Partida Rol por web

Yoonel alzó la cabeza; su sentido divino atento a la creación de las primeras criaturas inteligentes y, al mismo tiempo, a la muerte que les estaba reservada en su inevitable destino. Fue así que comenzó con la construcción de aquel lugar encomendado por Yradrakos el Oscuro.

En el corazón de la Llanura moldeó y construyó un gran Templo, surgido de su propio ser y de los huesos de cuanto ser hubiera recibido el regalo de Yradrakos, en donde toda Alma que mereciera el descanso eterno pudiera descansar. Y para que llegaran sin error a este sitio, erigió una enorme torre de hueso, como una aguja orgullosa hacia los cielos, que señalizaría cual faro el destino. Una luz, visible solo para aquellos que ya eran invisibles, emanó de ellas, convocándolas al abrazo de la Muerte.

Pero el Gran Dragón supo que las Almas que hubieran hecho gran mal o pecado no podían ser así recompensadas, y ordenó al Faro de las Almas, la Baliza de Hueso, ser ciega para ellas, condenándolas a vagar para siempre, sin conocer ni descanso ni felicidad.

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Pyaray observó a sus iguales, el misterioso ser estelar habia creado algo bello, que atrajo la atención y regocijo de todos, los primeros hijos de un dios se movían por la tierra libremente declarandose emperadores del mundo, Yoonel alzaba su fortaleza impía y vil desde donde muy probablemente comandaría las huestes de caídos contra el mundo, una fuente de mal inagotable por los siglos que estarían por venir.

Observó entonces la caótica selva y se encogió avergonzado de su obra, no habia salido como los bellos bosques de Shenkis, era obvio que yo no tenía su habilidad. Volvió a entrar en el mar, recorriendo la zona arenosa que se extendía frente a él, como si se tratara de una capa, el clima de los manglares fué arrastrado y extendido, y el vigor de la selva trató de seguir a su creador más allá de los límites establecidos

Al sumergirse en el mar alzó uno de sus ojos pedunculares, y vió con cierto regocijo como El Caminante disfrutaba de la selva, y los seres que en ella habitaban, no eran tal vez tan bellos como los hijos de Él, pero cada creatura del mundo debía tener un rincón en el que existir.

Á, del cual Pyaray se desprendió, aquella esencia que era sinónimo de Inicio, aquél cuyo odio y celos habian sido encarnados en la lastimosa figura del Dios de las Profunidades, se daba un chapuzón en el rio por el que la energía del Dios Tentacular habia canalizado aquellas arboledas.

Vaya... yo tendría que estar dándome el baño... era mi río, lo había hecho para que el agua fluyera por el mundo

¿Porqué me hacía esto?

Pyaray se escondió en las profundidades, haciendo proliferar allí la vida de manera descontrolada, furioso, haciendo del mar donde residiría, un lugar peligroso e impracticable

Pensé que sin coordenadas dejandolo un poco a tu albedrío te sería más cómodo

En el continente central no hay nada, por ello me lo imagino como una expansión de tierra yerma

Bosque (x,y): 39,22;  40,22;  41,22;  39,21; 40,21; 41,21; 42,21; 39,20; 40,20

Arrecifes (x,y): 34,26; 35,26; 36,26; 37,26; 36,27; 36,28;  37,27; 38,27; 39,27

El Gran Á paseó por Albur, observando maravillado la tarea de sus hijos. Pero algo que lo maravilló fue el primer río, creado por Pyaray, el oculto en las profundidades.

Y se asomó al Océano desde la Muralla de Coral, bailando en la espuma del Mar, y decidió que la Tierra necesitaba más agua. Mojó la punta de su vestido y caminó, caminó, dejando que sus alas lo llevaran a distintos rincones.

Cuando se elevó a descansar a su palacio en los Cielos, detrás de él se habían formado ríos magníficos, con exquisita flora y fauna; en algunos lugares donde Á se había detenido se formaron charcos que pronto fueron lagos, repletos de peces y patos.

Y los Kohiri los hallaron y alabaron a Á, como debe ser, y el Gran Dios durmió complacido durante un año y un día, pues importante había sido su trabajo... pero más había por realizar.

Contemplé cómo la creación se iba moldeando, enriqueciendo con el parecer de mis hermanos. Observé arrobada, el nacimiento de los Kohirin, los primeros seres dotados de pensamiento racional y de libertad de albedrío y los amé. Ya tenía un pueblo a quién brindar mi conocimiento, a quién legarle mi sabiduría. Pero aún era muy temprano. Primero, las hermosas criaturas debían explorar el mundo y madurar; por ahora buscaban recorrer, ya llegaría el momento de contemplar.

Perdida en mis pensamientos, escuché las palabras de Yradarkos como a lo lejos; aunque mi corazón se entristeció, mi razón aceptó el destino de todas las criaturas que existían y que estarían por venir. Era lógico. Todo aquello que comienza, en algún momento tiene un fin. Incluso nosotros... algún día volveríamos a formar parte de nuestro padre Á, el único que siempre estuvo, el único que siempre estará.

Volví nuevamente mi atención a lo que ocurría en Albur. Otra hermosa criatura, imponente, dominante, acababa de abrir los ojos al mundo. Neltheros. Grande como una montaña. Duro como la roca. Mi hermana y su pequeña habían hecho un gran trabajo. Llena de emoción por las maravillas que contemplaban mis ojos, llamé a mi hijo, quien vagaba por el mundo, haciendo su propia exploración.

-Observa Ghiskhaft. Mis hermanos están sentando las bases para que nuestro legado pueda sembrarse y comenzar a florecer. Ve hijo mío, deposita mi luz en Albur, para que las criaturas que allí habiten encuentren el anhelo de su razón.

Luego, seguí observando, aprendiendo.

Acompañé con el pensamiento a Yoonel. El Dios Menor estaba realizando un excelente trabajo. Las almas de las criaturas de Albur no sólo tendrían cobijo, si no que además, el camino para alcanzarlo ahora estaba marcado. No habría manera de que se extraviaran. Llegarían a sus brazos con facilidad. Eso me alegró.

Más mi recorrida a través de la consciencia del mundo aún no acababa. Mi hermano, el Dios de las profundidades, hacía explotar la vida allí por donde paseaba. Furiosa, desmedida, con brío, su obra coloreaba el continente. Salvaje como él mismo. Pero rebosante y hermosa, como toda la creación.

Me detuve un momento en las islas gemelas para verlas flotar, y en At-lantar admirando el devenir del tiempo en otra dirección. Al parecer, mi hermano gustaba de jugar con las leyes de la creación. Esos paisajes inspiraron grandes ideas en mi cabeza; más el momento no era oportuno para llevarlas a la práctica. Ahora, cosas más urgentes bullían en mi mente.

Recorrí la cordillera de Kraag, y las montañas dónde el pequeño Korag había forjado las hermosas coronas que nos obsequió. Conocí los arrecifes, la selva, los bosques. Por último, me dirigí a la fuente, al lugar que mi Dios había bautizado Luz de Knhoss.

-Muy bien hijo mío. Has hecho un trabajo magnífico. Desde hoy, este hermoso lago escondido será fuente de conocimiento, destello de sabiduría. Sólo aquellos que necesiten una respuesta verdadera, o anhelen saber con el corazón, serán bendecidos con la llave para acceder a este lugar. Un sorbo de sus aguas limpiará de dudas su razón e iluminará su discernimiento. Tú has traído mi luz hasta aquí. Aquí ella se quedará, hasta que el Gran Á decida llamarnos a su lado.
 

Kraag seguía maravillado con la obra de su hijo Korag y con como trabajaba el interior de la tierra, llenandola de maravillas.

Entonces los Kohiri, esos seres cazadores creados por su hermano Él, llamaron la atención de Kraag. Kraag pensó que las maravillas del interior de la tierra no deberían quedarse escondidas. Tal vez ellos quisieran aprender a trabajar la roca tal y como su hijo ya lo hacía, pero la dura pared de las montañas no les dejaria pasar.

El dios de la roca ordenó a las montañas que abrieran sus paredes para que quien quisiera pudiera entrar para ver la belleza que se esconde en el interior de Albur. El agua fluia por debajo de la superficie creando lagos interiores fuentes naturales que llevaban la vida a la roca. Hongos y plantas que crecían aferradas a las paredes de roca.

Desde las alturas, Kraag sonreía al ver como pequeños animales, y otros no tan pequeños, llevados por la curiosidad entraban por la grietas abiertas en la roca.

Como pasó al principio de los tiempos, cuando el mismo Kraag se refugió entre las carnes de su madre para resguardarse del frío, muchos de esos animales se resguardaban en las cavernas que llevaban a las profundidades de la tierra.

Libro del Inicio.

Justo despues de que Arezos colocase las islas gemelas, la pequeña Spreego se le aparecio, diciendole que algunos de los otros dioses habian comenzado a crear criaturas maravillosas.

El dios no lo tuvo que meditar una fraccion de segundo antes de comunicar que ellos tambien crearian vida. ¿Y que mejor lugar que las recien elevadas islas gemelas?

Durante varios dias y noches, los dos dioses se separaron, buscando por el desierto, por la jungla, por los mares y por cualquier sitio en el que encontrasen cosas que llamara su atencion. Prometieron encontrarse al cabo de esos dias y crear seres maravillosos.

Y sin ni siquiera mostrarse las cosas que habian traido las esparcieron por encima de las islas y lo que surjio.... Ojala nunca hubiese surjido.

Criaturas capaces de helarte la sangre con solo ver su sombra planear...

-Se llaman Naras. -Esas fueron las palabras del Dios cuando las vio.

Morkhan, Ajeno al mundo desde el principio de la creación, cuando vió que Albur ya empezaba a tomar forma decidió cambiar sus planes y su envidia se compadeció y se volvio paternalidad sobre todas las cosas de este mundo, sobre todo de su hogar, El Mar.Entonces y solamente entonces Morkhan quiso llegar a fusionarse con Albur y subió a Skraag y desde la cima mas alta del mundo, salto muy alto y muy lejos y calló muy fuertemente a lo lejos ,en el suroeste, en medio de su queridísimo hogar y allí se fusionó con Albur y su cuerpo se convirtió en nada y en todo a su vez, dando al mar una cualidad única, el agua tendría el sabor de su cuerpo de hueso y sangre: mineralizado. Creó así el agua salada del mar, pero su alma no pudo escapar de Albur ni fusionarse con este, con lo cual Á le dio otro cuerpo, el cuerpo que devería de aver tenido desde un principio, una bestia marina que defendería su hogar con todo su ser hasta el fin de los tiempos y seria el padre de todos los de su raza que nacieran despúes

Evento: uso mi evento para crear los Orkhan, bestias marinas de 25-50 metros de largo que habitan por todo el mar, sobre todo el mar abierto, aunque a veces habiten en las costas o cerca de ellas; tambien lo uso para hacer que el agua del mar sea salada e imbebible

El Gran Á se apoltronó en una nube, siendo uno con Albur podía sentir a sus pequeños haciendo cosquillas. Y así se durmió, solo un par de cientos de años, dejando que hicieran lo que quisieran...

Fin del Turno 3.

Comienzo del Turno 4, Primera Edad

Yoonel levanto su cabeza cuando lo sintió, a sus pies se encontraba su recientemente acabada construcción de hueso, una de las muchas que debían crearse cuando acabara la edad.

Siguiendo sus sentidos a la fuente de la perturbación se dirigió a las Skragg, en cuya sombra habitaban los kohirin, que a la vista de su presencia sintieron miedo, pues vieron en sus ojos un recordatorio de su mortalidad. Pero Yoonel los ignoro, ya que su interés no lo habían producido ellos, y en cambio se fijo en el cadáver todavía caliente de su líder, y en su alma, que estaba a su lado.

El alma del Tal-Kohiri lo miro y le pregunto "¿Que destino me espera ahora? En vida cumplí el propósito dado a mi por mi dios creador, pero ahora en muerte soy inútil a el y a mi pueblo."

Yoonel acerco su gran cuerpo a el, y con la voz de la propia muerte respondió: "Tu tarea en la vida esta cumplida, no te resistas a la muerte, pues es inevitable e inútil. Sigue en cambio la luz que guía a las almas a su lugar de reposo, y descansa ahí."

Y fue así como el primer alma alzo la vista al cielo del norte, donde vio un haz de pálida luz alzándose hacia el cielo que nunca antes había visto, y empezó a cabalgar hacia ella.

Con su deber cumplido Yoonel hablo a el resto de los kohirin que se habían reunido allí con motivo de la muerte de su lider, y les dijo esto "Creced y multiplicaos hijos de Él y de Jeldhor, y no temáis a la muerte, pues a todos os llegara la hora de su fin, y al final de la luz os estaré esperando".

Creo un Portal en 33:17, en las cuevas de Skragg.