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Crónica del Heredero - Episodio II - El Ascenso.

IV- Tambores de guerra

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13/01/2015, 17:15
Phernangrim - Segundo de a bordo del Trueno del Mar

Cuando el último de los esclavos que se hallaban en compañía de Walven hubo pisado la cubierta del Trueno del Mar realmente supieron que el plan de escape había tenido éxito. Guiados por Alhanter y el menor de los hermanos Shesar, el numeroso grupo de hombres liberados habían pasado escondidos todo el día en una pequeña cala de la parte norte de la isla, no muy alejada de dónde esa misma mañana se habían separado de los aventureros. Sólo las señales luminosas y la esperanza por salir con vida de aquel lugar les aportaron el coraje necesario para lanzarse a las oscuras aguas y nadar en dirección al barco. Únicamente hubo que lamentar la muerte de un hombre mayor que no tuvo fuerzas para luchar contra las olas y acabó ahogado al quedar inconsciente por un golpe contra las rocas de la costa.

El barco aprovechó la cobertura que le brindaba la noche para alejarse por fin de aquella isla infernal que por siempre recordarían. Con el hermano de Allen a salvo y abundante información acerca de los planes de Steznag habían cumplido con creces lo propuesto en un principio pero, junto a ellos, llegaron nuevos y preocupantes descubrimientos. El primero y más acuciante se trataba del plan de ataque que el Capitán Pirata Steznag había planificado contra Athkatla. Aquel ataque no era más que un paso más para la obtención de su objetivo final que no era otro que traer de vuelta al misterioso Heredero, alrededor del cual ya comenzaban a disiparse algunas de nieblas que rodeaban a su figura.

A raíz del primer hallazgo podía extraerse el segundo, mucho más modesto y personal pero no por ello menos peligroso: el pasado sombrío de Morwing poco a poco iba adquiriendo algo más de luz y aportaba datos acerca del porqué de su falta de memoria y de su relación con el Heredero.

Aquellos problemas se debatirían a puerta cerrada durante las interminables horas que duró la travesía, sobre la cual también surgieron ciertos interrogantes. El principal de ellos resultó ser algo que los oficiales ya sabían el día que fueron capturados. Las condiciones del barco después de la tormenta sufrida no eran las mejores para un regreso seguro hasta Athkatla teniendo en cuenta lo avanzado de la estación invernal. Además había que sumar la fisura en el casco consecuencia de la rotura de la cadena de la Boca de la Sirena. Los trabajos de achique del agua fueron una tarea continua que acabó por desgastar la moral de la tripulación y que también dejó sus bajas, como por ejemplo la solitaria y angustiosa muerte del pirata Yubian que, aún bajo los efectos mágicos del hechizo, cayó al agua en lo más oscuro de la primera noche probablemente por algún tropiezo o descuido. Nadie lo echó de menos por supuesto. Era una boca más que alimentar con las pocas provisiones con las que contaba el navío, reducidas aún más por el aumento de la tripulación tras incorporación a ésta de los esclavos.

Las voces del segundo de a bordo Phernangrim al otro lado de la puerta despertaron a los aventureros la tercera mañana tras escapar del Atolón de la Sirena Muerta.

¡Tiene que ser así Adlwen! ¡No me arriesgaré a que nos vayamos a pique, bastante hemos dejado atrás ya como para que encima muera más gente!- Gritaba enojado al segundo oficial de cubierta. El entusiasmo de las primeras horas tras la exitosa huida se había ido diluyendo con el tiempo y las sombras de culpabilidad por haber dejado atrás a Hasler se volvían más nítidas con cada milla que los acercaba al continente.

Una serie de golpes en la puerta anunció la irrupción del capitán en funciones. – Buenos días señores. – Saludo con semblante serio y angustiado. Tenemos que hablar. El Trueno del Mar se hunde y necesitamos cambiar el rumbo, no llegaremos a Athkatla con las condiciones actuales y mucho menos podremos esquivar a la flota pirata que nos precede. – Phernangrim permaneció de pie con los brazos cruzados viendo como los aventureros, cansados por estar achicando agua durante la noche, se despertaban con los ojos hinchados.

 

Notas de juego

Os encontráis en vuestro camarote cuando Phernangrim entra para daros las noticias.

Actualmente el espacio vital se ha visto drásticamente reducido ya que junto a vosotros también duerme el hermano de Allen, Alhanter, Cuinthere y su gaviota, y dos de Imnescar que formaban parte de los esclavos liberados.

 

La experiencia por la escena anterior ha sido de 1600 px.

 

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13/01/2015, 17:25
Allen Shesar

Ningún objeto encontrado ni ningún combate superado podía siquiera acercase a la alegría que sintió el paladín al ver cómo su hermano volvía a su lado. Lo arropó con la manta que guardaba en su mochila, le dio una muda nueva y la cantidad de raciones de viaje que pudo comer.

La conversación entre lo hermanos no cesó hasta bien entrada la primera noche. Hablaron de las peripecias que sufrieron cada uno de ellos, de todo lo que pensaron el uno en el otro y de cómo nunca perdieron la esperanza de volver a encontrarse. Fue un momento dulce que Allen disfrutó y del que se acordaría siempre.

Las horas siguientes las pasaba achicando el agua que amenazaba con hundir el todopoderoso Trueno del mar o bien hablando con sus compañeros sobre cuál sería la reacción de Athkatla ante la amenaza que se cernía sobre ella. Los ánimos por supuesto fueron decreciendo a medida que las horas pasaban y recordaban lo que habían dejado atrás, Allen comprendía muy bien por lo que estaban pasando y ayudaba en lo que podía a los marineros para consolarlos aunque suponía que su historia no acabaría tan bien como la suya.

La mañana del tercer día unos gritos despertaron al paladín, parecía una acalorada discusión, pero cuando Allen se disponía a salir a ver qué ocurría llamaron a la puerta, era Phernangrim. -El barco se hunde... ¿qué más nos puede pasar?...- pensó mientras se levantaba y acudía a la llamada.

-¿Qué es lo que pasa?- preguntó a Phernangrim, -¿Cuánto tiempo tenemos?,¿se han divisado barcos siguiéndonos?-.

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13/01/2015, 19:54
Morwing

Los gritos de victoria o los saltos y abrazos de alegría se extendieron entre toda la tripulación según se alejaban de la amenaza pirata. Se podía respirar la euforia en el ambiente, y sin duda la operación había sido un gran éxito a pesar del abandono de Hasler. Sin embargo el hechicero se quedó aislado de celebraciones y mantenía la calma con una mirada fija y desconfiada sobre la Isla Mayor mientras se iba perdiendo en la lejanía. Era consciente que habían asestado un durísimo golpe a Todler y al plan de Steznag del que con seguridad querrían vengarse, con la desventaja que en esta ocasión los aventureros ya no eran un grupo desconocido y sus enemigos eran conocedores de la amenaza que podían llegar a ser. – Muy pronto volveremos a saber de ellos, me temo… se avecinan problemas…

Tras recoger a Walven y el resto de sus compañeros, era momento de dirigirse a Athkatla, pues debían informar con urgencia de todo lo descubierto sobre los planes de Steznag y alarmar del peligro en el que se encontraban. Sólo quedaba la duda de saber si la dañada estructura del Trueno de Mar permitiría hacerlo. – Esperemos que aguante..., pensaba el hechicero hasta que su mirada se fijó en otro problema, de menor envergadura pero que debía ser resuelto antes. – Yubian, ainsss… ¿qué voy a hacer contigo?, quedó pensativo mientras se acariciaba la barbilla.

Esa misma noche, con el pretexto de hablar a solas de un tema importante, Morwing se llevó al pirata hacia la cubierta de popa: - Bueno Yubian, he de darte las gracias…, arrancó hablando el hechicero mientras daba unos pasos atrás y metía las manos en los bolsillos de su túnica, - La verdad es que nos has sido de gran ayuda, amigo… y espero, de verdad, que sepas nadar bien... Entonces el hechicero sacó la misma varita que horas antes había servido para mover el barco y descargó toda su potencia sobre el desgraciado pirata, haciendo que éste saliera despedido del barco perdiéndose en las oscuras aguas de la noche. – Saludos a Jedrekal, bastardo…, susurró haciendo un gesto de despedida con el brazo. La información oficial de lo ocurrido fue, en palabras del elfo, un desafortunado accidente. No había necesidad de dar más detalles y tampoco nadie se interesó por ellos…

Días más tarde, sucedió lo inevitable. El Trueno del Mar se encontraba en tan malas condiciones que sería imposible conseguir sanos y salvos a Athkatla. Cuando Phernamgrim puso a los aventureros al corriente de la situación, el hechicero propuso una idea que seguramente ya todos tenían en la cabeza. - ¿Por qué no nos dirigimos a Candelero? Lo tenemos a pocas millas y quizá allí podamos conseguir otro barco, cambiar de transporte o incluso tratar de enviar algún mensaje cifrado a Athkatla… ¿Qué os parece?

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13/01/2015, 19:57
Kormack Quebrantahuesos

Kormack escuchó a Ogna hablar sobre aquel colgante de la suerte - Cuando muerrrra, me lo pido. Porrrr ahorrra no lo tocarrré. Es de Morrrwing. - Decía el enano tranquilamente ¿O acaso lo que insinuaba Ogna es que se lo robase? Claro que podía hacerlo, pero en fin... era de la suerte, no mágico! Así que prefirió acercarse a la borda, el enano gritaba como un descosido mientras salían de la cueva de los pirata. - ADIÓOOOOOOS LOMBRRRRRICES!!! JUA JA JA JAAAAA!!! VOLVERRRREEEEEMOS A VEEEEEERRRRRNOS! JUA JA JA JAAAAA! Parrrra desgracia vuestra... - Decía muy contento el enano. Ahora tenía muchos días por delante encerrado en aquella bañera y comenzó a recordar lo poco que le gustaba estar encerrado. Su tiempo lo pasó intentando no morir, que no era poco trabajo Pieedaaaaad... - se le escuchaba decir un poco mareado. - ...Tierrrra... vamos a Tierrrrra... - suplicaba lastimero. Sus compañeros iban de aquí para allá. El enano se mantenía en el suelo tirado, en esa posición parecía que se mareaba menos. En una de las pocas ocasiones que Allen entró en su habitación dijo - Eh... EEEEEH! - Llamando sosegadamente su atención ​Me diebes dinerrro! Tu herrrrrmano ya lo tienes. De nada, me enquianta ayudarrr, así soy yo! - Dijo algo animado je, je-je! - Reía pensando en el dinero y en que lo gastaría...Perrro antes llévame a tierrrrra por favorrr! - Pedía lastimero de nuevo. Anteponía el dinero a algo, por lo que parecía bastante grave. Sólo las palabras del mago le hicieron salir de su grave "enfermedad" Si- si! si! CANDELERRRRO! VAIAAAAMOS! - Decía el enano, cualquiera que le oyese pensaría que sabía de lo que hablaba, pero si le diesen un mapa seguramente pondría Candelero en mitad del mapa, por eso de que le gustaba el centro y las montañas. Sobretodo las montañas, aunque últimamente sólo viese agua y feos piratas.

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13/01/2015, 20:36
Phernangrim - Segundo de a bordo del Trueno del Mar

¡Tranquilo señor Allen! No nos sigue nadie y si lo hacen, con el Skirganden fuera de la cacería, no tienen forma de darnos caza.- Tranquilizó al paladín entrando en el camarote y apoyándose contra una de las vigas donde se ataban las hamacas. Nuestro problema viaja con nosotros. - Añadió dando un par de golpes con el pie sobre el suelo.

Lo he considerado señor Morwing pero esos monjes no están interesados en absoluto en la construcción naval, a no ser que se trate de un libro que verse sobre ella. Además carecen del más mísero puerto donde atracar. - Confesó negando con la cabeza lentamente. Yo había considerado Puerta de Baldur ya que es la ciudad más cercana que dispone de un dique seco donde reparar al Trueno del Mar, pero supongo que podríamos enviarlos a tierra con un bote. - Comentó dando a entender que, si la opción que tenían los aventureros era dar la alarma en Athkatla, tardarían mucho menos yendo a pie que en barco si tenían que viajar hasta la ciudad portuaria y luego recorrer el camino de vuelta hacia Athkatla de nuevo.

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13/01/2015, 21:13
Zanc Piesligeros

Finalmente habían conseguido salir de aquella maldita isla atestada de piratas indeseables. El Gnomo no cabía en sí de la alegría y celebraba animosamente con sus compañeros y con la tripulación, así como también agradecía infinitamente a Tymora por no desampararlo, algo que semanas antes se planteaban como imposible. Hoy era una realidad y aunque no habían logrado tomar todos los tesoros saqueados de los piratas ni habían conseguido recatar a Hasler, sí que  habían tenido éxito enormemente en cuanto a información, seguramente Athkatla pagará muy bien por ella y quizás los condecorarán como figuras públicas!... El camino a forjarse una leyenda había comenzado. Zanc sonreía embobado en sus cabilaciones mientras observaba noche tras noche por la borda el inmenso oceano que se expandía delante de ellos, la situación del barco era precaria y aunque se habían esforzado enormemente en repararlo e intentar llegar a Athkatla, sería imposible.

Al amanecer del tercer día el Gnomo se levantaba bruscamente ante la algarabía, tranquilamente estiraba sus músculos cundo Phernangrim ingresó con las noticias, era evidente, deberían desembarcar pronto y su única opción era Candelero. Por unos instantes cerró sus ojos mientras recordaba los mapas que había visto... Si su memoria no le fallaba, si querían seguir por mar deberían rodear toda la flota de piratas de Steznag, quienes deberían estar buscándolos, además de el riesgo que se correría de ser avistados desde las alturas. Quizás la mejor alternativa sería por tierra, a través de las montañas. Mantendría su idea en mente y esperaría a contarle a los demás una vez hayan pisado tierra en Candelero. Por ahora se limitaba a morder un trozo de carne seca de las raciones perpetuas que había encontrado, al menos las provisiones para el pequeño Gnomo estaban cubiertas.

-¿A que esperamos?... Rumbo a Candelero entonces!- Exclamó el Gnomo con alegría y su acostumbrada sonrisa dibujada en su rostro, se levantó y se dirigió a la cubierta superior, cerca a la punta de driza, mientras observaba el horizonte y dejaba que el viento sacudiera sus rubios cabellos, su ánimo no había bajado, a pesar de la poco favorable situación en la que se encontraban actualmente.

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13/01/2015, 22:37
Director

El capitán en funciones escuchó atento el plan expuesto por Zanc antes de que éste abandonara el camarote. Básicamente el curso de acción que planteaba el gnomo consistía en que el grupo de aventureros alcanzase tierra cerca de Candelero, donde podrían descansar, comprar unos caballos, y cruzar los Picos Nublados para dirigirse por tierra hacia la Ciudad de la Moneda. Según sus palabras sería mucho más fácil acercarse hasta la ciudad por tierra que por mar, porque no había que olvidar que existía un ejército de piratas por delante de ellos. Descartaba pues la idea de dirigirse a Puerta de Baldur para conseguir allí otro barco con el acertado argumento de que para cuando quisiesen llegar a Athkatla el asedio sería inevitable.

También sugirió que los antiguos esclavos viajasen con el Trueno del Mar hasta Puerta de Baldur ya que si estos acompañaban al grupo de aventureros no harían más que retrasarlos. Sabía que a Allen no le haría mucha gracia la idea de separarse de su hermano pero, echando la vista atrás a los peligros a los que se habían enfrentado, no había que ser muy listo para saber que por mucho que ellos quisieran no podrían mantenerlos a todos a salvo. Pocos de ellos eran realmente combatientes capaces por lo que sería más seguro para ellos pasar el invierno en la ciudad portuaria del norte y desde allí, una vez se derritiesen las nieves, volver a sus hogares.

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13/01/2015, 23:47
Ogna

Ogna contenía sus ganas de gritar como una loca, de insultar a los piratas amedida que se hacían más y más pequeños, pero mantenía su canto para que las balistas fueran más certeras y hacer cuanto más daño mejor. No acababa de creerse que hubieran escapado y, cuando ya no pudo más, se dejó caer de rodillas sobre la cubierta ora llorando a moco tendido ora riendo sin parar.

- Lo...lo hemos conseguido.- Atrás quedaban buenas personas como Hasler y Mieleri. Para ella el abandono de Mieleroi había supuesto un duro golpe. Apenas la conocía pero se veía reflejada en ella, en su indefensión. No podía soportar parar a pensar qué sería de ella. Cuando vieron a los esclavos que se acercaban al Trueno del Mar a nado en las frías aguas, Ogna señalaba con el dedo a todo el que veía para ayudar a subirlo a bordo. El reencuentro de los hermanos Shesar fue demasiado para ella. Se abrazó a Losse con los ojos rebosantes de lágrimas, pero lágrimas dulces por la extrema felicidad que sintió en aquel momento.

- Me alegro mucho Allen. - Dijo plantando un beso en sendas mejillas de los hermanos y apartándose para dejarles intimidad en su reencuentro. Uno por uno fue felicitando a todos sus compañeros hasta quedarse al lado de su amado. Si Allen estaba en una nube, Ogna no se quedaba atrás. Por fin tenía tiempo, lejos de las amenazas, al menos inminentes para estar con Losse. Ya le daba igual todo lo que pensaran sus compañeros o los marineros. Aprovechaba el poco espacio para dormir con el elfo de cabellos plateados. No tenía apetito tan encogido tenía el estómago lo cual no veía mal dada la escasez de provisiones. 

Era una lástima que el Trueno del Mar se estuviera hundiendo, era un problema que Ogna no podía ignorar a pesar de su felicidad, un problema al que había que enfrentarse ya. Phernangrim fue el responsable de darles la mala noticia. Ogna escuchó con atención, mientras cavilaba,  respetando la opinión de sus compañeros de ir a Candelero. Al final intervino.

- Me parece arriesgado ir a pie en esta época del año a través de las montañas, pero después de lo que hemos vivido, ¿qué puede detenernos?- Tomó la mano de Losse entrelazando sus dedos.- Sin embargo quizá sea la única opción de avisar a Athkatla. Pero si nos dividimos, si nosotros vamos a pie con un grupo reducido y el resto toma rumbo a La Puerta de Baldur, podríamos conseguir algún aliado en caso de que la ciudad sea asediada o incluso tomada por Stenzag.- Ogna rebuscó entre todos los papeles que habían recuperado de la Isla y que demostraban las intenciones del bastardo de Stenzag y sus piratas.- Phernangrim, ven aquí, mira. Vas a tener que enterarte bien de todo esto. Si no tú el que creas que mejor puede explicarles a los representantes de la Puerta de Baldur lo que está a punto de suceder. Su ayuda podría ser inestimable en una situación así.

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14/01/2015, 00:07
Ogna

Ogna había vivido la huída de la Isla de la Sirena Muerta con una mezcla de amargura y felicidad, aunque esta última era la emoción que desbordaba a la muchacha durante la travesía en barco. El haber salido con vida de allí, donde tantas veces había pensado que podía haber muerto, la había vuelto más descarada en lo que respecta a las muestra de afecto hacia Losse. En cuanto tenía un rato aprovechaba para tener contacto con él. Si no le cogía de la mano le acariciaba el pelo cuando éste se tumbaba a descansar. Hacía lo posible por dormir a su lado, al menos ella lo hacía pues el elfo se mantenía siempre alerta. Apenas tenían espacio pero Ogna se las arregló, hablando con los marineros y esclavos, con los que había hecho muy buenas migas, para que les dejaran unos minutos a solas.

- Qué ganas tenía ...de salir de allí.- Sus ojos refulgían con un brillo especial, quizás por las lágrimas que se acumulaban en sus ojos, pero sin derramarse. Las manos de la chiquilla se movían con rapidez, como cuando manejaba el estoque, y buscaban carne al igual que lo hacía Vishna, pero con otro propósito diferente del de derramar sangre. La piel del elfo lunar era como el mármol, pero cálido. Una sensación que jamás había vivido la muchacha, que no estaba falta de experiencias, aunque todas con humanos.- Jeje, ¡ay los chicos como son!- Se refería a los marineros que a petición suya le habían ayudado a montar un pequeño tenderete. Era lo máximo que podían permitirse en sus condiciones. Para Ogna era un palacio. Tiró de la mano del elfo para llevarlo adentro mientras miraba su cara para así poder desentrañar qué pensaba el elfo de cabellos plateados.

Notas de juego

Tengo subido juego de manos XD

No sé si sería posible que Ogna, hablando con los marineros hubiera conseguido que les hicieran una especie de camastro, un tenderete donde poder intimar. Como en gran hermano XD. Todo ello con la esperanza de que Losse accediera, aunque si no acepta pues Ogna se quedaría con las ganas. Pobre!!

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14/01/2015, 02:46
Losse

La tensión se apoderó de Losse mientras el barco avanzaba hacia la salida. No pensó que llegaría, pero, finalmente, el Trueno del Mar abandonaba la Boca de la Sirena sorteando multitud de enemigos. - ¡¡¡SÍIIIIII!!! ¡Gran trabajo muchachos! -

Losse besó con efusividad a Ogna y abrazó sus compañeros para celebrarlo. Con su habitual destreza, trepó por el mástil principal y se encaramó en lo alto de la torre de vigía con el puño en alto animando a sus compañeros. Bajó, de nuevo, hasta la cubierta, donde algunos de los marineros hacían rodar los barriles de ron que los estúpidos piratas de aquella isla habían introducido en su interior para amenizar la travesía. Fue entonces cuando el elfo lunar agarró el cuerno del minotauro y lo llenó esperando a que Kormack hiciera lo mismo. - ¡Vamos, Pelusilla, brindemos! - El líquido corrió por la garganta de ambos aventureros, sin caer en cuenta, llevados por la euforia del momento, del desagradable sabor que les producía el no haber limpiado el asta de aquella bestia que yacía sin vida en el nivel inferior en el que se encontraban.

Sin embargo, para el explorador, la explosión de júbilo fue temporal, al menos hasta que lograron recoger al resto de esclavos que habían dirigido hacia el norte de la isla, momento en el cual todos celebraron la huida de la Isla de la Sirena Muerta.

 

Mientras el Trueno del Mar seguía surcando los mares con la ya mirada atenta de sus tripulantes ante algún posible encuentro, Phernangrim les dio la mala nueva: el barco se hundía. - ¿Es que no podemos tener un día tranquilo? - De nuevo tocaba improvisar un plan.

Morwing tardó poco tiempo en proponer amarrar en Candlekeep o Candelero, como se le conocía en la lengua común, cosa que fue bien vista por el resto del grupo. Losse no se opuso y, pese a la disconformidad inicial de algunos de los marineros, la misión de alertar a Athkatla prevalecía sobre cualquier otra.

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14/01/2015, 03:15
Losse

El ron que aún corrían por las venas de Losse, había desinhibido ciertamente al elfo, aumentando las muestras de cariño a Ogna durante la celebración. Sus cansados cuerpos de tanto combate pedían un respiro para ellos dos, ese tiempo del que, lamentablemente, apenas habían podido disponer. A modo de gratitud, los marineros habían improvisado un "nido de amor" para la pareja, al que ambos se dirigieron sin pensárselo mucho. No obstante, antes de entrar, apoyados por el griterío y los aplausos de los marineros que animaban a la pareja, Losse invocó su arco mientras hacía un barrido con la otra mano a todos ellos. - Al que ose molestarnos, se las verá conmigo - El gesto serio del rostro del elfo se transformó en una carcajada mientras depositaba el arco, de nuevo, en su brazalete.

Losse abrazó a Ogna mientras la miraba fíjamente a los ojos con una leve sonrisa mientras su corazón latía acelerado fruto de la excitación del momento. Pese a la experiencia que Ogna pudiera haber tenido en la vida, para el everlunita no pasó desapercibida la curiosidad de la humana por explorar el cuerpo del elfo, seña indicativa que él era el primero de su raza con el que había tenido una relacion. - Por fin solos. Se acabó el dormir acurrucados como dos santurrones. Hoy quiero tomarte como si mañana fuera nuestro último día. - le susurró a la par que sus manos se aferraban a su cuerpo con firmeza y se introducían en el interior de su camisa.

Los primeros gemidos de la humana trajeron las risas de los marineros más curiosos que se empeñaban en poner el oído, fruto de los muchos días en los que éstos permanecían alejados de sus mujeres, aunque luego desaparecerían a medida que el barco avanzaba, dedicándose a asegurar el correcto avance del barco.

Notas de juego

Este hombre tiene que descargar ya, que está enrabietaíto y va a acabar con todos los piratas él solo.

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14/01/2015, 06:42
Director

Al final del día la decisión de desembarcar a los aventureros frente a la costa de Candelero fue aceptada como la más lógica y la que más probabilidades de éxito tenía si querían salvar a Athkatla de la amenaza pirata. Los oficiales del Trueno del Mar mantuvieron la última de las reuniones con los siete compañeros para ser informados de todo cuando debían hacer, que no era poco. 

Joanbardrol, el veterano archivero nacido en Riatavín y enrolado en el Trueno del Mar como oficial de bitácora desde los primeros años de Hasler como capitán, sería la voz encargada de solicitar ayuda a los Baldurianos para hacer frente a los piratas liderados por Steznag. Muchas esperanzas recaían sobre sus hombros pero, obstinado como todo buen Riatavense que se preciase, no cesaría hasta que el Gran Duque Portyr y el parlamento de la ciudad-estado le concediesen audiencia.

El ánimo de la tripulación, aunque había decaído durante los tres días de viaje, pareció elevarse durante la última de las noches de los aventureros en el barco. Gran parte de la culpa la tuvieron los tres barriles de ron que se abrieron para celebrar la despedida. Kormack con sus ocurrencias y Zanc con sus juegos de manos amenizaron la cena y tras ella, los enamorados Losse y Ogna pusieron el broche final a la jornada con su entrada en la especie de tienda que los marineros habían construido para ellos.

A la mañana siguiente los preparativos para la partida de los compañeros y los trabajos para mantener el barco a flote se reanudaron a buen ritmo. Se trataba de una magnífica y soleada mañana de Mazho, una de las pocas de las que el frío mes regalaba a aquellos que lo sufrían. La suave brisa propulsaba la embarcación a buena velocidad por lo que, de mantener ese ritmo, probablemente al anochecer estarían frente a la famosa fortaleza del conocimiento. Ésta poco había cambiado, como más tarde comprobarían, desde los años en el uno de los hijos de Bhaal inició su guerra particular contra el resto de sus hermanos para reclamar el trono de su padre, el dios del asesinato.

Cuando Losse abrió los ojos se encontraba radiante, pocas veces en su vida había dormido tan bien a pesar de las pocas horas de sueño que Ogna le había dejado conciliar. Se desperezó con cuidado de no despertar a su amada para poder dedicarle algo de tiempo al diario que estaba escribiendo.

Al salir de su tienda del amor se encontró a Davros hecho un ovillo en una de las hamacas. Le resultó extraño no haberle escuchado entrar aunque tras pensarlo bien lo que realmente le sorprendió al elfo es que el bárbaro hubiese conseguido conciliar el sueño después de la noche que ambos amantes habían pasado. Cuando se acercó hasta él para coger su diario se percató de la cara pálida de su compañero, sudaba abundantemente y parecía revolverse en sueños.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Enfermedad: Escalofríos diabólicos. 1d4 a fuerza por cada día que pase.

Se necesitan 3 Tiradas de salvación consecutivas con éxito para curarse de la enfermedad. También puede ser curada por métodos mágicos.

Si una persona está al cuidado del enfermo, puede hacer una tirada de sanar para pasar una TS de Fortaleza fallida. Para ello el enfermo debe haber descansado 8 horas al menos.

El enfermo recuperará un punto de característica cada día aunque no haya superado la TS.

Sólo fue contagiado Davros ya que el resto de los que fueron heridos por el demonio superaron la TS.

-2 a FUE para hoy.


Por la noche llegaréis en barca hasta los acantilados cercanos a Candelero, con lo que el que quiera puede narrar la llegada a tierra y el camino serpenteante hasta las puertas cerradas de la Fortaleza del Conocimiento.

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14/01/2015, 08:14
Allen Shesar

De nuevo el destino les tenía preparado a los hermanos Shesar una nueva despedida pero, en este caso, Allen sabía que su hermano no correría peligro en manos de marineros tn experimentados y que llegaría a puerta de Baldur sin ningún problema. Como bien le habían asegurado, con el Skirganden fuera de juego no tenían nada que temer y esperaban tener un tranquilo viaje hacia la metropoli. El paladín habló largo y tendido con Walven sobre lo que tenía que decir a quien fuera menester para que todo fuese lo más exacto posible, desde el número de barcos hasta las anotaciones más importantes del Kobold, -no tires la toalla y lucha para que esta información llegue a oidos de quien pueda ayudar a Athkatla-, le decía enérgicamente a su hermano menor mientras que a la vez pensaba que si puerta de Baldur enviaba un contingente de hombres, el camino de vuelta hacia Athkatla sería mucho más seguro.

Tras un sentido abrazo, se dirigió a reunirse con el grupo notando cómo Davros parecía tener algún tipo de enfermedad. Rápidamente el servidor de Tyr se puso a escrutar al bárbaro buscando el mejor método para paliar los síntomas de la enfermedad que consumían a su compañero. -Parece que no es nada grave, con su fortaleza debería estar bien en un par de días-, comentó a sus compañeros para tranquilizarles. Para cuando hubo terminado, el barco se aproximaba a su siguiente destino, Candelero, por lo que se apresuró a organizar su equipaje, mucho más voluminoso del que trajo en este mismo barco cuando navegaron hacia aquella isla maldita, y quedó a la espera de desembarcar.

- Tiradas (1)

Notas de juego

La tirada de sanar que se use para cuando haga las TS de superar la enfermedad.

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14/01/2015, 12:46
Morwing

Los aventureros tomaron pronto la decisión de desembarcar en Candelero para luego continuar por tierra hasta Athkatla. En esta ocasión no hubo discusiones ni debates pues era evidente que se trataba de la opción más correcta y la que les situaría más próximos a su destino final.

Las ojeras en los aventureros era protuberantes, sobretodo en Davros que las acompañaba con un tono de piel más pálido. Sin embargo no le dieron mayor importancia pues las achacaban al cansancio provocado por el achicamiento de agua en los últimos días.

-Davros, se te ve agotado, comentó Morwing mostrando leves síntomas de preocupación. – Todavía quedan algunas horas hasta llegar a Candelero, quizá deberíamos descansar un poco… Mañana nos espera un duro día…

La propuesta del hechicero fue secundada por el resto, por lo que decidieron encerrarse en su camarote y recuperar fuerzas hasta que el Trueno del Mar llegara a las inmediaciones de Candelero.

A pesar del cansancio acumulado, resultó complicado conciliar el sueño por diversos motivos. Algunos como Kormack no veían el momento de conseguir pisar tierra, otros como Morwing se encontraban “excitados” por poder visitar, aunque fuese fugazmente, la ciudad del conocimiento y Dravos, por su parte, permanecía acurrucado entre sudores fríos y pequeños espasmos.

- Ogna, ¿por qué no nos obsequias con una de tus deliciosas canciones para conciliar el sueño?, solicitó a la joven bardo que permanecía pegada a Losse. La idea fue bien acogida y Ogna, devota por el arte de la música pronto se animó a llevar a cabo su mejor faceta. Mientras se aferraba al cuerpo de su amado, la delicada voz de Ogna comenzó a gobernar el camarote llenando de paz a cada uno de los aventureros. Morwing, que se encontraba tumbado en su camastro con la cabeza apoyada sobre su brazo y con Bagul sobre su tripa, comenzó a gesticular con los dedos al son de la música, generando mágicamente una tenue melodía de un arpa que acompañó a la dulce balada. Fue un momento glorioso, y poco a poco los aventureros fueron cayendo presa del sueño hasta la mañana siguiente…

Con los primeros rayos del alba, los aventureros fueron preparando todo el equipo, llegaba el momento de tomar tierra por fin. Las energías tanto físicas como mentalmente estaban renovadas, sin embargo Davros, raro en él ya que era de los más madrugadores, permanecía acurrucado en su camastro. Parecía ser víctima de algún tipo de enfermedad que le había provocado graves niveles de fiebre. Por fortuna el paladín, sin duda el componente del grupo que más conocimientos de curación tenía, alivió pronto a Davros y al resto del grupo asegurando que en un par de días estaría recuperado. – Esperemos no tener ningún conflicto importante hasta entonces…, pensó, ahora sí más preocupado el hechicero.

Davros, con la ayuda de Allen y Losse, junto con el resto de los aventureros (incluido Cuinthere), descendieron hasta un pequeño bote que les conduciría hasta la costa. – Gracias Phernangrim. Consigue llevar esa información a buenas manos, ¡contamos contigo!, fue gritando Morwing según se alejaban del barco y ponían rumbo a su próximo objetivo: La Fortaleza del Conocimiento.

Notas de juego

Utilizo conjuro de Prestidigitación para generar musica de arpa ;P

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14/01/2015, 12:48
Ogna

En su improvisada tienda Ogna abrió un ojo, el otro preso por las legañas, y comenzó a desperezarse. ¡Había pasado la mejor noche de su vida! Las condiciones no habían sido las que a ella le hubiesen gustado, pero aún así había sido una noche perfecta. Abrazada al cuerpo desnudo de Losse hablaba con él en susurros a medida que el cansancio la vencía.

- Háblame de esa Miliqui*, Losse, quiero saber más sobre ella.- A veces se había puesto celosa de la Diosa. Era una bobería, pero no podía evitarlo. sin embargo, si para su amor era importante también lo sería para ella. De hecho no era lo único que había aprendido junto al explorador elfo. Sus reticencia a encontrarse en plena naturaleza no habían desaparecido,  pero al menos estaba aprendiendo a apreciar los frutos que daba la naturaleza a aquellos que sabían explotarlos. Tras un corto periodo de cháchara abrazados , Ogna se quedó profundamente dormida. Cuando se despertó y salió al exterior, preparada para recibir las bromas y vítores de los demás, pudo ver como Losse y Allen se preocupaban por el estado de Davros.

- ¿Qué ocurre?- Dijo la muchacha mientras recomponía su indumentaria. Con un rápido y desapercibido gesto se recolocó la ropa interior que casi llevaba por los tobillos. Entonces vio el aspecto de Davros y no se quedó tranquila hasta que se puso a su cuidado, haciendo todo lo que Allen le pedía. Para que el bárbaro descansara adecuadamente, Ogna le cantaba nanas que había aprendido de los marineros del Trueno del Mar. Afortunadamente su voz, aunque no la mejor del mundo, era más dulce que la de los aguerridos tripulantes, ajadas ya por el ron.

—Mueve mi madre
esta mi cuna.
El mar da miedo,
quiero laguna.

La caracola
suena en la playa;
mueren tus ojos,
la boca calla.

Marea que sube,
marea que baja;
tu sueño es
suave mortaja.

Nana marina
que alivia penas;
velan las madres,
sueñan las nenas.

 

Así le recitaba Ogna a Davros, mientras recostaba la cabeza del guerrero en su regazo, tratando de calmarlo para que pudiese conciliar el sueño. Allen había dicho que no era grave y eso tranquilizaba a la muchacha. Sentía un gran aprecio por Davros y no iba a dejar que, después de lo que había vivido, cayese por una enfermedad. No si ella podía evitarlo.

Su destino volvía a estar sellado. Candelero era su nuevo objetivo, pero sólo de paso. Después deberían avisar cuanto antes a Athkatla.

Notas de juego

*Mielikki. Ogna es más una pagana que nunca se interesó por los dioses hasta ahora (ubí un punto a saber religión jeje)

No recuerdo bien si algo del bardo permite aumentar los bonos a las TS.

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14/01/2015, 15:48
Davros Zokk
Sólo para el director
- Tiradas (12)

Notas de juego

Ataque: 5 AB + 3 DES + 1 GC + 3 Ogna - 4 Distancia = +8

Daño: 1d8 + 3 Ogna 

TS Fortaleza +5

1 Uso del cinto de curación

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14/01/2015, 16:22
Losse

DIARIO DE UN ELFO EN ALTA MAR

DIARIO DE AVENTURA

Sabré lo que ha pasado y no me quedará más remedio que volver
 

"No tengo mejor forma de homenajear a quien tripuló nuestro barco durante cinco duras jornadas. Paradójicamente, el título de estas páginas fueron las últimas palabras con las que Hasler, el capitán del Trueno del mar, se despedía de mí. Hoy, soy yo el que sé lo que ha pasado... y no me queda más remedio que volver.

 

El quinto día fue menos tranquilo aún que el cuarto; como así, éste, lo fue menos que el sexto; y, como así, éste otro, lo sería menos que el séptimo. El temporal que azotó nuestro barco propició nuestra temprana salida de él. El capitán, tras mi primer chapuzón en alta mar, me indicó el camino a seguir para alcanzar la maldita isla a la que nos dirigíamos. El bote pronto tocó el agua y, sin parar de remar, el mar nos deslizó hacia una torre que nos daría una especial bienvenida. Sería la antesala de lo que nos esperaría en días posteriores.

Quizá fuera insensatez, quizá exceso de confianza... El asalto a una torre infestada de piratas no es la mejor opción para estirar las articulaciones después de un largo viaje. No nos quedó otra opción más que huir y lamentar la pérdida de uno de los marineros del Trueno que se vio obligado a seguirnos, Gleric, el hijo del mar, el hombre que vivió por y para las aguas, las mismas que lo recibirían con los brazos abiertos en la hora de su muerte.

¿Cuánto tiempo podríamos haber estado perdidos en aquel lugar? No puedo más que mostrarte mi gratitud, querida Mielikki, pues tu favor divino me otorgó la claridad de divisar los alrededores de aquella isla a la que llegamos.

No todos mis compañeros se desenvolvían bien a la intemperie, con lo que tuve que tomar el mando conduciendo al grupo por la isla. Tal vez, en aquel momento, hubiera sido mucho más gracioso ver cómo se las apañaba el enano en aquellos barrizales. Lástima no haber tenido el cuerpo para bromas.

Unas horas después, conocimos a Mieleri, una joven turbada por los continuos insultos y vejaciones a los que se veía sometida por los piratas que poblaban la isla. Espero que sigan el mismo destino todos aquellos que le den un trato similar al que la sometían los humanos de los que la liberamos, pues, con la voluntad de ayudarnos, volvió a caer en las redes de esos malnacidos. Sólo tuvimos una alternativa: escapar por los peligrosos túneles de una mina plagada de esclavistas. Así de completo se iniciaba nuestro sexto día.

En mi corta experiencia en la vida, jamás pude contemplar cucarachas del tamaño de una persona, e incluso una mayor que el tamaño de un oso, al menos no hasta ese momento. Éste magnífico descubrimiento casi nos cuesta la vida, pues también fueron los rivales más duros a los que nos pudimos enfrentar en nuestra travesía. Lo más sorprendente fue encontrar como un hermano elfo, aunque con el alma oscura como aquella caverna, las comandaba como si fuera uno más de la colonia. Casi tan sorprendente como la luz que arrojó sobre el pasado de Morwing, uno de los miembros de nuestra compañía, pues su alma estaba, tanto o más corrompida en el pasado, que la de aquel hechicero que nos narraba la historia. Quien sabe si una simple amnesia pueda cambiar la verdadera naturaleza de una persona. El tiempo nos mostrará la verdad.

El fin de los túneles llegaría tras recibir la cálida mirada del sol sobre nuestros rostros. Todos teníamos una nueva misión en mente. Investigar un misterioso y antiguo templo en el que se realizaban sacrificios no se antojaba una tarea fácil. Pero antes de alcanzarlo, Davros tuvo el placer de llevar a cabo su vendetta personal con Urthgal, un enorme bárbaro semiorco con el que compartió su pasado, gracias a una tremenda estocada que lo dejó sin opciones a replicarle el ataque.

Aquel templo estaba alojado en mitad de un claro y, con las armas en la mano, nos disponíamos a investigar qué es lo que guardaba en su interior. Una súbita explosión, que me privó del sentido del oído durante unos segundos, trajo consigo el reencuentro de Allen con su hermano, aquel que nos había traído hasta este lugar. Junto a Walven, una multitud de esclavos escapó de aquel foso y nos erigiríamos como sus libertadores, tras haber derrotado a un horror demoníaco que puso a prueba nuestro buen trabajo en equipo. A pesar de su colosal tamaño, apenas sufrimos daños, ya que ese ser parecía estar más centrado en absorver todo objeto que emanara magia para fortalecerle.

Junto a Zanc y Ogna, encontramos un refugio adecuado a la multitud en que nos habíamos convertido. Aquella noche descansamos bastante bien y evitamos cualquier encuentro desagradable. No nos vino mal recuperar fuerzas para lo que se nos avecinaba.

Durante la mañana, compartimos travesía con aquellos antiguos esclavos que se encontraban con más fuerzas. Cuando llegó el momento de separarnos para acometer nuevas investigaciones, podía verse en su rostro el anhelo de permaner a nuestro lado, aunque, lamentablemente no podíamos permitir que eso ocurriera. Después de todo, no salió mal la jugada, pues aquí me hallo escribiendo este diario, en compañía de todos ellos.

En nuestra búsqueda de la Boca de la Sirena, nos topamos con un fuerte en mitad de nuestro camino. Aún no me explico cómo estoy con vida tras acercarme a él a través de las rocas de un barranco y después de sortear a todos aquellos enemigos, quizá algo de culpa tuvo el pequeño Zanc con otra de sus ocurrencias. Aunque aún más increíble fue ver como mis compañeros derrotaban a un elemental de tierra. Poco pudieron hacer mis flechas ante tan magnífica criatura. Quizá Kormack no tenga la misma visión que yo, al que aún le cuesta reconocer lo cerca que estuvo de la muerte en aquella ocasión.

De todas formas, de aquel lugar salimos con un nuevo y peculiar compañero, Cuinthere (creo que tenía otro nombre, pero para mí es absolutamente impronunciable), un kóbold versado en las artes arcanas y de un fantástico humor. Ahora me arrepiento de estar a punto de arrebatarle la vida. Fue una suerte que mi brazo se frenara a tiempo para dejarle hablar.

El pequeño kóbold nos mostró el único camino seguro para llegar a la Boca de la Sirena, aunque no por ello más cómodo. Horas y horas en la más absoluta oscuridad y tragando polvo sin descanso.

Me costó un tiempo darme cuenta del lugar al que habíamos llegado. El exceso de palabrería casi nos cuesta la vida, primero en un burdel y, más tarde, en una taberna. El enano se encargó de solucionar los problemas del burdel, y no precisamente como se hace habitualmente en esos lugares, aunque los de la taberna llevaron consigo un cúmulo de acontecimientos bastante peliagudos.

Qué bien debe estar aquel cabrón llamado Jedrekal en su tumba. Ese maldito pirata delató a parte de mis compañeros y casi rapta a la gran mayoría de ellos. El buen hacer de Morwing evitó males mayores, y sólo Kormack y Cuinthere fueron los únicos a los que se llevó preso junto a una hueste de piratas. Fue entonces cuando Zanc y un servidor nos infiltramos en el Hijo de Thuran, barco en el cual los tenían retenidos. Nuestro paso por él no fue, precisamente, sutil. Logré avisar al resto de compañeros una vez los rescatamos de su celda, y lo que vino después fue un reguero de cadáveres sobre los distintos niveles de aquel barco y un incendio que puso en alerta a toda la cueva. Eso sí, mi conciencia descansa más tranquila al haber logrado salvar a los animales que tenían cautivos dos niveles por debajo de la cubierta principal. Hay que ser muy desalmado para tratar así a los regalos de Mielikki.

La oscuridad nos cobijó de las perversas miradas de los humanos que poblaban aquel atolón por el que navegábamos con uno de los botes que cogimos "prestados". No encontramos mejor idea que detener nuestro avance en la fortaleza principal, donde se encontraba amarrado el Trueno del Mar, el querido barco que nos había llevado a la isla. La diosa fortuna se alió con nosotros al examinar los túneles subterráneos. Gracias a la aguda vista del gnomo, hallamos un acceso al edificio sin haber tenido que abatir a ninguno de los guardias. Morwing se encargó de hechizar a uno de aquellos estúpidos humanos para conseguir que liberaran a gran parte de los marineros del Trueno. A continuación, y con poco éxito, intentamos llegar hasta nuestro barco haciéndonos pasar por piratas mientras Zanc se las averiguaba para sabotear el Skirganden, el barco de Todler "El Tuerto", con el que, lamentablemente, no pudimos toparnos. La fiesta de sangre que se originó en aquel muelle finalizó con los cuernos de un minotauro como trofeos personales para Kormack y para mí mientras los marineros nos dirigían, con gran éxito, hasta la salida de la Boca de la Sirena.

Todos los antiguos esclavos, a excepción de uno o dos, lograron subir a nuestro barco y así poder dejar a un lado el largo período de penurias en el que les habían metido.

 

Y aquí me encuentro ahora, junto al que ahora es mi nuevo amor. Es sumamente hermoso y tranquilizador escribir estas palabras contemplando su acompasada respiración mientras duerme. Si hemos logrado crear esta relación en el peor lugar que pudimos imaginar, debo suponer que no será difícil mantenerlo en lugares mucho más relajados y en los que podamos forjar nuestro futuro.

 

Y para terminar este relato, sólo puedo hacerlo con la memoria del mástil, la vela y el timón que le falta a este navío:

Querido capitán Hasler, espero que el futuro te aguarde únicamente el bien y que puedas liberarte de los barrotes que te mantienen cautivo... y no te quede más remedio que volver... a tu hogar."

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14/01/2015, 16:57
Losse

Tras la intensa noche de los dos enamorados, ambos comenzaron a hablar sosegadamente con el fin de conocerse aún más. Una de esas conversaciones, trajo consigo la curiosidad que Ogna sentía sobre la "Exploradora Suprema" y la devoción que Losse le profesaba. - Mielikki, se llama Mielikki. También la conocemos como "Nuestra Señora del Bosque". Ella es mi guía desde que tengo uso de razón. ¿Ves el tatuaje que llevo en la mano? - Losse le mostró el misterioso tatuaje con el que los monjes de Brost lo hayaron en aquella oscura noche. - Este símbolo es su representación. Fui abandonado nada más nacer en la puerta de un monasterio de Brost con éste y otros dos ya tatuados. Cuando me conociste, tenía, junto a Ella, la representación de dos dioses más: Ciric y Malak. Ambas son deidades malignas y, debido a la naturaleza de mi alma, siempre he confiado en que Mielikki era mi guía y mi fuerza para resistir a éstas. No he tenido un pasado fácil, Ogna. No encajaba en el entorno en el que me criaron. Sólo el cobijo del bosque y el abrazo de mi diosa me han hecho sentirme como soy. Ella es mi guía, la que me ayuda con su favor divino, como pudiste ver en la isla*. Ella nos protege y cuida de árboles, animales y plantas; a los cuales sabes que admiro. Sé que es difícil de comprender para alguien que no guarda una visión demasiado buena de los dioses, pero profeso un amor limpio y sencillo por ella. - Losse sonrió a la humana - Espero que no sientas celos, es un amor muy distinto al que siento por ti. La "Reina del Bosque" es una madre para mí. - finalizó el elfo mientras apartaba un pequeño mechón de la cara de la humana que se había posado por encima de uno de sus brillantes ojos.

No pasó demasiado tiempo más hasta que ambos durmieron. Losse, por su condición de elfo, despertó mucho antes que la bardo, momento que aprovechó para revisar su diario y escribir unas líneas rememorando lo vivido en la isla. Mientras Ogna aún permanecía presa de sus sueños, Losse se levantó y observó la palidez e inquietud en el rostro de Davros. El bárbaro había sido presa de una repentina enfermedad a la cual no encontraba explicación. No quiso intervenir en otorgarle sus cuidados antes de que éste se despertara. Era crucial que su más temible guerrero se encontrara descansado.

Por fin, los perezosos humanos, a la vista de los elfos, comenzaban a despertarse, momento que aprovechó Losse para coger algo de comida y llevársela a Ogna para desayunar. Ésta ya se encontraba despierta y lidiando con todos aquellos marineros que bromeaban con ella por su triunfal noche. El explorador se acercó entregándole lo que había cogido para ella - Hoy no pude salir a cazar, aunque te he traído ésto - De sus manos salían algunas piezas de fruta y leche, en el cuerno del minotauro ya limpio, que los piratas habían almacenado para su frustrado viaje.

Tras una preciosa mañana llena de gestos de compañerismo, los aventureros se despidieron y remaron en dirección a Candelero. Losse deseaba pisar tierra firme.

Notas de juego

* El uso de la magia

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14/01/2015, 17:47
Davros Zokk

Por fin el barco regresaba a las manos de sus verdaderos dueños, corrió mucha sangre para que ésto fuese así, por suerte, la mayor parte era de esos avariciosos piratas, aunque la pérdida que más se notaría, era la de Hasler. No quedó otra opción que abandonarlo, a merced de una muerte segura en el mejor de los casos, en el peor... sufriría durante días, semanas, meses... ¿quien sabe? Davros no quería pensar demasiado en ello, pero a veces no podía evitarlo. El bravo Capitán era el máximo responsable de que el grupo de aventureros fuera capaz de realizar las proezas de los últimos días, estaba seguro que Ogna honraría su necesario sacrifico en pos de la salvación de la Costa de la Espada o, al menos del serio intento que llevarían a cabo.

Todo tipo de proyectiles surcaban el espacio entre el Hijo del Trueno y el Skirgarden, las catapultas de éste castigaban con brutalidad el cascarón de nuestro niño de madera, la huida fue épica, los magos abordo se afanaban en soplar las velas, los expertos marineros se esforzaban al máximo para realizar sus cometidos. Davros era un mero espectador de aquello, no podía ayudarlos, con lo que recurrió a lo único que podía aportar, se acercó a Losse, echó mano al arco y comenzó a disparar, a pesar de que podía distinguir a sus objetivos, aunque fuera a duras penas, los proyectiles no parecía alcanzar a nadie, al menos, que pudiera ver, no por ello dejó de probar, pero la poca visibilidad, el movimiento del barco y los tirones que sentían cada vez que usaban la magia se aliaban para que las flechas no encontraran nada que matar.

La cadena era el último gran obstáculo, salvado de forma magistral por Morwing, cómo no, al debilitarla para que cediese al embiste de nuestro Hijo... - El cielo... pensaba que no volvería a verlo. - Una sensación de bienestar inundó el cuerpo del guerrero.

Oleadas de alegría se sucedían, una tras otra, al salir de la Boca de la Sirena, al recoger a los hombres de aquel templo y, por supuesto, al hermano de Allen, y al alejarse lo suficiente de aquella maldita isla como para que desapareciera de sus ojos.

Día tras día, poco a poco, esa alegría iba desapareciendo, comenzaban a ser conscientes de que no habían hecho más que comenzar, lo peor estaba por venir, la sombra de un ejército pendía sobre la Costa de la Espada, y tan sólo cien personas agotadas en un barco medio destrozado se interponía entre los planes de Steznag y el Heredero y el exterminio de incontables vidas.

Fue el mismo día de su huida cuando Davros recordó lo horrible que era viajar en barco, volvieron los maeros y el malestar, incluso más que la primera vez, y fue a peor día tras día, ni siquiera tenía fuerzas para intentar aprender algo de aquella travesía, cómo sería normal en él. Se dedicaba a estar tumbado, intentando mantener en su estómago lo que bebía y comida, tarea que fue imposible más de una vez. Cada día se encontraba más cansado, no dormía como acostumbraba. Incluso en aquel barco, lo normal en él sería dormir a pierna suelta, así fue en su primer viaje, no tuvo demasiados problemas para ello. En cambio, ésta vez, continuas pesadillas acosaban su mente, donde bichos gigantes, horribles monstruos y malignos demonios herían, devoraban, o destrozaban su cuerpo... Se despertaba varias veces cada noche, y le era imposible volver a conciliar el sueño.

Las fuerzas le abandonaban un poco más cada día, hasta que, sin darse cuenta, una noche se despertó helado, vomitando e incapaz de moverse excepto para girar la cabeza y dejar salir el contenido de su estómago. Al abrir los ojos contempló a Ogna, que le sujetaba la cabeza mientras cantaba una hermosa nana, no estaba seguro de si era un sueño, ni siquiera si aún estaba vivo. Todos sus compañeros se preocuparon, Allen, no se separó de él, mientras se esforzaba por bajarle la extraña fiebre. No tenía energía ni para hablar, ni para agradecerles todo aquello y, cuando lo intentaba, el esfuerzo de incorporarse hacía que volviera a perder la consciencia.

Perdió la noción de los días, aunque, si tuviese que decir cuánto duró ése estado, habría dicho semanas...

 

Notas de juego

Cojo la Daga GC del triste ataque al minotauro

Uso un carga del cinto (11pg)

 

TS CON CD 14

 

Motivo: TS CON

Tirada: 1d20

Resultado: 13(+5)=18

Motivo: TS CON

Tirada: 1d20

Resultado: 4(+5)=9

Motivo: TS CON

Tirada: 1d20

Resultado: 11(+5)=16

Motivo: TS CON

Tirada: 1d20

Resultado: 18(+5)=23

Motivo: TS CON

Tirada: 1d20

Resultado: 8(+5)=13

Motivo: TS CON

Tirada: 1d20

Resultado: 6(+5)=11

 

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14/01/2015, 19:44
Kormack Quebrantahuesos

El enano alucinaba con las reacciones de sus compañeros, al él nadie le atendía ni le prestaban atención. Sólo Cuinthere que veneraba el camino que pisaba parecía percatarse de su presencia. ​Anda viete a limpiarrrr mi arrrrmadurrra. - Le dijo en una ocasión en uno de sus mareos para tener distraído al Kobold. Una cosa que le intrigaba al enano era ver como de bien se hacía el enfermo Davros y cómo que acaparaba toda la atención. ¿Qué quedaba para un enano enfermo de verdad? Nada! Bien sabido era la naturaleza quejica de los humanos... Un rasguño y ay! ay! ay! Qué daño. - Al menos Losse había encontrado ron, lo que suavizó mucho el carácter del enano. Le hacía olvidar lo pequeño que era aquel barco y lo lejos que estaba la tierra. Pero a media tarde pareció recaer en su enfermedad. Si es que podrrrríais ocultarrros. - Gruñía el enano claramente afectado por presenciar la primera relación entre especies que veía en su vida. Era algo bastante horrible y vomitivo a su forma de ver. Su estómago se contraía para devolver, pero era algo que su puño cerrado no iba a permitir. Simplemente salían flatulencia a modo de amago. Uf... que malito estoy. - Repetía una y otra vez.

A la mañana siguiente parecía que el teatro de Davros se convertía en la noticia del día. Todos iban a atenderle y a llorarle. Yo también estuve malo. Comentó al aire. A nadie le imporrrto... segurro que lo has cogido tú. - Avisó sabiamente - El rrron te aliviarrrrá. - Decía echándole un poco en el hocico de orco del bárbaro. Perrro abrrre el hocico leñe, que no quierrro tocárrrtelo. Ia sabes, estás con eso tuyo. Aunque lo haia pasado a lo mejor me lo devuelves. - Que era bien sabido que cuando las enfermedades pasaban por los kobolds o los orcos volvían fortalecidas. Seguramente por aquello de que cogían autoestima al cebarse con un organismo más débil. Bah! - Cedió  finalmente rendido a las negativas de Davros de beber ron de su cuerno. Sólo bastó un gesto de indiferencia para que se lo bebiese Kormack. Eso le hacía no marearse así que, lo mejor sería revisar la estupenda tarea de Cuinthere.

Su armadura parecía nueva y además de regalo había limpiado el hacha y el escudo. Muy bien. Aiúdame a ponérrrmela. - Le ordenó - I no te apurrrres ya me remendarrrás la rrropa y me ayudarrrás a desenrrrredar mi pelo. - Aunque después miró las garras que se gastaba el Kobold, quizás era una mala idea que aquellas zarpas tocaran la hermosa cabellera pelirroja del héroe principal de esta aventura.