Cuinthere corrió hacia Morwing tan pronto éste le ordenó que tomase la varita que acababa de dejar caer el hechicero. Con su gaviota bajo el brazo y con su pequeño corazón latiendo a más velocidad que lo que lo había hecho en toda su vida, el pequeño escriba se colocó tras las túnicas de hechicero elfo. Hiiiiiii. - Articuló incapaz de decir otra cosa al ver a aquellos gigantescos demonios tan cerca de él. Su garra temblaba tanto que a duras penas habría sido capaz de ponerse su túnica pero la llamada de auxilio del enano, que fue más una orden marcial que otra cosa, obligó al kobold a reaccionar y a activar el objeto que tenía en la mano. 

Tres esferas de color rosado salieron despedidas en dirección al grupo que luchaba en el flanco sur impactando dos de ellas contra dos imágenes que desaparecieron al instante. Sólo una de ellas pareció golpear algo sólido al lado de Kormack haciendo que el resto de compañeros se girase hacia un Ight-Zim-Xal repleto de ira.

TURNO 4

El Gnomo veía como aquellas bestias emplumadas levantaban el vuelo atacando incansablemente a sus compañeros, rápidamente se movió con una velocidad que jamás había experimentado mientras guardaba la daga en la funda de su cinto, para cuando llegó a una posición intermedia se detuvo, su mano ya tensaba la flecha que apuntaba como objetivo a uno de los pajarracos que combatía contra Davros, el cual salió disparado con una perfecta trayectoria impactando a una de las imágenes que se desvaneció de inmediato, al igual que la anterior.

Allen volvió en sí tras el chillido desgarrador de la criatura, -maldita sea, esto no me lo esperaba-, y comprobrobó que había dejado caer su espada. Se agachó a por ella sin importante lo que aquella bestia pudiese hacerle y, gracias a su barrera de protección, el Vroc estampó su garra contra la fina capa que le envolvía. Aún así, sintió la fuerza del golpe por lo que tomaría medidas para evitar en la medida de lo posible que no llegase a tocarle.

El paladín dejó de sentir la vibración de la criatura una vez esta comenzó a levitar para usar sus espolones para atacar, por lo que no le quedó más remedio que lanzar su ataque contra alguna de las imágenes y tener suerte en acertar al real. Cargó su gran espada contra su costado derecho y realizando un poderoso barrido, el objetivo a quien apuntó se desvaneció en cuanto la espada lo tocó. -Cada vez son menos, pronto podremos atacarle sin descanso, ¡sigamos atacando!- gritó para animar a sus compañeros a que no cejasen en su empeño.

Pino II

¿Dónde demonios, y nunca mejor dicho, le había convocado su adorable ama? Sus ojos veían muchos demonios pero su magnífico olfato le decía qué sólo uno era el verdadero.

Por eso yo estar aquí.- Ahora lo había entendido. Su ama lo había invocado para indicarle cual era el verdadero. Era unjuego y a Pino II le gustaba jugar.

La voz de Ogna era revigorizante pero salir del letargo que suponía ser una estatua para así, sin calentamiento previo, ponerse uno a luchar como un descosido, podía ser peligroso. Le podía dar un calambre. El perro agitó todo su pelaje cuando las esporas se internaron entre el grueso vello y comenzaron a drenarle la sangre.

- Auauauauauauuuuuu.- Chillaba Pino II por lo que el creía que eran enormes pulgas y garrapatas. Olfateando el aire fue rodeando a Kormack hasta que tuvo a tiro al desgraciado engendro.

- ¡ÑAM!- Esta vez sí. Sus fauces se cerraron con fuerza sobre la carne demoníaca. Le caía bien ese enano sobrealimentado que lo sujetaba con fuerza haciendo más fácil pegar bocado.- ¡Puag!

Saber a mierda. Lo mejor ser enterrarlo.

Ogna

La intrépida porta-antorchas. Eso es lo que era. Mantenía el canto pero vacilaba a la hora de entrar en acción. ¿Qué hacer?¿Huir dejando allí a su amado y al valiente Kormack? La visión del demonio destrozando el cuerpo del enano no hizo más que acrecentar sus miedos. ¿Qué podía hacer ella contra esa bestia? Observó al fiel Pino recolocarse y ese fue el acicate que necesitó para ponerse en acción. Corrió hacia Kormack y Losse sin embargo una de las ilusiones se interponía en su trayectoria por lo que mirando de cara al futuro optó por quitarla del medio para así evitar que el demonio, en caso de liberarse de la presa del enano, pudiese utilizarla para engañarlos. Al ensartar a Vishna entre lo que aparentaba ser el Vrock hubo una leve resistencia pero tras ello ésta se desvaneció dejando una estela dorada que cayó como la lluvia en la oscura hierba sobre la cual combatían. Una menos...

El estado de Kormack era lamentable ante los poderosos ataques del demonio. Sacando fuerzas de flaqueza, agarró a la bestia y la apresó entre sus férreos brazos. Pino y Ogna arremetieron contra aquella especie de pájaro haciéndole poco más que cosquillas. Losse no iba a ser menos y, de sus tres flechas, sólo logró que dos atravesaran su piel. Aún así, una de ellas pareció ser consumida por una protección infernal de aquel enemigo y la otra dio prácticamente el mismo resultado que los ataques de sus dos anteriores compañeros, leves daños superficiales. - ¡NO PODEMOS CON ELLOS! ¡TENEMOS QUE SALIR DE AQUÍ COMO SEA O MORIREMOS TODOS! - Quizá fuera pesimismo o, más bien la cruda realidad que todos se negaban a asimilar, pero éste combate se antojaba muy por encima de las posibilidades del grupo.

Mientras Morwing se aseguraba que el kobold entendía sus indicaciones, el agudo chillido de la criatura demoniaca provocó que hincara las rodillas mientras se apretaba la cabeza con fuera a la altura de los oídos. El hechicero quedó totalmente ajeno a lo que sucedía a su alrededor y cuando quiso darse cuenta ya estaba rodeado de aquellos pajarracos que el gigantesco Davros se esforzaba por derrotar.

Puesto en pié de nuevo, quiso comprobar cómo se encontraba el enano después de la embarazosa situación a la que le había expuesto. No con muy buen aspecto, Kormack se aferraba a mantener inmovilizado a uno de los demonios. - ¡Lo tiene! ¡Lo tiene!, susurró hacía Cuinthere. Sin embargo la lógica dictaminaba que no podría aguantarlo durante mucho tiempo. – Si se suelta volveremos estar como al principio…, tengo que ayudarle…

Una idea resplandeció de pronto en la mente del hechicero. Rápidamente echó mano al bolsillo y sacó una pequeña esfera de color negro de la que se adueñó tras una de las numerosas batallas en la isla pirata. – Esto podría cambiar el rumbo de la cosas…, pensaba para sí mismo mientras la alzaba con el brazo extendido y pronunciaba el conjuro. – ¡Rúma!

La perla negra, carente de brillo hasta el momento, comenzó a iluminarse y salió despedida a varios metros de donde se encontraba Ight. Al impactar en el suelo una tremenda explosión levantó parte del terreno afectando también al demonio. Cuando terminó de propagarse la onda expansiva, ésta se fue endureciendo atrapando en su interior todo lo que se encontraba dentro. Desde lejos Morwing y Cuinthere observaban como el demonio consiguió moverse lo suficiente junto al enano para que ésta se cerrase sin otra cosa aparte de polvo justo al lado de los combatientes.

Mierda... - Susurró enfurecido.

Debido a que estaba concentrado en esquivar y detener los ataques del gran demonio, sólo fue alcanzado por una de sus poderosas garras, la sangre llegaba al suelo, gota a gota. Tuvo que reunir toda su paciencia para no explotar con su, a veces conveniente, rabia. - Aún no... Aguanta un poco más...- Se repetía a sí mismo una y otra vez mientras esquivaba, paraba y volvía a esquivar. En un momento dado, tras el último ataque del que parecía el esbirro del "GRAN" IGHT-ZIM-XAL, a punto estuvo de rozar a Morwing con su descomunal arma. - ¡VAMOS COÑO, LARGAOS DE AQUÍ, NECESITAMOS ESPACIO! - Gritó lo más alto que pudo, debido a la presión que soportaba en aquél momento. Fue entonces cuando aquella bruma verdosa apareció de entre las grandes plumas, un intenso dolor se apoderó del guerrero, y una extraña y molesta sensación comenzó a recorrer cada centímetro de su cuerpo.

A pesar de todo, el siguiente ataque de Davros, fue preciso y potente, atravesó el pecho del enemigo que continuaba batiendo sus alas a su lado, sólo para desvanecerse al instante. - ¡Joder! - ¡Destruid a los falsos de una puta vez! - No estaba seguro de poder aguantar mucho más tiempo frente a su oponente, un par de golpes más como el que no pudo esquivar podrían ser fatales. 

Ight-Zim-Xal había sentido un mal presentimiento cuando escuchó las voces y las pisadas de los aventureros en el exterior de la casa pero no quiso reconocerlo delante del molesto Quasit ni tampoco ante a sí mismo. El hecho de que hubiese llamado a Matzuk para que le ayudase en la lucha antes incluso de que él mismo se hubiese lanzado al ataque decía mucho de lo que poco que le gustaba aquella visita, en un principio, casual.

Xceeztuc le había avisado sobre aquel que portaba un Crothual, algo que no significaba gran cosa teniendo en cuenta la de portales abiertos y cerrados que debían existir en aquel mundo, pero tras ver con sus ojos y sentir en piel lo que aquellos insignificantes seres podían hacer supo que no se había equivocado en traer a su congénere. Sería un favor muy caro lo que Matzuk pediría no obstante era mucho mejor eso que fracasar en su misión ya que eso acarrearía con el consiguiente regreso a Phlegethos, en donde tendría que acabar pagando dicho favor, y además debería enfrentarse a la ira del Heredero.

Con esa incertidumbre latiendo en su interior se encontraba el gran vrock mientras luchaba desesperado por zafarse del abrazo de Kormack. ¡WREEEEEECKK! – Gritó en su lengua natal para insuflarse fuerzas. No hubo forma de mover aquellas sólidas columnas en que se habían convertido los brazos de enano. Supo que su única alternativa era invocar sus poderes demoniacos y transportarse a otro lugar en donde tomar un respiro y pensar con sangre fría. Y así sucedió, con un mero pensamiento el demonio desapareció junto a todos sus duplicados dejando a Kormack abrazando el aire.

Matzuk, ajeno a lo que acababa de suceder a su espalda, seguía obcecado en destruir a aquellos dos seres que tenía delante. Uno de ellos era evidente que se encontraba protegido por varias defensas ideadas únicamente para dificultar sus ataques por lo que, tan pronto distinguió un símbolo en su pecho, ató cabos e imagino que aquel hombre era uno de los estúpidos seguidores de aquel dios al que llamaban Tyr. Sería difícil hacerle frente en ese momento con todos aquellos estorbos a su lado. Vamos a terminar lo que he empezado. – Se dijo instantes antes de reanudar una serie de ataques que dejarían a Davros con una fea herida que iba desde su frente, justo donde acababa la protección del yelmo, hasta la barbilla. Si el bárbaro no perdió un ojo fue sólo porque consiguió apartar la cara en última instancia evitando así que las infectas garras del Vrock se hincaran más en su carne.

Desde una posición privilegiada, lejos de todo aquello que sucedía en el claro, unos diminutos ojos no perdían detalle de todo lo que pasaba. Interesante…interesante...El babau querrá saber. – Decidió al ver cómo actuaban aquellos ochos extraños personajes y cómo los dos vrock se las veían y deseaban para terminar con algo que, según su puesto en la jerarquía, debía ser una tarea insignificante ya sólo para uno de ellos.

TURNO 5

El enano vio como el pollo desaparecía. Con calma, cogió una poción y se la bebió. Huirrrr. dijo tanto a Losse como a Ogna. Es imposible acabarrrr con él, no os prrreocupéis porrrr mi. Dijo con una cálida sonrisa. El enano veía como todas sus heridas se disipaban y comenzaba a recuperar sus fuerzas. El pollo había desaparecido y no sabía bien donde podía estar, peor había aprendido que sólo uno era el real. Al igual que el ejército de Ognas, sólo una era la real.

Demasiado estrés para un pobre kóbold cuyo único interés en la vida era hacer largas y complicadas listas.

- Po-po-po-po...- Cuinthere parecía querer imitar a aquel que se había erigido como su protector, el valiente enano que había logrado sujetar al demonio con la única fuerza de sus brazos, pero la varita temblaba en sus manos.- ¿Po-Por qué?- Logró decir al final. No intentaba cantar sino que tartamudeaba del miedo que atenazaba todo su diminuto cuerpo, incluida su lengua. Y aunque su cerebro era pequeño, Cuinthere era muy inteligente, tanto como para saber que allí no pintaba nada. ¿Qué iba a hacer si el demonio se le acercaba? Gus y él no tenían nada que hacer contra algo así.Y efectivamente, el único proyectil mágico que debería haber imapactado contra el demonio acabó consumido antes de rozar siquiera la piel demoníaca. Al menos, los otros dos hicieron algo que sería muy útil en el devenir del combate, destruir las dos últimas imágenes restantes. El kóbold dio un respingo y sujetó a la gaviota con la mano libre. 

- No, no,no, no. No deberíamosh estar aquíiiii.

Losse vio como el enano se restablecía con la poción que acababa de tomarse. - ¡Bien! - Las extrañas esporas que el vroc había lanzado sobre ellos parecieron marchitarse al momento, protegidos por el hechizo de la poción de Bendecir que Losse se había tomado al principio, cosa que él ignoraba. Se movió junto a Ogna y sacó el pergamino que tenía depositado en su brazalete, leyéndolo al momento. Acto seguido, sus ojos se tornaron de ese azul profundo que los caracterizaban a un rojo intenso. Podía sentir como penetraba en él el favor de su diosa, preparado para el próximo ataque.

Cuando el Pajarraco que Kormack abrazaba fuertemente desapareció, Zanc lo vio claro, sus ojos se posaron en el que aún permanecía allí y que un enorme Davros se esforzaba por contener, era hora de ayudar, sus imágenes estaban mermadas y las oportunidades de acertar al real eran mayores... Sin pensárselo mucho soltó su arco y antes de que éste tocara el suelo el Gnomo ya se movía con rapidez hacia su objetivo. -Ohh Grandiosa Tymora, Guía mi mano hacia mi objetivo y bendíceme con la gracia de tu fortuna!- Recitaba mentalmente a la vez que sus pasos lo acercaban cada vez más hacia el enorme buitre infernal, en su mano aparecía su hermosa daga, ahora adecuada a su tamaño mientras con sus gráciles movimientos evitaba las arremetidas de la enorme bestia emplumada, al finalizar su carrera un ligero impulso de sus pies lo elevó del suelo lo necesario para que su daga se clavara en la espalda del Vrock, justo en medio de donde nacían aquellas enormes alas, el punto preciso para clavar, no sin dificultad, la afilada hoja en las carnes de la bestia. -Sorpresaaaa!!- Gritaba un sonriente Zanc al confirmar que la Diosa de la Fortuna le sonreía de nuevo y que había impactado en el real, un brusco giro de muñeca finalizó su arremetida, haciendo que la herida se abriera bruscamente y provocando mucho más dolor de lo habitual. Cuando tocó el suelo, afirmó fuertemente sus pies en la tierra mientras se preparaba para el contraataque de su oponente.

El intento de Morwing por contener al demonio resultó finalmente fallido, permitiéndole al instante desvanecerse para seguramente reaparecer en alguna otra ubicación más ventajosa en la que poder desatar toda su furia.

A pesar de ello no había tiempo para relajarse pues el demonio convocado por Ight seguía siendo una amenaza muy presente. Viendo la proximidad de varios compañeros, el hechicero sacó un nuevo pergamino y comenzó a leerlo mientras gesticulaba con la mano que quedaba libre. A los pocos segundos, Davros, Allen, los recién llegados Losse y Ogna el propio hechicero brillaron brevemente acelerando cada movimiento que realizaban.

El combate no iba nada bien, Kormack había tenido que echar mano de su poderosa poción curativa al caer casi inconsciente ante el podería del Vroc, Davros se encontraba malherido a causa de los golpes continuados de su enemigo y, mientras, Allen tan sólo había podido eliminar una imagen.

Pensó que había llegado el momento de echar toda la carne en el asador, -Atrás Davros, intenta curar tus heridas, yo mantendré a raya a este malnacido- dijo a la vez que daba un paso al frente para interponerse entre su compañero y la enorme bestia. En ese momento sintió cómo Morwing conjuraba algún tipo de hechizo, y sentía cómo su velocidad aumentaba, -creo que esto no te va doler-, espetó al Vroc cuando decidió que aprovecharía esa velocidad para usar otra de los poderes que Tyr le brindó. De súbito, la espada del paladín tomó un color azulado y comenzó a brillar con fuerza, -¡Disfrútalo!- gritó mientras descargaba un poderoso mandoble sobre el Vroc impactando de lleno contra su pecho. Aquel golpe debió dolerle de veras pues con rabia, intentó contraatacar pero la velocidad que le imprimió el conjuro de Morwing, hizo que el paladín consiguiese lanzarle otro mortífero golpe antes de que este le respondiese. El tajo llegó a la altura de la cintura dejando una fea herida por la que también se veía emanar la sangre cubriendo parte de su cuerpo.

Ogna casi se derrumba sobre sus rodillas al ver cómo el vroc se desvanecía dejando inútil el abrazo enano. Pero no había tiempo para desfallecer. La presencia de su amado a su lado hizo que tomara la iniciativa. Con un sólo dedo, e intercalando en su poesía sutiles palabras arcanas, tan sólo distinguibles por un oído tan entrenado como el suyo, la joven bardo  golpeó el arco del explorador everlunita.

- ¡Tinnnnnnnng!

El toque fue sutil pero firme, como el de un experimentado cristalero que golpea la pieza ya enfriada para escuchar como "canta" y saber si es de calidad. El elfo pudo sentir como el agudo sonido reverberaba con la canción que la misma Ogna cantaba.

Así estarás conmigo en todo momento.- Era el poder del amor, directamente imbuido en el certero arco de Losse.

Un gesto hacia Pino fue suficiente para que el mejor amigo de Ogna entendiese. Quería que andase pendiente para que, en cuanto viniera el otro vroc, diera el ladrido de alarma.

Pino II.

Pino II se rascaba con una de las patas como un poseso. Así conseguía siempre deshacerse de las molestas garrapatas y así había logrado quitarse de encima las esporas demoníacas. Eso sí, había sufrido lo suyo, y grandes heridas se abrían camino en su gruesa piel. No entendía nada el pobre animal. Tan pronto había probado la carne asquerosa del vroc, como que ahora había desaparecido. Él se consideraba a sí mismo un excelente explorador, mejor que ese que compartía olor con su dueña, el elfo de cabellos plateados. Si tuviera tiempo...Si no le sacara su ama nada más que para estos aprietos, ese elfo escuálido iba a enterarse. Debía marcar su territorio si no quería perder lo que era suyo. Pero no había tiempo ahora. Con una vez a la semana no era suficiente. Pino II veía cosas que otros no podían y, además, tenía un excelente sentido del olfato. Ante la señal de su ama comenzó a olfatear el aire, captando el rastro del vroc y a moverse con la nariz pegada al suelo o elevada en el aire, y sus ojos escrutando los alrededores.

- MIIIII NOOO VEEERRR NAADAAAA.-Era peculiar escuchar hablar a un perro en común, pero más aún gritar a los cuatro vientos. Su boca no estaba echa para vocalizar, como sí lo estaba la de Ogna, y al perro le costaba.

La emoción del combate unido con el efecto de la pócima habían creado un efecto de subidón de adrenalina que jamás había experimentado, todo a su alrededor lo veía con claridad, todo parecía fácil y lo veía más claro. La enorme bestia que tenía en frente chillaba del dolor debido a las arremetidas de Gnomo y Paladín, momento que aprovechó para arremeter de nuevo apuñalando su daga en los cuartos traseros de la infernal ave, la criatura estaba tan concentrada en acabar con el siervo de Tyr que no se percató cuando la hoja penetró en su dura piel, provocando que está hincara la rodilla del dolor, en ese preciso momento el Gnomo ya se preparaba para impulsarse y terminar con la adolorida bestia, pero la súbita aparición de él otro Vrock con sus imagenes a las espaldas de Allen lo tomó por sorpresa en el momento exacto en que iba a saltar, lo hizo trastabillar y dar un par de pasos, no le quedó más remedio que sujetarse de la enorme garra de él pajarraco que iba a atacar, de lo contrario habría caído de espaldas. -Mierda!- se lamentaba para sí, cuando por el rabillo del ojo pudo ver como Kormack daba enormes zancadas para arremeter a su víctima

El enano corrió como un loco hacia el pajarraco con su hacha en la mano. VEN PA CÁ, POLLO!!!!! - Gritaba como un loco. Aunque quería irse de allí había visto a Cunta luchar. No podía dejarlo allí. Ni a Morwing, ni a Allen, porque dentro de lo que cabe Ogna y Losse estaban ya protegidos al agarrar al otro del pescuezo, pero de repente el otro apareció allí, justo al lado de Davros...