Partida Rol por web

La sonrisa que se formó en el rostro de Thorskar al escuchar lo que decía Thánur sobre Belandir, desapareció en cuanto el otro se puso más serio para hablarle de un tema que consideraba más privado e importante. El mercader dejó escapar un leve suspiro - Sí, tus compañeros de viaje ya me advirtieron esta mañana. Sé que este viaje no será todo lo tranquilo que me gustaría, pero, honestamente, ese grupo de hombres es lo que menos me preocupa - dijo mirando al frente, como si temiera lo que les esperaba más adelante, aunque luego volvió a sonreír - ¡Ah! Veo que no te ha pasado por alto el motivo de extender la invitación. En mi defensa, diré que no esperaba que se nos unieran tantos.

De nuevo Thorskar se ensombreció y se giró hacia su hijo, que charlaba en aquellos momentos con Belandir - Es una posiblidad, sí... Pero es algo que todos entendimos antes de dejar Anghazar. El honor y la seguridad del clan van antes que los de cualquiera de las familias que lo componen. Así ha sido siempre - respondió, con cierta tristeza en la voz.

Y una vez más, cambió su humor de repente y tuvo que echarse a reír ante la propuesta de Thánur - ¡Vaya! - exclamó tras recomponerse - Yo que pensaba que era el único astuto comerciante de esta caravana, y resulta que tenéis incluso mejor ojo que yo. Os agradezco el ofrecimeinto, Thánur. Y no os lo toméis como que no me agrada vuestra compañía o la de vuestros amigos, pero debo rechazarlo, como ya le dije al semielfo. Confío en los guerreros de mi clan, y, además... tengo algún as que otro en la manga - el enano volvió la vista hacia el camino y sacudió un poco las riendas - Por supuesto, sois más que bienvenidos a acompañarnos cuanto queráis, o a marcharos por vuestro propio camino cuando lo consideréis, faltaría más.

La marcha proseguía tranquila, algunos miembros de la caravana iban cambiando de posiciones, como Gwyl que se adelantó hasta ponerse a la altura de Gorsha, Wülf y Erin, o como Ussia, que finalmente aceptó la propuesta de Syndra y se quedó atrás hasta que la elfa la alcanzó y la hizo montar en su caballo.

Belandir y Thánur conversaban con ambos Wedrun, el primero con el hijo y el segundo con el padre, pero la charla había pasado a hacerse en la lengua materna de los cuatro enanos, por lo que resultaba ajena para todos los demás, puesto que Syndra y Ussia seguían al final de la comitiva y les era imposible entender lo que se decía desde esa distancia.

Yriel amenizó la travesía recitando algún poema que otro, para deleite de los que le escuchaban, sus palabras resonando en las altas paredes de piedra. Las conversaciones iban fluyendo, y, a pesar de que más de uno tenía la mosca detrás de la oreja, seguía sin haber indicio alguno de que fuera a producirse algun contratiempo en su camino a través del Paso.

Desde su posición en la retaguardia, Ussia y sobretodo Syndra con su fino oído, fueron las primeras en oír el sonido de cascos de caballos chocar contra la piedra.

Ambas consiguieron escuchar claramente como seis caballos se iban acercando hacia ellos. Aunque parecían ir al paso, sin prisas, los acabarían alcanzando, ya que el carro seguía siendo más lento que cualquier otro animal o persona.

- ¿Oh? Yo también pienso acompañar a mi querida Ussia, por lo que si me guías a ese patético reino, sería ideal. - Comentó un tanto complacida al escuchar la respuesta del humano, incluso si sabía que éste mentía sobre algunas cosas, eso no quería decir que no pudiera serle de ayuda. Todos ocultaban cosas, incluso ella, por lo que no iba a juzgar a alguien en base a eso. Lo único que no le había agradado, había sido el hecho de que, el "curandero", se hubiera atrevido a decirle cómo debía de actuar y que no había actuado con educación. Odiaba que los seres inferiores le dijeran esa clase de cosas, cuando estaba claro qué raza estaba por encima del resto. Aún así, si el humano la ayudaría a encontrar aquel reino, era posible que cambiara un poco su mentalidad sobre el mismo, aunque eso no significaba que le trataría con demasiado cariño.

Al escuchar la mención del mismo, sobre que creía que sólo otro mago podría identificar a uno, la sombría no pudo evitar suspirar, un tanto frustrada con el hecho de que no la hubiera escuchado como correspondía anteriormente. - Como dije... los... magos pueden sentir cuando hay otro mago cerca. Es como un sexto sentido, ¿entienden? Yo era la única allí. ¿Satisfechos? - Explicó lentamente, como si tuviera que enseñarle, a un montón de niños, sobre una realidad que se les escapa de su capacidad de comprensión. Por otro lado, no veía tanto sentido en hablar sobre magos, a menos que fuera sobre su persona, algo de lo cual la elfa no hablaría mucho, ya que apenas le agradaban la mayoría de los presentes, exceptuando la mercader, la orca y un poco el semielfo, luego del poema que le había dedicado. El resto podían caer de un acantilado o algo parecido, y simplemente se encogería de hombros, luego de lo descorteses que habían sido con ella. Bueno, está bien, Thánur también le agradaba un poco, luego de que se hubiera mostrado un poco más cortes con ella a la mañana. Un poco... no mucho.

- Las acepto, siempre que me guíes a ese reino, ese que se llama Odrin. - Respondió de manera neutral, a la petición del humano, como si no le diera mucha importancia a lo que había dicho. Continuaba disgustada con lo que había dicho la noche anterior, pero si significaba que este la guiaría a donde deseaba ir, en ese caso, no tendría problema con tolerar su presencia y dejar de lado toda negatividad respecto a su persona. Lo consideraría como parte de su ignorancia como ser inferior y ya. El sapo no tenía la culpa de desconocer lo que había fuera de su estanque, o al menos así lo veía la sombría, claro. Por otro lado, tuvo que reprimir una carcajada, ya que no habría sido propio de alguien como ella, al escuchar la explicación del semiorco, imaginando que este no se habría encontrado con magos realmente poderosos en batalla, teniendo en cuenta que aún seguía con vida. Hubiera sido gracioso que el guerrero se enfrentara a algo como la fuente de la Gran Plaga, con una simple hacha. Demasiada confianza en su pequeño juguete. Prefirió no decir nada al respecto, ya que no tenía sentido iluminar a un montón de músculos.

- Ah... claro, por supuesto, mi adorable Ussia. Nada me gustaría más. - Expresó con claro deleite, al ver que la mediana estaba dispuesta a montar en su caballo, compartiendo el viaje juntas. No tardó mucho en colocar el equipaje de la mercader con el resto de sus cosas, antes de ayudarla a la pequeña a subirse a su montura, dejando que ésta se sentara al frente de ella, para asegurarla entre sus brazos. Por un momento, había pensado que terminaría viajando sola, durante gran parte del camino, luego de que Ussia y Erin hubieran rechazado su invitación. Si bien, ahora que la mediana había aceptado, no podía estar más complacida, disfrutando la cercanía con la pequeña, aunque teniendo que reprimir el deseo de hacer algo con sus manos. - Espero que estés cómoda, si bien debe de ser mejor que continuar caminando. - Aseguró en un tono amable a la mercader, esperando que ésta estuviera medianamente cómoda, al menos podría apoyarse en el generoso busto de la hechicera... Bueno, eso podía incomodar a algunos, tal vez. De cualquier manera, mientras consideraba decirle algo más, la sombría pudo escuchar, gracias a su sentido agudo, el claro sonido de cascos de caballo en la distancia, los cuales chocaban contra las piedras. Incluso había logrado percibir el número especifico de los mismos, que parecían ir a una velocidad normal, sin prisas, aunque estaba claro que alcanzarían a la caravana tarde o temprano.

- Tenemos compañía por atrás, señores. Seis caballos, no parecen tener prisa, pero nos alcanzaran pronto. - Explicó la hechicera, en un tono lo suficiente alto para que el resto pudieran escucharla, antes de indicarle a su caballo que acelerara un poco el ritmo, para acercarse un poco más hacia el carro. Prefería que el resto se hicieran cargo de ese posible problema, no tenía sentido que ella se molestara con algo que no le concernía, ni mucho menos arriesgar la seguridad de la mediana. No parecía que esos seis tuvieran intención de atacarles, al menos no por cómo se acercaban hacia la caravana, pero tampoco tomaría riesgos innecesarios. Era mejor que los guardias enanos se hicieran cargo de la situación, así como el resto de los combatientes.

Aunque esperaba alguna respuesta por parte de Gwyl, sin saber si seguiría actuando de aquella forma tan caótica ante lo que había sido un simple poema sobre elfos refiriéndose a toda aquella belleza que siempre les acompañaba, las noticias que llegaron de atrás hicieron que cambiara de opinión y de planes.

El joven semielfo había escuchado todo lo que comentaba la sombría acerca de su composición artística y el mestizaje, mas no era nada nuevo para Yriel pues estaba acostumbrado a ambas actitudes, las dos cosas las llevaba en la sangre para bien y para mal. Tan sólo había asentido cuando reconoció que tenía talento pero luego sus siguientes palabras reforzaron la idea de que era la mezcla de raza lo que la hacía mirarle de aquella forma recelosa. Al menos había confirmado que había un rechazo implícito en ella, algo que no le importaba pues tampoco él tenía intención de acercarse a la mujer salvo que cambiaran mucho las cosas.

Dejando de lado todo aquello, Yriel prefirió montar a Brioso ahora, pensando ya en que cuando aquellas personas llegaran podría venir bien que les estuvieran esperando.

- Voy a la parte de atrás, prestaré atención por si están hablando de algo y me puedo enterar.

Si Syndra había logrado reconocer el número de caballos, quizá sus sentidos fueran lo suficientemente agudos también como para escuchar las palabras de esos hombres. De igual modo podía ver si montaban de forma distendida, o lo contrario.

Yriel consiguió escuchar claramente como seis caballos se iban acercando hacia ellos. Aunque parecían ir al paso, sin prisas, los acabarían alcanzando, ya que el carro seguía siendo más lento que cualquier otro animal o persona. Todavía no se oía conversación alguna si es que sus jinetes la estaban manteniendo.

En silencio, Erin sacó su arco y una de las flechas, preparándose para atacar si fuera necesario.

 - Seis caballos por la retaguardia - pensó la joven - Si quisieran atacarnos, no vendrían al galope: eso sólo serviría para que llegasen cansados, y aquí no tenemos escapatoria antes de que nos den alcance; sería más lógico llegar al trote hasta aquí. Puede que pretendan alcanzar nuestra posición, y entonces aparezcan sus compañeros en la parte de arriba, o de frente, y traten de encerrarnos. Es lo que yo haría. No sé combatir, pero sé cazar, y aquí podemos ser una presa fácil.

Recordó las jornadas de caza junto a su padre.

 - La paciencia es el arma más eficaz de un cazador, Erika - le decía Breann en susurros.

Estaba tendido a apenas medio metro, pero, oculto como estaba entre la hojarasca, y cubierto por su capote, apenas se le distinguía; a ella, seguramente, tampoco. Tendida boca abajo, cubierta de hojas y ramitas, le picaba todo el cuerpo; pero no podía rascarse, o daría al traste con su disfraz.

 - El buen cazador no piensa en la presa, no se anticipa, no se precipita...  El buen cazador espera, y es la presa la que se pone a su alcance. Ya hemos seleccionado el lugar; sabemos por dónde pasará nuestra presa, porque no hay mejor sitio para cruzar que aquel - dijo, señalando con un gesto de los ojos al claro del bosque frente a ellos - Y el viento soplará en nuestra contra durante lo que queda de tarde: sólo nos queda aguardar.

Erin miró a Gorsha. Estaba alerta, con los ojos muy abiertos, lo que hacía resaltar su heterocromía.

 - Más nos vale prepararnos - dijo entre dientes a la orca - Si quisieran tendernos una emboscada, este lugar sería propicio. Si tengo que usar el arco, necesitaré que me cubras.

 - ¿Tenemos el viento a favor, o en contra? - se preguntó Erin de pronto - ¿Nos están cazando?

Erin recordaba cómo los corzos aparecieron frente a ellos; sus pezuñas, como si aquello fuera un sueño, no emitían ningún sonido cuando se posaban sobre la hierba con breves pasos - Yo también sé caminar así - pensó Erika con orgullo. Breann, conteniendo la respiración, sujetó la flecha con sus dedos finos y fuertes como garfios, y con la otra mano empujó el cuerpo del arco hacia delante, tensando los músculos de su antebrazo sin hacer ni un ruido, sin mover ni un ápice el resto de su cuerpo. En tensión, parecía que el Universo entero contenía el aliento, esperando...

El demacrado enano solo seguía emitiendo humo como si se tratara de un enorme horno de fundición enano, aquellas maquinas diseñadas para dar forma y silueta siniestra a las sanguinarias armas de los hijos de la piedra, mientras escuchaba, con un silencio de ultratumba, las palabras del joven comerciante-. Primer error-. Una bocanada dulce se desprende desde la boca de Belandir como si trataran de escapar de su oscura prisión-. No seas idiota, jamás en tu vida hagas falsos supuestos, nunca creas nada sin tener evidencia tangible, esto te servirá en toda clase de guerra para que te levantes victorioso o derrotado, pero listo para la venganza... eso va para ti tambien mediana-. Por un momento las pupilas negras del viejo guerrero se dirigen hacia Wedrun y Ussia, sin embargo, no era una mirada hostil o una llena de misantropía que evoca el más sanguinario sentimiento de canibalismo bélico, si no, una llena de una nostalgia sincera, pero llena de una oscuridad que en cualquier momento se podría desbordar y devorar a los presentes en un mar de soledad, tal como lo haría un abuelo lleno de arrepentimientos en su lecho de muerte al observar como sus pequeños nietos juegan con total ingenuidad e inocencia-. ¿Y si falla la escolta? ¿tienes un plan de contingencia que pueda salvaguardar a tu padre y a ti sin depender del resto? ¿Que pasaría si aquellos jinetes que se acercan fuesen hostiles y funcionan como distracción para algo mayor?-. Una pregunta tajante y de golpe caen en los oídos del joven enano al mismo tiempo que Belandir amplifica cada sentido de guerra para estar preparado para cualquier sorpresa-. ¿Ves a lo que me refiero heredero de los Wedrun? Eres joven, tienes derecho a equivocarte, pero aprende, escucha y observa todo o que puedas. Absorbe cada rastro de información como si fueras una maldita esponja... si es que no quieres caer presas de tus adversarios…-. Su voz se detuvo lentamente como lo hace el mismo ocaso…

Su mente analizaba sin piedad su situación actual, tratando de llegar a una conclusión para justificar el actuar irracional que ha sido protagonista el viejo comandante en estos últimos minutos, acción que fallaba estrepitosamente cada vez que buscaba una razón lógica a aquello-. ¿Aún sigo siendo el mismo viejo preocupado de siempre? ¿No crees eso mi viejo amigo? -.  Es lo que se dice a si mismo, con cierto pesar, al recordar como Belandir educaba al pequeño hijo de su rey y amigo. Solo la voz de emoción de Therm hizo que el comandante volviese a la realidad-. ¿Sabes de las antiguas historias de mi tierra? Es admirable…-. Sus ojos se entrecierran con una ligera aura sospecha-. Especialmente si está ya ha caído en el aislamiento total desde hace más de medio siglo… interesante Wedrun ¿Qué más sabes de aquel antiguo reino? -.  Argollas de humo van galopando hacia el cielo mientras una pequeña comisura en su boca se crea a duras penas, quizás el comentario del joven enano hizo que el marchitado patriotismo de Belandir emitiera un suspiro de esperanza hacia el bienestar su amo-. Serví en aquel ejercito del cual tu indicas…-. Su ceño se hace pronunciado como si abrir el baúl de sus recuerdos costará más de lo normal-. ¿Batalla más importante? Todas son importantes Wedrun, recuerda bien eso…-. Unos ojos severos enfocan al joven enano como si se tratara de algún recluta estúpido-. Cada enfrentamiento, que va desde una simple escaramuza con escoria saqueadora, hasta la más gloriosa de las batallas en donde se juega el destino de tu patria, son relevantes. En cada una de ellas, los soldados se alistan para morir por su juramento, en cada momento que empuñas tu arma hacia el enemigo mientras cargar hacia ellos, lugar en donde el metal se dobla y la carne se vuelve uno con la tierra, sin espacio al miedo, donde confías tu espalda a camaradas y estos hacen lo mismo, cada acción que involucra esto es lo que genera valor en cada conflicto, cada sacrificio merece la misma honra sin importar el cargo ni el clan-. Su rasposa y profunda voz pronunciaba aquellas palabras como si aquel joven hubiese encendido un fuego que hace mucho tiempo había perecido, cada silaba emitía un aura de valor que haría que el más cobarde ser se encaminara en defensa de lo suyo incluso si eso significará una muerte segura, su tono difería totalmente de cualquier simple soldado u oficial, era un acento que, a pesar de ser oscuro y directo, opacaría a cualquier otro general e, incluso, rivalizaría el cantar de sangre  de los antiguos reyes guerreros enanos-. ¿Entiendes? -. Es lo que pregunta mientras recuerda las viejas andanzas con el ejército que comandaba personalmente o mejor dicho,  las viejas aventuras con aquellos que consideraba sus hijos y hermanos-…-. Una enorme calada hace el tiempo suficiente para ordenar los recuerdos del antiguo vasallo y calmar el ímpetu de un viejo comandante-. ¿Cuál batalla te gustaría saber? ¿Cuándo expulsamos una incursión de elfos oscuros siendo uno es a diez en desventaja? O ¿Cuándo marchábamos con nuestro gran rey y fuimos emboscados por un batallón de mercenarios de diferentes razas? -. Algo que era seguro y eso era que, a pesar de la monotonía de las expresiones faciales, el opaco de sus ojos y la entonación autoritaria del enano. Cualquiera que viese la imagen podría imaginar a un anciano cascarrabias y amargado relatando sus historias a la nueva generación de guerreros de su raza, un retrato que lo más probable que el mismo Belandir es ajeno e ignorante.

Thánur escuchó con atención las palabras de Thorskar y rió junto a él cuando bromeó acerca de la astucia de ambos para los negocios. - Pues bien, espero entonces que los Wedrun puedan defenderse de cualquier amenaza, pero si vuestro as en la manga no llega a ser suficiente, sólo tienes que indicarme con un gesto y tendrás nuestros servicios para que tú y tu hijo estén seguros - afirmó el arquitecto - Por supuesto que nosotros también disfrutamos de vuestra compañía, y como os he dicho antes, te acompañaremos hasta la próxima ciudad - A su lado su compañero también parecía disfrutar de la conversación con Therm, vaya niño, has logrado que el gran Belandir abra su boca, pensó con cierta admiración, pues él no había logrado sacarle bocado sobre su pasado. A Tháunr no se le escaparon los detalles que revelaba, pero prefirió continuar su conversación con el líder de la caravana - Parece que Therm le ha caído bien a mi compañero, creo que caminarán juntos por un buen rato -

- Thorskar, has mencionado que esos hombres no parecen ser el mayor problema- dijo luego con seriedad - Que es lo que te preocupa que encontremos allá adelante? - preguntó señalando el paso. El arquitecto no tenía dudas de los riesgos del terreno, la entrada de toda fortaleza se construía con el mismo principio, concentrar al invasor en un solo punto y favorecer a los que estaban en altura para lanzar aceite, piedras y flechas, era algo que todos en su profesión tenían en cuenta. Sin embargo, le intrigaba que el enano hubiese expresado un temor mayor a ese. Mientras esperaba la respuesta se quedó pensativo en otro detalle de lo dicho que al principio había pasado por alto y en ese momento le pareció relevante, pero ésta vez bajó la voz para ganar privacidad - Perdona que me meta en asuntos más personales, amigo Thorskar, pero no puedo permanecer indiferente a un hermano que arriesga su vida y la de su familia por una causa honoralbe. Porqué este viaje pone en juego el honor y la seguridad de vuestro clan? Puedes estar seguro que tu hermanos enanos guardaremos vuestras palabras sólo para nosotros, tu confianza es un tesoro valioso- dijo mirándolo a los ojos con profundo respeto.

Escuchó a lo lejos el grito de uno de sus compañeros anunciando que se acercaban jinetes, pero no se distrajo de la conversación que llevaba con el mercader.

Thánur continuaba conversando con Thorskar en su lengua natal en la delantera del carro, indiferente a lo que sucedía alrededor. Al parecer la charla captaba toda su atención.

 - La retaguardia está cubierta - pensó Erin - Más valdrá que preste atención a lo que se pueda avecinar más adelante. 

Con la flecha en una mano, a la altura de la cara, y el arco empeñado en la otra a la altura de la cadera, la joven encomendó todos sus sentidos a escudriñar el camino frente a la comitiva. 

A su lado estaban la enorme orca y aquel joven de ojos azules, pero Erin ya se había ido acostumbrando al sonido de sus pisadas, y no le estorbaban para escuchar lo que ocurría a su alrededor. Hasta donde su vista alcanzaba, delante del grupo, sólo había rocas. ¿O podía ver algo más? 

En su mente, lejos de allí, su padre mantenía tenso el arco, sin mover ya ni un músculo, y los corzos, a unos metros, se movían ajenos a la muerte que les acechaba. Erika, por un instante, hubiera deseado que su padre fallara el tiro: pero sabía que eso no sucedería. 

Con suavidad, los dedos de Breann liberaron su presa sobre la cola de la flecha, y la cuerda tañó con un zumbido; los corzos salieron espantados. Todos, menos uno... 

A pesar de ser la que estaba más lejos, Erin todavía alcanzó a escuchar los ruidos que hacían varios caballos se iban acercando hacia ellos. Aunque parecían ir al paso, sin prisas, los acabarían alcanzando, ya que el carro seguía siendo más lento que cualquier otro animal o persona.

Alertados por Syndra y Ussia de lo que se les acercaba por retaguardia, los integrantes de la caravana se prepararon para encontrarse con los otros viajeros. Algunos temían lo peor y no tardaron en tener a mano sus armas, como Erin. Otros simplemente siguieron a lo suyo, como Belandir y Thánur, que continuaron conversando como si nada. Yriel se acercó hacia donde estaban la elfa y la mediana, tratando de escuchar lo mismo que estas.

Lentamente, Thosrkar fue llevando el carro hacia un lateral del paso, para dejar camino libre a pesar de que el desfiladero era lo bastante ancho como para que cupieran dos carromatos como aquél uno al lado del otro. Los guardias enanos, sin mediar palabra, cerraron filas en torno al vehículo, siempre recelosos y vigilantes.

Tras unos momentos de incertidumbre en los que más de uno seguro que habría contenido el aliento, por fin aparecieron los jinetes. Se trataba nada más y nada menos que de los Gorriones, lo que tenía su lógica si se pensaba que su idea también era llegar a los Pequeños Reinos, y las monturas les habían permitido darles alcance a pesar de haber salido más tarde que ellos.

El grupo era el mismo que habían visto en la taberna, en cabeza viajaba el hombre rubio de la capa de pieles, y que algunos ya conocían como Logan. Por detrás de él iban el hombre más mayor, de pelo cano y bigote, con su espadón a la espalda; los viejos conocidos del grupo, Bernardo y Atheld, Petyr el arquero, y el último de todos y el que más destacaba, el orco Brogg, que resultaba algo cómico ya que casi tenía el mismo tamaño que su caballo y a las piernas le faltaban poco para tocar el suelo. Claro que cualquiera se atrevía a reírse delante de él.

- ¡Saludos de nuevo! - dijo el líder de los Gorriones, acercándose a la caravana - Diría que es una casualidad, pero el Paso no deja muchas opciones para los encuentros fortuitos, ¿verdad? - los Gorriones fueron avanzando por el lateral que el carro les había dejado libre, cada uno moviendose a la posición que prefería, casi mezclándose con el otro grupo, aunque la diferencia era obvia ya que los recién llegados iban todos a caballo.

El arquero, Petyr, puso su montura, un caballo pardo, a la altura de las de Syndra e Yriel, ambas totalmente negras, saludando con una sonrisa a las damas y una inclinación de cabeza para el semielfo. El orco adelantó su caballo, y, junto al más mayor, se acercaron hacia los que estaban más avanzados, en particular buscando ponerse al lado de Gorsha.

Los otros tres mercenarios se quedaron en el centro, al lado del carro aunque manteniendo la distancia en vista de la actitud de los guardias.

- ¡Si no lo veo no lo creo! ¡Una mediana montando con una elfa! No me extraña que os dirijáis al Norte, si en algún lado de Achaea se pueden contemplar cosas verdaderamente extrañas, es en esa tierra dejada de la mano del Creador - dijo el joven, con emoción en la voz - ¿Sabéis que os dirigís a una zona de guerra, verdad? Porque ninguno de los tres me parecéis mercenarios curtidos, sin ánimo de ofender.