Partida Rol por web

Se escucharon rápidos pasos de una carrera y, mientras Seryu estaba distraído mientras sujetaba la camisa del goblin, sintió un tirón por la espalda y como su bastón era sustraído. El resto tuvo la oportunidad de ver claramente al atracador: Un niño pequeño, de once años como mucho. Este era bastante veloz, apenas tuvo su botín en mano salió disparado hacia la maleza. Ahora que se enfocaba la atención en ese punto, detrás de algunos árboles podia verse un senderillo, pero bastante menos cuidado que la carretera. El niño parecía común y corriente, cabello y ojos castaños, así como ropa simple de tela gris y blanca.

El muchacho se había relajado. No contaba con que lo que contaban como amenaza, no lo fuera en sí, sino que fuera un vulgar ladronzuelo, un niño. Cuando le arrebató la vara, el muchacho sintió como si un pedazo de su alma se separase de el. Por unos segundos, mostró un rostro que aún ninguno de ellas habían visto en él: Algo de ira acumulada, aunque fueron escasos segundos, ya que después volvio a relajar su gesto. No aguardó a que nadie lo siguiera. Siguió su camino, siguiendo al niño, corriendo tras él.

-¡Espera! ¿Porqué diablos lo has hecho? ¡Esa vara es muy importante para mi!

Ante aquel hecho, el grupo que se había quedado ligeramente atrás de Seryu debería decidir. Aquel mago los había ayudado con el frío, devolverle el favor y ayudarle en esa situación sería lo mas noble, aunque, ¿nadie obligaba a seguirle no? Por otro lado, sin él ni su vara dando calor  iba a resultar bastante mas incómodo avanzar.

- Mierda. Murmuró el goblin. Y salió disparado siguiendo al ladrón. - Estúpidoz pataslargaz, nunca hacen cazo.

Bolg corrió a trabes de la maleza, olfateando el aire para no perder el rastro. - Seguidme!! Gritó a sus compañeros. - No ezcapará.

El pequeño goblin estaba enfadado, aquel humano del bastón le había tratado con desdén. Aun así, corría para ayudarlo.

A cada zancada que daba, su sed de sangre crecía. Y una sonrisa cruel se dibujaba en su rostro. El ladrón no escaparía. No si él podía evitarlo.  

Syara observo atónita como el niño robaba la vara de Seryu y como este salia disparado detrás de el. La joven no se lo penso dos veces y tambien salio detras junto con el goblin, en busca del pequeño ladrón.

Finalmente, Nauj al ver que quedaba solo decidió avanzar también con la companía por el bastón. El grupo iba mas o menos junto, a unos metros de distancia los unos de los otros. El senderillo tenía algunas ramas atravesadas que seguramente el ladronzuelo había saltado, y a medida que avanzaban se iba haciendo cada vez mas estrecho al punto de tener tan solo medio metro de anchura.

Tras poco avanzar, este finalizó con una cortina de malezas de hojas rígidas, pero apartables con el mínimo esfuerzo. Sin embargo cuando Seryu se dispone a abrirse paso, puede observar que al otro lado, hay otro ser además del pequeño ratero.

Un piel verde...pero mucho mas grande que Blog, un ogro sin lugar a dudas.  Por ropa tenía jubón y pantalón, ambos de cuero desgastado. No usaba zapatos y dos colmillos parecidos a los de un jabalí, aunque mas pequeños claro sobresalían de los labios dadole un aspecto de bestia grasienta.

-¡Devuelveme a Leila!

El niño estaba blandiendo la vara a modo de arma, dando amenazantes golpes al aire. Sin embargo, el ogro no parecía verse muy intimidado.

-Este es un bastón mágico, ¡vete!- Tenía un rostro decidido y retador, sujetaba la vara con la mayor fuerza que le permitían sus brazos, sacudiendola como si esperara que algo de magia brotara de la misma.
 

Ghral estaba sentado frente a la puerta de la casa, en el suelo. Tras de él estaba la casa que era suya por derecho, se la había ganado. Estaba hecha en ladrillo y poseía aspecto rústico, pero era de sólida construcción. Su cuerpo tapaba la puerta de entrada, acabab de salir al encuentro del pequeño mocoso y ahora mismo lo miraba tal cual lo haría cualquiera a una chinche.

Era evidente que aquel cachorro humano no estaba consciente de que le estaba fastidiando amenazandolo con un palo, así que se puso de pie lentamente, pensando en las diversas formas de romperle los huesos. Recogió su maza, fiel amiga que estaba a su lado apoyada sobre la nieve, y sin pensarlo propinó un garrotazo que tomó de sorpresa al temerario chiquillo. La fuerza del impacto lo había mandado hacia atrás unos cuantos metros, aterrizó cerca de donde estaba el grupo de Seryu. La vara había escapado de su mano, y rodado un poco mas allá, casi a los pies del muchacho. El niño se removió, dolorido y aturdido por el impacto.

Fue en ese momento que el ogro levantó la vista y se dio cuenta de que tenía espectadores. Su actitud cambió ahora a la de un animal acorralado, dirigió una mirada fiera a la mata de plantas donde estaban, buscando claramente intimidarles para que volvieran por donde vinieron, despues de todo ese no era su asunto.

Aquel bosque....

Aquel era el reino natural, el reino donde todo había nacido, donde la vida se creaba y jamás destruía. El verde lo hacía sentir bien, mas, sin embargo, no dejaba de avanzar por ello.

Cuando llegó a aquel lugar estrecho, apartó un par de ramas con una mano, observando a aquel ogro acercarse al muchacho, y luego, golpearle. Sin pensárselo dos veces, fue al encuentro del muchacho, moviendolo algo y observándolo....

Cuando supo que seguía vivo, observó a aquella bestia, enfrentándole la mirada. Si algo sabía era que aquellas bestias tenían un codigo de honor bastante rudo. Aferró la vara, colocándosela entre las manos.

-Eh, muchacho...

Comentó, sonriéndole algo.. Esperaba que reaccionara.

-Asi que era eso... Tenías a un ogro en la puerta de casa. No temas... Ahora estás a salvo.

Durante esos segundos, se guardó la vara, colocando las manos sobre el pecho del muchacho. Rapidamente, una extraña energía verde recorrió el cuerpo del mismo, restableciéndole las pequeñas heridas de la contusión y la herida... (5 PV). Concentrado en aquello, nisiquiera alzó la cabeza. Supuso que sus compañeros, por ahora, se encargarían del ogro, asi que lo comentó en voz alta.

-Este pequeño...me robó el bastón creyendo que tenía poderes, para ahuyentar de su casa a este ser.... repelémoslo y ayudemoslo, se lo merece...

Mientras tando seguía observando al muchacho. Supuso que pronto volvería a poder moverse normalmente.

Nada más ver al enorme ogro, tras alcanzar la cortina de maleza, Bolg saltó sobre aquella mole. Con las dos armas desenvainadas, un grito fiero y agudo desgarró la paz del bosque. La ira que Bolg acumulaba se descargó con sendos tajos a aquel ogro infecto.

Bolg oyó a Seyru que decía algo. Pero no lo entendió. Aquel humano había dado la espalda a aquella bestia armada. Tal vez tenía ganas de morir...

La mente del goblin descargaba adrenalina, y pronto se olvidó de aquellos pensamientos. Su cuerpo y su mente se concentraron en su oponente. El olor a muerte lo invadió todo en la retorcida mente del goblin. Había nacido para la guerra, lo habían criado para matar... y matar le gustaba.

Nauj sonrió para él al ver la fiereza con que su amigo el goblin había saltado sobre el ogro, que abulta como veinte veces él.

Espero que no se ofenda si le ofrezco mi ayuda.

Salió corriendo de la maleza y cuando pasaba cerca de Bolg le dijo: No te asustes, amigo; veas lo que veas.

El cuerpo de Nauj fue transformándose en la carrera: en cuestión de segundos la figura encapuchada que corría sobre sus dos piernas se convirtió en la de un oso salvaje a cuatro patas que se abalanzó sobre el ogro y le propinó un zarpazo en el rostro.

El niño se había estado aferrando el brazo en su sitio, lo sentía roto y estaba sangrante con parte de la carne al descubierto, al menos hasta que Seryu se acercó a él. El poder curativo del muchacho recorrió suavemente el cuerpo del pequeño, como un halo de luz. Donde estaba la herida en la unión del brazo, solo quedaba algo de sangre. Pareció también disminuír el dolor del golpe en el resto del cuerpo, y abrió los ojos. Pareció espantarse un poco al ver el rostro de la persona a la que había robado, pero se quedó en su sitio confundido ante la mirada amable.

El muchacho siguió observándolo. Quitó las manos de allí... Por un segundo miró a sus compañeros. El poder de aquel encapuchado era genial: Parecía similar a la magia de la naturaleza utilizada por él... en cierto modo, podría hacer aquello aunque con mas dificultad...le habría costado bastante.

Luego de aquello, sonrió mas al muchacho, clavando una rodilla en el suelo...

- No te fuerzes.. ¿Estás mejor?

Comentó, sonriéndole amablamente. Trataba de entretenerlo, realmente, para que su mente infantil no observara la carnicería que sucedía a su rededor. Ahora mismo su misión era proteger al niño. Un niño que había luchado valientemente por proteger a su familia.

-No te preocupes... Echaremos a ese ogro de aquí, y no te volverá a molestar. Por ahora, es mejor que te mantengas tumbado..¿Hay mas heridos en casa? ¿Hay alguien dentro?.

Luego, aún así, observó nuevamente a su rededor...sentía curiosidad por la escena que etarían protagonizando, y los poderes que cada uno de ellos podía aportar al grupo. Debía de hacer apunte mental de todos y cada uno de ellos...

El ogro, como todo ser de dimensiones considerables, se movía mas lentamente que aquellos pequeños agresores. Medía casí tres metros, y eso le daba seguridad de su poderío físico. Sin embargo el repentino ataque del goblin lo pilló por sorpresa, y sintió los cuchillos del mismo desgarrando la fofa carne de la barriga.

Retrocedió un paso y sujetó la maza con ambas manos, con intención de aplastar a Blog. Sin embargo, pisó un pequeño pozo disimulado en el suelo por la nueve, lo cual le hizo tambalear. Luego su cuerpo, con todo su peso se desplomó de espalda. Parte de la nieve estaba teñida por algun chorro de sangre que ahora salpicaba en parte al Patasangre y goteaba de su arma. Sintiendose humillado por aquel tropezón, Ghral empezó a intentar incorporarse. Lo único bueno que podía rescatar, era que al haberse caído tan bruscamente había escapado del golpe de garra del oso que ahora era Nauj.

Por su parte el niño se sentó observando el combate asombrado.

-Realmente lo estan lastimando...- comentó, maravillado.

Luego giro la cabeza a Seryu

-¡Leila...Leila debe estar adentro! ¡A él le pareció guapa y se la quedó!- afirmó frunciendo el ceño, enfadado por el recuerdo. Lo increíble es que ya parecía tener ganar, a juzgar por la mirada y el ademán de escarbar en la nieve buscando alguna piedra, de participar en la pelea de alguna forma.

Colocó una mano en el hombro del chico, aun sonriéndole, aunque agarrándolo algo por si tenía la gran idea de combatir sin armas o atraer al orco hasta ellos.

-Tu descansa. Nos ocupamos nosotros...¿Vale?

Luego de aquello siguió algo la batalla, aunque unos segundos despues recordó su mision..

-¿Como te llamas?

Comentó, sonriéndole para tratar de calmarlo.

La cara del goblin, cubierta de sangre de su adversario, reflejaba una sonrisa de furia. Sus dientes castañeaban entre gruñidos, como una macabra letanía.

Bolg saltó sobre el ogro caído, intentando aprovechar la ventaja que este mismo les había proporcionado con su caída. Lanzó un tajo lateral con su espada corta, mientras con la daga, intentaba perforar algún órgano interno con una puñalada precisa. Sin duda, el estilo de lucha del goblin era poco ortodoxo. Se movía de un lado al otro cual animal furioso y acorralado. Nunca en el mismo sitio. Siempre en movimiento. Con aquel gruñido constante y agudo, que solo pretendía desconcertar a su víctima.

Su mente estaba concentrada, quería sobrevivir al encuentro, y necesitaba todos sus sentidos. Aun así, la transformación en oso de su compañero Nauj, le sorprendió. No se esperaba tal cosa.

Pero ya habría tiempo de resolver dudas y preguntas una vez hubieran vencido. Si es que lograban vencer.