Partida Rol por web

- Bueno por suerte no ha ido a mayores, tu hermano esta con un amigo.

No sabia que tal iban las cosas fuera y no se atrevia a salir con la jovencita, por eso decidio ir a echar un vistazo antes de que saliera ella.

- Haremos una cosa, quedate aqui, yo ire a ver que tal van las cosas fuera.

Syara camino hacia la puerta pensando que no solo tendrian que repartir los viveres entre dos personas más, ahora se habian unido otros dos. Desde luego llevaban comida de sobra para solo dos personas, pero sospechaba que esto se iba a quedar corto si eran 6. Tal vez pudiesen escoltar a la joven hasta el pueblo más proximo para poder comprar más viveres, y despues continuar los cuatro con su camino hacia Seiní.

La Innuhe finalmente llego hasta la puerta y se asomo a ver que tal iba.

 El oso no podía entender cómo su dentellada no había alcanzado su objetivo ni cómo ahora mismo no tenía su cabeza arrancada colgando de sus fuertes mandíbulas.

Se alzó de nuevo sobre sus patas y sacudió de un lado a otro la cabeza mirando al cielo, tratando de liberar toda su ira, a la vez que rugía con tal estruendo que por unos instantes pareció hacerse el silencio alrededor.

Su corazón latía aceleradísimo y, en esas circunstancias, Nauj comenzaba a perder el control de su forma animal. El oso ya había olvidado cuál era el motivo de la pelea y lo que le mantenía en ella era un instinto feroz por demostrar quién era el más fuerte. Ya sólo había un cuestión válida: aquel ogro tenía que morir.

Bajó la cabeza y vió cómo el ogro se escabullía en dirección del pequeño y del joven humano. Con rapidez se lanzó a la carrera y se interpuso entre ellos; su boca rezumaba una especie de espuma y mostraba sus ensangrentados dientes. Cuando el ogro estuvo encima, se avalanzó sobre él, cegado por la rabia, dispuesto a descuartizarlo con uñas y dientes.

Bolg vio su oportunidad, aquel ogro estúpido le estaba dando la espalda para dirigirse en dirección al pequeño ladronzuelo. Mejor, aquella era la forma de luchar que le gustaba más. Por la espalda y a traición.

El goblin corrió hacia el ogro con carcajada diabólica en su rostro. El oso que antes había sido Nauj, se interpuso en el camino del ogro. Parecía lleno de furia, y a Bolg no le hubiera gustado nada estar en la piel de aquel ogro.

La oportunidad era clara, el ogro le daba la espalda, distraído por el imponente animal. Así que aprovechó para lanzar un demoledor tajo con la espada corta a los tendones de sus rodillas. Mientras con un rápido movimiento ascendente, clavaba su puñal en la entrepierna del enorme ogro.

Aquello fue devastador para el ogro. El oso le había mordido en el cuello y estaba reventandoselo, actualmente le había arrancado la mitad de la piel y parte de los músculos del mismo, de los cuales algunos sobresalían de la boca del animal entre el repugnante reguero de sangre. Pero ese era el menor problema para él.

El acero de Blog le había dañado seriamente las piernas al abrir un limpio corte en el corvo, haciendole soltar la maza. Luego le siguió un grito bestial, cuando el segundo golpe llegó a su sitio. En efecto y para horror del grotesco ser (y también para el de quien podía ver aquello) le había apuñalado limpiamente los genitales, enterrando la hoja hasta el fondo de la carne blanda. Luego simplemente se desplomó de lado, haciendose mas daño con los dientes del oso. Era rarisimo ver a un ogro llorar, pero semejante dolor había conseguido arrancar algun lagrimeo incluso de un ser así.

Se quedó en su sitio, aún vivo, pero no se movió ni hizo nada mas. Seguía vivo, pero al parecer había quedado traumatizado físicamente (quizá incluso de forma mental) por aquel castigo. Tenía los ojos abiertos, pero mirando hacia la nada y a ese paso se desangraría pronto, porque la herida expuesta del cuello no dejaba de manar mas y mas fluído carmesí.

Observo como el enorme ogro se desplomaba, casi inconsciente. Sus compañeros le habian dado una buena paliza. A Syara le complacio saber que estos no se convertirian en un lastre para su viaje hacia Seiní.

Aunque todo se habia retrasado más de lo previsto.

Busco con la mirada a Seryu, quizas el pudiese hacer algo por la chica, además la ultima vez que lo vio estaba con su hermano y a el le gustaria saber que la chica estaba viva y relativamente bien.

- ¡Seryu! Leila esta bien. ¿Puedes venir un momento?.

Volvio su mirada hacia el ogro, y cierto sentimiento de piedad se apodero de ella.

- Lo mejor sera rematarlo -dijo señalandole el cuello.

Bolg contempló como el ogro caía como un saco al duelo con una carcajada cruel y los ojos inyectados en sangre. Sus armas goteaban y sus ropas y cuerpo estaban cubiertos por la sangre de su victima. El pequeño guerrero se relamió de satisfacción. 

Sin pensarlo, se encaramó al pecho del enemigo derribado y le cortó el cuello con la espada. Desde su posición observó agazapado al animal que antes había sido su amigo Nauj. Aquel hombre poseía un extraordinario poder.

Ahora se alegraba de no haber intentado robarle en el camino. El rostro del goblin dibujó una sonrisa. Había sido una de las mejores elecciones que había tomado en años. 

Olfateó nerviosamente, mientras miraba a un lado y al otro durante unos segundos. Bolg volvió a concentrarse en el ogro caído. Cogió su espada, y con un golpe seco de la empuñadura, intentó arrancar los grandes colmillos del enemigo muerto.

El muchacho preparó un hechizo de protección que al final no fue necesario... sus compañeros batieron a aquel ogro, mientras que el seguía manteniendo allí al muchachito. Cuando acabaron con el, volvió a sonreirle...

-Tranquilo. Ya todo ha acabado..

Mas aquello no parecía del todo cierto. La muchacha que habia ido con el, lo llamaba, y pronto se encontró su mirada con la de ella. A su pregunta, respondió afirmativamente, colocando una mano primero sobre la cabeza del muchachito, descolocandole algo el pelo.

Cuando llegó a su lado le preguntó, algo preocupado. Sin duda la noticia de que la hermana del chico estuviera bien era bien acogida.

-¿Que es lo que pasa?

-La chica esta mas o menos bien, pero algo enferma. Si sigue sin cuidado se pondra peor.

Se acerco al marco de la puerta para que la siguiera dentro, afortunadamente habia tenido un final feliz. La joven miro la pequeño.

- Tu hermana esta bien.

El chico la siguió para el interior de la cabaña....

-¿Qué tipo de enfermedad es? ¿Has sabido identificarla?

Comentó, mientras que seguían caminando. Observó como la chica le dijo aquellas palabras al muchaho, e inevitablemente sonrió. Una sonrisa que duró segundos, puesto que había, según lo entendido, alguien que necesitaba de sus cuidados.

Todo había acabado ya. El gran oso gris se quedó observando los últimos coletazos de vida del ogro y cómo el goblin le cortaba de un tajo la cabeza. Escupió los restos de carne fétida que aún le quedaban y, mirando al orejudo verde y al resto, les lanzó un gruñido, amenazador, inquietante; sin duda un aviso para que nadie se acercara a molestarle.

Paso a paso se fue retirando de la escena y se alejó de ella unos metros. Allí se quedó, a cuatro patas, jadeando fuertemente mientras deceleraban sus pulsaciones y el extraño humano que gobernaba desde su interior esa forma de fiera, comenzaba, poco a poco, a recuperar el control

-Leila siempre fue de constitución delicada- comentó el niño, preocupado.

Luego se incorporó y se dirigió adentro sin mas. Al cabo de unos segundos sacó la cabeza mirando a la cuadrilla de viajeros algo avergonzado por su descuido.

-Ehh...si quieren pasar...

Bolg observó como el oso se retiraba entre gruñidos. No parecía muy buena idea molestarlo ahora mismo, así que prestó más atención a su otro grupo de compañeros.

Según parecía, había alguien más dentro de la casa... Una especie de cachorra humana enferma. El humano había recuperado su bastón, y parecía que el ladronzuelo ya no era una amenaza. Así que limpió sus armas con la ropa del ogro caído, y de un salto, bajó del pecho de este. Guardándose los colmillos del ogro, Bolg se dispuso a husmear en las bolsas del enemigo muerto. Por si atesoraba algo de valor.

El niño se abrió paso entre el pequeño desastre de la casa hacia la sala contigua, pero antes de que concluyera la acción observó que la puerta era abierta desde el otro lado.

-¿Hermana? ¿Estas bien?

Del otro lado del umbral, podía verse a una jovencita, obviamente mayor que el niño. Vestía de forma muy ligera para el clima invernal, un vestido blanco solamente y un ojo agudo podría adivinar el parentesco familiar. No era de extrañar que el ogro se hubiera encaprichado con ella, no era fea... piel impoluta, cabello castaño y de aspecto cuidado algo mas claro que el del niño, nariz pequeña y ojos cafés, además de un finamente proporcionado.

Kenneth le abrazó con fuerza sin hacerse esperar.

Observó el panorama a su rededor. Sencillamente comenzó a avanzar hacia la puerta tratando de no reparar en aquella cola de gato en el pomo colgada... si, aquello le parecía de cualquier modo terriblemente frívolo.

Realmente no le importaba demasiado nada mas que examinar el estado de la muchacha, determinar su enfermedad y erradicarla de su cuerpo. Nadie debía estar sufriendo por algo así. Nadie, a excepción de aquellos que las provocaban. Así que, guiado por Syara, comenzó a avanzar hacia la puerta, mirándola y preguntándose como una mujer, en una sociedad como aquella, que no como las del bosque en las que el sexo predominante tendía a ser la mujer, podía ser lider de un grupo de hombres. Sin encontrarle explicación, decidió solo marchar en silencio aguardando que ella le guiara en su camino, aun a sabiendas de a donde lo llevaría.

Tras devolver el abrazo, la muchacha se apartó un poco y examinó al niño.

-¡Tienes sangre!- se espantó.

Podía notarse claramente en la tez pálida un tono rojizo, indicador claro de fiebre. La mirada de Leila estaba cargada de cansancio, pero aún así no hacía mención de ello. Tampoco del leve temblor que recorría el cuerpo, producto de la baja temperatura y el poco abrigo.

-¿Echaron a Ghral?  Ne...necesito calentar un poco la casa, usualmente esta a una temperatura agradable pero no he mantenido el encantamiento cuando llegó ese ser...

Estrechó una mano con la otra sin decir mas, y guardó silencio unos instantes.

En una cenicienta chimenea en la pared oriental, se creó un chispazo inicial que dio paso a una llama de tamaño moderado.

-Argh...no puedo hacerla crecer mas de momento...tendrá que bastar.

Luego levantó la vista para examinar bien al nuevo rostro que tenía delante, aunque parecía tímida a la hora de las presentaciones.

El muchacho la observó y le sonrió levemente... Poco a poco se acomodó a su lado. Con tono gentil dijo.

-Señorita... ¿Me permite examinarla? Si es así, necesito que se tumbe en la cama y me diga lo que siente..

Comentó, aun sonriente y de modo agradable. Aguardó a que lo hiciera para examinarla... solo verla enrojecida era claro síntoma de fiebre... luego comenzó a presentarse.

-Mi nombre es Seryuu... y puedo decir que tengo poder para curar a las personas. Soy un mago, si, como tu. Solo que mi magia no proviene del lugar del que proviene la tuya.

No había ni una muesca de pensamientos negativos, solo un hablar calmado que tranquilizaría a la mujer...

-He protegido a su hermano.. porque supongo que es su hermano ¿No? o bueno... a este niño. Le golpeó el orco pero gracias a una rápida actuación de mis compañeros, la bestia no volverá a molestaros.

Una vez acostada, procedería a tocarla y emitir un diagnóstico sobre la enfermedad de la mujer.

El oso iba recuperando poco a poco su estado de ánimo normal. Mientras esto, Blog revisaba en las escasas bolsas del ogro, solo tenía piedras y cachivaches varios. Sin embargo al vaciar con desdén una de estas en el suelo vislumbró algo brillante. Ahora, a sus pies podía ver dos trozos del tamaño del ojo de un humano, de metal dorado bastante mugrientos pero de brillo inconfundible. Oro.

También, mirando ahora con mas atención, pudo notar un trozo de amatista pequeño. Pero estaba tallado a modo de dije, en concreto con la silueta de una paloma. Ya había caído la noche del todo, y fuera con la nieve bajo los pies y viento azotando el cuerpo empezaba a resultar incómodo.

Bolg recogió aquellos objetos de valor, y los guardo riendo entre dientes.

La noche había caído, y no tenía ganas de pasarla a la intemperie. Así que se encaminó a la casa, no sin antes hacer una mirada hacia donde estaba el oso. - Zupongo que cuando ezte lizto entrará con nozotroz...

El pequeño goblin traspasó el portar, husmeando en todas direcciones nerviosamente. Su nariz se agitó olfateando el aire, en busca de alguna amenaza.

Miró a su alrededor en busca de una chimenea o lugar para encender un fuego. Si tenían que pasar la noche allí, sería mejor hacerlo al calor de una buena lumbre... Y comer algo caliente, a eso tampoco le haría ascos. 

El interior de la casa estaba revuelto y saqueado. Un cesto de ropa estaba caído y su contenido esparcido por el suelo y sucio de barro, como si alguien se hubiera estado limpiando con él (asumes que esto es obra del ogro de afuera), una repisa baja y ancha de piedra en una de las esquinas estaba repleta de especias y condimentos, así como algún ingrediente básico de cocina y cantastos pequeños donde hacía poco debería haber reposado comida recolectada. También una olla grande que por el olor estaba llena de guiso de algún tipo. Sin embargo ahora no quedaba nada de nada, excepto las especias y otras cosas que la bestia no apeteció devorarse.

Aquella salita era bastante ámplia y seguramente en conduciones fuera acogedora. La única puerta de la casa que no era la de la salida estaba en la pared izquierda a la misma, cerrada. En el pomo tenía atada, colgando con una cuerda, una llamativa cola que se ramificaba en varias extensiones rizadas, de color plateado con reflejos iridiscentes.

En el desastre se hallaban Syara, Seryu, el pequeño Kenneth y una humana de piel muy clara y rasgos bastante bonitos. Cabello y ojos castaños, traía puesto un vestido blanco bastante ligero y tenía a todas luces cierto parecido con el antes ladronzuelo. Sin embargo ella era unos cuantos años mayor que él.