Partida Rol por web

Mientras se acicalaba el pelo, pasó a explicar sucintamente al saberse escuchado.

Básicamente, yo estaba viniendo hacia aquí por un camino escarpado, poco conocido. El día anterior pude ver la chapuza que llevaron a cabo tu y tu amigo no-muerto en pleno Yrubac, y como se escapó su presa. Justamente tomaba un descanso en la copa de uno de los árboles mas altos cuando me crucé con esa mujer. No le hubiera prestado atención de no ser porque se estaba sujetando el pecho con desesperación.

Volvió a dejar oír aquella risita.

Si me lo preguntas, parecía que estaba dandole un ataque al corazón. Así lo llaman, pero por lo que pude ver antes no parece ser una anciana como para sufrir un problema así. ¿No te parece curioso? De todas formas fue precavida hasta lo ultimo de su conciencia, porque se ocultó lo mejor que pudo antes de caer. No muerta, porque cuando me fui estaba respirando. Pero si bastante vulnerable...incluso pude traer esto sin ningun problema, por si tenías problemas para creerlo.

Se observó como un trozo rasgado de tela color leche flotó a la vista, saliendo de su escondite a unos metros del cartel. Era mas que evidente que aquel gato de alguna forma estaba manipulandolo a modo de que levitara.

Mientras mas tardes en decidirte mas posibilidades hay de que pierdas la oportunidad. Si aceptas o no al fin y al cabo me tiene muy sin cuidado, tampoco esperaba ver algo tan conveniente. ¿Pero porque no sacarle algo de provecho?

-Muy interesante, gatuso. Pero ese trozo de tela bien podrías haberlo sacado de alguna rama en la que se le haya enganchado la capa. O incluso te la podría haber dado ella para que me tendieras una trampa.-

Mira al gato con desconfianza. -Supongo que si no voy contigo nunca sabré si me estas mintiendo o no.

Te seguiré, pero si intentas algo raro, te frío con un rayo.-

-Los de mi ralea no rompemos las promesas, a diferencia de los humanos. De mi parte prometo llevarte hasta donde está, pero a cambio y cuando llegues quiero algo. Y creo que ya te imaginas lo que es...no tengo ganas de estar penando por ahí, es un fastidio estar pendiente todo el dia de como mantener este maldito cuerpo. Así que tu te encargarás de ello.

Rió un poco.

-No te costará nada tener una "mascota" ¿verdad? Por cierto, refierete a mi como Inome. Creo que en tu lengua se pronunciaría parecido a eso. Ah...pero deberías prometerme que no romperás tu palabra, ¿a que si?

En ese momento, le atravesó con una mirada intimidante.

-Pero te lo advierto...no lo hagas a la ligera. Al intercambiar promesas no creo que quieras echarte atrás.

Aquel guardia aún parecía bastante consternado ante aquel bicho tan astuto. Sin embargo, su expresión de disgusto se rompió con un estornudo.

-Chsssst...¿realmente vamos a seguir a ese animal? Con todo el respeto, comandante...Me agradan mas los perros. De todas formas hay algo que no me gusta en como habla...vas de importante ¿eh? -Bromeó.

Sonríe ante el comentario del guardia. -Si fueras mi mascota te llamaria como me diera la gana. Que para eso sería yo el dueño. Pero de todos modos, pienso como mi compañero. Me gustan mas los perros.-

-Aunque si lo prefieres, puedes llevarme voluntariamente hasta la Capa Blanca. En ese caso puedo llamarte Inome y sustentarte mientras me parezca conveniente. A fin de cuentas, los gatos no me desagradan.- Con cada una de sus palabras medía la reacción del gato. Queria saber hasta donde estaba dispuesto a negociar el extraño animal.

-Casí había olvidado cuanto detesto a los de tu especie -si aquel animal hubiese podido sonreir, seguramente lo hubiese hecho con total seguridad -Mas bien sería hasta que a MI me parezca conveniente. De todas formas, tu tiempo corre en cuanto a esto, y si decides desaprovechar aún tengo cosas por hacer -El trozo de tela cayó al suelo, al parecer sin que él estuviera interesado en sostenerlo a la vista ya- Tic tac humano. Tic tac.

Hace un gesto con la mano, como queriendo quitarle importancia al último comentario del felino. -Así que todo el asunto, se reduce a que estás harto de ir penando por el mundo buscando sustento. Bueno, eso dejará de ser un problema. Yo me encargaré de alimentar este cuerpo tuyo del que tanto te quejas, Inome.-

-Lo que yo me pregunto es que problemas me traerás a mi.-

-Se puede reducir a ello si así gustas. Ahora cerremos el trato de una vez. Al menos yo solía hacerlo con una promesa -Le miró fijamente- Me gustaría oírlo antes de ponerme en marcha.

Por algun motivo, se puso a ronronear.

-Mis palabras ya sellaban el trato, pero si lo que quieres es escuchar la palabra promesa, no pasa nada. Prometo que mientras estés conmigo me encargaré de la alimentación de este pequeño cuerpo felino. Y no te preocupes, mis promesas no son a la ligera.-

Cuando pronunció aquello, sintió un leve escalofrío en la espalda. Inmediatamente se dio cuenta de que la insistencia con la promesa a modo "formal" no era mero capricho. Inome, el felino, lo único que hizo fue echarle un ultimo vistazo se dió vuelta y empezó a corretear por el camino principal del pueblo. Al parecer sus intenciones eran atravesar el pueblo al extremo opuesto de donde estaban, aunque se detenía a esperar el avance del guardia y el otro hombre cada poco.

El escalofrío que le recorrió la espalda cual húmeda babosa no le hizo la mas mínima gracia, pero rápidamente se olvidó de la desagradable sensación al empezar a cabalgar en pos de Inome.

Capturar a la de la capa blanca podía significar subir un peldaño mas en la escalera de poder.

El soldado a la par avanzó tras el comandante, y pese a alguna que otra mirada cortante no tuvieron problemas en cruzar el pueblo. El gato, tras recorrer un buen trecho de camino recto, se desvió hacia una extensa arboleda superpoblada de maleza. Avanzar por aqui resultaba lento y engorroso para los caballos, pero poco a poco fueron internandose profundamente en el verde...

Luego de un cuarto de hora aproximadamente de esto, y haber recorrido un pequeño trecho bordeando un cerro escarpado, se detuvo cerca de una grieta que hubiese sido imposible de ver sin mirar con atención.

No creo que esos caballos pasen por aquí, usa tus piernas

Y dicho esto desapareció en la oscuridad de la entrada.

-Puede que se encontrara mal, pero no lo suficiente como para descuidarse. Ha elegido un lugar bien escondido y de difícil acceso. Esta mujer sabe lo que se hace.-

-Quédate con los caballos. Si ves algo raro pega un grito. Vendré enseguida. Y si ves que tardo demasiado vuelve al castillo.-

Tras esas palabras, colocó un pie en la oscura grieta y dió un par de pasos mas hasta desaparecer en la oscuridad.

Avanzó unos pocos pasos, en la oscuridad. Tras dejar atrás la entrada y la luz que podía colarse por la grieta era practicamente nula la visibilidad. Al parecer aquella entrada se desplegaba en una pequeña cueva o gruta de piedra, fresca y humeda.

El frescor de la cueva le resultaba agradable. Avanzó unos pasos a ciegas en la oscuridad, esperando a que los ojos se le acostumbraran a la escasa luz. Esto le sirvió durante unos pocos metros, pero la grieta era mas profunda de lo que esperaba y los rayos del sol quedaron atrás rápidamente, dejandole sumido en la negrura.

Durante unos instantes se planteó seguir avanzando a tientas, pero las húmedas irregularidades de la roca, se encargaron de hacerle saber que era mala idea.

Del interior de su vestimenta sacó el collar que siempre llevaba consigo, y la luz de la gema se extendió a lo largo del lugar.

Fue entonces cuando, a unos 12 metros mas adelante divisó algo en el suelo. Era...un arma. Y estaba seguro de haberla visto antes. Ni siquiera tuvo que hacer un gran esfuerzo de memoria, ya que a pocos centímetros de la hoja había un bulto en el suelo. Conforme se acercó mas, pudo apreciar que el animal al parecer decía la verdad.

Cubierta por la prenda blanca, a la cual le faltaba un trozo que era similar al que había visto antes en la entrada del pueblo, aquella mujer yacía en el suelo boca abajo e inmóvil. No había sangre, ni heridas aparentes. Al parecer simplemente se había desplomado allí. Ahora, ante Shadar, se abría un ámplio abanico de posibilidades en cuanto a que hacer...

-Perfecto. Con esa capa encima, parece envuelta para regalo. Solo le falta el lazo. Y de eso me voy a encargar ahora.-

Se acerca a la mujer que llace tendida en el suelo para comprobar si sigue con vida. Al pasar por el lado del arma la recoge y se la cuelga en el cinturón. -Mejor me la quedo yo, no sea que recupere el conocimiento.-

En efecto, parecía estar respirando. Al voltearle además de ver en detalle la máscara inexpresiva que cubría el rostro, el mago pudo apreciarse el segundo cuchillo aún aferrado -aunque débilmente- en la mano diestra. La capucha se deslizó levemente hacia atrás por el movimiento, dejando ver un atisbo de cabello de un castaño muy claro. Aún tenía un tenue manchón rojo en las ropas que cubrían las pocas heridas recibidas, que habían hecho mella antes, pero no era nada serio al menos a simple vista.