hasta ahora.

Lentamente la puerta se abrió, era una puerta que se abría hacia atrás y hacia delante, hacía arriba y hacia abajo y en cualquier otra dirección y sentido. Era una puerta que significaba Bienvenidos y así lo entendisteis. En el umbral de la puerta había una pequeña figura. No en tamaño, si no en esencia.

No la reconocíais como un ente, como erais vosotros, la entendíais como una parte mas del lugar, y si vosotros lo entendíais así, eso es lo que era sin la menor duda.

-Ruth-adum está listo, sois libres de seguidme, soy Loof.

Loof dio la vuelta y hecho a caminar por un extenso pasillo, con infinidad de puertas. Cada puerta podía estar llena de infinidad de salas, y cada sala repleta con cualquier cosa imaginable. Lo único inamovible era el final del pasillo.
El pasillo terminaba en un salón enorme, con grandes ventanales y balcones; preciosas cortinas de seda adornaban el lugar y lo que capto su interés fue una enorme mesa circular y a la misma distancia unos de otros 7 tronos alrededor. Cada uno para uno de ellos y era mas que evidente cual era el de cada uno.

Una sensación de paz lleno la esencia de los dioses, habían hecho lo correcto al ir allí, pero ¿todo ello no despertaba mas incógnitas?

Nith-Rah no perdió tiempo, tras presentarse y saludar a los recién llegados, el ente de luz camino tras el pequeño fragmento de esencia que era Loof, deseoso de conocer todo cuanto Ruth-Adum podría ofrecerle.

Mientras caminaba por el largo corredor, observando maravillado su nuevo hogar, meditaba sobre sus hermanos.

Esperaba que fueran iguales a él, o que fueran todo lo contrario, mas se encontró que no eran ni lo uno ni lo otro por entero. No estaba seguro de si llegaría a congeniar con todos, tal y como desearía, sobretodo contando con aquellos que parecían manejar el caos como un juguete.

El ente de luz y orden  pasó el marco de la puerta, tras la cual se mostraba la gran sala donde los conducía Loof. Le gustaba, las amplios ventanales permitían ver las distantes estrellas y galaxias, como faros en la  inmensa oscuridad.

Capto su atención también uno de los tronos, uno alto, de bordes rectos y formas geométricas, hecho de puro diamante transparente. Y sobre el trono una esfera de luz blanca, como una diminuta estrella que se hubiese perdido en aquel gran salón y hubiese decidido asentarse sobre el asiento de diamante.

Nith-Rah se coloco ante su trono y espero a que todos los demás llegaran antes de tomar asiento.

La translúcida figura de Eon parecía no estar interesado en el renovado fulgor de Ruth-adum ni en los hermanos que se habían unido a ellos. Toda su atención se centraba en Loof, y la observaba con suma atención, como si fuera la primera vez que veía una criatura parecida. Aunque como el tiempo todavía era joven, y Sharashiel todavía no había decidido nada para cambiarlo, se podía decir que sí era la primera vez que veía una criatura, no parte del Panteón, pero parte de la esencia de Padre también, como lo era el hogar que les acogería de ahora en adelante.

Cuando su atención se hubo saciado, y su hambre paliado, Eon alzó la cabeza y observó la sala en que se encontraba. Nith-Rah ya había tomado asiento, y él hizo lo propio en un hueco vacío en otro lado de la mesa. Mientras se acercaba a él, líneas de luz y energía dieron forma lentamente a un asiento sencillo, que se adaptaba a su figura incorpórea. Los bordes eran difusos, y toda la estructura parpadeaba cada cierto tiempo, como si adaptara su esencia a las necesidades de su nuevo señor.

Sharashiel se adentro en la morada del cosmos, en altura ademas de en esencia era bastante mas alta que Loof, se situó a su lado y la miro algo inexpresiva- saludos Loof, encantada de volver a verte por vez primera- y espero a que esta caminase para seguirla. Mientras tanto el tiempo se separo y parte de el fue a situarse en una de las paredes del pasillo, adoptando la forma de una puerta. Una puerta al mañana, o quizas mas bien al pasado.

Observó el infinito pasillo con detenimiento, tan solo era un pasillo con el tamaño que debia tener y las cosas que debia contener. Pero al llegar al gran salón descubrio por fin que le llamaba, no habia sido Ruth-Adum, ni sus hermanos, habia sido aquel trono de arena  adornado con bordes de plata y finas filigranas de oro. Brillante con luz propia. Las partes blandas de este eran de Maná. Pasó la mano por este y luego volvió a mirar a Loof- en todas las posibilidades no apareces, y en algunas no tienes función alguna. Dime ¿de que linea debó fiarme mas...?

La puerta de Ruth-adum se abrió para nosotros. Los hijos de padre, aquellos con el poder de crear, todos reunidos en el origen. - El juego comienza - fue un susurro, o tal vez un pensamiento poderoso que llego a mi consciencia, no lo tenía claro, pero una sensación extraña me invadía, una fuerza renovada y un deseo de creciente de crear. En un pensamiento estaba junto a aquel ente, aquella figura que parecía pertenecer a la casa. Avancé detrás hasta alcanzar el salón, mientras observaba las luces que se reflejaban en los muros.

Mis hermanos avanzaron también, cada uno a su modo, hacia el final del pasillo. No sabía que esperar de ellos, no los había visto jamás, y a la vez era como si los conociera desde antes del tiempo. Cada uno se mostraba de la forma que representaba sus pensamientos, pues eramos entes de pura consciencia, de puro poder. Todos teníamos los rasgos que nuestras características y poderes parecían otorgarnos, cada uno con una imagen propia. Así eran los tronos que se observaban en la gran sala. Una sala donde se veía todo el cosmos a través de sus ventanas, una sala donde los tronos rodeaban una enorme mesa circular, con curiosas inscripciones en la misma, que parecían reflejar el mismo universo.

En un instante reconocí mi asiento, pues tan únicos como eran nuestras mentes y cuerpos, eran nuestros lugares designados. Así, un trono se alzaba para mi. Con base de piedra sobre la que se asentaba un árbol que se abría a ambos lados, dejando un espacio en el centro para darme cabida. La roca ascendía tras el árbol, el cual formaba unos reposabrazos al enroscarse en torno a la roca, y después ascendía y desplegaba sus hojas sobre la alta roca cortada que formaba el respaldo, con un dragón tallado en la parte superior, con sus alas desplegadas. En la roca, desde el respaldo hacia los brazos del trono descendían unas tallas de cientos de figuras, parecidas y diferentes a su vez, seres que parecían moverse, fieros, mansos, grandes, pequeños. Parecía que fueran a aparecer en cualquier momento, y a la vez parecían cambiar constantemente.

En un instante, un parpadeo a penas, estaba sentado en mi trono. Tan solo un pensamiento me había llevado allí. Sentía que aquel era el lugar al que pertenecía, pero a la vez me sentía lleno de energías y creatividad, dispuesto a dar vida a aquellas imágenes, a todo lo que apareciera en mi mente, para que pudieran observar las maravillas del mundo, para que se desarrollaran y crecieran fuertes. Extendí mis alas y descansé mis brazos sobre las ramas del árbol. - Saludos, hermanos. - Pronuncié, o tal vez no, tan solo traté de transmitirles mi pensamiento, un sentimiento de alegría por encontrar finalmente otros como yo.

Obediente Loof se dispuso a contestar a la pregunta que Sharashiel le había pronunciado.

-Sin duda debes fiarte de las que aparezco y tengo función. Ruth-adum, se amolda a vuestra voluntad y necesidades. Yo no soy mas que la voz del lugar, una manifestación corpórea creada por vuestros subconscientes. Mi aspecto es tan valido como cualquier otro, al igual que mi nombre podría ser cualquier otro. Pudo ser una guía, un acompañante o simple decoración. Pero debo estar donde se me precise.

{música}

Un torpe rayajo en la textura del viento se expandía y ramificaba una y otra vez, siempre colapsando para empezar de nuevo. Podría haber resultado un espectáculo divertido e incluso, en un sentido inusual, hermoso. No lo era porque escondía -y esto lo supo cualquiera que lo mirara- la agonía de un comienzo roto.

Del mío.

¿Quién soy?, lloré sin saber que lloraba.

Mi espasmódica evolución se detuvo cuando encontré enredada en mi inconsciente una respuesta a la pregunta que no sabía pronunciar. Es una mala respuesta, pero era la única que tenía.

Era una máscara.

No supe de dónde había salido ni qué quería de mí, pero la abracé como a una amante y dejé que construyera mi cuerpo, mi alma, mi voz.

Si las voces tuvieran cara, la mía habría sido una sonrisa. 

H O L A

Había llegado el último y tenía tanto por probar... corrí. Corrí entre los demás seres, y a través de ellos, corrí alrededor de Loof y sobre ella, corrí bajo el suelo, siempre abriendo puertas, puertas y más puertas, desafiando la rapidez con la que Ruth-adum se reinventaba, esperando pillarlo, buscando -salas sin suelo, espacios sin tiempo, escaleras sin final- a la vuelta de cada esquina, al tiempo que imaginaba, temía y deseaba cada mínimo detalle, y mi imaginación nutría así el crecimiento de la casa de los dioses. Reí, reí, reí, y por unos instantes olvidé que no podía ser feliz.

Mi recorrido se fue cerrando inadvertidamente sobre un punto: sobre el círculo de tronos que de alguna manera tiraba de mí.

compañando a sus hermanos, Ziltath se adentró en Ruth-Adum, ajena a lo que se mostraba ante ella, puesto que sin ser consciente ya sabía lo que se encontraba en el interior de cada una de aquellas puertas, cuando finalmente alcanzaron la sala de la creación Ziltath se encaminó hacia su trono, mucho menos vistoso pero lleno de significado al igual que el resto, una gran hoja de pergamino que flotaba adquiriendo la forma de un gran sillón y a través de la cual discurrían letras, palabras y frases en un idioma incomprensible incluso para los propios dioses.

Sharashiel preguntó al nuevo ente que había pretendido guiarles hasta allí algo que Ziltath estaba segura de que podría haber contestado ella misma buscando en su interior, la diosa de las revelaciones sin embargo decidió callar, al igual que anteriormente había decidido no discutir su teoría sobre su propio dominio, si quería negarse la verdad no era cuestión de Ziltath.

Sombra -Así se dirigió al ente que allí se encontraba, puesto que no representaba siquiera la sombra de una deidad- aunque tu esencia sea claramente inferior esta claro que eres la encarnación de estas paredes, y como tal debes poseer muchos conocimientos que aún nos resultan ajenos, así que apúrate y dinos cuáles son las instrucciones que Padre nos ha legado.

Sombra pareció dudar por un instante.

-Padre es algo superior a los aquí presentes, no tengo instrucciones suyas. Mi manifestación es a través de vuestro propio subconsciente, no puedo saber mas de lo que vosotros sabéis, consciente o inconscientemente.

- No somos Mensajeros ni Encargados - la voz de Eon resonó en la sala de los tronos, en cada mente y cada rincón, puesto que no usaba boca para comunicarse - Somos la Voluntad de Padre hecha realidad, y como tales, debemos continuar su obra.

- Loof, que seas eso no da por hecho que seas util- Sharashiel se sento sobre su trono y cerró los ojos. Dejando su mente en blanco. Ruth-adum era un lugar para dioses, y a su disposición. Mas Ruth-adum no dejaba de ser tan solo un lugar. Ni un lugar para encontrar a padre, ni una obra de su padre que continuar como decia Eon. Aunque a este no le faltaba razón alguna. Debian continuar el legado de padre. Continuar con "aquello" pero el tiempo no seria quien les dijese al resto lo que tenian que hacer. Parecian muy contentos con haber encontrado la casa. Mas euforicos se pondrian cuando encontrasen.... eso.

El tiempo se posó sobre la mesa, en frente de la artesana de la magia, y esta con un rapido movimiento de mano lo hizo dividirse en mil hilos. Empezo a tirar de ellos escrutando cual seria el mas fiable. No lo hacia buscando respuestas si no por divertirse, pensando ¿cual de ellos sera el mas fiable?.

Estubo un rato asi. Su mente necesitaba sumergirse en el infinito para poder estar en armonia con ella misma. El presente era extraño, el pasado tan familiar y el futuro tan intrigante... Por fin levanto la mirada de las lineas del tiempo y miró al resto. Algunos aun no se habian decidido a entrar, otros simplemente estaban en sus asuntos, como ella hace un momento, pero habló, para nadie y para todos - Como Eon a dicho, debemos continuar el legado de padre. Pero... ¿ cual es?- ella ya lo sabia pero queria ver las impresiones de sus hermanos.

Sacudí los brazos para llamar la atención de Loof, de Sombra.

H A Z L O O T R A V E Z

L L A M A T E A L G O M A S

L L A M A T E

M U M U

Luego eché a correr otra vez, pero esta vez mirando hacia atrás, y choqué con Ziltah.

- Padre nos creó a nosotros y a esta realidad, de modo que crear es su legado, y crear es nuestro deber. - Hablé con voz profunda desde cada rincón de mi mente. Transmití el mensaje a mis hermanos, sintiendo mis dudas en mi mismo como si fueran propias, como si fuéramos distintos y a la vez parte de un mismo ser. Observé a todos y cada uno de las creaciones de Padre, incluso a mi mismo. Eramos sus hijos, y nosotros debíamos engendrar los nuestros, nuestras creaciones, nuestra propia obra, y por tanto, indirectamente, la de Padre.

- Nuestra obra será nuestro legado, nuestros trazos llenarán el lienzo de nuestro Padre, y su voluntad se manifestará a través de la nuestra. - Así me alcé, quedando en pié tan alto cual era, un ente igual a los demás, y único en mi mismo, tratando de aunar mi voluntad a la de los otros. - Hermanos, esta es mi palabra. ¿Cuales son las vuestras? - Pregunté, tratando de escucharles, tratando de sentir sus dudas, sus preguntas, sus impresiones. Compartiendo parte de mis visiones con ellos. Una amplia llanura con seres que se movían raudos, extensos campos repletos de seres de tronco alto y verdes copas, iluminado por una estrella en lo alto. La creación debía comenzar, para dar vida a nuestras ideas.

El señor del orden escuchaba a sus hermanos y hermanas mientras hacia danzar entre sus dedos un haz de átomos que se cristalizaba y se deshacía en diferentes formas geométricas.

-No necesito ver pasado o futuro alguno… con observar el presente me es suficiente para saber mi propio objetivo, y dado que cada uno de nosotros somos fruto de la misma materia, vosotros también podríais ver el vuestro, si os miráis a vosotros mismos. –Dijo con convicción, aunque por un momento le resulto dudoso que la azarosa masa de esencia que era LOVO pudiera comprenderse a si mismo

-Puede que cada uno de nosotros sea un aspecto del Padre, o puede que seamos el residuo de su existencia, materializada en un algoritmo aleatorio, no lo sé con certeza… mas dado que él no tiene una voz única con la que mandarnos, y hemos sido creados con formas tan dispares, no dudo en que su voluntad es el motivo del poder que ostenta cada uno de nosotros, y que desea que lo utilicemos según nuestra propia voluntad.

-Creo que en el fondo, todos nosotros pensamos eso mismo. –Añadió, apoyando a los comentarios de Eon y Atharon.