Partida Rol por web

Al parecer, Goldie estaba viva, y ni ella entendía lo que le sucedió. Tres libros concordaba con el bárbaro, debían irse de ese maldito lugar, y que la ladrona de las explicaciones en suelo seguro. Pero ya había hablado el caballero, y había pedido paciencia.
-Creo que debemos apurar nuestros pasos...este lugar me da mala espina - se notaba un dejo de intranquilidad en la voz de la flacucha - Así que, por favor señorita, - se dirigió a la rubia -apresure su declaración . - y al acercarse a su cuerpo, recostado en el frió suelo ,con antorcha en mano ,la mira de forma inquisitiva, examinando su rostro.

Sorprendida por verse rodeada de gente desconocida para ella y encima que sean representantes del rey que a su vez su majestad les encargó que la busquen a ella precisamente con el fin de ponerle punto límite a sus planes le hacen pensar que la cuestión se hizo más grande de lo que ella podría llegar a cargar sobre sus hombros y rompe en llanto. - Por favor, no soy mala persona. Sólo quería evitar los impuestos y pasar mercadería por los túneles, ustedes saben que son absurdamente altos. - Dice al representando en persona del rey el cual parece la persona más razonable en estos momentos. Sus ojos llorosos e implorantes parecen los de un cachorro en el medio de la lluvia clamando por un refugio de la tempestad. - Por favor, no me entreguen a las autoridades. ¿Quién sabe que castigo exacerbado me impondrán? -

Sir Mordred miró a la joven que estaba en el suelo frente a él. Parecía tremendamente asustada y el joven caballero no creía que un espía reaccionase así. Si estaba mintiendo sin duda era muy buena actuando pero Sir Mordred dudaba que estuviese mintiendo. 

El joven caballero sacó un pañuelo rojo de una bolsa al cinto y se lo tendió a la joven para que se secase las lágrimas. - Estese tranquila señorita. - le pidió el joven caballero con palabras amables mientras le daba el pañuelo. - Verá, como usted comprenderá yo tengo que llevaros ante la guardia. ¿Que os parece el capitán Vladevier? - le dijo mientras le sonreía intentando tranquilizarla. - Si nos acompañáis hasta él sin resistiros ni darnos problemas os prometo que hablaré a vuestro favor en el juicio. - dijo el joven caballero mientras le tendía una mano para ayudarla a levantarse.

El norteño contempló las lágrimas de la muchacha sin alterar un ápice la mueca de su rostro. En su cultura, las lágrimas eran traicioneras, meros artificios de espíritus malignos. Había que desconfiar de las personas que lloraban...

A pesar de eso, el bárbaro permaneció atento a cualquier suceso que pudiera alertarlo. No era nada nuevo, que no le apetecía seguir mucho más tiempo allí, pero el que estuviera, lo haría estando preparado para cualquier contratiempo. Finalmente, no pudo soportar mucho más y una vez más volvió a instar a sus compañeros para que se pusieran en marcha lo antes posible:

- ¡¡Dejad los llantos para otro día!! ¡¡Levantaos de una vez!! ¡¡Por Kjëldoran que este lugar está maldito!!...- seguía rezongando Râgnar, mientras apretaba la empuñadura de Nirthul con fuerza. - Si todo está claro, deberíamos marcharnos de esta tumba...- dijo apretando los dientes y mirando a un lado y a otro.

La jovencita rompe en llantos y sus explicaciones llegan al corazón de Tres libros,las injusticias del mas fuerte contra el mas debil eran su debilidad, pues ella sabe lo difícil que es vivir en la ciudad ,y mas, pagarle al rey todo lo que pretende(no por que lo haga en si...solo es un mendigo,sino por lo que ha escuchado). Pero la orden de los aventureros, era encontrarle para que sea juzgada, y eso ahora, a Tres Libros no le gustaba, pues parecía una pobre chica. - No os quiero ofender a nadie, pero...¿no es posible tener compasión de esta joven?...podríamos decir que la hemos encontrado muerta en los túneles. Solo parece una pobre joven buscado sobrevivir. - con tono suave y sentido suelta la joven maga. - Y tu Goldie ,tendrás que ayudarnos en todo cuanto sepas, si es quieres lograr el favor del perdon.- propone a la ladrona.

Entre los gritos del bárbaro y el enfrentarse a la ley de la mano del caballero Goldie termina viendo que tiene más posibilidades en apoyar la causa de la joven mística, el perdón por ser una falta menor a los ojos de Tres Libros. - Eso es todo lo que se, tomé el mapa prestado para buscar ganar dinero sin que me maten con los impuestos en esta dura ciudad. - Pero de golpe mira para todos lados como buscando a alguien. - Perdonen ustedes que los interrumpa pero quisiera saber. ¿Quién de ustedes fue el que me durmió con ese poderoso conjuro? - Remata la joven escurridiza.

Estoy siendo compasivo joven Tres Libros. - dijo el caballero sin perder la sonrisa sorprendido porque la joven Goldie no hubiese reconocido el nombre de su amigo cuando él lo dijo. - El capitán Vladevier es una gran amigo de la joven según tengo entendido. Fue el quien organizó esta compañía para llevarla al castillo con la cabeza sobre sus hombros en lugar de llevar solo su cabeza como han pedido algunas de las altas esferas del Alcázar. - explicó el caballero sin gesto serio.

Ninguno de nosotros hizo tal hechizo señorita Goldie. Compruebe que tiene los mapas y nos iremos de aquí. - dijo el caballero con preocupación mientras miraba a todas partes y ponía su mano en la espada preocupado por la amenaza de ese posible mago. 

La pregunta hecha por la rubia muchacha, acabó de disipar las dudas en la mente del aguerrido bárbaro. cada vez estaba más claro que la brujería jugaba un importante papel en todo aquel conflicto. Râganar deseaba marchar de allí cuanto antes, pero sus compañeros no dejaban de hacer estériles circunloquios de por qué la muchacha había tomado la decisión de robar el mapa.

- ¡¡Bien hecho Calmann!!- exclamó el norteño - ¡Consigamos el mapa y marchémonos de aquí!... Todo esto me da mala espina.- Afirmó mientras su espada permanecía a punto en su mano. El tacto de la espléndida Nirthul tranquilizaba al recio mocetón.

¿Solo por su propio interés hizo todo esto? o sera muy hábil y me esta engañando cual niño. La justificación de Goldie no terminan de convencer a la joven mendiga - Algo mas debe de haber en todo este asunto, pero... ¿QUE? -medita. Pero todo el asunto paso a un segundo plano, al escuchar la pregunta de Goldie. - Pues ninguno de nosotros ha sido, como han dicho el caballero. - espeta mirando a todos lados, escudriñando en la oscuridad, como si fuera a ver algo con sus simples ojos humano.

El miedo y la incertidumbre empiezan poco a poco, de forma creciente,a penetrar en el corazón de Tres Libros.
- ¡¡Magia oscura protege este lugar!!... y esta jugando con nosotros -

Viendo que ahora las mejores posibilidades o mejor dicho las más posibles son frente a la ley cambia el rostro a uno de mayor pena si cabe. - Es en serio, esto era para poder sobrevivir y no morir en el intento comerciando. El Capitán sabe lo buena que soy y si me ayudan podría incluirlos en el negocio. - Dice cada vez en un tono más y más suave. - Siempre y cuando pongan su parte inicial. - Y ya a lo último es un leve susurro. - ¿Qué les parece? Comprar una linda armadura, pagarse una mejor vida, conseguir grandes conjuros. Todo eso y más si les gusta mi oferta. ¿Qué dicen? -

¿El capitán forma parte del negocio? - preguntó incrédulo el caballero a quien la joven parecía menos inocente a cada vez que abría la boca. Había intentado sobornarle. ¡A él! ¡A un Custodio del Alcázar! Aquello era un intento completamente absurdo y desesperado.

Compruebe que tiene el mapa y comience a caminar señorita Goldhair. - le insistió el caballero antes de añadir. - O lo haré yo.

Râgnar no seguía el hilo de la conversación. El norteño estaba completamente concentrado en todo lo que les rodeaba. Las crípticas palabras de la muchacha y la posibilidad de que un poderoso mago rondara por las cercanías, hacía que el mocetón no se sintiera aliviado perdiendo más tiempo en aquel lugar.

- ¡¡Camlann haz callar a esa mujer y larguémonos de aquí!!- espetó de forma brusca pues entendía que allí eran blanco fácil de cualquier peligro. Râgnar tenía la sensación de que estaban siendo vigilados...

- ¡¿Como eh podido ser tan crédula?! - Se reprocha la joven mendiga , por haber creído en las lágrimas de Goldie, que no parece tan inocente después de ofrecerles ser parte de su negocio, que aún no saben, la verdaderas intenciones de ese robo.
Desde dónde recuerda,Tres Libros, siempre fue pobre y así se quedare, ya a visto como el oro corrompe hasta al más noble corazón. - El señor Ragnar está en lo cierto.Luego arreglemos el asunto con Goldie.- dirigiendo una mirada asqueada a la joven rubia -Debemos movernos, la oscuridad se alza sobre nosotros .... - y susurrando, termina la frase - y pronto nos cubrirá.

Cuando Goldie ve como todas las puertas se le cerraron de golpe se da cuenta de que su propuesta no ha sido bien aceptada. - El Capitán no está en el negocio, el no sabe nada de todo esto... - Pero no termina su frase porque una bruma verde comienza a rodearlos.

Un silencio sepulcrar se cierne sobre el grupo que ve como esa bruma ocupa cada recoveco de la sala. Goldie comienza a temblar ligeramente al igual que Isbell. Un miedo a algo que no ven y no comprenden que es.

Del otro extremo de la sala una figura humanoide aparece delante de ustedes, se mantiene lo suficientemente alejada para que no puedan identificar más que la silueta y su brazo extendido que los señala. - ¡Acábalos! - Dice en un tono imperioso al vacío porque no parece haber nadie más pero pronto pueden ver como unas figuras que apenas asoman sus cuerpos por encima de la bruma se les acercan con un movimiento serpenteante aunque distan mucho de ser serpientes. Es como si tuvieran cincuenta juegos de piernas que caminan manejadas por titiriteros pero con una altura igual a la de un perro mediano.

Y entonces sucedió...

Las peores vibraciones de Râgnar se confirmaron cuando una bruma verdosa se hizo patente en aquel lugar. Habían estado perdiendo el tiempo en aquel lugar, jugando al gato y el ratón con aquella muchacha insensata. Ahora, en este instante, un grupo de aberraciones semejantes a ciempiés, se dirigían hacia ellos con muy malas intenciones.

El bárbaro giró su cuerpo para anteponer su escudo a aquellas alimañas. Un nuevo combate se presentaba ante el mocetón de pelo moreno y tez bronceada, y no lo declinaría...

- ¡¡Chiquilla!! ¡¡Usa todo lo que tengas!!- exclamó el norteño dirigiéndose a Tres Libros, mientras zarandeaba su enorme espada con la mano a modo de calentamiento. - ¡¡Tal vez esta noche cene junto a mis antepasados!! JAJAJAJAJA...- Finalizó con una estruendosa risotada el impávido bárbaro.

El grupo rápidamente se agrupa para poder hacerle frente a la amenaza en forma de cienpies que se lanza al ataque de los intrépidos. Como una ola los cinco cienpies parecen serpentear hasta que tienen a el grupo justo enfrente y dudando del próximo paso y aprovechan eso para atacar repartiéndose entre cada uno de las sorprendidas víctimas. Aun así la estrategia poco les sirvió porque sólo el druida fue alcanzado por una solitaria mordida que le inyecta veneno el cual por suerte no hizo al parecer un efecto inmediato en el hombre de los bosques.

El cual al verse rodeado lanza un espadazo rápido que le corta la cabeza a la criatura poniéndole fin a su existencia.

Unos ciempies enormes de grandes se acercaban reptando a cada uno de ellos. El primer ataque falló y Sir Mordred supo que era el momento para organizarse.

Sir Mordred lanzó una estocada mientras se acercaba a Tres Libros para usar su escudo y su cuerpo para proteger a la joven hechicera. - Detrás de mí, yo te cubro. - dijo el caballero mientras le cubría con el escudo para darle la posibilidad de retirarse detrás de él. 

Rodead a Goldhair y aguantad compañeros, la lucha organizada es la clave del éxito. - arengó a sus compañeros para que combatiesen superando el miedo y la duda.

Aquellas criaturas reptaban a toda velocidad por el liso suelo de la estancia. Rápidamente, Camlann actuó con rapidez, y cerró el paso a las criaturas anteponiéndose delante de Tres Libros. Por su parte Râgnar se adelantó a Isbell y Enda, mientras adelantaba su escudo perfectamente embrazado.

Uno de aquellos ciempiés se acercó demasiado al bárbaro, que haciendo gala de la enorme hoja que manejaba, dejó caer el peso de su espada sobre el gran insecto. Nirthul apenas pudo penetrar el exosqueleto quitinoso de tan terrible enemigo.

- ¡¡Por los caballos infernales de Kjeldoran!!