Partida Rol por web

-Intenta usar algo como cuña Isbell.... para evitar que la baldosa suba....... no se, alguna punta de flecha o algo similar ...

Inquieta miro alrededor, intentando vislumbrar lo que ha podido activar el mecanismo.

La pequeña halfing estaba buscando algo que fuera de un peso similar al caballero, teniendo en cuenta su armadura, escudo, espada y quien sabe que otra cosa que lleve encima. Una roca enorme, porque encima parece estar gordo. Mira de un lado al otro buscando una roca grande y suelta pero las palabras de Tres Libros le hacen cambiar de idea. - Si, justo estaba pensando en ello, me dejaste las palabras atoradas en la boca. - Buscando esconder el hecho de que esa idea no se le había ocurrido realmente.

Toma su daga y rápidamente indica que sitúen la luz mejor para poder proceder, se seca la transpiración y mira con detenimiento hasta que da con una pequeña rendija. - ¡Ajá! - Exclama triunfante, inserta la daga y la presiona hasta que no puede más. - Listo señor caballero, es libre de seguir adelante. - Dice con aire de triunfo en la cara a la vez de que hace una reverencia un poco burlona pero solo para hacer notar sus habilidades al resto.

-¿Y ahora qué hacemos?- Aquella era una buena pregunta. Pese a los numerosísimos años que tendrían, aquellos barrotes habían demostrado mantener la solidez del primer día; estaba claro que doblarlos no era una opción. No por nada aquellas catacumbas habían sido construidas por manos enanas, pensó Enda, con una mezcla extraña de orgullo de raza y amargura, por la parte que que le tocaba. Aunque aquello le hubiese dado otra idea, aunque esta no fuese mucho más esperanzadora y menos desesperada que la anterior. -Quizás...- Empezó a decir la enana haciendo un verdadero esfuerzo por sonar creíble, y conteniéndose por no volver la mirada atrás, hacia el terror invisible que se les acercaba. -haya algún tipo de salida secreta...- Desde luego que no tenía mucho sentido hacer una salida secreta en una prisión, y la sacerdotisa era bien consciente de aquello. Las mazmorras enanas no estaban hechas para que uno pudiera escapar de ellas, aquello sería poco práctico y del todo ilógico, pero por otro lado las catacumbas habían sufrido tantas remodelaciones desde que se hicieran -y no todas hechas por manos enanas- que la sacerdotisa se aferró a esta posibilidad con la fé del que se agarra a un clavo ardiendo. Por su experiencia con los humanos sabía que eran bien capaces de hacer una aberración arquitectónica como aquella, ya fuese intencionada o inintencionadamente. Además, aquello les vendría bien mantener la mente ocupada y no pensar en la amenaza que se les cernía. -Busquemos alguna piedra suelta.- 

El caballero ve como la pequeña mujer logra escabullir una fina daga debajo de la trampa y se ve obligado a confiar en ella, más por el apremio de seguir adelante que nada. Se agacha un poco para saltar lejos y a un costado para evitar lo que podría desencadenar la liberación de la trampa pero termina calculando mal golpeándose contra un costado y rebotando casi hasta el mismo lugar pero nadie reparó en él en ese instante, todos se cubrieron con mayor o menor esmero ante la posibilidad latente y nada sucede.

Incluso la daga termina subiendo, como si las rocas la escupieran pero mirando con más detenimiento ven que la piedra hundida sube llevando consigo la daga y quedando sobre relieve.

La mediana salta festejando el haber desactivado la trampa y haberle evitado una muerte segura al caballero por el mecanismo mortal como casi todo lo que es de manufactura enana. - ¿Vieron? Soy la mejor de todas. - Asegura al resto del grupo hinchando su pequeño pecho tomando aires de grandeza, si no estuvieran bajo techo quizás saldría volando de lo hinchada que se encuentra.

Tres libros mira alrededor, parece que nada ocurre, espera un rato... parece que nada ocurre.....

Parece que estamos todos bien, deberíamos continuar..... con más atención a partir de ahora.

Miro el mapa he indico la ruta a seguir.

Con la idea de conseguir escapar por un túnel Brok te sigue esperanzado de una pared a la otra buscando piedra a piedra. La "presencia" que sentías cercana ahora no lo está pero el peligro parece permanecer latente.

Aun con eso presente sigues buscando de un lado al otro más no encuentran piedra o pared que indique un túnel o el mecanismo que permita acceder a alguno. Tus manos buscan entonces en otra pared pero ves que Brok se ha quedado parado un momento con la oreja parada. - ¿Escuchó eso sacerdotiza? Una voz fuerte y no muy lejana al parecer. - Podría ser ayuda como no serlo, un refuerzo incluso para el hombre de la misteriosa vos o también ser el mismo sujeto pero como Brok no lo escuchó no podría notar la diferencia.

- ¡¡La moza tiene razón!!- exclamó con su habitual vozarrón el norteño. Para Râgnar, el concepto sigilo, no era algo que dominara o resaltara como una virtud. El bárbaro se sentía extraño en aquel medio, pues siempre había vivido al raso, contemplando el majestuoso cielo estrellado de su hogar. Aquel lugar, lo incomodaba, lo inquietaba -y algo mucho peor- lo violentaba.

- ¡¡Vayamos a encontrar a esa sacerdotisa!!¡¡No me gusta vivir enterrado!!...- añadió refiriéndose a los metros de piedra que constituían a todo el complejo subterráneo.

Buen trabajo señorita Isbell, creo que a partir de ahora deberías caminar en primer lugar. - dijo el caballero mientas recomponía su postura y se colocaba bien el escudo. - Eso ayudará a que evitemos las trampas y podamos avanzar con rapidez. - añadió dando pié a que la joven rubia comenzase a caminar.

Taryn, no puede evitar sentirse impresionado por la tremenda habilidad demostrada por sus compañeros. La verdad es que voy a tener que dar lo mejor de mi mismo para estar a la altura. Mientras Isbell ataca la trampa, el druida acaricia pensativo la cabeza de enorme perro-lobo.

-Tranquilo, amigo, a mi tampoco me gusta este lugar, pero me la Madre nos lleva por caminos inexcrutables a menudo- Comenta a su amigo animal, mientras se agacha a su lado

Le gustaban los halagos ,como a la que mas ,pero su inexperiencia con las marrullerías enanas ,a punto a estado de causar un susto.

-si es vuestro gusto que marche de avance ,por delante del resto ,vale, no me importa ,pero que Tres Libros ,que lee el mapa, vaya indicando . 

Se queda mirando el túnel que tienen ante si , conocedora de historias de las enormes galerías que los enanos excavan.

-Esto podría convertirse en un laberinto ,si no seguimos bien el mapa.

Y ahora todos van tras los pasos de la mediana que al parecer es más cauta que el caballero dado que por cierto tiempo no da con nada peculiar. Pero el tiempo es el precio a pagar por la precaución, se detiene cada vez que ve algo que no le gusta, lo revisa asegurándose que no sea otra baldosa de presión o un señuelo que haga pensar que esa es la trampa y en realidad es otra que uno podría pisar en el descuido.

El pasillo se les hace eterno hasta que finalmente llegan a la puerta, el bárbaro pasa el peso de su cuerpo de un pie al otro inquieto porque no ve acción alguna entre tanto túnel y encima tiene que estar agachado por la escasa altura del lugar. El resto está atento a la inspección visual que hace Isbell de la puerta, la única que no tiene telarañas que la cubren dado que estas están cortadas marcando que hace poco por lo menos una persona pasó por ahí.

El hecho de que la amenaza del horror invisible pareciera haber desaparecido repentinamente no tranquilizó tampoco a la sacerdotisa, que continuó escarbando a la desesperada -aunque tratara de aparentar entereza, su nerviosismo era evidente-, si cabe con más ímpetu todavía, con los dedos desnudos llenos de polvo entre los huecos del granito de la celda buscando algún mecanismo o alguna piedra movible para escapar. Ya era bastante malo desconocer por completo contra qué se estaban enfrentando exactamente, pero era casi peor no saber dónde estaba o qué demonios tramaba lo que sea que fuera aquella cosa. Fue entonces cuando el plebeyo enano, quizá por no ser del todo consciente del peligro de la amenaza, o es que estaba tan acostumbrado a trabajar en aquellas galerías que su oído se había adaptado mejor a captar y discriminar los diferentes sonidos de aquellas catacumbas, pareció oír algo que la sacerdotisa había sido incapaz de percibir. También pasó por la mente de la suma sacerdotisa que el enano hubiera perdido simplemente la cabeza, pero nada en su expresión parecía corroborar esta teoría. El enano parecía, como siempre, tan sólido como una roca. -Alabada sea la diosa. Quizá se haya apiadado de estos humildes siervos suyos, enviándonos ayuda.- Dijo la sacerdotisa. Aquellas supuestas voces, esperaba que quizás amigas, o por lo menos enemigas de sus enemigos, podrían explicar perfectamente porque el horror invisible había parecido perder interés en ellos. Recordó que instantes antes de desaparecer en la niebla verde, antes de aparecer en la celda, aquellos esqueletos no-muertos que habían despertado con su paso pasaron de largo entre ellos como reaccionando ante una amenaza aun mayor que ellos mismos, que se acercaba por detrás. Era una explicación plausible. Después de todo no era un secreto que la guardia humana de la ciudad, estaba como ella, en la busca por los planos robados. O quizás su colegas del templo habían enviado algunos refuerzos en su ayuda. Sí, probablemente sea eso. Enda tenía plena confianza en los suyos, y en la importancia de su propia persona en el estatus de la jerarquía enana. Los enanos no podían simplemente dejar que una suma sacerdotisa se pudriera hasta los huesos en unas catacumbas. Tenían que ser ellos. -Deben ser refuerzos, enviados del culto a los dioses de la montaña en nuestra ayuda. Tenemos que alertarles del peligro que corren. Creo que... la cosa... va hacia ellos- Y la enana empezó a golpear rítmicamente los barrotes de la celda, todo lo fuerte que pudo para sacarle el mayor sonido del que fue capaz, mientras alertaba a los suyos, en antiguo enano clásico de la montaña, el idioma que fuera empleado en las antiguas escrituras y que solo un enano culto fuera capaz entender y hablar, sobre el peligro que se les acercaba.

Se detiene ,mirando de reojo la impaciencia de "Titan", mientras observa las telarañas desgarradas.

-Esta es la puerta con actividad reciente,por lo cual deberíamos seguir.

Mientras la inspecciona , así como la zona de las cercanías, por si hubiera algún mecanismo que activase algo.

Isbell se toma su tiempo con la puerta intentando evitar que sucediera lo de esa baldoza con el peligroso mecanismo que mucho le costó desactivar. Con una daga recorre el piso una baldosa a la vez para luego dedicarse al marco de la puerta.

Cuando quiere revisar la parte superior le pide ayuda al bárbaro para que junte sus manos y la eleve y termina viendo que no hay trampa alguna de cuidado dejando solo la cerradura para lo último. Y es ahí donde enseguida ve que hay un mecanismo que al activarlo hace que la puerta se trabe y se precipite una plancha de acero muy filosa que está en la parte superior del marco. Pero también nota que está desactivada y trabada con un par de pequeñas cuñas.

Mientras golpeas con mucha fuerza con sus propias manos dado que no había otra cosa con que hacerlo, Brok por su parte lo hace con su botas, se descalza e imita a su sacerdotiza logrando así un sonido más fuerte pero no tanto dado que las botas tienen un taco blando.

Si realmente se escuchó alguna vos, ahora era imposible saberlo dado el ruido que los dos están causando sumado a los gritos que de advertencia en lengua enana que hacen al posible grupo de rescate.

Aunque no tenía manera de saber si aquellos le podían escuchar Enda no cejó en su empeño de poner sobre aviso a los enanos que sin lugar a dudas venían a rescatarla. Al menos de momento "la cosa" no había vuelto todavía, y eso significaba que todavía tenían una oportunidad.

-¡VARSOT! ¡Varsot! Ez Norogh gunde, dume thag. Ut strol doc! Sprogh Enda Viskun throng or.-

Sir Mordred se había apartado para que sus compañeros pudiesen trabajar. El tiempo pasaba y la mediana seguía comprobando las cosas de la puerta. - ¿Que tal va la inspección de la puerta señorita Isbell? - preguntó el humano deseando poder seguir avanzando tras lo que habían robado.