Partida Rol por web

Casi no había reparado en las desagradables cosas que los fluidos corporales tienden a hacer cuando los órganos dejan de usarse, en efecto sólo quedaba una misteriosa sed como vestigio de criatura dependiente de nutrirse. No obstante no supuso más molestia que otra más de sus extrañas curiosidades por satisfacer. Dada la oportunidad brindada, no dejó de lado su cooperación en todo momento, salvo cuando le arrebataron sus pertenencias por la fuerzas. ¡Dejad en paz mi familia! ¡No os los llevéis! ¡Devolved a mí sus almas! Gritó desbocado y fuera de control, no puedo traicionarlos… otra vez no, hasta que se agotaron sus esperanzas en lastimeros sollozos. Derrotado llegó el momento de responder a su supuesto salvador, pero sus amenazas alejaron de golpe la confianza que Roderigo había conseguido. Tiene gracia, aun maldito se nos puede destruir, es un alivio… El resto intentó con esfuerzo explicar su situación con detalle, pero la furia y confusión de su propia existencia ansiaba mucho más y retó con su mirada la imponente figura de Harderstat. Ya sabes que poco conspiran los que acaban de renacer… apenas pueden asumir la oscuridad, qué quieres saber. En su voz se marcaba una intensa desidia, hastiado por la tortura de su constante derrota.

Me encontraba luchando conmigo misma, tratando de resistirme a aquel hambre tan atroz y a aquel malestar que prometía dejarme caer muerta allí mismo cuando las palabras de Maeve me cogieron totalmente por sorpresa. Había escuchado su respuesta antes de haber sido encerrados allí, y aunque sus palabras no habían sonado para nada esperanzadoras, su explicación de ahora lo hacía aún peor, era como reconocer lo que estaba intentando ignorar durante todo este tipo. Decirlo en voz alta, escucharlo en boca de alguien, era hacerlo real.

Todo cobraba sentido, incluso las amenazas de Hardestadt, porque, ¿quién amenazaría con una muerte al sol? Dudaba mucho que en nuestro estado, de ser de otra forma, llegasemos siquiera al próximo amanecer.

- Nos habéis capturado sin ningún tipo de esfuerzo... ¿De verdad creéis que podríamos haber intentado algo contra vosotros? ¿Se nos ve tan desesperados por perder nuestras vidas? -Hablé despacio y en voz baja debido a la falta de fuerzas y, al decir la última palabra, miré al techo mientras de mis ojos caían lágrimas silenciosas.

Cuando fui capaz de asimilar las palabras de Maeve, me sentí traicionada. Sentí como si un puño se cerrase entorno a mi corazón. Como si me apretasen el pecho, sin dejarme respirar. Como si me hubiesen quitado la venda que llevaba en los ojos todo este tiempo y aún así, todo lo que siguiese viendo fuese... oscuridad.

No existía. No podía existir.

Miré al techo, y las lágrimas comenzaron a recorrer mi rostro.

Llevaba tiempo en duda y aunque me hacía la fuerte, convenciéndome a mi misma de que no me importaba, realmente no quería rendirme, quería pensar que quizás fuesen pequeños castigos, que quizás... no estaba siendo digna de recibir su bendición pero... ¿esto? ¿Perder mi alma? ¿Qué clase de castigo era ese? ¿Qué había hecho yo para merecer tal cosa?

Hardestadt camina hacia Mabuz tras escuchar vuestras palabras, y sin previo aviso le lanza una fuerte bofetada en la cara con el dorso de su guante... un pesado guante con pinchos de metal afilados como cuchillas. 

¡Conspiradores, sois unos mentirosillos patéticamente divertidos!- dice con una risita. 

Los demás alegáis vuestra inocencia y ofrecéis la ayuda que podáis dar.

Decís ser nobles y merecer otros tratos... quizás debisteis haberos mantenido en pie para saludar al sol esta mañana y acabar con todo.

Su sonrisa no desaparece en ningún momento. De repente se gira para hacer un gesto a los guardias. Estos os llevan uno a uno a la sala de torturas y os encadenan a la pared. Allí parece haber más público espectante, acomodados en sillas o de pie os observan con curiosidad.

Os recomiendo que habléis ahora, y podéis ahorraros toda vuestra sarta de mentiras, así os ahorraréis también una gran cantidad innecesaria de dolor

Os dice Hardestadt mientras coge un látigo trenzado con varias puntas.

Ya cansado de tanto hablar y justificarme, ahora nos van a asesinar como un espectáculo ambulante.

Me has quitado lo que mas aprecio, la libertad, matarme, no pienso decir nada mas.

Sonreí. 

Sí, sonreí. No pude evitarlo. Cuando vi el látigo, sonreí... de forma casi maquiavélica. Miré fijamente a todos y cada uno los que contemplaban la escena y en mi rostro ya no había rastro de luz. Mis ojos eran dos pozos de oscuridad profunda y letal. 

-No te voy a contar ahora toda mi vida -dije, serena pero contundente, olvidando incluso las formas de cortesía de aquel lugar-, pero no tienes ni la más remota idea de la historia de mi vida... ¿un látigo múltiple? ¡simples cosquillas comparadas con la vida en el infierno que he pasado! Haz lo que quieras, no voy a gastar más voz. Te he dicho toda la verdad, no voy a volverla a repetir. 

Creía que este Hardestat era nuestro liberador. Parece que no podía haber estado más equivocado.

"Señores, nos pediis que confesemos unos pecados que no sabemos siquiera si hemos cometido. Y desde el primer momento no solo no ofrecimos resistencia, sino tambien nuestra colaboración en lo que sea, porque la justicia caiga sobre el cruel Giovanni"

"¿QUE es lo que realmente quieren vuesas mercedes de nosotros? ¿Que confesión esperan?" digo, luchando a tres bandas: Luchando contra el miedo que impone el látigo, contra el susurro de la Bestia, y contra mi carne debilitada.

En verdad, a cada minuto estoy más convencido de que el cruel Giovanni y el Cruel Hardestat no son sino dos caras de una misma moneda.

Ewald se dejó llevar por las circunstancias ya que no tenía nada más que perder, cuando los guardias le llevaron a la nueva sala de tortura no opuso resistencia. Ante las falsas acusaciones mostró una sonrisa y replicó:

- Hemos dicho la verdad, pero si no es la verdad que queréis oir, acabad con esto y dejarnos morir. Nuestro deseo de venganza es real, cada uno de nosotros recibió una invitación e ingenúos de nosotros asistimos al evento previo a nuestro funeral.

Mabuz no se esperaba el bofetón y se queda con la mirada perdida la su propia mano en la mejilla. No opone resistencia cuando lo trasladan y observa confundido a la gente que les observa...hasta que cae en la cuenta de que la situación es parecida a la que han vivido hace unos días.

- Sois como ellos....demonios...esto es una guerra entre monstruos que nos han pillado en medio - dice casi escupiendo las palabras. Somos inocentes y Roderigo puede confirmarlo porque trabajaba para Giovanni cuando nos condujo personalmente hasta la mansión.

- Somos simples cabezas de turco. -Hablé, por fin, tras haber sido encadenada y expuesta ante unos nuevos espectadores, como si fuésemos juglares.- ¡¿No os estáis dando cuenta de que Giovanni nos ha usado para distraeros  y lo está consiguiendo?! -Alcé la voz, mientras mostraba una sonrisa de incredulidad ante lo que estaba oyendo.- Estáis haciendo justo lo que él esperaba. Con nuestras muertes no conseguiréis absolutamente nada, y él sin embargo, ganará mucho. Primero, tiempo, y segundo, machacar vuestro orgullo cuando veáis que os ha tomado el pelo.

Imara ya no reaccionaba a las palabras de Hardestadt, encontrandose llorando con pocas energias para seguir luchando contra este y sus acusaciones. Observo por instante a los espectadores que habia presentado el Lord, pero siguio sin decir nada mas mirando al suelo agotada.

Hardestadt os observa con mal rostro, frustrado porque el interrogatorio no iba por el camino que esperaba. Se gira y sus ojos se posan en la anciana que reconocéis como la mendiga que estuvo en la posada al inicio de vuestro viaje.

Anciana, ¿que deseas hacer con esta basura que tan mal nos han entretenido esta noche?.

La mujer se acerca lentamente hacia Imara y le pregunta:

Criatura, ¿sabes algo de una conspiración contra los Capadocios? Cuéntaselo a la vieja Durga Syn, dile la verdad, palomita mía.

Solo fue hasta que la anciana se acerco a ella, que le dio la suficiente atención para reconocerla. Recordó que era la supuesta vagabunda que se habia ido cuando los vinieron a recoger en la posada. Mas excepto por su mirada de reconocimiento, no hizo otro gesto escuchando su pregunta algo cansada.

Cerro los ojos un instante tranquilizándose antes de responder. "Yo se lo que saben mis compañeros, que fue lo poco que nos confesó Claudius Giovanni antes de condenarnos a la muerte. Confeso que iba tras la riqueza y poder de los Capadocios, que estaba dispuesto a atacar a su propia sangre por ello y a un hombre llamado Japheth, hijo de Cappadocius. No sabemos mas que eso sobre la conspiracion, porque antes que llegaran planeaban alimentarse de nosotros hasta matarnos." le respondió dando todos la informacion que recordaba sobre la conspiración.

Pero antes que se fuera busco su mirada con decisión. "Le juro por dios todo poderoso, que lo que dicen mis compañeros es verdad. Solo fuimos usados para distraerlos, debe creerme...por favor." le expreso colocando toda su esperanza en la anciana que tan buena había parecido en la posada.

La anciana te observa durante unos segundos en completo silencio. De repente mueve súbitamente una retorcida uña haciéndote un pequeño arañazo a la mejilla . Tras esto, deposita unas pocas gotas de sangre sobre su uña, la olfatea y después deha caer un poco del fluido sobre su lengua.

Repite el ritual haciendo pequeños cortes en las manos de todos y cada uno de vosotros, y cuando acaba se gira de nuevo hacia Hardestadt:

¡Bien mi joven gigante, parece que ninguno de los pollitos es un gallo! Son pizarras en blanco, tabulae rasae, y no saben nada de nuestro mundo. Y si ni siquiera tienen el sentido de reconocer en qué han sido convertidos ahora... ¡no hablemos de qué hacer con sus nuevas alas!

Por su lado, la anciana no parece inmutarse por la cantidad de palabras hirientes que no deja de escupir Aricia. Quien parece más afectado es Hardestadt que trás las noticias de Durga lanza al suelo una fusta ensangrentada debido al disgusto antes de agarrar del revuelo a uno de los criados por el cuello y echar un trago rápido.

Cuando el criado se derrumba a los pies de Hardestadt, este suspira hastiado:

 Acabemos entonces... ¡al tejado con ellos! Faltan sólo unas horas para que amanezca y aún nos quedan muchas cosas por hacer esta noche

 Pero, mi señor Hardestadt, no creo en malgastar recursos; aun que sean tan... insignificantes como éstos. Estaría encantada de crear un vínculo de sangre con cada uno de ellos, para que no pudiesen hacer daño. Así podrían servirnos, ayudárnos a rastrear a sus sires, que han violado conscientemente las Tradiciones de Caín.

 Hardestadt ríe a carcajadas ante la sugerencia de la dama Fanchon, y algunos de los demás se unen a él- ¿Acaso creéis que los esfuerzos de esta noche me han sacado los sesos del cuerpo, señora? No, no... no vincularéis a ninguno de estos neonatos, Tremere. ¡Si sus amos volviesen a por ellos podrían traicionarnos!

 Pero son bastante poderosos, Hardestadt. Serían unos excelentes esclavos

 Son ignorantes y podrían desenmascararnos a todos.- tras decir esto, baja el tono y señala a Damir- Aunque podría ser convencido para tomar a éste como esclavo.

 ¡Quizá podría coger a unos pocos y vincularlos a mí! ¡Serían mis niños, mis propios queriditos! ¡Entonces me comería su carne, me bebería su médula, y todos estaríais satisfechos!

Tras una pequeña pausa, los distintos vástagos se habían enzarzado en una intensa discusión donde los tres de los varones (Hardestadt a la cabeza)  parecían posicionarse a favor de vuestra ejecución, mientras que la Tremere y el tipo deforme defendían el vincularos.

Entre tanto,  la chica de rizos pasaba constantemente de un lado al otro, y la mujer rubia; se mantenía indecisa.

Hacía ya varias horas que mi paciencia aquella noche había acabado. No pude evitarlo, sin dejar de esbozar aquella sonrisa sin emoción, en tono sereno pero lo suficientemente alto como para que se me oyera por encima de la discusión, dije:
-Si seguís discutiendo siii matarnos o no, va a ser a vosotrosa los que se os haga de día... Y no os equivoquéis, sabemos lo que somos... Draugr... Que algunos aún no lo acepten es otro tema... - terminé.

Susurro muy bajo, pero lo justo para que todos me puedan oir...Suerte tenéis que este encadenado, iba a matar a todos, empezando por los que nos han echo esto, en especial en Lady Dimitria, no te volveré a ver... pero como me gustaría poder cazarte para poder darte muerte maldita perra, me iba a reir en tu puta cara

El trauma aumentaba por momentos, como si en cada instante se alimentara su emoción y creciera desbocada, como si el tiempo fuera suficiente estímulo para que su mente elaborara complejas respuestas disonantes a lo que sus ojos observaban. La tortura y las amenazas no fueron suficientes para que el asiático olvidara y dejara de suplicar por su familia, contrastando con ligeros llantos y agudas risas que sólo conseguían la completa indiferencia del jurado. Fue la discusión el detonante de sus conscientes palabras arrancadas con una forzada carcajada falsa. Ja, ja, ¿de qué tenéis miedo? Sin importar cuáles acudieron a su llamada y lejos de conocer a quién se dirigiera, sus siguientes palabras desvelaron el motivo en tono negociante. Ya hemos demostrado ser útiles como distracción y aun así temen nuestra existencia. Resopló hastiado, derrumbando su vista al suelo, ni siquiera nos interesan vuestras intrigas, sólo nos queda la venganza… lentamente volvió a levantar sus ojos inundados en oscuridad hacia la aristocracia,  permitidnos al menos intentarlo. La profundidad gutural de sus palabras desvelaba una sombra en su espíritu inesperada. 

Se quedo mirandolos discutir sin saber que mas hacer para mejorar sus posibilidades de supervivencia, ya habian dicho que se podrian vengar de quienes los habian maldecido. Pero las palabras de su compañeros la alteraron. Era cierto que habia querido ignorar las palabras de Maeve sobre su nuevo estado y eso en parte habia sido el problema.

"Señor Hardestadt..."dijo para llamar su atension sin importar que podria molestarse con ello. "Porque volveriamos con ellos? Ellos nos han vedido a ustedes sin la mayor duda, ademas aunque no sepamos mucho de lo que somos podemos distinguir cual de los dos grupos es mas fuerte. A quien debemos seguir." comento halagandolo un poco recordando algunas de las lecciones de su superiora.

"Podriamos aprender lo que debemos y no debemos hacer si nos dan la oportunidad. No hay intension en ninguno de nosotros en obrar como hizo el Giovanni y los suyos." le prometio al otro hombre que pedia su ejecucion.