Partida Rol por web

Crimson Island. Una isla remota cerca de Japón. Sus historias son muchas pero hay una de ellas que es real entre todas. La isla fue habitada como cualquiera otra hasta 1996. Un día cualquiera, todos sus habitantes desaparecieron, dejando ésta completamente deshabitada. Nadie logró descubrir el motivo de esto. Muchas especulaciones resultaron de aquello, desde historias paranormales hasta experimentos del gobierno Japones que quisieron encubrir. Aun así, nunca se encontraron pruebas.

Durante varios años de investigación, la isla fue cerrada al público hasta 2008, el año en el que, tras no descubrir nada, volvió a abrirse. Desde entonces se creó una gran ola de turismo de gente creyente de lo sobrenatural y las teorías de la conspiración, tratando de encontrar algo. Pero poco a poco, el turismo volvió a decaer. Sin embargo, algunas personas acabaron desapareciendo por la noche sin dejar rastro. Tras investigaciones de la policía, de nuevo no se encontró nada, por lo que finalmente decidieron poner una norma en aquella isla para evitar aquellos sucesos. Nadie debía permanecer en la isla por la noche.

Siguiendo el mapa de la isla no te había ido muy bien que digamos. No habías logrado orientarte muy bien y, encima, el mapa parecía muy desactualizado. Lugares en ruinas con carreteras cortadas, edificios abandonados, nadie para pedir indicaciones... Y encima el mapa se te enredó entre unos arbustos y se te había roto. Pero por fin ahí estabas. Te encontrabas frente al hotel en el que decía la carta que se quería establecer el nuevo restaurante. Aunque era algo extraño.

El hotel parecía estar bastante destartalado, igual que el resto de casas alrededor. Incluso el letrero parecía estar cayéndose a pedazos. Se podía ver algunas ventanas rotas desde el exterior y estaba claro que nadie había limpiado la entrada desde hacía años. Sin embargo, se podía ver algo de luz salir de dentro de distintos pisos. ¿Habría alguien dentro? Era lo más probable, ¿verdad?

Al acercarte a la entrada del hotel, pusiste la mano sobre la puerta y... estaba cerrado. La puerta no se abría por mucho que tiraras de ella o empujaras. ¿Qué clase de hotel cierra a las 7 de la tarde? Entonces volviste a mirar a la luz. Si hay alguien debería de estar abierto, ¿verdad?

Después de toda la serie de contrariedades que había tenido, mi estado de humor no era el más idóneo. Hastiado, cansado, harto de esta maldita isla y de mi maldito superior, que pensaba establecer aquí una nueva cadena de restaurantes. ¿De qué iba? ¿Acaso no sabía que esta isla era una maldita ruina? Iba a tirar el maldito dinero... Aunque claro, eso me beneficiaría. Una mala jugada frente a la directiva sería la oportunidad perfecta para tomar su puesto... Un poco más animado por la idea, me acerqué a la puerta del hotel e intenté abrirla. Aunque antes de hacerlo no perdí el tiempo y tomé numerosas fotos del lugar, para desacreditar cuando volviera a mi jefe. 

Se veían luces en el hotel, así que alguien habría dentro. Me acerqué a la puerta e intenté abrirla, cuando para mi sorpresa, esta estaba cerrada. Volviendo de nuevo mi mal humor, comencé a aporrear la puerta. ¿Cómo iba a estar cerrado a las siete de la tarde este hotel? ¡Vaya negocio más malo sería entonces! Quiero decir, más malo de lo que ya era de por sí, en esta islucha de mierda.

¡Hola! ¿Hay alguien? ¡Abran la puerta, necesito hablar con el encargado!

Al golpear la puerta, notaste como algunos pequeños cachos de la pared se cayeron al suelo. Desde luego aquello estaba destrozado. Sin embargo no parecía contestar nadie. Después de un buen rato, parecía que no había nadie después de todo. Alguien se habría dejado las luces encendidas... Pero justo cuando te dabas la vuelta para marcharte, un gran estruendo se escuchó en lo que parecía una de las habitaciones iluminadas del segundo piso. El ruido sonó como algo rompiéndose y ruidos de cristales. Parecía que si que había alguien después de todo, pero era muy probable que ni siquiera te hubiera escuchado. Tendrías que encontrar alguna forma de entrar.

Desde luego... ¿qué clase de broma será esta? Estoy empezando a hartarme de esta mierda.

La situación no podía ser peor... o eso creía en ese momento. Cansado de lo que fuera que estuviera ahí, y con mi rabia creciendo más y más dentro de mí, busqué algo en los alrededores que me sirviera para echar esa maldita puerta abajo. De todas formas, por el aspecto del sitio, y por el hecho de que la pared se había caído sólo con golpear con mi mano, pensé que si aplicaba algo más de fuerza, finalmente cedería. No me importaba que luego me pudieran decir algo, estaba demasiado enfadado como para pensar siquiera en consecuencias. 

Comenzaste a buscar algo útil cerca de la entrada. Finalmente pudiste ver en un montón de basura lo que parecía un madero. Después de cogerlo, lo llevaste a la puerta, tratando de romper la cerradura pero, en cuanto diste el primer golpe, la madera se rompió por la mitad. Parecía que estaba completamente podrida. De nuevo comenzaste a buscar y nada más. De nuevo inútil. Eso te parecía hasta que, de pronto, viste que en una pared del hotel había una pequeña ventana abierta. Por lo pequeña que era y lo bajo que estaba, parecía que daba al sótano del hotel. Bueno... Era una entrada, después de todo...

Mmm, bueno, supongo que me servirá - dije, mirando hacia la ventana. - Desde luego, dejar ventanas abiertas a esta altura... ¡están pidiendo a gritos que les roben! Aficionados... 

Con el cuerpo a tierra, comenzaste a colarte por aquella ventana abierta. Apenas lograste colarte gracias a que no eras gordo, si no podrías haberte quedado completamente atascado. Y finalmente lograste colarte dentro. Al caer al suelo, miraste a tu alrededor para solo ver completa oscuridad. La única luz presente era la que entraba por la ventana. Y lo único que llegabas a poder ver era el canto de una pequeña mesa donde parecía haber un libro encima. Seguramente necesitaríais algo de luz para poder encontrar la salida de allí, o mucha suerte al tantear con tus manos.

Bien, ahora a encontrar la dichosa luz. Esto está más oscuro que el sobaco de un grajo. - Eché un breve vistazo a la habitación, buscando el interruptor de la luz. De paso, eché una ojeada al libro, por encima, sólo por curiosidad. 

Al mirar el libro por encima no viste que tuviera ni título ni nada parecido. Ni en la portada ni el lomo. Por lo que sin nada más que te llamara la atención de él, te pusiste a palpar la pared, buscando el interruptor. Te costó un buen rato, ya que debías ir despacio y subiendo y bajando las manos para encontrarlo. Llegaste a notar una estantería algo vacía pero llena de polvo, algún barril de madera y, finalmente, al lado de una puerta, el interruptor. Pero en cuanto lo pulsaste, no ocurrió nada. O bien la bombilla estaba fundida, o no había energía. Vaya desastre era aquel hotel.

¡Esto tiene que ser de puta coña! - exclamé, cabreado con el gilipollas que pensaba que este hotel se podía llamar "hotel". También estaba cabreado con el subnormal que estuviera viviendo o alojándose aquí, por el mal gusto y el conformismo que hacía que después de ver el estado de este cuchitril, todavía estuviera en él. Suspirando, harto de todo, busqué la puerta de la habitación, intentando salir viendo que no había nada relevante en ella. ¡Si era preciso tumbaría este puto hotel a patadas!

De nuevo comenzaste a tantear en la oscuridad hasta que encontraste la puerta de salida. Pusiste la mano en el picaporte y abriste. Parecía que se abría hacia tu lado, por lo que tuviste que dar unos pasos atrás para no darte con ella en la cara. Entonces te encontraste con... oscuridad. Completa oscuridad. No había ni un ápice de luz que alumbrara aquel sótano que no fuera por la ventana por la que habías entrado. Entonces diste unos pasos hacia delante y de pronto notaste algo en el suelo. Algo que no pudiste esquivar e hizo que tropezaras y cayeras al suelo de morros. Por suerte caíste con las manos y no te rompiste la nariz contra el suelo. Entonces cuando palpaste el suelo para ver que era, te diste cuenta que se trataba de algo de madera. Posiblemente una silla. Seguramente si no se te ocurría alguna forma de hacer luz, acabarías con algún que otro golpe más.

¡Ay! Joder... que asco de sitio, de verdad - dije, frotándome la rodilla con las manos. Seguramente tendría un buen raspón, pero nada grave, por suerte. Como me hiciera daño en este cuchitril por tener las cosas en tan mal estado se les iba a caer el pelo... Viendo que no había nada de luz, y que no había nada cercano que pudiera utilizar para poder iluminar la estancia, comencé a palpar la pared, sin perder de vista la habitación de la ventana, por si tenía que volver, y comencé a intentar buscar la salida de ese sótano. Muy harto de todo, a la vez que hacía eso, comencé a gritar a pleno pulmón, para ver si me escuchaba quien fuera que estaba arriba. ¡Ehhhhhhhhhh! ¡Maldita sea, arreglad este puto estropicio, gilipollas! ¡Hay aquí gente que se va a matar por vuestra incompetencia, inútiles!

A pesar de que nadie respondía a tus gritos, seguiste por el pasillo palpando por la pared. Esta vez con más cuidado, conseguiste seguir y seguir hasta llegar a una esquina que giraba a la izquierda. Y al hacerlo, por fin lograste ver un pequeño hilo de luz que parecía provenir de arriba. Parecía que frente a ti había unas escaleras que subían de nuevo a la planta baja y una puerta tapaba la luz, por lo que apenas podías ver la que se colaba por la rendija de abajo. De nuevo, poco a poco, comenzaste a subir las escaleras hasta alcanzar aquella puerta. Y por suerte para ti, esa si estaba abierta.

Al abrir la puerta, la luz hizo un poco de daño a tus ojos, que ya comenzaban a acostumbrarse a la oscuridad. Pero cuando se acostumbraron, viste que te encontrabas en la recepción del hotel, junto a un mostrador bastante desastroso. Un montón de papeles se acumulaba de cualquier manera encima de la superficie y, detrás, en los casilleros donde solían guardarse las llaves, parecía que no quedaba ninguna. Por otra parte, en un lado de la recepción había un par de sofás algo destrozados, donde se suponía que debían de esperar los clientes para ser atendidos. Y por supuesto, no había nadie allí. Al menos el sonido que escuchaste venía del piso de arriba. Y detrás del mostrador, parecían estar las escaleras que subían a la habitaciones.

Mmmm, desde luego, este hotel está ganando puntos a pasos agigantados para recibir una denuncia. Menudo desperdicio, esto ya no tiene arreglo. Deberían tirarlo abajo. Total, para lo que sirve... - dije, encogiéndome de hombros. Vi las escaleras que subían al primer piso, y recordando las luces y ruidos que detecté al llegar al hotel, decidí subir para hablar con quien fuera que estuviera ahí hospedado. O quizá fuera el propio personal del hotel. Si era así, desde luego le daría un buen rapapolvo por todo este desastre.

Seguiste subiendo por las escaleras hasta llegar a un pasillo lleno de habitaciones. Era extraño, pero parecía que todas las puertas estaban abiertas. Y de una de ellas parecía salir algo de luz. Seguramente fuera la luz que habías visto desde fuera. Sin dudarlo mucho, fuiste directamente hacia esa habitación. Mientras pasabas por el pasillo, podías ver dentro de las habitaciones gracias a la luz que entraba de las ventanas del interior de éstas. Unas simples habitaciones, con una cama, una mesita y un armario para guardar la ropa. Pero todas ellas llenas de polvo. Sin embargo, parecía que tanto los cajones de las mesitas como los armarios parecían estar abiertos.

Finalmente llegaste hasta la habitación de donde salía la luz. Allí lograste ver a un hombre que, por sus canas, parecía ser bastante mayor. Parecía estar agachado con una linterna, abriendo el cajón de una de las mesitas. Pero de pronto la madera a tus pies crujió, haciendo que el señor se sobresaltara y se diera la vuelta para apuntarte con la linterna. Después respiró aliviado.

-Que susto me has dado, chico... ¿Se puede saber que haces aquí?

Viendo a ese señor, ahí agachado rebuscando en algún cajón ajeno (o no, quién sabe), puse mi mejor cara de amabilidad (forzada, obviamente), y me dispuse a preguntarle, con una sonrisa falsa en mi cara: Disculpe señor, ¿sabría decirme dónde están los encargados de este hotel? ¿Por casualidad es usted? Estoy buscando a alguien con quien poder negociar los términos de un contrato con este hotel y la cadena de restaurantes en la que estoy trabajando, así que tengo prisa.

-¿El dueño?- dijo extrañado el anciano.- Creo que llegas unos cuantos años tarde, chico. El dueño era mi hermano y desapareció hace más de una década. Dudo que puedas negociar nada con nadie en esta isla casi abandonada...- El hombre, como si nada, volvió a agacharse junto al cajón para seguir rebuscando.- He venido para tratar de buscar el diario de mi hermano, por si cuenta algo de lo que sucedió. Soy viejo ya y... no quisiera morirme sin descubrir la verdad... Por cierto... Mi nombre es Robert Ricks. Encantado, joven.

El viejo finalmente pareció no encontrar nada y se levantó de nuevo para, ignorándote un poco, salir de la habitación e ir a la habitación de enfrente. Luego sacó una gran cantidad de llaves y seleccionó una con la que abrió la puerta y se la volvió a guardar. Parecía que ahí habían ido a parar todas las llaves de la recepción.

Escuché pasmado cómo el viejales ese me decía que el dueño del hotel había desaparecido, lo cual significaba que mi visita no había servido para nada. Sin prestar absolutamente nada de atención a su aburrida historia, le pregunté: - ¿Cómo que desaparecido? Me dijeron que había aquí un hotel en el que íbamos a poner una cadena de restaurantes nueva. ¿Y no sólo el hotel es una mierda, sino que además no tiene dueño y está abandonado? ¿Qué puta mierda es esta? - Mis modales se habían ido al garete, reemplazado de nuevo por mi mal humor. Hasta los cojones estaba ya de todo, solo quería volver a casa y montarle el pollo a mis superiores. Con suerte, si jugaba bien mis cartas, podría echarlos de su puesto y tomarlo yo.

-Pues te dijeron mal, joven. No solo este hotel, sino prácticamente toda la isla está abandonada. ¿Acaso no lo has notado viniendo hacia aquí?- Era cierto que te habías encontrado con muy pocas personas por el camino. Y conforme iba atardeciendo, las calles se quedaban bastante solitarias.- Dudo que logres hacer nada aquí. Yo de ti me marcharía cuando puedas. Dicen que es mala idea quedarse en esta isla por la noche. Aunque yo no tengo más remedio. Si no encuentro ese diario...

El anciano, al igual que en las anteriores habitaciones, abrió el armario y tras rebuscar en él fue hacia la mesita e hizo lo mismo. Una vez terminó, de nuevo salió al pasillo y fue a la siguiente habitación. Parecía que apenas le quedaban 3 habitaciones.

-¿O acaso prefieres ayudarme a buscar, joven?