Partida Rol por web

-¿alguien dudaba de mi maestría?, tal vez contra unos sacos de huesos andantes no fuera muy útil, pero ante una cerradura,no tengo rival.

Sonriendo ante sus compañeros, mientras decidía salir de la celdita de barrotes, a inspeccionar el resto de sala, tal vez encontrara algo de valor que llevarse a la bolsa.

Tres libros hablo, e hizo que fruncera el ceño....ya había que volver a correr por esos endemoniados pasillos a buscar a la tal Goldie, a saber la de piedras que estarían escondidas deseando ser encontradas...

El caballero miró perplejo a la mediana que estaba en el interior de la celda. - Vuestras habilidades son increíbles señorita Isbell. Bueno, libres sois dama Viskunnar, señor Brok. - dijo el caballero tendiendo sus cosas a ambos. - Os acompañaríamos hasta la salida pero me temo que tenemos que seguir con nuestra misión. Debemos encontrar a Goldie. - dijo el caballero mirando a sus compañeros intentado inspirarles algo de valor para seguir adelante.

Si sois tan amable dama Viskunnar me gustaría pediros que echéis un vistazo a las heridas de Râgnar antes de que abandonéis las alcantarillas. - le pidió el caballero a la enana con gran respeto. - Tres libros, mirad el mapa y buscad por donde debemos seguir. - la pidió el caballero con un tono amable y una sonrisa.

La amable sonrisa de Sir Mordred ,logra ruborizar las mejillas de la mendiga. Con la vergüenza carmesí en su rostro, saca el mapa y busca la ruta por donde continuar.Mira delante y señala por donde debían seguir- Recordad que este lugar tiene muchos peligros escondidos, caminad con cuidado.- Les advierte, por si han olvidado el episodio anterior con la baldosa y mirando a la elfa le sugiere ,casi en un hilo de voz. - Isbell eso te tocaría a ti, eres la mas hábil. -

¡Por Gorm! - Exclamó la enana, apelando al Dios enano de la protección y la vigilancia, ante el intruso que se había materializado de la nada entre ella y el capataz. - ¡Menudo susto nos has dado, mediana! - Enda estaba tan sorprendida por la imposible hazaña de Isbell, y tan avergonzada por no haber encontrado ella misma la salida en todo este tiempo, que en un primer momento se había olvidado incluso de agradecérselo a su rescatadora. - Pero esto... esto es... ¡imposible! ¡Y un mediano nada menos! Se me caigan las barbas ahora mismo si es verdad que las manos de un ingeniero enano genuino han construido esto. No. - Enda negó con la cabeza repetidas veces.- No puede ser. - Irónicamente la enana se había visto forzada a defender la solidez de los muros de roca que hasta hace solo unos segundos habían estado a punto de conducirle a la locura. Una cosa tan así de tonta podía poner en duda todo su orgullo de raza. - Esta salida ha tenido que ser hecha en alguna reforma posterior a la construcción original. Sí; tiene que ser eso. Solo a un gentil no enano se le puede haber ocurrido el construir una salida alternativa a una celda... ¡Menudo disparate!  Como sea, gracias pos vuestra ayuda. Estamos en deuda con vosotros. - Aunque Enda hablaba en plural parecía referirse solo a ella misma. De hecho, a raíz de los últimos hechos, no parecía tener al enano que la acompañaba en demasiada consideración. - ¡Y tú! ¡Cómo has sido capaz de no ver esto antes! Un capataz enano hecho y derecho como tú... ¡Menuda vergüenza! - Tras aquel exabrupto, fruto de su propia vergüenza, los dos enanos acompañaron a la mediana hasta el otro lado de la jaula. El enano llamado Brok, quizá para recompensar su error y pacificar a la temperamental enana, ofreció su mano a la sacerdotisa para ayudarla a salir. Al principio la enana rehusó despechada pero su enfado no duró mucho y finalmente cedió ante la insistencia de este. A pesar del trato que le daba, la enana parecía tener más consideración por ese enano de la que quería aparentar - Por favor, joven, dejadnos que os ayudemos a curar vuestras heridas. - La enana en deuda, se acercó al hercúleo humano cubierto de pieles y sangre coagulada, pero no tuvo mucho éxito en su intento de sanar sus heridas. Aquellas eran demasiado profundas y estaban demasiado sucias para que la enana pudiera coserlas sin que fueran a infectarse más tarde o más temprano. - No, definitivamente esto no tiene ninguna buena pinta... - Entre las pertenencias que le habían sido devueltas la enana sacó el símbolo de su Dios sagrado, un colgante de resplandeciente plata con dos anillos entrelazados sin ornamentos de ningún tipo. - Afortunadamente no estamos solos. Decidnos, joven. ¿Creéis en los dioses del bien, en su divina luz y aceptáis los dones que estos nos ofrecen para mantenernos firmes en el recto camino? - La enana alzó la vista para interrogar con su mirada al guerrero salvaje que, a sus ojos, no parecía haber entendido demasiado bien nada de lo que ella había dicho. - Bueno. No hace falta que contestéis. - sentenció finalmente para no confundirlo más con su palabrería sacerdotal.- Lo averiguaremos en seguida, de cualquier modo. - Entonces implantó sus manos sobre el pecho del guerrero, que al son de unas palabras intrincadas y solemnes en el arcaico idioma enano, empezó a regenerar sus heridas como el agua pura de manantial brota cristalina y pura entre las rocas llenando los surcos de la tierra con ríos y lagos. - Ya está, ¡como nuevo! - Exclamó la enana orgullosa al ver el resultado del milagro. - ¡La diosa nos ha bendecido con sus favores! Cuando puedas no olvides pasarte por el templo de la ciudad para *ejem* agradecérselo como buenamente seas capaz. - Entonces la enana se giró hacia el paladín que de algún modo parecía sugerir que debía abandonar su noble misión. - ¿Acompañarnos a la salida, dices? ¡Las rocas sobre mi cabeza caigan y me aplasten hasta los pies si no estáis bromeando! Esa tal Goldie que mencionáis robó unos planos que pertenecen a mi pueblo y he jurado recuperarlos para la ciudad en su nombre. Y por Hela que no pienso dejar que ningún humano, por mucha deuda que tenga con vosotros por haberme sacado de esta celda, se interponga entre mi y mi palabra. - Entonces la enana, sorprendida por el mapa de la otra humana, Tres Libros, se apresuró a sacar de entre sus pertenencias otro mapa que inmediatamente empezó a comparar con el otro. - ¡Pero me engañan mis ojos! Según tengo entendido solo existen dos mapas de estas catacumbas y uno de ellos lo tengo yo entre mis manos y el otro lo tiene esa ladrona humana que perseguimos. ¡Decidme, de dónde habéis sacado esto por las botas de Marzhammor!

El gigantón del norte, contempló como la enana barbuda renegaba a su compañero por una serie de problemas en la construcción de aquel pequeño y oscuro recinto. Râgnar seguía pensando que era una incongruencia vivir en una tumba bajo tierra. Las tumbas eran para los muertos y no la gente viva, pero no intercambiaría tales apreciaciones con nadie, y menos con aquella intrépida enana que lo acababa de sanar.

¡¿Tal vez exigía una recompensa para su dios?!...- El fornido muchacho quedó extrañado, incluso su rostro denotaba desconfianza. No le gustaban aquellos demonios achaparrados y desagradecidos. -¡¿Cómo se le ocurría pedir una gratificación cuando él mismo había estado a punto de morir para sacarla de aquella celda?!- Dio un par de pasos hastiado tras recibir los dones curativos mientras refunfuñaba entre dientes...

- ¡¡Qué oscurezcan los cielos y se quiebre la lanza de Kjëldoran!!...- para el bárbaro aquel trato era una verdadera ofensa, pero por el bien del guerrero metálico, cumpliría lo establecido

Luego de decirle a Isbell que revise ella primero los caminos,Tres Libros se quedo estudiando a la cascarrabias de la enana,que quejándose por la edificación de este agujero negro de la perdición,estaba indignada por no haber resuelto ella misma su rescate. Por todos los dioses ,como alguien puede ser tan ingrato y tratar así a su colega, eso me da una idea de como debo codearme ¡Lejos de ella!
Y para sorpresa de ésta, entre refunfuñes la enana cura las heridas de Râgnar, que sin sus cortes curados , avanzar iba a ser dificultoso y porque no...peligroso. Negándose a salir de estos túneles entre exclamaciones a sus dioses, la sacerdotisa, se percata que Tres Libros cuenta con un plano del lugar,y de manera exaltada compara su mapa con el de la pedigüeña e indagando quiere saber de donde lo a sacado, porque conocimientos dictan que solo ha de haber dos de ellos y uno lo tiene la ladrona de Goldie y el otro esta en su poder.
- Eh-eh - empieza a balbucear nerviosamente y un ligero sudor baña su rostro- nos lo a da-dado Boroin Martillocertero quien contaba con es-este tercer pla-plano de las ca-catacumbas y fue quien so-solicito su
res-rescate- Con gran esfuerzo responde a la pesquisa de la enana.

Deseo ser invisible mas que nunca Piensa luego de ese momento tenso.

Sir Mordred vio la reacción de la enana y pudo notar la indignación que sentía por no haber podido ser ella quien encontrase aquella salida. Se quedó preocupado por la existencia de aquel pasadizo secreto tras las celdas porque seguramente los enanos que hicieron aquellas celdas serían los mimos que hicieron las celdas donde metían a los presos. Tendría que comentarlo con su capitán cuando saliesen de aquel lugar.

Decidió no decir nada de la forma que había tenido la enana de tratar a su compañero enano pues sabía por su propia experiencia como se las gastan los nobles cuando alguien les dice lo que tienen que hacer u opinan sobre algo que han hecho. Cuando la enana salió de la celda, miró las heridas del hombre del norte y decidió que ella sola no podía hacer nada por aquellas heridas. Pero luego, tras elevar una oración a su diosa las heridas del guerrero comenzaron a sanar ante la mirada atenta de Sir Mordred. Él había oído historias de sacerdotes capaces de sanar heridas de aquella forma pero él nunca había probado eso en sus carnes. Y confiaba en que no tuviese que probarlos por el momento.

Parecía que habían acabado allí cuando la enana les dijo que no pensaba marcharse de aquel lugar. Sir Mordred soltó una imperceptible suspiro antes de mirar al enano que acompañaba a la noble. - Maese enano, me gustaría pedirle que usted si que salga de los túneles. Sería bueno para su pueblo saber que tanto usted como la dama Viskunnar están bien. Eso calmaría los ánimos pues cuando hemos entrado estaban a punto de enfrentarse a Dorn el Gordo y sus hombres. - pidió el caballero con amabilidad. - No se preocupe por la dama Viskunnar, nosotros cuidaremos de ella. - lo tranquilizó Sir Mordred por si acaso. - ¿Esta usted conforme dama Viskunnar?

Las manos de la enana se iluminan mientras recita una oración a su deidad, Râgnar siente la calidez de las palabras de Enda junto con la de las manos y ese calidez va recorriendo las heridas produciendo un hormigueo que como resultado deja solo una piel rosada en los lugares donde llegó. Pero a pesar de no tener todas sus heridas cerradas el bárbaro se sentía con fuerzas como para seguir impertérrito.

Algo más apartado se encontraba Brok que se sentía avergonzado por las palabras de la sacerdotiza y el no haber podido salir antes del lugar. El más que nadie debería haber sabido de las modificaciones en las celdas, aun cuando ese lugar no era uno visitado porque su fuerte estructura hace de este lugar uno que perdurará a la ciudad. - Sacerdotiza Viskunnar, creo que las palabras del caballero son acertadas, alguien tiene que llevar tranquilidad a nuestros congéneres. -Dice con cierto pesar por la vergüenza que lo embarga mezclado con la felicidad de verse libre junto a la sacerdotiza de los enanos.

Así es como el resto sin la colaboración del enano prosiguen con su estadía en los túneles. Vuelven sus pasos fuera de la sala de celdas y Tres Libros estudia el mapa a consciencia buscando ver por donde sigue el camino. Con la debilitada luz de las antorchas ve que antes de llegar a la antesala de las celdas en el pasillo por donde transitaron hay una desviación que seguramente pasaron de largo.

Es así como el grupo se dirige hacia el lugar que marca el mapa. Al principio no la distinguen pero Enda si, digna de su raza distingue la puerta de piedra solida como la roca. Râgnar y el caballero empujan se acercan para empujar con fuerza pero no hace falta, las bisagras son tan buenas que ésta se abre al menor esfuerzo, como si no pesara.

Ante el grupo se abre un nuevo pasillo que se extiende más allá de lo que la luz de las débiles antorchas les permite ver, el aire es mucho más fío y húmedo. Como si al pasar por esa puerta se hubieran mudado a un clima invernal. Avanzan decididos hasta que llegan a una bifurcación. Ambos se extienden por diversas partes y no dan pistas de cual es el mejor para seguir guiándose con el mapa.

El joven gigantón se detuvo al llegar a la bifurcación. Al parecer, tanto la tímida Tres Libros, como la obtusa sacerdotisa enana no tenían muy claro de qué camino sería el mejor. Râgnar aguardó en silencio mientras tomaran una decisión. Se encontraba mucho mejor de las heridas que había sufrido en el combate anterior y eso era una gran noticia. Nirthul reposaba en su funda, esperando el momento de volver a ser empuñado por el fenomenal bárbaro.

No tenía muy claro de qué demonios sucedía en ese lugar... ¡¿por qué se habían alzado los muertos?! ¡¿Por qué había modificaciones en las celdas?! Pero le daba igual. Cumpliría su palabra y marcharía junto al guerrero metálico, de eso no había dudas.

- ¡¿Vamos a estar mucho más tiempo aquí parados?!- inquirió con su tremendo vozarrón nuevamente - ¡¡Todos los caminos son iguales!! ¡¡Con uno bastará!!- exclamó el norteño cansado de esperar a que los líderes del grupo se pusieran de acuerdo.

Al final las palabras del caballero calaron en los enanos y uno de ellos salió de las alcantarillas para tranquilizar a sus compatriotas. Los demás aprovecharon unos instantes después del combate mientras Tres Libros, Enda e Isbell determinaban el camino a seguir para tomar aire y beber un poco de agua. Cuando estuvo claro por donde seguir, el grupo volvió a la formación del principio cediendo a la pequeña y habilidosa Isbell el puesto de cabeza. 

Recorrieron lo andado hasta encontrar un callejón semioculto desde el que siguieron la marcha. Un largo y húmedo pasillo se extiende ante ellos cuando los dos hombres del grupo abrieron la puerta. Parecía que alguien hubiese encerrado el invierno en aquel pasillo. El caballero miró a quienes tenía a su lado y se dio cuenta que la joven humana no iba vestida para aquel clima y pasaría frío. Sin decir nada, se quitó la blanca capa que cubría su espalda y, con una sonrisa, se la tendió a la joven para que se abrigase. 

Luego, el joven caballero hizo una señal a Isbell para que abriese la marcha y siguieron avanzando hasta llegar a una bifurcación. En ese momento no parecía estar claro por donde seguir. - Señorita Isbell, ¿Podrías buscar algún rastro que nos diga por donde ha podido ir Goldie? - preguntó Sir Mordred lanzado una pregunta dirigida a la mediana pero esperando que alguno supiese rastrear. - Si no tomaremos el camino de la izquierda. Como bien ha dicho el señor Râgnar ambos son iguales y no tenemos pistas. - determinó.

Las palabras de Sir Mordred, distraen la atención de la enana así olvidando el asunto de los mapas, e implantando la cuestión de que ella continué con el grupo y que el señor enano valla a dar aviso a su gente, de que su señora se encuentra a salvo.
Tres libros siente confort en el olvido de su presencia, y aprovechando el despiste, se escabulle detrás del lomo del bárbaro, volviendo a lo suyo,revisar el mapa de forma minuciosa. Con la pobre luz de las antorchas, da cuenta de un camino pasado por alto.Temiendo molestar a alguien(por no encontrar esa bifurcación anteriormente),la joven pordiosera, susurra dando aviso sobre la vía que burlando su vista,paso inadvertida.

Todos ya encaminados hacia allí, encuentran una pared de piedra, que gracias a las habilidades natas de los enanos para ver con escasa luz, Enda encuentra una puerta de piedra, la cual no opone resistencia.Cediendo ante caballero de metal y al musculoso bárbaro ,sea por sus fuerzas o por ser una construcción digna de enanos, ésta abre.Tras el muro,el aire helado pareciera esperar para azotar a los aventureros, calando hasta los huesos a la famélica pordiosera No creo que resista mucho pesa en su mente. Al mirar a su alrededor, sus compañeros parecen no molestarse con la helada Quizás tomando la manta... - pero la golpea el recuerdo de la misma ,tirada en la habitación de los esqueletos y que muy atolondrada no volvió a guardar. ¿Será que la desdicha me persigue? pero la generosidad del caballero no tiene límites,que despojándose de su capa, se la ofrece a la zaparrastrosa chica, con la mas gentil de las sonrisas. ¿Es posible que sea diferente a los demás? Estupefacta ante tal acto desinteresado, no logra pronunciar palabra alguna.
Continuando la marcha, se topan con una bifurcación, el dilema es que ningún mapa podía dar respuesta a esta decisión, pareciera que todo estaba librado al azar.
El bárbaro con su simpleza, propone seguir cualquier camino. Pero Mordred tiene algo mas en mente...aunque sin descartar la idea del gigantón, confía en que la mediana pueda encontrar algún rastro que seguir. Es inútil se sentencia para si misma la maga - Sin pistas, el mapa no sirve...como los ojos para un ciego - suelta sin darse cuenta que sus palabras son fluidas y sin un dejo de miedo. Quizás...se deba a que cada acto considerado hacia ella, no la haga sentir una escoria de la sociedad.

Las dudas les llegan en forma de una bifurcación, a falta de información que les indique que camino seguir o mejor dicho que camino tomó la escurridiza Goldie terminan decidiéndose por el camino que lleva por la izquierda y quiso Tymora que fuera el camino correcto. Éste baja recto según lo que indica la sacerdotiza y la prolijidad y precisión de los enanos se nota en cada piedra tallada que se une con la que le sigue formando una perfecta pared, sólida y seguramente perdurará por siglos.

Tras recorrer por unas decenas de metros el pasadizo dan con una cámara que se abre ante ustedes sólo un poco más alta que el pasillo y con dos posibles rumbos a seguir. Uno recto y el otro yendo hacia la derecha. Pero ese detalle carece de importancia cuando ven en el centro de la cámara acostada en el piso a una delicada criatura, delgada y de pelo claro. La luz de las antorchas juegan con el rubio de su pelo y a más de uno no le quedan dudas de que han encontrado a la escurridiza Goldie, más ésta no parece reaccionar ante la presencia del grupo.

El bárbaro seguía las indicaciones que Enda y Tres Libros daban. Seguía avanzando con su espada en ristre, pues ya había comprobado de buena tinta que el camino estaba lleno de peligros. Comenzaba a estar algo cansado de arrastrarse con el lomo doblado, por aquellos angostos pasillos, pero era primordial encontrar a la ladrona del mapa.

Tras varios minutos transitado por túneles que parecía idénticos, el grupo llegó hasta una cámara con dos posibles caminos, pero aquello no era lo más destacable. Frente a ellos, estirada en el frío suelo, yacía el cuerpo de Goldie. Una sensación de furia instó al norteño a acercarse. Estaba dispuesto a cogerla de un brazo y a levantarla con un enérgico tirón, pero Râgnar se detuvo extrañado.

¡¿Qué hacía esa mujer tirada en el suelo?! ¡¿Acaso estaba muerta?!

- Uuuuuuuummmmmm... ¡¡No me gusta!!- dijo el robusto muchacho poniéndose en tensión. Aquello podía ser una trampa.

Sir Mordred caminaba en silencio, como todos los demás. Iba atento a cualquier movimiento que no proviniese de alguien del grupo para ponerse en cabeza con su enorme escudo y cubrir a quienes tenía detrás protegiendoles. Los pasillos se sucedían uno tras otro hasta que llegaron a una sala redonda y todos pudieron ver a una joven rubia tumbada en el suelo. Sir Mordred se acercó cauteloso y se agachó junto a ella dejando su espada en el suelo para, con la mano libre, tomar el pulso de la joven y comprobar si estaba herida. 

Escuchó el comentario del norteño y vio como se ponía en tensión, vigilante. - Sacerdotisa Viskunnar, creo que le necesitamos aquí. - dijo el joven caballero sabiendo que la sacerdotisa podría identificar que le pasaba a la joven y de tratarla en caso de ser necesario. 

La suerte decidió los pasos del grupo, y la izquierda fue el camino tomado. Recorriendo los fríos pasillos, la joven empezaba a sentirse abrumada,y el silencio no ayudaba. Al cabo de un tiempo,infinito en esos túneles, dan con una nueva bifurcación,que careció de importancia ,al ver la misión por la cual entraban a este lugar, recostada frente a ellos Goldie, desmayada...o muerta.

Las palabras del bárbaro erizan la piel, de la flacucha joven,mas la audacia del caballero la deja helada. - Puede ser una trampa - golpea su mente.
- Tened cautela, no sabemos que clase de trucos puede tener bajo la manga esta joven, no olvidar la faena por lo cual la buscamos.- habla sin miedo en su voz ,mientras mira para todos lados buscando el engaño.

La desconfianza es algo que cubre a todos a tal punto que solamente Camlann se acerca a ver si la joven escurridiza está viva. Ni bien toca con la rodilla el suelo puede sentir el sonido de la respiración de la rubia Goldie y eso le lleva algo de tranquilidad al caballero. El resto permanece vigilante menos la sacerdotiza que tras ver las más relajadas señas de Camlann se acerca para prestarle asistencia a la fugitiva.

Primero la increpa mientras la atiende para luego relajarse sólo un poco y cada tanto volver a increparla por haberse robado un mapa de los túneles. La joven en cuestión parece que sufrió los mismos efectos que los enanos, de una sensación extraña que los cubrió y luego terminaron dormidos y al parecer los efectos están pasando ya que Goldie entreabre los ojos.

Primero se sorprende un poco pero el dormir tanto tiempo sobre la piedra le dejó los músculos entumecidos y no puede moverse mucho al principio haciendo que sólo sea una leve sacudida. - ¿Quienes son ustedes? ¿Qué me han hecho? - Logra preguntar la escurridiza rubia.

El bárbaro, al comprobar que la muchacha estaba viva instó a Calmann y Enda para que se dieran prisa:

- ¡¡No tenemos más tiempo que perder aquí, niña!!- exclamó con rostro poco amigable. Aquel viajecito por los túneles casi les cuesta la vida, y Râgnar comenzaba a no estar a gusto en aquel entramado de pasillos. - ¡¡Levanta y comienza a caminar!!... ¡¡Ah!!... Ni se te ocurra jugárnosla...- espetó el norteño con su gran dedo extendido a modo aleccionador.

Sin embargo, la intranquilidad seguía planeando en la mente del fiero guerrero. Magia oscura y poderosa se agolpaba en aquel oscuro y lúgubre lugar. Seguramente, la marca personal de algún mago poderoso y fatal. Si ya habían encontrado el dichoso mapa, optaba por marchar de allí, aunque jamás lo expresaría abiertamente. Los magos habían hecho demasiado daño en su tierra natal y eso era algo, que Râgnar jamás olvidaría.

Sir Mordred respiró aliviado al ver que la joven estaba viva. Le hizo un gesto a la enana para que tratase de ayudarla a recuperar la consciencia. La enana ayudó a la joven mientras la increpaba por haber robado el mapa hasta que Goldie abrió los ojos.

Miró alrededor confundida y sin tener muy claro que estaba pasando. En cuanto esto pasó, el bárbaro comenzó a insistir en que tenían que salir de allí ya. Comenzó a hablar a la joven de forma dura instandola a ponerse de pié y comenzar a andar. - Tranquilo amigo Râgnar, todo a su debido tiempo. - dijo el joven caballero. - Señorita Goldhair, soy Sir Mordred Camlann miembro de los caballeros Custodios del Alcázar. - se presentó para tranquilizarla. - Estamos aquí para encontrar los planos de estas catacumbas que robaste de la biblioteca real y para saber los motivos que te llevaron a robarlos. - le explicó el caballero mientras la miraba con rostro serio. - Le sugiero que colabore con nosotros pues, sin duda, ayudará a mejorar vuestra situación. - le dijo con voz amable.